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Altamira.

— la españa del siglo xix 275

del siglo xviii y las recientes influencias de


la Revolución francesa; siendo de notar
que muchos de los así inspirados eran sa­
cerdotes: v. gr., Ruiz del Padrón, Muñoz
Torrero y otros.
Constituidas las Cortes como extraordi­
narias y soberanas en la función legislativa,
comenzaron sus tareas sobre la base del cuá­
LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX (0 druple juramento de los diputados, que se
obligaban á mantener la religión católica,
■por D* Rafael A ¿la-mira,
la integridad nacional y la fidelidad á las
Catedrático de Historia del Derecho en la Univer­
leyes y proclamaban como rey á Fernan­
sidad de Oviedo.
do Y II. En sucesivos decretos y resolucio­
nes (que formaron en su mayor parte la
i. E l nuevo programa político y social.— llamada Constitución de 18 r2), desarrolla­
La invasión napoleónica y el alejamiento de ron el nuevo programa liberal, cuyos pun­
los reyes (prisioneros en Francia de 1808 tos fundamentales eran: soberanía de la na­
á 1S14) crearon una situación política es­ ción, juntamente con el rey; monarquía
pecial de consecuencias trascendentales* constitucional; separación de los poderes
Sin gobierno central que la dirigiera, y re­ del Estado; inviolabilidad de los diputados
celando de las autoridades superiores, do­ y su incompatibilidad con el disfrute de
minadas por los franceses, la nación tomó cargos públicos; igualdad de derechos entre
por sí propia la iniciativa de la guerra de la españoles y americanos; abolición de dere­
Independencia y la dirección de los asuntos chos abusivos sobre los indios; libertad po­
públicos. Así pudieron revelarse pública­ lítica de la prensa, quedando ésta sujeta á
mente y sin reservas todas las aspiraciones la previa censura en lo relativo á cuestiones
políticas y sociales ahogadas y contenidas religiosas; sumisión del rey á las Cortes en
por el absolutismo del régimen anterior. cuanto á su casamiento y á los pactos in­
Por tendencia natural, las diversas regiones ternacionales que hiciese estando en cauti­
españolas se constituyeron en centros de vidad; abolición del tormento; formaliza-
acción, con Juntas gubernativas, y aspira­ ción de un presupuesto nacional, sujetando
ron á renovar las antiguas Cortes, como al clero al pago de tributos para la guerra;
organismo general que representaría á todas abolición de la jurisdicción feudal, donde
y acordaría respecto de las necesidades y subsistía, y de los derechos señoriales y de
deseos de la nación, en ausencia del rey. Así vasallaje; iniciación de la libertad de los es­
se hizo, reuniéndose en Cádiz (1809-1813) clavos negros y abolición de la pena de
una Asamblea formada por cuatro clases de azotes y cárcel á los indios que rehusaban
diputados; de las ciudades que tuvieron bautizarse; reconocimiento de los derechos
voto en las Cortes anteriores; de las Juntas individuales intangibles (libertad civil, pro­
provinciales, nuevamente constituidas; del piedad, capacidad para cargos públicos,
pueblo, eligiendo un representante cada igualdad ante la ley, etc.); reformabilidad
grupo de 50.000 almas, y de América (1 por de la Constitución; ministros del rey res­
cada 100.000 habitantes blancos). ponsables; municipios con Ayuntamiento
Gran número de ellos, particularmente electivo; milicia nacional y ejército perma­
los delegados de las Juntas, traían un sen­ nente; gran desarrollo de la Instrucción pú­
tido reformador (expresado ya en las peti­ blica; abolición del Tribunal de la Inquisi­
ciones de aquéllas), en el cual venían á con­ ción, pasando los delitos religiosos á cono­
densarse el programa filantrópico y liberal cimiento de los tribunales de los obispos;
limitación del número de comunidades reli­
giosas; reparto de tierras baldías y comuna­
( 1 ) Último capítulo del libro en prensa Histo­
ria de la civilización española, por D. R. Altamira. les á los pobres y á los licenciados del ejér­
27 6 A ltam ira*— la españa del siglo xix

cito; supresión de la pena de azotes en las acentuaron cada vez más, avivando el deseo
escuelas; planteamiento de una contribución de verlas nuevamente planteadas en su pa­
única directa, y otros másde análogo sentido. tria.
2. La reacción. — Aunque todas estas Esta dualidad de tendencias irreductibles
medidas fueron aprobadas por una gran trazó el camino inevitable de la historia na­
mayoría de diputados, no representaban cional durante casi todo el siglo xix. El
sino la opinión de las gentes ilustradas é in­ problema consistía en decidir qué ideas y
fluidas por el espíritu reformista de la época. qué hombres gobernarían la nación: si los
Tenían, en cambio, muchos enemigos, em­ liberales ó los reaccionarios; y para esto, la
pezando por el rey, que veía con disgusto lucha se había de entablar necesariamente
mermadas sus facultades absolutas. Todas en el terreno político, con el fin de obtener
las clases sociales y los organismos todos el poder y limitar el absolutismo de modo
cuyos antiguos privilegios se mermaban en que pudieran significarse las aspiraciones
aras de la igualdad jurídica (y especialmen­ de los reformistas y del pueblo entero. La
te mucha parte del clero) agitaron la opi­ tenacidad de ambas partes; la resistencia,
nión en contra. La masa, indiferente por siempre viva, de la reacción, empeñada en
ignorancia y desconocimiento de los nuevos no conceder ni lo más mínimo á los doce-
ideales, era materia propicia para dejarse añistas (nombre dado á los partidarios de la
llevar más bien en el sentido de la tradición Constitución de 1812); la crueldad de sus
que en el de las reformas. Así fue posible persecuciones y los odios que, merced á
que, al volver á España Fernando V il, abo­ todas estas circunstancias, arraigaron en
liese radicalmente toda la obra de las Cortes ambos partidos, hicieron que en el período
de Cádiz. Fué más allá todavía la reacción. de 1814 á 1833 (fecha en que murió F er­
No sólo persiguió de muerte á los liberales, nando V il) hubiera una serie no interrum­
declaró nulos los decretos dados en ausen­ pida de conspiraciones, sublevaciones y
cia del rey, restableció la Inquisición., etcé­ asechanzas de una y otra parte, que consu­
tera (proclamando el principio de que los mían la atención y las fuerzas todas del
años trascurridos desde 1S0S á 18 13 de­ país. El corto gobierno de los liberales
bían darse como no existentes), sino que (1820-1823), en que se reanudaron las refor­
extremó su sentido, retrocediendo á un es­ mas legislativas—división del territorio en
tado de mayor restricción que el del si­ provincias (las actuales), ley orgánica de la
glo x v i i i . Como consecuencia de este retro­ Armada, Beneficencia pública, aranceles de
ceso, se admitió nuevamente á los jesuítas, Aduanas, Código penal, nuevo Plan de estu­
se multiplicaron los conventos de frailes y dios—enconó más los ánimos y produjo
monjas, se cerraron las Universidades y los una reacción (1824) más dura que la de 1814
teatros, se prohibió la publicación de más y nueva emigración á Francia é Inglaterra.
periódicos que la Gaceta oficial, y se impi­ En los últimos días de Fernando VII
dió toda propaganda en sentido de mejora­ (1832), se dulcificó algo la política regia, por
miento material ó moral del país. La Ha­ iniciativa de María Cristina, quien, necesi­
cienda volvió á desorganizarse, bajó la ri­ tando después, como Reina Regente, apo­
queza pública, creció desmesuradamente el yarse en los liberales para defender la suce­
número de empleados y se repitió el espec­ sión de su hija Isabel II, dió amnistía á los
táculo de un pueblo hambriento y un ejército emigrados, abrió de nuevo las Universida­
miserable al que no se pagaban los sueldos. des y adoptó otras medidas de transigencia.
Los liberales que pudieron sustraerse á El programa reaccionario pasó á ser defen­
Jas persecuciones, huyeron á Francia é In­ dido en toda su integridad por D. Carlos,
glaterra, en cuyos países, el contacto de hermano de Fernando VII, que aspiraba á
civilizaciones más adelantadas, el espectácu­ la corona, naciendo así el partido carlista.
lo de pueblos mejor gobernados, el deseo La lucha fué desde entonces doble: con
de venganza y la amargura del destierro, no el carlismo en las guerras civiles, y con la
sólo afirmaron sus creencias, sino que las corona en el gohierno} para que aceptase
Altamira.— la. espana del siglo xix 277

