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TEMA 5 - EL CANTO DE LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA

Pautas para una buena elección en el repertorio de cantos:


Quinto de la serie de ocho
Por: Iván Añorve Jaimes
“Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos... a Dios Padre en nombre de
nuestro Señor Jesucristo” Efesios 5, 19 – 20

En el artículo anterior hemos iniciado nuestra reflexión de los cantos y sus


momentos dentro de la celebración, pues bien, continuemos ahora con el canto de ofertorio.

Canto de Ofertorio: Acompaña a la procesión con los dones hacia el altar. Se trata
de un canto en función del gesto procesional, propio de la asamblea. Debe evitarse que
desfigure el rito, anticipando aspectos que en la Plegaria van a ser destacados. El momento
en el que se entona es una fase dentro de un acontecimiento de participación, que hay que
respetar y experimentar. Es decir, debe evitarse, que la musicalización sea demasiado
ruidosa o que éste sea demasiado extenso. Cuado el sacerdote, diácono o acólito, según la
ocasión, haya terminado de preparar las ofrendas el canto debe suspenderse. IGMR 19

Nota: Escójase el canto de ofertorio de acuerdo al misterio que se celebra. En una


misa ordinaria se puede optar por un canto corto, por en cambio en una solemnidad o fiesta,
cuando se va a hacer procesión de las ofrendas, se va a incensar el altar y al pueblo, se
puede escoger un canto más largo o en su defecto dos y debe ser suspendido tan pronto se
termina de incensar a la asamblea.

Santo: Es una aclamación, un himno seráfico que evoca la asamblea universal y


cósmica. Es un canto que corresponde a la asamblea, reforzado por la participación del
coro.
Nota: La letra del santo debe ser de acuerdo a la propuesta por la liturgia o bien
inspirada en alguna de las plegarias, sin que éste sea demasiado largo.

Amen: Es una ratificación solemne y vigorosa de la oración del celebrante: es una


de las aclamaciones más frecuentes dentro del rico repertorio que contiene la liturgia
romana. En la instrucción “Inaestimabile Donum” aprobada por S. Juan Pablo II nos dice
“El amén del canon se debe cantar siempre”.

Canto de Paz: El gesto de paz gira en torno a una idea común en miras al gesto que
a continuación compartirán: El sacramento de la Eucaristía.

Nota: No es obligatorio cantarlo, mucho menos cuando en ocasiones por cantar el


canto de paz se suprime el Cordero. Si se canta debe ser breve, de tal manera que de
suficiente tiempo para entonar el cordero de Dios.

Cordero: Se entona terminado el gesto de paz y durante la fracción del pan. Es un


canto litánico antiguo repetitivo y meditativo. Cuya forma más propia es la repetición
“Cordero de Dios ten piedad de nosotros” de parte de un solita y el “Ten piedad de
nosotros” de parte de la asamblea. Habiéndose terminado la fracción del pan, la última
respuesta de parte de la asamblea es “Danos la paz”
Nota: Es parte del rito de comunión, por lo regular es cantado, pero por alguna
circunstancia pastoral se puede también recitar.

Comunión: Hay momentos donde la música litúrgica tiene la función de favorecer


la realización de un gesto físico, este es el caso del canto de comunión en la liturgia
eucarística. “El canto inicia cuando comulga el sacerdote y se prolonga mientras comulgan
los fieles hasta el momento que parezca oportuno”. IGMR 56

Nota: Este canto debe expresar la relación personal del que comulga con Cristo, y la
relación comunitaria de todos los que comulgan juntos. En razón de ello, además de tener
un especial cuidado en la elección del canto que acompañe el rito de comunión debe
cuidarse también que la música que lo acompañe no sea demasiado ruidosa que pudiera
provocar cierta dispersión. Se sugiere que siempre vaya en sintonía a la lectura del
Evangelio del día.

¿Se debe cantar canto de salida?


Puesto que la finalidad de los cantos litúrgicos es acompañar cada uno de los
momentos de la celebración, entonces el canto de salida normalmente no tiene sentido,
puesto que no acompaña ningún momento en especial. Además con la bendición y el
“Pueden ir en paz” de parte del sacerdote se dispersa el sentido comunitario de la
asamblea.

Nota: La anotación litúrgica antes señalada en muchas regiones no es considerada.


Sin embargo atendiendo a ella, se sugiere que si se quiere entonar canto de salida no se
obligue a la asamblea a hacerlo a no ser que esta opte quedarse mientras el coro entona el
canto. Otra forma es que mientras la asamblea sale del templo se puede escuchar algún
canto instrumental o bien, el coro puede entonar un canto a la Virgen María.

En el artículo anterior les decía que en muchas ocasiones algunos de los cantorales
mayormente editados nos confunden pues colocan algunos cantos que bien pueden se
cantados dentro de convivencias juveniles o pastorales, pero no dentro del repertorio de
cantos para la celebración eucarística. Por ejemplo: Algunos cantorales colocan como
gloria un canto que más o menos dice “gloria, gloria aleluya.... cuando sientas que tu
hermano necesita de tu amor”, el canto es bonito, pero no es gloria. Algunos otros colocan
como canto de comunión “Quiero cantar una linda canción, de un hombre que me
transformó”, también de éste no deja de alabarse su belleza, pero se puede utilizar para
otros momentos y no para canto de comunión... y así podría enumerar muchos, pero basten
estos para clarificar dudas.

Dentro de la definición de cada uno de los cantos que utilizamos dentro del
repertorio o esquema, hemos identificado su razón de ser y de ahí mismo podemos
identificar cuáles son litúrgicos y cuáles no, cuáles son de determinado tiempo y cuáles de
otro. Ojalá pues, que podamos poner interés en mejorar nuestro servicio en lo que al canto
se refiere para que podamos contribuir a que la asamblea pueda vivir de una forma más
plena el Misterio de Cristo que celebramos en la Eucaristía.

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