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allego
Maristella Svampa
Enrique Viale
Una brujula para salir
del (mal)desarrolloReflexiones finales
Por un pacto ecosocial y econémico
1
‘Vivimos una época marcada por una narrativa dist6pica glo-
bal, poblada de relatos apocalipticos e imagenes colapsistas que nos en-
‘wuelven y atrapan, nos confrontan a la posbilidad de una temida auto-
destrucci6n al tiempo que potencian la pardlsis de nuestra imaginacién,
Las nuevas y modernas “teorfas sobre el fin del mundo", multiplicadas de
manera exponencial por las series de televisin y el cine catistrofe,tie-
nen un origen en cuantiosas investigaciones cientificas que nos advierten
de la inminencia del desastre.
Esta vivencia social ante el colapso ecol6gico convive, sin embargo,
con Ia difusién de nuevas experiencias colectivas ligadas ala resiliencia y
sostenibilidad de la Vida, Hevadas a cabo por oryanizaciones y yrupos
de mujeres y hombres que apuestan por otros sistemas sociales y otros
‘modos de relacionarse con la naturaleza. Experiencias de autogestién y
autoorganizacién como la agroecologia, la economia social solidari, las
comunidades de transici6n basadas en enengias renovables, entre otras,
se van difundiendo a nivel local y marcan la importancia de las “utopias
concretas” y las pricticas prefigurativas que anticipan la nueva sociedad,
En sintesis: habitamos un mundo en el que coexisten distopias glo-
Dales que obturan nuestra imaginacién politica y utopias concretas a
nivel local con cierta capacidad de inradiacién, pero con dificultades
para traducine en tun proyecto politica de alcance global, Peor atin, la
desconexién entre lo global y lo local fuerza al imaginario politico a una
decisién poco saludable: pensar que en lo global todo esta perdido y que
lo tinico que queda, segiin el célebre consejo de Voltaire, ¢s “cultivar
nuestro propio jardin’.
La euestidn del desacoplamiento de las escalas genera un contraste y
elefecto de desamparo es mayor: aunque valiosas e impreseindibles, las
‘utopias concretas y las experiencias de reexistencia tienen un aleance
limitado, ademas de ser frigiles y vulnerables; en todo caso, son262 Elcotpso coogi ya tos
ficientes para cubrir la brecha entre las escalas macro y micro. Si bien
funcionan en estos tiempos de colapso ecoldgico como un “principio
esperanza” (Bloch, 2004), no podemos dejar de preguntarnos si no es
posible, e incluso necesurio, dar un paso mis y asumir el riesgo de pen-
sar la conexién de las agendas en las distintas escalas ~global, regional,
nacional, local- para contrarrestar la desmesura y el aleance desespe-
ranzador y planetario de la distopfa, Ante el terricidio inminente, :solo
rnos queda renunciar a pensar en clave global y dedicarnos a lo local
exclusivamente? 2No es posible acaso, como se ha propuesto en algunos
pafses y desde diferentes corrientes del pensamiento eritico, elaborar y
poner en practica un gran pacto ecosocial y econémico? .264 capo aoatgia ye led
terias primas y a exportacién a gran escala, América Latina poco logré
conservar de aquel perfodo de neoextractivismo de vacas gordas, En la
aactualidad, continta siendo la regién més desigual del mundo, donde se
registra un mayor proceso de concentraci6n y acaparamiento de tierras
(gracias a la ereciente expansién de la frontera agropecuaria), ademas
de ser la zona mas peligrosa para activstas ambientales y defensores de
derechos humanos (60% de los asesinatos de estos activstas, cometidos
cen 2016 y 2017, ocusrieron en América Latina), y por si faltaba poco, la
regién mis insegura para las mujeres vietimas de femicidio y violencia
de género.
[Asi, la resohucién de la crisis de 2008 y sus efectos negativos se hacen
sentir hoy con claridad, Una salida de este tipo, que acentué la concen-
tracién de la riqueza y el neoliberalismo depredador, debe funcionar
como tn contracjemplo efieaz y convincente para apelar a propuestas
innovadoras y demoersticas que apunten a la igualdad y la solidaridad.