sinceramente las reformas liberales; cosa produciendo una excisión y una nueva, aun­
que procuraba evitar con subterfugios ó que breve, guerra civil. El federalismo ha
mixtificaciones, siempre que le era posible. continuado como partido hasta nuestros
El sentido dominante en la política mo­ días, y su.tendencia en parte la re presenta hoy
nárquica fué el de transacción entre el ab­ también el regionalismo, más acentuada por
solutismo y la soberanía popular, constitu­ lo que toca á la autonomía y completamente
yendo lo que se llamó el doctrinarismo. La opuesta en lo referente al radicalismo liberal.
inclinación preferentemente conservadora La restauración borbónica de 1874 pro­
de los doctrinarios y los abusos del poder, dujo una reacción muy violenta en los pri­
unidos á otras causas, hicieron que se repro­ meros años, echando por tierra las conquis­
dujeran las conspiraciones y los pronun­ tas liberales de 1869. Sin embargo, en la
ciamientos, hasta que una última reacción Constitución de 1876 se ve la huella de la
más acentuada dió motivo á la revolución revolución. Aunque algo vaga en muchos de
de 1868, sus términos, de modo que deja amplio
3. La revolución y sus consecuencias.— campo á interpretaciones de muy diverso
Durante todo este tiempo, el partido liberal sentido, reconoce más ó menos atenuados
había cambiado mucho. Ya en 1820, parte algunos de lo s principios liberales. Más
de él (los exaltados) encov. traba deficiente la
*
reaccionaria que la Constitución fué la con­
política de 1812 y aspiraba á reformas más ducta de los primeros gobiernos de Alfon­
radicales, y lo mismo ocurrió eti las Cortes so X II. En 1881 empezó á rectificarse este
de 1837, que votaron nueva Constitución. sentido con la subida del partido fusionista
La corriente progresista vino á significar­ (dirigido por D. Práxedes M. Sagasta), mer­
se de un modo especial en las Cortes de ced á cuya política y á la de los republica­
1854, en que también hubo de manifestarse nos (más directamente que ninguno D. Emi­
públicamente la existencia de una tendencia lio Castelar) se fueron restaurando en leyes
republicana, todavía poco extendida, pero diversas otros puntos del programa de 1869
que fué creciendo desde entonces cada vez sufragio universal, jurado, libertad de im­
más. En 1868, era ya importante, así como prenta, etc.
la tendencia radical entre los monárquicos. Queda, no obstante, mucho que cumplir,
La Constitución de 1869 refleja los nuevos tanto en la legislación como en la interpre­
ideales, combinados con los de 18 12 : sobe­ tación y en la práctica del gobierno, de los
ranía nacional plena; sufragio universal; de­ ideales revolucionarios, aun de los de 1812;
claración de los derechos individuales; di­ y merced á esta discordancia subsisten la
visión de poderes independientes entre sí; dirección radical y la conservadora en los
reformabilidad de la Constitución; libertad partidos monárquicos, además de la republi­
de cultos; secularización de la vida civil, et­ cana y la carlista, que respectivamente as­
cétera. Los gobiernos revolucionarios, y es­ piran en primer término al cambio de régi­
pecialmente los d e l periodo republicano men y de dinastía, como condición para im­
(1873), acentuaron el sentido radical en otras plantar sus programas totalmente contra­
leyesy en el proyecto de nueva Constitución. rios entre sí.
Dentro de la república, tomó aquél una En 1882, se constituyó un partido socia­
dirección especial con la doctrina federalis- lista obrero, que aspira á hacer efectivas des­
¿at predicada en España por Pi y Margall, y de el poder todas las peticiones de los tra­
cuya base es una autonomía absoluta en las bajadores manuales, parte de cuyo progra­
regiones, ligadas tan sólo por un pacto com­ ma han defendido también diferentes grupos
pletamente voluntario para crear un gobier­ del partido republicano.
no central encargado de los asuntos que se Últimamente, y de la misma masa obrera,
consideren de carácter é interés común á ha surgido un movimiento divergente del
todas. Este sentido, en que coincidieron al socialismo, el anarquismo, que cuenta tam­
principio los más de los republicanos, fué bién con algunos prosélitos entre los hom­
rectificado bien pronto por muchos de ellos, bres intelectuales.
278 Altamira.—la espada del siglo xix

4. La unificación ju ríd ica ,—Otro de los rina, que tienen sus Códigos propios. El
caracteres del siglo xix es la continuación, clero está sujeto á las mismas leyes que los
hasta cumplirlo casi por entero, del ideal demás ciudadanos. Al propio tiempo, supri­
centralizador y unificador de la monarquía, miéronse las antiguas divisiones territoria­
haciendo que el gobierno municipal y el re­ les, que recordaban los diferentes reinos,
gional dependan completamente de las ofici­ sustituyéndolas por las actuales provincias,
nas centrales y que desaparezcan los fueros y con régimen igual, dependiente en gran
especialidades jurídicas, imponiendo á todos parte del Gobierno supremo.
los españoles las mismas leyes. Por lo que respecta al derecho civil, el
A comienzos del siglo, subsistían muchas siglo xix ha acentuado la corriente indivi-
de las antiguas diferencias y privilegios de dualista, con ánimo de romper las trabas
derecho público y privado, no obstante las que se oponían á la libertad de cada indivi­
numerosas disposiciones comunes dictadas duo. Guiado por este criterio, realizó la des-
por los reyes. Conservaban sus fueros com­ amortización de toda la propiedad inmueble
pletos Navarra y las Provincias Vasconga­ que estaba en poder de las iglesias, conven­
das; los civiles, Aragón, Cataluña y Balea­ tos, municipios y otras corporaciones, in­
res, con algo también en el 01 den adminis cautándose el Estado de ella (bimes nacio­
trativo. En Castilla, regían á la vez (aunque nales) y vendiéndola en pública subasta, á
más en la apariencia que en la realidad) cambio de ciertas indemnizaciones que, res­
fuentes legislativas muy diversas, como el pecto de la Iglesia, dieron lugar á que, desde
Fuero Juzgo, el Real, las Partidas, etc,, y se mediados del siglo, el Estado se encargase
reconocían especialidades locales. Quedaban de pagar los gastos de culto y clero. Asimis­
vestigios de jurisdicción señorial en muchos mo, la legislación tendió á suprimir los bie­
puntos; y además, muchas clases sociales nes comunes -de vecinos y, en términos ge­
(clero, ejército, comerciantes, etc.) tenían nerales, toda forma colectiva de propiedad;
tribunales propios, que conocían de sus abolió los mayorazgos y los gremios obli­
pleitos y causas con independencia de los gatorios, declarando libre el trabajo y la
tribunales comunes. En la misma aplicación agrupación de los menestrales, y trató, en
del derecho penal, se marcaban diferencias fin, de realizar el ideal absoluto de libertad
según la categoría del delincuente, así como en cada individuo. Contra esta corriente, se
en el pago de las contribuciones. Todo el levantó más tarde otra, bastante acentuada
esfuerzo del siglo xix, y singularmente de ya, que supone la rectificación del individua-
los partidos liberales, ha ido contra semejan­ lismo en muchas de sus afirmaciones y la
te particularismo. En diferentes épocas, á restauración de algunas de las instituciones
partir de 18 12 , se han abolido las jurisdic­ antiguas derogadas. Coinciden en esta ten­
ciones y fueros especiales de clase, los fue­ dencia los socialistas, muchos liberales y
ros político-administrativos de Navarra y aun algunos conservadores, bien que con
Vascongadas, y las exenciones de contri­ propósito y alcance diferentes en su res­
buir á las cargas del Pistado; la diversidad pectiva doctrina.
legislativa de Castilla ha desaparecido por También han contribuido á mitigar el
la publicación de Códigos y leyes en ma­ rigor del individualismo absoluto las leyes
teria comercial, penal, de aguas, minas, re­ obreras iniciadas en tiempo de la república,
gistros, hipotecas, notarías, caza, pesca, pro­ patrocinadas luego por Cánovas del Castillo,
cedimientos, servicio militar, derecho pri­ desarrolladas posteriormente, y con las
vado,etc., obligatorios en toda España; salvo cuales se tiende á proteger el trabajo de los
el Código civil (1888), que no rige en Cata- obreros manuales, á resolver más ó menos
- luna, Vizcaya, Aragón y Baleares más que los conflictos entre ellos y los patronos, y á
como supletorio y en lo que no se oponga recoger y sancionar algunos de los princi­
á las leyes especiales de estas regiones. No pios del nuevo sentido económico.
han quedado subsistentes más jurisdicciones 5. La pérdida de las colonias continenta­
especiales que la penal del ejército y la ma­ les de América.—De intento hemos dejado
Altamira«—LA espana del siglo xix 279

para este párrafo último el relato de la his­ hispano americanos, engrosando sus filas y
toria colonial española durante el siglo xix. haciendo más vivo el sentimiento de inde­
Aunque, naturalmente, ligada de raíz á la pendencia. En 1810 se produjo en Venezue­
historia de la metrópoli, y en parte conse­ la el primer movimiento de sublevación,
cuencia de esta misma (si bien con la interr comunicado bien pronto á Méjico, Buenos
posición de factores extraños muy podero­ Aires y demás países. No obstante, á las
sos), constituye en cierto modo un capítulo Cortes de Cádiz acudieron diputados ame­
sustantivo, y sus últimas consecuencias vie­ ricanos, y tal vez se hubiera evitado la
nen á cerrar la centuria con hechos de gran emancipación, de haber sido algo más flexi­
resonancia política. ble la doctrina política de los liberales es­
Salvo las pérdidas ó cesiones de Florida, pañoles. En efecto, habían éstos comenzado
territorios del Mississipf, Santo Domingo y por declarar que los dominios de España en
Trinidad (ya señaladas (1) anteriormente)- las Indias no debían ser considerados como
en 1808 conservaba España bajo su domina­ factorías ó colonias, sino como «una parte
ción la mayor parte del territorio america­ esencial é integrante de la monarquía espa­
no, á saber: el SO. de los actuales Estados ñola», por lo cual se habían de gobernar de
Unidos (California, Tejas, etc.), Méjico, toda modo idéntico á los territorios españoles,
la América Central y toda la Meridional, dándoles el nombre de provincias ultrama­
excepto el Brasil y algunas pequeñas pose­ rinas y proclamando la absoluta igualdad
siones de potencias europeas. En Oceanía, jurídica de españoles y americanos. Pero al
eran colonias españolas las islas Filipinas, aplicar esta doctrina á la constitución de
Marianas, Carolinas y Palaos. las Cortes, se excluyó de la ciudadanía y del
Como sucede siempre en todas las colo derecho electoral á los que no fuesen blan­
nías que progresan y se educan (y en esto cos y libres («descendientes de españoles
último la metrópoli había puesto tanto in­ por ambas líneas»), es decir, á los negros y
terés respecto de los americanos como de mulatos. Los diputados americanos comba­
la población peninsular), en las de América tieron esta exclusión, y su polémica con los
se había ido formando un partido antiespa­ españoles «produjo una serie de rozamien­
ñol, ó por lo menos lleno de recelos y de tos y susceptibilidades,,., sentidos los de la
sentimientos poco cordiales para España. Península porque se les acusara de poco li­
Formábanlo descendientes de los coloniza­ berales, y agraviados los de América porque
dores, y particularmente mestizos, llevados se les rebajaba en la esfera de los hechos y
á tal actitud, no sólo por tendencia cons­ en la práctica».
tante del espíritu en las razas mestizas, mas La sublevación continuó en América di­
también por los frecuentes desaciertos, abu­ rigida por Bolívar. El gobierno de la pri­
sos y ridiculeces de las autoridades españo­ mera reacción boibonica (1814) recrudeció
las y del clero. Semejante disposición tuvo la lucha, aplicando el procedimiento terro­
ya manifestaciones en el siglo xvm, adver­ rista, representado por el general Morillo;
tidas por algunos ministros de los Borbo- pero esto no hizo más que excitar los odios
nes, que señalaron el peligro y aun llegaron de los americanos. Unida la fuerza de la
á indicar su remedio en un cambio de régi­ sublevación á la falta de tropas españolas
men gubernativo para las colonias. Algo se (por haberse sublevado con Riego y Qui-
hizo, en efecto, pero no todo lo que era ne­ roga las que había preparadas para mar­
cesario. char á América, 1S20), hicieron que defini­
El ejemplo de las antiguas colonias ingle­ tivamente venciese aquélla, consiguiendo la
sas, que a fines de aquel siglo se emancipa­ independencia todo el Sur de América en
ron de la metrópoli, constituyendo el tron­ 1S24. Poco antes, había conseguido lo mis­
co de lo que hoy son Estados Unidos del mo el territorio mejicano. Con esto, no que­
Norte de América, alentó á los separatistas daron á España más posesiones en el Nuevo
Mundo que las de las Antillas (Cuba y
(1) E11 otros lugares del libro. Puerto Rico) y las oceánicas. Habíamos
28o Alt&mira«— la espada del siglo xix

