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Políticas culturales
y música popular
en la Transición española
el recorrido urbano y la visión de “la gente drid, ha llamado una nueva memorización
joven andar con tal aire de seguridad” lo de la cultura que caracteriza a la generación
que lleva al enunciador a proclamar que de la Movida:
Madrid, los alrededores de la Puerta del
Sol, es el espacio que ha hecho cristalizar al Todo el mundo había estudiado
evanescente futuro en presente. como cultura a Kierkegaard, Nietzs-
che, Flaubert. Y de pronto hay una
Éste es sin duda uno de los elemen-
generación que empieza a memorizar
tos que hacen peculiar la modernidad de
y a considerar como cultura propia
la Movida: su celebración del presente, su unos nombres rarísimos: Siouxsie &
negativa a condenar o apostar por el futu- the Banshees, Echo & the Bunny-
ro. Como ha señalado Imbert, una de las men, y lo último de cualquier nom-
consecuencias inesperadas de la profunda bre extrañísimo inglés. Y a esa cultura
esperanza en un futuro mejor que genera la sólo accede un nivel de gente, gente
muerte de Franco es la aparición, a finales joven interesada por este aspecto, y
de la década de los 70, de los “pasotas,” re- deja fuera de combate absolutamente
negados de todo aquello que tuviese que ver a toda la memorización previa. (cit.
en Gallero 54)
con el discurso político. Ése es precisamente
el caldo de cultivo en el que, con el cambio
Sin embargo, los grupos de la Movida
de década, germina la Movida, como dice
cantan todos en español y, al menos en
Borja Casani:
una segunda época, varios de ellos retoman
Cuando cae el interés por la política,
algunos rasgos de la cultura tradicional espa-
los grandes medios de comunicación ñola modificados por el discurso del punk.
retoman los movimientos culturales, Gabinete Caligari presenta su música como
lo festivo, lo novedoso, las ceremo- rock torero, insertando ritmos de pasodoble
nias que se estaban produciendo en y temáticas toreras en canciones como “Que
ese momento. (cit. en Gallero 9) Dios reparta suerte.” Radio Futura recrea los
ambientes callejeros hispanos o las verbenas
Frente al compromiso político, orientado en temas como “En el chino” o “El canto del
hacia el futuro, la Movida propone el he- gallo.” Incluso Parálisis Permanente engan-
donismo, orientado hacia el presente. Esta cha con la imaginería católica—mezclada
perspectiva temporal tiene consecuencias di- con estéticas del punk y el sadomaso—en
rectas en la inserción de la Movida dentro de canciones como Quiero ser santa. Es decir,
la genealogía de la cultura española: orien- los grupos de la Movida entienden y pro-
tado al presente, el discurso de la Movida mulgan su identidad española a pesar de no
no reconoce tradiciones, sino simplemente reconocerse como hijos de la tradición mu-
referentes coetáneos. Debido al rechazo que sical, y cultural por extensión, española.
provocan tanto la cultura franquista como La Movida aparece entonces como
la propuesta de los progres, esos referentes un nuevo estadio en la compleja relación
son siempre extranjeros, procedentes de que la cultura española ha establecido
la cultura anglosajona—precisamente el entre identidad nacional y modernidad.
espacio geopolítico a evitar por cualquiera La generación del primer tercio de siglo, la
de las dos culturas antagonistas. Es lo que de Ortega y Gasset, había proclamado que
Borja Casani, director de La Luna de Ma- España es el problema y Europa la solución.
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Como Rowe y Schelling han señalado en el una clase media con insuficiente capital cul-
caso latinoamericano: tural para acceder a la cultura legitimada, el
camp implica una celebración, por parte de
when the culture industry coincides los conocedores, de la alienación, la distan-
with the process of nation formation, cia y la incongruencia de los valores sobre
it takes on some of the aura of high los que se edifica el gusto. Según Isherwood
culture, further eroding the distinc- lo camp expresa lo que es serio para ti en
tion between mass and elite cultural
términos de diversión, artificio y elegancia
forms. (cit. en Graham y Labanyi 8)
(cit. en Ross 146).
