Está en la página 1de 27

Mirando al Sínodo

IMPRESIONES DE UN OBSERVADOR
ENTRE LA CRÓNICA Y EL ANÁLISIS

Luis Rubio Morán *

El Sínodo 90 terminó en sus dos etapas, de preparación y de celebración.


En esta etapa intermedia, hasta la publicación del Documento pontificio
correspondiente, estamos obligados a seguir manteniendo la mira puesta en
él. No se puede dejar ni en el silencio ni en el vacío todo el esfuerzo eclesial
que este Sínodo, como cualquiera de los otros celebrados, ha comportado.
Mantendremos, por lo mismo, esta sección de Mirando al Sínodo, hasta que
podamos ofrecer el Documento del Papa y el comentario obligado al mismo.
En este primer momento nuestra mirada es estas "impresiones de un obser-
vador'', una primera aproximación al Sínodo en su etapa de celebración, un
acercamiento y ayuda para la lectura del abundante material recogido en
este volumen.

He seguido la celebración del Sínodo como un observador lleno de inte-


rés. No un interés de tipo periodístico, aunque lo haya seguido desde la Sala
de Prensa del Vaticano. Me han preocupado los contenidos del mismo, las
líneas fundamentales del pensamiento, los horizontes mentales, las perspecti-
vas, los principios y las concreciones que podría ofrecer sobre el tema de la
formación de los sacerdotes en el momento actual. He podido tener acceso
directo e inmediato al abundante material ofrecido por esa misma Sala de
Prensa, mantener contactos con Padres sinodales y auditores, recabar infor-
maciones y opiniones de corresponsales y de distintos medios de comunica-
ción social. Fruto de todo ello son estas impresiones.
Por tratarse de un "observador", alguien que no ha podido seguir desde
dentro el desarrollo del Sínodo, no puedo intentar una crónica en sentido
estricto. Tampoco pretendo ofrecer una visión global ni completa de sus traba-
jos o resultados. Por eso hablo de "impresiones", con el valor y los límites de lo
personal. Estas impresiones se refieren fundamentalmente, como ya he adver-
tido, a los contenidos tanto de las intervenciones de los miembros del Sínodo,
como a las de los grupos de trabajo y proposiciones finales, con una mirada
final al conjunto. No voy a entrar directamente en los procesos de elaboración,
desarrollo y funcionamiento del Sínodo, aunque como es lógico, las impresio-

* Del Equipo del Instituto Vocacional Maestro Ávila.


364 L. Rubio Morán

nes sobre contenidos no puedan menos de referirse en ocasiones a la meto-


dología, que entraña ya por sí misma un mensaje y que condiciona los resulta-
dos.

l. En torno a las intervenciones de los Padres Sinodales

1 . Observaciones generales.
1. El Sínodo ha dedicado 13 Congregaciones generales, de las 30 de que
ha constado, a la "Disceptatio generalis in aula", es decir, a la exposición de
intervenciones personales. 215 miembros del Sínodo, de los 236 asistentes 1
hablaron, durante los 8-10 minutos que se les concedían, en el aula sinodal.
Esto quiere decir que la práctica totalidad de los participantes como miembros
han hecho uso de la palabra y han ofrecido su opinión sobre el tema. Este
dato se acrecienta si se añaden las 26 aportaciones entregadas por escrito 2 •
El clima de participación ha sido, pues, altísimo, lo que denota, sin duda, el
gran interés de todos los Padres por el tema objeto del Sínodo.
Esta metodología desarrolla un altísimo grado de comunión. Y éste es el
valor eclesial fundamental del Sínodo, que lo convierte en una realización con-
creta de la comunión de los obispos entre sí y con el Papa, que ha asistido a
todas las sesiones y ha escuchado con visible interés, según los observadores
directos, todas las intervenciones. Es este valor el que con mayor complacen-
cia ha subrayado y comentado el propio Juan Pablo II en el discurso de clau-
sura (cf. el texto más arriba, pp. 337-342).
2. Estas 13 Congregaciones generales, a las que hay que añadir otras tres
más dedicadas a "auditiones", con 18 intervenciones de 20 minutos de algunos
de los "expertos", ayudantes de la Secretaría y auditores 3 ha convertido la pri-
mera parte del Sínodo, y la más extensa, desde el día 2 de octubre hasta el

1. Los miembros del Sínodo eran 238, pero han asistido solo 236.
2. La mayor parte de las intervenciones por escrito son de Padres que intervinieron tam-
bién oralmente.
3. Los "auditores" han sido 43, de ellos 7 seglares, incluido un matrimonio. Mujeres han
sido, 7, 3 seglares, las demás superioras de Congregaciones religiosas. Implicados en la for-
mación sacerdotal 20, la mayor parte rectores de seminarios mayores. Los demás han sido o
profesores de teología, o directores de vocaciones, o superiores de Congregaciones e Institu-
tos religiosos.
• La primera "Auditio", tenida en la. Sil Congregación general, el día 4 de octubre por la
tarde, fue sobre las vocaciones. Intervinieron el matrimonio Jacques y Anne Gagey, profeso-
res de psicología en la Universidad Jussieu, de Paris, con su testimonio sobre "ser padre y
madre de sacerdotes"; B. Ravbar, párroco en la diócesis de Joper (Yugoslavia), que habló de
la "parroquia y las vocaciones"; J.D. Ajinjo, rector del seminario menor de Akure (Nigeria),
sobre "el seminario menor: una fuente de vocaciones en Nigeria"; G. Gizzerio, presidente del
Serra Club internacional, sobre "los laicos y la promoción de vocaciones sacerdotales". Inter-
vino también T. Costello, profesor de teología y psicología pastoral en el seminario teológico
de los Maristas de Nueva Zelanda, ayudante del secretario especial, sobre el tema "el discer-
nimiento de la vocación sacerdotal".
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 365

12, en un desfile de monólogos, de minidiscursos, previamente preparados y


escritos, sobre aspectos muy dispares del tema, con orientaciones parciales y
a veces contrarias, sin influencia ni interacción m·utuas.
Si se tiene en cuenta, además, que la opinión de un Padre no es la opi-
nión del Sínodo, como no se olvidan de advertir los analistas y observadores
cualificados, especialmente cuando en el Aula se han oído opiniones un tanto
llamativas, habría que afirmar que durante esta primera larga parte del Sínodo
no ha habido propiamente hablando pensamiento sinodal sino meras opinio-
nes particulares. Esta monotonía de las intervenciones es sin duda uno de los
factores por el que el Sínodo, ya en este primer momento de su andadura,
comenzó a perder interés para buena parte de los observadores y de la opi-
nión pública no solo extra sino también intraeclesial.
3. Las intervenciones no han tenido otro orden que el meramente cronoló-
gico de petición a la Secretaría. De esta forma se ha pasado continuamente de
un tema a otro, de un aspecto a otro, sin que tuera fácil, por lo mismo, hacerse
una idea clara de las tendencias o sensibilidades prevalentes, de las coinci-
dencias o divergencias sobre cualquiera de esos aspectos. Ni el lnstrumentum
Laboris ni siquiera la "Relación oficial ante disceptationem", han sido muchas
veces el marco de referencia. Con ello se ha posibilitado, sí, una suma enorme
de referencias sobre el tema, pero por su misma dispersión y variedad, con
escasa incidencia en el desarrollo y menos aún en la profundización del tema.
Hacer una síntesis adecuada del pensamiento de los Padres resulta dificilísi-
mo y más aún intentar ofrecer las líneas comunes, dificultad que ha debido

La segunda "auditio" tuvo lugar en la Congregación 12, el día 8 de octubre por la tarde.
El tema fue la "formación al sacerdocio". Intervinieron W. Slonka, ayudante del secretario
especial, profesor de teología y espiritualidad en la Universidad católica de Lubelski (Polonia),
sobre "la espiritualidad del clero"; D. Murray, rector del seminario de Philadelphia; (USA),
sobre "un año de espiritualidad como parte del programa de la formación del seminarista al
sacerdocio"; E. Jiménez Esquive!, ayudante también del secretario especial, prefecto de filo-
sofía en el Centro de Estudios de los Legionarios de Cristo (México), sobre "el estudio de la
filosofía y la formación sacerdotal"; V. Adjanohoum, rector del seminario mayor de Ouidah
(Benin), sobre la "formación integral en el Seminario"; P.E.C. Tjeng, rector del seminario
mayor regional de Seúl (Corea) sobre "la formación del seminarista en el contexto de una uni-
versidad católica"; W. lppolt, vicerrector del seminario mayor de Erfurt (Alemania del Este),
sobre "el seminario en la nueva situación de Alemania".
La "Auditio" tercera tuvo lugar el 12 de octubre, en la 1O Congregación general y se cen-
tró en la formación permanente. Hablaron K. Hillenbrand, ayudante del secretario especial,
rector del seminario mayor de Würzburg (Alemania) sobre "la formación sacerdotal como
tarea permanente"; los auditores S. Cola, responsable de formación permanente de los sacer-
dotes del movimiento de los Focolaris, sobre "asociaciones y fraternidad y presbiteral"; E.
Suela, Director de vocaciones en Filipinas, sobre "formación permanente y ministerio para el
afianzamiento de las vocaciones"; la señora J. Guinden, psicóloga (Canadá), sobre "cómo
enfrentar el stress en la vida del sacerdote"; J. Mantejka, profesor en la Facultad de Teología
de Praga (Checoeslovaquia, sobre "la formación permanente y la pastoral"; finalmente, y en
nombre de los sacerdotes jóvenes, intervino el ayudante de la secretaría general del Sínodo
A. Crespo, de la diócesis de Málaga (España), sobre "las expectativas de los sacerdotes jóve-
nes".
366 L. Rubio Morán

experimentar el Relator oficial para elaborar la "relatio post disceptationem", a


pesar de contar con tantos ayudantes y de servirse de las más modernas téc-
nicas de computación. El resultado, como es lógico, no ha sido plenamente
satisfactorio ni para los mismos Padres, como ha trascendido de la discusión
en el aula, ni para el tema en sí, como se observa analizando el texto que ofre-
cemos. Una mejor distribución de las intervenciones, por temas o materias,
hubiera facilitado la conciencia común y hubiera dado mayor profundidad
desde el principio al tratamiento del tema.
4. Otro elemento que hubiera contribuido a situar· mejor las aspiraciones
es el haber distinguido el nivel de la intervención, aclarando si se trata de una
intervención meramente individual o privada o si se habla en nombre de
varios, de algún grupo o de una conferencia episcopal. Algunos lo han hecho
constar. La mayor parte no lo indican. A todas las intervenciones, por lo
mismo, se les da el mismo valor, el individual. Con ello han podido perderse
aportaciones que, por ser representativas de un número más o menos elevado
de obispos, o incluso de toda una conferencia episcopal, a veces numerosa,
hubieran debido tener un mayor peso específico a la hora de hacer el balance
final de las ideas u opiniones.

