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Pío XII (en latín, Pius PP.

XII), de nombre secular Eugenio Maria Giuseppe Giovanni


Pacelli (Roma, 2 de marzo de 1876-Castel Gandolfo, 9 de octubre de 1958), fue el
260.o papa de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 2
de marzo de 1939 hasta su muerte en 1958. El papa Benedicto XVI lo declaró
venerable el 19 de diciembre de 2009 junto a Juan Pablo II.12

Antes de su elección al papado, Pacelli se desenvolvió como secretario de la


Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, nuncio apostólico y cardenal
secretario de Estado, desde donde pudo alcanzar la conclusión de varios concordatos
internacionales con estados europeos y americanos, entre los que destacó el
Reichskonkordat con la Alemania nazi, firmado en 1933 y aún en parte vigente.3 Por
otra parte, tuvo un influjo decisivo en la redacción de la carta encíclica de Pío
XI titulada Mit brennender Sorge a los obispos alemanes, del 14 de marzo de 1937,
que significó una advertencia severa al régimen del Adolf Hitler.

Su gestión como nuncio en Alemania y como cabeza de la Iglesia católica durante la


Segunda Guerra Mundial sigue siendo motivo de análisis y controversia,
principalmente en lo que respecta a la intensidad de su reacción frente a los
crímenes del régimen nazi contra millones personas en Europa por cuestiones étnicas
o ideológicas.

Pío XII murió en su residencia de verano de Castel Gandolfo el 9 de octubre de


1958, a los 82 años, tras sufrir una insuficiencia cardíaca aguda causada por un
infarto de miocardio.
Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli nació en Roma el 2 de marzo de 1876, en el
seno de una familia aristocrática cuya historia los unía al papado, ya que
pertenecían a la llamada nobleza negra.

Era el tercero de los cuatro hijos de Filippo Pacelli, príncipe de Acquapendente y


de Sant'Angelo in Vado, y de su esposa la nobildonna Virginia Graziosi.

Su abuelo paterno, Marcantonio Pacelli, fue secretario segundo en el Ministerio de


Finanzas de los Estados Pontificios,4 y luego, secretario de Interior durante el
pontificado de Pío IX (a quien acompañó al exilio de Gaeta) desde 1851 hasta 1870;
fundó el periódico de la Ciudad del Vaticano, L'Osservatore Romano en 1861.5 Su
primo Ernesto fue uno de los más importantes consultores financieros del papa León
XIII, su padre fue decano de la Rota Romana, y su hermano Francesco fue un
renombrado abogado especializado en derecho canónico, conocido por las
negociaciones en los Pactos de Letrán en 1929, que significaron la conclusión de la
Cuestión Romana. Más tarde, Francesco sería nombrado marqués por Pío XI.6

A la edad de doce años, anunció sus intenciones de ingresar en un seminario en


lugar de ser abogado. La mayoría de la información biográfica que existe sobre la
infancia de Pacelli proviene de la obra de la hermana Margherita Marchione.7

Hizo sus primeros estudios en una escuela católica privada. Después de terminar sus
estudios primarios, Pacelli emprendió sus estudios secundarios clásicos en el liceo
Ennio Quirino Visconti, de Roma, una escuela con tendencias anticlericales y
anticatólicas.8

En 1894, con dieciocho años, ingresó en el seminario de Capranica, para prepararse


a la ordenación sacerdotal. Sin embargo, no soportó el internado, por lo que en el
verano de 1895 abandonó el seminario y se matriculó para el siguiente año en el
Instituto Apollinare. En el seminario había recibido una dispensa especial para
vivir en su casa, debido a problemas de salud.8 Desde 1895 hasta 1896, estudió
filosofía en la Universidad de Roma La Sapienza.8

Funciones eclesiásticas
Sacerdote y monseñor
Pacelli ordenado presbítero, 1899
Pacelli fue ordenado sacerdote el 2 de abril de 1899, (Domingo de Resurrección) por
el obispo Francesco Paolo Cassetta —viceregente de Roma y amigo de la familia— y
recibió su primera asignación como encargado en Chiesa Nuova, donde había servido
como acólito.9

Ese mismo año, se matriculó en la Pontificia Universidad Gregoriana y en el


Instituto Apollinare de la Pontificia Universidad Lateranense. 8 Además de
doctorarse en teología y en derecho civil y canónico (in utroque iure).8 Vincenzo
Vannutelli, cardenal del título de S. Silvestro a Capite y avezado diplomático, que
era amigo personal de su padre, lo tomó bajo su protección y lo tuteló en sus
estudios.[cita requerida]

En 1901, ingresó en la Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, una


suboficina de la secretaría de Estado vaticana, en donde se convirtió en un
minutante, gracias a la recomendación del cardenal Vannutelli.9

En 1904, Pacelli fue nombrado chambelán y en 1905 prelado doméstico de Su


Santidad.9 Entre 1904 y 1916, asistió al cardenal Pietro Gasparri en su
codificación del derecho canónico en el Departamento de Asuntos Eclesiásticos
Extraordinarios.10 También, en 1901, fue elegido por León XIII para entregar, en
nombre de la Santa Sede, las condolencias al rey Eduardo VII del Reino Unido por la
muerte de su madre, la reina Victoria.11 En 1908, sirvió como representante del
Vaticano en el Congreso Eucarístico Internacional en Londres,11 donde conoció a
Winston Churchill.12 En 1911 representó a la Santa Sede en la coronación del rey
Jorge V.10

En 1908 y 1911, Pacelli rechazó ser profesor en derecho canónico de la Universidad


La Sapienza de Roma y en la Universidad Católica de América, respectivamente.

En 1911, se convirtió en subsecretario y, al año siguiente, en secretario-adjunto –


posición que mantuvo durante el papado de Benedicto XV– y en 1914 fue secretario
del Departamento de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios como sucesor de Gasparri,
quien fue promovido a cardenal secretario de Estado.10 Como secretario, Pacelli
concluyó un concordato con Serbia cuatro días antes del asesinato de Francisco
Fernando de Austria en el atentado de Sarajevo, que desencadenó la Primera Guerra
Mundial.13 Durante el desarrollo de la contienda, llevó el registro vaticano de los
prisioneros de guerra. En 1915, viajó a Viena para asistir al nuncio apostólico de
dicha ciudad, monseñor Scapinelli, en sus negociaciones respecto a Italia con el
emperador Francisco José I de Austria.14

Arzobispo y nuncio

El nuncio en julio de 1924, en ocasión del ix centenario de la ciudad de Bamberg


El papa Benedicto XV designó a Pacelli como nuncio apostólico en Baviera el 23 de
abril de 1917, consagrándolo obispo titular de Sardes e inmediatamente elevándolo a
arzobispo el 13 de mayo de ese año, antes de que partiera a Baviera donde, quince
días después, se reuniría con el rey Luis III y, más tarde, con el káiser Guillermo
II de Alemania.15 Como por esa fecha no había nuncio en Prusia, Pacelli fue, por
motivos prácticos, nuncio de toda Alemania, teniendo su nunciado extendido
oficialmente el 23 de junio de 1920 y en 1925 al Imperio y a Prusia
respectivamente.16 Muchos de los ayudantes de Pacelli en Múnich seguirían con él
hasta el final de su vida, incluyendo a la hermana Pascalina Lehnert, ayudante,
amiga y consejera de Pacelli durante 41 años.