Al mismo tiempo, deberia hacernos reflexionar acerca de que, incluso
aquellos paises del Sus que sortearon la crisis yaprovecharon la rentabil
dad extraordinaria que les provefa la exportacién de las materias primas,
utiizando las recetas del neoextractivismo, tampoco funcionaron ni pue-
den presentarse come la encarnacién de un modelo positivo.
La pandemia del covid-19 nos instalé frente a nuevos dilemas politicos
1 &ticos, planted la necesidad de repensar la evisis econémica ¥ climéti
ca desde un nuevo ingulo, tanto en términos multiescalares (global/
nnacional/local), como geopoliticos (relacién Norte/Sur bajo un nuevo
‘multiateratismo). Podriamos formular el dilema de la siguiente manera:
‘nos dirigimos hacia una globalizacién neoliberal més autoritaria, en el
marco de un “capitalismo del caos”, que sin duda favorecers la expan-
sin de las derechas fascists, 0 bien, sin caer en una visién ingenua ni
lineal, la crisis puede abrir paso a la construceién de una globalizacién
mais democritica, ligada al paradigma del cuidado, por la via de Ia imple-
mentaci6n y el reconocimiento de la solidaridad y la interdependencia
como lazos sociales e internacionales, y de politicas piblicas orientadas
‘aun gran pacto ecosocial y econémico que aborde conjuntamente la
Justicia social y ambiental
‘Gon todo lo horroreso que trajo, la crisis abri6 un portal desde el cual
‘se tomné posible aquello que hace poco tiempo se consideraba inviable,
Felines ales 265
activé el “principio esperanza” en clave mayor. En esta linea comenza-
ron a circular diferentes propuestas globales y nacionales, que en el Sur
adoptaron el nombre de Pactos Ecosociales y Econdmicos y en el Norte,
Green New Deal. Lo central es que no se trata exclusivamente de pro-
puestas "verdes", sino de agendas integrales que articulan justicia social
on justicia ecol6gica, étnica y de género.
"Green New Deal” (GND) puede resultar una expresién poco cono-
ida en nuestras latitudes, debido a la falta de una relaci6n histérica
con el concepto, ya que ni en la Argentina ni en América Latina he-
‘mos tenido un New Deal ni tampoco un Plan Marshall, Repasemos: el
New Deal fue un conjunto de programas y proyectos puestos en marcha,
en los afios treinta en los Estados Unidos por el presidente Franklin D.
Roosevelt para superar Ios estragos econsmicos causados por la Gran,
Depresién. El Plan Marshall fue el plan de reconstruccién de Europa
Inego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, entre 1948 y 1952, con
ayuda estadounidense.