2. Observaciones estadísticas
Teniendo en cuenta las observaciones generales anteriores, podemos
pasar a otro tipo de consideraciones más particularizadas. Y, en primer lugar,
impresiones que proceden de una observación estadística elemental.
1. Ofrezco un cuadro estadístico de las intervenciones. En la coordenada
vertical se indica el origen geográfico o eclesial de los miembros del Sínodo,
es decir, el título por el que participan en el Sínodo, por el orden en que apare-
cen en la relación oficial de la Secretaría del mismo. En la horizontal, se halla
el tema o aspecto tratado, según los capítulos del lnstrumentum Laboris, al
que varias intervenciones hacen referencia expresa y que hay que suponer, no
obstante lo dicho hace un momento, que habrá sido el marco de referencia de
todas.
La primera columna vertical indica el número total de miembros del Sínodo
de la procedencia respectiva. En las demás columnas, los números se refieren
a las intervenciones sobre ese aspecto o capítulo teniendo en cuenta también
aquí la clasificación por materias tal como la hemos presentado más arriba en
este volumen (et. pp. 159-289). La referencia, pues, no es aquí el número total
de Padres, sino la columna última, en que se ofrece el total de intervenciones
por cada tema o aspecto 4 •

4. La mayor parte de las intervenciones de los Padres han tratado varios aspectos o
temas. Se hallan incluidas, por lo mismo, en los diversos temas abordados.
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 367

2. La simple contemplación del cuadro nos ofrece ya una primera aproxi-


mación a los intereses y preocupaciones de los Padres.

2.1. Si se observan las sumas totales de las intervenciones por temas


resulta que el que más atención ha merecido es el de la formación intelectual
(50 intervenciones) seguido de la identidad-espiritualidad (49 veces), la situa-
ción socio-eclesial (41 v.), la formación pastoral (38 veces) y la espiritual (37
veces).
Los aspectos de la formación sacerdotal que menos intervenciones han
provocado han sido la formación humana (8 referencias), las dos dimensiones
de la formación (formación para la vida comunitaria y formación personalizada
e integrada (9 alusiones), y el acompañamiento y discernimiento de la voca-
ción en los candidatos (15 veces).
En el centro de la escala quedan la pastoral vocacional (21 veces), los
consejos evangélicos, con el tema del celibato, que tanto interés suscitó en
medios periodísticos (23 veces) y el de la formación permanente (también 23
referencias).
2.2. Si los datos se leen por procedencias geográficas o eclesiales pueden
orientarnos también sobre las inquietudes y preocupaciones según las situa-
ciones.
2.2.1. Las intervenciones de los miembros de las Iglesias orientales acen-
túan la situación socio-eclesial (5 veces), la formación intelectual (4 veces), y
la pastoral (3 veces). No aluden a la pastoral vocacional ni a la formación
humana ni a las dos dimensiones de la formación 5•
2.2.2. Entre los procedentes de las Conferencias Episcopales:
• Los de África se han ocupado de describir la situación de sus iglesias
(13 intervenciones), de la formación intelectual (9 veces), de la forma-
ción humana (2 alusiones) y de las dimensiones y la formación perma-
nente (una única referencia en cada tema).
• Los de América del Norte (Estados Unidos y Canadá) han hablado de la
identidad-espiritualidad y de la formación pastoral (3 referencias a cada
aspecto) y de los consejos evangélicos y la formación espiritual (2 en
cada aspecto) y no han aludido a la formación humana, a las dimensio-
nes y al acompañamiento-discernimiento.
• Los Padres de América Central-Sur han acentuado la identidad y la for-
mación espiritual (10 intervenciones en cada aspecto) y el tema de los
agentes-formadores (7 veces), apenas se han ocupado de las dimensio-
nes, los consejos evangélicos y la pastoral vocacional (ninguna, una y
dos intervenciones, respectivamente).

5. Aquí, como en los puntos siguientes, señalamos solo los tres datos extremos, tanto
por arriba como por abajo.
368 L. Rubio Morán

• Los de Europa d~I Este han resaltado la situación socio-eclesial (7 inter-


venciones), el tema de los agentes-formadores (5 veces), dejando casi
todos los demás aspectos sin apenas referencias.
• Los de Europa Occidental han insistido en la identidad-espiritualidad (8
veces), en la formación pastoral (6 veces), y en los consejos evangéli-
cos y la formación espiritual (5 veces cada uno) dejando sin tratar la for-
mación humana y refiriéndose escasamente al acompañamiento-discer-
nimiento y a la situación socio-eclesial (2 referencias en cada tema).
2.2.3. Los superiores generales han tratado la identidad-espiritualidad en
cinco ocasiones, la formación intelectual y pastoral en tres ocasiones cada una
de ellas dejando prácticamente sin abordar todos los demás aspectos, excepto
el de las dimensiones comunitaria y personalizada, abordado por dos de ellos.
· 2.2.4. Los miembros procedentes de la Curia Romana han subrayado la
formación espiritual (5 veces), la identidad-espiritualidad (4 veces), y, en tres
veces cada una, la intelectual, los formadores y la formación permanente, y no
han aludido a la pastoral vocacional, a la formación espiritual ni a las dimensio-
nes.
2.2.5. Los miembros de nombramiento pontificio se han ocupado preferen-
temente de la formación intelectual y de la pastoral (8 veces cada aspecto) y
de la formación espiritual y de los consejos evangélicos (6 veces cada tema);
no se han ocupado del acompañamiento-discernimiento y apenas se hah refe-
rido a la formación humana y a las dos dimensiones (una cada tema),

3. El observador no deja de quedar sorprendido por el conjunto de estos


datos, aun cuando no les quiera conceder un valor absoluto, al ser consciente
de que sólo se contabilizan cantidades y aun éstas solo en sentido lineal y no
proporcional.
Los educadores de los presbíteros, en efecto, saben que la clarificación y
,PJ.Qf.u0di;z_c19.é,n .d~ }§l. i~~~ti~~d;e,s~~lidad del presbítero ~s .n~g~~cia.par.a..,,
la formación porque ella es la que ofrec~~glolJ'aly'losobjetivos finales
o generales que han de orientar todo el proyecto formativo del futuro presbíte-
ro 6 • Satisface, por lo mismo, la insistencia de los Padres sinodales en este
aspecto. _
Provoca interrogantes la elevada atención a la formación intelectual, con
esas 50 intervenciones, el número total más alto. ¿Qué es lo que ha preocupa-

6. Éste es siempre el punto de partida en todas las Ratio y Planes de formación, tanto
romanas como nacionales. Puede verse, por ejemplo, la Ratio romana de 1985, n2 3: de
notione sacerdotii. catholici tanquam fine sacerdotalis educationis proprio. En el Plan español
de 1986, el capítulo II se titula: "finalidad de la formación sacerdotal" y en él se trata de "la for-
mación de pastores", como la razón de ser del seminario mayor y se expone, como el marco
de referencia y objetivo último de toda la formación de los presbíteros, "la identidad y espiri-
tualidad del presbítero diocesano secular en su a) vocación-consagración-misión; b) en su
ministerio "de la palabra, de la santificación y culto, de la comunión eclesial", c ) ~ s rela;
CiQDe~J,pecíficas,,con.•el Qbisr,o/_,~911el.• presbiterio, 99.fl .la 9qm~nid~t~ri,stian.~'. cciñ'.e. L
muiiao. · · ··'"··· -
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 369

do en el Sínodo a este respecto? ¿La orientación de la enseñanza, los conte-


nidos, los profesores, la filosofía, la teología, la ortodoxia, la unidad de la for-
mación, el problema de la fe y la cultura ... ?
Causa perplejidad el escaso eco obtenidoJ~ruQ.s as8!!9J2§.JJJ.~~ t(pjca-
mente formativos, que son ae orden 'psicopedagógico: el discernimiento de la
vocación, la formación humana básica sin la cual "no hay sujeto" de vocación,
como diría san Ignacio; la formación comunitaria y la personalización de la for-
mación; la madurez psicológica y afectiva necesarias para el ejercicie> del
ministerio presbiteral y no sólo por sus implicacionea...e.11,1ª.Yl~s...g~~,
J,g;..las motivaciones vGcionales; los criterios para el discernimient e la
vocación; el acompañamiento personal; y todo el conjunto de los medios para
una formación adecuada en el momento actual.
Los formadores actuales hubieran deseado, sin duda, que los miembros
del Sínodo se hubieran ocupado con mayor amplitud y detenimiento de todos
estos aspectos, acudiendo para ello, si era necesario., a técnicos o expertos en
esas materias que hubieran podido ofrecer una mayor iluminación sobre
ellos 1 • f'-!? se,rí,a aventL1raqe>.9.~<?J!...9~ aquí está otro de los motivos por el que
_pareció desde muy pronto a los interesados en profundidad por la formación
_delos sacE!r_9.otes_g~~-1:1J_Sínodo no abordaba los aspectos más importantes 1 si
no en sí mis_rr,i_~i:;__ sí_en la consideración de quienes los viven, de la formación
de los presbíteros.
4. ~g_rpre.r:i,9.e tall)q!én el relativamente escaso eco obtenido por el tema de
la form.ación permanente cuando se esperaba que éste podría ser el tema-
estrella del Sínodo, dado que es la primera vez que se aborda el tema en las
áitas instaricíiis eclesiásticas y la importancia que le han otorgado los Linea-
menta y el lnstrumentum Laboris, dedicando una parte o capítulo expreso al
mismo ª; dadas también las especiales circunstancias por las que han pasado
los presbíteros después del Concilio y las dificultades que aún permanecen a
pesar de las enormes energías invertidas en todo el proceso de la formación
en la primera fase, es decir, hasta la ordenación; dado también el que las lí-
neas fundamentales de la formación en esa etapa inicial fueron ya tratadas por
el Concilio y han sido retomadas de nuevo con numerosos y notables pronun-
ciamientos tanto al nivel general, con las sucesivas Ratio romanas, como a los
niveles locales, con los respectivos Planes de formación elaborados y reelebo-
rados por las Conferencias Episcopales a lo largo de estos 25 últimos años.