perdido en pocos años una extensión de sirvió de nada. Se continuó escatimando


más de 300.000 leguas cuadradas, con cerca derechos á los antillanos, recelando de todo
de 12.000.000 de habitantes indios, blancos, movimiento liberal, y empleando cuando la
negros y mestizos (casias), predominando situación se agravaba procedimientos de
los indios (unos 6.000.000). fuerza. El partido separatista crecía, sin em­
6. La política antillana.—Las posesio­ bargo, y consiguió promover en Cuba una
nes ó colonias que quedaron á España des­ guerra que, comenzada en r868 (alzamiento
pués de 1824 eran todavía muy importantes. de Jara), no terminó hasta 1878 con la paz
Las oceánicas (ó asiático-oceánicas, como del Zanjón.
dicen algunos) comprendían más de 14.640 Los gobiernos revolucionarios (1868-73)
leguas cuadradas, con 1.300.000 habitantes; modificaron en parte la política antigua.
Cuba, 118,000 kilómetros cuadrados, con Devolvieron á Puerto Rico el derecho de
700.000 habitantes (en 1S1S), y Puerto Rico elegir diputados (186.9); derogaron no po­
menos de 10.000 kilómetros cuadrados, con cas disposiciones tomadas en Cuba contra
100.000 habitantes. La atención de la me­ los insurrectos y sospechosos, de que se se­
trópoli y la explotación comercial se fijaron guían graves abusos; limitaron las atribu­
principalmente en las dos islas antillanas, ciones excesivas de los capitanes generales;
cuya población y riqueza crecieron con y en punto á la inmigración, la coloniza­
gran rapidez. Así, la Habana, que en 1800 ción, los tribunales de justicia, etc., tomaron
contaba sólo 60.000 habitantes, á fin del medidas encaminadas á beneficiar á las co­
siglo (1900) subió á 236.000; Santiago de lonias. Pero todo este sentido reformista
Cuba, de 20.000, llegó hasta 43.000; Matan­ venía á estrellarse contra la fuerza, induda­
zas, de 7.000, á 36.300, etc. En junto, seña­ blemente enorme, de los intransigentes, nu­
lan los últimos censos para Cuba 1.500.000 merosos en la Península y en las islas y re­
habitantes, y para Puerto Rico más de presentados en Cuba principalmente por
800.000, correspondiendo una gran parte de los voluntarios armados, que se impusieron
estas cifras á los españoles ó descendientes repetidas veces á los capitanes generales y
de ellos. que, con actos como la muerte del cabecilla
Pero en ambas islas habían surgido los Arango, el fusilamiento de los estudiantes
mismos anhelos de independencia que en de la Habana (1871) y la insubordinación
los territorios continentales, anhelos avi­ contra los que pretendían refrenar su apa­
vados por el éxito de la sublevación de sionamiento, vinieron á dar nueva fuerza á
1810-1824 en América del Sur y Méjico, y los odios y á los pesimismos que mantenían
vistos con simpatía por las gentes de estos el estado de guerra.
países. Respecto de Cuba y Puerto Rico, 7. E l auíonomismo y las reform as. —
complicaban el problema dos factores más: La paz del Zanjón obligaba á los gobiernos
la población negra, esclava, elemento de españoles á un cambio efectivo de política,
agitación constante, y la ambición de la en el que confiaban muchos cubanos, que,
República norteamericana, que desde bien deseando libertades para su país, deseaban
temprano aspiró á ser dueña de las Antillas, también la paz y no querían romper por
y lo intentó repetidamente con motivo de completo con la metrópoli. Lo natural y
intervención, á la vez que favorecía las acertado hubiera sido implantar un régimen
conspiraciones y desembarcos en Cuba de autonómico que, manteniendo la relación
los partidarios de la independencia. Los go­ de dependencia entre España y las dos is­
biernos españoles no supieron ver este pe­ las, diese á éstas cierta libertad para dirigir
ligro, ni desviar el espíritu separatista con y administrar sus interesen Representante
reformas políticas y administrativas, no obs­ de este sentido (de que en España partici­
tante los buenos deseos de algún goberna­ paban muchos elementos republicanos y aun
dor y del Sr. Cánovas del Castillo, ministro algunos monárquicos) fué el partido llamado
de Ultramar en 1865. El ejemplo de lo ocu­ autonomista, cuyas primeras declaraciones
rrido con las colonias del continente no datan de 1872, pero que no se constituyó
A ltan ara. — la espada del siglo xlx 281

formalmente hasta 1S79, tras un manifiesto- la paz del Zanjón, se reconoció igualmente
programa (Agosto 1878). Pero los intransi­ la libertad á todos los negros rebeldes, y
gentes, que seguían siendo muy numerosos aunque la justicia y la lógica imponían que,
en la Península y en las Antillas, combatie­ con mayor motivo, se concediese igual cosa
ron duramente el autonomismo, motejando á los que habían permanecido fieles, la ley
á sus defensores de filibusteros y malos pa­ que á éstos se refería no se dió hasta 1S80;
triotas. La doctrina dominante consistía en pero les dejó todavía sujetos al patronato
considerar á Cuba y Puerto Rico, no como durante ocho años. Por fin, en 1886, un de­
colonias, sino como provincias ultramarinas, creto adelantó la fecha é hizo efectiva la li­
sin seguir por esto el sistema de la asimila­ beración.
ción pura, sino el de leyes especiales. Así, 8. E l desastre colonial.—El desengaño
aunque en 1878, al aplicar á Cuba la ley de las reformas de 1895, unido á las quejas
municipal, se le devolvió el derecho de ele- contra la administración española y al aban­
gir diputados, se hizo esto restringiendo dono de todo lo relacionado con el fomento
el voto muchísimo más que en la Penínsu­ de la cultura y de la riqueza del país, dió
la; y lo mismo en Puerto Rico, que desde ánimos á los que mantenían la posición ra­
la revolución había gozado del sufragio uni­ dical del separatismo, y la guerra estalló de
versal. De igual modo se aplicaron con mo­ nuevo con el grito de Baire (1895), guerra
dificaciones el Código penal, en 1879; la alentada por una gran masa de opinión en
legislación hipotecaria en 1880; la Constitu­ los Estados Unidos. Muchos políticos espa­
ción de 1876, en 1881; la ley de Enjuicia ñoles abogaron entonces nuevamente por la
miento, en 1^85; el Código de Comercio, en concesión de la autonomía, como medio de
1886, etc. No bastaban tales medidas. La transacción honroso; mas la mayoría, repre­
aspiración autonómica se afirmaba cada vez sentada en este caso por el jefe del partido
más, y en las Cortes se significó repetida­ conservador, Cánovas del Castitlo, se ence
mente por medio de sus diputados, sin con­ rró en completa intransigencia, sentando la
seguir que se la atendiera, ni aun que se hi­ doctrina de «la guerra con la guerra» y exi­
ciera justicia á sus intenciones. En 1882, la giendo, para conceder reformas, que se so­
ley de Relaciones mercantiles entre Cuba metieran previamente los rebeldes. Esta ac­
y España hizo crecer el descontento en la titud hizo crecer la insurrección en Cuba,
Gran Antilla. En 1893, un proyecto de re­ aunque gran parte de los autonomistas con­
formas políticas y administrativas presenta­ tinuó fiel á España. Puerto Rico se mantuvo
das por el Sr. Maura reanimó las esperanzas; apartado de la guerra, como la vez anterior.
pero fué rechazado, y la ley de 1895 que lo Pero los Estados Unidos consideraron lle­
sustituyó, muy deficiente, ni siquiera llegó á gado el momento de dar el paso decisivo en
plantearse. su política, y precipitaron el desenlace, ale­
Por lo que toca á la esclavitud de los ne­ gando, para intervenir en la lucha, la pro­
gros, el remedio se consiguió más pronto y longación de ésta, los procedimientos mili­
efic az. Iniciadas las tendencias abolicionistas tares del general Weyler (represión dura,
en las Cortes de Cádiz, repetidas en las campos de reconcentrados, etc.), y la vola­
de 1854-1855 por Orense, Rivero, Castelar dura del crucero Maint?, surta en el puerto
y otros demócratas, cuajaron en 1865 con de la Habana, Su actitud y la conciencia,
la formación de una Sociedad Abolicionista, clara ya en muchos de los políticos libera­
que se vio muy combatida en sus propósitos, les, de que era preciso cortar la rebelión
pero que, año tras año, iba ganando la opi­ mediante reformas, produjeron las de 25 de
nión pública. En 1S68, quedó suprimida la Noviembre de 1S97, aplicadas en Enero
trata de negros, es decir, la introducción de de 1898, y que representaban un sentido au­
nuevos esclavos. En 1870, una ley preparó tonomista muy acentuado. El remedio lle­
la libertad de los que existían, y otra, en 1872 gaba tarde, sin embargo. No puede hoy de­
(á pesar de la viva oposición de los escla­ cirse si hubiera ó no arraigado en el país y
vistas), hizo libres á los de Puerto Rico* Por reducido á los que peleaban, porque faltó
282 Aitami ra,—tLà espada del siglo xix