En nuestro pais, lo mis parecido a esto fue el Phan Quinquenal del pri-
‘mer gobierno peronista, que tuvo un objetivo nacionalistay redistribucio-
nista. Sin embargo, la Argentina de ese momento no venia del desastre:
tenia superivic fiscal y los precios de las exportaciones de cereales eran,
altos. Era un pais beneficiado econdmicamente por la guerra europea, lo
que le habia dado al gobierno peronista una oportunidad para generar
condiciones de cierta autonomia relativa, orientando su politica de redis-
‘ibucién hacia los sectores del asalariado urbano. En 1973, durante su
breve tercer gobierno, Juan D. Perén presenté también el Plan Trienal
para la Reconstruccién y Ja Liberacién Nacional,” que buscaba estim
Jar el crecimiento econémico aut6nomo, incrementar la participacién
del sector productive nacional (especialmente la industria), abrir nuevos
:mercados para exportar, con especial énfasis en los paises comunistas de
Europa Oriental, y eleva la calidad de vida mejorando la distribucién del
ingreso. El mecanismo previsto para avanzar en esos objetivos era pro-
cir ajustes salariales por encima del incremento de los precios, con-
{uolando estos Gitimos a través del pacto social. También se reformaba la
Tegistaci6n impositva y la financiera, a fin de faclitar la orientacién del
crédito hacia los sectores de interés nacional Todo esto de la mano de un,
gran y amplio control estatal en la economfa y en el proceso productivo,
207 Plan Trenal pea ls Reconaracin ya Ubeacén Nacional (1979), Poder
Ejcatvo Nacional, Prelcenca ce la Nec.266 El colapso ecotiio ya le
que inclufa la proteecién del ambiente y los recursos naturales. Las cir-
ccunstancias politicas y econémicas del pais (y del mundo) dificultaron la
puesta en marcha del plan, y luego de la muerte de Perén la crisis se agra-
varia, para terminar en el peor golpe cfvicomilitar de nuestra historia
EIGND, porsu parte, cavo un origen reformista-conservador, asociado
‘a ciertos sectores partidarios de la economia verde. Surgié entre 2007 y
2008, en Europa, en el marco del Plan 20-20-20 (20% de reduecién de
‘emisiones GET y 20% de energias renovables para 2020), que buscaba
ubicar a la Unién Europea a la vanguardia para afrontar el cambio cli
Iatico, Asi, aparecia mas ligado al Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (2009), diseitado en la Conferencia de Rfo+20
‘en tomo a la economia verde, cuyos limites ya hemos sefialado, pues
se trata de un modelo de modernizacin ecol6gica que profundiza la
‘mercantlizacién en nombre de una economia limpia. Fl Partido Verde
aleman y otros partidos verdes europeos lo adoptaron entonces como
plataforma politica.
‘Sin embargo, en febrero de 2019 fue Alexandria Ocasio Cortez, la ex
trella ascendente de la politica demécrata estadounidense, quien logré
darle una vuelta de terea radical al GND. En efecto, propuso una trans-
formacidn profunda del sistema econdmico através de la reduccién dis
tica de las emisiones de gases de efecto invernadero, la renovacién de las
infraestructurae, la apuerta por la eficiencia enengética y la promos
cde medidas para reducir la desigualdad econémica y social en los Estados
Unidos. El programa, presentado como resolucién en el Congreso de
ese pais, aspira a una movilizacién de recursos sin precedentes desde
la Segunda Guerra Mundial y ha abierto un encendido debate sobre el
futuro de la economia y el papel de la sostenibilidad y del sector piiblico
cen esta compleja ecuacién.
[Asi lo destacable de Ia iniciativa de Ocasio Cortez es que logrs radica-
lizar el proyecto europeo, anclado en Ia economia verde, para conectarlo
con las propuestas del moximiento de justici climatica con el objetivo de
“lograr mayor justcia social, econ6mica y racial en los Estados Unidos".
Dicho de otro modo, su propuesta amplia el GND para convertirlo en
tun verdadero programa de transformacién ecosocial y econsmica. No es
solo tn intento de prohibir el /racking, dejar los combustibles fésiles bajo
tierra y reducir los gases de efecto invernadero para lograr la eficienci
‘energética de la mano de la modernizacién ecol6gica: es una apuesta
interseccional que busca articular justicia social con justicia ambiental,
En la misma linea, en On Fire: The (Burning) Case for a Green New Deal, su.
libro de 2019, Naomi Klein plantea una transformacién radical ysistémi-
—_
Fetesones nae 267
‘ca para afrontar la crisis climatica. Para Klein, el GND no es simplemente
una politica aislada enfocada a reducir dristicamente las emisiones de
‘carbon, como lo seria un impuesto o una fijaeién de limites maximos
€ intercambio de derechos de emision. Su objetivo maximo es integral,
‘Pues pretende transformar la economia y hacerla mas equitativa, ademas
de luchar contra la pobreza, contra el racismo y contra todas las mani-
festaciones de desigualdad y marginacién (elementos de los que carecia
~Aferencias epocales aparte~ el New Deal de Roosevelt). Precisamente,
para reducir las emisiones de GEI, se requeririn transformaciones en
‘nuestro modo de vida urbano, nuestros medios de desplazamiento, estra-
tegias para cultivar alimentos y obtener energia.