7. De las 6 auditiones sobre el tema de la formación sacerdotal sólo la de V. Adjano-


houm aborda un aspecto interesante a este respecto, el de la formación integral.
8. En estos términos se expresaba sólo dos días antes de comenzar el Sínodo un repre-
sentante de la Conferencia Episcopal brasileña, D.J.G. Chemello, responsable de la Linea 1,
dimensión comunitaria y participativa, Sector Ministerios y Vocaciones. Cf.. ·-La
IJJll,.IJ~Qt(! _de /ospresbíteros, en SEMINARIOS, 36 (1990) 468-476. ·
.,. .~
formación per-
·• ··. ,, .. ,,, ,·,, ,, -., '
370 L. Rubio Morán

3. Observaciones sobre sensibilidades y tendencias


Si de los datos estadísticos pasamos más directamente a los contenidos
podemos señalar diversas observaciones referentes ya a las sensibilidades y
tendencias que se advierten considerando las numerosas intervenciones.
1. Abundan las intervenciones que adoptan un tono de "petición" al Síno-
do: que aclare, que diga, que se pronuncie, que solicite, que haga... como si el
Sínodo fuera algo ajeno y distinto de los miembros que lo componen, como si
no hubiera imaginación o audacia para, con la plena conciencia de ser miem-
bro del mismo, pronunciarse claramente sobre el asunto en cuestión, con lo
que se podría formar opinión y enriquecer las conclusiones finales.
2. Es muy frecuente también el '.caso de intei:venciones que se limitan a
reafirmar ideas, elementos o aspectos conocidos, incluso oficializados ya en
documentos de la santa sede o del Papa. Si no cabe duda de que esto entraña
una confirmación de la comunión con el Papa no deja de sorprender, como ha
subrayado con humor algún comentarista, el que, siendo llamados a consulta
por el Papa para recabar iluminación y consejo, los.Padres sinodales se entre-
tengan en hacerle oír lo que él ya piensa, sabe y ha dicho. De esta forma esas
intervenciones no enriquecen el tema, no abren horizontes, aun cuando pro-
porcionen un aval mayor y una confirmación de las perspectivas o puntos de
vista ya expuestos.

3. Acercándonos más a los contenidos de las intervenciones ·se pueden


destacar el relieve que han obtenido en ellas los distintos aspectos o elemen-
tos del tema.
3.1. Las descripciones de la situación socio-eclesial no insisten en el análi-
sis de la problemática social, cultural o eclesial en la línea dei lnstrumenturn
Laboris sino que se centran en su mayor parte, especialmente las procedentes
de África y del Este europeo, en informar de la situación de la Iglesia en sus
respectivos países. De esta manera los Obispos del resto del mundo han podi-
do obtener una información y visión directas, de primera mano, de dichas igle-
sias, muchas de ellas jóvenes, de su vitalidad, también de sus sufrimientos y
dificultades. La profunda corriente emocional que esto provoca ha sido uno de
los factores fundamentales de satisfacción para los miembros sinodales y para
ese crecimiento de la comunión, al que ya aludimos.
Por otra parte estas informaciones alimentan la esperanza en las iglesias
más afectadas por la crisis de la modernidad. Y han ayudado a una toma de
conciencia por parte de todos de las grandes diferencias de situación tanto en
lo político, social y cultural como en lo eclesial, vocacional y sacerdotal y, por
lo mismo, en la diversidad de problemáticas y de soluciones posibles. Han pro-
vocado también el planteamiento de la solidaridad vocacional y formativa entre
las iglesias. Sobre todos estos elementos habrá que volver más adelante.
Se advierte, sin embargo, una casi total ausencia de información de expe-
riencias formativas, de las orientaciones y directrices de los distintos episcopa-
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 371

dos, todos los cuales han elaborado sus planes de formación. Esto hubiera ilu-
minado a todos sobre las inquietudes y las opciones formativas, sobre los
caminos emprendidos que han tenido éxito, sobre las direcciones equivoca-
das, sobre las líneas que ofrecen futuro. Con todo ello el Sínodo hubiera podi-
do discernir lo que hay de común, lo adecuado a los nuevos tiempos, lo ya
avalado por la experiencia. Esta falta de información de experiencias formati-
vas es otro de los factores por el que, a mi entender, los que han seguido el
Sínodo desde fuera y no han gozado, por lo mismo, de sus emociones interio-
res, comenzaron también a perder interés en su desarrollo, a verlo alejado de
la vida concreta y, por lo mismo, de las preocupaciones de quienes se ocupan

=
en la actualidad de la formaci6n sacerdotal.
3.2. El tema de la "identidad y '!]}sión ,<J§Ls.;;1..c;J;.l<i..Qt~.Y.•.SU..espirilYl!llgad" ha
sido el~TffúrñeroTotaíde intervenciones. Ningún grupo ha dejado
de abordarlo.
~s inten,encio~un..descr.ibir-1 .ide~t~e..la..espir~~
tualidad, pero existe uria amplia y pr9f1,1nda convergencia,. · ~convicción
de gy§-.Tá ~~iritualidad se·c:1eriva' de la identidCl._d,-1:)S la otra cara, la existencial,
de la misma identidad.
En la descripción de la identidad se advierte una variada gama de pers-
pectivas y de acentos: junto a lo mistérico, ontológico y sacramental se coloca
lo existencial y lo ministerial, las funciones o actuaciones; junto a lo "sacerdo-
tal", lo "presbiteral" ..
~ be ~1¿i,g9.,J?,rirnª~do '9..9,ri~!<>!cSgic,o sobreJo ecles.lQ!égJco,Jo "sacerdo- } )
tal" sobre lo "pastoral", lo "eucarístico-sacramental (sacerdotal) sobre la pala- .
bra (profeta) y sobre lo relacional y organizativo (rey).
Las intervenciones se mueven con relativa facilidad afirmando elementos
o aspectos, yuxtaponiéndolos, incluso exponiendo su complementariedad (por
ejemplo, entre lo cristológico y lo eclesiológico o ministerial). Sólo algunas,
muy pocas, han intentado una descripción armónica, una visión sintética global
a partir de algún núcleo vertebrador de la teología del ministerio ordenado 9 •

9, Este aspecto de los acentos teológicos deberá ser objeto de profundización en estu-
dios o comentarios posteriores, haciendo, por ejemplo, un análisis del lenguaje. A simple vista
se advierte que ha prevalecido el vocabulario sacerdotal (sacerdote-sacerdocio) sobre el ya
más frecuente en la reflexión teológico-espiritual más reciente que prefiere la terminología
"ministerio presbiteral-presbíteros", o "pastor-pastoreo-pastoreitas", más en consonancia con
las perspectivas del nuevo testamento, que, como es sabido, evita aquél y privilegia estos
últimos. A este respecto puede verse mi estudio del vocabulario empleado en el Plan de for-
mación español, donde lo "presbiteral" ha desplazado ya casi totalmente a lo "sacerdotal", en
El ministerio presbiteral: perspectivas y acentos teológicos según el nuevo Plan de formación
para los seminarios mayores, en el volum®-,Peffflaf-pr-esbíteros.hoy,,..S,alJlioarios 34 (1~88)
17-41, especialmente pp. 17-22. 26-27. 36-4LVéase también la anotación en la misma línea
del Card. Moreira Neves en la 'Rélációña'ñies' de la discusión, en este volumen, p. 136.
372 L Rubio Morán