tiempo para que la experiencia se produ­ interior, el comercio recibió nuevo y duro
jese. golpe con la emancipación de las colonias
Los Estados Unidos de una parte, y los americanas del continente.
antirreformistas cubanos de otra, pusieron En los últimos años de Fernando VII, al­
todo género de obstáculos á que prosperase gunos Ministros, mejor intencionados que
la autonomía. la mayaría, intentaron ya promover un re­
4
Ante pretensiones exageradas del Gobier­ nacimiento de la vida económica, regulari­
no de la Unión, inaceptables para España, zando la Hacienda y creando instituciones
estalló la guerra entre ambos países (Abril favorecedoras del progreso mercantil é in­
1898), con éxito desfavorable para nosotros, dustrial, como el Colegio de Comercio y la
cuyos medios económicos y militares eran Dirección general de Obras públicas. Estas
enormemente inferiores á los de la Repú­ tentativas no arraigaron, sin embargo, hasta
blica norteamericana. Terminó la guerra con después de la muerte de aquel rey, y, espe­
el Tratado de París de 10 de Diciembre de cialmente, hasta la terminación de la guerra
1898, en virtud del cual pasaron al dominio civil (1839). Combinado este último hecho
de aquella Cuba y Puerto Rico. Lo propio con la desamortización de la propiedad, rea­
sucedió con Filipinas, cuyos habitantes se lizada por los decretos deMendizábal(i836)-
habían sublevado también contra los espa­ que leyes posteriores confirmaron y amplía,
ñoles (1896), y á donde acudieron igual­ ron, produjo un nuevo afán por los negocios
mente los Estados Unidos (1898). industriales y mercantiles, el cultivo de la
De este modo perdió hispana los restos de tierra y la edificación, constituyéndose en
su poder colonial americano y oceánico, unas partes grupos de pequeños propieta­
con daño, todavía más que para su prestigio rios, entre quienes se subdividió la propiedad
internacional, para su vida económica y antes acumulada, y en otros, grandes fortu­
para el porvenir de su influencia civilizado­ nas que se lanzaron á la explotación capi­
ra; aunque tal vez las consecuencias últimas talista.
de este golpe vengan á producir un cambio Al mismo tiempo, el Estado atendió en
de orientación en la vida nacional, benefi­ mayor escala que hasta entonces al desarro­
cioso para el progreso interno de ella. llo de los medios auxiliares de la vida co­
9. La vida económica.— La guerra de mercial, impulsando las obras públicas.
la Independencia, las grandes agitaciones En 1834, se volvió á abrir la Escuela de In­
políticas de 18 14 á 1833, las luchas civiles genieros de Caminos, que tuvo su origen á
posteriores á este año, combinadas con las fines del siglo xvm; se aumentó considera­
sublevaciones y revoluciones frecuentes, y blemente la red de carreteras, que en 1807
la decadencia política de España en el ex­ no excedía de 706 leguas, construyendo al­
tranjero, no fueron hechos abonados, ni gunas tan importantes como la de las Cabri­
para que el país y los Gobiernos atendiesen llas; se inauguró en 1839 el primer faro len­
á desarrollar las iniciativas del siglo xvm ticular (en Santander), siguiendo otros en
en favor de la industria y el comercio, ni años sucesivos, hasta el número de 40 cons­
para que obtuviese aquel un puesto ventajoso truidos y 19 en construcción, en 18¿6; se
en las relaciones económicas con el resto del acometieron ó se planearon grandes traba­
mundo. jos de canalización en el Guadalquivir,Tajo,
El primer efecto de la guerra de la Inde­ Ebro, Alcocer, Lozoya, etc.; se emplazaron
pendencia fue una paralización en todas las vías férreas (iniciadas ya en 1828, aunque
empresas acometidas. Durante la lucha, no sin llegar á la práctica), especialmente á
pocas fábricas fueron destruidas, ya por las partir de 18 5 1, y más aún después de la des­
tropas francesas, ya por los aliados ingleses, amortización de 1855; se generalizó el telé­
y la agricultura padeció de un modo enor­ grafo eléctrico y se difundió la iluminación
me. Hemos visto, también, lo que las reac­ por gas. Comparadas todas estas obras con
ciones de 1814 y 1824 perjudicaron al país; las que había al comenzar el siglo, suponen
y como si no fuera bastante la perturbación un progreso enorme; pero si se tiene en
Altamtm. —la españa del siglo xix 28 o

cuenta el impulso grandioso que en las de­ tima en este concepto, es Cuenca. Las regio­
más naciones adquirieron y la grande y espe­ nes más industriales y ricas son Vizcaya,
cial atención que en este punto requieren las Cataluña y Asturias. Valencia, Murcia y
condiciones denuestro relieve geográfico, re­ parte de Andalucía son muy importantes por
sultan, sin duda, muy inferiores á las necesida­ su producción agrícola.
des nacionales, aun contandocontodolo que Sin embargo, España produce todavía
en el último tercio del siglo han aumentado. poco para sus necesidades y para que su co­
A la vez renacieron la industria de tejidos mercio le sea ventajoso. Compra más que
en Cataluña y la explotación minera en mu­ vende, y su porvenir estriba en cambiar esta
chos puntos de la Península. El comercio, relación, ó en depender menos del extran­
así como las rentas públicas, fueron subiem jero, explotando más sus producciones na­
do notablemente, á pesar de las terribles turales y trasformándolas en productos fa­
cargas contributivas que las guerras y la briles dentro de la Península misma.
centralización imponían al país. De 1S50 10. La instrucción pública.—La guerra
á 1860, la importación fue de 279.500.000 de la Independencia hizo imposible la ense­
pesetas y la exportación de 237.000.025. En ñanza en muchas localidades, ó la perturbó
los diez años siguientes, se duplicaron am­ hondamente. Los más de los alumnos uni­
bas, y de 1870 á 1880 creció sobre todo la versitarios corrieron á pelear contra los in­
exportación (de 312 millones y medio á más vasores; y aunque el Gobierno francés de
de 507).Las rentas del Tesoro eran, en 1820, José Bonaparte, por un lado, y las Cortes
de 275 millones, y desde entonces fueron de 1812, por otro, procuraron impulsar la
subiendo, hasta ser de 800 en 1883. A partir instrucción popular, creando escuelas nue­
de la revolución de 1868, se observa un vas y formando planes de enseñanza, todo
acrecentamiento grandísimo de la vida eco­ ello tuvo poco arraigo.
nómica que, á pesar de algunas crisis, ha La reacción de 18 14 ayudó á esta deca­
continuado hasta nuestros días, creando in­ dencia con su sentido estrecho y receloso; y
dustrias completamente nuevas en España, aunque la situación liberal de 1821 acometió
perfeccionando algunas de las tradicionales de nuevo el problema, planteando con el
y promoviendo la colocación de capitales Reglamento de 29 de Junio la incorporación
(muchos de ellos, extranjeros) en negocios al Estado de todos los establecimientos, la
productivos; la circulación de la riqueza y nueva reacción de 1824 echó por tierra este
el mejoramiento de las condiciones de vida plan y extremó su enemiga hasta el punto de
en todas las clases, relativamente á los esta­ mandar recoger de Real orden todos los li­
dos anteriores. Según cálculo de un econo­ bros extranjeros introducidos en España y
mista, la riqueza nacional de España era, los impresos aquí desde 1820 al 23, estable­
en 1894, de 65 ó 66 mil millones, algo más ciendo rigurosa vigilancia en las Aduanas
que lo supuesto para Italia (50 mil millones). para evitar la entrada de impresos sospecho­
También hacrecido la población rápidamen­ sos. Más tarde (1830), Fernando VII mandó
te. En rSoo, era de 15.668.531 lili.; en 1877, cerrar las Universidades; y eso, que éstas
de 16.731.570; en 1887, de 17.560.352, creci­ eran, por su sentido doctrinal, del tenor de
miento que iguala al de Italia y excede en la de Cervera, cuyo Rector dijo en un dis­
mucho al de Irlanda, Austria, Grecia, Fran­ curso de 1827 las siguientes memorables
cia y al de veinte de los principales Estados palabras: «Lejos de nosotros la funesta ma­
alemanes, no obstante la mucha emigración nía de pensar.» Las únicas instituciones de
que se produce hacia América (desde la re­ cultura creadas durante el reinado de Fer­
gión N. NO.) y Africa (S. SE.). Posterior­ nando V il fueron el Museo de Pintura
mente, ha subido hasta 18.642.0S7 (1900). el Colegio de Cirugía médica de Madrid
cifra que algunos autores estiman ser toda­ (Colegio de San Carlos), con el plan de ense
vía inferior á la verdadera. Las cuatro pro­ fianza quirúrgica de 1827, obra del Catedrá­
vincias de población más densa son Vizcaya, tico Castelló, y el Conservatorio de música
Barcelona, Pontevedra y Guipúzcoa. La úl y declamación (1830).
284 Altamlra. — la espada del siglo xix

