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TURNER Tl Pt CeCe ee Ur) CORT SE ET CT Ene ey espontaneamente y sin leyes explicitas h: dar TCU a OM CULM runny PU CC CM mee cerebros humanos o las ciudades siguen las reglas CORE Te CCM iC ey un nivel inferior adoptan comportamientos propios de un nivel superior: las hormigas crean colonias; SU Ema Ete El gurd de la informatica Steven Johnson propone DUC UE CM ta ime mu ut Barty ETT COME UC CC Bur ecm va Pe Ue roe Oe ery PROT CCR COC mrt Rar ice PUTT Cee CMe me iil) tan lejano, los programas de software crearan una RCT RCS RS UE ae ted COUTURE CUT ity tte OTT ee erst a] eT TR I au Cr be Um “El comportamiento emergente no es sdlo una POPS R EC ere Ur ea Tc The New York Times 9 "788475 Ih COLECCION NOEMA PVP 19,90« Freer oe date a INDICE Introduccién: iAqui Megan! ..........0 13 PRIMERA PARTE I El mito de Ja hormiga reima....... eee 29 SEGUNDA PARTE Il Enlaecalle. 6; Ill Encontrar patrones............ go TV Eseuchar a la retroalimemtaciGm.nciccecceciectieee LLP Vo Artistas del comtrol ...ccciccccsscssccetteceessteesineeetenmeereenrenrtssnntscese LF TERCERA PARTE WT eT prataas siccsssscersssscnnetssseesneessaeenmenssinenirssneresioecsosaee WIT A VOT GUE POSE oe cccsseecenssseeecetesstensnessuneernnmeernssennrassonessaseensesassiasaase 203 Dati eiessiisicsscs bear eiptteete cmaeveeccsaretccerenientehateterimteenesevemisesennrsemmsantaies LNT Bibliografia..ssssssseserssesceresseee . 293 Agradiecimiemt0s ...sscsssarcerssnscrrssssssessessseescssssueansanerrrannnnresemeesaneestissomanenns Bhd Indice onomastico y temmdtice .......csssssescccsemennsnnessettecessnssesenteniassecee BAF ad El Bosque ECA Dibujo del cerebro humano (Cortesta de Mittermeter) 2 : Mapa de Hamburgo, circa 1850 (Corfesia de Prineston Architectural Presi] Ppa A a ee ekg ead jk 3 i i & a | i i : 4 ; 3 i | | 4 Ane tode debemos preservar la absoluta imprevisibilidad y la total improbabilidad de nuestras mentes interconectadas. De ese modo podre- mos mantener abiertas todas las posibilidades, como hemos hecho en el pasado. Seria bueno contar con mejores métodos de monitorizar los cambios, para poder reconocerlos mientras estan ocurriendo... Tal vez las compu tadoras puedan hacerlo posible, aunque lo dado bastante. Se pueden crear modelos sirmulados de ciudades, pero lo que se deduce de ellos es que parecen estar mis alla del alcance del anilisis inteligente... Esto es intere- sante, dado que una ciudad es la mayor concentracién posible de seres humanos y todos ejercen tanta influencia como la que son capaces de soportar, La ciudad parece tener vida propia, Si no podemos entender eémo funciona, no llegaremos muy lejos en la comprensién general de la sociedad humana. ¥ sin embargo, deberia ser posible. Reunida, la gran masa de mentes humanas de todo el mundo parece comportarse como wn sistema vivo coherente. El problema es que el flujo de informacidn es casi siempre unidireccional, A todos nos obsesiona la necesidad de proporcionar infor- macién tan rapido como podamos, pero carecemos de mecanismos efi- caces para extraer algo a cambio. Confieso no saber mas de lo que ocurre en la mente humana que lo que sé de la mente de una hormiga. Ahora que lo pienso, ése podria ser un buen punto de partida. Lewis THOMAS, 1973 ar INTRODUCCION iAQUI LLEGAN! EF. agosto de 2000, un cientifico japonés llamado Toshiyuki Naka- gaki anuncié que habia entrenado a un organismo ameboideo llamado mohe de fango (slime mofd) para encontrar ¢] camino de salida mis cor- to de un laberinto. Nakagaki puso el moho en un pequefio laberinto que tenia cuatro posibles salidas, y colocé alimente en dos de ellas. A pesar de ser un organismo inereiblemente primitive (un pariente cerca- no de los hengos comunes), sin sistema cerebral central, el moho de fango se las arreglé para recorrer cl camino mds eficaz hacia el alimen- to, adelgazando su cuerpo a través del laberinto de modo que podia inter- conectar directamente las dos fuentes de alimento. J anuncio de Nakagaki fue el altimo de una lar- ga cadena de investigaciones sobre las sutilezas de la conduecta de este organismo. Segiin los cientificos que intentan comprender los siste- mas que usan componentes relativamente simples para construir inte- ligencia superior, el moho de fango Hegari a ser considerado el equivalente de los pinzones y las tortugas que Darwin observé en las islas Galapagos. £Cémo pudo un organismo tan inferior desempefar un papel tan impor- tante para la ciencia? La historia comienza a finales de la década de ig60 en la ciudad de Nueva York con una cientifica llamada Evelyn Fox Keller, Doctorada en Fisica por Harvard, Keller escribid su tesis sobre biologia molecular y pasdé largo tiempo investigando el incipiente campo de la “termodindmica del no-equilibrio” que afios mas tarde se vincularia con la teoria de la complejidad. Hacia 1968 trabajaba como asociada para Sloan-Kettering, en Manhattan, estudiando la aplicacién de la matemé- tica a los problemas de la biologia, Keller pensaba que si la matemiatica habia desempefado un papel tan sumamente importante en la expan- ay SISTLMAS LMERGENTES sidn de nuestros conocimientos de la fisica, quizd también fuera util para comprender los sistemas vivos. En la primavera de 1968 Keller conocié a un académico visitante, Lee Segel, que provenia de la matemiatica aplicada y compartia sus intere- ses. Fue Segel el primero en introducirla en el estudio de la peculiar conducta del moho de fango, y juntos emprendieron un conjunta de inves- ligaciones que ayudarian a transformar no sdélo nuestra comprensién del desarrolle bielégico sing también mundos tan dispares como la neu- rociencia, el disefio de software y los estudios urbanisticos. Sileen estas palabras durante el verano en algdin confin rural o subur- bano del mundo, es probable que el moho de fango esté creciendo a su alrededor, Caminen por la parte himeda y por lo general fresea de un bosque en un dia seco y soleado, observen ¢l abono de las plantas del jerdin y encontrarin tal vez una sustancia viscosa que recubre la super- ficie de un trozo de corteza en descomposicién. A primera vista, la masa de color anaranjada rojizo sugiere que el perro del vecino ha comido algo en mal estado, pero si se observa el moho de fango durante varios dias a, mejor atin, si se lo fotografia en un plano secuencia—, sc descubrira que se desplaza muy lentamente por el suclo. Si las condiciones clima- ticas cambian y el Gempo se vuelve mis hamedo y frio, puede ocurrir que regresen al mismo sitio y comprueben que ha desaparecido por com- pleto. #Se ha marchado hacia alguna otra parte del bosque? 25e ha des- vanecido en el aire como se evapora un charco? Resulta que el moha de fango (Dictyostelfum discoideum) hace algo mucho mas misterioso; es una trampa de la biologia que durante siglos, antes de que Keller y Segel comenzaran su trabajo conjunto, ha desconcerta-" do a los cientificos. En verdad, el comportamiento del moho de fango es tan extrafo que para comprenderlo fue necesario pensar mas alld de los limites de las disciplinas tradicionales; de ahi el por qué se necesita- ron los instintos de una dactora en Biologia Molecular y de un doctor en Fisica para desvelar el enigma del moho de fango. Porque no hay tal desaparicién en el suelo del jardin. El moho de fango pasa buena parte de su vida como miles de organismos unicelulares distintos; cada uno se mueve independientemente de sus otros compaiieros. Bajo las con- diciones adecuadas se producira la coalescencia de esas mirindas de célu- las en un solo organismo mayor que comienza a reptar pausadamente por el suelo del jardin consumiendo a su paso hojas y cortezas en des- LaTnonvocon composicién, Cuando el entorno es menos favorable, el moho de fango s¢ comporta como un organismo aislado; cuando el tiempo es ms fric y el moho dispone de una cantidad de alimento mayor, “él” se transfor- ma en “ellos”. El moho de fango oscila entre ser una nica eriatura y Las a, del moho de fango son relativamente simples pero han atrai- do una atencién desproporcionada por parte de varias y variadas disci- plinas -embriologia, matemiitica, ciencias informaticas-, ya que ofrecen un ejemplo fascinante del comportamiento de un grupo coordinado, Cual- quiera que haya contem lado alguna vez el gran misterio de la fisiolo- gis humana ~cedmo consiguen funcionas tan bien todas mis eélulas encontrara alguna referencia en la colonia del moho de fan- “Yo estaba en el departamento de Biomaternitica de Sloan-Kettering, un departamento muy pequefio por cierto"! cuenta Evelyn Fox Keller riendo. Aunque, a finales de la década de 1970, el campo de la biologia matemiitica era relativamente nuevo, tenia un precedente fascinante y enigmatico en el entonces poco conocido ensayo de Alan ‘Turing, el bri- llante decodificador durante la Segunda Guerra Mundial que también contribuyé a inventar la computadora.