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XLVI Any where out of the world Dondequiera fuera del mundo Esta vida es un hospital donde cada enfermo est4 po- seido por el deseo de cambiar de cama. Este desearia su- frir frente a la estufa, aquél cree que se curard junto a la ventana. A mi me parece que siempre me sentiria bien alli donde no me encuentro y esta cuestion de la mudanza es una de las que discuto constantemente con mi alma. —Dime, alma mia, pobre alma enfriada, :qué te pa- receria si viviéramos en Lisboa? Alli hace calor sin du- da y te reanimarias como un lagarto. Esa ciudad esta a la orilla del agua; dicen que esta construida en marmol y que sus habitantes aborrecen de tal modo los vegeta- les que arrancan todos los Arboles. Ese seria un paisaje de tu gusto, un paisaje compuesto de luz y minerales, iy con el mar para reflejarlos! Mi alma no contesta. —Puesto que te gusta tanto el reposo con el espectaculo del movimiento, :quieres ir a vivir a Holanda, ese pals beatificante? Tal vez te divertirias en aquella comarca Cu" ya imagen tan frecuentemente has admirado en los muse- os. ¢Qué opinarias de Rotterdam, tu que amas los bosques de mastiles y los barcos amarrados al pie de las casas? Mi alma sigue muda. 310 impulsado por CamScanner EL SPLEEN DE PARIS —¢Acaso te agradaria mas Batavia? Por lo demas, alli hallarfamos el espiritu de E ropa unido a la belleza tro- pical. Ni una palabra. ¢Estaria muerta mi alma? -Acaso has llegado a tal grado de entumecimiento que sélo te complaces en tu mal? Si es asi, huyamos a los paises que son la analogia de la Muerte. Yo me en- cargaré de eso, pobre alma. Haremos las maletas para el Tornea. Vayamos mis lejos todavia, al extremo del Baltico; y, si fuera posible, a un lugar mas alejado de la vida; instalémonos en el Polo. Alli el sol sélo roza obli- cuamente la tierra y las lentas alternativas de la luz yla noche suprimen la variedad y aumentan la monotonia, esa mitad de la nada. Alli podremos tomar largos ba- fos de tinieblas en tanto que, para entretenernos, las auroras boreales nos enviardn de vez en cuando sus gavillas rosadas, como los reflejos de un fuego artifi- cial del Infierno. Por fin habla mi alma, y exclama juiciosamente: ~iDondequiera, dondequiera, con tal que sea fuera de este mundo! XLIX impulsado por §§ CamScanner XLI EI puerto Un puerto es una morada encantadora para un al- ma cansada de los combates de la vida. La amplitud del firmamento, la arquitectura movil de las nubes, las cambiantes coloraciones del mar, el centelleo de los faros, son un prisma maravillosamente adecuado para recrear la mirada sin cansarla jamas. La forma esbelta de los navios de arboladura complicada y a los que la marejada imprime oscilaciones amorosas, sirve para mantener en el alma el gusto por el ritmo y la belleza. Ademas, y sobre todo, hay una especie de placer misterioso y aristocratico, para quien no tiene ya curiosidad ni ambicion, en contemplar, acostado en el mirador 0 acodado en el muelle, todos esos MO- vimientos de los que se van y los que regresan; de to- dos lo que tienen todavia fuerza de voluntad y el gran deseo de hacer fortuna o viajar. impulsado por §§ CamScanner XXXVIL Los beneficios de la Luna La Luna, que es el capricho mismo, miré por la ventana mientras dormjas en tu cuna y se dijo: “Esta nifla me gusta”. Descendié suavemente por la escalera de nubes y paso sin hacer ruido a través de los vidrios. Luego se tendié sobre ti, con la suave ternura de una madre y deposité sus colores en tu rostro. Tus pupilas queda- ron verdes y tus mejillas extraordinariamente pilidas. Fue al contemplar a esa visitante como se agrandaron tan extraflamente tus ojos, y te oprimi6 con tanta ter- nura la garganta que has