No podemos olvidar que la Movida
A pesar de que ni la nación española ni la
es el primer movimiento de amplio alcance
industria cultural nacional nacen en los
que entronca con el pop art; de hecho, la
ochenta, podemos considerar que el cambio
visita de Andy Warhol en 1983 contribuyó a
político y la reorganización de las industrias
legitimar la imagen de modernidad cosmo-
culturales son tan significativos que puede
polita de la Movida y, por extensión, de la
darse la afirmación por válida para el caso
ciudad de Madrid. Como señala Osterwold,
español, sirviendo de explicación al proceso
“el pop art se opone a lo abstracto median-
de articulación entre tradición y moderni-
te el realismo, a lo emocional mediante
dad ya mencionados.
el intelectualismo y a la espontaneidad
Existen también paralelismos entre mediante una estrategia compositiva” (8).
estos procesos de reorganización del tejido Estas estrategias están al servicio de temas
productivo de la cultura y la aparición de cotidianos como los objetos de consumo, las
nuevas sensibilidades. Sin duda, el clip cita- estrellas de cine, los interiores de las casas de
do de Almodóvar con “La bien pagá” puede clase media, los cómics. El pop art ironiza
etiquetarse como un acercamiento camp a la sobre el papel que estos objetos e imágenes
copla. Para Sontag, “el camp aparece cuando tienen en nuestra vida y sobre el propio
los productos de un modo de producción papel del arte en la sociedad, descubriendo
anterior, que ha perdido el poder de generar “un mundo prefabricado, la visión artificial
significados, aparecen redefinibles según de eufóricos sueños sobre la realidad en los
nuevos códigos de gusto” (cit. en Ross 139). que todo está a nuestra disposición igual
La España de los ochenta no genera sólo que en el país de Jauja” (Osterwold 19).
nuevas estéticas, sino también nuevas formas Los procedimientos de seriación y el uso
de organización del Estado y de la industria de referentes directamente tomados de la
cultural, ampliamente entrelazados durante cultura comercial remiten a una ideología
el franquismo. del arte en la que la producción capitalista
La sensibilidad camp redescubre el es a la vez objeto de referencia y destino de
basurero de la historia, asume la proclama la producción artística.
del pop art de que cualquier manifestación La visita de Warhol a Madrid tuvo
será pronto obsoleta y pasada de moda: en amplia cobertura mediática; a pesar de estar
palabras de Sontag, permite solucionar el organizada por una galería, el Ministro de
problema de cómo ser un dandy en la era de Cultura asistió a la inauguración de la ex-
la cultura de masas (cit. en Ross 145). Si el posición. El Museo del Prado permitió una
gusto kitsch, con su seriedad sobre el arte, se visita especial del artista norteamericano en
asocia con la movilidad social que produce la que apenas invirtió 15 minutos. A la larga,
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como señala Martí Font, la visita de Warhol dre, toda de negro, abraza amorosa pero con
es el episodio final de la Movida en busca de cara de preocupación al joven, mientras que
un hueco dentro de la cultura establecida: el padre, en pijama, muestra cierta desidia
hacia la cámara.
Se podría decir que Warhol dejó Era el retrato de una España que
Madrid en llamas, aunque la verdad había cambiado profundamente en una
es que lo que hizo fue darle carta de sola década, pero era también la imagen
naturaleza a un movimiento que,
de la forma en la que se había producido
probablemente, en puros términos
artísticos poco tenía que ver con su
la metamorfosis; sin traumas, sin rupturas,
aportación al arte contemporáneo, posibilitando que la nueva y la vieja España
pero que ayudó a sacar del subsuelo se abrazasen, tal vez sin entusiasmo, pero
y a situar en lo oficial. . . . Se empe- con la seguridad de que era la única forma
zaba a cumplir la profecía de Alfonso de seguir adelante.