* Uno de los tiltimos trabajos que Turing publicé antes de su muerte, en 1954, trataba de la “morfogémesis”, bajo de Turing se centraba en la recurrencia de los patrones numericos de las flores,® pero usando herramientas matemiticas demostraba como un organismo complejo podia desarrollarse sin ninguna direccién o plan maestro. “Yo pensaba en la agregacion del moho de fango como modelo para pensar el desarrollo, y di con el trabajo de Turing: ‘iBingo!"", explica Keller en su oficina del MIT. Hace algiin tiempo, los investigadores pensaban que las células del moho de fango segregaban una sustancia comin llamada acrasina (tam- bién conocida como monofosfato de adenosina ciclico, AMPC), que esta- ba vinculada al proceso de agregacién. Sin embargo, hasta que Keller camenzd sus invesligaciones se creyd que las colonias de moho de fan- go se formaban al mando de células “mareapasos” que ordenaban a las 5 SISTEMAS EMESUGENTES otras células comenzar dicho proceso de agregacion. En 1962, B. M. Sha- fer, de Harvard, describid como los mareapasos usaban AMPC a modo de alerta para alistar a las trapas; los generales del moho de fango libe- raban compuestes en los momentos adecuados, disparando oleadas de AMPC que bafiaban a toda la comunidad, mientras que cada célula ais- lada pasaba la sefinl a sus vecinas. La agregacién del moho de fango era una gran cadena telefénica, pero sdlo unas pocas células de elite hacian la llamada original. Parecia una explicacién perfectamente sensata. Estamos naturalmen- te predispuestos a pensar en términos de “marcapasos”, tanto si habla- mos de hongos como de sistemas politicos o de nuestro propio cuerpo. La mayoria de nuestros actos parecen gobernados por las células “marcapasos” del cerebro, y durante milenios hemos construido células “mancapasos” para nuestras organizaciones sociales, tanto si toman la for- ma de reyes como de dictadores o alcaldes. Buena parte del mundo que nos rodea puede explicarse en términos de sisternas de mando y jerar- quias; épor qué habria de ser diferente para el moho de fango? Sin embargo, la teoria de Shafer tenia un pequefio problema: nadie lograba encontrar a los marcapasos. Aunque todas los observadores coin- cidfan en la evidencia de que en la comunidad del moho de fango cir- culaban olas de AMPc antes de la agregacién, todas las células de la comunidad eran efectivamente intercambiables. Ninguna poseia carac- isticas distintivas que pudieran elevarla a la categoria de marcapasos. Durante los veinte afios que siguieron a la publicacién del ensayo ori- ginal de Shafer, los micélogos creyeron que la ausencia de células mar- capases se debia a una insuficiencia en los datos o bien a experimentos defectuosos: los generales estaban escondidos en alguna parte, solo era cuestién de dar con sus uniformes. Pero Keller y Sege! hicieron una apro- ximacién radicalmente distinta. tal vez la agregacian de las células del moho de fango era un ejemplo real de esa conducta, En principio Turing se habia centrado en la interaccién entre células de un mismo organismo, pero era perfec- 16 INTROBUEE LON tamente razonable suponer que la hipétesis podia ser aplicable a la agre- gacion de células libres. Keller comenzé a pensar que Shafer podria estar equivocada, que tal vez la comunidad de células del moho de fango se organizase sin marcapasos...? La corazonada de Keller y Segel rindid sus frutes con creces. Aunque carecian de las avanzadas herramientas de visualizacién que suponen Jas computadoras actuales, garrapatearon una serie de ecuaciones con lapiz y papel, ecuaciones que demostraron que las células del moho po- dian disparar la agregacién sin seguir a un lider, alterando simplemente la cantidad de aAMPC que liberaban individualmente y rastreando la fero- mona que encontraban en su vagabundeo por los alrededores. Si las célu- las del moho de fango bombeaban suficiente AMPC comenzarian a formar racimos. Las células empezarian siguiendo el rastro de otras células, ereando un cireuite de retroalimentacién positiva que estimularia mas células a arracimarse. En un trabajo publicado en ig6g, Keller y Segel afirmaban que si cada eélula aislada segregaba AMPC, basindose sim- plemente en su percepcidn local de las condiciones generales, la comu- nidad del moho de fango seria capaz de agregarse sobre la base de los cambios globales en el entorno sin un marcapasos al mando. “La respuesta fue muy interesante", dice Keller, “porque para cualquiera que entendiera de matematica aplicada o que tuviera alguna experien- cia en dinamica de fluidos esto era moneda corriente. Pero pata los bid- logos na tenia sentido. Hice seminarios con bidlogos y decian: ‘¢¥ entonces? éCudl es la célula fundadora? ¢Dénde esta el marcapasos?" No los satisfacia en absolute”. En efecto, la hipétesis del marcapasas® conti- nuaria come modelo dominante® durante la década siguiente, hasta que una serie de experimentos probaron que las células del moho de fan sz rgnzaban dee sup “Me asombra lo dificil que ex para ls per- ‘Treinta afios después de que los dos investigadores pergefaran su teo- ria sobre papel, la agregacién del moho de fango es reconocida como un caso clasico para el estudio de la conducta ascendente o boffom-up. Mitch Resnick, colega de Keller en el mit, ha desarrollado una simulacién com- putarizada del proceso de agregacién de las células del moho de fango, lo que permite a los estudiantes explorar la mano fantasmal e invisible de la autoorganizacion por la alteracién del mimero de células en el ambiente y por los niveles de ampc distribuidos. Las imagenes en pantalla 7 SISTEMAS EMERGLNTES de la simulacién de Resnick —brillantes racimos de células rojas y ras- tros verdes de feromonas— hacen pensar invariablemente en los video- juegos a quicnes la usan por primera vez. La comparacion revela un linaje seercto. Algunos de los mis populares videojuegos de nuestros dias se parecen a células del moho de fango porque estin basados en las ecua- ciones que Keller y Segel formularon a mano alzada a finales de la década de 1970. El descubrimiente de Segel y Keller puede compararse con una de las primeras piedras que provocan una avalancha. Otras piedras rodaron con las suyas —de algunas seguiremos la trayectoria mis adelante-, pero ese movimiento inicial no fue nada comparado con el alud que se pro- dujo a lo largo de las dos décadas siguientes, durante las cuales aquella avalancha dio lugar a un pufiade de disciplinas cientificas plenamente aceptadas, a una red mundial de laboratories de investigacién y think tanks, y a una jerga propia. Treinta afios después de que Keller desafia- ra la hipétesis del marcapasos, los estudiantes reciben cursos de “estu- dios de autoorganizacién”, y el software ascendente organiza las comunidades virtuales mas dinamicas de la Web. Pero el desafio de Keller fue més alla de la conformacién de una serie de tendencias intelectua- les, Desenterrd una historia secreta" de pensamiento descentralizado, una historia que habia quedade sepultada durante muchos aiios bajo el peso de la hipoétesis del marcapasos y de los compartimentos tradicionales de la investigacién cientifica. Durante siglos, si no milenios, se habia pen- sado en la conducta emergente en todas sus Variantes, sin embargo, aquel pensamiento fue ignorado sistematicamente como corpus unificade de tra- bajo, porque no habia nada unificado en su cuerpo. Habia células aisla- das en busea de los misterios de la emergencia, pero no habia agregacién. Sin duda, algunas de las grandes mentes de los iltimos siglos —Adam Smith, Friedrich Engels, Charles Darwin, Alan Turing— contribuyeron a la desconocida ciencia de la autoorganizacién, pero como atin no era un campo de estudio reconocido, sus obras fueron archivadas de acuer- do a las materias convencionales, Desde cierto punta de vista, aquellas laxonomias tenian sentido puesto que ni siquiera lus figuras destacadas de esta nueva disciplina advertian que estaban intentando comprender re INTRODTCOION las Se limitaban a tratar aspectos especificos de campos claramente definidos: cémo aprenden las colonias de hormigas aaprovisionarse y a construir sus hormigueras; por qué los barrios indus- triales se forman de acuerdo con las