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Frases de

San Antonio
de Padua...

“¡Qué grande es la vanagloria de


creerse que pueda el hombre
hacerse Dios! ¡Desgraciado! Por
haber querido vanamante
divinizarte te has rebajado hasta
infrahumanizarte. (San Antonio
de Padua)
“¡Oh bondad de Dios! ¡Oh dignidad
del penitente! Aquel que habita
en la eternidad habita en el
corazón del humilde y en el
espíritu del penitente!” (San
Antonio de Padua)
“Me confieso con un hombre, pero
no como a un hombre, sino como a
Dios.” (San Antonio de Padua)
“David tiró por tierra a Goliat con
la honda y una piedra; así Cristo
con la honda de la humanidad y la
piedra de la Pasión venció al
diablo.” (San Antonio de Padua)
“Casa de Dios llaman también a la
confesión por la reconciliación del
pecador. En ella se reconcilia el
hombre con Dios, como se
reconcilia el hijo con el padre
cuando éste le recibe en la casa
paterna.” (San Antonio de Padua
“Si en la casa de la confesión se
hace oír la sinfonía del canto y de
la compunción amarga, responde
inmediatamente al unísono el coro
de la divina misericordia para
perdonar los pecados.” (San
Antonio de Padua)
“Roguemos al mismo Jesucristo,
Hijo de Dios, y pidámosle
insistentemente nos conceda
llegar con espíritu contrito al
desierto de la confesión y
merezcamos recibir esta
cuaresma, el perdón de nuestras
iniquidades.” (San Antonio de
Padua)
“Tan pobre como es la mesa que
carece de pan, así la vida más
ejemplar resulta vacía si le falta
amor.” (San Antonio de Padua)
“Hijo mío, si te pones al servicio
del Señor, prepara tu alma para la
tentación.” (San Antonio de
Padua)
“No es el juicio de los hombres
que nos manifestará lo que somos.
Los hombres se engañan y se
dejan engañar; llaman al mal, bien
y al bien, mal. Cada uno vale lo que
vale delante de Dios y nada más.”
(San Antonio de Padua)
“La puerta del cielo es baja, y
quien quiere entrar debe
necesariamente inclinarse. Nos lo
enseñó el propio Jesús, quien al
morir, inclinó la cabeza.” (San
Antonio de Padua)
“Cuando el hombre espiritual se
siente agobiado por la tentación,
por alguna terrible sugestión
diabólica, levántese pronto para
la lucha y eleve su mente a las
cosas celestiales.” (San Antonio
de Padua)
“Quien hace ostentación de los
propios dotes y de sus buenas
acciones, comete una especia de
idolatría, que es el más grande de
los pecados, porque llega a negar
la gracia de Dios, se atribuye lo
que únicamente es don de Dios.”
(San Antonio de Padua)
“Sólo en caso de necesidad y
después de habernos corregido a
nosotros mismos, se puede
reprender a los demás.” (San
Antonio de Padua)
“Preferid más ser amados que
temidos. El amor dulcifica lo
amargo y aligera el peso
insoportable. El temor, al
contrario, nos hace intolerables
hasta las cosas más
insignificantes.” (San Antonio de
Padua)
“La avaricia roba, hiere y chupa la
sangre. ¡Maldito el avaro! Poseído
por la codicia del dinero, esa
plata miserable que encierra el
genio del mal, el avaro husmea
doquiera el olor de la ganancia,
oprime al pobre y desangra al
desgraciado. No tiene corazón en
el pecho. No ve la angustia de las
lágrimas. No siente piedad. Sus
manos chorrean sangre: sangre de
los pobres, viudas y huérfanos.
Sus vestidos están tejidos de
robos y rapiñas. Su opulencia es
su condenación. Aplastad al
ladrón infame bajo las piedras de
la maldición.” (San Antonio de
Padua)
“Espinas son las riquezas. Y
cuando pinchan hacen brotar la
sangre. Bestias feroces son los
pérfidos usureros, que roban y
devoran. Raza maldita, se han
desarrollado y esparcido por
todas partes. No respetan ni al
Señor ni a los hombres. A veces
tienen la osadía e hipocresía de
dar limosna que chorrea sangre
de pobres.” (San Antonio de
Padua)
“El que posee bienes, que utilice
lo necesario para comer y vestir,
el resto entréguelo al hermano
necesitado, por el que Cristo
murió. Si no da, si hace el tacaño
ante la necesidad del pobre, peca
mortalmente, no está en él la
gracia de Dios, ya que si la
tuviese, sería generoso con el
hermano.” (San Antonio de Padua)
“¡Ay de los que tienen la despensa
y los graneros repletos y el
ropero bien provisto, mientras los
pobres de Cristo, hambrientos y
desnudos, gritan desconsolados
ante sus puertas, no obteniendo
más que algunas migajas de lo
sobrante!” (San Antonio de
Padua)
“La naturaleza nos engendra
pobres: desnudos nacemos y
desnudos morimos. La malicia
humana ha creado a los ricos y el
que quiere serlo cae en la red
tendida por el diablo.” (San
Antonio de Padua)
“Oh pobreza, fuente de alegría
cuando es auténtica, tesoro que
los hijos del diablo desprecian y
odian, ¡tus encantos hacen
saborear delicias eternas a los
que en verdad te aman!” (San
Antonio de Padua)
“Debemos a menudo meditar la
Pasión del Señor. De ello debemos
servirnos como de un sudario,
para secar el sudor de nuestras
fatigas y la sangre de nuestros
sufrimientos. En toda prueba
debemos recordar los ejemplos
de paciencia que nos dio Jesús.”
(San Antonio de Padua)
"Si tú predicas a Jesús, Él
ablanda los corazones y dulcifica
las ásperas tentaciones. Si
piensas en Él, domina tu corazón.
Si lo lees, sacia tu mente." (San
Antonio de Padua)
"Jesús es un nombre dulce que
alimenta la esperanza; nombre
que es, como dice San Bernardo,
júbilo para el corazón, melodía
para el oído y miel para la boca.”
(San Antonio de Padua)
“Quien se humilla en el
pensamiento de la muerte, pone
en orden toda su vida, y está
atento a todo lo que le rodea.
Sacude de sí la ociosidad, se da
ánimo, en los trabajos y confía en
la misericordia del Señor, y dirige
el curso de la existencia hacia el
puerto de la eternidad.” (San
Antonio de Padua)
“Con la muerte volvemos a Dios,
como el navegante entra en la
tranquila bahía del puerto.
Escapados de la tempestad del
mundo, nos refugiamos en la paz
de la vida inmortal. Volvemos a
Dios como el niño lloroso se
recuesta contra el seno de su
madre que lo acaricia y enjuga sus
lágrimas. Del llanto de este
mundo los justos entran en la
gloria, donde Dios ‘enjugará toda
lágrima’.” (San Antonio de Padua)
“¡Vivir sin Jesús es morir! ¡Jesús,
nombre dulce y consolador,
esperanza de eterna dicha! ¡Es
alegría al corazón, melodía al
oído, miel a los labios!” (San
Antonio de Padua)
 
