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I.E.

“SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS”


Cuna de campeonas

Juanito Carguancho Tú, Juanito, sólo ojitos nomás eras, opita


todavía para comprender muchas cosas terribles
Por: Antonio Ureta Espinoza que ocurrirían o que ya habían sucedido, como
el maíz que la Berna llevó a la tienda para
Desde que te alzaron para verte y ver tú comprarse esos adornos y dulces, a escondidas
el mundo, así es como te nombraron y por de mamá.
mucho tiempo siguieron llamándote tal. Porque ¿Qué hizo? ¿A ver, repite, cuenta desde el
esos tus ojitos redondos, Juanito Carguancho, principio, papito? ¿Qué viste? Tú eres mi
estaban para verlo todo, sentirlo hasta no poder Huallallo, tú eres mi Carguancho. Mi engreído. Di
más. De tanto escuchar esos chasquidos en la lo que quieres decir, te ordenó papá.
cara, esas palabras afiladas con ira, del terror de Alzaste el bracito señalando por encima
aquellos alaridos pidiendo auxilio; de tanto ver de tu cabecita. Querías decir, hermana subió a la
llorar a mamá, a la Bernacha; viéndolas ponerse troja del maíz y salió a las carreras hacia la
entre ellas emplastos sobre sus heridas, tu alma tienda y al regreso dijo, cruzando el dedo sobre
también herida estaba. Quién iba a pensar, ya sus labios: no has de avisar, Ñahuincha, estos
estabas hechecito y hablador. Te morirías caramelos verdes son pa ti y los morados pa mí,
nomás. las galletitas pa ti, y los ganchos pa mí, otro
caramelo pa ti, y estas peinetas pa mí, una
galleta más pa ti y los polvos y pomada Reuter y
demás guaraguas pa mí. Shoy tu helmana que
tiadola, Ñahuincha. ¿Cierto que no vas a decir
nada cuando llegue papá? Cierto, hemana
Bernarcha, no diré que te los compraste con el
maíz huanza, el mejor maíz de mamá.
Ahora, no deberías, Juanito, estar sin
hablar, sin querer probar ni una cucharada de
sopita.
Será que tiene susto, así nomás decía
Un día de sol pintadito sobre el cielo del Mamá.
patio de la casa, laderas de verdor alrededor, día ¿Pero de qué? Tú no tienes la culpa.
que mamá había entrado hipando con su atado Cuando llegó papá, tú no avisaste por avisar. Tu
de compras sobre sus espaldas, papá como boquita sola habló. Sólo estabas como aturdido
siempre endomingado y periódico en mano, fue porque todo tu pensamiento lo tenías en lo que
cuando viniste al mundo. sucedió aquella vez entre los eucaliptos,
Tarde era esa vez cuando Bernarda te preguntándote ¿por qué la hermana Berna no
llevó de escapadita, apachurrado contra su había querido regresar a casa y decir a mamá el
pecho, toda ella alistada de sedas y jabones motivo por el cual había llorado? ¿Por qué ese
donde ese desconocido. hombre se había ido dejándola tendida sobre las
¿A dónde se iba con esos apremios la charamuscas? Era casi de noche cuando
hermana Bernarda? Aquellos remansos de tus temblando te llevó de regreso. Más allá se montó
ojos qué sabrían a dónde, nomás iban saltando sobre la acequia para mojarse la cara y
sobre las piedras y rebrotes de hierbas de la línea aventarse harta agua abajo entre las piernas.
del tren hasta llegar al potrero de don Gude. Se Caminando con lástima llegó, me he caído,
detuvo. Miró hacia la casa y, al ver que nadie la mamá; no, no me pasa más nada, seguro mamá.
vigilaba, empezó a correr por entre los eucaliptos Luego necesitarías saber muchas otras cosas,
hasta toparse con aquel hombre que salió desde Juanito Carguancho. Saber por ejemplo qué es
las chilcas planchándose con las manos el pelo caución.
tieso y brillante. Se abrazaron y tumbaron, Un día un señor había pasado veloz con el
dejándote olvidado, ojitos, sentado sobre el tren agitando su sombrero, aventando golosinas
pasto. Después de hablarse despacito cosas que ahora los chiuches corrían sobre la pampa
cortitas, ella escondida entre sus brazos, ya no disputándose y buscando entre la grama y las
decía nada, sólo muchándole como loca lloraba, espinas. ¡Ya se jodieron! ¡Ahí viene tu viejo! Ese
mientras él respiraba con desesperación. No se señor que pasó con medio cuerpo salido por la
soltaban. Él logró apartarse y, sin dar vuelta, ventana del tren, era papá.
luego se fue. Ellos se habían quedado todavía
Papá sabía llegar en cualquier momento, rebuscando sobre las champas, mientras el
bien porque podían haberle cambiado el día de Costa corría con el aviso.
descanso o por la huelga. Caminando, con esos sus pasos dando
saltos, por la línea venía con apenas una rayita