Cardenalato

El cardenal Pacelli junto al presidente argentino Agustín Pedro Justo en octubre de


1934
El 19 de diciembre de 1929, fue designado cardenal presbítero del título de Ss.
Giovanni e Paolo por el papa Pío XI y, el 7 de febrero de 1930, sustituyó al
cardenal Gasparri como secretario de Estado.17 Pesaron los años de servicio al
dicasterio regido por este cardenal, pero además Pacelli era sin duda el mejor
experto en política alemana y era este país el que marcaba el ritmo de la época.

Negoció y firmó los concordatos de la Santa Sede con el ducado de Baden (1932), la
república de Austria (1933) y el reino de Yugoslavia (1935). Destaca históricamente
la firma del Reichskonkordat entre la Santa Sede y Alemania, con el apoyo de los
dirigentes conservadores y católicos alemanes Franz von Papen y Ludwig Kaas. Este
concordato sigue vigente en la actualidad.1819

Por otro lado, una de sus actuaciones más importantes como secretario de Estado fue
dar forma a la que luego sería la encíclica Mit brennender Sorge, que supuso una
dura condena de las políticas del régimen nazi. Esta encíclica se escribió a
iniciativa de los obispos alemanes, redactada en Roma en un primer borrador por
Michael von Faulhaber, cardenal del título de Santa Anastasia y arzobispo de Múnich
y Frisinga. Pacelli fue el redactor del texto definitivo. Fechada el 14 de marzo de
1937, fue leída en todas las iglesias de Alemania el 21 de marzo (Domingo de
Ramos), lo que provocó la ira de Hitler. Fue respondida por el aparato de
propaganda del régimen a cargo de Joseph Goebbels. En su presentación de la
encíclica, Pacelli comparó al Führer alemán con el diablo y advirtió proféticamente
su temor de que los nazis lanzaran una «guerra de exterminio».[cita requerida]

En 1938, bautizó en la capilla de la Orden de Malta al futuro rey Juan Carlos I de


España.

Durante la permanencia en el segundo cargo vaticano, viajó a Estados Unidos,


Argentina, Hungría y Francia y se reunió con sus respectivos mandatarios, lo que le
comenzó a otorgar gran proyección internacional.

Pacelli acumuló a la secretaría de Estado –cargo que mantuvo incluso después de ser
elegido papa– los cargos de arcipreste de la Patriarcal Basílica Vaticana (1930),
de gran canciller del Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana (1932) y de
camarlengo de la Iglesia católica (1935).

Papado
Elección
Artículo principal: Cónclave de 1939

Pío XII impartiendo la Bendición Apostólica durante su coronación, 12 de marzo de


1939
A la muerte de Pío XI en febrero de 1939, la organización de la sede vacante
correspondió a Pacelli por su cargo de camarlengo. Él, precisamente, era el
candidato favorito. El 2 de marzo de 1939, tras un cónclave que duró solo dos días
y a la tercera votación, fue elegido papa y, en honor a su predecesor, eligió el
nombre de Pío XII. Diez días después fue coronado por el cardenal protodiácono de
Santa Maria in Domnica, Camilo Caccia-Dominioni.

Antes y durante la Segunda Guerra Mundial


Pío XII fue un papa sin experiencia pastoral directa, ni en parroquias ni en
diócesis, puesto que toda su carrera se había desarrollado en la administración
vaticana. Fue, en cambio, un perfecto conocedor de la curia romana, en la que se
movió prácticamente toda su vida.20 Antes de su coronación y como medida
preventiva, redactó ante notario una carta de renuncia en el caso de que fuese
hecho prisionero por los nazis, de forma que no ocurriera lo mismo que había
acontecido con el apresamiento de Pío VII por Napoleón en 1809.21
El 11 de enero de 1940 convocó al representante del Reino Unido ante la Santa Sede,
Francis D'Arcy Osborne, para ponerle al corriente de que un grupo de generales
alemanes querían derrocar a Hitler y buscar un acuerdo de paz que incluía la
liberación de Polonia y Checoslovaquia, pero no de Austria. El mensaje fue
transmitido al gabinete de la guerra en Londres, que a mediados de enero decidió no
tomar parte.22

En su editorial de Navidad de 1941, el New York Times elogió a Pío XII por
«oponerse plenamente contra el hitlerismo» y por «no dejar duda de que los
objetivos de los nazis son irreconciliables con su propio concepto de la paz
cristiana».23

Varios historiadores judíos, como Joseph Lichten, de B'nai B'rith (organización


judía dedicada a denunciar el antisemitismo y mantener viva la memoria del
genocidio nazi), han documentado los esfuerzos de la Santa Sede en favor de los
hebreos perseguidos. Según el mismo Lichten, en septiembre de 1943, el papa ofreció
bienes del Vaticano como rescate de judíos apresados por los nazis. También
recuerda que, durante la ocupación alemana de Italia, la Iglesia, siguiendo
instrucciones de Pío XII, escondió y alimentó a miles de judíos en la Ciudad del
Vaticano y en el palacio de Castel Gandolfo, así como en templos y conventos. En el
boletín del Jewish Antidefamation League –Liga judía contra la difamación– de 1958,
Lichten declaró que:
La oposición [de Pío XII] al nazismo y sus esfuerzos para ayudar a los judíos en
Europa eran bien conocidos al mundo que sufre.23
Según algunas fuentes, los nazis tenían un plan avanzado para secuestrar al papa,24
y otras fuentes afirman que Pío XII apoyó tres complots para derrocar a Hitler.25

