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DISEÑO METODOLÓGICO PARA EL APRENDIZAJE - SESIÓN N°19 - UNIDAD V

“Independencia de América: Caso Río de la Plata y Chile. Organización de la


corriente libertadora del Sur”

Fuente A: La inflación de Argentina llega a 36,2 % en primer semestre de 2022


La inflación de Argentina llegó a 36,2% en el primer semestre de 2022, con un aumento de 5,3% en
junio, en medio de crecientes reclamos contra la política económica del gobierno del presidente Alberto
Fernández.

La inflación anualizada de junio de 2021 a junio de 2022 fue de 64%. Los mayores aumentos el mes
pasado fueron en los rubros de la salud (7,4%) y de la vivienda y servicios (6,8%), según el estatal
Instituto de Estadísticas.

La cifra se conoce en un día de manifestaciones de organizaciones populares, con miles de personas que
marcharon hasta las puertas de la Casa Rosada, sede de la presidencia, para exigir aumentos en ayudas
sociales y también la creación de un ingreso universal para los más desfavorecidos.

FUENTE B EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA Y SU INDEPENDENCIA. María Teresa Aya


Smitmans. Historiadora especializada en Relaciones Internacionales, Brown
University. Magíster en Ciencia Política, Universidad de los Andes.

El Virreinato del Río de la Plata fue creado con la última división administrativa de los españoles en
América en 1776 e incluía lo que hoy son Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y parte de Brasil. Su
capital era Buenos Aires. El Virreinato del Río de la Plata nació para reforzar la presencia española, frente
a la británica, en el Atlántico Sur. Sin embargo, y a pesar de la importancia de este objetivo político, el
apoyo español a la provincia de Buenos Aires y al Virreinato fue limitado, razón por la cual los argentinos
se independizaron con más premura que otros territorios en América. Para los criollos argentinos el
comercio era su principal actividad económica y el control de los puertos sobre el río de La Plata y las
rutas del Atlántico sur era importante. Por eso, cuando los británicos invaden en 1806 y luego en 1807,
los porteños organizan una milicia para hacerles frente bajo el mando de Cornelio Saavedra. Esta milicia
derrota a los británicos sin la ayuda de los españoles. Esto les muestra sus propias capacidades de
defensa y aviva el deseo de independencia de los criollos locales quienes esperaban, desde principios
del siglo XIX, la posibilidad de participar no solo de las decisiones económicas de la colonia sino de las
políticas también. Hasta ese momento, éstas recaían en las manos de los españoles venidos de la
península Ibérica y no en los locales lo que había dado origen a una división muy marcada entre la
oligarquía local y los realistas.

Los criollos, liderados por el jurista Juan José del Paso y engrandecidos por sus victorias sobre los
ingleses, empezaron a clamar por la independencia total de España antes que los otros territorios
españoles en América. Sin embargo, Saavedra, quien conocía las capacidades de su milicia, les pidió a
los criollos esperar a que España estuviera aún más debilitada por los franceses para declarar su
autonomía y disminuir, de este modo, las probabilidades de que España atacara a los criollos por
desacato a la corona. Así, cuando en mayo de 1810 se conocieron las noticias que informan sobre la
caída de la Junta de Sevilla, Saavedra creyó que el momento había llegado. Los criollos convocaron a
una reunión del Cabildo y proclamaron, el 25 de mayo de 1810, y bajo el mando del general Manuel
Belgrano, el fin del virreinato español sobre las provincias del Río de la Plata. Nacían Las Provincias
Unidas de Sur América creando, para fines prácticos, una Junta de Gobierno presidida por el general
Saavedra en la cual se afirmaba la lealtad de los criollos argentinos a Fernando VII, legítimo rey de
España, y se desconocía la autoridad sobre Argentina de la Junta de Sevilla en España, por cuanto los
argentinos no habían sido consultados para su creación.
La lealtad argentina frente a Fernando VII era cuestionable y más que legítima, constituía una jugada
política frente a los realistas ya que ni el general Saavedra, ni los criollos creían posible que Napoleón
pudiera ser vencido con facilidad y menos que Fernando VII regresara al trono. Sin embargo, Fernando
VII regresó al trono y ejerció su poder de manera absoluta y déspota, castigando a los criollos en América
a quienes consideró revoltosos y peligrosos por haber desconocida la Junta de Sevilla, lo que llevó a la
campaña de reconquista del continente. No obstante, y al igual que había sucedido cuando las
invasiones británicas, las tropas de la reconquista no llegaron hasta las remotas tierras argentinas. Esto
facilitó el surgimiento de un Estado independiente antes que esto sucediera en el resto del Continente.