3.3. En el campo de 1~(;::·;~~7,~~~s intervenciones de Africa,


América Central-Sur, Asia y Europa del Este resaltan la abundancia de candi-
datos. Privilegian la vocación en edad infantil. Señalan corno los medios más
adecuados la familia y las escuelas y colegios. Advierten sobre las dificultades
de cultivo de las mismas.
~as intervenciones de Europa Occidental, de América del Norte y las de
los miembros de nombramiento Pontificio recogen las dificultades del contexto
sociocultural, privilegian la pastoral vocacional con los jóvenes, postulan la
inserción de dicha pastoral en la pastoral juvenil y en la pastoral orgánica, en
el marco de las parroquias y las diócesis, y apelan a la participación de los lai-
cos y de los religiosos en la promoción de las vocaciones sacerdotales.
3.4. Ya se ha observado el escaso relieve dado al terna del acompaña-
miento y discernimiento de la vocación en los candidatos. Buena parte de las
intervenciones recogidas en este apartado se reducen a reafirmar la conve-
niencia de los seminarios menores (especialmente las orientales, África, Asia y
Europa del Este). Las que resaltan la necesidad y a la vez las dificultades de la
selección de los candidatos apuntan al problema de los motivos de orden
social, económico. Casi ninguno alude a la problemática más profunda, recien-
te y difícil, de las rnotivaci~!:!,~ns;;.o.nsciente~.
3.5. En CI ,acto.a 1a.form~j9n .~§eif.!t~!:$;e~recen varios núcleos de insis-
tencia. El primero y más abundante se refiere a los medios, entre los que se
enumeran los ya clásicos: Ji1ur.gia,._oración,, e,µqa,ri~tíª,··ºººte~ión, eje~c::i.ci.0s
espirituales, ~,!!€1,S:~i.QJ:U~.eP.i[ltu.aL En segundo lugar, se subraya la importancia
aeeste aspecto de la formación, y los principios inspiradores de la misma, la
identificación con Cristo, la vida eucarística. Son menos abundantes las apor-
taciones sobre virtudes y actitudes, entre las que sobresale la insistencia en la
fe.
Llama la atención el escaso acento puesto a nivel de principios, en la
dimensión eclesial, comunitaria o relacional, sólo cori algunas alusiones; el
po9()~nta~i.s....dQQQ...~JeJ!:!füZa-santi1icadora. d§_~er9lgj,g_~isteriOJ?,QLJL,
l mfsmo.;..el que sólo raras veces se mencione la "cariéfad pastó'Tal" en este
ámbito de la espiritualidad. ¿Será que estos elementos seMCO'lf'sideran cons-
titutivos de la espiritualidad presbiteral? ¿Será que lo "espiritual" se continúa
reduciendo a lo "piadoso", a lo "religioso", o más específicamente, a lo
cultual? 10 •
3.6. En el capítulo de los consejos evangélicos los Padres se han ocupado
preferentemente del celibato, seguido muy de lejos, de la pobieza (un oriental,

1O. Véase la diferencia con el planteamiento del Plan de formación español especial-
mente sensible a la dimensión eclesial del ministerio presbiteral y a su vertiente de relaciona-
lidad (et. nn. 64-70. 72. 74, 85-89) y las perspectivas del Congreso de espiritualidad sacerdo-
tal celebrado en España en septiembre de 1989, con su insistencia en la múltiple
relacionalidad del presbítero y en la espiritualidad que procede del ejercicio mismo del minis-
terio, en los estudios de L. Trujillo y del Card. C. M. Martini, Espiritualidad sacerdotal. Congre-
so, Edice Madrid 1989, pp. 121-171 y 173-191 respectivamente.
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 373

uno de Asia, uno de Portugal y uno de México) y sólo dos intervenciones sobre
la obediencia (uno de la Curia y uno de n9mbratrli~ñfo~).
El tono de las intervenciones sobre ~U~elibato es positiy9/de valoración y
aceptación, incluso en aquellos dos o tres PacJres qTie;··aldescribir la situación ..
eclesial en sus territorios, abogaron por la ordenación de "viri probati" y que
i
fueron los que tanto dieron que hablar a las crónicas periodísticas. Muchos
piden, y varios proponen, argumentos y motivos teológico-espirituales para el ~
mantenimiento de esta condición y exigencia en la iglesia latina, y se reafirm¡r- , ,, . ,1
la necesidad de una formación psicosexual y afectiva adecuada para que se1 lt\ / 'r/
pueda vivir en fidelidad y alegría la vida celibataria. 'l'f- • f l/ · .,
Al titularse "los consejos evangélicos" el observador hubiera deseado ver
multiplicarse las intervenciones sobre la pobreza como exigencia, como actitud
y como práctica para la vida de los presbíteros. Así como una mayor clarifica-
ción acerca de la obediencia como virtud característica en el presbítero desde
la comprensión del ministerio presbiteral en comunión jerárquica sacramental y
pastoral con el Obispo y con los otros p r e ~ . P í t e r ~
3. 7. Los pocos que han tratado de l(tormacíón humana lq)acen resaltan-
do la necesidad del equilibrio humano-;"de--madureZj:rsicológica, afectiva y
1,
sexual también aquí especialmente en vistas a la~ i b a t a L ~ 1
3.8. Las numerosas intervenciones sobre láJ.'2cwseísía inteJe<itt.G orga-
nizan alrededor de varios centros de interés. El más importante, y esto ha de
anotarse como un dato muy positivo y de enorme trascendencia, sobre el que
volveremos, es el que se refiere a la "inculturación", el conocimiento de las cul-
turas locales y la adecuación de la formación a dichas culturas. En este con-
texto las intervenciones se refieren a las culturas antiguas e indígenas (África,
Asia, América central-sur). Algunos Padres se entretienen en indicar materias
del curriculum académico, añadiendo a las clásicas, una mayor insistencia en
la Sagrada Escritura, la doctrina social de la Iglesia, la formación para el diálo-
go con las culturas y las religiones, y por tanto, el conocimiento de las mismas,
(especialmente el islam y el judaísmo), el conocimiento para usar y enjuiciar
los medios de comunicación social.
Hay también una marcada insistencia en la importancia de la formación
intelectual, y más en concreto, del estudio de la filosofía, como parte y medio
para la evangelización en el actual contexto cultural.
Late también en determinados niveles y ambientes una preocupación por
la ortodoxia, por la fidelidad en la enseñanza a la doctrina de la Iglesia, y más
en concreto, al magisterio.
Finalmente, es en este contexto donde se repiten las más acuciantes lla-
madas a la solidaridad entre las iglesias ricas y las pobres, con propuestas
concretas de intercambio de profesores, de libros, bibliotecas y hasta material
didáctico. ~·~-~-····•··•·- ·--··
3.9. Al hablar de la formación pa~ se insiste en el talante o actitudes
del pastor: colaboración con os lait'OS~.,.solidaridad con los pobres y las luchas
por la justicia; la universalidad (perspectiva y actitud misionera), la capacidad y
374 L. Rubio Morán

actitud de diálogo con los hombres de hoy. Algunos Padres insisten en la


importancia de la formación teórica; otros se refieren a las prácticas o expe-
riencias pastorales como medio de formación en este campo. No se hace;(·
,.., especial referencia a la necesidad,o..CQX!.'l.~!:liericia de instaurar una etapa for-
/ mativa especial, la llamad~fapa pastorar"';\de la que se habla en muchas .
7 partes-en los ambientes forma~bíteros.
Sólo alguna de las intervenciones recuerda el principio fundamental de
que la formación de pastores es la razón de ser de los seminarios según la OT
4, 20, lo que hace pensar que lo "pastoral" se concibe como un aspecto más,
junto a los otros (lo sacerdotal, lo profético, lo espiritual, lo intelectual), como
sugiere la misma presentación en el lnstrumentum Laboris, y no como la
dimensión básica, la primera y fundamental, la que armoniza todas las otras
perspectivas y aspectos.
3.1 O. La impresión de un ~!0Jilt0-essaso . . a antes, de las dos
-¡ dimensiones de la formaciónJla-comunitaria y la personalizac1€Jse acentúa
C.,· cuando se advierte que las in~e11clones se ocupan casi 9x'CiTisivamente del
"seminario" para reafirmar que debe ser el centro normal para la formación de
los sacerdotes. No se entra en describir lo que ha de comprender dicho centro
ni en su estructura u organización educativa. a formación comunitaria sólo ha
sido abordada por dos intervenciones, de las cuales, una es· a e uno dei los
superiores religiosos 11 •
El escaso tratamiento de estas dos dimensiones resulta más preocupante
si aa..tieReA--eR<,e1,1.et1.t..,q,.9.,~!.lºs estudios serios de orden psicológico advierten
, ¡·,\\,«j que en una de ellas, es decir, en la fa!ta...d.e.Jnte.r.ig,rj~_QJQ.0J;te,J9.§..~e,~~ y de
\t··i'w.
/ ., ·
!i.,/ i~te~ración adecuada y armónica de la pe~~onalidad ~ de unificación de los
-· distintos elementos y aspectos de la formac1on, se ha situado uno de los fallos , .
. _,,,,,..,., fundamentales de la formación sacerdotal (y religiosa) que produjo personas ·
11 ·

,/' inconsistentes psicológica o socialmente, y que está a la raíz de muchos aban-


donos del ministerio, de muchos corrimientos hacia la profesionalización, y de
m_ucha esterilidad ministerial.
3.11. En el tema de los agentes de la formación se ha privilegiado el trata-
miento sobre los formadores, insistiendo en su selección, en la necesidad de
una preparación específica para su labor formativa. Así especialmente los
sinodales de África, América central-sur y de Europa del Este. Aquí también se
solicita la colaboración entre las iglesias.
En bastantes intervenciones se expresa un reconocimiento y una valora-
ción muy positiva de este trabajo. Entre las cualidades de los formadores se
señalan como muy importantes la capacidad de formar equipo y el testimonio
de vida sacerdotal. Algunos Padres sugieren la conveniencia de incorporar lai-
cos y más en concreto, mujeres, en el trabajo de formación de los futuros
sacerdotes.

11. El P. G. Alonso, superior general de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de
María (C.M.F.). La otra es de Mons. K. Lehmann, obispo da,Mainz {Alemania).
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 375
,.,..~--~,~. . .,_. _,, _ L
3.12. La mayor parte de las aportaciones sobre la _&rmac.iÉ!J per_f!l~IJ.fJ;Je
resaltan la necesidad de esta formación. Una tercera parte de ellas ofrecen
sugerencias sobre estructuras y medios, como las asociaciones sacerdotales,
el acompañamiento personal de los sacerdotes, especialmente de los jóvenes,
la mejora de las estructuras pastorales diocesanas.
Pocas de ellas señalan contenidos de esta formación o lo hacen de mane-
ra genérica, como "lo pastoral", lo humano, lo intelectual, lo espiritual. No exis-
ten aportaciones sobre metodologías.