clases sociales; como aprende nues- tra cerebro a reconocer los rostros. Estas cuestiones pucden responderse sin apelar a las ciencias de la complejidad y la autoorganizacién, pero todas las respuestas comparten un mismo patron, tan claro como los ~gureos de una huella digital. Sin embargo, para considerarlo un patron era necesario encontrarfo en diversos contextos. Sélo cuando fue detec- tado el modelo se comenz6 a pensar en estudiar los sistemas de autoor- ganizacién en si mismos. Keller y Segel lo observaron en la formacian de colonias del moho de fango; Jane Jacobs en la formacion de los barrios urbanos; Marvin Minsky en las diferentes redes del cerebro humano.” EQué caracteristicas comparten estes sistemas? En términos sencillos, resuelven problemas recurriendo a masas de elementos relativamente no inteligentes en lugar de hacerlo recurriende a un solo “braze ejecutor” inte- ligente. Son sistemas ascendentes, no descendentes. Extraen su inteligen- cia de la base. En un lenguaje mis téenico, son sistemas complejos de adaptacién que despliegan comportamientos emergentes.” En estos siste- mas, los agentes que residen en una eseala comienzan a producir com- poriamientes que yacen en una escala superior ala suya: las hormigas crean colonias, los habitantes de una ciudad crean barrios, un software de reco- nocimiento de patrén simple aprende a recomendar libros. La evolucién de reglas simples a complejas es lo que llamamos “emergencia”. Imaginense una mesa de billar cubierta de bolas semiinteligentes impul- sadas a motor, programadas para explorar el espacio de la mesa y alte- rar sus patrones de movimiento sobre la base de interacciones especificas con otras bolas. En general, la mesa esta en movimiento permanente: mente, con bolas en constante colisién que cambian de direccién y velo- cidad a cada instante. Puesto que tienen un motor, no disminuyen la velocidad a menos que haya reglas que se lo ordenen, y su programacion les permite dar giros imprevistos cuando encuentran otras bolas, Ese sis- tema define la forma mas elemental de comportamiento complejo: un sistema con agentes multiples que interactian en forma dindmica de mal- tiples muaneras, siguiendo reglas locales e independientes de cualquier instruceién de un nivel superior, Sin embargo, este sistema no seria con- siderado emergente si las interacciones locales no fueran, en alguna forma, SESTEMAS EMERGESTES de macroconducta observable. Digamos que las reglas de comportamiento local de las bolas de billar terminan dividiendo la mesa en dos grupos de bolas: une de mimeros pares, otro de ntimeros impares. Eso indica- ria el comienzo de la emergencia, un patrén de un nivel superior que sur- ge de interacciones complejas paralelas entre agentes locales. Las bolas no estin programadas de forma explicita para reunirse en dos grupos; estiin programadas para seguir reglas mucho mds aleatorias: girar a la derecha cuando chocan con una de color; acelerar después del contac- to con la bola tres; detenerse en su trayectoria cuando tocan la bola ocho, y asi sucesivamente. Sin embargo, a partir de esas rutinas simples emer- ge una forma coherente. iNuestra mesa de billar es por ello adaptadora? En realidad no, por- que una mesa dividida en dos grupos de bolas no es demasiado dtl ni para las bolas de billar ni para nadie en el salén, Pero, como las pro- yerbiales monos escribas Hamlet," si tuviéramos un namero infinite de mesos de billar en el salon, y si cada una siguiera un conjunto diferente de reglas, una de las mesas podria dar con un conjunto de reglas al azar que dispusiera todas las bolas en un triingullo perfecto y dejara una bola preparada para abrir el juego. Eso seria un comportamiento adaptador en el ecosistema mayor del saldn, si entendemos que a nuestro sistema de billar le interesa atraer a los jugadores. El sistema estaria usando reglas locales entre sus agentes interactives para crear un comportamiento de nivel superior adecuado a su entorno. La complejidad emergente sin adaptacién es como los intrincados cris- tales que forman un copo de nieve: un bello disefho que no tiene ningu- na funcién, Las formas de comportamiento emergente que cxaminaremos en este libro exhiben la cualidad peculiar de hacerse mas inteligentes con el tiempo y de responder a necesidades cambiantes y especificas de su entomo. En este sentido, la mayoria de los sistemas que veremos son mas dinamicos que nuestra mesa de billar adaptadora: rara vez se estable- cen en una forma tinica y fija; forman patrones en el tiempo y en el espacio, Un mejor ejemplo seria una mesa que se autoorganiza en fun- * Sige eeloesn mil monos frente a mil mdquinas de escribir, y o¢ les da tiempo suficiente, logrania en algin momento products todo lo que ha sido cerita, incluida toda Ja obra de Shakespeare. Dicho de olro modo, sise gemeraran trencentas paginas ents computadora de texto aleatorio con la frecuencia. gofighemte, se obtendria cualquier texto excrito de trescienias paginas o menos, ¥ mucho mds texte ain sealido. Agradezea la aclaracién a Dawid Sternlight, Ph. B., Les Angeles, California. |W. de fa 7] INTRODLOCION cién de un dispositive temporal basado en el billar: la bola de arranque golpea la bola ocho sesenta veces por minuto, y las bolas restantes cam- bian de lado a lado de la mesa una vez por hora. Puede parecer dificil que emerja un sistema como éste a partir de interacciones locales entre bolas individuales, pero nuestro cuerpo contiene numerosos relojes orgi- nicos disefiades a partir de células simples que funcionan de maneras notablemente parecidas. Un mimero infinito de configuraciones celula- reso de bolas de billar no producira un mecanismo de precisién; sdlo un pequeiio nimero de ellos lo hard. Entonces es pertinente la pregunta: éc6mo orientar un sistema emergente hacia comportamientos crono- metrados, si ése es el objetivo? {Camo dotar de mas capacidad de adap- tacién a un sistema de autoorganizacidn? La pregunta es crucial porque en los tltimos afios la historia de la emer- gencia ha entrado en una nueva fase que sera mas revolucionaria que las dos fases precedentes. En la primera fase hubo mentes agudas que intentaron entender la autoorganizacién sin darse cuenta de qué era a lo que se enfrentaban, En la segunda, ciertos sectores de la comunidad cientifica comenzaron a ver la autoorganizacién como un problema que trascendia las disciplinas establecidas y que intentaron resolver parcial- mente comparando el comportamiento en distintas areas. A través de la observacion de las células del mohe de fango, cotejada con las colo- nias de hormigas," pudo verse el comportamiento compartido, algo im- posible si se las observaba en forma aislada. La autoorganizacién se transformd en un objeto’ de estudio por derecho propia, y dio lugar a la aparicién de célebres estudios de investigaciin acerea de la compleji- dad en todas sus diversas formas. Sin embargo, en la tercera fase,"* que comenzé en la década de 1ggo —y que es la razon de ser de este libro—, dejamos de analizar la emer- geneia y comenzamos a generarla. Empezamas a construir sistemas auto- organizados en nuestras aplicaciones de sofftare, en los videojuegos, en el arte y la miisica, Hemos construido sistemas emergentes para reco- mendar nuevos libros, reconocer voces, encontrar amigos. Desde el comicnzo de su existencia, los organismos complejos han vivide bajo las leyes de la autoorganizaci6n, pero en afios recientes nuestra vida cati- diana se ha visto invadida por la emergencia artificial: hay sistemas cons- truidos conscientemente sobre la base de la emergencia, sistemas disefiados para aprovechar esas leyes del mismo modo que les reactores nucleares SISTEMAS EMERCGENTES aprovechan las leyes de la fisica atomica. Hasta hoy, los filésofos de la emergencia habian luchado por interpretar el mundo. Ahora comien- fan a cambiarlo. Lo que sigue a continuacion es un recorrido por campos que normal- mente ne estan reunidoes en un mismo libro. Veremos juegos informati- cos que simulan sistemas ecologicos vivos; el sistema de gremios en la Florencia del siglo xu; la divisién celular inicial que marca el principio de In vida; y el sofimare que permite ver los patrones del cerebro huma- no. Lo que une a estos distinios fenémenos ¢s una misma forma y patron: una red de autoorganizacion, de agentes dispares que crean un orden de un nivel superior sin proponérselo. En cada instancia, puede verse converger la impronta de aquellas células del moho de fango; en cada instancia se sustentan las leyes de la emergencia. Este