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24 DE MARZO DE 1976

RECORDAR
Por: Antonio Dal Masetto*
Buenos Aires- 24/03/2003)

Recuerdo cierta noche de verano de 1985 cuando en Buenos Aires, en un bar del
Bajo, desde otra mesa, alguien me preguntó: '¿Leyó el Nunca Más?'. La voz
pertenecía a un anciano que tenía un cuaderno abierto delante de él. Había estado
escribiendo, usaba lentes de vidrio muy gruesos y parecía que tuviera dificultades
para descifrar sus propias anotaciones. Dijo: 'Registran 8.960 desaparecidos,
hombres, mujeres y chicos, casi 9.000, pero seguramente son muchos más y es
probable que jamás se sepa la cantidad real'. Yo asentí. El anciano insistió. '¿Esa
cifra le dice algo? ¿Sería capaz de imaginar 9.000 pares de zapatos?'. 'No, creo que
no podría', dije. El anciano se concentró un momento en su cuaderno y volvió a
hablar. '¿Sería capaz de imaginar 9.000 cuerpos?'. Dudé nuevamente; contesté: 'Tal
vez pueda imaginarse una concentración de 9.000 personas vivas, en una plaza, en
la calle, en una cancha de fútbol, pero no de otro modo'. Y el anciano: 'Estuve
haciendo algunos cálculos. Intenté pensar en 9.000 cuerpos acostados en el suelo,
uno a continuación del otro, la cabeza de uno contra los pies del siguiente: ¿Tiene
idea de qué distancia podrían llegar a cubrir?'. 'No podría decirlo', contesté.
'Supongamos que colocamos el primer cuerpo justo en la entrada de la Casa de
Gobierno a partir de los dos granaderos, y desde ahí hacia el oeste, todos los
demás; y siempre la cabeza de uno contra los pies del siguiente, ¿sabe adónde
llegaríamos?'. 'No lo sé'. '¿Quiere seguirme en el recorrido?'. Asentí. El anciano:
'Avanzamos por la Plaza de Mayo, bordeamos el monumento a Belgrano, la
Pirámide, los canteros florecidos, desfilamos ante la Catedral y su antorcha, el
Cabildo, alcanzamos la Avenida de Mayo; y siempre la cabeza de uno contra los
pies del siguiente, ¿me sigue?'. 'Lo sigo'. '¿Prefiere que tomemos por la vereda de
los números pares o impares?'. 'Lo que usted diga'. 'Dejamos atrás la Municipalidad,
cruzamos Perú, algunas librerías, negocios, bares y alcanzamos la 9 de Julio,
¿estamos?'. 'Estamos'. 'En la primera plazoleta pasamos frente a las dos figuras
femeninas que simbolizan la Virtud y la Sabiduría: más allá, enfrente, la ridícula
caricatura del Quijote; recorremos las últimas cuadras de la Avenida de Mayo;
después viene El Pensador, la fuente, las palomas, el edificio del Congreso, El
Molino; seguimos por Rivadavia y siempre la cabeza de uno contra los pies del
siguiente, ¿me está acompañando?'. 'Estoy'. 'El café de los Angelitos, negocios,
negocios, negocios, el último tramo antes de llegar a Pueyrredón y su aspecto de
mercado persa; Plaza Miserere y sus árboles, la bajada de Rivadavia, Medrano, la
confitería Las Violetas, bancos, inmobiliarias, agencias de automotores, bocas de
subte, testimonios de una ciudad civilizada, avenida La Plata, Parque Rivadavia, el
monumento a Bolívar, avenida José María Moreno, pizzerías, negocios, negocios,
negocios y siempre la cabeza de uno contra los pies del siguiente, ¿me sigue?'. 'Lo
sigo'. 'Caballito, las rejas de la terminal del subterráneo, Rivadavia que se convierte
en doble mano, el cielo que se amplía arriba, los edificios de departamentos más
espaciados, Donato Alvarez, Boyacá; y solamente llevamos recorridas unas sesenta
cuadras; alcanzamos Plaza Flores, la vieja iglesia, Nazca, mueblerías, casas de
antigüedades, los barrios tranquilos que se desgranan a ambos costados de la
avenida, las vías del ferrocarril que se entreven a cien metros y nosotros siempre
con los cuerpos, ¿los está viendo?'. 'Los veo'. 'Cruzamos Segurola y ya estamos a la
altura ocho mil quinientos; inmediatamente se suceden una serie de calles de
nombres gratos: Virgilio, Dante, Víctor Hugo, Manzoni, Leopardi, Molière, Byron,
llegamos al once mil seiscientos de Rivadavia, exactamente la última cuadra antes
de la General Paz, se nos acabó la Capital y podríamos seguir del otro lado, por la
Provincia; y siempre la cabeza de uno contra los pies del siguiente, ¿me estuvo
siguiendo?'. 'Lo estuve siguiendo'. 'Este trayecto y un larguísimo tramo más es lo
que se podría cubrir con 9.000 cuerpos'. A esta altura el anciano calló. Se sostuvo la
cabeza con ambas manos, se dobló sobre la mesa y era como si realmente lo
hubiese deshecho el esfuerzo de esa caminata. Eso es lo que recuerdo de aquella
noche.

* Antonio Dal Masetto nació en Italia en 1938 de padres campesinos. Después de la


Segunda Guerra emigró a la Argentina. Se radicó en Salto con su familia y aprendió
el castellano leyendo libros que elegía al azar en la biblioteca del pueblo.

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