Guerra tras la llegada al poder del Los punks eran la imagen de la Movi-
PSOE: ‘A este país no lo va a reco- da y ésta era la imagen de la España moder-
nocer ni la madre que lo parió.’ (63) na. Cambio 16 tituló, el mismo año 1985,
“Madrid: del centralismo a la Movida.” Un
Instancias de legitimación titular que pone en igualdad de condiciones
un término político con un movimiento
En 1985 se cumplieron 10 años de la cultural. Para añadir una nueva pieza al
muerte de Franco: una fecha perfecta para rompecabezas, merece la pena citar el titular
hacer balance de lo que había supuesto para de portada de uno de los primeros núme-
España una década de cambios que habían ros de La Luna de Madrid: “La vanguardia
situado a los opositores de la dictadura es el mercado.” La Movida, en estos tres
a la cabeza del gobierno en medio de un reportajes citados, aúna los elementos que
contexto social y económico complejo. El la han situado en el centro de la discusión
balance era agridulce, pero sin duda España entre los escasos analistas de la cultura en
había logrado entrar por la puerta grande en España: medios de comunicación, estéticas,
el club de los países occidentales, creando política y mercado.
incluso un modelo que sería, a finales de En Cambio 16, Maruja Torres explica-
la década, citado como modelo a seguir en ba la nueva fascinación que la capital ejercía
las transiciones a la democracia de Europa sobre los antes despreciativos intelectuales
oriental y de Latinoamérica. catalanes porque “Madrid tiene algo que
Uno de los reportajes que mejor ilus- decir, algo que inventar y, sobre todo, algo
tra la nueva España es el que el periodista que vender” (61). Señalaba, una páginas
Bob Spitz y la fotógrafa Mary Ellen Mark más adelante, que “en esta historia nadie
hicieron para Rolling Stone, que titulaba quiere ser underground, que es como que-
en portada “Youth Reign in Spain.” El rer ser pobre: la meta está en triunfar, en
reportaje se abría con una fotografía en la ser artista. Como Plácido Domingo o Lola
que un joven punk posaba con sus padres Flores, pero en otra cosa” (65). A pesar de
en el salón del domicilio familiar, decorado ser hija de la renovación sonora e intelectual
a la manera típica de las clases populares que el punk supone en todo el mundo,
españolas: tapetes de ganchillo, cuadros de la peculiar historia de la música popular
paisajes, reloj de pared de madera… La ma- española colocaba a los músicos españoles
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a medio camino entre la vocación masiva y Pero esa oportunidad de decir: ‘Los
la herencia underground. que no estén colocados, que se co-
Política y mercado han sido siempre loquen,’ tiene mucha fuerza. Y sin
las amistades peligrosas que la cultura un- que se derrumbe el diagrama polí-
dergound ha procurado evitar. Sin embargo, tico municipal... Claro que fueron
oportunos. Se apuntaron al barco.
la Movida se hermanó con ambas. El talante
El poder siempre se apropia de todo
liberal del alcalde Tierno Galván y su presen-
lo que puede. Pero no me pareció
cia habitual en los acontecimientos juveniles un oportunismo desagradable, sino
acabó resaltando éstos y “acuñó la imagen una forma de colaborar, un servicio
marchosa de Madrid y de su Ayuntamien- mutuo; ‘señores, palante. Nosotros
to, que además subvencionaba los actos” también vamos a ser Movida.’ Vie-
(Grijelmo 250). A falta de un estudio en ron la fuerza que tenía. El hecho de
profundidad sobre las políticas culturales querer apropiarse de algo ya es darle
del PSOE y en concreto del Ayuntamiento importancia. Había una libertad de
de Madrid, no faltan las voces que acusan a funcionamiento callejero, por eso
Tierno Galván de ser el creador de la Mo- no me molesta. (cit. en Gallero 90;
vida, cuando en realidad es, ante todo, su elipsis en original)
gran legitimador y capitalizador. El filósofo
Ignacio Gómez de Liaño señala: La frase: “Los que no estén colocados que se
coloquen,” que juega con el doble sentido
Tierno se convirtió en un referente del verbo colocar (ubicarse, pero también
extraordinario, algo que a él mismo tomar drogas) en el habla popular española,