libro sigue aproximadamente la cronologia de las tres fases his- toricas. La primera parte” introduce uno de los logros que coronaron el munde emergente —cl comportamiento social en colonias de insectos como las hormigas y termitas— y mis adelante recorre parte de la histo- ria de los habitos descentralizadores, desde la descripeidn de Engels de las calles de Manchester a las nuevas formas de software emergente que se estin desarrollando en la actualidad. La segunda parte es un pano- rama de la emergencia tal como la entendemos hoy; cada uno de los cuatro capitulos explora uno de los principios centrales de la discipli- na: interaccién de vecinos, reconocimiento de patrones, retroalimenta- cidn y control indirecto. La ultima parte apunta al futuro de la emergencia artificial y especula sobre lo que ocurrird cuando nuestras experiencias medidticas y movimientos politicos se formen en su mayoria a través de fuerzas ascendentes y no descendentes. Algunas formas y patrones pasan por distintos momentos, acechando e inspirando a los seres vivos a lo largo de esos periodos determinados, El enfrentamiento dialéctico fue cl patron dominante del pensamiento cientifico de la primera mitad del siglo xix; los movimientos darwinistas y de prorreforma social sembraron de redes o mallas la imagineria de la segunda mitad del siglo Xx. Las primeras décadas del sigh Xx encon- traron su maxima expresién en la anarquia exuberante de la explosién, mientras que las décadas siguientes sc perdieron en el régimen andéni- ISTRODUGEIOS mo de la reticula, Los dltimos diez afios pueden verse como un retorno aesas mallas victorianas, aunque sospecho que la imagen que se impri- mid en nuestras retinas alo largo de la iltima década es mas prosaica: ventanas superpuestas en una pantalla, o quizd un ratén hacienda clic sobre un icone. Estas formas son el resumen de un momento en el tiempo, una forma de evocar una era y sus obsesiones peculiares. Para quienes vivicron en estos periodos, las formas son bloques de construccidn cognitiva, herra- mientas de pensamiento: Charles Darwin y George Eliot usaron la red como forma de entender la evolucidn bioldégica y las luchas saciales; medio siglo después, los futuristas celebraron las explosiones de la ame- tralladora, mientras Picasso las usaba para recrear los horrores de Ia guerra en el Guernica. Las formas son un modo de interpretar el mundo, y aunque ninguna forma representa a su é¢poca por complete, son un com- ponente innegable de la historia del pensamiento." Cuando imagino qué forma dominara la primera mitad del siglo xxi, lo que me viene ala mente no es ni el abrazo en espiral del genoma ni las lineas entrecruzadas grabadas en un chip de silicio. Son, en cam- bio, los palpitantes pixeles rojos y verdes de la simulacién del moho de fango de Mitch Resnick, al principio errando aislados por la panta- lla y luege agrupdindose en formas mayores. La forma de esos racimos -con su irregularidad propia de la vida y su ausencia de “marcapa- sos"— es lo que definird las décadas venideras. Los veo crecer y dividirse en la pantalla y pienso: ése es el futuro. PRIMERA PARTE Hormiguero africano (Cortesta de Corbis) I EL MITO DE LA HORMIGA REINA C soritous el otofio en Palo Alto. Deborah Gordon y yo estamos sen- tados en su oficina del edificio de Gilbert Biological Sciences en Stan- ford, donde pasa tres cuartas partes del aio estudiando ecologia conductista, La cuarta parte restante la pasa haciendo trabajo de campo con hermigas graniveras nativas del suroeste nerteamericano. Cuando nos encontramos, su rostro atin conserva algo del bronceado de su ulti- mo viaje al desierto de Arizona, He venido a aprender algo mas acerca de la inteligencia colectiva de las colonias de hormigas. Gordon, pulcramente vestida con una camisa blanca, responde animada a unas cuantas preguntas, cercanas a la filo- sofia, acerea del comportamiento grupal y los sistemas complejos, pera me doy cuenta de que esta ansiosa por empezar su exposicién. Tras unos minutos de reflexién, se gira en su silla: “éPor qué no empiezo ense- fiandote las hormigas que tenemos aqui?”, dice, “luego podemos hablar de lo que todo ello significa”. Me hace pasar a wn cuarto sepulcral, al otro lado del pasillo, donde encuentro tres largas mesas alineadas, Mi primera impresidn es que se trata de un salén de billar esterilizada y vacio, hasta que me acerco y des- cubro la civilizacién en miniatura que vive dentro de cada mesa, Mas cer- cano a un jucgo de Habitrail* que a la idea tradicional de una granja de hormigas, el dispositive de Gordon alberga una intrincada red de tubos de plastico que conectan aproximadamente una docena de cajas también de plistico forradas de yeso himede y cubiertas de una fina capa de palvo. “Cubrimos los hormigueros con plastico rojo porque algunas especies de hormigas no ven Ia luz roja”, explica Gordon, “Aparentemente ocu- rre lo mismo con esta especie.” Por un instante mo estoy seguro de a qué se refiere con “esta especie"; después mis ojos se acomedan a la esce- * Empresa americana que comerciafiza habiticulos y also productos para hamsters, [M de fe T). ag PRIMERA PARTE na, y me asusto al darme cuenta de que el polvo que cubre las cajas son, en realidad, miles de hormigas granivoras, tan abigarradas en sus habitdéculos que las habia confundido con una masa indiferenciada. Un segunde mas tarde, veo que toda la colonia simulada esta asombrosa- mente viva y los grupos de hormigas se mueven a ritmo constante. Los tubas, los espacios estrechos y la muchedumbre evocan inmediatamente al metro de Nueva York en hora punta, En el corazén de su trabajo, Gorden alberga un misterio acerca del de- sarrollo de las colonias de hormigas, un misterio con consecuencias que nos conducen mis alli de la tierra reseca del desierto de Arizona, hasta nuestras ciudades, nuestros cerebros, nuestro sistema inmunoldgico y, de manera creciente, hasta nuestra tecnologia. Su trabajo se centra en la conexién entre la microconducta de hormigas individuales y el com- portamiento general de las colonias; parte de su investigacién recoge el seguimiento anual de los ciclos vitales de cada colonia mientras reco- tren el suelo del desierto en busca de alimento, compitiendo con otras colonias por el territorig, y, una vez al afio, acoplindose a ellas. En otras palabras, Gordon estudia un tipo particular de emergencia, un sistema autoarganizade. Al desenterrar una colonia de hormigas granivoras nativas se obser- vard, casi sin excepeién, que la reina no esti. Para llegar hasta ella sera necesario examinar el fondo del hoyo recién excavado: encontraremos un pasillo angosto, practicamente invisible, que lleva, 60 centimetros mis abajo, aun miniscule habitaculo horadado en la tierra, Alli encontraremos a Ja reina. La habrdin escondido un pufado de “doncellas” ante la pri- mera sefial de alarma. Ese pasaje es, en otras palabras, una salida de emer- gencia parecida a un refugio nuclear subterranes del ala oeste de la Casa Blanca. A pesar del comportamiento propio del servicio secreto y del voca- bularia mondrquico, ne hay jerarquias en el pensamiento de la colonia de hormigas. “Aunque ‘reina’ sea un término que recuerde sistemas politicos humanos”, explica Gordon, “la reina no es una figura con auto- ridad. Pone huevos y es alimentada y cuidada por las obreras. No deci- de lo que hace cada obrera. En una colonia de hormigas granivoras, tiineles, habiticulos y miles de hormigas separan a la reina, que esta ro- deada de obreras internas, de las hormigas que trabajan fuera del hor- miguero y que sélo usan las recdmaras cercanas a la superficie. A la reina we = minis a EL MIMO DE LA ISCRMIGA RIDA le seria fisicamente imposible’ dirigir las decisiones de cada una de las obreras acerca de qué tarea realizar y cudinde hacerlo". Las hormigas gra- nivoras* que llevan a la reina a su refugio no lo hacen porque se lo haya ordenado su lider, sino porque la hormiga reina es responsable de engen- drar a todos los miembros de la colonia, y por lo tanto es interés de toda la colonia y de su perpetuacién mantener a la reina a salvo. Sus genes las instruyen para proteger a su madre, al igual que las instruayen para proveer alimento. En otros términos, la matriarca no entrena a sus sir- vientes para que la protejan, la evolucidn si4 La cultura popular introduce estereotipos de hormigas estalinistas, como lo atestigua ¢l régimen autoritario en el filme Aaiz, pero en realidad las colonias son lo opuesto a las economias planificadas. Aunque son capa- ces de proezas notablemente