Pío XII dirigiéndose a la multitud reunida en la plaza de San Pedro en ocasión de


la liberación de Roma, 5 de junio de 1944. Para la corriente política denominada
Democracia Cristiana, fue muy importante el radiomensaje dado por el papa en la
Navidad de 1944.
En 1944, en plena Segunda Guerra Mundial y con Benito Mussolini al frente de la
República Social Italiana, su radiomensaje navideño llamado Benignitas et humanitas
dio un impulso decisivo a la corriente política denominada Democracia Cristiana
para el mundo entero por valorar, aunque con cierta cautela, la forma democrática
de gobierno:
Manifestar su parecer sobre los deberes y los sacrificios que se le imponen [sic -
participación política]; no verse obligado a obedecer sin haber sido oído [sic -
libertad de expresión]: he ahí dos derechos del ciudadano que encuentran en la
democracia, como lo indica su mismo nombre, su expresión. Por la solidez, armonía y
buenos frutos de este contacto entre los ciudadanos y el gobierno del Estado se
puede reconocer si una democracia es verdaderamente sana y equilibrada, y cual es
su fuerza de vida y de desarrollo.26
Pío XII
Fragmento de Benignitas et humanitas, 24 de diciembre de 1944
Después de la guerra, organizaciones y personalidades judías reconocieron varias
veces oficialmente la sabiduría de la diplomacia del papa.23

El Congreso Judío Mundial agradeció en 1945 la intervención de Pío XII, con un


generoso donativo al Vaticano. En el mismo año, el gran rabino de Israel, Yitzhak
Herzog, envió al pontífice una bendición especial «por sus esfuerzos para salvar
vidas judías durante la ocupación nazi de Italia».23

Finalizada la guerra, Israel Zolli, gran rabino de Roma, quien como nadie pudo
apreciar los esfuerzos caritativos del papa por los judíos, se convirtió al
catolicismo y, en señal de gratitud, tomó en el bautismo el nombre de pila del
pontífice, Eugenio. Zolli escribió un libro sobre su conversión ofreciendo
numerosos testimonios sobre la actuación de Pío XII.23
El 7 de septiembre de 1945, Giuseppe Nathan, comisario de la Unión de Comunidades
Judías Italianas, declaró:
Ante todo, dirigimos un reverente homenaje de gratitud al Sumo Pontífice y a los
religiosos y religiosas que, siguiendo las directrices del Santo Padre, vieron en
los perseguidos a hermanos, y con valentía y abnegación nos prestaron su ayuda,
inteligente y concreta, sin preocuparse por los gravísimos peligros a los que se
exponían.23
Giuseppe Nathan
L'Osservatore Romano, 8 de septiembre de 1945

Retrato de Pío XII por Peter McIntyre, hacia finales de la Segunda Guerra Mundial
El 21 de septiembre del mismo año, Pío XII recibió en audiencia a A. Leo
Kubowitzki, secretario general del Congreso judío internacional, que acudió para
presentarle, en nombre de la Unión de las Comunidades Judías, su gratitud por los
esfuerzos de la Iglesia católica en favor de la población judía de toda Europa
durante la guerra.272328

El 29 de noviembre de 1945, el papa recibió a cerca de ochenta delegados de


prófugos judíos, procedentes de varios campos de concentración en Alemania, que
acudieron a manifestarle «el sumo honor de poder agradecer personalmente al Santo
Padre la generosidad demostrada hacia los perseguidos durante el terrible período
del nazi-fascismo» (L'Osservatore Romano, 30 de noviembre de 1945, p. 1).2328

En 1958, al morir Pío XII, Golda Meir (Ministra de Asuntos Exteriores de Israel)
envió un elocuente mensaje:
Compartimos el dolor de la humanidad (...). Cuando el terrible martirio se abatió
sobre nuestro pueblo, la voz del papa se elevó en favor de sus víctimas. La vida de
nuestro tiempo se enriqueció con una voz que habló claramente sobre las grandes
verdades morales por encima del tumulto del conflicto diario. Lloramos la muerte de
un gran servidor de la paz.2829
Golda Meir
El presidente de Estados Unidos, Eisenhower, al enterarse de la muerte del
pontífice, declaró que «el mundo ahora es más pobre después de su muerte».30

El diplomático israelí Pinchas Lapide calculó que Pacelli fue responsable por
salvar personalmente al menos 700 000 judíos. El historiador judío Richard Breitman
ha escrito un libro sobre el holocausto. Como consultor del Grupo de trabajo para
la restitución de los bienes a los judíos –grupo que ha obtenido la
desclasificación de los dossieres del OSS–. En una entrevista al Corriere della
Sera, del 29 de junio del 2000, Breitman –el único autorizado a ver los documentos
del espionaje estadounidense en la Segunda Guerra Mundial– ha explicado que lo que
más le ha impresionado ha sido la hostilidad alemana hacia Pío XII y el plan de
germanización del país de septiembre de 1943. Breitman ha encontrado también
«sorprendente el silencio aliado sobre el holocausto».23

En otro ámbito, tras el descubrimiento en 1938 de una necrópolis bajo la basílica


de San Pedro, Pío XII mandó realizar excavaciones que luego servirían para estudiar
si la basílica había sido construida sobre la auténtica tumba del apóstol. Se
hallaron varias tumbas antiguas y una de ellas tenía una inscripción (datada
alrededor de los años 270-290 d. C.) representando dos cabezas, una sobre la otra.
A la izquierda de la cabeza inferior aparecía la inscripción PETRU, y a la derecha
una S, junto a una oración dirigida a Pedro para que intercediera por todos los
cristianos sepultados cerca de su cuerpo. El descubrimiento fue descrito por
Margherita Guarducci.313233 En una alocución radiofónica ofrecida el 23 de
diciembre de 1950, Pío XII dio por buenos los hallazgos aunque reconoció que los
restos óseos no podían atribuirse a Pedro con certeza.3435 En 1964, Pablo VI
confirmaría que se trataba de los restos del apóstol y, en 2006, Benedicto XVI
volvió a confirmar este hecho.[cita requerida]
Después de la Segunda Guerra Mundial

Fotografía del papa saludando a los peregrinos durante una audiencia general en la
basílica de San Pedro, 9 de septiembre de 1950
Las actitudes anticomunistas del papa se volvieron más fuertes después de la
guerra. En 1948, Pío XII declaró que cualquier italiano católico que apoyara a los
candidatos comunistas en las elecciones parlamentarias de ese año sería excomulgado
e instó a Azione Cattolica para que apoyara a la Democracia Cristiana. En 1949,
autorizó a la Congregación para la Doctrina de la Fe a excomulgar a cualquier
católico que militara o apoyara al Partido Comunista. También condenó públicamente
la Revolución húngara de 1956.36

Le tocó ser el papa de la Guerra Fría, y en este contexto su opción fue clara:
ferviente anticomunismo y aproximación a la nueva potencia emergente, los Estados
Unidos. En este sentido, resultó determinante su amistad personal con Francis J.
Spellman, arzobispo de Nueva York y vicario militar de las fuerzas norteamericanas,
al cual nombró cardenal del título de Ss. Giovanni e Paolo (1946).