debió de sorprenderle. Madrid tenía fue pronunciada al inicio de un concierto
ciertos complejos de culpabilidad por el alcalde Tierno Galván. Otra de sus
por ser capital del estado, cuando
frases que ilustran esos devaneos con la
de hecho siempre había sido una
ciudad extraordinariamente abier-
Movida, esos “servicios mutuos” que cita
ta . . . Había una cierta injusticia el fotógrafo, fue la pronunciada en la inau-
en esa imagen, que derivaba, sobre guración de la exposición Madrid, Madrid,
todo, de haber sido la capital de la Madrid, que resumía en 1984 casi dos lus-
España de Franco . . . En los 80, tros de vanguardia y “cultura ocurrencial,”
Madrid aparece como un lugar en la definición del propio alcalde. “Bendito
abierto, dinámico, muy vivo. ( cit. sea el caos, porque es signo de libertad,”
en Gallero 130) enunció Tierno Galván. Una proclama no
muy lejana a la que, años antes, habían
Sabino Méndez, guitarrista de Loquillo y los
lanzado los Sex Pistols y los jóvenes punks
Trogloditas, señala en su crónica de aquellos
en Londres y Nueva York y que enfatizaba
años que “eran los primeros tiempos de la
la heterodoxia del alcalde madrileño frente
euforia socialista bienintencionada y aún
parecía muy razonable y fraterna la idea de a otros compañeros socialistas.
grandes festejos populares” (140). El fotó- Juan Luis Cebrián era director de
grafo Pérez Mínguez ahonda en esa misma El País en aquellos años y uno de los más
línea de opinión al considerar que grandes críticos de la Movida y del discur-
so posmoderno que la envolvió. Desde su
La política nunca puede ser cándida. periódico se construyó el discurso de mo-
La política solamente es oportunista. dernidad del partido socialista y se legitimó
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tanto histórica (por medio del entronque de la pereza sea considerada, por sí misma,
simbólico con Ortega y Gasset) como in- como una conquista intelectual (31). El
telectualmente. En su libro El tamaño del director de El País fue capaz de valorar que
elefante (1987) explicaba los criterios que aquéllos suponían un sistema de comuni-
según él debería tener la modernidad po- cación con entidad propia y que facilitaban
lítica: estabilidad y transferencia ordenada “una especie de integración permanente
del poder, respeto a la autoridad constitui- entre lo social y lo individual, la calle y la
da, adhesión a los procedimientos legales y casa, hasta ahora inimaginable por nosotros”
un claro reconocimiento de los derechos y (Cebrián 62).
deberes de los ciudadanos (75). En las críticas de Cebrián y en el
Si ésta era la idea de modernidad y pragmatismo de Tierno Galván es posible
progreso del proyecto socialista, no parecen rastrear una sensación que parece dominar
razones suficientemente poderosas para jus- a la izquierda en los años 80: se sabe que
tificar el sacrificio de los proyectos políticos los viejos paradigmas de acción política y
maximalistas de la izquierda antifranquista cultural ya no sirven y se otea el horizonte
o para intentar implicar en la vida política en busca de nuevas soluciones con más
a una generación que llegaba a la juventud o menos nostalgia de lo perdido. Como
sin trabajos que ocupar o manifestaciones Nanye Blázquez señala perspicazmente,
a las que incorporarse, sentía desprecio por con la aparición de la Movida “se empieza
los progres y para la cual todos esos crite- a romper seriamente la posibilidad de decir
rios no eran aspiraciones, sino parte de su algo a muchos a la vez, es decir, de lanzar un
experiencia cotidiana de ciudadanos en una mensaje colectivo. Las canciones de autor,
democracia (Hooper 319). Tras muchos los mítines, los discursos, todo eso se va al
años siendo parte de una sociedad que sólo carajo” (cit. en Gallero 42). De este modo, el
imponía obligaciones, parecía lógico que universo de la cultura se transforma radical-
el fin de la dictadura implicase el deseo del mente, dejando de lado los grandes discur-
disfrute de los derechos, desenfrenado a sos totalizadores y de ambición política para
veces—una posición con la que sin duda centrarse en lo personal y lo individual—sin
parecía entroncar Tierno Galván. duda un rasgo que define la posmodernidad.