11. Las aportaciones de los grupos y las proposiciones finales


La primera parte del Sínodo termina con la "Relatio post disceptationem"
del relator oficial, el cardenal L. Moreira Neves. Tiene lugar en la 20 congrega-
ción general, el día 13 de octubre. El relator utiliza la imagen del "mosaico"
para describir la orientación y el contenido de la misma. Es un intento de reco-
ger, sintetizar y organizar el material abundantísimo de las intervenciones, con
el deseo de ofrecer "la concepción común y sinfónica sobre el tema".
Ya dijimos de lo sobrehumano de este esfuerzo al no haber existido pau-
tas previas de organización de las intervenciones. El lo organiza, siguiendo
aquí el lnstrumentum Laboris, y no su "relatio ante disceptationem", en cuatro
capítulos: la situación actual; la identidad y misión del sacerdote; la formación:
tiempo, espacio, métodos, instrumentos, agentes; la formación continua y per-
manente de los sacerdotes.
Esta relación se convierte en el "cardo" del Sínodo, como el mismo relator
afirma, por cuanto recoge la primera parte y abre la segunda, el trabajo de los
grupos lingüísticos, que se estructura en dos etapas: las aportaciones sobre
las preguntas que la "relatio" incorpora al final y las proposiciones que los mis-
mos grupos elaboran y estudian para ser sometidas posteriormente a votación
personal de los Padres sinodales.
1. Los grupos trabajan las preguntas durante tres días en reuniones de
111añana y tarde. Sus relaciones respectivas son presentadas en el aula en dos
Congregaciones generales, la 17 y la 18. Una mirada a estas relaciones
advierte inmediatamente varios elementos dignos de ser anotados.
1.1. En primer lugar hay una concentración en los aspectos planteados
por las preguntas del relator 12 • Aunque no todos los grupos han respondido
sistemáticamente a todas las preguntas y aunque podían haber tratado libre-
mente los temas que quisieran, se ve que los grupos han seguido el iter de las
preguntas, se han centrado, por lo mismo, todos en los mismos aspectos, evi-
tando así la dispersión de las intervenciones individuales.
Con esto puede decirse que el Sínodo comenzó a trabajar "sinodalmente",
es decir, como muy bien explica el relator, "haciendo camino juntos" (syn-
odos}, y, por supuesto, ordenadamente, organizadamente. Con ello se ha con-

12. Cf. el texto de las mismas al final de la Relatio post disceptactionem, más arriba, pp.
319-362.
376 L. Rubio Morán

seguido que en un tiempo relativamente breve, las aportaciones hayan sido


mejores en calidad .a la vez que más representivas, más colegiales. De esta
forma se ha propiciado también un marcado avance en el estudio del tema,
una mayor profundización en aquellos puntos considerados de mayor interés o
más necesitados de un pronunciamiento más sinodal.
Con ello se ha ganado también en "autoridad", en oficialidad. Disminuye el
tono, que ya señalábamos, de petición al Sínodo o al Santo Padre, aumentan-
do el de afirmación, sugerencia, toma de posición y aun el de decisión, como
en el caso de la reafirmación del celibato, la sugerencia de instaurar un "curso
propedéutico" antes de la entrada en el seminario mayor, la afirmación del
pluralismo formativo como exigencia del principio de la inculturación.
1.2. Si seguimos los aspectos o temas planteados en las preguntas, obte-
nemos el siguiente panorama.
Se han hecho numerosas y profundas aportaciones sobre la identidad del
sacerdote (cuestión 1). El tema de la pastoral vocacional apenas es retomado
(c. 2). Sobre la instauración del "año propedeútico" existe un pronunciamiento
favorable pero no se pone excesivo énfasis, y no se ha entrado en la descrip-
ción de su estructura, como pedía la preg. 3. La espiritualidad es estudiada por
todos los grupos, se reafirma su relación intrínseca con la identidad sacramen-
tal pero a la vez se enriquece con la consideración del ejercicio del ministerio;
se aclara poco la unión de la misma con los consejos evangélicos, y no se
entra en analizar la diferencia con la razón de ser y la vivencia de los mismos
por parte de la vida religiosa, que solicitaba la pregunta 4. Todos los grupos
tratan del celibato y lo hacen en sentido positivo, afirmando su vigencia, y se·
ofrecen aportaciones para ayudar a vivirlo y a educar para su aceptación y
vivencia (preg. 5).
Ha sido muy resaltada la dimensión misionera del ministerio presbiteral, si
bien de una manera un tanto genérica y sin entrar en el fondo de la cuestión
planteada: cómo se armoniza dicha dimensión con la incardinación en una dió-
cesis particular. Tampoco se ha respondido a cómo formar a los seminaristas
en est¡;¡. dimensión (preg. 6).
Se reafirma el aspecto de la comunión y colaboración del presbítero con el
presbiterio, sin que, en general, haya habido respuesta para el cómo estable-
cer esa comunión y colaboración, que planteaba la preg. 7.
Ocupa muy poco espacio y recibe pocas concreciones la pregunta 8, que
parecería central dada su formulación: "cómo han de ser formados hoy los
futuros sacerdotes ante las grandes dificultades (secularismo, comunismo,
materialismo práctico, consumismo, indiferentismo, "new age", difusión de las
drogas) y ante las provocaciones de nuestro tiempo Uusticia, paz, la creación o
"ecología", alfabetización ... ).
Se ha vuelto a afirmar la importancia de la formación intelectual (preg. 9),
con especial referencia aquí a las cualidades de los profesores, entre las que
sobresale la aportación de uno de los grupos de lengua hispano-portuguesa,
que señala la de su conciencia de ser "pastor" con relación a sus alumnos.
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 377

Los grupos han mostrado mucha sensibilidad al tema de la inculturación,


acentuando su importancia, su necesidad para la evangelización, preocupán-
dose menos de sus límites y del posible peligro de que lleve a una pérdida de
la identidad católica, aspectos sobre los que pedía opinión la pregunta 1O.
La formación permanente ha sido ahora objeto de estudio por parte de
todos los grupos, aunque no hayan avanzado mucho en la descripción de la
misma, como les pedía la preg. 11 , siendo unánime aquí la petición al Santo
Padre de que se elabore cuanto antes un directorio para la Iglesia universal.
En el tema de los formadores se ha reafirmado el reconocimiento de la
trascendencia de su tarea, la necesidad de una formación específica, se han
enumerado sus cualidades, pero no se han especificado las distintas funcio-
nes, como pedía la preg. 12, excepto la del director espiritual, cuya presencia
es considerada por todos como esencial.
Se revalida el seminario mayor como forma ordinaria de la formación
sacerdotal pero no se analizan otras formas posibles ni se describen los ries-
gos de las que hayan podido ser experimentadas y juzgadas como no positi-
vas. Se reafirma el valor de los seminarios menores para algunos lugares. Y
no se ha estudiado el tema de la relación de los seminarios con las facultades
de teología (preg. 13).
La comunión entre las iglesias ha sido abordada por todos los grupos y
mirada con complacencia, pero no se sugieren muchas iniciativas concretas
(preg. 14).
1.3. Los grupos han reconocido la variedad de situaciones de las distintas
iglesias y se refieren a la necesidad de evitar el marcar o imponer soluciones
uniformes con pretensión de validez universal como es el caso del "curso pro-
pedéutico" o de los seminarios menores, a propósito de los cuales se emplean
fórmulas como "donde se considere necesario o conveniente", "en algunos
lugares", "a juicio de las conferencias episcopales", etc.

13. Los ayudantes del Secretario especial Mons. H. Muszynski., obispo de Wloklawek,
(Polonia) han sido: P. Buetebula Balembo, rector de la facultad teológica de Kinshasha
(Zaire);M. Camisasca, Director general de la Fraternidad sacerdotal de los misioneros de S.
Carlos Borromeo; R. Christian, profesor de teología en la P. U. de Santo Tomás (USA); T.
Costello, profesor del Seminario teológico de los Maristas (Nueva Zelanda); A. Denaux, profe-
sor en Lovaina y presidente del seminario mayor de Brujas (Bélgica); J. O. Egbulefu, profesor
en la Universidad Urbaniana en Roma (Nigeria); J. Esquerda Bifet, director del Centro Inter-
nacional de Misionología de Roma (España); l. Fuerer, secretario del Consejo de las Confe-
rencias Episcopales Europeas (Suiza); F. Guimaraes, vicario judicial de Río Janeiro.(Brasil);
A. Heredia Mora, secretario del departamento de vocaciones y ministerios del CELAM
(Colombia); K. Hillenbrand, rector del seminario de Würzburg (Alemania); E. Jiménez Esqui-
ve!, prefecto de filosofía en el Centro de estudios superiores de los Legionarios de Cristo
(México); G. Poisson, rector del Colegio Canadiense de Roma (Canadá); C. Pozo, profesor
de la Universidad de Granada (España); J. Rojas, rector del Seminario mayor de Cáceres
(Filipinas); W. Slomka, profesor de la universidad de Lubelski (Polonia); B. Testa, profesor del
seminario regional de !=ano (Italia).
378 L. Rubio Morán