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de sonrisa o rendido de cansancio, por el peso de Aquello parecía ser señal de aprobación
la talega que se le resbalaba por un lado del de las tareas que había encomendado a mamá.
hombro. ¡Y cuándo piensas terminar el zurcido de mis
Mamá hizo que le saludaran, y él ahora medias? Otra vez tosió o quizás fue otra cosa,
entraba y ordenaba descubrir el atado lleno de porque ahora mamá lloraba.
cosechas. Las veces que papá la hacía llorar, los
Ese era papá. Y no iba a la cocina a chicos decían ¿por qué siendo muchacha mamá
frotarse las manos sobre la candela, como no se acordó de las tías que le advertían que
cualquiera que a esa hora entraba a la casa con papá era un huanca?
frío, sino que caminó hasta los rincones Ella al principio se reía nomás, qué tendrá
paseando la vista alrededor de las tapias, que ver que sea huanca.
simulando que le preocupaba las filtraciones de Tía Albina se lo dijo una tarde, te
la lluvia, pero en realidad creía haber visto, por acordarás de mí, hijita, los huancas son así, son
fin, un rastro extraño encima de la pared, y a ver asá.
¿por qué aquella teja está medio ladeada y la ¿A qué hora papá había terminado de
otra quebrada?, pareciera que alguien ha gritar y gritar? ¿En qué momento se había
entrado por ahí. dormido? Juanito no, él toda la noche estuvo
Y cuándo no, tú, Juanito, con el bracito cuidando de mamá. Juanito quería en esos
como una espada gorda y mocha, apá, apá, shí, momentos tener un machete o una carabina. O
porai dentran ladrones. ¿Ah, ladrones? ¿Es cierto que viniera tía Florita con su palo largo con ñudos
lo que está avisando este chico? Mamá se a darle duro a papá como aquella vez. Pero
revolvió de miedo, y papá, sigue, sigue Juanito sólo cuidó de mamá rogando que ya no
contando, hijo. Sí, por ahí entra y por ahí llorara más, aunque igual ella se la pasó llorando
también se va el ladrón llevándose a la hermana hasta el amanecer.
Berna. ¿Qué cosa? Di más, di más. Sí, ese ladrón La avena con leche mamá la servía en los
se va llevando también la olla de comida y todas platos de sopa con los panes picados y el pedazo
las noches por ahí también entran brujos, de canela que sobresalía como si fuera otra
condenados, pishtacus... cuchara. Mamá echaba cucharones de avena y
Papá mostró todos sus dientes chiquititos acercaba cada plato con amor aunque tuviera los
y mamá volvió a respirar aliviada. Gracias a dios, ojos rojos y su cara como con fiebres. ¿De qué
papá no había tenido más que reír. lloraba y por qué no tenía ganas de probar la
La hermana Berna te muchaba diciendo: avena con aquellos grandes panes? La harina de
al ojitos, nomás hay que escucharle, porque se la que estaban hechos esos panes era fina, pero,
ha convertido en un lorito; sshí, hay que decía mamá, sabían a humor de papá, a sabor
eshcucharle y no hasherle casho. ¡Pero, oye, ácido, a humo de fundición. Y pasaba también
ñuñupita, de los caramelos sí no has de avisar! Y que la pierna de mamá ahora tenía algo porque
tú, con el dedito haciendo cerrojo: sh, sh, esho cojeaba.
no, esho no. Las tías se lo advirtieron, estabas ciega,
Papá y su periódico en la cara, recostado ay, hijita, te hubieras fijado en uno de nuestro
en su silleta de paja a punto de partirse. La vela pueblo. Esas gentes son unas bestias, sólo saben
a medio terminar. Mamá avanzaba unas medias, patear, saben decir carajo mierda.
la hermana Bernarda y el Paco en sus repasos. ¡Y ahora tú también, ojitos, en qué
Todo parecía hundirse en un silencio de espera momento se te ocurrió! Fueron unos minutos
hasta que papá se aclaró la garganta. Papá apenas. Papá ya se iba y soltaste la lengüita.
estaba siempre como amargado. En cambio, Entonces fue que esos tus ojos redonditos
mamá no tenía que subirse al tren para regalar corrieron como locos tratando de perderse para
caramelos. Cuando traía mishki del pueblo, a siempre en algún rincón de tu propio cuerpecito,
cada uno le daba en la mano. Ella sabía estar de y se llenaron una vez más con el estallido de
buen humor. Empleaba sólo un momento de su gritos y súplicas, con el llanto de ellas, y tu
cólera para las reprensiones. A lo máximo un corazoncito como el chuño se encogió hasta
varillazo y ya. Papá no. Papá tosía y todos se hacerse piedra helada en tu pecho. Todo lo que
volvían ensombrecidos, miedosos. Como anuncio se te ocurrió fue: la Bernacha ha vendido el maíz
de tormenta era. de la troja y con la plata se ha comprado lindas