Terminada la guerra, Pío XII también fue el vocero para instar a la clemencia y al
perdón de todas las personas que participaron en la guerra, incluyendo a los
criminales de guerra. Así también intercedió, mediante el nuncio apostólico en
Estados Unidos, para conmutar las sentencias de los alemanes convictos por las
autoridades de ocupación. El Vaticano solicitó el perdón para todos aquellos que
estaban condenados a muerte, una vez que se permitió la ejecución de criminales de
guerra en 1948.37 Una red de conventos e instituciones religiosas católicas, junto
con la Cruz Roja, ayudaron a numerosos criminales nazis a evadirse de la justicia,
entre ellos figuras tan relevantes como Eichmann, quienes se dirigieron a países
como Argentina, España, Australia o EE. UU.

Pío XII durante la coronación canónica de la Salus Populi Romani, en noviembre de


1954
Reconoció explícitamente el régimen surgido en España de la guerra civil (1936-
1939). En 1953, firmó con el general Franco un concordato que daba base jurídica al
llamado «Nacional-catolicismo» español, que otorgaría notables ventajas a la
Iglesia a cambio de la legitimación de aquel sistema.

Pío XII también realizó el concordato con Rafael Trujillo de la República


Dominicana en 1954. En este país, los derechos de la Iglesia católica fueron
violados por los regímenes represivos. Pío XII también excomulgó a Juan Perón en
1955 por sus arrestos a sacerdotes de la Iglesia.38

Dentro de la Italia de posguerra, a pesar de la tutela y el favorecimiento al


partido de la Democracia Cristiana, llegó incluso a enfrentarse con su líder,
Alcide de Gasperi, por el rechazo de este a cualquier pacto con la extrema derecha
y en cambio por su interés en colaborar con la izquierda dentro de un espíritu
democrático. Pío XII movilizó todas sus fuerzas para impedir el acceso de un
socialista a la alcaldía de Roma en 1952, pero no lo consiguió.

El 1 de noviembre de 1950 y mediante la constitución apostólica Munificentissimus


Deus, promulgó la doctrina de la Asunción de la Virgen como dogma de fe católica.
Es el último dogma que la Iglesia católica ha definido hasta hoy.

Uno de sus últimos documentos fue la encíclica Fidei donum (1957), por la que
invitaba a toda la Iglesia a reactivar el espíritu misionero, especialmente en
África.

Últimos años
Pío XII en el trono papal, retratado por Luis Fernández-Laguna, 1958
Los últimos años del pontificado de Pío XII comenzaron a finales de 1954 con una
larga enfermedad, durante la que se llegó a considerar su renuncia. Posteriormente,
los cambios en su hábito de trabajo se hicieron notar. El papa empezó a evitar las
largas ceremonias, las canonizaciones y los consistorios, además de mostrar
vacilaciones en asuntos personales.

Durante sus últimos años, empezó a demorar las designaciones de personal dentro del
Vaticano, encontrándose cada vez más difícil sancionar a los subordinados y
designados como Ricardo Galeazzi-Lisi (su médico personal), que después de
numerosas indiscreciones, fue excluido del servicio papal en los últimos años de
Pío XII, pero manteniendo su título, fue capaz de entrar en los apartamentos
papales para fotografiar al pontífice moribundo; vendiendo luego las instantáneas a
revistas francesas.39

Pío XII tenía la costumbre de elevar a jóvenes sacerdotes como obispos, como Julius
Döpfner (35 años) y Karol Wojtyła (38 años), siendo este uno de sus últimos
nombramientos en 1958. Además, tomó una posición firme contra los experimentos
pastorales, tales como los «sacerdotes obreros», que trabajaban a tiempo completo
en las fábricas y se unían a los partidos políticos y sindicatos. Continuó la
defensa de la tradición teológica del Tomismo como digno de una reforma continua, y
como superior a las tendencias modernas como la fenomenología o el
existencialismo.40

Enfermedad y muerte

Pío XII fotografiado en su lecho de muerte en Castel Gandolfo, octubre de 1958


Desde su enfermedad de 1954, el papa dirigía personas laicas y grupos sobre una
gama de temas sin precedentes. Con frecuencia, se dirigió a los miembros de los
congresos científicos, explicando la doctrina cristiana a la luz de los resultados
científicos más recientes. A veces debió contestar preguntas específicas sobre
moral, que se dirigían hacia él. Para las asociaciones profesionales específicas,
explicó la ética profesional a la luz de las enseñanzas de la Iglesia. Pío XII
concedió a la Universidad de Santo Tomás en Manila, la más antigua existente en
Asia, el apelativo de «la Universidad Católica de Filipinas».

Antes de 1955, Pío XII trabajó durante muchos años con Giovanni Battista Montini.
El papa no tenía un asistente a tiempo completo. Robert Leiber le ayudó en
ocasiones con sus discursos y publicaciones. Augustin Bea era su confesor personal.
Pascalina Lehnert fue su asistente y ama de llaves durante cuarenta años. Domenico
Tardini, probablemente era el más cercano a él.

Pío XII murió el 9 de octubre de 1958 en el palacio de Castel Gandolfo, la


residencia de verano del papa, a los 82 años, tras sufrir una insuficiencia
cardíaca aguda provocada por un infarto de miocardio súbito.

Su médico dijo después: El Santo Padre no murió a causa de alguna enfermedad


específica. Estaba agotado por completo. Tuvo un exceso de trabajo más allá del
límite. Su corazón estaba sano, sus pulmones estaban bien. Pudo haber vivido otros
veinte años, si se hubiera salvado a sí mismo.41

Fallido embalsamamiento
El médico de Pío XII, Ricardo Galeazzi-Lisi, informó que el cuerpo del pontífice
fue embalsamado en la sala donde murió mediante un nuevo proceso inventado por un
embalsamador de Nápoles, el profesor Oreste Nuzzi.42

A diferencia de todos los papas anteriores a él, Pío XII no quería que sus órganos
vitales fueran extraídos, exigiendo que se le mantuviera en la misma condición «en
la cual Dios lo creó».43 Según Galeazzi-Lisi, esta fue la razón por la que él y
Nuzzi utilizaron un nuevo método de embalsamamiento.43

En una controvertida conferencia de prensa, Galeazzi-Lisi describió en detalle el


embalsamamiento del cuerpo del difunto pontífice. Afirmó que utilizaría el mismo
sistema de aceites y resinas con el que se ungió el cuerpo de Jesucristo.43
Galeazzi-Lisi afirmó que el nuevo proceso podía «preservar el cuerpo
indefinidamente en su estado natural».42 Sin embargo, el embalsamamiento para
preservar eficazmente el cadáver resultó impedido por el intenso calor de Castel
Gandolfo durante el proceso.