Asimismo, Jeremy Rifkin, a quien ya hemos citado, publicé en 2019 Et
Green New Deal gloat Alli plantea que es el momento de lanzar un gi-
gantesco plan que permita modernizar la infraestructura, desde la red de
‘energia hasta los edificios la produccién eléctria, para descarbonizar la
sociedad y crear millones de empleos durante treinta aos. Para Rifkin,
1 GND implica transformar las estructuras de la Segunda Revolucién
Industral, basadas en los combustibles fOsiles, para ingresar ala Tercera
Revolucién Industral, basada en el carbono cero (niaturaleza verde y
emisiones cero) (2019a: 33). Por supuesto que Rifkin es asimismo un
fervoroso partidario de la desinversién en combustibles fosiles,
‘También desde Europa llegan propuestas que propugnan un cambio
radical. En Ios Palses Bajos, decenas de intelectuales y cientificos suscri-
bieron un manifiesto en el que demandan que las autoridades aprove-
chen esta situacién exeepcional para modifiar las matrices de gobierno
ye distribucién nacionales. Sus reclamos incluyen desde la renta basica,
tun sistema dle servicios piblicos y de cuidado, energias limpias, una agri-
‘cultura regenerativa, a cancelaci6n de la deuda, hasta la reduceién del
‘consumo y los viajes."
Desde Francia, sin hablar de GND, un conjunto de activistas ¢intelec-
tuales de larga trayectoria nucleados en la Asociacién por la Tasacién de
las Transacciones Financieras y por la Accién Giudadana (Attae) publieé
‘en junio de este aiio el Manifiesto por una relocalizacién ecolégica y
solidaria, Bajo la consigna “Depende de nosotros”, se propone actuar
junto con el personal sanitario para lograr mejores servicios, salarios y
pproteccién; se trata de desobedecer la gobernabilidad de las cifras para
206 "Manifesto por una Holand is usta y sostribie cespubs del panda
al cornavius’, 27/4/2000, dsponbe en .268 colapso ecco ya ta08
iniciar una refundacién de los servicios piblicos eentrados en el cui
do, la proteccién de los otros y de la naruraleza, comenzando por los mis,
‘vulnerables. Se busca imponer mediante huchas la redistribucién de la
riqueza, un ingreso minimo garanuizado, el derecho al habitat, la regue
Jarizaci6n de los precatizados y desempleados victimas de una crisis que
no hace sino comenzar. "Eso que depende de nosotros" es perseguir y
amplificar las mitiples redes de solidaridad concreta que se han gesta-
do durante la pandemia. Eso que depende de nosotros es “construi un,
proyecto entusiasta de relocalizaci6n ecolégico y solidario, para desacre-
,270 oak congo ya tgs
{que grave las actividades socialmente aceptadas pero que generan mayo-
res emisiones de gases de efeeto invernadero.*!