2. Después de presentar la relación de los distintos grupos en el Aula (con-


gregaciones generales 21 y 22); los mismos grupos elaboran un "elenco de pro-
posiciones" en las que se recogen los pareceres más importantes de cada grupo.
Con esos elencos, el secretario especial del Sínodo y sus ayudantes 13 con los
relatores de los distintos grupos 14 preparan un "Elenco único de proposicio-
nes" que es presentado y discutido brevemente en la Asamblea sinodal (Con-
gregación general 24, el día 22 de octubre) y posteriormente estudiado por los
Padres en sus propios domicilios para formular modos y enmiendas.
Los días 23 y 24 el elenco único es estudiado de nuevo en los grupos para
incorporar las enmiendas colectivas o grupales. Reunido después el secretario
especial y sus ayudantes con lo_s relatores de los grupos y el relator oficial, ela- .
boran el "Elenco final de proposiciones" que es sometido de nuevo a enmien-
das individuales y pasa después a votación personal en la 29 Congregación
general, el día 27 de octubre. Las proposiciones, en número total de 41, fueron
aprobadas prácticamente por unanimidad.
Estas proposiciones constituyen la aportación final, la única propiamente
sinodal, aquello que al Sínodo le ha parecido de "mayor importancia" (pro. 1)
para ser remitido al Papa, junto con el resto de material acumulado a lo largo
de todo el proceso del mismo, con la petición expresa de que sea elaborado
un documento destinado a la Iglesia universal. La importancia real del Sínodo
ha de medirse, por lo tanto, fundamentalmente, aunque no exclusivamente,
por el contenido de estas proposiciones.
El observador puede sefialar algunas impresiones también con respecto a
ellas.
2.1. Ha existido una sistematización más adecuada de los contenidos. Se
han dividido en 6 capítulos o bloques: consideraciones generales, la vocación
al sacerdocio, la identidad y misión del presbítero, los ámbitos donde surgen
las vocaciones, los seminarios, la formación permanente.
2.2. Se ha realizado también un nuevo enriquecimiento, clarificación y pro-
fundización de algunos de esos puntos considerados como de mayor impor-
tancia. Así el de la teología de la '<ocación al sacerdocio, que apenas había
sido tratado anteriormente (prop. 4-5), el de la identidad teológica, expresada
ahora en clave también trinitaria, además de cristológico-sacramental (prop.
7), el de los consejos evangélicos (prop. 9 y 1O), la fundamentación y conteni-
do del espíritu misional (prop. 12).
Se retoma y profundiza el tema del discernimiento de las vocaciones
(prop. 18), se describe más ampliamente el seminario mayor como comunidad
humana, eclesial y educativa (prop. 20), se retoma y amplía el tema de la for-
mación humana, que habíamos visto casi olvidado en las fases anteriores,
deteniéndose especialmente en el aspecto de la madurez afectiva (prop. 21 ),
se introduce el aspecto de la formación "cristiana" (pro. 22), se recogen y unifi-
can múltiples aspectos al hablar de la formación espiritual (prop. 23) y pastoral

14. Sus nombres figuran junto a sus relaciones más arriba, pp. 319-335.
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 379

(prop. 24); se introduce una proposición específica sobre los formadores (prop.
29) y otra sobre los profesores de teología (prop. 30).
La formación permanente recupera un tratamiento amplio, dedicándole
todo el bloque VI (prop. 31-41 ). Se incluyen aquí diversos elementos tanto de
orden teológico-espiritual, como la diócesis y el presbiterio (prop. 33-34), las
asociaciones sacerdotales e institutos seculares (prop. 37), como de orden
psicosocial como la inculturación (prop. 34), la soledad de los sacerdotes
(prop. 35), la referencia a los sacerdotes enfermos y ancianos {prop. 36), las
relaciones entre los presbíteros diocesanos y los religiosos (prop. 38).
2.3. La formulación de las proposiciones no parece haber conseguido una
plena armonización ni integración de elementos. Parece haberse adoptado el
criterio de acumular modos y enmiendas, ideas o aspectos, para que no se
perdieran, enriqueciendo así el contenido aunque no estuviera todo perfecta-
mente unificado, aunque aparecieran incongruencias, repeticiones y a veces
algunas contradicciones.
Es un aspecto que exigiría un estudio más amplio y minucioso, y que el
documento final habrá de tener en cuenta. Me limito a señalar algunos ejem-
plos.
La pastoral vocacional se recoge ya en su contenido esencial en la prop. 6
y luego se le dedica un bloque completo, aunque aquí se especifican mejor los
ámbitos de las vocaciones (prop. 13-16); la dimensión y espíritu misional se
afirman y tratan con perspectivas un tanto distintas en las proposiciones 7 b y
c y en la 38; la formación de la recta conciencia se incluye como un aspecto de
la formación humana (prop. 21) y se vuelve a considerar en la prop. siguiente
como parte de la formación cristiana. La prop. 25, sobre los seminaristas pro-
cedentes de los movimientos, aparece como. una cuña inmediatamente des-
pués de tratar de la formación para el celibato.
La acumulación de ideas, cuya conexión no se percibe con claridad, apa-
rece más acentuada aún en el bloque de la formación permanente. Allí se
incluye el tema de la "inculturación", pero al explicitarla, se hace referencia
extensa a la formación inicial, y sólo dos breves párrafos al final referido a la
formación permanente {prop. 32); el de la "diócesis", también aquí con una
amplia referencia al período de la formación inicial y más en concreto al semi-
nario (prop. 33); las dos últimas, tienen carácter de conclusión, más que de
formación permanente, al ser expresión de la gratitud del Sínodo a los sacer-
dotes y seminaristas (prop. 40), y la de la obligada referencia a María, como
Madre de Cristo y del sacerdote (prop. 41 ).
2.4. No son raras las proposiciones que recogen formulaciones o textos
procedentes de documentos oficiales ya existentes. Así la 3, que recoge y
remite ampliamente al lnstrumentum laboris, a la Gaudium et Spes y a la
Ecclesiam suam; el bloque de los ámbitos de las vocaciones recuerdan-y no
añaden nada a los textos del Congreso Internacional de vocaciones de 1981;
las del seminario como comunidad humana, eclesial y educativa suenan ai lec-
tor español casi literalmente idénticas a las del Plan de formación español de
380 L. Rubio Morán

1986 (nn. 9-15); la descripción de la obediencia y de la pobreza se hacen


según los textos conciliares de OT 9, 11; PO 7, 15; LG 28 y CIC, canon 281. La
del "presbiterio" repite LG 28; CD 28; PO 7-8; las relaciones entre los presbíte-
ros diocesanos y los religiosos, repite el Mutuae relationes y PO 1 y OT 1.
2.5. No se ha logrado superar del todo el tono de petición precisamente en
casos en que se podía haber aprovechado la extraordinaria oportunidad del
encuentro de los obispos en el Sínodo para realizar aquello mismo que se pide
al Papa o a la Santa Sede. Así en el tema de los criterios de discernimiento de
las vocaciones se pide que se haga un elenco de los mismos cuando el Síno-
do lo podía haber hecho y ofrecido ya con la misma autoridad con que lo hace
hablando de la inmadurez emocional y con la energía con que reafirma la
opción por el celibato 15 ; la recogida e informe de las experiencias del año pro-
pedéutico podía haberse hecho efectiva ya en las intervenciones de los
Padres en nombre de las conferencias episcopales; se podría haber ofrecido
también un elenco de criterios y medios para discernir la presencia del carisma
del celibato; también la formación permanente se podría haber enriquecido
con la formulación o al menos la indicación de objetivos y medios y aun méto-
dos a partir de las ricas ·experiencias ya existentes a la vez que se describe su
naturaleza y se afirma su necesidad.
Por todo ello, al final las proposiciones aparecen como un elenco que
podría haber sido más rico, orgánico y original. Se ha empleado mucho tiempo
para este final algo pobre, por falta sin duda de una metodología que hubiera
orientado y organizado más adecuadamente el trabajo, sin eliminar, por
supuesto, las intervenciones individuales, pero haciéndolas más oficiales, más
representativas de las iglesias, más orientadas a los temas nucleares, y sobre
todo, habiendo potenciado y ampliado el trabajo de los grupos y de la comisión
o comisiones de redacción de proposiciones.

111. Impresiones de conjunto


Mirando al Sínodo en su conjunto, este siempre magno acontecimiento
eclesial provoca en el observador una amplia gama de satisfacciones a la vez
que estimula a la búsqueda de nuevas orientaciones.
1. Entre las satisfacciones y, aparte de las ya indicadas en los varios
momentos de esta reflexión, en especial la que se refiere a la experiencia pro-
funda de comunión eclesial, se pueden subrayar la siguientes.
1.1. La elección del tema. La primera la constituye el hecho de haber ele-
gido la formación sacerdotal como tema de un Sínodo. Aunque las connotacio-
nes fundamentales de un tema como éste sean de orden práctico, más aptas

15. Un buen elenco inicial ofrecía el grupo de lengua hispano-lusitana A, cf. más arriba.
También el Plan español ha hecho un esfuerzo en este sentido con una lista relativamente
amplia, cf. nn. 208-21 O. Esta lista fue ampliada con otros tomados del mismo Plan español en
mis dos estudios, Criterios para el discernimiento de la vocación presbiteral y Puntos de eva-
luación de la idoneidad vocacional en los candidatos al ministerio, en Formar presbíteros hoy,
Seminarios 34 (1988) pp. 207-214 y 215-218 respectivamente.
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 381