A pesar de todos los intentos de reconstituir el rostro, la situación requirió que


se recurriera a la aplicación de una máscara de cera.44

Funeral

El Papa de María, un cuadro de la Virgen con el Niño, agregado por Juan Pablo II en
1982, sobre la tumba de Pío XII en las grutas vaticanas.
Su cortejo fúnebre en Roma fue la mayor congregación de los romanos a partir de esa
fecha. Los romanos lamentaron la muerte del papa, el cual había nacido en esa
ciudad, aparte de su recuerdo como héroe en tiempos de guerra.45 El cardenal Angelo
Roncalli escribió en su diario el 11 de octubre que, probablemente, ningún
emperador romano había disfrutado tanto de un triunfo, que él consideraba como un
reflejo de la grandeza espiritual y la dignidad religiosa de Pío XII. Fue
finalmente sepultado en las grutas vaticanas.46

Testamento
Artículo principal: Testamento de Pío XII
Su testamento fue publicado inmediatamente después de su muerte.

Controversias sobre su pontificado


Véanse también: Nazismo y religión e Iglesia católica durante el nazismo.
En lo referente al análisis historiográfico acerca de la conducta del papa Pío XII
durante la Segunda Guerra Mundial y en lo concerniente al pueblo judío y la Shoá,
se pueden reconocer tres períodos claramente distintos: una primera etapa, que va
desde 1945 hasta 1963, en la cual la comunidad internacional tenía una imagen
positiva del papel de Pacelli respecto a su intervención en favor del pueblo judío;
una segunda etapa, que se extiende desde 1963 hasta entrado el siglo xxi, en la que
predomina una visión de Pacelli como aliado de los nazis, una tesis abonada por
Rolf Hochhuth, Daniel Goldhagen, John Cornwell, Sergio Minerbi y otros; y una
tercera etapa, en la que historiadores como Martin Gilbert, Ronald J. Rychlak y
David Dalin vuelven a presentar una imagen positiva del pontífice.

Durante los años posteriores al final del conflicto, la opinión acerca del papel
que jugó Pío XII durante la guerra era por demás favorable y laudatoria. Se pueden
citar las opiniones —ya expuestas en las secciones anteriores de este mismo
artículo— de Yitzhak Herzog, Giuseppe Nathan, Leo Kubowitzki, Golda Meir, Dwight D.
Eisenhower, Eugenio Zolli y Albert Einstein, entre otros.

Einstein dijo:47
Siendo un amante de la libertad, cuando llegó la revolución a Alemania miré con
confianza a las universidades sabiendo que siempre se habían vanagloriado de su
devoción por la causa de la verdad. Pero las universidades fueron acalladas.
Entonces miré a los grandes editores de periódicos que en ardientes editoriales
proclamaban su amor por la libertad. Pero también ellos, como las universidades,
fueron reducidos al silencio, ahogados a la vuelta de pocas semanas. Sólo la
Iglesia permaneció de pie y firme para hacer frente a las campañas de Hitler para
suprimir la verdad. Antes no había sentido ningún interés personal en la Iglesia,
pero ahora siento por ella un gran afecto y admiración, porque sólo la Iglesia ha
tenido la valentía y la obstinación de sostener la verdad intelectual y la libertad
moral. Debo confesar que lo que antes despreciaba ahora lo alabo
incondicionalmente.
Albert Einstein
Time, 23 de diciembre de 1940
El agradecimiento a Pío XII de la comunidad judía de Roma quedó inmortalizado en
una placa que se puede ver en el Museo Histórico de la Liberación de Roma.48

El editorial del New York Times en 25 de diciembre de 1942 decía: «La voz de Pío
XII es la única voz en el silencio y oscuridad que envuelve a Europa esta
Navidad... Él es el único gobernante que queda del continente de Europa que se
atreve a hablar en voz alta».49

Peter Gumpel repite lo dicho por la colaboradora de Pío XII, sor Pascalina Lehnert
acerca de lo que ella escuchó decir al cardenal Pacelli sobre Hitler:
Este hombre está completamente exaltado; todo lo que dice y escribe lleva la marca
de su egocentrismo; este hombre es capaz de pisotear cadáveres y eliminar todo lo
que le sea un obstáculo. No llego a comprender cómo hay tantas personas en Alemania
que no lo entienden y no saben sacar conclusiones de lo que dice o escribe. ¿Quién
de éstos al menos se ha leído su espeluznante Mi Lucha?50
Gumpel revela que Pío XII realizó varios exorcismos a distancia a Hitler. Lehnert
declaró bajo juramento:51
... el cardenal alemán Michael von Faulhaber y otros obispos estaban persuadidos de
que Hitler estaba endemoniado, así que alertaron al Santo Padre, y éste, cuando se
empezó la guerra, no sólo hizo oraciones, sino que recurrió al exorcismo sobre
Hitler en su Capilla privada, presentes nosotras, las religiosas.
El escritor católico Ronald J. Rychlak dice que, después de la guerra, las agencias
de inteligencia soviéticas desprestigiaron intencionadamente a Pío XII como parte
de una guerra encubierta contra la Iglesia.52

El acontecimiento que dio origen a la imagen controvertida del papa respecto a su


relación con el nazismo fue la publicación de la obra de teatro El vicario del
alemán Rolf Hochhuth en 1962. La obra se basó en documentación fraguada y provista
por la KGB, que se proponía minar la autoridad del Vaticano.53 A esta teoría se
adhiere el historiador británico sir Martin Gilbert, biógrafo oficial de Winston
Churchill y experto en historia del pueblo judío.54

El filósofo Bernard-Henri Lévy recuerda que Hochhuth «es también un conocido


negacionista, condenado varias veces como tal», y recordó una entrevista suya,
publicada en un semanario alemán de extrema derecha, «en la que defendía a David
Irving, que niega la existencia de las cámaras de gas».55

En su libro The Pontiff in Winter (2005), John Cornwell tiene una mirada más
piadosa sobre Pacelli y su silencio, diciendo que el papa no tenía mucho margen de
acción bajo la dictadura de Mussolini y la posterior ocupación nazi, aunque sigue
señalando que Pío XII no habló al concluir la guerra.56