conservado en ella, para siempre, las ganas de llorar. Sin embargo, en la expansién de su jubilo, la Luna 292 impulsado por CamScanner EL SPLEEN DE PARIS lleno toda la habitacién como una atmésfera fosférica, como un tdsigo venenoso; y toda esa luz viviente pen- saba y decia: “Sufriras eternamente la influencia de mi beso. Seras bella a mi manera. Amaras lo que amo y lo que me ama: el agua, las nubes, el silencio y la noche; la mar inmensa y verde, el agua informe y multiforme; el lugar donde no te hallars, el amante que no conoceras, las flores monstruosas, los perfumes que hacen delirar, los gatos que se desmayan en los pianos y que gimen, como las mujeres, con una voz ronca y suave”. “Y serds amada por mis amantes, cortejada por mis aduladores. Serds la reina de los hombres de ojos ver- des cuya garganta he oprimido también con mis cari- cias nocturnas, de los que aman el mar, el mar inmen- so, tumultuoso y verde, el agua informe y multiforme, el lugar donde no se hallan, la mujer que no conocen, Jas flores siniestras que se parecen a los incensarios de una religién desconocida, los perfumes que perturban la voluntad y los animales salvajes y voluptuosos que son los emblemas de su locura.” Y €s por eso, mi querida nifia mimada, embruja- da, por lo que estoy ahora acostado a tus pies, bus- cando en toda tu persona el reflejo de la Diosa temi- ble, de la madrina fatidica, de la nodriza envenadora de todos los lundticos. impulsado por §§ CamScanner CHARLES BAUDELAIRE XXNIII Embriagaos Hay que estar siempre ebrio. Todo consiste en eso, es el unico tema. Para que no sintais la horrible carga del tiempo que os destroza los hombros y os inclina hacia el suelo, tenéis que embriagaros siempre. ¢Pero con qué? Con vino, poesia o virtud; a vues- tro gusto. Pero tenéis que embriagaros. Y si a veces, en las escalinatas de un palacio, en la verde hierba de una zanja o en la triste soledad de vues- tro cuarto, os despertdis con la embriaguez disminuida o desaparecida, preguntad al viento, a la ola, a la estre- Ila, al reloj, a las aves, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla; preguntad qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el reloj y las aves os responderan: “jEs la hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del tiempo, embriagaos, embriagaos constantemente. De vino, de poesia o de virtud; a vuestro gusto”. impulsado por CamScanner XXXII EI tirso A FRANZ Liszt éQué es un tirso? En su significado poético y moral es un emblema religioso en mano de sacerdotes y sa- cerdotisas que celebran a la divinidad de la que son los servidores e intérpretes. Pero fisicamente no es mas que un palo, una simple vara, pértiga de lipulo o ro- drigén de vid, seca, dura y recta. Alrededor de esa va- ra, formando meandros caprichosos, juegan y retozan tallos y flores; aquéllos, sinuosos y huidizos; éstas in- clinadas como campanas 0 como copas invertidas. Y una exaltacién asombrosa surge de esa complejidad de lineas y colores, suaves o brillantes. ¢No se diria que la linea curva y la espiral hacen la corte a la linea recta y danzan a su alrededor en una adoraci6n muda? éNo se diria que todas esas corolas delicadas, todos esos calices, explosiones de olores y colores, ejecutan un fandango mistico alrededor de la vara hiératica? 