para un Congreso Internacional de expertos y educadores que para la refle-


xión de un Sínodo, que por su misma naturaleza ha de ser más teórica y gené-
rica, sin embargo elevar a categoría de Sínodo este tema es reconocer la
importancia y trascendencia de este trabajo en la Iglesia, para la Iglesia y para
el futuro de su misión evangelizadora.
Los formadores de los sacerdotes han tenido que vivir su trabajo con fre-
cuencia en la pura fe, es decir, enfrentando claras muestras de no ser muy
estimado ni valorado en los ambientes eclesiásticos. Se encuentran sacerdo-
tes que no aceptan este servicio por considerarlo poco "apostólico", poco pas-
toral. Otros, aun aceptándolo, prefieren simultanear su dedicación al seminario
con otros trabajos para, afirman, no perder del todo la dimensión pastoral de
su ministerio. Con la elección del tema para el Sínodo la tarea de la formación
de los sacerdotes ha sido considerada y reconocida como una de las activida-
des más trascendentales de la acción evangelizadora de la Iglesia, por encima
incluso de cualquiera otra de las especificaciones pastorales, como puede ser
el trabajo parroquial, la pastoral juvenil, la de los movimientos, la obrera, sani-
taria, educativa, etc. que todavía no ha merecido la consideración sinodal.
El Sínodo, pues, ha sido por sí mismo una "laus formationis" y "laus forma-
torum" de los sacerdotes. Y con ello reciben un nuevo aval eclesial, a nivel ofi-
cial y universal, aquellas Congregaciones, Asociaciones o Institutos que, ade-
lantándose a los tiempos, eligieron la formación de los sacerdotes como su
prioridad y especificación pastoral, porque supieron ver en ella la "llave de la
cosecha" del trabajo evangelizador de la Iglesia y del ministerio presbiteral. Si
éste, en efecto, se sitúa en el centro de la comunidad eclesial como fuente y
origen de su animación en cuanto comunidad cristiana evangelizadora (cf.
prop. 7 c), formar a los presbíteros es colocarse en el centro de toda la acción
pastoral de la Iglesia. Verdaderamente el "seminario" ha vuelto a ser .reconoci-
do como el corazón de la diócesis y deberá convertirse, de hecho, y no solo en
la acostumbrada retórica de ocasiones solemnes, en la "niña de los ojos" de
los obispos y de las comunidades eclesiales. Y los formadores que prestan su
servicio pastoral en ellos deberán ser considerados como los presbíteros que
atienden a la parcela más delicada y trascendental de toda la pastoral diocesa-
na, y a la que han de ser destinados, por lo mismo, las mejores energías y los
mejores efectivos personales en cada diócesis.
1.2. Hay que resaltar también con complacencia el talante eminentemente
pastoral del Sínodo. Hay que saludar como el momento quizá más hermoso
del mismo aquel en que se supera la tentación de convertirse en inquisidor de
los errores o desviaciones que hayan podido afectar a la formación de los
sacerdotes para dirigir una mirada llena dé comprensión, incluso de afecto, a
todos los sacerdotes, y a cuantos todavía se siguen arriesgando a serlo en las
actuales circunstancias, para proclamar su coraje, agradecer su servicio, forta-
lecerlos en sus luchas, animarlos y estimularlos en su entrega, en su vocación
y servicio. El Sínodo se ha convertido así no en el "padre crítico" o "protector"
que dictamina sentencias correctivas o pone valladares protectores, sino en el
382 L. Rubio Morán

"padre nutricio", el pedagogo que hace crecer desde la "caricia", desde el apre-
cio, la valoración positiva, la alabanza estimuladora.
La proposición 2, con su proclamación de la fe del Sínodo en el sacerdo-
cio y en el futuro de las vocaciones; la 36 que urge a los obispos a preocupar-
se y a cuidar con cariño y con actuaciones efectivas y concretas a los sacerdo-
tes ancianos y enfermos; la 34, en que se extiende el ejercicio de la fraternidad
presbiteral incluso a los que abandonaron el ministerio; y, sobre todo, la 40
añadida al final, en que se expresa la alegría del Santo Padre y el agradeci-
miento del Sínodo a la "ingente multitud de sacerdotes que se ofrecen a sí
mismos día a día con toda abnegación en el ministerio", junto con el Mensaje
final a todo el pueblo de Dios, han Qe ser saludadas como las cimas más altas
del Sínodo y sin duda el resultado más satisfactorio y de mayor futuro.
1.3. En la misma línea hay que colocar el tono adoptado al realizar la des-
cripción de la situación actual. Si ya en Líneamenta y en el lnstrumentum
Laboris se reconocían los aspectos positivos del momento presente, en el
decurso del Sínodo se ha ido evidenciando cada vez más una consideración
favorable de la misma, culminando en la Prop. 3, donde los "hodierna adjunc-
ta" son reconocidos como un momento de gracia, como un "signo de los tiem-
pos", como una llamada a la Iglesia, invitando el Sínodo, por lo mismo, a que
la "formación sacerdotal considere como una de sus prioridades el que los
futuros sacerdotes conozcan y amen la sociedad humana" y a "recoger y ate-
sorar todo lo positivo de la misma" 16 •
1.4. Por encima de valoraciones periodísticas anecdóticas, apresuradas y
parciales y también de algunos temores presentes en ambientes formativos, el
Sínodo ha recogido una serie de ideas, principios y líneas que, aunque, como
ya dijimos, no pueda decirse que sean nuevas u originales, sí produce satis-
facción el que hayan sido avaladas por el Sínodo y entregadas al Papa como
orientadores para el documento final por cuanto pueden marcar rumbos
amplios y abiertos a la formación de los futuros presbíteros.
Puede ser oportuno recoger aquí, como en síntesis final, la serie de las
que me parecen más importantes.
-El reconocimiento de la inculturación como factor determinante en la for-
mación de los sacerdotes y la superación de la tendencia a imponer o exten-
der desde el occidente o desde la misma Roma una normativa de formación
uniforme para todas las iglesias y todas las plurales culturas (cf. prop. 32).
-La acentuación del "espíritu misional': con la insistencia en la destina-
ción de por sí universal de los presbíteros, aunque estén ligados a un territorio

16. El texto de la Proposición dice literalmente: "Formatio sacerdotalis conscia esse


debet influxus quem sive in bonum sive in malum mundus in candidatos habet. Considerare
etiam debet tanquam unam ex prioritatibus quod sacerdotes futuri formandi cognoscant et
ament societatem humanam (cf. lnst. Laboris 2-3) ... Ut lnstrumentum Laboris affirmat quoad
hodierna adjuncta et in mundo et in Ecclesia "in efformandis eis qui futuri sunt sacerdotes, vel
in ipsa formatione permanente eorum qui sacerdotes jam sunt, inquirendus est et avide·•arri-
piendus quilibet aspectus positivus. '
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 383

concreto, con lo que se equilibra una cierta tendencia teológico-pastoral y


sobre todo jurídica a encerrar el ministerio en los límites particularistas, de ori-
gen, territorio o movimiento. La prop. 25 sobre los seminaristas procedentes
de los movimientos, a los que se les exige abrir sus horizontes teológicos, pas-
torales y espirituales más allá de sus propias fronteras, puede considerarse
todo un símbolo (cf. también las prop. 12 y 34).
-La incorporación de la "vita apostolica" (prop. 9) como concreción del
"seguimiento de Jesús" característico del presbítero diocesano y el enraiza-
miento en una y otro de los "consejos evangélicos" (prop. 9), con la conse-
cuencia que de ahí se deriva, de resaltar la vivencia de la pobreza y de la obe-
diencia en la misma línea y nivel que el celibato (prop. 1O). No se acababa de
entender, ni era positiva para la formación de los presbíteros y para su espiri-
tualidad, el que el seguimiento de Cristo según los consejos evangélicos se
reservara para la «vida religiosa". Como tampoco se justifica una excesiva
polarización de la vida sacerdotal en torno al celibato, de la que todavía no se
ha liberado plenamente este Sínodo, cuando la pobreza y la obediencia son
valores más claramente ligados a la "vida apostólica" y, dada la actual coyun-
tura eclesial y social, con una mayor conciencia de la comunidad eclesial y de
la urgencia de la opción por los pobres en todas las instancias eclesiásticas,
más claramente significativas en la vida del presbítero y en el ejercicio de su
ministerio.
-La aceptación de otras formas para la formación de los presbíteros dis-
tintas del cauce común que es el seminario, y, en concreto, de las fórmulas
que han adoptado la vida en "pequeñas comunidades que vivan con algún for-
mador'', con el permiso y la supervisión del Obispo respectivo, con lo que se
reafirma de nuevo el pluralismo educativo y se evita imponer modelos únicos
para todos los lugares y situaciones (prop. 20).
-La incorporación de la descripción del centro formativo como "comuni-
dad humana, eclesial y educativa" (prop. 20) que marca el ámbito auténtica-
mente formativo y el medio privilegiado para formar a los presbíteros en la
comunión y capacitarlos para que puedan ser agentes efectivos de la comuni-
tariedad de la Iglesia en todos los niveles de su realización. Solo quien ha vivi-
do y experimentado una profunda vivencia comunitaria en el período de su for-
mación puede convertirse en agente de comunión, en creador de comunidad,
que es una de las funciones que hay que reconocer hoy como esenciales en el
ejercicio del ministerio presbiteral.
-La fuerte revalorización de la formación intelectual (prop. 26), y en espe-
cial, del estudio del pensamiento filosófico, que ayudará a conformar un tipo de
presbítero mentalmente más consistente, con capacidad crítica frente a ideolo-
gías o movimientos sociales, frente a las modas ideológicas o sociales, frente
a las posturas monolíticas o fanáticas y sectarias, preparado, por otra parte,
para• enfrentar el pensamiento y la cultura modernas, que se difunden por
todas partes y que puede ayudar también a evitar las tentaciones del puro
recetismo pastoralista de tantos candidatos actuales.
384 L. Rubio Morán

-La reiterada referencia a lo que podríamos llamar la "dimensión social"


de la formación que comprende: la capacidad y preparación para el diálogo
con los hombres de hoy, con las diversas culturas, con las distintas religiones
(prop. 26-27) y para la comunicación profunda y auténtica con las personas y
para el uso y crítica de los medios de comunicación en grupo y de masas
(prop. 28); el conocimiento y aplicación de la doctrina social de la Iglesia, pre-
cisamente en .la lucha por la justicia y la liberación de los pobres, cuando los
sistemas que se suponían redentores han mostrado su fracaso tanto social
como económico y político (prop. 27); la solidaridad con los pobres y los diver-
sos tipos de oprimidos en sus luchas por la justicia y sus derechos (prop. 28).
-La apertura oficial a la incorporación de los laicos, y, especialmente de
mujeres, en la formación de los sacerdotes, esto sí, en franca línea renovado-
ra, por tratarse no de la formación intelectual, sino de la misma formación
humana, cristiana y espiritual, ya que él texto se halla en la proposición dedi-
cada a los "formadores" (prop. 29), y no se ha remitido a la de los profesores
(prop. 30).
-La ya repetidamente indicada de la solidaridad entre las iglesias, no limi-
tada a la formación intelectual, en la que más se insistió en las intervenciones
individuales y en los grupos, sino a la misma distribución del clero y al inter-
cambio vocacional, aspecto que fue enriquecido en las proposiciones finales
(prop. 39).
-Finalmente, todo el capítulo de la formación permanente, dado que,
como ya se ha indicado, es la primera vez que obtiene un tratamiento tan
amplio y en los más altos niveles oficiales eclesiásticos.
2. Al mismo tiempo no se pueden dejar de señalar algunos de esos aspec-
tos que parecen necesitar aún un mayor enriquecimiento o una más adecuada
orientación.
2.1. Puede afirmarse que el Sínodo se ha movido bien a la hora de ofrecer
lbs "qué" de la formación, para utilizar la clara y adecuada terminología de la
Relatio ante disceptationem, es decir, las verdades o principios que hayan de
guiar la formación sacerdotal. Se muestra, en cambio, genérico, impreciso,
cuando se trata de sugerir o indicar los "cómo", los "por dónde", a la hora de
especificar esos objetivos y, sobre todo, de indicar o concretar los "medios",
los caminos y líneas de actuación. El Sínodo, es claro, ha abundado en teólo-
gos, en profesores incluso, y ha tenido déficit de expertos, de educadores, de
pedagogos. Ya advertimos el escaso eco obtenido por los aspectos psicope-
dagógicos, como el acompañamiento de las vocaciones, el discernimiento, la
personalización de la educación, la integración y unificación de los distintos
aspectos y elementos, la formación comunitaria, nó suplidos plenamente por
los enriquecimientos de las proposiciones finales.
Aunque no se pudiera pretender de un Sínodo que ofrezca una Ratio y
menos un Directorio para los seminarios sí es de esperar que el documento
final no se reduzca a repetir las verdades eternas y universalmente válidas,
sino que trate de iluminar el trabajo de los educadores con líneas algo más
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 385

