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Mariza Canto
Copyright © 2022 Mariza Canto
Copyright © 2011 Alejandro Paul, con nombre
de fuente reservado “Mr. Dafoe”
© Diseño de cubierta Megan Herrera Salazar
Todos los derechos reservados.
ISBN: 9798840262238
DEDICATORIA
Dedicado a todas aquellas personas que toman la valentía para
hacer un cambio, que se arman de valor para no abandonar sus
sueños y continuar a pesar de todo.
A mis mejores amigos y hermanos, por estar siempre dispuestos
a apoyarme en cada historia.
CONTENIDO
COMO INICIA UNA PESADILLA.
1 El comienzo de una pesadilla
2 Un momento para detenerse
3 Entre cafés y pastel de frambuesa.
4 VERDADES
5.- Deudas.
6- ¿Somos amigos?
7 Sentimientos.
8 Mundos distintos
9 Lo dificil a veces gana
10 Melodías con sabor.
11 Verdades que duelen
12 Realidades que duelen
13 Colapsos imprevistos
14 Un gran problema
15 Ser un poco más valiente
16 Dolor y súplicas.
17 Sentimientos
18 El fin de algo excepcional
19 Un sitio para llamar hogar.
20 Mentiras que duelen
21 La verdad para ser libre
22 Caída inevitable
23 Un momento basta
24 Hablando con el corazón
25 Ser un todo.
26 Arrepentimiento
27 Confiar
28 Perder para ser valiente
29 Sin vuelta atrás
30 Desear el fin
31 Todo mal
32 Cuando te miro
33 No voy a detenerme
34 Punto débil.
35 Sin precios
36 El valor de una promesa
37 Intenciones
38 Tomar decisiones
39 Necesito la verdad
40 A la luz
41 Siempre volveré a ti
42.- Dame seguridad.
43 Fuego ardiente
44 Desastre
45 En realidad, ¿algo bueno?
46 Sentencia
47 No te vayas
48 Sobreviviendo
49 Sin miedo
50 Esto se acabó
51 La razón de todo
52 Un amor para sobrevivir
53 Comenzar de nuevo.
54 No rendirse
55 Todo acabó
56 Pasado
57 Volver a brillar
58 Decisiones del pasado en el presente
59.- Imán de problemas.
60.- Verdaderas intenciones.
61.- París.
62.- Promesas.
63.- Fin del viaje.
64.- Deudas saldadas.
65.- El perdón para sanar
EPÍLOGO.
Extra: Un amor para siempre.
Un amor instantáneo.
ACERCA DEL AUTOR
AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer en primer lugar a mis lectores, sin su apoyo este
proyecto no hubiese sido posible, gracias por cada palabra de aliento
cuando la historia apenas estaba tomando forma.
A mis amigos, por ser un apoyo fundamental para mí en todo mi
proceso de escritura, a Sonia, por ser mi confidente con cada idea y
ayudarme en cada historia desde que la idea es apenas un camino sin
dirección, hasta que se convierten en papel.
A Mariana, por ser esa vocecita que está siempre recordándome lo
capaz y maravillosa que soy, y a Juan, por ser mi apoyo incondicional en
cada proceso.
A mis padres. Por confiar en mí, por impulsar y entender mis sueños y
nunca cortarme las alas.
Y, por último, pero no menos importante, a ti personita que has decidido
apoyarme obteniendo este libro y ahora lo tienes en tus manos, espero lo
disfrutes de la misma manera en la que yo he disfrutado escribir cada letra.
Gracias a todos. Son maravillosos.
PLAYLIST
Someone You Loved —Lewis Capaldi
Before You Go —Lewis Capaldi
You Are The Reason —Calum Scott
Hold Me While You Wait —Lewis Capaldi
Only Love Can Hurt Like This —Paloma Faith
Fix You —Coldplay
Hold On —Chord Overstreed
Don´T Blame Me —Taylor Swift
Falling —Harry Styles
Impossible —James Arthur
Rewrite The Stars —James Arthur, Anne Marie
Fallin´ —Why Dont We.
Happier —Marshmello Ft. Bastille
Mercy —Shaw Mendes.
Dusk Till Dawn —Zayn Feat. Sia
COMO INICIA UNA PESADILLA.
Alexander Campbell.
1 EL COMIENZO DE UNA PESADILLA
Alexander Campbell.
O bservo mi rostro en el espejo, el aspecto cansado me devuelve
la mirada. Mi piel está pálida, la barba perfectamente recortada
pero no mejora mi aspecto. Me apoyo contra el lavamanos y echo la cabeza
hacia adelante. Tomo una inhalación, siento el aire llenar mis pulmones,
pero la sensación de bruma no se va ni un poco.
Mi cuerpo se siente cansado, efecto de las pastillas para dormir a las
cuales parece que me he vuelto adicto, pero es la única manera de conseguir
descansar, han sido tres meses de mierda, tres meses en donde he dejado de
sentirme como yo. Tres meses en donde he trabajado hasta sentir que mi
cuerpo no puede más, dando presentaciones, entrevistas, sesiones de fotos,
conciertos en vivo. Tres meses en donde las veinticuatro horas del día, hay
algo que tengo que hacer.
—Alex, date prisa —cierro los ojos cuando escucho la voz de mi
asistenta del otro lado de la puerta —tienes cinco minutos antes de salir.
—Necesito un par de minutos —pido —salgo enseguida.
Me miro una última vez antes de inclinarme hacia el lavamanos y abrir
la llave. El agua me refresca la piel del rostro, lo frío me devuelve un poco
a la vida, pero no tanto como necesito. El dolor punzante vuelve cuando me
incorporo, abro el gabinete del espejo y tomo el frasco de pastillas para
dolor.
Hago una mueca cuando saco las últimas dos, es el segundo frasco que
acabo, a este paso me convertiré en un adicto también a los analgésicos.
—Alexander, debes salir —suelto una maldición, me trago las pastillas
con un poco de agua antes de tomar la pequeña toalla y limpiarme el rostro.
Cuando abro la puerta, la mirada de las tres personas recae sobre mí.
Marian, mi madre, hace una mueca de desagrado al verme. Luzco
terriblemente mal, y ninguna persona delante de mí parece tener intención
de disimularlo.
—No puedes aparecer con ese aspecto —reprende —Dios, estamos
retrasados por tu culpa —sisea mientras llama a las estilistas.
Camino hasta la silla con mi nombre, me siento con desgano mientras
dejo que las personas encargadas de mi aspecto hagan su trabajo.
—Es increíble que pienses aparecer con un aspecto tan desagradable —
reprende mi madre —¿qué es lo que dirán?
—Tal vez que debes darle más tiempo de descanso —señala Megan
ingresando al camerino, y me siento un poco mejor inmediatamente—que,
por cierto, ya comienzan a decirlo.
Mi hermana gira la pantalla del celular hacia nuestra madre y no tengo
que voltear para saber a lo que se refiere. Los artículos hablando sobre mi
aspecto cansado y descuidado. Siempre me he caracterizado por cuidar de
mi aspecto físico, pero tengo que admitir que, en los últimos meses, no le he
dado la importancia que tal vez debería.
Y las redes no perdonan, mucho menos los periodistas.
—Señalándome como la culpable de todo —Marian me lanza una
mirada.
Ninguno vuelve a hablar hasta que los estilistas terminan su trabajo.
Cuando me entregan el espejo, las ojeras han desaparecido y luzco mucho
mejor. Lástima que solo sea maquillaje.
—Listo, puedes salir ahora —indica.
Camino con rapidez por el pasillo con luces que me conducirán hasta el
sitio en donde miles de personas esperan por mi aparición. Soy capaz de
escuchar los gritos emocionados, mi nombre siendo aclamado.
Detrás de mí, todo el equipo se concentra en colocarme los micrófonos
y los accesorios para que pueda dar la presentación. He ensayado los
últimos dos meses para esto, puedo hacerlo.
El Madison Square Garden está en su punto límite, los gritos
ensordecedores me llena mientras camino hasta la plataforma que se
encuentra justo en el medio del escenario.
—Ten —Tania, mi asistenta, me entrega la guitarra —¿estás listo,
superestrella?
Muevo la cabeza en un asentimiento, cruzo la correa de la guitarra por
mis hombros y me preparo. Tania se aparta, hace un par de movimientos
con las manos y sé que es hora. La plataforma vibra conforme comienza a
subir, alguien habla a través del intercomunicador indicándome los
segundos.
Cinco, cuatro, tres, dos…uno.
Un par de explosiones se producen cuando aparezco, las luces me
ciegan y entrecierro los ojos tratando de ver a la inmensa multitud que grita
mi nombre.
—¡Buenas noches, Manhattan! —mi voz sale vibrante por los altavoces,
los gritos aumentan de intensidad mientras avanzo hacia el borde del
escenario.
Mis ojos recorren la estancia, los carteles diciendo lo mucho que me
aman, posters de mi imagen siendo alzados y los gritos pronunciando mi
nombre.
Debería sentirme orgulloso, debería sentirme satisfecho de haber
llenado el maldito Madison Square, de tener a más de veinte mil personas
gritando mi nombre, pero no lo hago, no me siento orgulloso en lo absoluto.
Mis dedos se mueven por las cuerdas de la guitarra, dejando escuchar
los acordes de la música que me sé perfectamente de memoria. Los chicos
de la banda sonora comienzan a tocar y entonces, me preparo para dar la
mejor actuación de mi vida.
He tenido este sueño.
Un sueño que parece real.
¿A caso lo es?
No lo sé, una promesa rota, un sueño profundo.
Estoy atrapado, atrapado en medio de un sueño,
del que no puedo despertar.
Elevo la vista al cielo,
pero no encuentro nada más que oscuridad.
Elevo la vista con la esperanza,
muriendo en un último latido.
Por favor, ven y libérame.
Es un grito agonizante, un grito que se pierde en la multitud.
Oh, mi musa, ven y libérame.
Como un último favor,
Como un maldito acto de piedad.
¡Oh, ven! ¡Ven, ven, ven!
Aún espero por ti, aún espero.
con la ilusión contenida en un último aliento.
¡Oh, ven! ¡Ven, ven, ven!
¡Líbrame de mí!
Sé mi salvación, mi última esperanza.
Solo ven, oh, mi musa. Solo ven.
Aún puedo resistir, esperaré, solo ven.
¡Líbrame de mí!
Mi voz se pierde entre los gritos emocionados, la emoción contenida en
mi garganta, una canción que refleja mi realidad, miles de personas la
cantan a coro, sin saber que es una súplica a gritos, pidiendo libertad.
Acabo el concierto como de costumbre, completamente agotado y
sintiendo que no puedo seguir con esto, pero como siempre, me esfuerzo en
fingir delante de todos que absolutamente nada malo ocurre.
He dado la presentación más importante hasta ahora, con poco más de
veinte mil personas como audiencia y muchas más que, según las
estadísticas, no consiguieron entradas para la presentación.
Mi madre no ha dejado de repetir que la audiencia ha aumentado
considerablemente desde el último concierto, y juro que estoy haciendo mi
mejor esfuerzo para ser respetuoso, un buen hijo, y no pedirle que se calle.
Aunque considerándolo, ¿merece que sea un buen hijo? No, tal vez no.
—Mamá, en serio, necesito un descanso —la detengo antes de que
pueda seguir hablando —¿podría por favor volver a casa e intentar
descansar?
Mi madre estrecha la mirada hacia mí, probablemente tenía mejores
planes en mente, pero parece darse cuenta de mi aspecto realmente agotado,
ya que suspira y se guarda el celular en el bolsillo, olvidándose de las
malditas estadísticas.
—Bien, pero que no se te olvide que mañana tienes una reunión en la
disquera —me recuerda —es importante que estés ahí.
—Lo sé —me acomodo la guitarra sobre el hombro —no faltaré.
Sabe bien que no me atrevería a faltar a una reunión que ella considera
“importante”, Marian sería capaz de enviar a todo el equipo de seguridad en
mi búsqueda con órdenes de llevarme a rastras, solo para tener mi
asistencia.
Sí, mi madre puede ser demasiado desconsiderada y cruel si se lo
propone.
No se molesta en decir nada más y yo tampoco añado alguna otra
respuesta, salgo por la puerta trasera, escapando de toda la prensa que
aguarda por mí y subo al auto que ya me espera estacionado sobre la
acelera.
—Buenas noches, Jeff —saludo.
—Joven Campbell —sonrío con naturalidad cuando Jeff, mi chófer y
también lo más cercano que tengo a un amigo, me saluda —un concierto
estupendo.
—Eso dicen —respondo soltando un suspiro, me acomodo sobre los
asientos de cuero sintiendo mi espalda descansar cuando me apoyo contra el
suave material.
—No solo lo dicen, hay evidencia —me da una de sus habituales
miradas cálidas y sonríe —¿lo llevo a casa?
Asiento, es el único lugar al que deseo llegar ahora. Contraté a Jeff en
un intento de tener mi propio espacio para viajar, lejos de mi madre o Ryan,
y para evitar que en cada viaje de Uber que pedía, los conductores
terminaran pidiéndome una fotografía para sus hijas cuando evidentemente
luego de un concierto lo que menos deseaba era dar fotografías.
Jeff fue como un respiro, el hombre es educado, amable y me hace
sentir en casa. Está disponible cuando lo requiero, listo para venir en mi
rescate.
Respeta mis silencios, y lo más importante, se reserva sus
cuestionamientos cuento observa una discusión con mi madre, que, por lo
general, sucede seguido.
El alivio me invade cuando reconozco la zona residencial en la que
vivo, el auto avanza las calles restantes y se detiene justo frente a la bonita
construcción de estilo moderno a la que me gusta llamar hogar.
