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La Triste Historia de Haber:

En 1804, el geógrafo Alexander von Humboldt presentó a los


europeos una sustancia maravillosa del Nuevo Mundo: el guano
peruano. Durante incalculables años, las aves de mar que se
alimentan de peces han depositado sus residuos ricos en nitrógeno
sobre las islas rocosas de la costa sudamericana.
El clima seco conservó los depósitos de guano en capas de 150 pies
de profundidad. El acceso a estas deyecciones de ave era tan
importante que Estados Unidos aprobó el Decreto de la Isla de
Guano en 1856. Esta ley permitió a los ciudadanos estadounidenses
que descubrieran una piedra o isla cubierta con guano poder tomar
posesión de ella y cosechar el material.
Tal vez ésta fue la primera y única ocasión en que la soberanía
territorial fue determinada por la química y no por la historia o la
geografía.
Los empresarios estadounidenses hicieron fortunas vendiendo
guano peruano a Europa, como lo hicieron los importadores
europeos. Sin embargo, no había el suficiente fertilizante rico en
nitrógeno para satisfacer las necesidades de alimentación de una
población en rápido crecimiento.
El nitrógeno en el aire es abundante, pero no puede fertilizar
cosechas a menos que se convierta en sustancias líquidas o sólidas,
como el amoniaco o el nitrato de amonio. Por desgracia, el triple
enlace en el nitrógeno es sumamente estable. Nadie podía deducir
cómo romper este enlace y después obtener N para combinarlo con
H a fin de elaborar amoniaco líquido. Nadie, hasta que Fritz Haber
lo lograra.
Fritz Haber nació el 9 de diciembre de 1858 en Breslau, Alemania.
Su madre murió poco después de su nacimiento; su padre dejó su
crianza al cuidado de una variedad de parientes.
Bastante desorientado como adolescente, Haber asistió a 6
universidades en seis años. Aunque quiso ser químico, también
encontró las clases de química demasiado aburridas o demasiado
rigurosas.
Finalmente se doctoró de la Universidad de Berlín en 1891, y
estudió tecnología química: en una destilería de alcohol en Hungría,
una fábrica de sosa comercial por el proceso Solvay en Austria y
una mina de sal en Polonia. Estaba particularmente interesado en el
nuevo campo de la química física e hizo su solicitud para estudiar
con el gran Wilhelm Ostwald, pero fue rechazado. (Ostwald no
parecía tener mucho ojo para percibir un joven talento; también
rechazó la solicitud de Albert Einstein.) Haber obtuvo una posición
finalmente en el Instituto de Karlsruhe de Tecnología.
La ingeniería química no había surgido aún como una disciplina
independiente, pero Haber pensaba y actuaba como un ingeniero y
resolvía muchos problemas prácticos en química. Era un hombre
enérgico, escritor de poesía sin sentido en su tiempo libre.
En 1901, Fritz conoció y se casó con Clara Immerwahr. Ella fue la
primera mujer en obtener un doctorado (en química) de la
Universidad de Breslau, además de ser judía. (Fritz era de origen
judío, pero se convirtió al cristianismo en 1892 porque ésa era la
única manera en que podía conseguir un puesto universitario.)
Al principio de su matrimonio, Clara siguió en el terreno de la
ciencia traduciendo literatura química y ayudando a Fritz a escribir
su libro Thermodynamics of Technical Gas Reactions. Pero llegaron
los niños. Fritz era un marido y padre desconsiderado y a menudo
llegaba a casa con grandes grupos de amigos sin anunciarlo para
fiestas y cenas. Después del nacimiento de su primer hijo, abandonó
a su familia para viajar a Estados Unidos durante 5 meses.