286 impulsado por CamScanner EL SPLEEN DY Panty ¢Y quién es, sin embargo, el mortal imprudente que se atreve a determinar si las flores y los Pampanos han si do hechos para la vara, o si la vara no es mas que el pretexto para mostrar la belleza de los pampanos y las flores? El tirso es la representaci6n de tu dualidad por- tentosa, maestro poderoso y venerado, caro bacante de la belleza misteriosa y apasionada. Jamas una nin- fa exasperada por el invencible Baco sacudié su tirso sobre las cabezas de sus compaiieras enloquecidas con tanta energia, tan caprichosamente, como ti agitas tu genio sobre los corazones de tus hermanos. La vara es tu voluntad, recta, firme e inconmovible; las flores son el paseo de tu fantasia alrededor de tu voluntad, son el elemento femenino que ejecuta alrededor del macho sus piruetas prestigiosas. Linea recta y linea arabesca, intencion y expresi6n, rigidez de la voluntad, sinuosi- dad de la palabra, unidad de propésito, variedad de los medios, amalgama omnipotente e indivisible del genio, ¢qué analista tendré el valor detestable de divi- diros y separaros? Querido Liszt, a través de las brumas, ms alla de los rios, por encima de las ciudades donde los pianos cantan tu gloria, donde la imprenta traduce tu sa- Piencia, dondequiera que estés, en los esplendores de la ciudad eterna, o en las brumas de los paises sofia- dores que consuela Cambrinos*, improvisando can- tos de deleite o de sufrimiento inefable, 0 confiando al papel tus meditaciones abstrusas, cantor de la Vo- luptuosidad y de la Angustia eternas, fildsofo, poeta Y artista, jte saludo en la inmortalidad! El inventor de la cerveza. impulsado por CamScanner XXIII La soledad Un periodista filantropo me dice que la soledad _ mala para el hombre, y en apoyo de sus tesis me Cita, como todos los incrédulos, palabras de los Padres d¢ la Iglesia. Sé que el Demonio frecuenta de buena gana los ly gares dridos y que el Espiritu del homicidio y la lasci via se inflama maravillosamente en las soledades, Mas seria posible que esa soledad no fuese peligrosa sino para el alma ociosa y divagadora que la puebla con sus pasiones y quimeras. Es cierto que un charlatan, cuyo placer supremo consiste en hablar desde lo alto de un ptlpito o desde una tribuna, correrfa el peligro de volverse loco furio- so en la isla de Robinson. Yo no exijo a mi periodista las valientes virtudes de Crusoe, pero le pido que no acuse a los enamorados de la soledad y del misterio. Hay en nuestras razas personas charlatanas que aceptarian con menos repugnancia el suplicio supre- mo si se les permitiera hacer desde el cadalso una arenga profusa, sin temor a que los tambores de San- terre le cortaran intempestivamente la palabra. Yo no los compadezco, porque adivino que sus efusiones oratorias les procuran deleites semejantes 2 los que otros obtienen del recogimiento y del silen- cio, pero sf los desprecio. Deseo sobre todo que el maldito periodista me de- je divertirme a mi gusto. “Usted no siente nunca —Me pregunta en tono nasal muy apostdlico- esa Ne cesidad de compartir sus goces?” ;Qué sutil envidio- impulsado por CamScanner EL SPLEEN DE PARIS so! Sabe que desdefio los suyos y se atrave a insi- nuarse en los mios, el horrible aguafiestas. “jEs una gran desdicha no poder estar solo!”, dice en alguna parte La Bruyére, como si deseara avergonzar a aquellos que corren a olvidarse entre la gente, porque temen, sin duda, no poder soportarse a si mismos. “Casi todos nuestros males provienen de que no hemos sabido quedarnos en nuestra casa”, dice otro sabio, Pascal creo, recordando la celda del recogi- miento a esos enloquecidos que buscan la felicidad en el movimiento y en una prostitucion que podria llamar fraternitaria si quisiera decirlo en la bella len- gua de mi siglo. impulsado por CcamScanner Pp F XXII El crepisculo vespertino Anochece. Un gran apaciguamiento se produce en las pobres mentes cansadas con la labor del dia, y ahora adquieren sus pensamientos los colores indeci- sos y suaves del crepusculo. Sin embargo, de la cima del monte llega hasta mi balcén, atravesando las nubes transparentes de la tarde, un alarido compuesto de una multitud de gri- tos discordantes