—Gracias, Jeff —abro la puerta del auto, tomando la guitarra y
deslizándome fuera —sabes el horario de mañana, así que nos vemos en
unas horas.
—Descansa, Alex —sonrío realmente cuando se olvida de las
formalidades —y nada de pastillas.
Echo la cabeza hacia atrás, cierro la puerta y lo miro, arrugo la nariz y
coloco una mueca en los labios.
—No puedo prometer nada —objeto —buenas noches.
Le doy la espalda quitándole la oportunidad de dar una respuesta y
camino hacia la entrada. El auto se marcha apenas ingreso, un suspiro
cansado brota de mis labios cuando dejo caer con descuido la mochila
contra el piso y avanzo hasta mi habitación.
Dejo la guitarra en su lugar habitual, y me deshago de la chaqueta y los
zapatos con movimientos descuidados.
Mi cuerpo se siente agotado, a pesar que he tomado la ducha en el
camerino luego del concierto, aún tengo una sensación de malestar que no
se va, y que, por experiencia previa, sé que permanecerá conmigo por un
buen tiempo más.
Me quito los pantalones, permanezco con la cómoda playera de algodón
que Megan escogió al acabar la presentación y me escabullo en la cama. Es
cerca de media noche, debería dormir, o al menos, intentarlo. Mañana tengo
una reunión importante en donde se me informaría de la nueva agenda,
reunión que necesitará todo de mí, pero por más que lo intento, no puedo
conciliar el sueño.
Sé bien lo que tengo que hacer para conseguirlo, he intentado olvidarme
de las pastillas para dormir, pero en momentos como este, cuando me siento
tan exhausto, pero no consigo descansar, cedo a mi debilidad.
Giro sobre el colchón y extiendo la mano hasta alcanzar el cajón, mis
dedos se enroscan alrededor del frasco de medicamento, lo miro por un
corto tiempo antes de abrir la tapa y tomar una de las pequeñas pastillas.
Necesito dormir…necesito sentir un poco de descanso y sin los somníferos,
me resulta imposible.
Me trago la pastilla con un poco de agua y dejo de nuevo el frasco en su
lugar, cierro los ojos, esperando por la sensación de calma que viene. Esa
que quisiera experimentar siempre, pero que solo puedo obtener mediante
fármacos que tarde o temprano, acabarían conmigo.
2 UN MOMENTO PARA DETENERSE
Alexander Campbell.
3 ENTRE CAFÉS Y PASTEL DE FRAMBUESA.
Alexander Campbell.
5.- DEUDAS.
Alexander Campbell.
7 SENTIMIENTOS.
Alexander Campbell
9 LO DIFICIL A VECES GANA
Grace Baker.
11 VERDADES QUE DUELEN
Grace Baker.
C ada día que paso a lado de Grace, confirmo que estar con ella
se siente como una especie de respiro. Como si estuviese
contendiendo la respiración, pero estar a su lado se sintiera como tomar una
gran bocanada de aire.
Pasamos un par de horas en el arboreto nacional, simplemente hablando
de cualquier cosa, de mi música, de su trabajo, simplemente…hablando. Y
tener ese momento con ella se sintió exactamente como lo que necesitaba:
como aire fresco.
Nos vemos obligados a volver al hotel cuando la temperatura desciende,
son cerca de las dos de la mañana cuando llegamos porque decidimos dar
un recorrido nocturno en auto antes de tener que regresar. Y a pesar de que
me siento recuperado, mi cuerpo se siente agotado.
Conseguimos entrar sin ser vistos por nadie de mi equipo, lo he pasado
tan bien que realmente no deseo que Grace se marche, pero soy demasiado
cobarde como para pedirle que se quede en la habitación.
—Creo que debería dejarte descansar—expresa cuando ingresamos a la
habitación.
—No, estoy bien —aseguro sentándome al borde de la cama.
—¿De verdad? —cuestiona —son cerca de las dos de la mañana, y no
estás completamente recuperado.
—He resistido cosas peores, no te preocupes.
—Alex, no porque seas una súper estrella tienes que fingir estar bien. Es
de humanos agotarse, y más con el ritmo de vida que llevas.
Suspiro. Una de las tantas cosas que he podido darme cuenta de Grace,
es que observa cada pequeño detalle que he intentado ocultar. Y no sé cómo
sentirme al respecto, no sé cómo sentirme ante el hecho de creer que ella
comienza a descubrir todo aquello que deseo esconder.
—No quiero discutir contigo —extiendo la mano para tomar la suya —
sé que te preocupas, eres una de las pocas personas que lo hace, y lo
agradezco, de verdad. Pero ambos sabemos a dónde nos conducirá esta
conversación.
—Confío en que somos amigos y si alguna vez necesitas hablar de
alguien sobre lo que sea, estaré aquí —pronuncia.
Y a pesar de que sé que su presencia es solamente para escribir sobre mi
vida, se siente bien tener a alguien que se preocupa por mi bienestar. Que
estuviera a mi lado, se siente bien que, después de mucho tiempo, alguien
en verdad consiguiera ver a través de esa faceta de chico feliz y exitoso.
Asiento, es todo lo que puedo hacer. Grace permanece en silencio por
varios segundos antes de ponerse de pie y encaminarse hacia el baño.
Cuando la puerta se cierra, me acomodo sobre la cama. Un suspiro brota de
mis labios mientras mantengo la mirada fija en el techo.
¿Por cuánto tiempo más tendría que soportar esto? ¿Por cuánto tiempo
más sería capaz de ocultarlo?
Cierro los ojos, ante el pensamiento del que definitivamente, no
aguantaría demasiado antes de explotar.
Grace sale del baño un par de minutos después, se acerca hasta la cama
y se desliza hasta que nuestros cuerpos quedan uno al lado del otro, por
instinto, me apego a ella para sentirla más cerca.
—Luces verdaderamente agotado —extiende la mano para acomodar mi
cabello y sonríe levemente —puedo irme…
—Quédate —pido sin pensármelo mucho, mis ojos comienzan a pesar,
y el sueño parece haber decidido apoderarse de mí.
En una situación habitual, tendría que recurrir a los fármacos para
conseguir un poco de descanso, sin embargo, ahora todo se siente distinto.
Grace no protesta. Cierro los ojos y por inercia, dejo descansar mi
cabeza en el hueco de su cuello, inspiro el aroma a dulce que brota de ella,
casi como caramelo. Sonrío levemente, sintiendo esa paz que pocas veces
podía disfrutar embriagarme por completo, y hacerme experimentar una
estadía en el lugar más placentero en el que alguna vez he estado.
Esa noche, tengo la mejor noche de mi vida, duermo en paz, sin la
necesidad de ninguna pastilla para dormir.
Grace Baker.
Alex se duerme contra mi cuerpo, una extraña pero agradable sensación
me envuelve cuando noto su respiración tranquila, cuando me doy cuenta
de lo en paz que luce. No quiero moverme por el riesgo a despertarlo, pero
comienzo a estar incomoda en la posición en la que me encuentro, así que
me deslizo sobre las almohadas y Alexander se remueve, deslizándose
conmigo también.
Mis párpados comienzan a pesar, la cercanía de Alex me resulta
reconfortante. Tan cálida, tan tranquila, mi momento se rompe cuando el
celular suena, me sobresalto sacándolo de mi bolsillo mientras leo el
nombre de Oliver en la pantalla. Son casi las tres de la mañana, y me
extraña tanto que esté llamando, sin embargo, contesto al mismo tiempo
que me escabullo fuera del colchón.
—Grace, lamento llamar a esta hora, pero he terminado de revisar tus
avances.
—No hay problema —le dedico una corta mirada a Alex y decido salir
de la habitación. —¿Qué te ha parecido?
—Es justamente lo que esperaba de ti. Pero necesito más. Recuerda, no
queremos vender la imagen de Alexander como artista, sino como persona.
La gente necesita leerlo y sentir una conexión con él. Sus lados humanos,
esos lados que no se pueden ver bajo los reflectores.
—De acuerdo, lo entiendo —cierro los ojos por unos instantes —veré
que puedo conseguir.
—No espero menos de ti, gran trabajo hasta ahora, Grace.
Es todo lo que dice antes de colgar, miro el celular antes de apagar la
pantalla y girarme para volver dentro. Cuando mis manos se colocan en el
picaporte, dudo en entrar, Alex está dormido, no tendría por qué volver.
Quédate.
Una sonrisa se cuela por mis labios cuando recuerdo su petición, así que
lo decido. Giro el pomo, y abro la puerta. Camino hasta la cama,
deslizándome de nuevo al costado libre, tan cerca del cuerpo de Alex que el
nerviosismo me recorre de nuevo. Las comisuras de mis labios se curvan en
una sonrisa mientras recorro su rostro con la mirada, extiendo la mano,
trazando una línea invisible por el contorno de su mandíbula, la suavidad de
su piel aumenta levemente mi sonrisa.
Lleva la barba perfectamente recortada, su mandíbula marcada reluce
por la posición de su rostro, y cuando observo la nariz perfilada me hace
envidiarlo. Mientras lo observo, tengo la misma intriga… ¿Cómo puede con
tanto? No encuentro una respuesta, pero mientras lo miro, sintiendo el
sueño crecer en mi sistema, me digo a mí misma que estaré aquí, tanto
como se me permita estarlo.
A la mañana siguiente, la voz en tono molesto me despierta. Parpadeo
intentando despabilarme mientras me acostumbro a la luz que hay en la
habitación.
—Debemos hacer lo que sea para que esas imágenes se borren —la voz
de Alex se escucha desde el otro lado —no quiero involucrarla en esto,
Ryan.
Me incorporo, me toma un par de segundos recordar que he pasado la
noche en la habitación de Alex consiguiendo que un dejo de vergüenza me
invada. Aparto las sabanas de mi cuerpo, me incorporo y mis pies descalzos
tocan la suavidad de la alfombra.
—¿Alex?
Los pasos se escuchan, y luego él aparece. Una sonrisa curva sus labios
cuando me mira, estoy aún somnolienta pero no puedo evitar fijarme en la
manera en la que la playera blanca se ajusta como un guante a su cuerpo. La
manga corta deja ver los músculos de sus brazos, tan firmes y fuertes que,
por unos instantes, mi mente queda en blanco.
—Buenos días —saluda con una leve sonrisa —¿qué tal dormiste?
—De maravilla —admito acomodándome el cabello —¿qué hay de ti?
—Todo bien —dice, pero el gesto nervioso que coloca en el rostro no
me pasa desapercibido —¿tienes hambre? El desayuno debe de llegar
pronto.
Asiento, él se gira dándome una mirada de la espalda atlética que reluce
por la camisa ajustada.
—¿Ha ocurrido algo? —Alex se detiene antes de poder marcar el
número de servicio al cuarto. —Parecías discutir con alguien.
Gira de nuevo hacia mí, y por la mirada que me dedica sé que algo ha
ocurrido.
—Esperaba poder resolverlo antes de que te dieras cuenta —dice con
pesar —realmente lo siento, no quise que terminaras involucrada en esto.
—¿De qué hablas? —inquiero más confundida que antes.
Alex suspira, mete la mano en su bolsillo y parece buscar algo en su
celular, me lo entrega al mismo tiempo que dice:
—Estamos en internet —me desconcierto más, sin embargo, tan pronto
como tengo el teléfono en la mano, lo entiendo todo.
Me horrorizo al leer los títulos de los links que Alexander tienen en el
chat de Ryan. Artículos con la misma frase: ¿La superestrella ha
encontrado el amor? ¿Quién es la desconocida y misteriosa chica que lo
acompaña?
Solo en ese punto el sonido de mi celular me alerta, camino hasta la
mesita de noche, recuperando el artefacto y cuando lo enciendo, las
notificaciones estallan ante mí y suelto una exclamación.
—Parece que si nos descubrieron ayer —dice con una mueca.
Hay varias fotografías de ambos en el arboreto nacional, de nosotros en
el pasillo del hotel, pero la principal es la mía, saliendo de la habitación de
Alexander la noche anterior. Y otra, cuando estoy por volver a ingresar, la
sonrisa en mis labios es notoria, y hay cientos de comentarios diciendo que
esa sonrisa es porque he conseguido acostarme con la super estrella del
momento.
—Todos…todos creen que tú y yo…
—Lo sé —dice acercándose —pero no tienes que preocuparte…
—¿Qué no me preocupe? —cuestiono —nuestras fotos están rodando
por todos lados, probablemente tú estés acostumbrado a esto, pero yo no, en
definitiva, no me agrada que mi rostro circule por redes sociales insinuando
que me acuesto con una estrella.
—Lo resolveré, ¿de acuerdo? No te preocupes por nada.
—No quería causar esto, Dios…soy tan ingenua por pensar…
—No, no lo eres —asegura con firmeza —no vuelvas a decir eso. Yo
me encargaré de todo, ¿bien? Mi madre y Ryan piensan que fue mi idea el
salir, y así va a quedarse.
—¿Tú madre entonces no querrá despedirme por esto? —extiende una
de sus manos para poder tomar la mía. Su contacto es cálido, deja un
apretón mientras una sonrisa ladeada se adueña de su rostro.
—Probablemente sí, pero no hará nada contra ti, yo me encargo.
—Gracias —susurro. Él ensancha la sonrisa.
—Después de todo lo que has hecho, es lo menos que puedo hacer por ti
—Me observa por un par de segundos antes de atraerme a su cuerpo, sus
brazos me rodean mientras me abraza y en ese preciso momento, mi cuerpo
entero parece sufrir un colapso.
14 UN GRAN PROBLEMA
Alexander Campbell.
17 SENTIMIENTOS
Grace Baker.
18 EL FIN DE ALGO EXCEPCIONAL
Alexander Campbell.