“El nombre de Jesús es superior a
todo nombre, porque delante de
él se dobla toda rodilla. Si lo
predicas, ablanda las voluntades
más obstinadas. Si lo invocas,
dulcifica las más ásperas
tentaciones. Si piensas en él, se
te ilumina la inteligencia. Si lo
lees, te alimenta el corazón.” (San
Antonio de Padua)
“Cristo, el sol divino, estaba
protegido por la nube, la Virgen
María, y emitía sus rayos de oro,
a través de los ojos y del
semblante de su Madre. Sí, el
semblante de María está lleno de
todas las gracias, grato a los ojos
de Dios y espejo para todos los
hombres.” (San Antonio de Padua)
“María es como el arco-iris, señal
de reconciliación entre Dios y los
hombres. Es como un capullo de
rosa que abre sus pétalos en
pleno invierno; como un lirio que
crece junto a la corriente de las
aguas; como un incienso que
esparce suaves aromas. Ella es un
cáliz de oro cubierto de piedras
preciosas, un olivo que jamás
pierde su follaje, un ciprés que se
eleva sobre todos los árboles del
bosque.” (San Antonio de Padua)
“María es como la estrella de la
mañana en medio de la oscuridad
de las nubes, y el curso de su vida
brilló como resplandece la luna en
la plenitud de su luz. Como el sol,
envía también ella fúlgidos
resplandores.” (San Antonio de
Padua)
“La fe y la esperanza son las dos
alas del alma, con ellas se eleva
de las cosas terrenas y asciende
de lo visible a lo invisible.” (San
Antonio de Padua)
“¿Saben cuál es el poder más
bello y más laudable? Es aquel que
domina a sí mismo su propia
soberbia.” (San Antonio de Padua)
“La esperanza es la aceptación de
los bienes futuros.” (San Antonio
de Padua)
 
“El rostro de Dios está impreso
en nuestra razón.” (San Antonio
de Padua)
“La habitual contemplación de
Cristo paciente y despreciado, y
el recuerdo de sus sacrificios,
hacen insensibles los placeres y
gozos de la tierra.” (San Antonio
de Padua)
“El lobo devora con gusto a su
presa; así el demonio busca, sobre
todo, manchar la pureza.” (San
Antonio de Padua)
“Después de haber cometido
tantos pecados al alma infeliz no
le queda otro remedio que la
confesión.” (San Antonio de
Padua)

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