La restauración liberal iniciada por María afirmó la serie de establecimientos de ins­


Cristina produjo desde lucro la reapertura trucción pública: locuelas primarias, Nor­
de las Universidades y trajo una larga serie males, Institutos de segunda enseñanza,
de reformas y creaciones que comenzaron Facultades universilarias, Escuelas especia­
con la de la enseñanza primaria, á que se les (Ingenieros, Veterinaria, etc.), cargando
refiere un decreto de Agosto de 1834. inspi­ al presupuesto del Estado la enseñanza su­
rado, probablemente, por el pedagogo Don perior, al de las provincias la secundaria y
Pablo Montesino, y cuya consecuencia más al Municipio la primaria.
notable fué la inauguración de la Escuela 11. Deficiencias d é la instrucción.— Des­
Normal Central de maestros. Al verificarse de 1859 á 1900, las reformas en instrucción
la supresión de las Ordenes regulares por de­ pública han sido numerosísimas, pero la
creto de 1835, se exceptuaron las dedicadas mayoría de ellas han claudicado por falta de
á la enseñanza. En 1838, se fundó en Madrid base. El interés por la educación popular y
una «Sociedad para propagar y mejorar la por la cultura científica ha sido, en las clases
educación del pueblo», cuyo objeto princi­ directoras (salvo muy escasas excepciones),
pal fue crear las escuelas de párvulos, en que más aparente que real. Lo prueban así elo­
ya había pensado Montesino. Fin 1843, se cuentemente las cifras de los presupuestos
reformaron tos estudios médicos, creando del Estado, en que la instrucción pública
una Facultad especial con la Cirugía, la Me­ aparece casi siempre dotada con sumas infe­
dicina y la Farmacia, merced á la influencia riores á los rendimientos que produce al
del célebre escritor y profesor Mata, que re­ Tesoro y, desde luego, insuficientes para
gentó la primera cátedra de Medicina legal. una buena organización. Lo prueba también
En 1845, Ia iniciativa del primer Marqués de el menosprecio de los Municipios hacia sus
Pidal y del escritor Gil de Zarate echó las deberes de este orden, cuyo efecto ha sido la
bases de la moderna organización general enorme y vergonzosa deuda á los maestros
de la enseñanza, incorporando las Universi­ primarios, que más de una vez han tenido
dades al Flstado, suprimiendo la autonomía que pedir limosna para subvenir á sus nece­
de que antes gozaban, el traje escolar y la sidades más apremiantes. Semejante situa­
Facultad de Teología, y creando la de Filo­ ción del magisterio y la falta de escuelas
sofía (con inclusión de las Ciencias) y los bastantes para la población escolar efectiva,
Institutos de segunda enseñanza. En 1846 se ha hecho que subsista todavía una enorme
fundó el Observatorio astronómico; en 1S47 proporción de analfabetos, mayor que la de
la Academia de Ciencias y en 1856 la Es­ casi todas las naciones europeas.
cuela de Diplomática. Sobre la base de las Resultados de este atraso enorme de la
colecciones de libros de los suprimidos con­ instrucción primaria son estos dos hechos:
ventos, se formaron Bibliotecas públicas 1. °, falta de base en los demás grados de en­
provinciales, á la vez que se aumentaban y señanza, no sólo por la influencia deprimen­
reglamentaban los archivos de documentos te del medio general inculto, sino también
históricos. Por último, en 1857, el Ministro por las deficiencias de las escuelas mal dota­
D. Claudio Moyano recogió los precedentes das y con maestros cuya situación econó­
de 1845 >' otros posteriores y las aspiracio­ mica y escasa preparación científica no les
nes dominantes en el grupo escaso de las permiten cumplir plenamente sus funciones-
personas que por entonces estudiaban los 2, °j una desproporción considerable entre la
problemas cíe la enseñanza, y dio la ley ge­ ignorancia de la inmensa mayoría de los es­
neral de Instrucción pública, que todavía se pañoles y la cultura de una minoría escasí­
considera vigente, no obstante las reformas sima que, por condiciones personales favo­
que casi todos sus artículos han sufrido, rables, contacto con el extranjero, etc,, con­
como era lógico, dado el trascurso del sigue desarrollarse según el tipo moderno y
tiempo y el inevitable cambio de necesida­ da la apariencia de una incorporación efec­
des y de orientación. Merced á esta ley y á tiva á la civilización contemporánea.
sus Reglamentos de 1859, se uniformó y re­ La tendencia general política de las refor-
¿Utamira«— la espan a del siglo xix

nías hechas desde 1859 consiste, de una serie de grandes descubrimientos y noveda­
parte, en llevar al Estado todas las atencio- des que ilustran la historia de las ciencias
nes de la instrucción publica, y de otra, en en el siglo xix, la colaboración de los espa­
proclamar y sostener el principio de la «li­ ñoles haya sido muy escasa, relativamente á
bertad de enseñanza», tanto en lo que res­ la de los sabios de otros países. Merecen
pecta á la creación de Escuelas, Colegios, citarse, ya en este orden, ya en el dé la difu­
Universidades, etc., como á la facultad, en sión y aplicación de la ciencia y en la prác­
el alumno, de escoger los maestros que quie­ tica de la enseñanza, los trabajos matemáti­
ra, y el derecho en éstos á la más absoluta cos de Rodríguez González (1770-1824) y
independencia doctrinal. La enseñanza ha Chaix (1), procedentes del siglo xvm ; de
continuado, no obstante, atribuyéndose al D, Lucio del Valle, Lista, Vallejo, Zorra-
Estado, de quien emana exclusivamente la qufn, Pérez del Rivero, Alemany, Sánchez
coucesión de los títulos académicos, previos Cerquero, Eulogio Jiménez, Coello y otros
los exámenes y demás pruebas, que se prac­ publicistas, Ingenieros y profesores, y del
tican en los establecimientos oficiales. general Ibáñez, cuya autoridad en cuestiones
12. Direcciones de la cultura científica.— geodésicas fué reconocida en toda Europa;
Refiriéndonos ahora particularmente á la las investigaciones químicas de Elhuyar
minoría intelectual de que queda hecha (1757-1833), descubridor de cuerpos nue­
mención (§ 11), veamos cuáles han sido vos, Torres Muñoz Luna, Rioz, Bonet,
durante el siglo x ix sus direcciones ó 111, Sáenz Diez, Camps y Calderón (Laureano);
fluencias dominantes. los descubrimientos, catalogaciones y estu­
La restauración de los estudios llamados, dios de los naturalistas La Gasea (j- en 1839),
por autonomasia, científicos (ciencias mate­ Rodríguez, Donato García, Rojas Clemente
máticas, naturales, etc,), iniciada por los Mi­ ( t en 1827), Cavanilles, Fontán, Boutelou,
nistros de Fernando VI y Carlos 111, y que Laguna, Puga, Casiano del Prado (fundador
se paralizó totalmente á comienzos del siglo, de la geología y la prehistoria ibéricas),
es la que más ha tardado en reanudarse, y Loscos, Pérez Arcas (creador de la «Socie­
de manera muy débil, si se compara con dad Española de Historia Natural»), Col-
otros estudios. Por las condiciones y pre­ meiro, Jiménez de la Espada (á quien se debe
ocupaciones especiales de la vida nacional el conocimiento de muchas especies nuevas
en estos últimos cien años, el espíritu de americanas), Botella, Quiroga, Vilanova,
ios españoles y la atención de los Gobier­ Macphersson, etc,, algunos de los primeros,
nos han mirado preferentemente á otros ór­ procedentes del siglo xvm; la pericia prácti­
denes de cultura (el derecho, la filosofía, la ca y el entusiasmo científico de médicos y
historia, etc.), descuidando aquéllos en gran cirujanos como Seoane, Castelló, Argumosa,
parte. Por esto—y aunque ya desde 1834, Marqués de San Gregorio, Sánchez Toca,
según vimos, se trató de producir en la en­ Isern, Asuero,Monláu, Méndez Alvaro, Mata,
señanza el renacimiento de los estudios cien­ Velasco, Nieto y Serrano, Federico Rubio, y,
tíficos—este género de cultura ha tenido es­ en fin, las novedades é iniciativasdelquímico
caso desarrollo en el seno de una minoría Oí fila (1787-1853), fundador de la Oxicolo-
muy reducida; y, por más que en él han des. gía, el cual, si bien hizo todos sus trabajos en
collado algunas individualidades, fruto de Francia y allí se naturalizó, era mallorquín,
condiciones personalísimas, del autodidac- estudió en Valencia y Barcelona y, con una
tisino ó de influencias extranjeras, ni se ha pensión de la Junta de Comercio de esta úl­
formado una escuela propiamente española, tima ciudad, pasó á París, donde se com­
ni la afición á las investigaciones de este pletó su educación científica y se desarrolla­
género interesan todo lo que fuera necesario, ron sus excelentes aptitudes.
ni los Gobiernos les prestan el apoyo que ( Concluirá.)
requieren para desarrollarse conveniente­
mente. (1) En esta enumeración y las de los párrafos
De aquí se deriva el hecho de que, en la siguientes no se citan mas que los fallecidos*
312 AMumira. — la España d el siglo xix

