SEÑOR y Dios mío , mírame y respóndeme, ilumina mis ojos. Así
no caeré en el sueño de la muerte; 4 así no dirá mi enemigo: «Lo he vencido»; así mi adversario no se alegrará de mi caída. Nuestros ojos dicen los poetas, son las luces que encienden el alma, dicho de otra manera, son los que nos ayudan a tener claridad de lo que pensamos o creemos. Una de las dificultada más grande que tenemos es no tener la claridad frente a una situación adversa. Acostumbramos estar preocupados, confundidos y llenos de temores ante lo que no sabemos. Puedo decir que nuestros ojos se obscurecen, nuestra vista se nubla. Seguramente el salmista estaba viviendo una témpora difícil y estas emociones desagradables lo invadían, es por eso que dice “Ilumina mis ojos” como un grito desesperado tratando de encontrar sentido, dirección o claridad en medio del sufrimiento. Viktor Frankl sobreviviente de los campos de concentración, dedico su vida entera a entender el tema del sufrimiento y dice: No es el sufrimiento el que aterroriza al hombre, es el hombre el que le da sentido a sufrimiento. El sufrimiento en cierto modo deja de ser sufrimiento cuando encuentra sentido. Cuando suframos busquemos desesperadamente entonces el sentido, significado y propósito. Solo así nuestros ojos espirituales podrán ver más allá de lo que ven nuestras emociones.