que el espacio transforma en una ar- Monia lagubre, como la de una marejada que sube o la de una tempestad que despierta. éQuienes son los infortunados a los que el ano- checer no tranquiliza y que, como los mochuelos, to- 255 impulsado por 9 CamScanner CHARLES BAUDELAIKE man la Ilegada de la noche como sejial de aquelarre; Ese ululato siniestro nos llega del negro hospicio po- sado en la montaiia; y al anochecer, fumando y con- templando el reposo del valle inmenso, erizado de ca sas cada una de cuyas ventanas nos dice: “Aqui esta la paz ahora, aqui esta la alegria de la familia”, pue- do cuando el viento sopla de alli arriba, mecer mi pensamiento asombrado al son de esa imitaci6n de las armonias del infierno. El creptisculo excita a los locos. Recuerdo que tuve dos amigos a los que enfermaba el crepusculo. Uno de ellos desconocia en aquel momento todos los vinculos de la amistad y la cortesia y maltrataba como un salvaje al primero que encontraba. Lo vi arrojar a la cabeza de un maitre de hotel un exce- lente pollo en el que creia ver no sé qué jeroglifico insultante. El atardecer, precursor de los deleites profundos, le echaba a perder las cosas mas sucu- lentas. El otro, un lisiado ambicioso, se ponia, a medida que anochecia, cada vez mas arisco, mas sombrio, mas terco. Todavia indulgente y sociable en el trans- curso del dia, por la tarde se volvia implacable, y ejercia con rabia, no solamente en los otros, sino también en sf mismo, su mania crepuscular. El primero murié loco, incapaz de reconocer a su esposa y su hijo; el segundo lleva consigo la inquietud de un malestar perpetuo, y aunque le concedieran to- dos los honores que pueden conferir las republicas y los principes, creo yo que el crepusculo seguiria en- cendiendo en él el ardiente deseo de distinciones imaginarias. La noche, que ponia sus tinieblas en la impulsado por CamScanner EL SPLEEN DE PARIS mente de esos dos hombres, ilumina la mia; y aun- que no sea raro ver que la misma causa engendra dos efectos contrarios, me siento siempre intrigado y alarmado por ello. jOh, noche! jOh, tinieblas refrescantes! Sois para mi la sefial de una fiesta interior, sois la liberacién de una angustia. En la soledad de las Ilanuras, en los la- berintos pedregosos de una gran capital, jtitileo de las estrellas, resplandor de los faroles, sois los fuegos de artificio de la diosa Libertad! {Qué apacible y amoroso eres, creptisculo! Los fulgores rosados que se demoran en el horizonte co- mo la agonia del dia bajo la presion victoriosa de la noche, las luces de los candelabros que ponen man- chas de un color rojo opaco a las ultimas glorias del ocaso, los pesados cortinajes que una mano invisi- ble trae de las profundidades del Oriente, todos ellos imitan los sentimientos complicados que lu- chan en el corazon del hombre en las horas solem- nes de la vida. También pareceria una de esas extrafias vestimentas de las bailarinas en las que una gasa transparente y OS- cura deja entrever los esplendores amortiguados de una falda resplandeciente, como bajo el presente desgracia- do se transparenta el pasado delicioso; y las vacilantes estrellas de oro y plata de que esta sembrada represen- tan esas luminarias de la fantasia que se encienden bien Gnicamente bajo el riguroso luto de la Noche. impulsado por CamScanner vi Cada uno su quimera Bajo un gran cielo gris, en una extensa Ilanura polvo- rienta, sin caminos, sin césped, sin cardos, sin ortigas, encontré a muchos hombres que andaban encorvados. Todos ellos Ilevaban a la espalda una enorme Qui- mera, pesada como un saco de carbén 0 de harina, 0 co- mo la fornitura de un infante romano. Pero el animal monstruoso no era un peso inerte; al contrario, envolvia y oprimia al soldado con