I ntento darme prisa para poder tomar todas las cosas que necesitaré en
la reunión de trabajo, en menos de una hora me reuniré con Marian
Campbell para discutir los detalles del nuevo trabajo con Alexander.
—¿Llevas todo? —cuestiona Jane apareciendo en mi habitación.
—Lo tengo—afirmo—. ¿Podrías llevarme a Icons? Me ahorrarás al menos
veinte minutos.
—De acuerdo —murmura con una pequeña sonrisa —iré por las llaves.
Doy un par de saltos ante la respuesta, sale nuevamente de la habitación y
doy un último vistazo, asegurándome de tener en verdad todo lo que necesitaré.
Un par de minutos después, ya nos encontramos en el interior del auto, camino a
las oficinas de la revista.
—Así que estarás con Alexander nuevamente —murmura con una sonrisa
divertida en el rostro—. No olvido que te robaste mi auto a media noche, lo que,
por cierto, me hace preguntarme ¿dormiste en la misma habitación que él?
—No —mascullo—. Paul fue lo suficientemente amable como para dejarme
estar en la habitación de invitados.
—¿Vive solo y tiene una habitación para invitados?
—Jane, es una estrella —le recuerdo —¿por qué te sorprende que su casa
tenga una habitación para invitados?
—Tienes razón, debería de sorprenderme el hecho de que no la tuviera —
chasquea la lengua—. Aun no respondes ¿estarás con él?
—Es su madre la interesada en el trabajo —expreso —así que con ella me
reuniré. Deséame suerte, esa mujer es verdaderamente intimidante.
—¿Desde cuando alguien te intimida? —cuestiona dedicándome una rápida
mirada —recuerdo que los intimidados siempre eran tus jefes.
—Esto es diferente —confieso. —Esa mujer es…—intento encontrar la
palabra adecuada para poder describir a la madre de Alexander, sin embargo,
antes de que pueda hacerlo, Jane se adelanta.
—¿Una fiera? —cuestiona con diversión.
—¿A caso has leído las opiniones en internet? —ella asiente mientras ríe.
—Tengo que saber más acerca del chico con el que mi amiga sale.
—Alexander y yo no estamos saliendo ¿Cuántas veces más tengo que
repetirlo antes de que me creas?
Mi amiga parece demasiado divertida con mi respuesta, así que, durante los
siguientes veinte minutos, hago mi mejor esfuerzo para dejar ese tema de lado.
Cosa que en realidad no sucede, para mi mala fortuna.
—Llámame y vendré por ti.
—De acuerdo—. Me alejo un par de pasos cuando el auto avanza, lo observo
alejarse por la carretera antes de darme la vuelta para poder ingresar a las
oficinas de Icons.
—Llegas justo a tiempo —informa Lía apenas pongo un pie dentro—. Ryan
y la señora Campbell están con Oliver ahora mismo. Date prisa.
Es todo lo que dice antes de esquivarme, intento mentalizarme de que esta no
es más que otra reunión de trabajo, sin embargo, no tenía muy claro que es lo que
su madre quería obtener de esto.
Intento no demorarme demasiado tiempo en llegar, dejo un par de golpes
sobre la puerta antes de escuchar un “pase” por parte de Oliver.
—Grace, llegas a tiempo —murmura él con una sonrisa—. Toma asiento.
La madre de Alexander parece no notar mi presencia, continúa conversando
con Oliver, hasta que el tema del trabajo surge.
—El artículo en la revista tuvo una aceptación exitosa —informa con una
sonrisa—. Debo felicitarte por el excelente trabajo que realizaste.
—Me alegra escuchar eso —respondo —ese era el objetivo.
Ella asiente, comparte una mirada con Ryan antes de centrarse de nuevo en
mí.
—Me fue imposible notar que la actitud de Alexander teniéndote en el
equipo de trabajo fue mucho mejor de lo que esperaba —confiesa —parece
agradarle el hecho de que trabajes con nosotros.
No me pasa desapercibida la sonrisa que Ryan coloca en el rostro, y no sé
muy bien cómo es que deba tomar eso.
La señora Campbell me explica entonces que lo que pretenden es hablar un
poco más sobre los futuros proyectos de Alexander, sobre la música nueva que
saldrá y demás aspectos futuros.
Mencionan que podré entrevistar a Alexander en cualquier momento siempre
y cuando no interrumpa sus ensayos y cuando establecen todo lo que necesito
saber, la única respuesta que puedo darles fue el: acepto.
Una parte de mí, una muy grande en realidad, lo hace porque no quiero
apartarme de Alex, porque si de esta manera puedo seguir cerca de él, lo
aceptaré.
—Eres una mujer con suerte —me giro en cuanto escucho la voz de Oliver
—. Y estas son buenas oportunidades.
—¿No tienes problemas con que no pase tanto tiempo como debería en la
revista? Tendré que ir y hacerle entrevistas.
—Eso significa más ganancias para las revistas —me recuerda —Duplicamos
las ventas este mes, no hemos tenido ventas igual a estas desde que creamos la
revista —informa con satisfacción —no nos hará ningún daño que nuestras
ventas sigan creciendo por el hecho de hablar sobre Alexander en ellas. Ahora,
necesito que revises la edición de esta semana, aún necesita correcciones.
—De acuerdo —es todo lo que respondo antes de salir de la oficina de
Oliver.
Mientras vuelvo a mi oficina, considero las palabras de Oliver. El hecho de
que Alex pudiera pensar que todo lo que hago, es por un beneficio propio. Un
cuestionamiento que no había aparecido, hasta ahora.
El pensamiento sobre eso no me deja tranquila, le doy una rápida leída a los
ejemplares de la revista que están sobre mi escritorio antes de dejarlas de nuevo
sobre su sitio, no hay mucho que corregir, Oliver había hecho un trabajo
excelente así que solo me limito a darles la aprobación a los demás chicos del
reparto para que comiencen las impresiones.
No es hasta que recibo un mensaje de Alexander varias horas después, que
mi temor se esfuma.
Alexander:
He recibido la buena noticia de mi madre. Me alegra que seas tú en definitiva
la que realice ese trabajo. ¡Nos vemos!
Las comisuras de mis labios tiemblan, consiguiendo mostrar esa sonrisa que
solo cierta super estrella es capaz de causar.
Alexander Campbell.
El hecho de que mi madre me hubiese dicho que Grace seguiría trabajando
con nosotros es probablemente la mejor noticia que hubiese podido darme.
—Es más que evidente que es una chica talentosa —murmura mi madre
mientras sostiene la taza de café entre sus manos —y a ti parece agradarte, eso
hace el trabajo más sencillo.
—Tengo que agradecerte eso, que al menos te preocupas por encontrar a
alguien con quien me siento a gusto— rueda los ojos, deja la taza sobre la
pequeña mesa de noche antes de incorporarse.
—Sabes bien que me preocupo por ti —pronuncia —simplemente no lo vez
de la manera en la que yo lo hago.
—Sí, bueno, eso no importa.
—Claro que importa —reprocha —porque ante tus ojos y los de todo el
mundo, no soy más que una mujer que se aprovecha de su hijo.
Retengo el impulso de decirle que en realidad eso es verdad.
—Le prometí a tu padre que cuidaría de ti, Alex —pronuncia logrando que la
mire—. Es lo único que estoy haciendo desde entonces.
Aprieto los dientes, odio que mencione a mi padre, porque eso me hace
considerar todos los otros cientos de escenarios que hubiesen sido posibles si tan
solo estuviese aquí.
—¿En serio? ¿Y cómo estás tan segura de que lo estás cumpliendo?
La escucho suspirar, no dice nada más, se limita a tomar sus cosas y
abandonar la habitación.
En cientos de ocasiones he tratado de convencerme que mi madre no es una
mala persona, que solamente intenta hacer lo que ella cree mejor para mí. Me he
repetido eso una y otra vez, durante mucho tiempo, pero nada había cambiado.
Seguía pensando que mi vida iba cuesta abajo desde el momento en el que
acepté que manejara mi carrera y no sabía durante cuánto tiempo más sería capaz
de soportarlo.
Decido que debo dejar de pensar en eso y centrar mi atención en otra cosa,
tan pronto como tomo el celular, sonrío al leer el último mensaje de Grace,
informando sobre su presencia en la disquera el día de mañana. No pienso
demasiado en abrir el chat, y teclear un corto pero directo mensaje.
Alexander:
¿Qué dices si mañana antes de tu reunión vienes el ensayo?
Grace:
¿Es eso posible? No quiero ser entrometida.
Alexander:
No serías entrometida jamás.
Grace:
Lo consideraré.
Alexander:
Espero que le respuesta sea sí.
Grace:
No comas ansias, nos vemos mañana.
Sonrío, bloqueo la pantalla del celular y echo la cabeza hacia atrás. Cada día
que pasa caigo más por ella, pero en este punto, no me molesto ni siquiera en
ocultarlo.
Al día siguiente me encuentro en espera de que Grace aparezca en las
oficinas de la disquera.
—¿Esperas a alguien? —Tania se coloca a mi lado, mientras revisa la libreta
que sostiene entre sus manos—. A Grace ¿no es cierto?
—¿Cómo lo sabes?
—Porque no sueles esperar a nadie que no sea tu hermana, y teniendo en
cuenta de que ella está en la universidad ahora mismo, la única persona que
queda en mi lista es Grace Baker.
—Dijo que vendría a una reunión —informo.
—Sí, y aún faltan treinta minutos para eso. Y según lo que tengo escrito aquí,
tú deberías de estar ensayando con la banda ahora mismo.
—No les hará daño que llegue un par de minutos tarde.
—Claro, eso sería si no estuvieses retrasado ya por quince — reprende—.
Mi trabajo está en riesgo si no me aseguro de que llegues a tiempo a tus
compromisos.
—No tienes que preocuparte por eso —le recuerdo mientras me doy la
vuelta, dispuesto a ir a la sala de ensayos —pero para no…
El taxi estacionando frente a nosotros capta nuestra atención, Tania y yo
compartimos una mirada antes de que ella suspire, y me dé una mirada que me
deja saber que desaprueba mi impuntualidad.
—Bueno, tal vez deba avisarle a la banda que les tocará esperar.
Tan pronto como Grace baja, voy a su encuentro.
—Lamento llegar tarde, el tráfico a eta hora es imposible.
—No hay problema —extiendo la mano hacia ella, Grace no dice nada,
solamente observa mi palma extendida en su dirección —¿vienes o no? Porque
voy algo tarde.
Me lanza una sonrisa, y se decide por tomar mi mano. No presto mucha
atención a las miradas que recibimos, simplemente atravesamos los pasillos hasta
la sala correspondiente, de la cual la música producida por la banda sonora brota
con energía.
—Vaya, hasta que apareces —bromea Steph cuando ingreso a la habitación
—. Tania dijo que tal vez tardarías un poco más.
—Lamento llegar tarde chicos —me disculpo—. Grace nos acompañará hoy.
—Esperamos que el espectáculo sea de tu agrado entonces.
—No tengo duda—afirma mientras se acomoda en una de las pequeñas
butacas que están frente a nosotros.
Me dirijo a mi lugar, mis dedos parecen cobrar vida en el momento justo en
el que toco las cuerdas. La banda comienza a tocar, cierro los ojos cuando
comienzo a cantar la letra de la canción, y cuando los abro nuevamente, algo
hace que mi corazón de un vuelco furioso.
Ella está mirándome, y lo hace como nadie lo ha hecho nunca. Y no solo está
mirando, sino que la sonrisa que adorna su rostro es realmente preciosa.
En ese momento lo comprendo, inevitablemente he caído a sus pies y ella,
ella ni siquiera tiene ni la más mínima idea de lo que ha hecho conmigo.
23 UN MOMENTO BASTA
Grace Baker.
U n par de días bastaron para que las fotos que se nos tomaros a
Alexander y a mi afuera del teatro, le dieran la vuelta al internet. Todas
mis redes sociales estaban llenas de una gran cantidad de mensajes, la mayoría
de ellos con contenido que no era necesario abrir para poder saber cuál era su
intención.
Jane me observa detenidamente desde la cama mientras intento no caer en un
colapso por todo lo que estaba ocurriendo.
—Esto va a arruinarme —aseguro con angustia mientras observo la
fotografía acumular cada vez más miles de reacciones y comentarios.
—¿Ya has hablado con él?
—No ha llamado —murmuro y eso parece aumentar mi estado de frustración
—. No ha dicho nada más desde que se marchó esa noche.
—Aún tienes que verlo para los artículos ¿no es cierto?
—No sé cómo es que lo miraré a la cara —me quejo mientras escondo el
rostro entre las palmas de mis manos —¿cómo es que terminé envuelta en esto?
La risa de Jane me hace mirarla con molestia, me observa con gesto divertido
mientras niega un par de veces.
—Estás siendo demasiado dramática —reprocha. —Alexander seguramente
lo arreglará pronto y no tendrás nada por lo cual preocuparte y si no es así,
entonces no puedes hacer otra cosa que no sea aguantar todo esto. ¿Qué
esperabas del hecho de salir con un artista mundialmente conocido? ¿Privacidad?
Cariño, si esperabas eso eres demasiado ingenua.
—No, es decir, no lo sé —confieso —no esperaba que las circunstancias se
dieran como para favorecer a un beso. Mucho menos en un sitio como ese,
rodeados de tanta gente. Me preocupa más el hecho de haber envuelto a Alex en
un problema.
—¿Con su madre? —asiento. Jane suspira, toma asiento de nuevo en la cama
mientras parece pensar algo.
—Si le hubieses ocasionado algún tipo de problema, ya lo sabrías —
pronuncia en un intento fallido de reconfortarme.
No respondo, cierro los ojos mientras echo la cabeza hacia atrás.