No podemos aceptar que, tal como sucedié a nivel global com la crisis
‘inanciera de 2008, e1 Estado salga a socorrer a las grandes corporaciones
yy terminen siendo los nus vulnerables quienes financien esta crisis. Una
‘mirada renospectiva nos advierte que, aunque la pobreza haya disminui-
do segrin los periodos y las sociedades, las desigualdades aumentaron
‘tanto en el Norte como en el Sur global. Ast, una parte importante del
crecimiento econdmico experimentado en América Latina durante el
‘oom Ge los commodities fue capturado por los sectores mis ricos de Ta
sociedad, En la negién, segtin Kessler y Benza,
‘Ao largo det pertodo no parece haber habido una mora
fenla cancentracion de a riqueza y la propiedad. Incuso,
hay inicios de quo se habria incremontado: una parte importante
{o tecmiento eccnémics del paodo parece halver
‘80 capturedo por loe miembros més rcos dea sociedad
(Qxam, 2016) Datos do Forbes, por oorplo, mucstran que
la riquaza de los mirilonatios atincamericanos (oon fortunes
superiores a USD 1000 milones de dolar) crecié aun
rim de 21% anual entre 2002 y 2076, un inoremento sels,
‘veces superior al al PB dei rogin (3,53 anual (2020: 86)
En materia ecoldgica, Ios datos también escandalizan: solo cien grandes
‘empresas transnacionales son responsables del 70% de los gases de efec-
to invernadero a nivel global,
En tercer lugar, es en momentos extraordinarios cuando se justifica la
suspensién de las grandes deudas de los Estados. No hay que ser radical
niheterodoxo en materia politica y econémica para darse cuenta de ello
Ningsin pais puede pagar colosales montos de divisas sin antes garanti-
zar a sus habitantes una vida digna, mucho menos en un contexto de
inédita recesion econdmica global y nacional como el que atravesamos,
¥y mucho menos atin en una situacién de casi difantt como la que here-
2 Lo impussts vades on do carter tical y Seren por cbt do
‘aleiary persia las condctas acodricas contaminant, ao po dena
ancien
Fetodaras tnaes 271
146 nuestro pais, a causa de los préstamos contraidos por la gestion de
‘Cambiemos, que solo siryiexon para fugar dinero y sostener délicits fis
ccales que no beneficiaron a los sectores més vulnerables. Hace unos me-
ses, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo
(Unetad, por sus iniciales en inglés) propuso un nuevo Plan Marshall
para liberar 2,5 hillones de délares de ayuda a los paises emergentes,
‘que implique el perdén de las deudas, un plan habitacional, servicios de
salud, asf como programas sociales. Por ende, la posiblidad de rehacer
elorden econdmico raundial y de impulsar, incluso, un jubileo de la dew-
‘da hoy aparece como viable y plausible. Los debates sobre la nevesidad
de instalar un ingreso universal cindadano, un impuesto a las grandes
Foruunas y la suspensién del page de la deuda externa estan lejos de ser
t6picos de aleance local, Son materia de declaraciones de organismos
internacionales como el FMT, la Unctad, la Cepal o incluso de eolunnas
de diarios hiperconservadores: todos coinciden en que la crisis exigira
‘un rol mayor al Estado y nuevos tiempos redistribativos.
En cuarto lugar, como hemos visto en este libro, el debate instalado
‘por las feministas sobre el cuidado, definido como un derecho, cuenta
con una larga historia. Rsto se torna ms relevante en el actual escena-
rio y exige un involucramiento mayor del Estado a través de politicas
paiblicas que desmercantilicen Ia salud y que conecten euidad, salud y
ambiente, para poder afrontar los desafios del cambio elimatico y, muy
probablemente, de las pandemias que vendran, También resulta fanda-
‘mental visibilizar y revertir el brutal desequilibrio de género de quienes
realizan las tareas de cuidado, las mujeres. El gran aporte de los ferninis-
‘mos, como el de los pueblos originarios, es su apuesta radical por colocar
en el centro la sostenibilidad de la vida, hoy amenarada por la Logica
destructiva del eapital
El escenario de pospandemia debe abrir paso ala constriccién de
sociedades ligadas al paradigma del cuidado. Ast, es necesario implantar
un sistema nacional pablico de cuidados destinado a atender las neces:
dades de personas mayores en siniacida de dependencia, nifios y nis,
personas con discapacidad severa y demas individues que no puedan
locuparse de sus necesidades basicas. Una vez superada la pandemia, la
recuperaciéa de la economia deberfa priorizar tanto el fortalecimiento
de un sistema nacional de salud y de cuidados, que exige el abandono
de la logica mercantilsta, clasista y coneeatradora, que genera’ ganan-
,
Retires alae 275
5
Dijimos que no hay transiciones puras y que el camino no ser lineal:
pero la situacidn tampoco admite autolimitaciones ni reformas tbias,
[No tenemos un manual con preguntas y resptestas, mucho menos para
Ta gran escala que plantea el colapso ecosistemico, La transiciGn socioe-
colégica es un camino plagado de incertidumbres y ambivalencias que
requiere, como nos recucrda José Carlos Maristegui, “una brijula en el
viaje": un pensamiento libre, sin duda, pero marcado por la necesidad
esiricta de rambo y objeto.