La posición del Estado de Israel se puede sintetizar en lo escrito en el monumento


del Yad Vashem:
Cuando fue elegido papa en 1939, archivó una carta contra el racismo y el
antisemitismo que su predecesor había preparado. Aún tras la llegada al Vaticano de
informes sobre el asesinato de judíos, el papa no llevó a cabo ninguna protesta ni
verbal ni por escrito. En diciembre de 1942, se abstuvo de firmar una declaración
de los Aliados que condenaba la exterminación de Judíos. Cuando los judíos fueron
deportados de Roma a Auschwitz, el papa tampoco intervino. Mantuvo su posición
neutral durante la guerra, con la excepción de algunas apelaciones a los
dignatarios de Hungría y Eslovaquia al final de la guerra. Su silencio y la falta
de una guía obligaron a los hombres de la Iglesia en toda Europa a decidir por su
propia cuenta como reaccionar.
Las acusaciones del Estado de Israel contra Pío XII se pueden resumir en las
siguientes cuestiones:

su intervención en la firma del Reichskonkordat


su decisión de no promulgar la encíclica Humani generis unitas
el no haber hecho una protesta pública sobre el Holocausto
la falta de apoyo para proteger a los judíos romanos durante la «razzia» de octubre
de 1943
la neutralidad de la Santa Sede durante la Segunda Guerra Mundial
El rabino David G. Dalin —profesor de historia y ciencias políticas en la católica
Universidad Ave María— dice que Cornwell tiene razón en decir que Hitler tenía un
«clérigo favorito» pero que este no era el papa sino el gran muftí de Jerusalén, el
antisemita Hajj Amin al-Husseini.57

Según el historiador Michael Hesemann, Pío XII arregló el éxodo de cerca de 200 000
judíos alemanes tres semanas antes de la noche de los cristales rotos.58

El historiador judío Saul Friedländer, destaca la aversión que Pacelli tenía por el
nazismo y recalca su decisiva colaboración en la redacción de la encíclica Mit
brennender Sorge.59

Ya en 1939 Joseph Roth, famoso novelista y periodista austriaco judío y activo


militante comunista, dijo:60
... las bestias pre-apocalípticas (nazis) que ahora dominan en la política ya
presagian los verdaderos motivos por los cuales persiguen a la Iglesia. Él (Pío
XII) es el único que los daña verdaderamente. Lo que es más, los que no temían a un
Papa, le temen a este. Y no se limitan a presagiarlo, sino que ya saben por qué.
Joseph Roth
El diplomático israelí Pinchas Lapide calculó que Pío XII fue personalmente
responsable por salvar, al menos, a 700 000 judíos.61

Durante la II Guerra Mundial, las acciones de Pío XII y sus asistentes del Vaticano
(incluyendo al futuro Pablo VI) no solo ayudaron a salvar a casi 800 000 judíos,
sino que también él mismo y en persona asistió a muchos de ellos en Roma, según
afirma un experto historiador judío, Gary Krupp,62 respaldando las conclusiones del
historiador judío y diplomático israelí, Pinchas Lapide. Krupp y su esposa Meredith
son fundadores de la Pave the Way Foundation iniciada en 2002 para «identificar y
eliminar los obstáculos no teológicos entre las religiones». En 2006 líderes
católicos y judíos le solicitaron investigar el «escollo» de la reputación del papa
Pío XII durante la guerra. Pave the Way cuenta con unas 46 000 páginas de
documentación histórica que sostienen estas afirmaciones.

Entre los más destacados admiradores de Pacelli, se encuentra quien era el


principal rabino de Roma, Israel Zoller, quien dedicó todo un capítulo de sus
memorias a ensalzar su obra de misericordia con los judíos. Zoller se convirtió y
fue bautizado en Roma por el Obispo Luigi Traglia el 13 de febrero de 1945. Su
esposa y su hija fueron bautizadas un año después.

Muchos otros testimonios y pruebas de la obra de Pío XII en defensa de los judíos y
en su resistencia a las políticas nazis pueden encontrarse en la obra del rabino
David G. Dalin,63 quien indica que el título de Justo entre las Naciones debería
ser conferido a Pío XII, ya que salvó a más judíos que Oskar Schindler.64

En contra de la teoría de que Pacelli era antisemita, el historiador judío Elliot


Hershberg, señala que «quien examina la gran cantidad de documentos, testimonios,
evidencias probadas y demostrables, debe necesariamente concluir que el papa Pío
XII fue un afectuoso y solidario amigo del pueblo judío... Como judío conozco bien
el antisemitismo, y no existe ni rastro de prejuicio antijudío en la vida de
Eugenio Pacelli».65
El rabino Eric Silver también asevera que Pío XII no era antisemita y agrega que:
«Quien afirme lo contrario evidentemente no se ha preocupado nunca de verificar las
propias tesis confrontando las fuentes directas, estudiando los documentos en los
archivos libremente consultables en Roma».

Dan Kurzman sostiene que Hitler pensó en secuestrar e incluso asesinar al pontífice
en 1944, pero que desistió por temor al posible levantamiento de los italianos.
Kurzman también menciona que Pío XII participó en 1939 en un frustrado intento de
derrocamiento de Hitler.66

En cuanto al silencio de Pío XII, el sacerdote católico Peter Gumpel —postulador de


la causa de beatificación de Pacelli—67 señala que una denuncia pública de la Shoá
por parte del papa no habría salvado una sola vida, sino que hubiera incrementado
la persecución contra el pueblo judío, tal como sucedió en los Países Bajos en
1942, cuando el arzobispo de Utrecht, Johannes de Jong, denunció públicamente la
persecución contra los judíos; los nazis capturaron y deportaron a todos los judíos
conversos al catolicismo, tal como sucedió con Edith Stein.68 En 1968, Robert
Kempner, fiscal General Adjunto de los Estados Unidos en los juicios de Núremberg,
sostuvo que la decisión de Pío XII de no hacer una denuncia pública fue acertada,
ya que no hubiese salvado ni una sola vida.69 Bernard-Henri Lévy dice: «Hay que
precisar que antes de optar por la acción clandestina, antes de abrir, sin decirlo,
sus conventos a los judíos romanos perseguidos por los sicarios fascistas, el
silencioso Pío XII pronunció unos discursos radiofónicos (por ejemplo, los de las
Navidades de 1941 y 1942) que después de su muerte le valdrían el homenaje de Golda
Meir».55 El historiador Paolo Mieli cita a Kempner: «Cualquier declaración
propagandista de toma de posición por la Iglesia contra el gobierno de Hitler no
solo hubiese sido un suicidio premeditado, sino que hubiese acelerado el asesinato
de un número mucho mayor de judíos y sacerdotes».70 El rabino en Jefe de Dinamarca,
Marcus Melchior dijo: «Si el papa hubiera hablado, Hitler habría masacrado a muchos
más de los seis millones de judíos y quizá a ocho millones de católicos».71 El
miembro de la resistencia alemana, Josef Müller, aconsejó a Pío XII que se
abstuviera de hacer declaraciones públicas contra el régimen nazi, que solo se
refiriese de manera general y que dejara que la jerarquía católica alemana se
encargase de realizar las condenas contra el régimen nazi;7273 según Müller,
cualquier condena pública hecha por el papa habría dificultado grandemente el
accionar de la resistencia alemana.74