—¿Él te gusta? —La pregunta que hace me obliga a abrir los ojos. No
respondo de manera inmediata, así que ella vuelve a hablar.
—No —pronuncio con rapidez —solo somos amigos.
—Actúas como si sintieras atracción por él, y no te culpo, es demasiado
apuesto como para resistirse. Y estuviste casi dos meses a su lado, así que no
sería extraño que comenzaras a sentir algún tipo de atracción.
—Aunque así fuera, no sería más que otra de sus miles de admiradoras, tal
vez pueda considerar unirme al club de fans.
—Eso no es una negativa —insiste.
—No lo veo de esa forma, simplemente…—detengo mis palabras porque no
encuentro que otra respuesta dar, jamás consideré la posibilidad de sentir algo
por Alexander, es decir, ¿cómo una súper estrella se fijaría en algún como yo?
Considerar que Alexander Campbell podría sentir atracción por mí es…
demasiado.
—¿Simplemente…?
—No podría ser —mascullo —aunque los dos quisiéramos. No podría ser, él
tiene su vida, sus relaciones, ¿Qué oportunidad tendría yo en ese mundo?
Mi amiga ladea la cabeza mientras suaviza la mirada.
—Él te atrae —ahora es una afirmación.
No encuentro la valentía para negarlo esta vez, no sabía con exactitud qué era
lo que ocurría conmigo ante la cercanía de Alex, tampoco la creciente
preocupación que se presentaba cuando se trataba de él, no sabía ni entendía,
porque me importaba de la manera en la que lo hacía.
—La respuesta no importa —pronuncio desviando la mirada.
—Claro que importa —afirma—. Porque él debe de saberlo, no puede ir por
la vida intentando besarte y luego desaparecer.
—Tiene múltiples ocupaciones como para estar preocupado por mí —le
recuerdo —no soy una prioridad así que no debo darme tantas atribuciones.
El sonido de una llamada entrante en mi celular interrumpe la respuesta que
Jane estaba por dar.
El nombre de Alexander se lee en la pantalla, y cuando mi amiga se percata
de eso, me dedica una sonrisa divertida antes de salir de la habitación. Deslizo la
pantalla al mismo tiempo que tomo una inhalación.
—Hola —murmuro apenas tomo la llamada.
—Grace, lo lamento. No pude hacer nada para evitar que las fotos se filtren.
Hablé con Ryan, pero…
—No te preocupes, sabía que algo como esto pasaría —aseguro intentando
restarle importancia—. No es culpa tuya.
—¿Has leído…? —no termina la frase, pero sé a lo que se refiere.
—Sí, lo hice —murmuro—. No hay mucho que pueda hacer al respecto.
—Intentaré al menos que las revistas no tomen las fotos —promete —lo
siento, en verdad.
—Alex, está bien —pronuncio con suavidad—. Si existen culpables, somos
ambos, no solo es culpa tuya. Y no te estoy reprochando nada, así que deja de
disculparte.
La línea permanece en silencio por un par de segundos antes de que él hable
nuevamente.
—¿Tienes planes? —pregunta—. Tal vez pueda ir a tu casa porque en verdad
necesito salir de aquí.
Mi corazón parece dar un vuelco furioso ante su pregunta, y me obligo a
responder porque no quiero que él malinterprete mi silencio.
—Eso suena estupendo.
—De acuerdo, estaré ahí pronto.
—¿Necesitas que te envíe ubicación? —cuestiono.
—No, recuerdo perfectamente el camino, nos vemos en un rato.
Tras darle una afirmación, cuelga la llamada. Aparto el celular de mi oreja
mientras cierro los ojos, tan solo por un par de segundos, pero es más que
suficiente para que mi mente comienza a fabricar todas las ideas que creía
enterradas.
Alexander definitivamente causa algo en mí, pero en este punto, no sabía si
eso me acarrearía más problemas de los que ya tenía.
Alexander Campbell.
Que en las redes se hayan publicados las fotografías de lo que ocurrió en el
teatro solo hizo que mi estado de estrés y frustración aumentara a un grado que
no creí capaz. Conduzco con prisa hacia la casa de Grace, esta vez no llamé a
Jeff porque necesito un momento para pensar, para entender cómo es que estoy
sintiendo la necesidad creciente de estar cerca de ella. Como si fuese la única
capaz de apagar todas las tormentas.
No me gusta ser dependiente, pero parece que, en esta ocasión, estar con
Grace era lo único que necesito. Había intentado todo cuanto estuvo en mis
manos para evitar que las fotos saliesen a la luz, pero poco fue lo que pude hacer.
Y a este paso, sabía que estarían en las revistas pronto.
Me preocupaba que todo lo que estaba sucediendo fuese demasiado para ella,
sabía perfectamente que ella no estaba acostumbrada a ser el centro de atención,
y los comentarios y artículos que comenzaban a surgir eran demasiado duros.
Demasiado crueles.
Para alguien que no está acostumbrado a llamar la atención de los medios,
puede ser una situación difícil de manejar. Así que ahora me encuentro
conduciendo como un desesperado hacia su hogar, con la intención de confirmar
por mi propia cuenta, que todo está bien.
Necesito que sea así.
Estaciono el auto justo en la entrada y me tomo un par de minutos para
corroborar que no hay ningún auto extraño del cual pueda salir algún fotógrafo.
Que conozcan la casa de Grace era lo último que necesito. Cuando me aseguro
de que no hay nada más que mi auto en la calle, bajo. Camino con pasos lentos
hacia la entrada antes de tocar un par de veces el timbre. La puerta se abre, una
chica que no reconozco abre la puerta y parece sorprenderse ante mi presencia.
—¿Grace se encuentra? —cuestiono.
—Jane, déjalo pasar —la voz de Grace se escucha desde el interior.
—Ya oíste —responde la chica mientras se hace a un lado para permitirme
ingresar a la casa. —Voy de salida, así que tienen la casa para ustedes solos. —
asegura dedicándome un guiño antes de salir. Cierra la puerta y permanezco unos
segundos más en el lugar hasta que Grace aparece.
—¿Por qué te quedas ahí? —cuestiona con algo de gracia—. Ven.
Me hace un ademán para que la siga, lo hago en silencio hasta que llegamos a
la que creo es su habitación.
—¿Qué ocurre? —cuestiona—. Estás muy callado y eso no es común.
—Solo quería asegurarme de que estabas bien —confieso mientras me siento
al borde de la cama—. Lo que ocurrió…
—Alex, estoy bien —me interrumpe —no es la primera vez que nuestras
fotos se filtran. Y aunque debo de admitir que es molesto que mi bandeja de
entrada esté saturada, creo que puedo lidiar con eso.
Permanezco en silencio, sacudo la cabeza intentando aclarar toda la maraña
de pensamientos que era mi mente en estos momentos.
—¿Te arrepientes? —inquiere con suavidad —¿Es ese el problema?
Paso las manos por mi cabello con exasperación, no, claro que no me
arrepentía, ese es el maldito problema. No me arrepiento en lo absoluto, y no sé
qué consecuencias puede haber si no consigo controlarme, si sigo necesitándola
cerca, si sigo dándole tanta importancia en mi vida.
—Es que ese es el problema, Grace —confieso observándola —que no me
molesta el hecho de que esas fotos existan, que no me arrepiento de haber
intentado besarte, ese es el problema.
Ella me observa en silencio, baja la vista mientras soy consciente de la forma
en la que parpadea varias veces. Un largo suspiro brota de mis labios.
—No me arrepiento de absolutamente nada que te involucre, pero eso mismo
me hace sentir tan culpable. Porque no mereces nada de lo que yo significo. No
mereces el acoso de la prensa o las fanáticas, no mereces…
—¿Entonces qué merezco, Alex? —cuestiona con suavidad—. No sabes lo
que yo quiero, no me estás dando la oportunidad de decidir aquí.
—Me importas lo suficiente Grace, como para atreverme a hacer algo que
pueda dañar la relación que tenemos.
—No, Alex…
—Te cansarás, terminarás por hartarte de esto y te irás y para mí será
demasiado tarde porque ya te estaré necesitando como nunca antes he necesitado
a alguien —mis palabras están inundadas en desesperación—. Lo hago ahora, te
has vuelto una persona indispensable para mí, Grace, y no quiero que eso sea así
porque cuando te vayas, esto volverá a ser un infierno. Porque cuando decidas
que ha sido suficiente y huyas, para mí no habrá otra opción que permanecer
aquí.
Ella se incorpora, acorta la distancia entre nosotros y coloca sus manos al
costado de mi rostro, se coloca tan cerca de mí que, por una brevedad de
segundo, creo que puedo besarla. Sin importar que pueda ocurrir después.
—No me iré Alex, no me iré a ningún lado a menos que tú me lo pidas —
asegura casi en un susurro—. Estaré aquí. Contigo.
La forma en la que me mira, la manera en la que sus ojos me observan con
esa dulzura explotando en el iris color miel, me arrebatan la razón. Me envuelven
en un torbellino de emociones que nunca antes he experimentado, y dañan mi
cordura.
Nadie me ha mirado así antes, como si fuese importante, como si realmente
significara algo para ella. Quiero que me mire así siempre, quiero ver esa mirada
en sus ojos todos los días. Estoy harto de sentirme tan solo, de hundirme en
soledad mientras todos los demás creen que estoy viviendo el sueño perfecto.
Estoy harto de fingir.
Con ella no tengo que hacerlo, con Grace…puedo ser yo.
No puedo resistirlo más, me inclino hacia ella y coloco las manos a los
costados de su rostro, no hace absolutamente nada por apartarse, así que solo
deslizo la mirada a sus labios, y la beso.
La suavidad de su piel me envuelve, me hace olvidar absolutamente todo lo
que ha ocurrido hace un par de minutos antes, me arrastra hacia un lugar
completamente desconocido, pero que me hace sentir bien.
No se parece en nada a ningún otro contacto, a ningún otro beso. Siento sus
delicadas manos perderse en mi cabello, y me apega a ella. Es un contacto lleno
de firmeza, de sentimiento. Uno que deja una corriente eléctrica en todo mi
cuerpo, en cada vena, en cada fibra.
Es un beso que provoca que todo a mi alrededor se esfume, que todo tiemble
hasta convertirse en polvo.
Es ella quien rompe el contacto, quien se aleja lentamente y parpadea, como
si quisiera asegurarse que esto es real.
—Jamás te pediría que te vayas —susurro, Grace apoya su frente contra la
mía, mientras cierro los ojos intentando convencerme de que esto está bien —.
No quiero que lo hagas jamás.
Vuelvo a besarla, teniendo la firme convicción de que, por una vez en mucho
tiempo, puedo decidir sobre esto.
25 SER UN TODO.
Grace Baker.
29 SIN VUELTA ATRÁS
Alexander Campbell.
32 CUANDO TE MIRO
Alexander Campbell.
34 PUNTO DÉBIL.
Grace Baker.
35 SIN PRECIOS
Alexander Campbell.
39 NECESITO LA VERDAD
Alexander Campbell.
40 A LA LUZ
Alexander Campbell.
41 SIEMPRE VOLVERÉ A TI
Alexander Campbell.
43 FUEGO ARDIENTE
Alexander Campbell.
47 NO TE VAYAS
Grace Baker.
48 SOBREVIVIENDO
Grace Baker.
A lexander se marchó temprano al día siguiente, dijo que debía
reunirse con su abogado por todas las cosas que comenzaban a
surgir, más notas y artículos salían hablando sobre la carrera de “la estrella
del momento”, y no parecía que fuesen a detenerse.
—¿Qué es lo que planeas hacer? —cuestiona Jane luego de un par de
minutos.
—¿Sobre qué?
—Sobre todo esto que está ocurriendo —aclara —¿Las noticias, el
hecho de que su madre piense que fuiste tú quién filtró información, sobre
todo lo que ha pasado en menos de cuarenta y ocho horas?
Un largo suspiro brota de mis labios.
—En realidad no hay mucho que yo pueda hacer —suspiro. —El único
que puede hacer algo al respecto es Alex, yo solamente intentaré
mantenerme al margen. No quiero más problemas.
—Eso es justo lo que debes de hacer —concuerda —mantenerte al
margen. Alexander es capaz de tomar sus decisiones, no me agrada la idea
de que te atribuyan cosas que no has hecho. Recuerda que tú también tienes
una reputación que cuidar, Grace.
—Lo sé —me apoyo en la barra de la cocina, mientras observo a Alex a
través de la ventana hablar por teléfono—. ¿Cómo es que una persona
puede dañar tanto a alguien de su misma familia?
—En este mundo no todas las personas son sinceras, muchas de ellas
solamente se interesan en el dinero, fama sin tomar en cuenta el daño que
puedan hacer en el proceso para conseguirlo —afirma —el mundo de la
fama es así y no puedes hacer nada para cambiarlo, o te adaptas a él o eso te
termina consumiendo.
—¿Crees que Alexander se haya adaptado? —cuestiono prácticamente
en un susurro.
—Creo que ese chico está sobreviviendo —la miro de forma inmediata
cuando habla —creo que está haciendo su mejor esfuerzo. No podemos
juzgar su manera de actuar porque en todo caso, solamente busca estar bien.
Ella toma la taza de café, la observa por un par de instantes antes de
elevar la mirada de nuevo hacia mí.
—Y eso es justo lo que tú debes de hacer —asegura antes de darme la
espalda para regresar a su habitación.
A pesar de toda la locura que nos envuelve, no pude faltar al trabajo.
Tengo que aprobar un par de artículos que hablaban sobre lo que estaba
ocurriendo ahora mismo con la carrera de Alexander, y aun después de
haberle insistió a Oliver de que yo no era la mejor persona para aprobarlos,
el decidió ignorarme.