tuvo por representante á Donoso Cortés,


más literato que filósofo y, desde luego, muy
inferior á Balmes.
Algunos años después de la muerte de
éste, empezó á iníluir en España un nuevo
sentido filosófico, enteramente desligado de
todo dogmatismo, de todo carácter confesio­
nal, é inspirado en los modernas escuelas
alemanas, principalmente la de Krause. Ini­
ciador de este sentido fué el pensador espa­
ñol D. Julián Sanz del Río (1817 á 1869),
quien, después de un viaje científico al ex­
tranjero (comisionado por el Ministro pro­
gresista Gómez déla Serna, para estudiar los
sistemas filosóficos alemanes), regentó du­
rante muchos años una cátedra en la Univer­
sidad de Madrid. A ella acudió bien pronto
la juventud intelectual liberal, de cuyo seno
habían de salir más tarde muchas de las
grandes figuras de la Revolución de 1868.
LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX (0 Esta segunda dirección, aunque ya prelu­
i

por L . R afa el Altam lra% diada y representada desde los últimos años
de Fernando V il por algún Ministro, y, más
Catedrático de Historia del Derecho en la Univer­
sidad de Oviedo.
tarde, por Mendizábal, M011, Bravo Murillo
y otros, adquirió singular viveza en los tiem­
( Conclusión*) pos próximos y preparatorios de la Revolu­
13. Los estudios filosóficos y jurídicos.— ción de 1868,con la fundación de la Sociedad
Como hemos dicho, fueron éstos de los más libre de Economía política, en que se agru­
cultivados durante el siglo xix. paron todos los liberales individualistas de­
Habíase roto, en los de filosofía, la tradi­ cididos, y de su hijuela, la Asociación para
ción de la antigua escuela española, por la la reforma de los aranceles,en que bien tem-
decadencia enorme del escolasticismo du­ prano( 1859) figuraron hombres como Alcalá
rante el siglo xviii (bien acusada por Feijóo) Galiano, Canalejas (L). Francisco de P.), Car-
y por difusión de ideas nuevas de los enciclo­ bailo, Rodríguez (1). Gabriel), Bona, Pastor,
pedistas franceses,que no dieron aquí ningún Sanromá, Castelar y otros que aún viven,
fruto propiamente científico. promoviendo la lucha empeñada entre libre­
A mediados del siglo, el sacerdote catalán cambistas y proteccionistas, que continuó du­
D. Jaime Balmes (18 10 1S 4 7 ) intentójrestau- rante todo el período revolucionario, aunque
rar la filosofía católica, reanimando, con con ventaja para los primeros; pues los par­
elementos nuevos, sus formas tradicionales, tidos liberales se afiliaron, casi en masa, á
y con sus libros Filosofía elemental y funda­ la doctrina librecambista, aplicada en la le­
mental, E l Criterio y E l Protestantismo com­ gislación particularmente durante la Revo­
parado con el Catolicismo, produjo un movi­ lución, merced á la gestión ministerial de
miento de atención hacia estas cuestiones; Figuerola y de Pedregal. La escuela protec­
que ninguno de sus continuadores directos cionista—que ya antes de 1868 había tenido
supo mantener. por mantenedores á Morquecho, Menéndez
Una tendencia distinta, que, por exagera­ de Luarca. Giiell y Renté y otros—logró
ción del sentido religioso, llegó casi á caer preponderar después de la restauración bor­
en la heterodoxia, la llamada tradición alista, bónica, merced, sobre todo, á la influencia
de Cánovas del Castillo y de los economis­
(1) Véase el minierò anterior del B oletín. tas catalanes y vizcaínos.
Altamfra.—la españa del siglo xix 3 i3

La influencia de Sanz del Río no estribó de análoga tendencia, ha llegado á tener


en la doctrina misma de Krause. Su propó­ ciertos caracteres originales (Marangcs, Pé­
sito no fué enseñar un sistema determinado, rez Pujol, Romero Girón, Concepción Are­
sino ejercitar el pensamiento en la libre in­ nal, Luis Silvela, etc.). La huella de esta co­
vestigación, encauzándolo en la más severa rriente nótase aun en los jurisconsultos que
disciplina lógica, cuyo único fin era la ave­ se muestran hostiles, ó en los que, sin esto,
riguación de la verdad. En este sentido, la mantienen cierta independencia de doctiina,
enseñanza de aquel maestro ejerció conside­ entre los cuales han figurado últimamente
rable influencia en las generaciones de la se- M. Silvela, Alonso Martínez, Comas y
gunda mitad del siglo xix, y sin ella no se otros.
pueden explicar muchos de los fenómenos La creación, por D. Fernando de Castro,
de la historia científica española de ese de la Asociación para la enseñanza de la mu­
tiempo. Despertó en muchas gentes (aparta­ je r (1S69), continuada luego por Ruiz de
das, por su sentido liberal, de tales estudios, Quevedo (D. Manuel) y otros, y, en 1876, el
á la manera como se cultivaban entonces en nacimiento de la Institución Ubre de ense­
España) la afición á las investigaciones filo* ñanza, cuyo núcleo estuvo formado sobre
sóñeas, provocando, aun en sus contradicto­ todo (como la citada Asociación) por discí­
res, y por natural reacción, un renacimiento pulos de Sanz del Río, dieron motivo á que
de aquella ciencia; y, en general, orientó á la se condensase otra de las direcciones funda­
juventud estudiosa hacia la cultura alemana mentalmente implícitas en las lecciones de
y de otros países europeos, provocando el aquél: á saber, la pedagógica, es decir, el
conocimiento de muchos autores y libros estudio de las cuestiones que se refiereu á la
que fueron la base de la educación de varias organización, sentido y procedimientos de
generaciones. la enseñanza y educación. Durante mucho
El krausistno—como se llamó á esta ten­ tiempo, á partir de aquellas fechas, los gru­
dencia—no se perpetuó en forma de escuela pos de la Asociación y de la Institución libre
filosófica. La dirección metafísica de su im (particularmente el segundo) han represen­
fluencia, representada algún tiempo por va­ tado el cultivo especial de esta rama de la
rios profesores (Tapia, Quevedo, Canalejas, ciencia antropológica que, merced á su pro­
Ares, Castro, Sama, etc.), se fué desvane­ paganda, ha ido ganando poco á poco la
ciendo, de una parte, al contacto del positi­ adhesión y el interés de pensadores y políti­
vismo, que penetró en España algunos años cos de otras procedencias.
después, y de otra, por el superior atractivo Aparte el movimiento krausista, se han
que, al parecer, tienen sobre el espíritu espa­ producido en España otras influencias me­
ñol las cuestiones filosóficas particulares, y, nos importantes, como la de la filosofía he-
sobre todo, las que se refieren á la vida prác­ gueliana, en la metáfisicay en la ciencia po­
tica. Así, los dos órdenes en que vino á con­ lítica; la de la doctrina benthamista en el
densarse la influencia krausista, fueron el derecho; la de la filosofía llamada escocesa
jurídico y el pedagógico. En el primero, de en sus dos direcciones, francesa y pura; la
larga y gloriosa tradición española, habíanse del neocartesianismo y las teorías de Cou-
ya señalado antes cultivadores notables, sin, etc., en las cuales se distinguieron pro­
como Pacheco, Pérez Hernández, Arrazola, fesores y publicistas como Contero, Alvarez
Cortina, García Goyena, Alcalá Galiano, de los Corrales, Huidobro, Fabié, R i vero,
Donoso Cortés, etc. La traducción del Dere­ Moreno Nieto, Castelar, Alvarez Guerra,
cho natural de íVhrens (1841), por Navarro Lloré ns, Martí Eixalá, 1\ Azcárate, Martín
Zamorano, y las lecciones de Sanz del Río. Mateos, García Luna, Arnau, Vidart y otros.
encauzaron decididamente los estudios ju­ Consideración especial merecen la influencia
rídicos en el sentido krausista, más ó menos del positivismo francés é italiano y de la
modificado, y promovieron la formación de escuela histórica deSavigny, que al cabo han
una escuela que, después de sufrir la in­ venido á combinarse y ser asimilados en no
fluencia de Ahrens, Róder y otros autores poco por la primitiva dirección krausista.
4 Altamirn. — la españa del siglo xix

En la filosofía católica, se ha producido entrar en ella ideas de sentido más social y