Franz Josef Müller, último miembro con vida de la Rosa Blanca opinaba acerca de que
Pío XII no hubiese hecho una declaración pública denunciando el Holocausto: «Mire,
hasta yo aún hoy me pregunto: ¿habría podido hacer algo más? En Alemania entonces
había también muchos católicos cuya vida estaba en peligro. Párrocos, obispos y el
mismo papa dijeron palabras iluminadoras; ¿pero cómo habrían podido oponerse más al
poder, sabiendo que los católicos habrían pagado las consecuencias de ello?
Escuchando los radio-mensajes del papa, nosotros captábamos entre líneas sus
indicaciones».75

El padre Pierre Blet recuerda que Pío XII una vez se decidió a escribir una
declaración condenando las atrocidades cometidas por los nazis en Polonia. En
agosto de 1943, Pío XII envió al padre Quirino Paganuzzi a Polonia para que
entregase la protesta en las manos del Arzobispo de Cracovia, el príncipe Adam
Sapieha para que fuese publicada. Ni bien monseñor Sapieha leyó la carta la quemó,
aduciendo que: «esta es una valiente declaración... pero si este escrito cae en las
manos de los Nazis, nosotros, los polacos, lo pagaremos con una masacre masiva».76

El empresario e investigador de la vida de Pacelli, Gary Krupp, sostiene que Pío


XII llegó hasta rescatar personalmente a algunos judíos romanos, oculto como fraile
franciscano, cuando recorría las calles de Roma durante la ocupación nazi.7778
En cuanto a la Razia de Roma del 16 de octubre de 1943, los historiadores difieren
acerca del involucramiento del papa en el salvataje de la población judía de la
ciudad; de los cerca de 8000 judíos romanos que habitaban la ciudad, 7000 lograron
escapar. Según Susan Zuccotti y otros, Pío XII no hizo nada al respecto y el
salvataje fue el producto de esfuerzos aislados, valientes y desesperados y de
sacerdotes, monjes y laicos como el fraile capuchino Père Marie-Benoît; según el
historiador Martin Gilbert, el pontífice fue quien alertó durante las primeras
horas de la madrugada acerca de la redada, lo que permitió la fuga hacia lugares
seguros de cerca de 7000 personas.54

Según el historiador estadounidense Mark Riebling, cuando los alemanes invadieron


Roma en septiembre de 1943, se discutió entre los más altos jerarcas nazis de tomar
la Ciudad del Vaticano con comandos de paracaidistas y secuestrar a Pío XII,
llevarlo a Alemania, en donde Heinrich Himmler tenía planeada la ejecución pública
del papa para la inauguración de un nuevo estadio de fútbol.79

En 1999, se creó la Comisión judeo-católica de historiadores, un grupo mixto de


historiadores judíos y católicos cuyo objeto era examinar el papel de la Iglesia
durante el Holocausto. La comisión fue suspendida en 2001 tras el surgimiento de
importantes desacuerdos, principalmente por la imposibilidad de acceder a la
documentación en poder del Vaticano. El diálogo fue reiniciado en 2010 gracias a
los esfuerzos de la Fundación Pave the Way.778081

En 2012, se encontraron en los archivos de Yad Vashem documentos que atestiguan la


disposición favorable de Pacelli en lo concerniente a la creación de un Estado
judío en Palestina después de la entrevista que tuvo con el militante sionista
Nahum Sokolow en 1917. En el mismo año, como nuncio apostólico en Baviera, Pacelli
pidió al gobierno alemán que protegiese a los judíos de Palestina de las
represalias de los turcos, y en 1926 le pidió al gobierno alemán que apoyara la
creación de un Estado judío en Palestina.82

Martin Gilbert sostuvo, en 2008, que el análisis final acerca de la actitud de Pío
XII acerca de los judíos solo se podrá realizar cuando se abriesen los archivos
secretos del Vaticano del período de su pontificado al escrutinio de los
investigadores, cosa que se esperaba que ocurriera en 2013,83 pero que hasta mitad
de 2016 no ocurrió. No obstante, Gilbert hizo algunas observaciones en cuanto a las
críticas que ciertos investigadores hicieron a la actuación de Pío XII con respecto
al pueblo judío y que se hallan plasmadas en el memorial de Yad Vashem:

Pío XII no firmó y nunca podría haber firmado la declaración conjunta de los
Aliados de 1942 respecto a la persecución de los judíos europeos precisamente
porque era una declaración de los Aliados y el Vaticano no formaba parte de esa
entente político-militar y que la crítica la realizó sólo siete días después en el
mensaje de Navidad de 1942.54
El mensaje radial de Navidad de 1942 nunca mencionó expresamente que los judíos
fueran perseguidos por los nazis, pero sus destinatarios comprendieron la crítica
que el mensaje contenía: los altos círculos de la diplomacia alemana expresaron que
«en una manera nunca vista antes, el papa ha repudiado el nuevo orden nacional-
socialista europeo. Él prácticamente ha acusado a todo el pueblo alemán de
injusticias contra los judíos y se ha convertido en el vocero de los criminales de
guerra judíos».54
Gilbert señala que es injusto que en el monumento se señala que los esfuerzos en
favor de los judíos de Hungría y de Eslovaquia solo se realizaran hacia fines de la
guerra como una manera que tuvo la Iglesia de congraciarse tardíamente con la
comunidad internacional; los esfuerzos hechos por la Iglesia se realizaron en ese
momento porque fue precisamente en ese momento y no con anterioridad, que los
gobiernos de Eslovaquia y de Hungría llevaron a cabo la deportación masiva de
judíos hacia los campos de concentración nazis.54
En julio de 2012 —debido a la gran cantidad de material documental y al aporte de
los historiadores antemencionados— las autoridades del Yad Vashem modificaron el
texto escrito en el monumento:8485
El Vaticano, bajo Pío XI, Achille Ratti, y representado por el Secretario de Estado
Eugenio Pacelli, firmaron un concordato con la Alemania nazi en julio de 1933, con
el objetivo de preservar los derechos de la Iglesia Católica en Alemania.
La reacción de Pío XII, Eugenio Pacelli, sobre el asesinato de judíos durante el
Holocausto es materia de controversia entre los eruditos. Durante el desarrollo de
la Segunda Guerra Mundial, el Vaticano mantuvo una política de neutralidad. El
pontífice se abstuvo de firmar la Declaración de los Aliados del 17 de diciembre de
1942 condenando el exterminio de los judíos. Sin embargo, en su mensaje radial de
Navidad del 24 de diciembre de 1942, él se refirió a los «cientos de miles de
personas que, sin ninguna culpa de su parte, a veces por su nacionalidad u origen
étnico, han sido consignados a la muerte o a una lenta desaparición». Los judíos no
fueron explícitamente mencionados. Cuando los judíos fueron deportados de Roma
hacia Auschwitz, el Pontífice no hizo protesta pública alguna. La Santa Sede apeló
separadamente a los gobernantes de Eslovaquia y Hungría en favor de los judíos.