[Nasla indica que sera ficil salir del extractivismo y de la sociedad del
crecimiento y el desperdicio sin un cambio cultural profundo de las
estructuras mentales y cognitivas asociadas a los patrones consumistas
dominantes tanto en el Norte como en el Sur globales. Lejos estamos,
sobre todo en América Latina, de la descolonizacién del imaginario del
consumo asociado al éxito social y la construccién de la subjetividad,
Asimismo, este conjumto de procesos exige una transformacién ineludli-
ble de las estracturas de dominaci6n que hoy imnponen una nueva geo-
‘graffa de la extraccin ¢ incrementan la deuda ecolégica que el Notte
‘global tiene ~histéricamente~con los paises periféricos del Sur.
Gierto os que, a diferencia de épocas anteriores en que lo ambiental
‘era una dimensién ms de los problemas casi nunca asumida de manera
‘explicita, hoy estamos ante tna resignificacién desde una perspectiva ho-
Histica en clave territorial, politica y civilizatoria. Incluso en um pais como,
la Argentina, donde la poblaci6a de las grandes ciudades es reacia o in-
diferente a las problematicas socioambientales, donde parte importante
del pensamiento progresista y de las ciencias sociales y humanas le han
ado la espalda ala cuestién, los movimientos ecotertitoriales ocupan un,
lugar cada ver mis preponderante en esta enorme batalla civilizatoria
Elnuevo protagonismo delajuventud, igado al efecto Greta Thunberg,
«que reconfigura y potencia esos movimientos aportando la clave climiti-
‘cay la impronta generacional, opera una vuelta de tuerca necesaria en.
Ja tarea de ampliar las voces y las agendas, Pese a la desconfianzainicial
Ge las organizaciones socioarnbientales have tiempo instaladas, los laros
{de los jévenes con el ambientalismo popular y asambleario, con los mo-
vimientos teritoriales urbanos y rurales, como también con las onganiza
ciones indigenas y las ONG ambientalistas son prometedores. El didlogo
intergeneracional deviene imprescindible, ast come la comprensién de
Ja aticulacién necesaria entre la escala global y sus expresiones locales
yy territoriales. La ampliacién del campo de batalla plantea la existen-276 Fosse costco ya legs
cia de un espacio plural donde se cruzan organizaciones con historias
yy acurmulaciones diversas, y deja en claro que las luchas en defensa del
planeta adoptan una earmnadura local y territorial polifaeética cada vee
ris urgente y radieal que ya no puede ser ignorada,
Estamos en tiempo de descuento, Algunos dirin que todo depende
de las decisiones que tomen las lites potas y econmicas a nivel glo-
bal en el ranseurso de esta década que comienza. Otros consideramos
que depende de las movilizaciones que, desde abajo, dispucan sentido
y agendas, programas y altemnativas. En suma, habri que sostener una
confrontacién colectiva con el poder global y sus expresiones lacales y
tervitoriales, y pewsar articulaciones entré utopias concretas y proyectos
nacionales; habri que asumir el desafio de elaborar un gran pacio ecaso-
cial yeconémico desde el Sur, en clave nacional latinoamericama, si ver=
daderamente se apuesta a que las decisiones sobre el futuro del planeta y
‘de la humanidad no contintien secuestradas por una exigua élite politica
yeconémica que atenta contra la sostenibilidad de la vida.
Referencias
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00h), “Aural: tao 0 Que a rere ro puedo ctrl”, Annba,
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no pode orto,