bien coordinadas en la asignacidén de tareas, no hay planes quinquenales en el reino de las hormigas, Las colonias que estudia Gordon despliegan algunas de las conductas mas extraordina- riamente descentralizadas de la naturaleza: inteligencia, personalidad y un aprendizaje ascendente, Continuaba observando el entramado de los tubos de plastico, cuan- do Gordon hizo que reparara en dos tableros de color blanco, unidos a la zona central de la colonia, uno sobre otro y comunicados por una ram- pa. (Imaginense un aparcamiento de dos plantas junto a wna estacién de metro.) Un pufiado de hormigas merodeando por los tableros. Algu- nas supuestamente cargando migas; otras, en apariencia, sdlo pasean- do. Si éste es cl Central Park de la meirépoli hormiguera de Gorden, creo que hoy es cia laborable. Gordon sefala con un geste la esquina del panel superior, a 19 centi- metros de la rampa hacia el nivel inferior, donde hay un monticule de polvo de extrafia texlura —restos y cascaras— contra la pared. “Ese es el vertedero”, dice, “el basurero de la ciudad”. Sefiala tres hormigas que suben la rampa, apenas visibles bajo una gran cdseara. “Estas hormigas son basureras: recogen las sobras del alimento que han recolectado -en este caso, semillas de césped— y las depositan en el vertedera.” Gordon da dos rapidos pasos hacia el otro lado de la mesa alejiindose de la rampa. Muestra lo que parece otro monticulo de tierra. “Y dstees el cementerio.” Vueclvo a mirar, sobresaltado. Efectivamente, cientos de caddveres de hormigas estan apilados y cuidadosamente encastrados en la esquina de la mesa. Es cruel y, sin embargo, extrafamente metédico. PRIMERA PARTE Asenti maravillade. 5é lo suficiente acerca del comportamiento de 1g colonia. “De algiin modo han decidido colectivamente utilizar estas zonas como vertedero y cementerio”, digo. Ninguna hormiga definié indivi. dualmente esas zonas, ningun planeamiento central delimité un sector para Ja basura y otro para los caddveres. “Tan sdlo ocurrid, éverdad?” Gordon sonrie; evidentemente hay algo que no he advertido. “Mejor amin”, dice, “mira lo que ha ocurrido en realidad: han construido el cemen- terio en el lugar mas alejado de la colonia. Y el vertedero es todavia mas interesante: lo han situado en el punto exacto que maximiza la distan- cia tanto del cementerio como de la colonia, Aparentemente siguen una regia: colocar las hormigas muertas y el vertedero lo mas lejos posible, pero separados entre si”. Tengo que tomarme unos segundos para trazar yo mismo la geometria; con certeza las hormigas lo han hecho correctamente. Rio a carcajadas pensande que es como si hubieran resuclta uno de esos cuestionarios estindar de matematica espacial para obtener una solucién perfectamen- te adecuada a su entorno, una solucién que ficilmente dejaria perplejo aun humano de ocho afios. La pregunta es: ¢quiém hace los céileulos? Es una larga historia y no se limita al comportamiento colective de las colonias de hormigas. Hoy conocemos la respuesta porque hemos de- sarollade herramientas poderosas para pensar —y reproducir— la inteligen- cia emergente de los sistemas de autoorganizacian, pero esa respuesta no estuvo siempre clara. Ahora sabemos que sistemas como las colonias de hormigas no tienen lideres, que la sola idea de wna hormiga “reina” es engafosa. Pero el deseo de encontrar “marcapasos” en esos sistemas ha sido siempre poderoso, tanto en el comportamiente grupal de los insec- tos sociales como en el comportamienta humano colective que crea la vida en una ciudad, Existen documentos sobre un fuerte romano anterior al amo 76 d. C. situado en la confluencia de los rios Medlock ¢ Irvell, en cl noroeste de Ja Inglaterra moderna, a unos 300 kildémetros de Londres, Durante tres siglos, hubo alli asentamientos que luego desaparecieron con el resto del imperio alrededor de! yoo d. C. Les historiadores consideran que el lugar estuvo deshabitado durante quinientos altos, hasta que una ciudad llamada Manchester comenzé a cobrar forma, tomando su nombre del asentamiento romano Mamunctum, que significa “colina en forma de seno”. ate EL MITO OF LA HORMICS REINA Manchester subsistié buena parte del milenio come una andnima pobla- cidn del norte de Inglaterra. En 1301 se le otorgé una cédula y fundé una dniversidad a comienzos de 1q00, pero siguid dependiendo de la ciudad yecina de Salford durante cientos de aos. En el siglo xvit, la regidn de Manchester se convirtié en uno de los centros del comercio de la Jana; sus mercaderes comerciaban con el continente a través del puer- to de Londres, Era imposible saberlo entonces, pero Manchester y toda ja regién de Lancashire constituian el corazdn de la revolucién comer- ~ cial y tecnolégica que alteraria irrevocablemente el futuro del planeta. En Manchester convergen varios hitos histéricos: las incipientes tecno- logias textiles a vapor, el sistema bancario del Londres comercial, los mercados globales y la aparicién de sindicatos. La historia de esa con- vergencia ha sido profusamente tratada, y el debate sobre sus conse- cuencias sigue vigente. Pero mis alla de los efectos épicos que tive en Ja economia global, cl despegue industrial de Manchester entre 1700 y 1850 creé también un nuevo tipo de ciudad que, literalmente, estallé a la vida. Las estadisticas de su crecimiento de poblacién dan cuenta por si solas del poder de tal explosidn: una estimacidn de 77g indica que entonces 24.000 personas vivian en Manchester; el primer censo oficial en 1801 arrojé la cifra de 7o.000. A mediados del siglo xix, habia mis de 250.000 habitantes dentro de los limites de la ciudad; la cifra se multiplied por diez en tan sélo setenta y cinco afios. Esa tasa de crecimiento sin pre- cedentes es tan violenta como los motores a vapor. En realidad, la ciu- dad crecié mas rapido de lo que sus autoridades pudicron controlar, Durante quinientos afios Manchester habia sido considerada un sefiorfa, lo cual significaba que, échicamente, ante la ley, era gobernada como un estado feudal, sin gobierno local, sin planificacién urbanistica, poli- cia o autoridades sanitarias. Manchester no envid representantes al Parlamento hasta 1832, y no entrd en él hasta seis afios después, Final- mente, a comienzos de 1840, el recientemente constituide consejo del burge empezdé a introducir reformas en la salud publica y la planifica- cidn urbanistica; pero el Gobierno britdinica ne reconocié oficialmente a Manchester como ciudad hasta 1853. Esto constituye una de las ma- yores ironias de la revolucidn industrial, y revela hasta qué punto este cambio fue realmente espectacular: la ciudad que definié el futuro de la vida urbana durante la primera mitad del siglo XIX no se constituyd aa FADELRA Pat legalmente como ciudad hasta que la gran explosién no completé su desarrallo.* Come resultado de tal discontinuidad Manchester se convirtio en la ciudad mds cadtica y menos planificada en los seis mil afios de historia de los asentamientos urbanos. Ruidosa, contaminada, superpoblada, Man- chester atrajo en la década de 1830 2 numerosos intelectuales y perso- nalidades pablicas, que viajaban al norte para conacer el futuro del mundo moderna. Regresaban buscando las palabras para describir de forma ade- cuatla la inmensidad y singularidad de la experiencia, con relatos acer- cade su mugre abyecta y su sobrecarga sensorial. “Lo que he visto me ha desagradado y asombracdo mas alla de todo limite", escribid Dickens qas una visita en el otofio de 1898. “Haré la mds encendida denuncia en nombre de estas desafortunadas criaturas."” Contratado para gobernar Jos distrites del norte o finales de la déeada de 1830, el general Charles James Napier escribid; “Manchester es la hoguera del mundo. Ricos bri- bones, pobres picaros, borrachines zaparrastrosas y prostitutas encar- aan su moral... (Qué lugar! Las puertas del infierno hechas realidad”. De Tocqueville visité Lancashire en 1835 y deseribié el paisaje en tér- minos que tuvieron eco hasta dos sighos después: “Desde esta alcanta- rilla infecta® fluye la gran corriente de la industria humana que fertiliza al mundo entera. Desde esta sucia cloaca fluye el oro puro. Aqui la huma- nidad alcanza su mas completo y brutal desarrollo; aqui la civilizacién forja sus milagros y el hombre civilizado se vuelve casi un salvaje”. Pero el comentarista mis celebrado e¢ influyente de la ciudad de Man- chester fue el joven Friedrich Engels, quien llegé a la ciudad en 1842 para supervisar la planta algodonera de su familia, y fue testigo de primera mano de como los motores de la historia