—¿No crees que todo esto es una locura? —cuestiona Lía. Le da un
sorbo a su café.
—Claro que lo creo.
—¿Cómo lo está tomando Alex?
—Lo mejor que puede —omito decir algo más. Lía parece darse cuenta
de aquello porque luego de eso, comienza a hablar sobre el chico con el que
se encuentra saliendo ahora. Es bastante entretenido escuchar como jura que
será el amor de su vida y lo mucho que cree que el destino tuvo algo que
ver.
—¿Crees en el destino, Grace? —cuestiona mientras caminamos sobre
la acera —¿O en las casualidades?
—No estoy segura —confieso —por una parte, creo que si alguien está
destinado a estar en tu vida lo estará, pero en cierta forma considero que
somos nosotros quienes creamos esas pequeñas casualidades. Como estar
en el mismo sitio, o tomar determinado autobús, o entrar a una cafetería en
específico.
—No puedes dejarle todo el trabajo al destino —continúo —tenemos
que poner de nuestra parte.
—En definitiva —concuerda —no queremos que el destino piense que
somos unas perezosas.
Una carcajada abandona mi cuerpo mientras observo con diversión a
Lía. Al regresar a Icons nos esperaba una gran cantidad de trabajo, tanto
para Lía en su respectiva área de fotografía como para mí, corrigiendo
varios artículos que serían publicados esta semana.
Para el final del día me encuentro agotada, con un dolor punzante en la
sien mientras considero que, al llegar a casa, dormiré tanto como me sea
posible. No había hablado mucho con Alexander, desde que salió del
departamento solo habíamos intercambiado un par de mensajes. Sin
embargo, al llegar a casa soy capaz de reconocer su auto estacionado justo
afuera.
—Tu novio ha decidido que es buena idea mudarse a nuestro pequeño
departamento —el reproche de Jane es lo primero que escucho al ingresar.
—Que no me estoy mudando, Jane. Estás haciendo un verdadero drama
solo por dos mochilas con ropa —objeta—. Grace, dile algo a tu amiga
antes de que termine por echarme.
No consigo ocultar la sonrisa divertida que brota de mis labios.
Alexander y Jane parecían llevarse bien con cada día que convivían, aunque
claro, esa convivencia prácticamente se basaba en molestarse el uno al otro,
pero es demasiado entretenido verlos discutir.
—No va a mudarse —intervengo dejando el bolso sobre el sillón —
solamente pasará aquí unos días.
. Les dedico una última mirada antes de encaminarme hacia mi
habitación, las voces de una nueva discusión se escuchan mientras camino
por el pasillo.
Me quito el abrigo, soltando un suspiro cansado al tiempo que me quito
los zapatos y muevo los dedos de los pies.
—¿Todo en orden? —elevo la vista cuando escucho la voz de Alex en la
habitación.
—Si —le dedico una sonrisa antes de subirme completamente a la cama
—solo estoy cansada.
—¿Ha sido un día complicado? —cuestiona. Se descalza en un
movimiento, luego sube a la cama acomodándose a mi costado.
—Días complicados en realidad —confieso.
Él adopta un gesto comprensivo, se apega a mi cuerpo al momento que
elevo con ligereza mi espalda del colchón para permitirle cruzar uno de sus
brazos detrás de mí, luego, me acomodo contra su pecho disfrutando de la
sensación de bienestar que me invade de inmediato.
—Gracie —pronuncia mi nombre de una manera tan suave que no
puedo evitar sonreír, a este paso seguramente terminaré con un dolor me
mejías.
—¿Qué pasa? —respondo sin moverme.
—Cuando todo esto acabe ¿qué te parece si tú y yo hacemos un
pequeño viaje? —pregunta—. Sin molestias, sin cámaras o periodistas,
solamente tú y yo.
Mi corazón da un vuelco ante la idea.
—¿A dónde iremos?
—Al lugar que quieras —responde.
—En ese caso me gustaría visitar parís, pero creo que es un sueño muy
grande ¿no? —cuestiono con diversión, él emite una risa mientras se aparta
con ligereza de mi cuerpo.
—Se suponía que respondieras que no importa el lugar siempre y
cuando estuvieses conmigo—bromea. —¿Dónde acabó tu romanticismo?
—Creo que tú eres el romántico de la relación—le recuerdo. —A mí no
se me da muy bien esas cosas.
Una risa incrédula brota de él, me aparto de su cuerpo para conseguir
mirarlo.
—Esa ni siquiera tú te la crees —objeta —eres más romántica que…
—¿Quién me escribió un álbum de canciones románticas? —deja de
reír, parece tener la intención de responder, sin embargo, no lo consigue.
—Touché —responde acomodándose de nuevo en la cama.
Ninguno de los dos dice algo más después de eso, simplemente me
limito a acomodarme de nuevo sobre su pecho, permitiéndome disfrutar de
las sensaciones que me provoca.
Alexander Campbell.
Los días que le siguieron al pequeño encuentro desastroso con mi madre
pasaron con rapidez, he intentado por todos los medios no encontrarme con
ella en la disquera, no respondí las innumerables llamadas que hizo ni
siquiera me atrevía a pasar por Megan cuando me invitó a almorzar. No
quería verla, al menos no hasta después de que el juicio se llevase a cabo.
Ryan es un caso distinto, no puedo escapar de él ya que en los ensayos
siempre está presente, no entiendo porque de pronto, de un día para otro su
actitud ha cambiado. Parece ser que no quería que mi madre se apartara de
esto, no me atrevía a confrontarlo, más en realidad porque no quería
conocer la respuesta.
—¿Cómo va todo? —cuestiona Steph colocándose frente a mí.
—De maravilla —respondo con una ligera sonrisa —¿Cómo te va a ti?
—Bueno, parece ser que mi popularidad ha aumentado desde el par de
canciones que se publicaron.
—Eso es bueno, tengo entendido que cantaras conmigo en los siguientes
conciertos —la emoción estalla en su mirada, me observa incrédulo por
largos minutos antes de ser capaz de responder—. ¿A caso Ryan no te dijo?
—¿Cantar contigo? —cuestiona.
—Steph, los chicos y tú lo han hecho siempre —le recuerdo.
—No, no —hace un movimiento exagerado de manos—. Una cosa es
cantar los coros contigo, detrás de ti. Nadie nos presta atención.
—Bueno, pues en lugar de cantar atrás de mí, cantarás a mi costado —
aclaro —es prácticamente lo mismo. Stephen, esto es una gran oportunidad
para ti, ¿Vas a decir que no?
—No podría decir que no —confiesa —solo estoy algo sorprendido, eso
es todo.
—¡Llegó la comida! —Tania aparece en la pequeña sala en la que nos
encontramos, deja frente a nosotros un par de bolsas de papel con el logo de
un restaurante de comida rápida conocido. —Hamburguesas, papas fritas y
refrescos —informa mientras saca del interior de las bolsas las cosas que
menciona.
—Oh ¿Qué haríamos sin ti? —Steph coloca una de sus manos sobre su
pecho, adoptando un gesto conmovido.
—Morir de hambre, porque ambos son lo suficientemente perezosos
como para no querer ir por comida —reprocha. Ambos reímos,
confirmándole así sus palabras.
—¿En dónde está Ryan? —inquiere Steph —se supone que tenemos
ensayo, y no se ha presentado.
—¿No lo saben?, tiene una conferencia de prensa, junto con tu madre.
Algo se remueve en mi interior, una molestia persistente que hace que el
apetito se esfume por completo de mi sistema.
—¿Conferencia de prensa? ¿Para qué? —Ella se encoge de hombros.
—Creí que lo sabías, Ryan dijo que te llamó.
El sabor amargo se instala en mi boca, algo no andaba bien.
—¿A qué hora es? —inquiero incorporándome.
—Ha comenzado —toma la tableta.
La observo teclear algo en ella antes de colocarla frente a mí. Centro mi
atención en las personas que aparecen en la pantalla, mi madre está de
frente a las cámaras, con Ryan a su costado. Ella habla sobre el
malentendido que hubo referente a la información del contrato, cuando los
reporteros hacen preguntas, su respuesta hace una oleada de ira cruda me
invada.
—Hacemos responsable a la señorita Grace Baker por el escándalo
legal en el que ha intentado involucrarnos. Estamos en proceso legal de
presentar una demanda por filtrar información confidencial, la revista
Icons también es culpable de permitir que los audios de la entrevista que le
realizaron a mi hijo llegaran al público.
La señorita Baker se ha aprovechado de la relación sentimental que
mantiene con Alexander para sacar y publicar tanta información falsa
como le es posible. No ha hecho más que levantar rumores y difamar a mi
familia por dinero. Mi hijo y yo estamos en los mejores términos, no lo
obligo a nada que él no desee hacer.
Míos oídos palpitan, me encuentro apretando los puños, tan fuerte que
mis nudillos han quedado blancos en cuestión de segundos.
—¿Quiere decir que el tema del contrato es mentira? ¿No hay ningún
juicio en puerta?
—Claro que no hay ningún juicio en puerta, es imposible que algo
como eso ocurra.
El zumbido en mis oídos es permanente, produciendo una sensación
molesta. El sabor amargo en mi boca se intensifica y pronto, las náuseas me
invaden. Soy incapaz de permanecer sentado un solo segundo más,
prácticamente lanzo la tableta contra la mesa mientras me aparto con
brusquedad.
—Alex —Steph me llama cuando nota mi intención de salir de la
habitación. —Alex ¿A dónde vas? ¿A dónde crees que vas?
No respondo, no hago nada más que sentir como a cada segundo que
trascurre, la ira cruda me llena por completo, llegando a cada rincón,
apoderándose de mí.
Esto es demasiado. Más de lo que puedo tolerar. Más de lo que siquiera,
puedo permitir.
49 SIN MIEDO
Alexander Campbell.
50 ESTO SE ACABÓ
Grace Baker.
51 LA RAZÓN DE TODO
Alexander Campbell.
53 COMENZAR DE NUEVO.
Alexander Campbell.
54 NO RENDIRSE
Grace Baker.
55 TODO ACABÓ
Alexander Campbell.
58 DECISIONES DEL PASADO EN EL
PRESENTE
Alexander Campbell
59.- IMÁN DE PROBLEMAS.
Alexander Campbell.
—Por ahora no estarás dando ni una sola entrevista —informa Colton
mientras se acomoda detrás de su escritorio. —El equipo de publicidad está
haciendo su mayor esfuerzo para que el asunto legal con tu madre termine y
quede en el olvido.
—No puedo posponer los conciertos que Ryan había organizado —
informa —así que necesito que ensayes y me des tu mayor esfuerzo ¿de
acuerdo? Sé que todo lo que pasó en tu vida es complicado, pero no puedes
tomarte más tiempo del que ya has tomado.
—Lo sé —respondo. Una sonrisa se filtra en los labios de Colton. —No
has programado otra gira ¿o sí?
—Aún no —me siento aliviado al escuchar su respuesta—. Sé que ha
pasado tiempo desde la última, pero quiero darte un poco más de tiempo
antes de enfrascarnos en un viaje de varios meses.
—Bien, es bueno escuchar eso —él asiente.
—Alex, sé que Ryan fue tu manager por largos años, y sé también la
confianza que habías depositado en él. Quiero que nuestra relación sea más
allá de manager y artista ¿entiendes? Si me lo permites, podemos ser
grandes amigos también.
—Nada me gustaría más que eso —respondo con una sonrisa—.
Aunque, suelo ser demasiado testarudo a veces y…
Las risas de Colton me interrumpen.
—No te preocupes por eso, que yo también puedo serlo bastante—
confiesa. —Ahora, los chicos te esperan en la sala de ensayos, ve con ellos,
después de las cinco eres libre de hacer lo que quieras.
—Gracias —él me dedica un asentimiento mientras me incorporo de la
silla. Tania se encuentra conmigo en el pasillo, recordándome la hora de los
ensayos al día siguiente y luego de eso ella también se marcha.
He vuelto a mi rutina, ensayar una y otra vez con los chicos hasta que
estuviéramos exhaustos, luego volver a casa con Grace, y hacer cualquier
cosa que consiguiera entretenernos.
Diez minutos antes de las cinco, cuando los chicos ya se han marchado
y solo quedamos Stephen y yo, lo noto de nuevo en la libreta que parece
acompañarlo siempre desde hace días.
—¿Estabas componiendo?
—Algo así —responde. Pasan algunos segundos antes de que él se
atreva a mirarme—. Es algo más como una idea.
—¿Una idea? ¿De canción?
Él niega. El nerviosismo parece regresar a él, así que dejo a un lado la
funda la guitarra para centrar mi atención en él.
—Steph, somos amigos —le recuerdo —sabes que puedes decirme
cualquier cosa ¿no? Si estás pensando en irte o si alguien más te ha dado
una oportunidad para estar en otro sitio, lo entenderé.
—No, por Dios, no. Nada de eso —responde.
—¿Entonces? —Él toma una inhalación.
—Sé que tú eres la estrella, de acuerdo, yo solamente estaba con una
idea loca —confiesa sacudiendo las manos.
—No entiendo.
—Yo estaba…estaba pensando que tal vez podríamos ser…tal vez
podríamos ser una…
Capto de manera inmediata lo que quiere decir, parece demasiado
nervioso como para poder decirlo. Así que, con una sonrisa tirando de mis
labios, termino la frase por él.
—¿Una banda? —inquiero.
—¡Si! —el grito entusiasta que emite me hace reír, él parece darse
cuenta de eso porque se recompone, adoptando un gesto avergonzado —
quiero decir, solo fue una idea algo descabellada porque sé que tú amas ser
solista y tu carrera no necesita de más chicos que…
—De hecho, creo que podría considerarlo —no sé exactamente la
manera en la que su rostro se contrae. Si es emoción, sorpresa, incredulidad,
o las tres emociones juntas.