Los críticos del papa sostienen que la decisión de abstenerse en condenar el


asesinato de judíos por los nazis constituye una falta moral: la falta de una guía
clara dejó espacio para que muchos colaboraran con Alemania, reasegurados por la
idea que no contradecía a la enseñanza moral de la Iglesia. Esto también dejó la
iniciativa del rescate de los judíos a clérigos individuales y laicos. Sus
defensores sostienen que esta neutralidad previno medidas más duras contra el
Vaticano y las instituciones de la Iglesia de toda Europa, permitiendo que una
considerable actividad de rescate tuviera lugar en diferentes niveles de la
Iglesia. Por otra parte, señalan los casos en los que el pontífice ofreció apoyo a
las actividades en los que judíos fueron rescatados. Hasta que todo el material
relevante esté a disposición de los eruditos, este asunto permanecerá abierto a
futuras investigaciones.
Acceso al Archivo secreto del Vaticano
En marzo de 2019, el papa Francisco anunció que se abriría el acceso a los
documentos del Archivo Secreto Vaticano referidos al pontificado de Pío XII a los
investigadores, los cuales estarían disponibles desde el 2 de marzo de 2020.8687

Más de 150 personas solicitaron acceder a los archivos, aunque solo 60 pueden
acomodarse en las oficinas a la vez. Entre los primeros en ver los documentos
estuvieron representantes de la comunidad judía en Roma y académicos de Yad Vashem,
el Museo del Holocausto de Israel y el Museo del Holocausto de los Estados
Unidos.88

En enero de 2022, el historiador Michael Feldkamp anunció haber descubierto en los


archivos del Vaticano pruebas de que Pío XII había salvado personalmente al menos a
15.000 judíos del exterminio y que había enviado un informe sobre el Holocausto al
gobierno estadounidense poco después de la Conferencia de Wannsee, aunque no le
creyeron.8990

En junio de 2022, David Kertzer, uno de los primeros historiadores en haber


analizado los archivos, publicó su libro The Pope at War.91 Kertzer, con el apoyo
de miles de documentos inéditos, destapó la existencia de negociaciones secretas
entre Hitler y Pío XII ya unas semanas después del final del cónclave, promovidas
por el propio Hitler con la intención de mejorar sus relaciones con el Vaticano.
Pío XII, por su parte, habría concentrado sus esfuerzos en proteger y mejorar la
situación de la Iglesia en Alemania ante las políticas anti-católicas de los
nazis,92 aunque ambas partes no pudieron llegar a ningún acuerdo formal. Durante
dichos encuentros, que continuaron celebrándose con regularidad hasta la primavera
de 1941, ambas partes evitaron aludir a la «política racial» del nuevo Reich alemán
—según la estrategia de silencio adoptada al respecto por Pío XII— y, en opinión de
Kertzer, las negociaciones sirvieron para distraer al pontífice y mantenerlo
callado ante las primeras agresiones nazis en Europa (incluida la invasión de la
católica Polonia por parte de Alemania) y la incipiente persecución a los judíos.93

Los archivos del Vaticano han proporcionado muchos millones de páginas y se espera
que lleve muchos años procesar los hallazgos. Hasta ahora, el estudio del archivo
no ha sido concluyente.94

Causa de canonización

Estatua de Pío XII ubicada en el Santuario de Fátima, Portugal


La causa de Pío XII fue abierta el 18 de noviembre de 1965 por el papa Pablo VI.
Para el estudio de la actuación de Pío XII durante la guerra fue nombrada una
comisión de cuatro eminentes historiadores formada por Pierre Blet (Francia),
Angelo Martini (Italia), Burkhart Schneider (Alemania) y Robert A. Graham (Estados
Unidos). En marzo de 2007, la congregación recomendó que Pío XII debería ser
proclamado venerable. El papa Benedicto XVI lo hizo el 19 de diciembre de 2009, al
mismo tiempo que Juan Pablo II.95

El inicio de la causa de beatificación provocó una reacción negativa de rabinos que


calificaron a la decisión como «insensible».96 Riccardo Di Segni, rabino en jefe de
Roma se opone a la beatificación diciendo: «A nivel humano, puedo aceptar la
debilidad de Pacelli, pero su beatificación podría hacer de él un ideal para
futuras generaciones. Para mi, la beatificación sería un impedimento para el
diálogo.»97 El Estado de Israel también se opone a la canonización de Pío XII hasta
que no se hayan abierto los archivos del Vaticano referidos a su pontificado.98

En la cultura popular
En la película The Scarlet and the Black (Escarlata y negro), de 1983, John Gielgud
protagoniza a un Pío XII que avala la labor de monseñor Hugh O'Flaherty, quien
ocultó judíos y prisioneros de guerra en la Roma ocupada por los nazis.
En la cinta Amen., de 2002, Pío XII es interpretado por Marcel Iureș como un
pontífice que sufre por lo que le ocurre a los judíos, pero también se siente
impotente por su suerte.99
También es interpretado por el actor James Cromwell en la miniserie de televisión
Bajo el cielo de Roma (Sotto il cielo di Roma), un filme del 2010 que refiere la
actitud de la Santa Sede, en especial del papa, frente a los acontecimientos de la
Segunda Guerra Mundial, con un énfasis hacia la intención de los nazis de raptar a
Pío XII y de las acciones tomadas por él durante este difícil período de la
historia.100
La poderosa sierva de Dios, una serie de televisión alemana de 2011, que relata la
vida de la monja y asistente personal Pascalina Lehnert, mostrando también la labor
de Pío XII (interpretado por el actor italiano Remo Girone) durante la época
nazi.101
La película Shades of Truth (Sombras de la Verdad), es una producción estrenada en
el 2015 que defiende la figura de Pío XII, basado el trabajo secreto que realizó
para salvar a los judíos.102
En 2016, la National Geographic Channel emitió el docudrama El Papa vs. Hitler
(Pope vs Hitler) en el que se detalla la colaboración que prestó Pío XII en los
complots contra Adolf Hitler.
Véase también

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