La Declaración de Independencia argentina se da en julio de 1816, cuando se reúne en la ciudad de San


Miguel de Tucumán el Congreso de Tucumán y proclama la independencia. Los principales problemas
que enfrentó el Congreso fueron sobre el tipo de gobierno que se establecería en el territorio y luego
de varias discusiones, se adoptó el federalismo. Éste reivindicaba la visión de poder de las provincias, si
bien, tenía un gobierno central fortalecido, que favorecía a los porteños o bonaerenses. José de San
Martín, héroe del combate de San Lorenzo en 1813 entre realistas y criollos e independentista
furibundo, fue nombrado general en jefe del Ejército de los Andes con la misión de liberar los territorios
colindantes para asegurar así la supervivencia del nuevo Estado; un Estado que nació de la resistencia a
los ingleses, la falta de apoyo español al sur del continente y el empeño de los argentinos.

Fuente C: Historia del Perú Contemporáneo; de Carlos Contreras y Marcos Cueto. Ambos
reconocidos historiadores, especializados en Historia económica, docentes
principales de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Libres por Imposición
Tanto el Río de la Plata (fue mucho más tarde que esta región adoptó el nombre de República
Argentina) como Chile tenían mucho interés en la independencia del Perú. Aparte del asunto
principista de liberar todo el continente, convergía el deseo de los rioplatenses de recuperar el
Alto Perú (la actual República de Bolivia), que había sido parte de su virreinato y donde se
ubicaba la legendaria mina de Potosí. Desde el estallido de las guerras de independencia en
Buenos Aires, este territorio fue ocupado por el ejército del virrey de Lima. El flamante gobierno
de Chile, por su parte, se proponía el restablecimiento del comercio con la costa peruana, que
aprovechaba mucho a los comerciantes y agricultores de su país.
En agosto de 1820 zarpó la expedición libertadora del puerto de Valparaíso al mando del general
José de San Martín, con 4118 hombres. 1805 eran chilenos, mientras que el resto era el “Ejército
de los Andes”, que componían básicamente rioplatenses. La expedición dependía formalmente
del gobierno de Chile, quien la había financiado con grandes esfuerzos, pero cuando desembarcó
en la bahía de Paracas (240 km al sur de Lima) y durante todo su cometido en el Perú, careció
de Instrucciones políticas que gobernasen su accionar.
Dichas instrucciones habían llegado a ser dictadas por el parlamento chileno, pero como quiera
que contenían cláusulas que al presidente O’Higgins, amigo de San Martín, le parecieron
descomedidas con el Libertador (como, por ejemplo, que un comisario del gobierno chileno
debía viajar en la expedición para supervisar el cumplimiento de lo establecido), las devolvió,
con sus observaciones, al Congreso. Mientras este resolvía el diferendo, la expedición se hizo a
la mar. Las Instrucciones estipulaban, en cualquier caso, que el ejército libertador debía respetar
la voluntad de la población peruana. Disponía que debían ser Juntas de Notables de las diversas
ciudades quienes eligieran a los jefes políticos de las regiones que irían liberándose, y no San
Martín o sus comandantes.
Asimismo, que no debía imponerse ninguna forma de gobierno, sino adoptar aquella que
emanara de la “voluntad popular”. También recomendaba la salvaguarda de la religión católica,
el respeto a los títulos y jerarquías existentes y “no introducir novedad” en materia de
esclavitud. Además, limitar al mínimo el “secuestro” (embargo) de bienes. Como dato curioso,
podemos añadir que las instrucciones del senado chileno no fueron conocidas en el Perú hasta
que Manuel Odriozola las publicó hacia 1870.
En el Perú, ninguna corporación oficial o semioficial, llámese junta de notables, cabildos o
gremios, había solicitado la venida de los libertadores, aunque sí lo habían hecho algunos
personajes “notables” como Riva-Agüero o el Conde de la Vega del Rhén. Careciendo de
Instrucciones, San Martín se convertía, pues, en su propio jefe político y su ejército en un
conjunto de soldados fieles a un caudillo, lo que tendría consecuencias en su actuación en el
Perú.
Contreras, C., y Cueto, M. (2007). Historia del Perú Contemporáneo. Desde las luchas por la independencia hasta
el presente. 5.a.Ed. Lima, IEP; PUCP; Universidad del Pacífico. P. 50.