también, en los últimos años, una restaura­ orgánico; y á lo mismo contribuyeron otras
ción importante del escolasticismo, muchos influencias de escritores y revolucionarios
de cuyos cultivadores todavía viven; seña­ franceses y alemanes, que en las Cortes
lándose, entre los ya muertos, el P. Ceferino Constituyentes de 1869 tuvieron expresión
González, Arzobispo que fue de Toledo. por conducto de algunos diputados radi­
14. La Economía.—El carácter predo­cales.
minante político de la vida española durante Los últimos años del siglo se caracterizan
casi todo el siglo xix, así como de un lado por un avance muy acentuado de la orien­
llevó, como hemos visto, la atención de los tación socialista, no sólo en las masas obre­
estudiosos hacia el derecho y la ciencia po­ ras, mas también entre los intelectuales, y
lítica (materias íntimamente relacionadas por la mayor atención que prestan los hom­
con la preocupación general), mantuvo tam­ bres de Estado á los problemas financieros,
bién la antigua tradición economista, que reaccionando contra el sentido de las luchas
durante la decadencia había degenerado en anteriores, puramente políticas, y obede­
el arbitrismo y que en el siglo xvm había ciendo á la necesidad de reorganizar la Ha­
despertado con grandes bríos, á impulsos cienda y levantar el crédito público.
de las reformas ministeriales y de la acción 15. La Historia y los géneros literarios.—
de las Sociedades Económicas de amigos del Fuera ya de las ciencias sociales y políticas,
País. En el siglo xix, la orientación de tales examinadas en los párrafos anteriores, el
estudios obedece á dos corrientes principa­ progreso mayor de los estudios durante el
les: es una la de la ciencia misma, influida siglo corresponde á la Historia, respon­
en mucho por los grandes movimientos so­ diendo con ello España, no sólo á los ade­
ciales que se iban produciendo en el extran­ lantos de las demás naciones, sino también
jero y preparando la formación en España á la tradición nacional, muy acentuada en
del partido socialista; y otra, la del pro­ este orden. Realmente, el impulso estaba ya
blema financiero, que la reconstitución de dado desde el siglo xvm, en el doble sen­
la Hacienda pública y el choque de las ideas tido de la investigación crítica y de la com
liberales con las del antiguo régimen, plan­ posición de riguroso carácter científico. El
teaban con urgencia. primero continuó produciéndose, singular­
Fuera de esta oposición de doctrinas mente en el orden de la historia literaria y
arancelarias, la dirección dominante en to­ jurídico-social, con hombres tan eminentes
dos los cultivadores de la Economía fué la como Martínez Marina (1754-1833), Llóren­
individualista, más ó menos pura. A ella te, Gallardo, Lista, Clemencín, Sempere,
pertenecen, además de los citados, La Sagra Pidal, Bofarull, Quadrado, Ferrer del Río,
(colaborador luego de Proudhon),Colmeiro González, Yanguas, Gayangos, Milá, Ari-
(historiador de la Economía política espa­ báu, A. de los Ríos, Caballero, Godoy, Gon­
ñola), Valle San toro, Espinosa, Paso, Pastor, j zalo Morón, Torres Amat, Tapia, Duran y
Oliván, Madrazo, Aller, Beraza, Carreras y 1 otros, á la vez que, despertadas las aficiones
González, y otros. De ella procedió Flórez arqueológicas, se renovaba el estudio y la
Estrada (nacido en 1766), economista de estimación de los monumentos antiguos y
fama europea, que luego sostuvo teorías co­ de la vida de tiempos pasados, por obraprin-
lectivistas, siendo el iniciador, en este siglo, cipalmentedePiferrer, Parcerisa, Quadrado,
de la reacción socialista. Sin llegar á tanto, Pi, Madrazo, Caveda, Assas y otros escrito­
propagó más tarde algunas ideas en este res y artistas. Acentuóse muy particularmen­
sentido, y particularmente en la dirección te el cultivo de los estudios históricos des-
proudoníana, Pi y Ma^gall, quien las man­ puésde la revolución de 1868, cou la publi­
tuvo durante toda su vida política, aliadas cación de documentos inéditos y revistas
con otras de marcado individualismo. El especialmente históricas, organización de
krausismo, por su parte, ayudó á modificar bibliotecas, archivosy museos arqueológicos
la antigua ortodoxia economista, haciendo y reforma de las enseñanzas universitarias.
Altamira.—la españa b e l siglo xix 3*5

A este período—en que se señalan con cla­ por la influencia de nuevas corrientes euro­
ridad las influencias de los métodos alema­ peas, se produce un tercer período, de ma­
nes y franceses modernos—pertenecen Mu­ yor equilibrio, en que, sin dejar de haber
ñoz y Romero, Jiménez de la Espada, Fer- reminiscencias románticas, van ganando
nándezGuerra, Riaño, FérezPujol, Cánovas, terreno el tradicional realismo, de una parte,
Coróléu, V. La Fuente, Rada, Valmar y otros y de otra, el corte clásico ó el fondo ideal
muchos. de la poesía. Preludiaron ya esta Dirección
Pero á la vez, y paralelamente, se desarro­ poetas como Cabanyes (1S08-1833), nove­
lló el concepto literario de la composición listas como Fernán Caballero (1796-1877) y
histórica, haciéndolo predominar sobre el narradores como Mesonero Romanos (1803
cientíñco; y de aquí multitud de obras que, a 1882) y Estébanez Calderón (1799-1867);
ó son pura retórica, sin respeto ninguno á pero su entronizamiento es, naturalmente,
Ja exactitud de los hechos, ó dan preferencia mucho más moderno,y comprende nombres
á las cualidades de aquel orden sobre las de enteramente contemporáneos: Avala, Ta-
la rigurosa investigación crítica, ó respon­ mayo, Felíu y Codina en el teatro; Quero!,
den á una idea preconcebida, política, reli­ Campoamor y otros en la poesía; Alarcón,
giosa ó de otro género. Entre las mejores Alas, Ganivet, etc., en la novela. La filiación
historias de este tipo, deben citarse las de doctrinal y artística de estos escritores ha
Toreno, Quintaua, Tapia, M. Lafuente, Cas- sido muy varia, y puede decirse que, aparte
telar y otros. Semejante modo de escribir la su propia originalidad, han representado las
historia tiende á desaparecer, predominando diferentes influencias que se dividen el arte
nuevamente la investigación monográfica y moderno, desde las clásicas (particularmente
la publicación de materiales. del clasicismo español) hasta el realismo
En los demás géneros literarios, la obra inglés, el naturalismo de Zola y sus conti­
del siglo xix ha sido brillante. Nótanse en nuadores, el sentido social y ético de los
ella dos periodos: uno, en que se acentúa la literatos rusos, escandinavos y alemanes, el
influencia neoclásica francesa, cuyos más teatro francés moderno, etc. De todas estas
grandes cultivadores en la poesía son Quin­ corrientes, las que más han impreso huella
tana (uno de los poetas más inspirados del en el período á que nos referimos, son el
siglo) y Gallego; y otros, en que vence el naturalismo, el gusto teatral francés y los
romanticismo francés, preparado ya ante­ modelos rusos y escandinavos. La mayoría
riormente por influencias de algunos román­ de los literatos que pudieran añadirse á los
ticos ingleses (Byron, Scott) y alemanes, y que acabamos de citar, como representantes
robustecido con la reivindicación del anti­ y continuadores de las diversas corrientes
guo teatro castellano, que no dejó nunca de del arte literario, viven aún y no debemos
tener partidarios. Siguen esta corriente Mar­ nombrarlos aquí.
tínez de la Rosa, el duque de Rivas, Lista, En el siglo xix, se ha producido también
Espronceda, Zorrilla (el representante más la restauración de las literaturas regionales
característico de la poesía romántica), Tas- de lengua no castellana, empezando por el
sara, García Gutiérrez, Hartzenbusch,Bretón catalán, cuyo órgano característico han sido
de los Herreros, Gertrudis G. de Avellaneda los Juegos Florales (Jochs Floráis'. 1S59).
Bécquer, Larra (Fígaro), Enrique Gil, Fer­ Este renacimiento ha contado durante el
nández y GonzálezjE.F. Sanz, etc., habiendo siglo con representantes de gran valía, cu­
sido el teatro (Don Alvaro, Los Amantes de yos nombres principalmente son; Rubió y
Teruel, E l Trovador, Don Ju a n 'Tenorio, Mar­ Ors, Aguiló, Soler {Pitarra), Balaguer, Ari-
cela, D. Francisco de Qucvedo, etc.) y la poe­ bau, Masferrer, Briz, Blanch, Bofarull, Milá,
sía lírica sus nnis altas manifestaciones. Maspóns, Ixart y, especialmente, Verdaguer
Pasada la efervescencia radical del roman­ (el más grande poeta épico español del si­
ticismo, y rehecho el gusto de los escritores glo xtx, notable también como lírico), en el
por un contacto más íntimo con nuestros catalán y mallorquín; Baldo vi, Escalante,
autores clásicos y con los de otros países y Llombart é Iranzo, en el valenciano; Pintos,
3ir> Altamira* — la bspaña del siglo xix

