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Introducción.

A nuestro alrededor hay miles de reacciones y transformaciones de la materia ocurriendo.


Para definir la materia (Atrio y Calvo, 2017) escribieron: “Si hablamos de materia,
hablamos comúnmente de todo lo que nos rodea, que tiene masa, peso y volumen, en
definitiva de todas las sustancias; la ciencia que se ocupa de la constitución, propiedades
y transformaciones de la materia es la Química”

Es por ello que Antoine Lavoisier se dedico a estudiar a la materia y llegó a la siguiente
conclusión “en una reacción química los átomos no son creados ni destruidos por que el
mismo número de átomos está presente antes y después de la reacción, o que en una
reacción química la masa de los reactivos debe ser igual a la masa de los productos”
(Escobar,2015) a esto le llamamos Ley de la Conservación de la materia o Ley de
Lomonosov-Lavoisier por sus descubridores.

Aunque a Antoine Lavoisier se le acredita el descubrimiento de esta ley, Mikhail


Lomonosov fue quien demostró primero la conservación de la materia; lo hizo mediante
un experimento que no fue debidamente reconocido; en este experimento observó como
dos placas de plomo se quemaban sin cambiar su peso. (Fernandez,2018)

Lo que esta ley dice es que en una reacción la cantidad de materia seguirá siendo la
misma a pesar de la transformación que ocurra en el producto inicial y el final, ya que
estos serán diferentes por eso el famoso enunciado: “la materia no se crea ni se destruye,
solo se transforma” (Lavoisier,1745)

Esta es una de las leyes fundamentales de la ciencia, es de gran importancia y podemos


verla aplicada en todos lados, desde nuestro hogar al preparar un jugo de frutas, hasta en
un laboratorio, cuando se experimenta con reactivos y se produce una reacción.

La ley de la conservación de la materia “permite extraer componentes específicos de un


determinado tipo de materia prima sin tener que desechar el resto; también es importante
por que nos permite obtener elementos puros, cosa que no podríamos lograr si la materia
se destruyera” (Briceño, 2018).

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