—¿Hablas…hablas en serio?
—Sí, quiero decir, puedo considerarlo. Colton tiene que saber de esto,
pero…no suena como una idea tan descabellada. —respondo.
—¡Genial! —responde —No te sientas presionado ¿eh? Yo solamente
tuve una idea no tienes que tomarla en serio.
Sale de la habitación casi tan rápido que no me da tiempo de decir ni
una sola palabra más. Me cuelgo la guitarra en la espalda, mientras camino
hacia el escritorio en donde la libreta de pasta café descansa. La abro, justo
en la página en donde Stephen la ha dejado.
Las comisuras de mis labios se curvan hacia arriba, mientras mis ojos
viajan por las letras que parecen ser escritas con rapidez sobre la hoja.
Entendía eso, la inspiración a veces surgía con demasiada rapidez que no
había tiempo para cuidar la caligrafía.
Pero no es eso lo que hace que mi sonrisa se ensanche, sino la frase
escrita al comienzo del papel.
Posibles nombres de bandas, para sugerirle a Alexander.
Bajo del auto, asegurándome de colocarle la alarma al auto mientras
camino hacia la puerta de la casa que se alza frente a mí.
—Llegaste temprano —Megan abre la puerta antes de que consiga tocar
el timbre —ella no está, si eso te preocupa.
—No me preocupa —aseguro.
Mi hermana asiente, la sigo cuando ella regresa al interior de la casa.
Cierro la puerta intentando no hacerlo con demasiada fuerza y un par de
minutos después, ya me encuentro en su habitación.
—¿Cuál era tu urgencia para hablar? —inquiero dejándome caer
cómodamente sobre el colchón de su cama.
—Grace me ha dicho que has ido a hablar con Lisa —informa mientras
se coloca a mi costado—. ¿Por qué no me has contado?
—Estabas ocupada con la tesis —me excuso.
—No me mientas —pide con seriedad —Alex, no hemos dejado de ser
hermanos ¿recuerdas?
—No podría olvidarlo —respondo —no lo he dicho porque, no sé, ni yo
mismo entiendo cómo me siento al respecto. ¿Grace te dijo algo más?
—Solo que fuiste a hablar con ella —admite —¿qué pasó?
Tomo una inhalación, caminando hasta el borde del colchón para
conseguir dejarme caer sobre él.
—Tengo muchas dudas, Meg —suelto un corto suspiro —no es sencillo
descubrir que tu madre en realidad no lo es, y luego conocer a tu madre
biológica, saber que tienes una hermana…—sacudo la cabeza —aún estoy
intentando procesarlo.
—No imagino lo complicado que es —susurra —sé que no necesitas
que te diga que hacer, pero no le des el camino fácil.
—¿Qué quieres decir?
—No la conoces, no sabes sus verdaderas intenciones, solo vino y lloró
frente a ti para ganar tu perdón. Alex, no quiero sonar como mamá, pero…
—se detiene —No quiero sonar a Marian —corrige —pero es demasiado
sencillo la forma en la que la has dejado entrar a tu vida.
—¿Y qué se supone que debo de hacer?
—No lo sé. —susurra —pero debes ir con cuidado. Sé que todo esto de
tener una familia, una adorable hermana menor, porque vaya que Madie es
adorable, puede parecer todo lo que siempre quisiste, pero debes pensar con
la cabeza fría. ¿De acuerdo? No quiero decir que Lisa Hale sea una mala
persona, solo que…no estás dejando que te demuestre cuanto está dispuesta
a luchar por ti.
Permanezco en silencio, Megan coloca una de sus manos sobre la mía.
—Y he hablado con Marian, parece…arrepentida, Alex.
—Por favor, Meg. Después de todo…
—Sí, se equivocó. Pero Alex ¿Quién no lo estaría con todo lo que tuvo
que tolerar? Nada de eso fue su culpa, pero no tenía nada más. Fue la única
salida que encontró y no, no la estoy justificando solo creo que…es nuestra
mamá después de todo. ¿Cuándo comenzó todo eso? —cuestiona
imitándome, se planta con firmeza en medio de la habitación mientras me
observa —¿Cuándo tenías diecisiete? ¿Dejó de ser tu madre en ese
momento?
—Megan…
—¿Y qué me dices de los dieciséis años anteriores a eso? —insiste —
La forma en la que cuidó de nosotros, la manera en la que cuidaba de ti
cuando papá estaba lejos. No se molestó cuando le pintaste el cabello de
azul solo porque no te dejó ir a esa fiesta. —me recuerda —¿O la forma en
la que le gritó a esa maestra cuando dijo que debías prestar más atención en
la escuela en vez de pensar que algún día serías famoso? ¿Has olvidado
todo lo que hizo por ti? ¿Por nosotros?
—No, y tampoco he olvidado todo lo que me hizo pasar —mascullo con
molestia —sé que a ti no te hizo nada de eso, y entiendo que creas ahora
que puede estar arrepentida, pero…Megan, ella me arrebató la felicidad por
mucho tiempo. No puedo mirarla sin recordar todo el agotamiento físico y
emocional que me causó, tampoco olvido cada una de sus amenazas. Siento
muchísimo no conseguir perdonarla tan fácil como tu pareces haberlo
hecho.
—Está devastada, Alex…
—Yo también lo estuve ¿recuerdas? Por largo tiempo. Y eso a ella no le
importó.
No responde nada, así que me atrevo a continuar.
—No le estoy dando el camino fácil a Lisa —sentencio —le he dejado
claro que no planeo perdonarla con tanta rapidez. Pero…
—Sé que lo que Lisa te ofrece es lo que siempre has anhelado —susurra
—pero si no luchó por ti, ¿por qué aparecer ahora que las cosas están
completamente fáciles?
—Porque no tiene que esforzarse —respondo en un suspiro —dice que
Marian la amenazó…
—Sí, al igual que a Grace —me recuerda —le arrebató su empleo,
amenazó con hacerte daño ¿y qué fue lo que hizo? Se quedó a tu lado.
Porque te ama. Grace pudo librarse de eso, romper contigo e ir a su lugar
seguro, lejos de las cámaras y la atención pública, pero en cambio, decidió
quedarse y luchar por ti. Eso, Alexander, eso es lo que las personas que
verdaderamente nos aman, hacen.
—Eres más sabia de lo que pensé —la molesto y ella golpea mi hombro
—no tienes de que preocuparte, estaré bien.
—Lo sé —responde con seguridad.
—¡Megan, he vuelto! —el grito proveniente del piso de abajo nos
alerta. La mira de súplica que mi hermana de dedica es suficiente para
hacerme rodar los ojos.
—Dame tiempo —pido —hablaré con ella cuando esté listo.
Me incorporo de la cama, dándole una sonrisa a mi hermana antes de
salir de su habitación, con el propósito de marcharme.
De una u otra manera tengo que arreglar todo, dejar las cosas en su
lugar, y eso no puede esperar.
Grace Baker.
Nuestro viaje a París estaba programado para el viernes de la siguiente
semana, serían dos semanas enteras que pasaríamos en ese lugar, lejos de
toda atención, según Alex. Al parecer había arreglado todo con su manager
para permitirnos la libertad de hacer todos nuestros planes sin apuros. Y
decir que no estaba ansiosa, sería mentir terriblemente.
—Gracie —escucho la voz de Alexander a mis espaldas. Así que aún
con la ropa en mano, me giro hacia él. —Stephen me ha dado una idea.
Quiere que formemos una banda —giro de inmediato cuando termina de
hablar.
—¿Una banda?
—Si —responde con una diminuta sonrisa en los labios. —Él, Ethan,
Jake y yo. Nosotros cuatro. Suena genial ¿no es así?
—Suena más que genial —confieso —¿lo estás considerando?
—Sí, es decir, creo que todo esto es más llevadero si lo haces con
amigos ¿no es cierto? Las giras no serán tan complicadas, creo que, en
cierta parte, nos apoyaremos entre todos.
—Parece una idea estupenda —concuerdo.
—Hay demasiadas cosas que tengo que considerar todavía —confiesa
—solo es una idea, pero…pero me gusta.
Su celular suena, anunciando una notificación. Cuando lo toma, soy
capaz de leer lo que se muestra en él.
—Oh, maldición —masculla. Inevitablemente, a pesar de lo que mis
ojos ven en la pantalla, una carcajada abandona mi cuerpo. —Joder, Grace
¿qué te parece gracioso en esto? —cuestiona.
—Alex, mi amor, al parecer, eres un imán de problemas y malas
noticias—respondo entre risas.
Ahí, en la pantalla del celular, una imagen de Lisa Hale hablando con un
reportero se apreciaba a la perfección. Y no hace falta leer el encabezado,
para saber exactamente qué es lo que ha ocurrido.
60.- VERDADERAS INTENCIONES.
Alexander Campbell.
62.- PROMESAS.
Alexander Campbell.
dónde iremos hoy? —Grace me cuestiona mientras
— ¿Acompartimos un exquisito desayuno en el balcón de nuestra
habitación. estamos en la suite, en el último piso por lo que la ciudad desde
este punto, es impresionante.
Se puede distinguir perfectamente la torre Eiffel, así como los canales
de agua que dividen la ciudad.
—Iremos a la catedral de Notre Dame —informo. —He reservado un
auto de alquiler, estará aquí en una hora. Podemos ir perfectamente hacia
ahí y luego volver, probablemente hoy solo consigamos visitar un sitio o
dos, pero creo que valdrá la pena.
—Oh, sí. Definitivamente —concuerda, me regala una sonrisa antes de
concentrarse por completo en la comida que está entre nosotros.
Luego del desayuno, nos cambiamos de ropa y Grace organiza en una
mochila todas las cosas que podríamos llegar a necesitar durante el camino.
—¿De verdad? ¿No pudiste alquilar un auto más…normal? —inquiere
con una sonrisa divertida.
—¿Más normal? —arqueo las cejas —¿a qué te refieres con más
normal?
—Este auto grita lujo por donde lo veas —murmura. —Debes dejar de
gastar tanto dinero. —añade en tono suave.
—Gracie, el dinero no supone problema alguno para mí —murmuro con
una sonrisa —no te quejes, solo disfruta.
Le dedico un guiño, mientras abro la puerta del auto para permitirle el
acceso. La catedral de Notre Dame está a casi cuarenta y cinco minutos de
distancia, llegaríamos a una hora en donde probablemente habría gente,
Grace me había obligado prácticamente a comprar un par de boinas, y
pareció considerar que esta era la oportunidad perfecta para lucirlas.
No estaba equivocado, al llegar había una larga fila esperando por
entrar, esta vez ni siquiera nuestros inseparables París Pass pudieron
salvarnos de la espera. Cerca de treinta minutos después, al fin estamos
ingresando.
—Te ves adorable —murmura mientras me acomoda la boina en la
cabeza. —Luces como todo un chico francés.
—Et tu es si belle —Ella voltea, arqueando las cejas, pero dibujando
una genuina sonrisa en el rostro—. Luces tan hermosa.
—¿A caso usaste Google traductor para saber esa frase? —inquiere con
diversión, pero el brillo en sus ojos consigue darle un vuelco a mi corazón.
—Solo por esta vez—confieso—. Ya sabes, quería estar preparado para
la ocasión.
Ver a Grace emocionada por entrar fue todo lo que necesitaba para estar
satisfecho, ella ejerce un agarre firme en mi mano mientras señala algunos
de los lugares de la catedral. Las gárgolas es probablemente la cosa que más
le emocionó a Grace, ella suelta mi mano para tomar fotografías, muchas en
realidad, y luego, como en la torre, le pide a una pareja de desconocidos que
nos tome algunas fotografías.
Grace toma tantas fotos como le es posible, también saca algunas de
nosotros, utilizando la cama frontal y asegurando que las subiría a sus
historias tan pronto le fuese posible.
Nos lleva más tiempo del planeado estar en la catedral, para cuando
salimos el sol está en su punto más alto. Observo a Grace deshacerse del
pequeño abrigo que traía, debido a lo fresca que amenazaba ser la mañana.
Se forma una coleta alta, mientras amarra el abrigo a su cintura.
—Luces como toda una turista —bromeo entrelazando nuestros dedos.
Mientras caminamos hacia el auto, los sonidos de unas pisadas detrás de
nosotros nos hacen voltear. —Oh, grandioso —mascullo al notar a un par
de chicos siguiéndonos con la cámara. —Se habían demorado demasiado
tiempo en aparecer.
No hacemos demasiado caso, llegamos al auto, conseguimos subir antes
de que los reporteros nos alcancen.
—¿Siempre sales huyendo? —Grace inquiere en tono divertido
mientras se coloca el cinturón.
—Sí, bueno, creo que no quería responder a cualquier pregunta que
ellos hicieran —confieso. Grace observa su celular, luego lo extiende en mi
dirección para enseñarme lo que sea que está viendo.
“Viaje romántico en París”
Sonrío al leer el encabezado del artículo que se muestra en la pantalla.
Hay una breve descripción luego de la frase, y justo debajo, una fotografía
de nosotros en la torre Eiffel.
—Dicen que al parecer quieres olvidar tus penas en Francia —habla
Grace.
—Bueno, no precisamente olvidar penas —respondo entre risas. —Pero
mira lo bien que salimos —añado.
—¿Verdad que sí? —cuestiona ella apegándose a mi cuerpo —somos
todos unos modelos.
—¿Es el único artículo? —inquiero.
—Es el único que Jane me envío. —confiesa—. Aunque al parecer las
fotos que posteaste en Instagram les han dado la vuelta a las redes.
—Debes de admitir que eran fotos bastante geniales —comento.