Fuente D: Extracto del artículo: La amenaza fantasma: El virrey Pezuela frente a la Expedición
Libertadora (1818-1820) del autor Patricio A. Alvarado Luna Licenciado y magíster en
Historia por la PUCP. Actualmente, se encuentra culminando sus estudios doctorales
en Historia Ibero-Latinoamericana en la Universidad de Colonia, Alemania. Se ha
especializado en la historia política, social y militar del primer tercio del siglo XIX
hispanoamericano, con énfasis en el proceso de independencia, en la formación de
los Estados y en la Confederación Perú-boliviana, sobre la cual trabaja en su tesis
doctoral

El arribo de la Expedición Libertadora al Perú


El 1 de enero de 1820, en Cabezas de San Juan, España, el general Rafael de Riego “levantó la
bandera de la revuelta” y reinstauró el sistema constitucional de 1812. Con el arribo de
refuerzos, dos meses más tarde, el rey Fernando VII se vio obligado a aceptar el sistema que
tanto aborrecía y que había tratado de suprimir desde su regreso en 1814 (Costeloe, 2010, p.
110). Esta situación truncó los planes del rey de una reconquista puramente militar de América,
pues perdió sus facultades como monarca absoluto, se vio obligado a jurar la Constitución
Liberal el 9 de marzo y tuvo que aceptar la convocatoria a nuevas Cortes el 22 del mismo mes.
Estas nuevas Cortes, con mayoría liberal, no colocaron a América como uno de los primeros
puntos de la agenda del nuevo Gobierno, lo que no implica que la situación americana fuera un
tema sin importancia para estas; sin embargo, dicha situación se conoció en el virreinato
peruano, de manera oficial, recién en septiembre, lo que explicaría porque el virrey concibió sus
planes de defensa en 1820 tomando como base los refuerzos prometidos por España (Costeloe,
2010, p. 117). Así, tal como hemos visto, pese a los rumores, en ocasiones el virrey continuaba
dudando de la veracidad del zarpe de la Expedición Libertadora, pues mantenía la esperanza en
la llegada de refuerzos peninsulares a Buenos Aires, y confiaba en que el ejército de los Andes
sufría de una falta de medios económicos, así como de posibles divisiones entre sus altos
mandos (De la Puente Candamo, 1971, p. 245) … Tras su desembarco, San Martín dio inicio a
una guerra de propaganda a favor de la independencia, acusando al virrey de ser quien había
“imitado la conducta de su amo, con la esperanza de oponer una barrera al voto de la América
y evitar que cooperes a su emancipación”. Así mismo, cuestionó los posibles efectos positivos
que podría traer la Constitución de 1812, pues la consideraba nada más que un “código
formulado a dos mil leguas de distancia, sin la intervención de nuestros representantes
[americanos] y bajo el influjo del espíritu de partido que dominaba en las Cortes e la
Isla de León”.

Termina la proclama sentenciando la autoridad del virrey y reafirmando la importancia de su


expedición: El último virrey del Perú hace esfuerzos para prolongar su decrépita autoridad,
halagando vuestras esperanzas con una Constitución extranjera, que os defrauda el derecho
representativo en que ella misma se funda, y que no tiene la menor analogía con vuestros
intereses [...].
Yo vengo a acabar de poner término a esa época de dolor y humillación: este es el voto del
Ejército Libertador, que tengo la gloria de mandar y que me ha acompañado siempre al campo
de batalla, ansioso de sellar con su sangre la libertad del nuevo mundo. (CDIP, tomo IV, vol. 4,
pp. 108-109).
Con estas afirmaciones, se puede pensar que San Martín no tenía intenciones de llevar a cabo
las negociaciones de paz con las autoridades virreinales, pues las veía como decrépitas, mientras
que consideraba que la Constitución gaditana había defraudado a los americanos. Un posible
motivo para su aceptación pudo ser la necesidad de rearmarse y la búsqueda de un ambiente
más favorable a la independencia entre la población mediante el envío de bandos y proclamas.

Fuente: Alvarado P. (2021).: El virrey Pezuela frente a la Expedición Libertadora (1818-1820).


Instituto Rivagüero PUCP. Perú.
https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/revistaira/article/view/23746

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Alvarado P. (2021). El virrey Pezuela frente a la Expedición Libertadora (1818-1820). Instituto Riva
Agüero PUCP. Perú. https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/revistaira/article/view/23746
Benavides, E. (2020) "Vacancia Presidencial". Lima. Perú. Consultado el 7 de julio del 2021.
https://elcomercio.pe/luces/world-press-photo-2021-ernesto-benavides-obtiene-segundo-
lugar-por-sus-fotos-de-las-protestas-contra-manuel-merino-vacancia-presidencial-nndc-
noticia/?ref=ecr
Contreras, C., y Cueto, M. (2007). Historia del Perú Contemporáneo. Desde las luchas por la
independencia hasta el presente. 5.a.Ed. Lima, IEP; PUCP; Universidad del Pacífico. P. 50.

Klarén, P (2012) Nación y Sociedad en la Historia del Perú. Lima. I.E.P

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