concretas de actuación. Expertos puede convocar la santa sede a la hora de la


redacción que puedan ayudar a que el documento se acerque más a la reali-
dad que viven los actuales educadores y pueda ofrecerles una ayuda más
adecuada a su trabajo, que se mueve en la vida y en lo concreto.
2.2. En la misma línea de los "qué" o de las verdades-principios, el Docu-
mento final no debería dejar de enriquecer las, por otra parte, abundantes
aportaciones del Sínodo.
En primer lugar, procurando una mejor armonización de las perspectivas
teológicas, ampliando e insertando la dimensión eclesiológica del ministerio, la
"relacional" y la "ministerial", esta última en la hermosa línea sugerida en la
prop. 8 aunque en perspectiva existencial-espiritual, y no teológica 17 • Con ello
saldría mejor descrita la identidad-espiritualidad y enriquecida la dimensión tri-
nitaria y cristológica.
El segundo lugar, y dentro de la misma dimensión cristológica, intentando
una mejor conexión con la perspectiva neotestamentaria, que es ya claro hoy
que no es la que privilegia el "sacerdocio", como no sería adecuada la que pri-
vilegiara el "profetismo" o la "regalitas". El núcleo cristológico unificador de las
distintas perspectivas teológicas, trinitarias, cristológicas y eclesiológicas,
viene constituido por la imagen neotestamentaria del "pastor". La "pastoreitas",
como insinúan algunas de las intervenciones individuales, que cayeron en el
olvido, es la quidditas que da sentido y diferenciación al ministerio apostólico,
en el que empalma y del que deriva el ministerio de los presbíteros. Con ello
se empalmaría auténticamente la descripción de la identidad del presbítero
con una doble afirmación del Concilio, que el Sínodo no ha olvidado recoger al
final de sus trabajos, y que son la de que "formar pastores" es la finalidad últi-
ma de toda la educación de los seminaristas" (OT 4) y la de que la "caridad
pastoral" es la virtud característica del ministerio ordenado (PO 14), la que
define su espiritualidad específica e integra todos los elementos y aspectos y
que invade todo el ejercicio del ministerio tanto en el ámbito celebrativo como
en el de la palabra como en el de la conducción y presidencia de la comunidad 18 •·
En tercer lugar, incorporando la "fraternidad presbiteral" más amplia y pro-
fundamente en la descripción de la identidad y, por lo mismo, de la espirituali-
dad del presbítero. Por tratarse de una fraternidad "sacramental" no se puede

17. El texto de la Proposición dice: "Ex notis identitatis sacerdotis derivat modus vivendi,
cui accomodari debent omnia elementa formationis candidatorum. Et ita, sacerdos servus est,
minister et non dominus; servus, nempe, unici Domini Christi Jesu, et im lpso et per lpsum,
servus omnium fratrum.
18. Volveríamos a remitir aquí al citado Congreso de Espiritualidad celebrado en Madrid
en 1989 y que tan profundamente expuso algunos de los aspectos de la identidad y de la
espiritualidad sacerdotal, y más en concreto, a las ponencias de S. del Cura, La sacramentali-
dad del sacerdote y su espiritualidad, pp. 121-171 ; la del Card. Martini, el ejercicio del minis-
terio, fuente de espiritualdiad sacerdotal, pp. 173-191. Hice un breve estudio y presentación
de ese núcleo unificador en el a.c. El ministerio presbiteral: perspectivas y acentos teológicos
según el nuevo Plan de formación para los seminarios mayores, pp. 36-41, precisamente
desde la "pastoreitas".
386 L. Rubio Morán

omitir cuando se afirma la dimensión ontológica del sacramento ni. basta con
remitirla, como hace el Sínodo, a la formación permanente, considerándola
como algo meramente existencial. El sentido de la misma, las exigencias y
actitudes que comporta y supone, las formas de vida en que ha de traducirse,
han de iluminar y configurar todo el proceso formativo del futuro presbítero 19 •
En cuarto lugar se precisa también una descripción más clara y adecuada de
dos características·que configuran y distinguen el ministerio de los presbíteros
seculares con relación a los religiosos, Son éstas la "secularidad" y la peculiar
"diocesaneidad" de los mismos, una vez que se afirma ya con toda claridad
que los presbíteros religiosos pertenecen también al presbiterio "diocesano"
(cf. prop. 7 c y 34). Sin esa descripción los formadores de esos presbíteros no
podrían realizar adecuadamente su labor formativa 20 •
En quinto lugar creo que debe ser ampliado, profundizado y enriquecido el
aspecto de la formación comunitaria como ese lugar y medio para poder vivir y
ejercer la fraternidad sacramental del presbiterio 21 •
Se diría que a este respecto el Sínodo ha seguido teniendo como horizon-
te fundamental la forma actual ordinaria de la vida y el estilo habitual de traba-
jo de los presbíteros, que es la vida aislada y el trabajo individual. La concien-
cia de la "colegialidad presbiteral" no parece haber producido aún frutos
considerables en ambos aspectos. También aquí algunas hermosas interven-
ciones de los Padres sinodales cayeron en el olvido en ese proceso de con-
centración del trabajo de grupos y sobre las proposiciones. Es de esperar, por
esto, que el documento final subsane esta laguna, insista en la "colaboración"
como una de las actitudes y exigencias fundamentales del ministerio presbite-
ral, que es encomendado no a título individual sino colegial y que ha de ser
vivido y ejercido no en solitario sino en "presbiterio". Y, como consecuencia,
haga ver más ampliamente la exigencia de formas de trabajo colegial y orgáni-
co como las más apropiadas y la "conveniencia" de formas de vida comunitaria
en las que hacer visible y efectiva esa fraternidad. Todo ello ofrecería nuevas
motivaciones para la vida celibataria y mejores ayudas para superar la soledad
tantas veces esterilizante en el ejercicio del ministerio, más allá de los peligros

19. Véase el estudio citado de L. Trujillo. Y en relación a la formación para ella, el estu-
dio elaborado por el IVMA, Formación para la fraternidad presbiteral. Un proceso pedagógico,
en "Seminarios" 35 (1989) 407-448.
20. Sobre los dos aspectos puede verse la ponencia de L. Trujillo antes citada, en pp.
142-149. 160-171.
21. Podría servir como orientación el hermoso párrafo 5 del cap, 111 del Plan español. las
dimensiones de la formación en el seminairo mayor, en el que se expone la "dimensión
comunitaria", con una fundamentación antropológica, cristológica, eclesiológica y pedagógica,
(nn. 126-131), una formulación de los objetivos (nn. 132-141) y la enumeración de elementos
y medios para la formación comunitaria (nn. 142-148). Véase en el volumen de comentario a
este Plan anteriormente citado, Formar presbíteros hoy, los estudios de A. Morata, La forma-
ción humana y comunitaria, pp. 57-81, y de J. R. Romo, Contexto, comentario, experiencia y
propuesta sobre la formación comunitaria en el seminario mayor, pp. 83-104.
A modo de crónica. Impresiones de un Observador 387

que pueda entrañar para una vivencia fiel y gozosa del celibato, en lo que ha
insistido el Sínodo (cf. prop. 1O, 11, 24, 35).
El Sínodo ha terminado. Ha hecho su camino. Ha sido ciertamente un
ingente esfuerzo eclesial que, como todo esfuerzo humano realizado en el
Espíritu, ilumina el caminar de la Iglesia en la historia y abre horizontes y cami-
nos más allá de lo que podamos observar o pensar.
Pero, como terminaba Juan Pablo II su discurso de clausura del Sínodo,
"la reflexión debe proseguir conforme a las orientaciones elaboradas por la
asamblea sinodal a fin de que se aplique a las diferentes situaciones de las
iglesias locales. Esta continuación se inscribe normalmente en la lógica de la
actividad sinodal que solo dará todos sus frutos en las realizaciones que inspi-
rará y orientará".
Con el mismo Juan Pablo 11 ponemos los resultados de la actividad sino-
dal, de las realizaciones que pueda inspirar y orientar, y, sobre todo, la "abne-
gación y el don de sí mismos que exige el ministerio de la formación de los
sacerdotes", según dice el Mensaje final del Sínodo, en las manos del Padre,
por el Hijo, en el Espíritu Santo. Le pediremos que haga más fructuosos estos
trabajos en la vida de toda la Iglesia y de todas las Iglesias del mundo, pues
sólo de Él, Padre de la luz, viene "toda dádiva buena·y toclo don perfecto"
(St 1,17).

Instituto vocacional Maestro Ávila


Fonseca 29-31
37007 SALAMANCA

También podría gustarte