Enciendo el auto, saliendo a la avenida principal para poder dirigirnos
hacia nuestro próximo destino.
El museo de Louvre.
Al parecer la noticia de que me encontraba en Francia corrió más rápido
de lo esperado, mantenía la esperanza de poder pasar días tranquilos en
París, anhelo que prácticamente se esfumó luego de que un par de
reporteros nos siguieran en nuestro paseo por el museo, y que algunas de las
fanáticas se acercasen a donde nos encontrábamos para pedir fotografías y
autógrafos. Eso nos había retrasado muchísimo más de lo que teníamos
planeado.
—Lamento que no hayamos conseguido hacer el turismo en el museo
como esperabas —murmuro mientras entramos a una de las cafeterías que
estaban menos concurridas.
Según Google, es un sitio al que no acudía demasiada afluencia de
gente, así que consideramos que era el lugar perfecto para descansar.
—Era algo que estaba consciente de que pasaría —responde con
suavidad mientras el mesero deja frente a nosotros nuestras órdenes—. No
es como si pudieras pasar desapercibido.
—¿Eso fue sarcasmo? —inquiero con diversión.
—Para nada —responde —hablo con total sinceridad.
Como de costumbre, no hablamos demasiado durante nuestra comida.
Parecía que cualquier lugar que visitáramos tendría la comida más exquisita
que ofrecer, comemos hasta que prácticamente no podemos más, y esta vez,
no puedo hacer nada para evitar que Grace pague la cuenta.
Estamos agotados cuando volvemos al hotel, tomamos una ducha antes
de meternos a la cama. La ciudad es bastante silenciosa de noche, sin
embargo, en algún punto, Grace logra distinguir algo a través de la gran
ventana de la habitación.
—¡Oh, mira! —chilla mientras sale de la cama. La habitación está
prácticamente en total oscuridad, ella corre por completo las cortinas y ahí
me percato, la torre Eiffel está a punto de ser iluminada.
Regresa a la cama solo para tomar mi mano y prácticamente arrastrarme
hacia el ventanal. Se coloca a mi costado, abrazada a uno de mis brazos
mientras da un par de brincos.
La observo, a pesar de la oscuridad del lugar soy capaz de mirarla
perfectamente, mis ojos recorren desde la punta de su barbilla, viajando por
sus mejillas y deteniéndose en las largas y onduladas pestañas. La emoción
es evidente en sus ojos, y no aparto la mirada de ella, no puedo hacerlo
porque en este momento el rostro de Grace luce muchísimo más bello.
Ella siente mi mirada sobre su rostro así que voltea, una sonrisa se
dibuja en sus labios.
—¿Qué ocurre? —niego, dejando un beso sobre su frente mientras
volteo hacia el frente.
Ella hace descansar su cabeza sobre mi hombro, en el momento exacto
en donde los cientos de luces blancas iluminan la torre, parece como si una
cascada de brillos cayera encima, cubriéndola toda y proporcionándonos un
espectáculo increíble.
Ahí lo entiendo, no se trata de París, ni de la calma o el ambiente
romántico del lugar, lo que verdaderamente hace especial esto, es la chica
que miraba emocionada las luces a cientos de metros de nosotros.
Es la chica que se abraza a mi cuerpo, trasmitiéndome toda la calidez y
paz que necesito.
Es Grace Baker. Y de eso, no tengo ni una sola duda.
Los siguientes días en París fueron igual de espectaculares como los
primeros dos. Nos dedicamos a recorrer tantas calles como se nos fue
posible, visitando pequeños establecimientos que parecían estar tan
escondidos como si no quisieran ser encontrados. Tomando fotografías en
cualquier lugar que se nos hiciera lo suficientemente bello, razón por la cual
prácticamente nuestros celulares estaban llenos de fotografías de la última
semana.
Viajamos en barco, tuvimos cenas Gourmet y pasamos grandes tardes
en el barrio latino. Cruzamos el Pont des Arts. y el Pont Neuf, para llegar a
la bonita Isla de la Cité.
Todo fue una maravilla.
Compramos varios recuerdos para nuestros amigos, y varias camisetas
con el logo de París impresas en la espalda. Paseamos por los jardines del
Palacio Real, y para nuestro último día en la ciudad, no había nada mejor
que acudir a la Torre Montparnasse, el mejor mirador de París. Intentamos
llegar temprano, probablemente antes de las diez de la mañana para poder
ahorrarnos las filas de entrada.
—No puedo creer que haya pasado más de una semana con tanta
rapidez —pronuncia mientras aguardamos nuestro turno para subir—.
Siento que podría quedarme aquí para siempre.
—Nos quedan menos de tres días para viajar —susurro cruzando una de
mis manos por su espalda para apegarla a mi cuerpo —¿has llamado a tus
padres?
—Están muy emocionados por recibirnos —afirma con una sonrisa. —
Mi madre ya ha comenzado a hacer planes para nuestra llegada —una risa
brota de ella mientras apoya su rostro contra mi pecho.
—Voy a extrañar esto —confieso —conocer lugares contigo, despertar a
tu lado, comer en lugares exquisitos. Voy a echarte mucho de menos cuando
la gira comience.
—Yo también —apoya la barbilla en mi pecho, elevando la mirada —
Pero creo que dos meses pasará rápido, o al menos, mantengo la esperanza
de que así sea.
La fila avanza, así que me veo obligado a apartarme de su cuerpo para
poder caminar. Nos toma cerca de veinte minutos más por fin entrar, y al
llegar al lugar, todo es absolutamente maravilloso.
Todo parece estar en miniatura, los canales de agua trazan líneas azules
alrededor de la ciudad, y las largas avenidas llenas de árboles ahora se
resumen a líneas verdes que se cruzan en todas direcciones.
La torre Eiffel luce miniatura, pero pese a eso, no deja de verse
impresionante. Es hasta este punto en el que saco de mi bolsillo la pequeña
joya que había conseguido hace un par de días atrás.
La caja de terciopelo cabe perfectamente en mi mano, Grace está
bastante entretenida con la vista como para prestarme atención, así que
cuando toco uno de sus hombros y ella se voltea, la sorpresa la invade.
—Compré algo para ti —susurro abriendo la caja. El sencillo pero
increíble anillo reluce en el interior—. Es un anillo de promesa.
Sus ojos brillan, mientras coloca una de sus manos sobre sus labios.
—Te amo tanto como para dejarte ir —susurro—. No quiero pasar ni un
solo día de mi vida sin ti.
Saco el anillo de la caja, tomando una de sus manos y deslizando la joya
en el dedo correcto.
—Y te prometo, Gracie, que un día, cambiaré este anillo por uno de
compromiso. Tienes mi palabra.
Cuando el anillo está en su lugar, ella se abraza a mi cuerpo, rodeando
mi cuello con mis brazos mientras la siendo afianzarse contra mí.
La amo, con una intensidad con la cual nunca me creí capaz de hacer.
Se ha convertido en mi todo, en algo indispensable para mi vida. Grace
ahora es el principal motor, quiero estar con ella el resto de mi vida, y esto,
esto es solo una forma de demostrarle que, sin duda alguna, estoy hablando
con la verdad.
Grace Baker.
Estar en París dos semanas fue completamente sensacional, recorrimos
tantos lugares como nos fue posibles, y comimos en todos aquellos
establecimientos que tenían comida tan exquisita para ofrecer que estaba
segura de que, al regresar a casa, habría subido un par de kilos.
Alex acomoda las maletas sobre en la repisa superior de nuestros
asientos. Hace aproximadamente dos horas que salimos del hotel rumbo al
aeropuerto para poder tomar nuestro vuelo a Nueva York. Estoy
emocionada por ver a mis padres, y por ver la convivencia que ellos
tendrían con Alexander. Cuando fueron a Baltimore, no pudieron conversar
por más de dos horas, debido a todos los asuntos pendientes que Alex tenía
en esos momentos, sin embargo, ahora esperaba que la convivencia fuese
mayor.
El vuelo sería de casi ocho horas, la mitad del tiempo de lo que nos
había costado llegar a París.
Observo el anillo en mi mano, el pequeño diamante reluce desde la
distancia. Una sonrisa se dibuja en mis labios mientras recuerdo las
palabras de Alex en el mirador. Por una fracción de segundo creí que me
propondría matrimonio ahí mismo, y aunque la idea me generaba algo de
emoción, no olvidaba el hecho de que no llevábamos ni un año como pareja
oficial.
Es demasiado pronto.
—Listo —Alex se escabulle en el asiento de mi lado —todo en orden y
listos para pasar las siguientes ocho horas en estos asientos.
—Sobrevivimos a dieciséis horas de vuelo, esto será pan comido.
Él extiende una de sus manos hasta alcanzar la mía, entrelaza nuestros
dedos dejando un leve apretón.
—¿En qué momento conseguiste el anillo? —inquiero con curiosidad
—no te vi parar en ninguna joyería.
—Es un secreto —responde con una sonrisa ladeada —tenía que ser
parte de la sorpresa.
—Esa foto en el mirador, jamás había visto que una fotografía alcance
tantas reacciones —confieso—. Creo que ahora el resentimiento de tus
fanáticas hacia mí ha aumentado.
—No lo creo, conseguí leer un par de comentarios deseándonos un
felices para siempre —pronuncia.
—No estamos comprometidos —él voltea, se encoge de hombros antes
de acurrucarse a mi costado.
—Eso no impide que nos deseen un final de cuento.
Consigo ver por el rabillo del ojo que el cierra los ojos. Se acomoda
contra mi cuerpo y deja descansar su cabeza contra uno de mis hombros.
Sonrío, tomando mi celular para enviarle un mensaje a Jane indicándole que
estábamos a punto de despegar, y otro a mi madre. No pasa nada importante
durante el vuelo, un poco de turbulencia que consigue ponerme los nervios
de punta, pero fue todo.
Mi espalda duele cuando aterrizamos, Alexander se encarga de arrastrar
las maletas fuera mientras intento localizar a mis padres. Una sonrisa se
apodera de mis labios cuando los observo, sosteniendo una cartulina entre
las manos con nuestros nombres.
—Que buen recibimiento —pronuncia Alex a mi costado conforme nos
acercamos.
—¡Oh, cariño! —mi madre me envuelve en sus brazos tan pronto me
encuentro frente a ella —¡Te eché mucho de menos! —exclama. Suelto un
quejido cuando su abrazo se vuelve demasiado fuerte, sin embargo, eso no
impide que mi progenitora continúe apretando como si no hubiese mañana.
—Hola cielito —mi padre es más considerado respecto a la fuerza en su
abrazo. Sin embargo, soy yo quien afianza el agarre.
Mi padre y yo teníamos una relación bastante fuerte, lo amaba
demasiado, a mamá también, pero creo que todo hijo es más cercano a uno
de sus padres.
—Un gusto verlos de nuevo, señores Baker —Alex lanza una sonrisa
encantadora hacia mi madre, no parece poder escapar de la fuerza que mi
madre parece aplicar en él cuando lo abraza, y por la mueca que
fallidamente intenta disimular, sé que el abrazo ha sido con igual fuerza que
el mío.
—Alex, nos alegra saber que estás bien —mi padre estrecha la mano
con él. —estábamos muy preocupados.
—Estoy bien ahora —asegura.
Luego de los saludos, mi padre nos ayuda con las maletas y poco
tiempo después ya nos encontramos en el interior del auto de mi padre. Mis
padres nos dejan solos cuando llegamos a la casa, Alexander me sigue hasta
la que fue mi habitación durante casi veinte años de mi vida y la cual parece
estar del mismo modo en la que la dejé.
Nos concentramos en desempacar las cosas, cuando todo está listo
ambos nos damos una necesaria ducha, esta vez separados, y luego bajamos
a cenar. Alex parece desenvolverse demasiado bien con mis padres, la
plática es amena y permanecemos un largo rato en la sala de la casa, antes
de subir de nuevo a la habitación.
No hablamos prácticamente nada cuando ingresamos, ambos estamos
agotados así que, tras cambiarnos y lavarnos los dientes, nos escabullimos a
la cama. Alex abre los brazos, invitándome a acercarme, no lo dudo, sonrío
con ligereza mientras me acomodo a su lado, sintiendo esa vibración en mi
pecho cada que estoy junto a él.
Cierro los ojos, adoptando una postura más cómoda sobre su cuerpo, me
acomodo contra él, sintiéndome reconfortada, sintiéndome en una especie
de cuento de hadas que está muy lejos de acabar.
63.- FIN DEL VIAJE.
Grace Baker.
N ueva York nos trató igual de bien que Paris, los siete días que
permanecimos con mis padres fueron tan increíbles y relajantes
como los catorce anteriores.
No me había dado cuenta de cuanto disfrutaba de pasar tiempo con
Alex, lejos de ajetreos de nuestra vida diaria, lejos de compromisos que
cumplir, simplemente siendo nosotros dos, disfrutando de todas las
atracciones que Nueva York tenía para ofrecer.
Fue imposible escabullirnos de los periodistas, aun cuando lo
intentamos con demasiado esfuerzo, en algún punto, algunos de ellos nos
habían cerrado el paso tanto que Alexander tenía que detenerse a hablar con
ellos.
Pese a eso, el tiempo que pasamos en casa también fue igual de
placentero. Perdí la cuenta de cuantas veces mi padre y Alex pasaron
viendo partidos de futbol, emocionándose por cada gol y me resultaba
verdaderamente gracioso la forma en la que mi novio parecía haber creado
una pasión por el deporte.
Sin embargo, nuestros días de placer y descanso han terminado. Y
ahora, nos encontramos haciendo las maletas para poder tomar nuestro
vuelo de regreso a Baltimore.
Observo a Alex doblar la ropa con cuidado antes de acomodarla en el
interior de la maleta, parece estar demasiado concentrado en ordenar la ropa
de manera correcta, tanto que no presta atención a nada más.