acercaron alos abreros a la con- ciencia de clase, Aunque Engels llegé a Manchester para ocuparse de la firma de su padre, Ermen & Engels, ya se encontraba bajo la influencia de las ideas politicas de la joven escuela hegeliana, Era amigo de Karl Marx desde hacia unos afios, y el socialista Moses Hess, a quien habia - conocido a comienzos de 1842, le habiw aconsejade visitar Manchester. De modo que sus tres afios en Inglaterra fueron algo asi como una misidn en nombre de la revolucién, financiada por la clase capitalista,? El libro que escribié mas tarde, La situactin de la clase obrera en Inglaterra, conti- nia siendo uno de los chisicos de la historia urbana y el testimonio irre- vocable de In vida de Manchester en el siglo XIX, con todo su career EL MITO BE LA HGRMIGA RTESA vabigarramiento. Dickens, Carlyle y Disraeli habian intentade plasmar ja ferecidad legendarin de Manchester, pero sus esfuerzos fueron sobre- pasadas por un prusiane de veinticuatro afios. Sin embargo, La situacidn... noes, como podria esperarse, un mero docu- mento del caos industrial de Manchester, una historia de céma todo lo que es sélido se desvanece en el aire, por tomar prestada la frase que un camarada de Engels eseribiria muchos afios después. En medio de fa locura de la ciudad, el ojo de Engels se posa sobre un extrafo orden enun magnifico pasaje donde guia al lector en un paseo por la capital industrial que revela la formas politicas construidas sobre la topografia de las calles de la ciudad. El pasaje da cuenta del agudo sentido de obser- vacién de Engels, pero en realidad lo cito porque manifiesta la gran dificultad que implica pensar modelos de autoorganizacion, imaginar un mundo sin “marcapasos”. La ciudad esta construida de modo que puede vivirse en ella durante afios y aflos y pasearse diariamente de un extremo al otro sin encontrarse con un barrio obrero o tener contacto con obreros (siempre que uno vaya de paseo o a un asunto concreta). Este se debe principalmente a que, sea por tacito acuerdo, sea con intencién consciente y manifiesta, los barrios habitades por Ja clase obrera estén netamente separados de los de la clase media, [...] S¢ bien que esta hipocrita manera de construir es mas o menos comin a todas las grandes ciudades; sé, igualmente, que los comer- clantes minoristas, a causa de la naturaleza de sus negocios, deben ocupar las calles principales; s¢ que en esas calles hay mas casas buenas que malas y que en ellas el valor del terreno es mayor que en las calles alejadas; pero no he visto nunca, come en Man- chester, una exclusién tan sistematica de tedo aquello que pueda ofender la vista y el dmimo de las clases medias. Y sin embargo, Manchester esté construida con pocas reglas o prescripciones poli- ciales, y mas en contra de ellas que cualquier otra ciudad... 5i considero lo que afirma con gran celo la clase media, segan la cual todo marcha bien para los obreros, me parece que los industria- les liberales, los big wigsde Manchester, no son completamente ino- centes de este vergonzoso método de construis.® PRIMERA PARTE En este fragmento, las contradicciones rugen como los “oscuros moli- nos satdnicos” de la propia Manchester. La ciudad ha construide un cordén sanitario para separar a los incustriales de la escoria que han desa- tado en el mundo, ocultando Ia desmoralizacian de los distritos de la clase obrera de Manchester; y sin embargo ese acto se muestra al mun- do carente de “intencién explicita, consciente”. La ciudad parece habil- mente planeada para esconder sus atrocidades, y en cambio “ha sido construida menos de acuerde con un plan” que cualquier otra ciudad de la historia. Como afirma Steven Marcus en su historia del viaje del joven Engels 2 Manchester, “Lo que hay que destacar es que este arre- glo desconcertante y atroz no puede entenderse como resultado de una trama ni de un disco deliberada, aunque aquello los interesados tam- bién lo controlen, Sin dada, es la organizacion de un estado de cosas demasiado vaste y complejo como para haber sido pensade con antici- pacién, como para haber existido como idea previa". Las amplias y luminosas avenidas sugieren, en otras palabras, una ciudad de Potemkin sin un Potemkin. Esa combinacién de orden y anar- quia es lo que hoy llamames comportamienta emergente. Los criticos urbanos saben desde Lewis Mumford y Jane Jacobs que las ciudades tienen vida propia, con barrios asentados en lugares que mo han sido pla- neados desde arriba por ningin Robert Moses. Pero la corriente inte- Jectual sélo lo ha comprendido en les dltimos afos; cuanda Engels camind por esas calles en Ja década de 1840 iba a tientas, intentando encontrar un culpable de Ja perversa organizacién de la ciudad, aun cuando reco- nocia que In ciudad evidentemente no tenia un plan. Como sucede casi siempre a lo largo de la historia del pensamiento, el desarrollo de esta nueva comprensién —las ciencias de la complejidad y de la autoorgani- zacién—es complicado y estd sujeto a muchos factores y agentes que interac- tian en él. Probablemente es mejor no verlo como una narracién lineal ysicomo una red intereanectada, que se hace progresivamente mis den- sa.atraveés del siglo y medio que nos separa de la primera visita de Engels a Manchester, Complejidad es una palabra que ha aparecido frecuentemente en aspec- tos criticos del espacio metropolitano, pero en realidad hay dos tipos de complejidad fundamental en Ia ciudad, dos experiencias con conse- cuencias de muy distinta comprensién. Existe, en principio, un sentido ae eke elite EL MITO BE LA HORMICA ARENA convencional de complejidad como sobrecarga sensorial: la ciudad ten- sa el sistema nervioso humane al extremo; en ese proceso le ensefia una nueva serie de reflejos y le abre el camino para una serie de valo- res estéticas complementarios, que crecen como una costra alrededor de la herida. El critico cultural alemin Walter Benjamin escribe en su bra inconclusa Der Passagenwerk (Los pasajes de Paris}: ‘Tal vez la visién diurna de una multitud en movimiento se pre- senté al ojo alguna vez come un especticulo al cual éste debid adaptarse |...] no es imposible suponer entonces que, una vez domi- nada esta tarea, el ojo acepté de buen grado nuevas oportunida- des de confirmar tal habilidad, El procedimiente de la pintura impresionista, donde el cuadro esté compuesto por un alboroto de pinceladas de color, seria entonces el reflejo de la experien- cia con fa cual el ojo de un habitante de la gran ciudad se ha fami- liarizado." Este pasaje es heredero de la escritura sobre la ciudad de los siglos xix y xx. Desde los capitulos sobre Londres del Preludio, de Words- worth, hasta las cavilaciones itinerantes de Dudblineses, de Joyce, el ruide y el sin sentide se transforman en una experiencia estética, La multitud es alge a lo que uno se arroja por pura poesia. Pero la complejidad no es s6lo una cuestién de sobrecarga sensorial. Existe también el sentido de complejidad como sistema autoorganizado, mis en la linea del Insti- tuto Santa Fe que de la Escuela de Frankfurt. Este tipo de complejidad vive en un nivel superior, describe el sistema de la ciudad en si mismo y no su recepeién empirica por parte del habitante. La ciudad es com- pleja porque abruma, si, pero también porque tiene una personalidad coherente, una personalidad que se autoorganiza a partir de millones de decisiones individuales, un orden global construido a partir de inte- racciones locales. Esta es la complejidad “sistematica" que Engels vis- lumbré en los bulevares de Manchester; no la sobrecarga y anarquia que registro en otra parte, sino un extrafo tipo de orden, un patrén en las calles que trascendia los valores politicos de la elite de Manchester sin haber sido deliberadamente planeado por ella. Ahora sabemos, a tra- vés de modelos informatics y ¢studios socialégicos —asi como por estu- dios comparativos de sistemas generados por insectos sociales, como a7 PRIMLAA PARTE las hormigas granivoras de Gordon—, que a partir de accianes locales no coordinadas pueden emerger patrones mayores. Pero para Engels y sus contempordneos, esas formas urbanas no planeadas debiecron de ser Ciento cincucnta anos mas tarde, las mismas lécnicas traducidas al len- guaje del soffware, como la simulacién del moho de fange de Mitch Res- nick, susciiaron una reaccién parecida; la pavorosa sensacidn de que algo con vida, algo orginico, cobra forma en la pantalla. Estas formas, con su combinacién de estabilidad y cambio, con su capacidad ilimitada de aprendizaje, cesultan irritantes aun para