Fue entonces que papá tosió, y tosió guaraguas en la tienda de don Aurelio.
muchas veces más. Al fin carraspeó reclamando Luego de castigar como castigaba, papá
a mamá sobre don Diego y su yunta. Otra vez la se fue lleno de rabia. A nadie le dio caricias, sólo
tos y mencionó algo sobre su saco de cabritilla y a ti te hizo pellizcos en la carita.
el pantalón que habría de ponerse mañana. Este es mi Carguancho, este es mi
¡Ujú! Huallallo, todo avisa ya.
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La correa de papá era gruesa, brillosa. Mamá aplicó a la Bernacha consuelos con
Después de utilizarla se ajustaba su cintura como paños de agua tibia de llantén y paico, con
cincha de mula. Esa punta siempre estaba nueva cuidado, para que durmiera de costado y no de
porque la doblaba hacia dentro. Pero esa punta, espaldas, porque se te han de pegar sino las
Juanito, es la que duele más. Tú no sabes cómo mantas en tus carnes, hijita.
duele, niñucha zonzo; duele, nunca deja de Y a ver, mamita, ahora yo a ti.
doler. ¡Pero tú qué shaberás, inoshente eres, La hermana Berna le puso los mismos
opita todavía eresh, culpa no tienesh! gemía la toques sobre el rostro encardenado y las piernas
hermana Bernarda dentro de las frazadas. en bote de mamá. ¡Porque carajo tú eres la
Pero aunque todo eso te tocara compinche de la puta de tu hija!
presenciar, tus ojitos, tus pensamientos, como La veías cada vez menos, sólo de
los gorjeos malagüeros de la paloma, como mañanita y por las noches. Donde la abuela Livia
enredados estaban entre aquellos altos árboles. está aprendiendo costuras. Es que se ha ido a
En el eucalipto fue, mamá. recoger rastrojos donde la comadre Estéfana. O
Y cómo parar ahora el abultamiento, estaba amasando panes en los hornos de don
cómo. Tomás Porras.
Conociéndolo a papá, ese crecimiento ¿Por qué esta muchacha tardará tanto en
pegado a su vientre era tu verdadero terror. regresar?, decía mamá.
Pobre Berna. La blusa no le cerraba, la panza Seguro estará esperando a que acabe la
seguía creciendo, eran ya seis meses. hora de visita, se respondía ella misma. Ojalá
Fue por la chompa grande que papá se dio papá no se enterase de que le estaba llevando
cuenta. Nunca se la sacaba. ¿Acaso quiso comida al hombre, que si se entera, dios mío,
quitarse la chompa? virgen santísima, te volverá a sangrar, hija.
¡Porque si sigues con ese individuo te
parto el lomo, te mato!
Simón se llama el hombre. Es huanca
también, pero es hombre bueno nomás.
¿Y cómo es eso, mamá, que la Berna y el
Simón se casaron por caución?
Ojitos nomás, aunque triste, resabido
era, todo quería saber y sabía como un viejito,
aunque estaba hecho pedazos, aunque se estaba
acabando por dentro.
No llores mamá. Yo te voy a comprar tu
faldellín bonito, tu pañolón.
Que se tuvieron que casar en la cárcel. Y
tuvieron que pagar para que salga de la cárcel,
a eso se le llama caución. Porque cada vez que
A las cinco de la mañana fue que papá la la Berna iba llevándole la comida, le decía que
colgó y le dio hasta que él mismo casi muere de ella también vivía como prisionera. Le imploraba
ira, de impotencia, ciego a cómo los correazos le que la ayudara a salir de la cárcel de papá, que
volvían a reventar esos surcos frescos de la si se unían en matrimonio, ella a su vez le sacaría
espalda castigada por lo del maíz de aquella vez, a él de aquella celda de la autoridad. Tú no sabes
los que mamá ya le venía sanando con enjundias los trabajos y tormentos que me da más y más.
de carnero. Aquello del maíz fue nada más que Así salió libre el Simón y se la llevó.
una falta grave. Lo de ahora era pecado, pecado ¿Entiendes todo esto que trato de hacerte
carnal. La deshonra, el cielo había caído sobre la comprender Juanito Carguancho?
familia. Está dormidito, se dijo mamá esa
¡Ya no eres virgen, carajo, carajo mierda! mañana, tapándole con la manta.
Papá se echó a llorar. Dicen que el alma de una criatura es
Desde entonces, en donde quiera que como el cristal, el corazón se parte de puro
estuviera, al alzar sus ojitos o aún estando susto. No querías comer ya, te consumiste. Ese
dormido, Juanito arrancaba a dar gritos día ya no escuchaste lo que mamá contaba, ni la
desesperados sintiéndolas llorar a las dos viste llorar más.
aunque ya no llorasen, aunque fuesen
carcajadas de conversación, o jajayllas de
carnaval, cualquier grito le hacía despertar el
terror.

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