Cuando hemos terminado, nos escabullimos en la cama. No es tan
grande como la del departamento, y seguramente era la mitad de grande a
comparación de la que había en su casa, pero nos permitía estar a ambos
perfectamente.
—No puedo creer que se ha acabado —murmuro contra su pecho. Él
acaricia mi cabello, desde la parte alta de mi cabeza hasta llegar a la mitad
de mi espalda.
Sus dedos dibujan siluetas sobre la tela de la blusa que llevo puesta.
Proporcionándome una sensación tan cálida que cierro los ojos.
—Yo tampoco. Ha sido completamente increíble pasar este tiempo
contigo —asegura. —Voy a extrañar esto, el no tener ninguna otra
preocupación que no sea el a que sitio visitaremos mañana.
Me acurruco contra su pecho aún más, como si de esa manera
consiguiera estar mucho más cerca de él.
—Supongo que es lo malo de los viajes —susurro con los ojos cerrados
—. Saber que en algún momento van a acabarse y tendremos que regresar a
nuestra vida diaria.
Alex no responde, se limita a abrazarme y yo disfruto de la sensación de
estar contra su pecho. Me agrada sentir el latir de su corazón, y la forma en
la que su pecho sube y baja con suavidad hasta convertir su respiración tan
lenta, que me da el indicio que probablemente se ha quedado dormido.
Por mi parte, no lo consigo de inmediato. Es una de esas veces en donde
comienzas a recordar todo lo vivido en los días anteriores, como si los
recuerdos se reprodujeran en la menta como una película fotografía, como
si los momentos vividos fuesen videos a los cuales alguien les ha puesto
reproducir.
No sé en qué punto me quedo dormida, pero sin duda alguna lo hago
con los recuerdos de tres semanas, completamente extraordinarias, en
mente.
La alarma no suena al día siguiente, o si lo hizo, ninguno la escuchó. Lo
que nos despertó fueron los gritos de mi madre entrando a la habitación que
hicieron que el pobre de Alexander casi sufriera un paro cardíaco.
Parecía que mi madre había regresado a le época en donde tenía que
gritar apresurándome para que consiguiera llegar temprano al colegio, esta
vez, sin embargo, no había ningún colegio esperando por mi llegada.
—Por Dios, tu madre es más efectiva que un despertador—. Alex suelta
un bostezo mientras caminamos por los pasillos para llegar al avión.
No habíamos alargado mucho la despedida, un par de abrazos y muchos
“te echaremos de menos” por parte de mis padres fue todo lo que nos
permitirnos.
—Lamento que te haya despertado de esa forma —una risa me invade
ante el recuerdo del brinco sobresaltado que Alex sufrió cuando mi
progenitora ingresó al cuarto diciendo que perderíamos el avión—. Sé que
no es nada agradable.
—Al menos me sirvió para que no me metiera en la cama a seguir
durmiendo por un par de horas más —responde divertido.
Subimos al avión, localizando nuestros asientos y tomándonos el tiempo
para acomodarnos en ellos. Esta vez los asientos están juntos, sigue siendo
un vuelo de primera clase, pero mucho más sencillo que el primero que
tomamos.
La distancia es escasa, a comparación a todo el tiempo que habíamos
volado con anterioridad, sería menos de una hora lo que nos tomaría llegar
a casa. Alex se la pasa durmiendo durante todo el trascurso del vuelo, y yo
intento hacerlo, aunque no lo consigo muy bien.
Mi cuerpo parece reflejar todo el agotamiento de las últimas semanas,
para cuando aterrizamos, el dolor en mi espalda comienza a torturarme.
Pese a eso, cuando miro a Jane lucir entusiasmada sosteniendo un cartel con
nuestros nombres, me siento muchísimo más animada.
Alex se niega a darme las maletas y se empeña en llevarlas él hasta el
auto. Jeff, el chofer y gran amigo de Alex también nos recibe con su
habitual sonrisa cálida y nos deja saber lo mucho que nos echó de menos.
Jane apenas y nos acompaña a casa, dice que tiene asuntos que resolver
sobre el estudio de moda así que se marcha apenas llegamos a la entrada de
nuestro hogar.
Llegar se siente bien, se siente como volver a un sitio que te devuelve
las fuerzas y todas y cada una de las energías.
—En casa otra vez —susurra Alex con una sonrisa —estamos de vuelta.
El gesto en su rostro es sincero, tan genuino que me contagia.
—Estamos de vuelta —concuerdo antes de acercarme y envolver mis
manos alrededor de su cuello para besarlo.
Alexander Campbell.
Un par de días después de volver, me encuentro de pie frente a Steph,
tratando de encontrar el momento oportuno para decirle a mi amigo, que
había aceptado su idea.
—¿Por qué parece que quieres decirme algo? —inquiere Steph con
curiosidad mientras ajusta las cuerdas de su guitarra—. ¿A caso me
extrañaste por tu viaje a París y quieres confesármelo ahora?
—Él estuvo bastante deprimido sin ti —bromea Ethan uniéndose a la
conversación.
—Ya lo creo, soy demasiado indispensable en tu vida ¿no es cierto? —
Steph me lanza una mirada divertida.
Ethan arrastra una butaca hasta donde nos encontramos, se sienta
mientras juega con las baquetas entre sus dedos, localizo a Jake, del otro
lado de la habitación y agradezco que todos estuviesen aquí.
Lo haría más sencillo.
—Ya, enserio hombre, dinos que pasa —murmura Steph —¿A caso has
decidido que no nos necesitas?
—No, de hecho, es todo lo contrario —mascullo. Juego con el zíper de
mi chamarra mientras intento encontrar las palabras adecuadas.
Steph arquea la ceja, parece entender a lo que quiero llegar sin haber
dicho ni una sola palabra. Jake se acerca, cuando sospecha que hablamos de
algo importante y termina apoyando uno de sus codos sobre el hombro de
Ethan.
—¿Y bien? —insiste Ethan—. No nos dejes con la curiosidad.
—Stephen el otro día me comentó que tenía la idea de formar una banda
—el rostro de los chicos frente a mí se contrae con emoción —yo creo que
en realidad ya lo somos, pero…pero he pensado que tal vez…no lo sé,
podríamos presentarnos como tal.
El silencio nos consume, se instala entre nosotros mientras me
mantengo con ansias de una respuesta.
—¿Una banda? ¿Quieres que seamos una banda? —inquiere Jake con
incredulidad.
—Chicos, tienen voces increíbles —aseguro. —Y componen tan bien
que creo que esto puede resultar y si no lo hace, ¿qué más da? Quiero hacer
algo nuevo, y no encuentro mejores personas que ustedes, que han estado
conmigo desde que mi carrera comenzó. Ya no quiero salir al escenario y
que griten mi nombre, quiero que griten nuestros nombres.
—Lo tomaste en serio —el susurro emocionado y casi incrédulo de
Steph se hace oír.
—Claro que lo tomé en serio —afirmo. —Puedo hablar con Colton, él
puede representarnos si están de acuerdo, pero…pero necesito saber si están
de acuerdo con esto.
—Es una locura —Ethan masculla incorporándose —Alex, tú eres la
estrella ¿por qué quieres que tres chicos desconocidos se te unan? Nosotros
estamos ahí, contigo, pero nadie nos mira, el centro de atención eres tú y
ahora ¿quieres compartir esa atención con nosotros?
—Si, tal vez es una locura, pero no quiero seguir haciendo esto solo —
afirmo. —Hablo en serio, chicos. Si están de acuerdo…
Un grito emocionado y unísono se escucha interrumpiendo mis
palabras, los tres se lanzan sobre mí como si fuesen niños y, por
consiguiente, los cuatro acabamos en el suelo. Un par de instrumentos caen
también con nosotros, el sonido resuena por la habitación mientras tomo esa
respuesta como un sí.
—¿Y cuál es nuestro nombre? —inquiere Stephen—. Leíste la libreta
¿no?
—Todos son geniales, pero sin duda hay uno que estoy seguro que es el
adecuado
—¿Y bien? ¡Dilo! —exige Jake.
—The Last Desire.
El nombre encaja perfectamente bien con lo que todo esto era, la sonrisa
de los chicos me afirma que es el nombre correcto.
—¡Señoras y señores…con ustedes…The Last Desire! —el grito
emocionado de Stephen mientras toca un par de acordes con la guitarra
eléctrica de Jake nos hacen reír.
Tanto como probablemente no lo he hecho con ellos. Y se siente bien,
increíblemente bien.
Es tarde cuando vuelvo a casa. He pasado hablando prácticamente toda
la tarde con Colton, él estaba demasiado sorprendido por la decisión, no lo
aceptó de inmediato, de hecho, tuvimos que insistir por largas horas para
que él accediera a considerarlo. Su argumento es que no es sencillo, había
conciertos programados como solista los cuales le aseguré que daría, luego,
nos alejaríamos por un tiempo para hacer nuestro regreso como una banda
oficial.
Y eso pareció convencerlo.
—¡Gracie, volví! —el silencio es la respuesta que recibo a mi grito.
—Hola —ella aparece por las escaleras, con un camisón para dormir y
el cabello revuelto. No lleva nada debajo así que tengo una vista perfecta
que sus largas piernas—. ¿Cómo estuvo tu día?
—Mejor de lo que esperé —admito —¿qué hay de ti?
—He dormido todo lo que no pude durante los vuelos —bromea —me
siento como un oso, pero quiero saber, ¿qué tal estuvo tu regreso?
—Hablé con los chicos —pronuncio mientras le hago un ademán para
que subamos a la habitación. —Les dije que quería formar una banda.
—¿De verdad? —inquiere con aire emocionado—. Eso es genial.
Demasiado de hecho. ¿Lo han aceptado? —asiento con énfasis.
—Todos están muy emocionados, es decir, esto es algo nuevo, pero es
lo que quiero hacer. No creo querer continuar solo en este, amo la música,
Gracie, pero creo que, si la creas con amigos, es mucho mejor.
Ella sonríe, acercándose a mí y tomando una de mis manos entre las
suyas.
—Si te hace feliz, entonces no dudes en que es lo correcto. —asegura
con suavidad—. ¿Qué opina Colton al respecto?
—No está muy convencido —confieso —pero confío en que al final
terminará por aceptarlo. Lo entiendo, no es lo mismo representar a un
solista, que a una banda.
Me aparto, para tomar asiento en el borde del colchón mientras ella
permanece a unos pasos de distancia.
—Y he encontrado el nombre perfecto. —susurro.
—¿Y cuál es? —Me observa con curiosidad, atenta a la respuesta.
—The Last Desire.
Grace sonríe, se acerca hasta tomar mi mano y mirarme de esa manera
en la que solo ella es capaz, con una dulzura y comprensión que me
envuelven haciéndome sentir bien, me hacen sentir feliz.
—Es excelente, estoy tan orgullosa de ti, cariño. Tan orgullosa de que
continúes con aquello que más amas. Con todo esto, ¿quieres decir que…?
—Que The Last Desire está cada vez más cerca de existir —confiesa
con tono emocionado—. Y el álbum en el que Steph y yo estábamos
trabajando, se lanzará como el primer disco oficial de la banda.
—¡Por Dios, Alex! ¡Eso es asombroso! —me lanzo hacia él,
envolviendo mis brazos alrededor de su cuello y sujetándolo con fuerza—.
Es completamente increíble.
—Gracie, cuando esto se haga real, probablemente tengamos conciertos
y…
—Lo sé. Sé que es probable que tengas que viajar, y estaré bien con eso.
No me molestará el hecho de que persigas tu sueño —asegura. —Al
contrario, me siento tan orgullosa de que lo estés haciendo. Es hora de que
comiences a hacerlo, sin miedo, te que te sientas libre de hacer lo que amas,
lo que te hace feliz. Es hora de que te des cuenta de que no hay nada que te
detenga de hacer lo que siempre has deseado. Y yo estaré ahí, tan orgullosa
de que al fin lo has conseguido, mi amor. Estaré contigo, a tu lado, o tal vez
a kilómetros de distancia, mirándote por un televisor. Pero estaré. Eso
siempre será así. Que compartas esa felicidad ahora con más personas, es
estupendo, los sueños cambian, se hacen más grandes, pero debemos
perseguirlos. Y no sabes lo feliz que me hace ver que tú los estás siguiendo.
Grace tiene razón, lo que hemos pasado es solo parte de la vida, perder
batallas, ganar otras, todo nos lleva al mismo punto final. Cada acción, cada
decisión se refleja en el camino que nos ha traído hasta este momento.
—Soy fiel creyente de que los errores del pasado nos hacen las personas
que somos ahora, sin ellos, todo sería distinto, no seríamos lo que somos en
estos instantes, existen mil posibilidades frente al riesgo de tomar una
decisión, pero sin duda alguna, sé que tomaría las mismas opciones,
correría los mismos riesgos y tomaría exactamente las mismas decisiones
sin personarlo, todo con tal de estar aquí, con tal de estar contigo —sus
palabras me atrapan en un mar de emociones, que lo único que deseo, es
besarla.
La tomo de la cintura, atrayéndola a mí. Mis labios se posan sobre los
de ella, y ahí comprendo que, los sueños, también requieren de algo que los
acompañe, también requieren de aquella palabra de cuatro letras, que causa
un revuelo en los corazones.
Podré tener mil sueños, pero ninguno de ellos tendría sentido, sin Grace
Baker, la total y absoluta dueña de mi corazón.
64.- DEUDAS SALDADAS.
Alexander Campbell.
Un año después.
EPÍLOGO.
Grace Baker.
UN AMOR INSTANTÁNEO.
Marian Campbell.
Llegada de Alexander.