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Principios Jurídicos del Seguro

El Seguro constituye una solución a la necesidad que sentimos de vernos protegidos ante la
ocurrencia de hechos imprevistos, cuyas consecuencias superen nuestra capacidad individual
para repararlas, nos garantiza el resarcimiento de un capital para reparar o cubrir la pérdida o
daño que aparezca en cualquier momento. Ante esta definición el seguro cuenta con 5
fundamentos doctrinarios.

Este artículo escrito por Alonso Núñez del Prado y previamente re-escrito nos va dar a conocer
estos 5 principios que dicho autor reviso y denomino Principios Jurídicos del Seguro.

Principio de Mutualidad: “Las pérdidas de pocos son cubiertas por la contribución de


muchos.  Según este principio, que parece ser el primero o más antiguo, las primas pagadas
por una colectividad de asegurados sirve para reponer, reparar o indemnizar las pérdidas de
quienes sufran siniestros”.

Para José Efrén Ossa, profesor colombiano, la mutualidad es un factor esencial y en caso esta
no esté presente podría haber instituciones con similares fines, pero no habrá Seguro. Para él,
este fundamento tiene una consecuencia en el orden económico, puesto que reduce los costos.

Según el autor, el seguro es una especie de bolsa común a la que los asegurados aportan y en
caso exista una eventualidad o pérdida, sirva para afrontarla. Los asegurados hacen sus
aportaciones a un fondo (prima) estos aportes pueden hacerse
o previamente o posteriormente, pero en la experiencia lo segundo ha devenido en nulidad, por
lo complejo que puede ser cuando están envueltos muchos asegurados.

Las aseguradoras mutuales, que jamás existieron en nuestro país, siguen


el principio de trabajar por lo menos parcialmente a posteriori, pero en los Estados
Unidos, donde han sido especialmente exitosas, han ido perdiendo dominio y muchas
han iniciado su diálogo a sociedades por acciones.

En el Perú lo más cercano a la práctica mutual fueron las cooperativas que tuvieron especial
impulso durante el gobierno de Velazco, pero que desaparecieron como otros negocios. Por lo
menos parte de su problema, estuvo en que se limitaron a trabajar asegurando a otras
cooperativas y en que no estaban supervisadas por las Superintendencia de Banca y Seguros,
lo que les restaba credibilidad.

Núñez del Prado visualiza el problema en el primer párrafo del artículo 87º de la Constitución
(Art. 87°. El Estado fomenta y garantiza el ahorro. La ley establece las obligaciones y los límites
de las empresas que reciben ahorros del público, así como el modo y los alcances de dicha
garantía.) donde dice “ahorros”, este hace alusión a los bancos y AFP y no a los seguros,
según él debe ser reemplazada por “fondos del público”.
En el segundo párrafo de dicho articulo (La Superintendencia de Banca, Seguros y AFP ejerce
el control de las empresas bancarias, de seguros, de administración de fondos de pensiones,
de las demás que reciben depósitos del público y de aquellas otras que, por realizar
operaciones conexas o similares, determine la ley) nos dice que este caso convendría cambiar
también “que reciben fondos del público” por, “administran fondos del público”. Este autor
explica que las aseguradoras supervisan fondos públicos de sus asegurados y es por eso que
el Estado debe asegurarse que lo hagan con eficiencia y garantía.

Principio de indemnización: “El valor de la indemnización tendrá su límite en el monto del daño
causado, no pudiendo transformarse en objeto de lucro o ganancia para el asegurado.”

La idea de este principio es que el asegurador pague una suma de compensación por el monto
perdido, tratando así de que el asegurado retome a su situación habitual antes de que ocurriera
la perdida.

Se encuentra un caso muy importante en la definición de este principio. El caso del juez L.j.
Brett en una corte inglesa que básicamente dijo que un asegurado no debería beneficiarse por
una perdida, pero que tampoco debería quedar en una situación menor a la que ya se
encontraba antes de que esta pérdida ocurriera. Esto resulto razonable y más aun a las
personas que han tenido que enfrentar este tipo de problemas.