Haber pasó momentos difíciles tratando de obtener el
reconocimiento que sus contribuciones técnicas merecían. Quizá por
su origen judío, o por su propensión a moverse precipitada e
imprudentemente (y con éxito) en áreas de la investigación
estudiadas por profesores famosos. (Ostwald le advirtió: “Los
logros generados a un nivel mayor que el habitual, generan la
oposición instintiva de los propios colegas.”) Posteriormente, en
1906, Fritz aprovechó un ascenso para una cátedra de elite en
Alemania, y su interés en el problema de la fijación del nitrógeno
aumentó.
Al cambio del siglo, Alemania ya estaba lista para resolver el
problema. Sus químicos y técnicos químicos eran los mejores en el
mundo, su industria química era grande y diversificada, sus granjas
necesitaban fertilizante y el acceso prolongado a los fertilizantes
naturales era incierto. Ostwald y el electroquímico Walther Nernst
trabajaron, sin éxito, en el problema de la fijación del nitrógeno.
Haber tenía algunas ventajas sobre estos químicos físicos más
establecidos: él tenía experiencia en el trabajo en plantas químicas
y con equipo mecánico. Haber comprendió que eran necesarias
presiones más altas para llevar la reacción hacia la producción del
amoniaco.
Él y Robert Le Rossignol diseñaron y construyeron una cámara
experimental de alta presión. Descubrieron que el hidrógeno y el
nitrógeno se convertirían en amoniaco sólo bajo condiciones
inauditas: 200°C y 200 atm. ¡En ese momento, 7 atm era
considerado presión alta!¡¡¡¡ Carl Bosch, el químico jefe de BASF,
estaba intrigado. Tres ejecutivos de alto nivel de BASF se
presentaron en el laboratorio de Haber para verlo por ellos mismos.
Por suerte, uno de los sellos en la cámara de alta presión se rompió,
y el experimento fue un desastre.
Pero uno de los ejecutivos esperó durante mucho tiempo para ver el
sello arreglado y fue recompensado con la visión asombrosa de una
cucharada diminuta de amoniaco líquido. BASF firmó un contrato
rápidamente con Haber para comercializar el proceso.
Muchos problemas persistieron para convertir el experimento de
laboratorio en un proceso a escala industrial. Por ejemplo, químicos
de BASF probaron 4 000 catalizadores diferentes y descubrieron
que el hierro finalmente era el mejor.
El proceso, patentado en 1908, se comercializó 5 años después. La
primera planta produjo 30 toneladas métricas por día. Haber se
hizo rico más allá de lo imaginable. La invención del proceso de
Haber-Bosch introdujo en el siglo XX el proceso químico industrial,
y conceptos tales como catalizadores metálicos y alta presión,
reacciones de gas de alta temperatura.
Alemania se libró de su dependencia del fertilizante importado.
Haber se convirtió en héroe nacional. Se posicionó como director
del Kaiser Wilhelm Institute en Berlín, y socializó con la clase
adinerada y poderosa de Berlín, incluso con científicos como
Einstein y Lise Meitner.
Entretanto, la sufrida esposa de Fritz, Clara, ingresó a un círculo
social muy diferente; se adhirió al movimiento de la reforma y vistió
ropas holgadas, se dedicó al comercio, se hizo amiga de los
sirvientes y se alimentó de comida sencilla. Un científico visitante
la confundió con una criada.
En 1914, Alemania invadió Bélgica. La guerra se propagó
rápidamente hasta abarcar considerable parte de Europa. El grupo
de intelectuales alemanes, incluyendo a Haber y otros científicos
como Max Planck, tomaron la guerra como un “acto de purificación y
un medio de redención”. Haber dirigió sus talentos científicos a
fabricar municiones basadas en nitrógeno para refuerzo bélico.
Convenció a Carl Bosch y a BASF de que fabricaran ácido nítrico a
partir de su amoniaco. Sin el proceso Haber-Bosch, Alemania se
habría quedado sin explosivos en 6 meses y la guerra quizá habría
acabado rápidamente con la derrota alemana.