sus miscu- los elasticos y fuertes; se prendfa con sus dos grandes garras al pecho de su cabalgadura; y su cabeza fabulosa sobrepasaba la del hombre, como uno de aquellos cas- cos horrorosos con los que los antiguos guerreros espe- raban aumentar el terror del enemigo. Interrogué a uno de aquellos hombres y le pregunté ad6nde iban cargados de ese modo. Contesté que no lo sabian ni él ni sus compajieros, pero que evidentemente iban a alguna parte, pues los impulsaba una invencible necesidad de avanzar. Cosa extrafia: ninguno de esos viajeros parecia irrita- do contra el animal feroz colgado de su cuello y pegado 4 su espalda; parecia considerarlo como parte de él mis- Mo. Todos aquellos rostros fatigados y serios no mant- festaban desesperacién alguna; bajo la cipula spleenéti- impulsado por CamScanner CHARLES BAUDELAIRE ca del cielo, y con los pies hundidos en el polvo de un suelo tan desolado como el cielo, caminaban con el sem- blante resignado de los condenados a la eterna espera. Y el cortejo pasé por mi lado y se sumi6 en la bruma del horizonte, donde la superficie redonda del planeta se oculta a la mirada curiosa de los hombres. Y durante unos instantes me obstiné en comprender ese misterio, pero pronto la irresistible Indiferencia se abatié sobre mi y quedé agobiado aun mas pesadamen- te de lo que estaban ellos por aquellas Quimeras aplas- tantes. impulsado por 9 CamScanner Vv La habitaci6n doble | Es una habitacién que parece de ensuefio, una habi- tacidn espiritual ciertamente, donde la atmosfera dete- nida se tife ligeramente de rosado y de azul. El alma se hunde, en ella, en un bafio de pereza, que aroman el pesar y el deseo. Es algo crepuscular, azulado y rosado, un suefio voluptuoso que dura los instantes de un eclipse. Los muebles tienen formas alargadas, languidas y postradas. Parecerian sofiar; se los diria dotados de vi- da sonambulesca, lo mismo que el vegetal y el mineral. Los pafios hablan una lengua ya muerta, al igual que las flores, los cielos y las puestas de sol. En las paredes ningin horror artistico. Con relacién al suefio puro, a la impresién no analizada, el arte bien definido, el arte positivo, es como una blasfemia. Aqui todo posee la claridad suficiente y la deliciosa ocuridad de la armonjia. Un perfume infinitamente pequefio de la mas selecta exquisitez, con el que se entremezcla el olor de una hu- medad muy liviana, se expande en esa atmésfera, don- de a la mente adormida la mecen sensaciones de invet- nadero cAlido. ark impulsado por CamScanner EL SPLEEN DE PARIS. La muselina llora abundantemente delante de las ventanas y del lecho, y se vierte en cascadas nevosas. En ese lecho esta acostado el idolo, el soberano de los sue- ios. ¢Pero como est4 aqui? ¢Quién lo ha traido? ¢Qué poder magico lo ha instalado en ese trono de fantasia y voluptuosidades? ¢Qué importa? Esta presente y yo lo reconozco. jSon sin duda sus ojos, cuya llama atraviesa el cre- pisculo, los ojos sutiles y terribles que reconozco por su malicia espantosa! Atraen, subyugan, devoran la mira- da del imprudente que los contempla. Yo he escrutado con frecuencia esas estrellas negras que imponen la cu- riosidad y el pasmo. A qué demonio benévolo le debo el estar rodeado de misterio, de silencio, de paz y de perfumes? jOh bie- naventuranza! Lo que llamamos generalmente vida, in- clusive en su expansién mas propicia, nada tiene en co- min con esa vida suprema que yo conozco ahora y saboreo minuto a minuto, segundo a segundo. iPero no! ;Ya no existen minutos ni segundos! El tiempo se ha esfumado, y reina la Eternidad juna eter- nidad de delicias! Pero un golpe terrible y muy pesado ha sonado en la Puerta, y, como en los suefios infernales, he creido que recibia un puiietazo en el