En este principio existen 3 métodos de indemnización, y es el asegurador quien usualmente


determina cual es el mejor.
-el pago en dinero
-la reparación
-reemplazo del mismo

Pero hay un problema con esto último, y es que se requiere que se tenga en cuenta una
depreciación del bien perdido, es decir el desgaste del bien afectado. El autor nos da un claro
ejemplo de la problemática de esto. Perdidas en automóviles por accidentes de tránsito, se
debería reemplazar el vehículo o pintarlo en su totalidad.

Doctrina de la máxima buena fe: “La buena fe es uno de los principios básicos de los contratos.
Dado que este documento necesita el compromiso de las dos partes para cumplirse, se
establece una obligación intrínseca para actuar durante su vigencia con la máxima honestidad.
Esto implica ajustarse exactamente a lo que determina el acuerdo en lugar de interpretarlo de
forma arbitraria para obtener un beneficio propio.”
Tanto la compañía de seguros como del asegurado se pueden cometer diferentes tipos de
faltas que dan lugar al incumplimiento a la doctrina de buena fe. Por un lado, destaca la
omisión de datos que es una práctica bastante habitual cuando se firma un contrato. Esto
quiere decir, silenciar información básica y relevante a la otra parte para conseguir un objetivo
determinado.

En cuanto al asegurado, la buena fe le obliga al inicio a ofrecer la información con la máxima


veracidad para valorar el riesgo y determinar la prima de la póliza, ya sea de forma verbal o por
escrito. También debe evitar que se produzcan accidentes en el objeto asegurado o en el caso
de que haya ocurrido, intentar minimizar las consecuencias. Asimismo, debe informar a la
compañía con el máximo detalle, sin tergiversar los datos para obtener una indemnización
superior a la que corresponde. 
Cuando se fragmenta la buena fe en un seguro, la parte que se haya visto perjudicada tiene
derecho a rescindir el contrato, incluso cuando aún no se ha cumplido el periodo de vigencia
establecido. 
Interés asegurable: “Es la relación susceptible de valoración económica que tiene el asegurado
con los bienes o personas que se protegen en la póliza. Si este interés no existe el contrato de
seguros será nulo. Un claro ejemplo, una persona asegura su vivienda porque tiene interés en
conservarla”.  
La preservación del interés asegurable es una prioridad en el caso del asegurado y en caso de
pérdida que implique un daño patrimonial se protegerá una suma máxima sobre el valor de
dicho interés. La valoración del interés asegurable se ve reflejada en la suma asegurada ya que
estas deben der equivalentes.
Los riesgos de seguro vienen de diferentes motivos En otras palabras, el interés asegurable es
la razón por la que una persona celebra un contrato con una aseguradora, con el fin de velar
por su protección e indemnización en caso de daños cubiertos por la póliza. Sin interés
asegurable no hay póliza y el contrato se anularía.
Por ejemplo, cuando una persona quiere contratar un seguro de vida el interés asegurable es
su propia vida, es decir, la aseguradora se compromete a pagar si la persona muere lo cual no
puede ser tomado a la ligera y por eso no toda persona es un sujeto asegurable, es decir, no
toda persona puede constituirse como un interés asegurable.
Doctrina de la Causa: “Es un acto del que resulta un daño como consecuencia lógica, directa,
ininterrumpida y sin el que este no hubiera ocurrido. Causa adecuada o próxima es la principal
causa de un daño, que ponen movimiento una secuencia de eventos produciéndose así
consecuencias concretas”.
Podríamos entender causa como toda condición sin la cual no se hubiera producido un
resultado. Con esta definición, bastaría con preguntarnos si, de mentalmente quitar o abstraer
esta causa, habrá o no habrá sucedido el mismo resultado. Si la respuesta es que sí, la acción
evaluada no es causa, y si no, sí es causa. Claramente esta definición de causa es demasiado
amplia para adjudicar controversias con ella.
La causa adecuada es aquella condición que de ordinario produce el tipo de daño que
finalmente ocurrió.
Por ejemplo, un cliente de un hotel se percata de que cama no está lista, sale a reclamarle a un
empleado, y en el camino es asaltado. Claramente hay causa física: si la cama hubiera estado
lista, él no hubiera salido y no hubiera sido asaltado. Pero, ¿la negligencia de no hacer la cama
es una omisión que de ordinario provoca que asalten a un cliente o que éste sufra algún otro
daño de este tipo? No, por lo tanto, la omisión aquí no es la causa legal, por no satisfacer los
requisitos de la causa adecuada. 

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