Las fuerzas aliadas y Alemania lucharon ferozmente durante 3
años, con un costo de millones de vidas, sin ceder la frontera salvo
por unas cuantas millas. El estancamiento de la guerra llevó a los
líderes alemanes (así como a líderes en Francia, Bretaña y Estados
Unidos) a considerar el uso de armas químicas y otras no
convencionales.
La Convención de La Haya, firmada a inicios de 1899 y 1907,
prohibió el uso de armas no convencionales que causaran
sufrimiento innecesario. Pero muchos (incluso Estados Unidos) no
consideraron las armas químicas peores que la granada de metralla
o los explosivos. El patriótico Haber estaba de acuerdo en
desarrollar armas químicas para Alemania, por lo que personalmente
supervisó el entierro de 6 000 cilindros de cloro líquido cerca del
frente en Bélgica; los cilindros liberaron 150 toneladas de cloro y
envenenaron a aproximadamente 7 000 soldados franceses.
Éste fue el primer uso sistemático de armas químicas en la guerra.
A finales de la guerra, ambos bandos habían usado profusamente
armas químicas, aunque no había evidencia alguna de que su uso
hubiera proporcionado ventajas militares.
Clara despreció el trabajo de su marido en la guerra química, y le
rogó parar, sin ningún provecho. Una semana después del primer uso
de cloro, al siguiente día de haber sido anfitriona de una cena, Clara
se disparó en el corazón. Su hijo de 13 años de edad, Hermann, la
encontró moribunda. Fritz dejó al adolescente solo la siguiente
mañana, para dirigirse hacia el Frente Oriental.
Por la rendición de Alemania en 1918, Fritz entró en una depresión
profunda. Según informes recibidos, el nombre de Haber aparecía
en un borrador de delincuentes de guerra; envió a su segunda
esposa y a sus dos niños a Suiza y escapó disfrazado. Sin embargo,
su nombre no estaba en la lista final, y evitó ser perseguido como un
delincuente de guerra. Su fortuna cambió radicalmente una vez
más, cuando se le otorgó el Premio Nobel por su desarrollo del
proceso de síntesis del amoniaco.
El premio causó gran controversia, debido a su trabajo en las armas
químicas. Casi todos los ganadores de Premio Nobel no alemanes
boicotearon la ceremonia.
A pesar de las prohibiciones de armas químicas y biológicas por el
Tratado de Paz de Versalles y el Protocolo de Ginebra en 1925,
Haber continuó promoviendo el gas venenoso y la investigación para
la guerra química.
Ayudó a la construcción de plantas de gas venenoso en la Unión
Soviética y España, y seguía siendo un nacionalista alemán dedicado.
El levantamiento del partido nazi lo tomó por sorpresa. Como líder
del Kaiser Wilhelm Institute, le pidieron en 1933 simultáneamente
despedir a todos los judíos que trabajaban allí y mantener a todos
los principales científicos. Esto era imposible, muchos de los
científicos principales del momento eran judíos. Fue destrozado por
el conflicto, y no quiso continuar produciendo el gas venenoso para
los nazis, ni despedir a sus científicos.
Su salud se deterioró, su situación financiera se volvió inestable,
sus amigos lo abandonaron, y la industria química (salvo Carl Bosch)
le retiró su apoyo. Finalmente, hizo algo. En una carta que enfureció
a los nazis, exigió su derecho para permanecer en su puesto, pero
se rehusó a usar la composición racial como una característica
decisiva para el empleo. Este estridente nacionalista alemán dejó
Alemania, nunca volvió. En 1934, murió de un ataque cardiaco en un
hotel de Suiza.
Los nazis intentaron desacreditar a Haber afirmando que otros
fueron los inventores del proceso de la síntesis del amoniaco. Sin
embargo, estaban dispuestos a usar otra ramificación del trabajo
de Haber. El pesticida Zyklon B, desarrollado en Alemania en fecha
posterior a la Primera Guerra Mundial, bajo la dirección de Haber,
fue usado para asfixiar con gas a los prisioneros recluidos en los
campos de concentración e incluso a algunos de los parientes de
Haber.

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