estémago. Luego ha entrado un Espectro. Es un alguacil que viene en nombre de la ley a torturarme; una infame Prostituta que acude a quejarse de su miseria y a agre- gar las trivialidades de su vida a las penas de la mia; 0 bien el ordenanza de un director de diario que reclama la continuacién del articulo. La habitacion paradisiaca, el idolo, la soberana de 27a impulsado por CamScanner los suefios, la Silfide, como el gran René la Ilamaba, to- da esa magia ha desaparecido ante el brutal golpe del Espectro. {Qué horror! jAhora recuerdo, ahora recuerdo! Si, este tugurio, esta morada del eterno tedio, es la mia. Aqui estan los muebles tontos, polvorientos, desporti- Ilados; la chimenea sin llamas y sin brasa, ensuciada por los gargajos; las lobregas ventanas en cuyo polvo la llu- via dej6 sus surcos; los manuscritos, borroneados o in- completos; el almanaque donde el lapiz ha marcado las fechas mas siniestras. Y ese perfume de otro mundo que me embriagaba con perfectisima sensibilidad jay! ha sido reemplazado por un olor hediondo de tabaco mezclado con el de no sé qué moho nauseabundo. Aqui, ahora, se respira la ranciedad de la desolacién. En este mundo exiguo, pero Ileno de tedio, un solo objeto familiar me sonrie: la redoma de laudano, vieja y terrible amiga, y jay! como todas las amigas, fecunda en caricias y traiciones. iSi, si!, el Tiempo ha reaparecido; el Tiempo es aho- ra el soberano; y con el horrible anciano ha vuelto todo su séquito demoniaco de Recuerdos, Pesares, Espasmos y Temores, Angustias, Pesadillas, Céleras y Neurosis. Os aseguro que ahora los segundos se acentuan fuer- te y solemnemente y que cada uno de ellos, al oscilar del péndulo, me dice: “Yo soy la Vida, la implacable, la in- soportable Vida”. En esta vida humana sélo existe un segundo que tie- ne la misién de anunciarnos una buena noticia, la bue- na noticia que nos inspira a todos un temor que no pue- de explicarse. 220 impulsado por CamScanner ;Si! el Tiempo reina ahora; ha reanudado su brutal dictadura. Y, como si fuera un buey, con su doble agui- jon me empuja y grita: “jArre, borrico! jSuda, esclavo! {Sigue viviendo, condenado!” impulsado por 9 CamScanner Il EI confiteor del artista {Qué punzantes son los finales de los dias de otofio! jSon punzantes hasta doler!, pues hay ciertas sensacio- nes deliciosas cuya vaguedad no excluye la intensidad; y no hay punta mas afilada que la de lo infinito. {Qué delicia sumergir la mirada en la inmensidad del cielo y del mar! Soledad y silencio, incomparable casti- dad del firmamento, y alla, en el horizonte, una pequefia vela temblorosa que por su pequefiez y su aislamiento imita mi existencia irremediable; melodia monétona de las olas: todas estas cosas piensan por mio yo pienso por ellas (pues en la grandeza del arrobamiento el yo se piet- de pronto); piensan, digo, pero musical y pintoresca- mente, sin argucias, sin silogismos y sin deducciones. — Sin embargo, esos pensamientos, ya salgan de mio surjan de las cosas, no tardan en hacerse demasiado in- 216 impulsado por CamScanner tensos. La intensidad del deleite crea un malestar y un su- frimiento positivos. Mis nervios, excesivamente tensos, ya no producen sino vibraciones chillonas y dolorosas. Y ahora, la profundidad del cielo me consterna, su limpidez me exaspera. La insensibilidad del mar, la in- mutabilidad del espectaculo me indignan... jAy! ges ne- cesario sufrir eternamente o evitar eternamente lo bello? jNaturaleza, encantadora despiadada, rival siempre victoriosa, déjame y cesa de tentar a mis deseos y mi or- gullo! El estudio de lo bello es un duelo en el que el ar- tista grita de espanto antes de ser vencido. impulsado por 9 CamScanner

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