quienes tienen un profundo cono- cimiento de los sistemas de autoorganizacién. El impulso de construir modelos centralizados para explicar esa conducta subsiste con igual fuer- za queen los tiempos de Engels. Cuando vemos emerger formas y¥ estruc- turas repetidas a partir de un caos manifieste, no podemos evitar buscar mareapasos, Entendido en su sentido mis abstracto, lo que Engels observé son patro- nesen el paisaje urbano, visibles porque tienen una estructura repetida que los distingue del mero ruido que podria asociarse naturalmente a una ciudad no planeada. Son patrones de conducta humana y toma de deci- siones que han sido inscritos en la textura de los edificios de la ciudad, patrones que luego retroalimentan a los residentes de Manchester y alteran sus decisianes futuras. (En ese sentido, son lo opuesto del senti- do tradicional de complejidad urbana; son sciiales que emergen desde donde se esperaria sdlo ruido,) Una ciudad es algo asi como una maqui- na de amplificar patrones: sus barrios son un mode de medir y expre- sarla conducta repetida de colectividades mayores; recogen informacion acerca de la conducta grupal y comparten esa informacién con el gru- po. Puesto que esos patrones retroalimentan a la comunidad, pequeiios cambios de conducta pueden convertirse ripidamente en movimien- tos mayores: grandes tiendas en los bulevares importantes, mientras la clase obrera permanece relegada a calles laterales y callejones; los artis- tas viven en Ja ribera izquierda, los inversores y banqueros en el octavo arrondissement. Para crear esas estructuras no son necesarias ni regulacio- nes ni planes urbanisticos deliberados. Lo tinico que se necesita son miles de individuos y unas pocas reglas simples de interaccién. Los esca- parates luminosos atraen mas escaparates luminosos y alcjan a los desfa- vorecidos aun rincén apartado, No hay necesidad de un barén Haussmann 4 EL MNO DE La MORMIGA REINA en este mundo," sélo hacen falta unos pocos patrones de conducta repe- tides, amplificades a formas mayores que perduren durante generacio- nes enteras: grupos, barrios bajos, vecindarios. Sin embargo, no todos los patrones son evidentes para cada uno de jos moradores de la ciudad. La historia del urbanismo es una historia de signos mudos, construidos a partir de la conducta colectiva de gru- pos mis pequenios y dificilmente detectados por quienes no pertenecen al grupo. Manchester atesora varios grupos secretos que persisten gene- racién tras generacion, “como la ola que se alza frente a una roca en la corriente”. Uno de estos secretos se encuentra justo al norte de la Vie- toria University, en el punto donde Oxford Road se transforma en Oxford Street, Existen documentos de mediados del siglo X1X que dan cuenta de hombres que buscan sexo con otros hombres, relaciones mis dura- deras o incluso de camaraderia entre sexes iguales en tiempos en los que esa identidad sexual era tabd. Algunos historiadores especulan con la posibilidad de que Wittgenstein visitara aquellas calles durante su estan- cia en Manchester en 1ga8. Ceres de cien afios después, la zona ha sido bautizada como Gay Village, y promueve activamente sus cafés y sus tiendas como destino obligado para el turista en Manchester, lo mismo que sucede con Christopher Street en Manhattan y Castro en San Fran- cisco. El patron esta abierto a un publico mas amplio ahora, pero ne ha perdido su forma.” Aunque con menor amplitud, la sefial se hizo oir lo suficiente como para atraer la atencidn de otro de los inmigrantes ilustres de Manches- ter: el britanico polifacético Alan Turing. Como parte de su heroica can- tribucién durante la guerra, Turing habia estudiade los patrones matemiaticos disefando ecuaciones y dispositivos que quebraron el “inviolable” cédigo alemin Enigma."? Después de tres infructuosos aiios en el Laboratorio Nacional de Fisica en Londres, Turing se mudé a Man- chester en 1948 para contribuir a la direccién del incipiente laborato- ria de computacién de la universidad de la ciudad. En Manchester, Turing comenzdé a pensar el problema del desarrollo bioldgico en términos matemiiticoes, que lo llevaria a escribir su trabajo decisive sobre morfo- génesis, publicado en 1952 ¥ que Evelyn Fox Keller redescubriria mas de una década después. La investigacion bélica de Turing se habia cen- trado en Ja deteccién de patrones agazapados en el aparente caos del nivet fsigag Ei Bosque tee teen oy cope | PRUMERA PARTE eédigo, pero en sus afios de Manchester, su mente se sentia atraida por el reflejo exacto del problema original de la decodificacién: como pueden construirse patrones complejos a partir de reglas simples. ¢Cémo sabe una semilla construir una flor? El trabajo de Turing sobre morfogénesis, que literalmente significa “el eomienzo de la forma”, se convirtid en uno de sus trabajos funda- cionales, a la altura de otros mis conocidos, como los que tratan sobre el problema de incompletitud de Godel, la maquina Turing, el test de Turing y por supuesto sus contribuciones al disefo fisico de la compu- tadora digital moderna. Sin embargo, morfogénesis fue el principic de una forma; una mente brillante percibia los esbozos de un nuevo pro- blema aunque no tedes sus aleances. Si a Turing le hubieran sido con- cedidas unas pocas décadas mas para explorar las potencialidades de la autoorganizacién, por no hablar de la posibilidad de acceder a las com- putadoras medernas, habria ampliado considerablemente nucstra com- prensién posterior de la conducta emergente, Pero su trabajo sobre morfogénesis seria tragicamente cercenado tras su muerte en 1954- Alan Turing fue sin duda una victima de las brutales leyes homdfobas de la Gran Bretaiia de posguerra, pero su muerte se vincula también con aquellos imperceptibles patrones de vida de las aceras de Manchester. Turing habia tenide noticias de Oxford Road desde su llegada a Man- chester; eventualmente fue a ese barrio y conocié a otros hombres homo- sexuales; invitaba a algunos a su apartamento para conversar y presumiblemente para tener algin tipo de contacto fisico. En enero de 1952, Turing conocié en esas calles a un joven llamado Amold Murray y ambos se embarcaron en una relacién breve que pronto se torné amar- ga. Murray, o algin amigo suyo, irrumpid en casa de Turing y robé algunos objetos. Turing informé a la policia y con su franqueza caracte- ristica no se esforad por ocultar su romance con Murray cuando ésta visitd sucasa. De acuerdo con la ley britanica, la homosexualidad era una ofen- sa criminal que podia castigarse con hasta dos anos de prisidn, y la poli- cia rapidamente presenté cargos contra Turing y Murray por “indecencia manifiesta”, El 29 de febrero de 1952, mientras las autoridades de Manchester pre- paraban el caso, Turing terminé las revisiones de su trabajo sobre mor- fogénesis y lo discutié con Ilya Prigogine, el quimico belga, profesor visitante, cuyo trabajo sabre termodinamica del no equilibrio le valdria qo EL MITG Of £4 MORMIGCA REDTA . mas tarde el Nobel, En un solo dia, Turing habia completade el texte que ayudaria a engendrar Ia disciplina biomatemitica ¢ inspiraria a Keller y Segel en sus descubrimientos acerca del moho de fango, quince afios des- pués, ¥ habia disfrutado de un animade encuentro con el hombre que aleanzaria una merecida fama mundial por su investigacién sobre siste- mas de autoorganizacion. Ese dia de invierno de 1952, no habia sobre Ja faz de la tierra una mente mejor preparada que la de Alan Turing para indagar en los misterios de la emergencia. Pero cl mundo conspi- raba para destruirla. Aquella mafana, un periddica local dio a conocer la noticia: el erudito héroe de guerra mantenia un romance ilicito con un muchacho de diccinueve afios,.