Como ha señalado Alberca, el proyec- Para Casani, el cambio cultural de los 80 se
to de renovación de la imagen de la ciudad caracteriza precisamente por la fascinación
de Madrid de Tierno Galván pasaba por por lo nuevo, la aparición de un nuevo tipo
ofrecer “una nueva imagen que la alejara de intelectual más frívolo y menos clásico
del franquismo y del tercermundismo que y la creación de una pequeña cultura sin
la vinculaban, real y simbólicamente, con la grandes obras ni grandes maestros (cit. en
historia reciente” (290). Para ello, sus accio- Gallero 1): la cultura ocurrencial de la que
nes se focalizaron en recuperar “la cultura habló Tierno Galván y que tan hábilmente
joven al proyecto municipal” por medio de supo aprovechar a favor de su proyecto de
la revitalización de las fiestas populares. Y transformación simbólica de la ciudad de
ahí entronca directamente con los concier- Madrid.
tos de la Movida, que el propio Cebrián No deja de llamar la atención el escaso
valora como fenómeno cultural, a pesar de nivel de reflexión sobre las consecuencias
sus críticas a los posmodernos, que según que tiene en la producción cultural de la
él defendían que “cualquier manifestación Movida la aceptación masiva de su propues-
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ta. Quienes hemos vivido nuestra adoles- De nuevo, es posible rastrear las conexiones
cencia en los años 80 no podemos olvidar entre las instancias discursivas legitimadoras
que los grupos que sonaban en las radios del discurso de la modernidad, en este caso
comerciales—las únicas que se escuchaban los medios y el mercado. Como señala el
en la mayoría del país—eran Gabinete Cali- fotógrafo Miguel Trillo:
gari, Alaska y Dinamara o Radio Futura. Los
grupos que a finales de la década de los se- La Luna es un producto literario y
tenta conformaban un nuevo underground rápidamente se institucionaliza. Lo
anterior era visual y musical, y el
se habían convertido en el mainstream. La
poder ignora totalmente lo visual e
discográfica DRO llegó a ser el principal ignora lo musical . . . La Luna insiste
sello del país antes de entrar en crisis y ser mucho en el discurso del texto. Es
vendida a Warner a principios de los años entonces cuando empiezan a hacer-
90. Sin este recorrido hacia la masividad, la se eco los periódicos y el término
Movida no habría logrado ser lo que es hoy: posmodernidad centra el debate de
un referente esencial de la cultura española, los intelectuales. (cit. en Gallero 55)
un momento de cambio radical en los nive-
les estructural y expresivo. Fue también el Un estudio en profundidad de La Luna de
mercado, y no sólo la política, la instancia Madrid debería por tanto hacerse eco del
que legitimó la Movida como momento doble movimiento que los medios produ-
fundante de la modernidad española. cen: la creación de discursos legitimadores
Sin duda, los medios de comunica- que cristalizan a su vez en nuevas prácticas
ción son el tercer pilar que construye esa culturales. La Luna arranca en la defensa
imagen de modernidad de la recién nacida de lo posmoderno como categoría para
entender la nueva situación en España y
democracia española, asociada a la Movida.
al tiempo impulsa la creación de un tejido
Habría que diferenciar al menos dos cate-
productivo que a final de la década empezará
gorías de medios en la construcción de esta
a ser denominado industria cultural.
imagen: los medios surgidos de la Movida
Pero esa legitimación de la Movida
y aquéllos que se asomaron a sus prácticas
como imagen de la modernidad española
y dieron voz a sus personajes con más o
ligada a la transformación democrática no
menos intensidad.
