La competitividad Ser competente es algo muy distinto a ser
competitivo. Lo primero se refiere a que alguien es capaz de hacer algo con buena o excelente calidad. La segunda expresión implica que el individuo pretende ser mejor que los demás. Nótese que la comparación que se hace es distinta: ser competente enfrenta al individuo ante una situación, misma que puede resolver gracias a su capacidad pues tiene el dominio necesario para hacerlo con cierta maestría. Ser competitivo, por su lado, significa enfrentar al individuo ante otras personas. Esta situación puede fácilmente derivar en una relación social que no es precisamente la de amistad y confianza en los demás. El profesor debe tener cuidado de evitar las situaciones de competitividad dentro del salón de clase, entre sus propios alumnos. Competir significa que habrá un ganador y muchos perdedores. Las competencias generalmente empiezan con la frase: "El primero de ustedes que...". Sin importar en qué criterios académicos, deportivos o sociales, esté basada la competencia, es muy probable que los ganadores siempre sean los mismos y los perdedores casi siempre también serán los mismos. En un grupo social, en el que deseamos generar como relación básica la amistad, la competitividad es un medio contrario a esta meta. Los efectos a mediano y largo plazo de este tipo de relación pueden ser, entre otros, el rechazo de los perdedores ganador y por otro lado, el desprecio del ganador hacia los perdedores. Sin embargo, no debemos perder de vista que deseamos hacer competentes a nuestros alumnos.