Anón, Camino, Rosalía Castro, Pon Jal, P é­ El periódico representa hoy en España el
rez Ballesteros, Fernández Morales, Lamas principal órgano de cultura literaria popu­
Carvajal, Losada, Barcia, Saco, Posada, en lar, por el carácter enciclopédico, no pura­
la gallega. La más importante de todas estas mente político, que suele dársele, por su
manifestaciones es la catalana. baratura y por la forma elemental y vulga­
1 6. E l Periodismo y el Ateneo. — Dos rizados de sus escritos, que se amolda bien
factores importantes en la vida intelectual á la falta de preparación en que se encuentra
española del siglo xix han sido el Periodis­ la masa de lectores. El mismo fin cumplen
mo y el Ateneo de Madrid. las revistas ilustradas económicas, cuyo nú­
El crecimiento del periodismo—sobre la mero ha crecido en los últimos años y que
base de los ejemplos clel siglo xvm, aunque suelen atender más á la ilustración misma
éstos eran principalmente literarios—corres­ que al texto. Pero esto mismo ha cedido en
ponde á los periodistas liberales de t 8 i t , detrimento del libro y de la sólida forma­
1820 y después de 1S33. En los dos prime­ ción de los conocimientos.
ros, adquirió especial desarrollo la prensa Tanto como la prensa, y en una esfera
política y polémica, en la que se distinguie­ más independiente y elevada, ha contribuido
ron Gallardo, Villamieva, Sánchez Barbero, á la difusión de la cultura el Ateneo de Ma­
el P. La Canal, Quintana, Gallego, Lagasca, drid, fundado en 1820, institución singula­
Antillón, Alvarez Guerra, Mejía, Morales, rísima en nuestra historia intelectual y sin
Stala, Miñana, García Suelto, San Miguel, cuya intervención no cabría explicarse mu­
Pida] y otros. Después de 1833, y particu­ chos hechos de ella. La función principal
larmente después de la paz de Yergara, no del Ateneo ha consistido en representar,
sólo aumenta el número de los periódicos aun en los tiempos de reacción (excepto en
políticos, sino que se inician los literarios y el período de 1825 á 1835, en que estuvo
las revistas enciclopédicas ilustradas, suma­ cerrado) y de más viva lucha política, un
mente interesantes para estudiar la marcha centro de absoluta tolerancia, en que eran
de la cultura española y cuyos tipos princi­ por igual admitidos los hombres de todas
pales fueron el Museo délas fam ilias (1839). las ideas y completamente libre la emisión
No me olvides, E l Artista y ¿as Novedades, de éstas. Las conferencias y discusiones del
primer diario de cultura, fundado por Fer­ Ateneo fueron, en muchos casos, el camino
nández de los Ríos. Los periodistas más por donde se hicieron públicas y se difun­
notables de este período (hasta 1868), son: dieron doctrinas que en otros sitios hubie­
Larra (Fígaro), Bretón, Alcalá Galiano, ran sido reprimidas. En su tribuna brillaron
Bergnes de las Casas, García de Villalta, casi todos los grandes oradores del siglo:
Estébanez Calderón, Espronceda, Núñez Pacheco, Pidal (D. Pedro José), Alcalá Ga­
Arenas, Raimes, La Hoz, Fermín Caballero, liano, Donoso, Ríos Rosas, Castelar, Mo­
Reinoso, Oliván, Pacheco, Pérez Hernández, reno Nieto, Re villa, Cánovas, Martos, Pi,
Borrego, González Bravo, Donoso Cortés, etcétera.
Ranees, Lafuente (Fray Gerundio)f Pedrosa, 17. Las Bellas Artes.—El neoclasicis­
Ayala,Selgas,Nocedal, Carlos Rubioy otros. mo del siglo xvm siguió imperando en ar­
La revolución de iS68 marca un nuevo em­ quitectura á comienzos del xix; pero bien
puje y difunde por toda la Península el pe­ pronto se produjo contra él una reacción,
riodismo, tendiendo ¿convertir el diario en paralela á la del romanticismo en literatura,
órgano de propaganda política y de cultura, cuya nota característica consiste en la imi­
juntamente, y multiplicando los periódicos tación de los estilos medioevales y del primer
de carácter literario y científico. Periodistas Renacimiento y en el afán por conservar y
notables en este último período han sidoLo- restaurar los edificios de aquellas épocas.
renzana, Rivcro, Castelar, Calvo Asensio, Ejemplos de esta nueva corriente son las
Chao, Robert, Mané, Santa Ana, Pi, Tuero, iglesias de San Jerónimo, pseudogótíca,
Escobar, E. Gasset, Rodríguez Correa, Al- sobre la base de la antigua, verdaderamente
bareda, Miquel y Badía, etc. gótica, del siglo xv), del Buen Suceso y las
Altamlra.— la españa del siglo xix 3*7

Calatravas en Madrid; el Palacio de Museos Carlos Haes, cuyo realismo tuvo una im­
y Bibliotecas, algunas casas particulares portancia grande en la historia ulterior de
como la pseudoárabe de Xifré (Madrid), nuestra pintura de paisaje. Posteriormente,
otras de tipo medioeval en Barcelona, mu­ aparecen otros pintores, inspirados todos
chas construcciones de carácter mudejar y en el sentido romántico, como Gisbert, Ca­
las restauraciones de San Juan de los Reyes, sado, Manzano, Llanos, Fierros, Palmaroli,
catedrales de Sevilla, Barcelona, y, muy es­ Mercadé, Sans, Alvarez y, sobre todo, R o­
pecialmente, de León. Los arquitectos más sales, cuyo Testamento de Isabel la Cató-
notables que representan este sentido, son tica (1864) es el mejor cuadro romántico de
Alvarez, Colomer, Gándara, Lnríquez, Men­ la época. Descendientes de esta escuela, con
di vil, Coelloy, sobre todo, Madrazo (D. Juan), novedades hijas de la variedad de los tiem­
alma de las obras de la catedral leonesa. En pos, son Piasencia, Casanova y otros que
los últimos años del siglo, la arquitectura^ aún viven, Fortuny (1838-1874) ofrece ca­
aunque sigue en general copiando, combi­ racteres especiales, hijos de condiciones
nando é inspirándose en todos los estilos propias, fructificadas en sus viajes, y de in­
anteriores, sin crear un tipo original, tiende fluencias francesas, especialmente la deMeis-
á trasformarse por el uso predominante de sonnier, caracterizándose por la riqueza de
materiales nuevos, como el hierro, que obli. color y la fuerza de luz. El realismo, que en
gan á buscars forma propias. Tipos de estas cierto sentido vino á reaccionar contra el
construcciones son, v. gr., la estación del fe. romanticismo y á modificarlo, imponiendo
rrocarriidel Mediodía (Madrid), el llamado la indiferencia del asunto y aspirando, sobre
Palacio de Cristal del Retiro, el Mercado de todo, á expresar sinceramente el natural, así
la plaza de la Cebada, etc. como, más tarde, las nuevas corrientes del
La pintura lia pasado, también, por dife­ impresionismo, puntillismo, simbolismo, et­
rentes influencias, que marcan periodos dis­ cétera, han producido, á fines del siglo, gran
tintos, todos ellos de más importancia que variedad de estilos, individualizándolos y
los de la arquitectura. Goya siguió pintando dando origen á notables obras de arte.
en los primeros años del siglo, asi como La escultura ha tenido menos importan­
López, que no murió hasta 1850. La reac­ cia, hasta el último tercio del siglo, en que
ción neoclásica vino por influjo del pintor autores que todavía trabajan, han traído un
francés David, representado en España por renacimiento de este arte. Entre los falleci­
Aparicio, Ribera (D. Juan) y Madrazo (Don dos, se encuentran Piquer, Ponoiano, San
José), principalmente estos dos últimos, pro­ Martín, los Bellver, Pérez, Medina, Susilio-
fesores de la Academia de San Fernando á Grajera, Oms.
mediados del siglo. Madrazo fue también La música vivió, en los primeros años,
organizador del Museo del Prado (que se supeditada á la ópera italiana, que hizo fu­
abrió en 1819) y creador de las pensiones ror en los teatros de Madrid, Barcelona y
de Roma, que produjeron un renacimiento otras poblaciones. A ella se unió el nombre
del arte. Al mismo tiempo se significaron de Carnicer, compositor catalán, algunas de
como imitadores de Murillo, Ksquivel, Bec- cuyas obras alternaron con las de Rossini
quer (padre), Gutiérrez de la Vega y Tejeo. (sinfonía y serenata de E l Barbero de Sevilla).
El romanticismo, traído por influencias ale­ Notables fueron también Gómis (que murió
manas (Uwerbeck) y francesas (Proudhon, en 1836), Saldoni, el guitarrista Sors, muy
Géricauit; más tarde, Delacroix, Ary Schoef- aplaudido en toda Europa, y} sobre todo, el
íer, etc.), fue iniciado aquí por Federico de vizcaíno Arriaga, fallecido prematuramente
Madrazo y Carlos Luis Ribera, desarrollán­ en 1825. La música religiosa seguía, aunque
dose y modificándose después al impulso de decadente, cultivada por algunos maestros
nuevas influencias y de un mayor progreso de capilla, entre ios que sobresalió Eslava.
en la concepción y la. técnica pictóricas. La En 2849-50, apareció el género mixto de
primera exposición oficial,celebrada en 1856, ópera y drama, llamado zarzuela, que arraigó
reveló á varios artistas nuevos, entre ellos rápidamente, siendo la expresión nacional
3 l8 X . — CARTA DE PARÍS

de Ja música. Barbierí, Guztambide, Oudrid, nacional, en combinación con influencias


Hernando, Inzenga, Salas, Olona, Arrieta y, wagnerianas y de otros maestros extran­
otros muchos, dieron impulso á este género, jeros.
con obras que todavía se cantan y algunas
de las cuales tienen verdadero mérito artísti­
co. Posteriormente, se trató de crearla ópera
española, empresa en la que han luchado
casi todos los artistas que hoy viven, á la vez
que la zarzuela degeneraba en o brillas de es­
caso empeño, que han formado en gran parte
lo que se llama el «género chico».
En el orden teatral, ha contribuido tam­
bién España al progreso de la música con
cantantes notables, como las tiples ya cita­
das, la Malibrán y la Viardot, Salas, el tenor
Gayarre y otros muchos.
Por lo que toca á la música pura, culti­
vada en reuniones particulares hasta bien
entrado el siglo, con audiciones de los clá­
sicos (Ilaydn, Beethoven, etc.), empezó á
influir en el gusto del público desde 1863,
gracias á los cuartetos del Conservatorio,
fundados por Monasterio; A los que siguie­
ron los grandes conciertos de primavera,
iniciados por Barbieri, para difundir, como
aquéllos, el conocimiento y la afición de
los grandes maestros del xvm y xix, princi­
palmente los alemanes. A lo mismo contri­
buyeron pianistas notables, como Guelben
zu, Mendizábal, Vázquez, Power y otros, y
más tarde, diferentes asociaciones creadas
en Valencia, Bilbao, Barcelona y otros pun­
tos. A esta corriente (ampliada después con
la introducción, en los conciertos madrile­
ños, de música contemporánea alemana,
escandinava, francesa, etc.), se ha unido re­
cientemente un movimiento de restauración
de la antigua música religiosa española (Ca­
bezón, Victoria, etc.), que empieza á ser
ejecutada de nuevo en las iglesias y á ser
apreciada por los artistas de to d o s los
países.
Por su parte, el cultivo popular de la mú­
sica recibió un gran impulso con la funda­
ción de los coros ú orfeones catalanes, diri­
gidos por el maestro Clavé, autor fecundí­
simo y de mérito. El ejemplo de Clavé fué
imitado luego en otras regiones, coinci­
diendo con la corriente que busca en los
cantos populares motivos para regenerar
nuestra música y dar ñrme base á la ópera

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