“4 Meses mis tarde, Turing fue deelarado culpable del crimen y someti- do aun humillante tratamiento con estrégenos para “curarlo” de su homo- sexunlidad. Fue perseguido por las autoridades y se le negé el permiso de seguridad para los proyectos de computacidn britanicos ultra secre- tos en los que habia participado. Murié dos afios después, un suicidio manifiesto, Antes de los fatales aiios en Manchester, Turing se habia topado varias veces en su carrera con la red de emergencia en desarrollo, A comien- zos de la década de 1g4o, en el punto dlgide de Ja guerra, pasé varios meses en los legendarios laboratorios Bell de West Street, en Manhat- tan, trabajando sobre diferentes esquemas de encriptacidn, incluido un intento de transmitir ondas fuertemente codificadas que pudieran deco- dificarse para el lenguaje humano con el uso de una clave especial, Ape- nas Hegé a los laboratories Bell, Turing pensé en usar otro invento de Bell, el Vocoder —que usarian después miisicos de rock como Peter Frampton para combinar los sonidos de la guitarra con la voz hurnana-—, como ejemplo de lenguaje codificado. (Hacia el comienzo de 1943, las ideas de Turing habian hecho posible la primera transmisién segura de voz, ininteligible para los espias alemanes.) Los laboratorias Bell fueron la base de operaciones de otro genio, Claude Shannon, fundador de la teoria de la informacién, cuyo trabajo exploraba los limites entre e] rui- do y la informacién, Shannon estuvo particularmente interesado en el potencial de las maquinas para detectar y amplificar patrones de infor- macion en canales de comunicacién ruidosos, una linea de investiga. eién que resultaba obviamente prometedora para una compaiia telefonica, ft PRIMERA PARTE pero que ademiis podia salvar miles de vidas en una guerra que consis- tia fundamentalmente en enviar y descifrar cédigos. Shannon ¥ Turing’ reconocieron inmediatamente que habian estado trabajando en la mis- ma direccidn: ambos eran decodificadores profesionales, y en sus inten- tos por construir maquinas automatizadas que pudieran reconocer patrones de sefial sonora o secuencias numéricas habjan atisbade un futu- ro poblado por un mayor nimero de mdquinas intel igentes. Shannon ¥ Turing compartieron muchos largos almuerzos en los laboratorios Bell, intercambiando ideas acerea de un “cerebro electrénico” que fuera capaz de reconocer patrones come sdlo podia hacerlo un ser humano. En principio, Turing habia imaginado su maquina de pensar en tér- minos de posibilidades logicas, de habilidades para ejecutar una varie- dad infinita de rutinas informiiticas. Pero Shannon lo imsté a pensar la - maquina como algo mis cercano al cerebro humano real, capaz de reco: nocer patrones mas matizados."* Un dia, durante el almuerzo en el labo- - ratorio, Turing exclams risuefio ante sus colegas: “Shannon no sélo quiere introducir datos en wn cerebro, ising también cultura! iQuiere hacerlo escuchar miisica!". Shannon reconocia que las notas musicales eran también patrones, y si ¢ pudiera entrenar a un cerebro electranico para entender y responder a patrones logicos de ceros y unos, quizds en el futuro podria entrenarse a las maquinas para apreciar patrones equiva- lentes de progresiones de acordes y arpegios en modo menor. La iden parecia irreal entances; ya era bastante dificil lograr que una maquina ~ hiciera divisiones extensas como para apreciar la Novena sinfonta de © Beethoven. Pero el reconocimiento de patrones que Turing y Shannon intuyeron para las computadoras digitales es hoy una parte central de nuestra vida cultural; hay maquinas que generan musica para nuestro entretenimiento y ala vez nos recomiendan nuevos artistas. La vincula- cién entre patrones musicales y nuestra conexién neuroldgica desem- pefiaria un papel central en uno de los textos fundadores de la inteligencia artificial moderna: Gédel, Escher, Bech, de Douglas Hofstadter. Nuestras computadoras no han desarrollado ain un oido genuino para la miisi- ea, pero si alguna vez lo hacen, hay que buscar los origenes de tal logro en las conversaciones de sobremesa de Turing y Shannon en los labora- torios Bell. Ese aprendizaje es también una forma de la emergencia, un orden de nivel superior que se forma a partir de componentes relativa- mente simples, 42 TL MITO DE LA HORMICA REINA, Cinco afios después de sus encuentros con Turing, Shannon pub lied un largo ensayo en cl Bell System Technica! Journal que fue ripidamente ree- ditade en forma de libro con el titulo The Mathematical Theory of Commu- nication [Teoria matematica de la comunicacién]. Con gran profusion de ecuaciones ¥ titulos oscures come “Sistemas diseretos sin ruido”,” el libre se transformé en un clisico, y la disciplina que divulgé -teoria de la informacién— tuve un profundo impacto en la investigacién cientifi- cay tecnologica que se desarrollaria a continuacidn, tanto en el aspecto tedrico como en el prictico. The Mathematical Theory of Communication con- tenia una magnifica introduccion a la teoria de Shannon para un publi- cono especializada, escrita por el prestigioso cientifico Warren Weaver, quien habia detectado tempranamente la relevancia del trabajo de Shan- non. Weaver habia desempefiado un papel fundamental en el departa- mento de Ciencias Naturales de la Fundacion Rockefeller desde 1932 y cuando, a finales de la década de 1950, se retirdé, escribid un extenso infor- me para la Fundacidn, destacando el avance cientifico lograde durante los veinticinco afios anteriores, La acasion propiciaba una reflexidn rewos- pectiva, pero el documento que Weaver produjo (basado remotamente enun trabajo que habia escrito para American Sefentist) era mucho mas anticipatorio y prospective. En muchos aspectos merece ser reconocido como el texto fundador de la teoria de la complejidad, la clave para que el estudio de sistemas complejas comenzara a pensarse como un cam- po unificado. Reuniendo por aproximacién la investigacién en biologia molecular, la gendtica, la fisica, la ciencia informatica y la tearia de la informacion de Shannon, Weaver dividié los dltimos siglos de la inves- igacién cientifica en tres grandes campos. En primer lugar, el estudio de sistemas simples: problemas de dos o tres variables, tales como la rota- cién de los planetas o la conexién entre una corriente cléctrica y su vol- taje y resistencia. En segundo término, problemas de “complejidad desorganizada”, caracterizados por millones o miles de millones de varia- bles cuya tinica posible aproximacién es a través de mecdnica estaclisti- ca y teoria de probabilidades. Estas herramientas no sélo ayudaron a explicar el camportamiento de las moléculas en un gas o los patrones de herencia genética, también ayudaron a las companias de seguros de vida a ganar dinero a pesar del limitado conocimiento que pudieran tener acerca de la salad futura de cualquier ser humano. Gracias al tra- bajo de Claude Shannon, la aproximacion estadistica también sirvid para 3 FRIMEMA PARTE que Ins compafiias telefénicas dieran un servicio de larga distancia mas fiable ¢ inteligible. Pero habia una tercera fase en esta progresion, y sdlo ¢stabamos comen- zando a comprenderla, “Este métode estadistico para abordar la com- plejidad desorganizada, tan paderoso como es con respecto a los métodos anteriores de dos variables, deja un extenso campo intacto”," escribid Weaver. Habia una region intermedia entre las ecuaciones de dos incég- nitas y los problemas que encierran miles de millones de variables, Convencionalmente, esta regién involucraba un nimero “moderado” de variables, pero el tamamo del sistema era una caracteristica secundaria: Mucho mas importante que el mero niimero de variables es el hecho de que estas variables estan interrelacionadas. [...] Estos pro- blemas, contrastados con las situaciones desorganizadas con las que puede lidiar la estadistica, muestran un rasge esencial de organi- zacién. Nos referiremos por tanto a este grupo coma de compleji- dad organizada. Pensemos en estas tres categorias de problemas en términos de Ia ana- logia con la mesa de billar que empleamos en la introduccién. Un pro- blema de dos o tres variables seria una mesa de billar corriente, con bolas entrechocindose de acuerdo .con reglas simples, sus distintas velocida- des, la fricciém de la mesa. Ese seria un ejemplo de un “sistema sim- ple”, y, por cierto, las bolas de billar se usan a menudo para ilustrar las leyes basicas de Ja fisica en los libros de texto de ensefanza media. Un sistema de complejidad desorganizada corresponderia a la misma mesa de un tamaiio que pudiera albergar un millén de bolas en colisién millo- nes de veces por segundo. Hacer predicciones acerca del comportamiento de cada bola individual en el conjunto seria dificil, pero podrian hacer- se algunas predicciones certeras acerca de la conducta general de la mesa. Si asumimos que desde el comienzo hay energia suficiente en el siste- ma, las bolas s¢ distribuirin y cubririn toda la mesa como moléculas de gas en un continente. Es complejo porque hay muchos agentes en interaccién, pero es desorganizado porque no crean un comportamien- to de nivel superior mas alla de amplias tendencias estadisticas, La com- plejidad organizada, per el contraria, es como nuestra mesa de billar a motor, donde las bolas siguen reglas especificas y a través de sus varia-

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