hubiese sido posible recurriendo sólo a los
La Luna de Madrid, que nace en 1983,
medios producidos en el propio interior del
se convirtió desde sus orígenes en la voz
movimiento. El fin del franquismo supone
autorizada del discurso de la modernidad
una profunda reorganización del panorama
madrileña. Una vez superada la etapa de
mediático nacional al desprenderse el Estado
gestación underground bajo la influencia del de los medios del Movimiento, al desapa-
punk, aparece una fase de consolidación recer buena parte de las revistas políticas
que habían canalizado el pensamiento de la
marcada por la necesidad de salir
en bloque a la luz. El gran objetivo
izquierda opositora (Pecourt) y a la apari-
de esta etapa era existir, generar un ción de nuevas cabeceras de referencia en la
comercio, unos canales industriales, prensa nacional, como Diario 16 y El País.
galerías nuevas, editoriales nuevas, José Manuel Costa, que ejerció la
casas de discos independientes... (cit. crítica musical en El País durante los años
en Gallero 12; elipsis en original) ochenta, es consciente de que esta reorga-
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nización del panorama mediático implicaba el tejido urbano, los movimientos vecinales
la búsqueda de nuevos públicos y nuevas pierden parte de su energía al ser absorbido
estrategias, algunas de las cuales pasaban su discurso por los partidos políticos. La
por abrir los medios a las manifestaciones generación que llega a la juventud con la
culturales emanadas de la generación más democracia tiene códigos, vivencias y expec-
joven. Se producía así la paradoja de que tativas que tienen muy poco que ver con las
pequeños eventos culturales de vocación de sus padres, pero también con las de sus
underground aparecían reseñados en los hermanos mayores. El campo de la cultura
medios de tirada nacional, lo que legitimó se realinea: la línea que separa los bandos
a nivel masivo el nuevo modelo cultural (sin enfrentados ya no es la de franquismo y
olvidarse de las interconexiones entre este antifranquismo, sino la trazada por la via-
nivel local y los grandes eventos culturales bilidad económica en un mercado libre que
promovidos desde las instituciones, como la comenzaba a configurarse (Pecourt).
feria de arte ARCO). Afirma Costa: Las transformaciones del campo po-
lítico siempre están en la primera línea de
Yo me metí en El País. Lo que que- las descripciones de la Transición española.
rían, más o menos, era tomarle el Su importancia es tan profunda que todo
pulso a esa historia. Se daban cuenta
movimiento que discurra en las mismas
de que lo anterior era básicamente
ininteresante, por aburrido y por fal-
coordenadas temporales, como es el caso
ta de alternativa vivencial real . . . La de la Movida, termina siendo escrutado
gente tenía necesidad de diversión, en busca de las relaciones, servidumbres o
de entretenimiento... Periódicos de dependencias que brotan de lo político.
difusión nacional son los que se con- Sin embargo, una de las más profun-
vierten, vía una serie de señores, en das transformaciones que acomete España
abanderados de lo que no deberían en los ochenta es la de su economía, una
haber sido abanderados. Tendrían transformación de profundo calado social
que haber existido publicaciones o
que ha marcado durante décadas algunos
medios de difusión intermedios entre
unos y otros. . . . Jesús Ordovás—que sectores y lugares. El éxito de una ciudad
tenía el programa nada menos que en como Bilbao al utilizar el museo Guggen-
Radio Nacional—y yo—que tenía heim de Frank Gehry como elemento de
un medio de comunicación—íba- promoción turística no puede entenderse
mos a oír a Ramoncín a un colegio sin conocer las brutales implicaciones que
en el quinto pino y se hacía una tuvo la reconversión de la siderurgia en una
crítica de ese concierto y, es más, ciudad industrial como Bilbao. Sin em-
se retransmitía. (cit. en Gallero 70; bargo, uno de los hallazgos—a todas luces
segunda elipsis en original)
imprevisto—a los que este artículo llega es
que apenas existen reflexiones sobre el im-
Pasos hacia una conclusión pacto de esta transformación en el campo
inconclusa de la cultura.
Entender la Movida requiere de
Muchas son las transformaciones que la entender los dispositivos de mediación y
ciudad de Madrid experimenta en la época legitimación que operan sobre el mundo
de la Transición. La ciudad se reconfigura, de la cultura, tanto en su nivel estructural
los barrios de aluvión se van integrando en como en el discursivo. El rol de los medios
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