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RESUMENES INTEGRACION AREAL II

DUBY: GUERREROS Y CAMPESINOS.


La época feudal:
Aparece hacia el año mil. Se acomoda a la situación económica agraria
dominada por una aristocracia. Sirvió de marco a la evolución económica.
Hay una crisis económica hacia el 1033. Esta crisis es el precio a pagar por
una gran expansión demográfica.
Los relatos nos hablan de peregrinos que van por los caminos dejando a su
paso un reguero de monedas que son recogidas por los productores y
vendedores.
Otra señal de la que hablan los relatos es la reconstrucción de las iglesias. Esto
permitió mover mano de obra del campo para que realice la refacción de estos
edificios. Lo cual genero un movimiento monetario de los tesoros que estaban
guardados en los monasterios.
Y la última característica es que se nota el establecimiento de las estructuras
feudales.
El orden feudal
Vemos la descomposición de la autoridad monárquica. La defensa del territorio
pasa de manos de la realeza hacia la de los príncipes regionales. Luego los
grandes principados también se disgregarán con lo cual surgen jefes de menor
importancia y los señores de las fortalezas.
Se iba perdiendo poco a poco el recuerdo de las guerras de saqueo. Lo que
coincide con una práctica nueva de la guerra y con el establecimiento de una
nueva concepción de la paz.
El desarrollo de la ideología de la “paz de Dios” acompaña las últimas fases de
la feudalización (poco antes del año mil al sur de la Galia). Sus principios son
muy sencillos: Dios había delegado en los reyes consagrados la misión de
mantener la paz y la justicia; los reyes ya no son capaces de hacerlo, por tanto,
Dios resume su poder de orden y lo concede a sus servidores, a los obispos,
apoyados por los príncipes locales. La paz de Dios tuvo una gran influencia en
el comportamiento de los hombres y en las estructuras más profundas de la
vida económica. Creo por primera vez una moral de guerra. En adelante no fue
licito combatir (al igual que comerciar con el dinero) sino dentro de limites muy
precisos. La paz de Dios ayudo a desviar los poderes de agresión que
contenía la sociedad feudal hacia el exterior del mundo cristiano. Contra los
enemigos de Dios. El espíritu de cruzada que procede directamente de la
nueva ideología de la paz, dirigió a los guerreros hacia frentes de agresión
exteriores. Condenando los beneficios de la violencia, la moral de la paz de
Dios legitimo en compensación la explotación señora al presentarla como el
precio de la seguridad ofrecida en las nuevas estructuras a la masa de los
trabajadores. Esto llevo a la madurez de la teoría de los tres órdenes: Dios ha

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dado a los hombres tareas específicas; unos tienen la misión de rezar por la
salvación, otros tienen que combatir para proteger a la población y el tercer
grupo, el más numeroso, le corresponde mantener con su trabajo a los otros
dos grupos.
Los tres ordenes
Como este modelo ideológico pertenecía a los intelectuales, todos ellos de la
iglesia, los situaba en la cima de la jerarquía. Nunca las limosnas fueron tan
abundantes como durante los cinco decenios que rodean al año mil. Los fieles
daban limosna por cualquier motivo. Este enorme trasvase de bienes raíces
del que se beneficiaron en primer lugar las abadías benedictinas y
secundariamente las iglesias, puede ser considerado el movimiento más
importante de los que animaron la economía europea del momento.
El mayor uso que los dirigentes de los monasterios podían hacer de las
limosnas eran embellecer el lugar de la plegaria. Gastar para mayor gloria de
Dios.
La misma actitud tenían los miembros del segundo orden de la sociedad, los
especialistas de la guerra. Ellos gastaban, pero para su propia gloria. Este
grupo posee la tierra excepto la parte que el temor de la muerte le obliga a
ceder a Dios. Usan su riqueza para procurarse medios más efectivos de
combate. A la mejora de las cualidades del caballo, que se convierte en el
principal instrumento del combatiente y procurarse mejores armas.
El tercer orden, el de los trabajadores, formado por la gran masa del pueblo.
Otros ganan para el la salvación eterna por medio de las plegarias y otros
están encargados de defenderlo.
El señorío
El feudalismo no es solo el esquema de los tres órdenes, también es la
institución señorial. Esta no es nueva, pero la evolución del poder político la ha
evolucionado.
La clase de los señores (eclesiásticos y caballeros) se consolido durante este
milenio. En primer lugar, fue reforzada la coherencia de las fortunas
aristocráticas. Las pertenecientes a los laicos estaban amenazadas de
disolución por la acción de dos movimientos: el de las donaciones piadosas y el
de las divisiones sucesorias. Su efecto combinado adquiría todo su vigor en el
momento en que el patrimonio pasaba de una a otra generación: una parte que
el difunto quería pasaba a manos de la iglesia y la otra se dividía en partes
iguales entre hijos e hijas.
A partir de mediados del siglo XI se nota como comienzan a decaer las
donaciones de tierras a la iglesia. Esto iba unido a la lenta evolución del
sentimiento religioso y la idea de que era posible de salvar el alma sin comprar
el perdón. Pero también a la penetración del instrumento monetario que
permitía ofrecer valores menores que la tierra.

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La consolidación de las fortunas aristocráticas se vio igualmente favorecida por
una lenta modificación de las estructuras de parentesco. Aparece una línea de
sucesión masculina, donde al padre lo sucede su hijo mayor controlando los
bienes colectivos de la familia. La familia solo autorizaba al hijo mayor o quizás
a dos a contraer matrimonio, los demás serían destinados al alto clero o los
monasterios.
La mayor parte del S. XII aparece como un periodo de relativa estabilización de
los patrimonios respectivos de la Iglesia y la caballería.
La superioridad de la caballería fue reforzada en un segundo plano por la
creación de un sistema fiscal cuyo peso soportaron los “pobres”. Procedía
directamente del poder del “ban” que tenían los antiguos reyes en el que se
observan dos modificaciones fundamentales:
1. Mientras que en la época anterior todos los hombres libres estaban
sometidos a la autoridad real, la división del cuerpo social en tres
órdenes introdujo una separación fundamental. Confundió en una misma
explotación a quienes descendían de hombres libres y a los
descendientes de esclavos. Reunió a unos y otros en una clase
homogénea.
2. El ejercicio del poder y el disfrute de los beneficios quedaron limitados
en adelante a un espacio reducido, a un “distrito” cuyos límites exteriores
raramente se hallaban a más de medio día a caballo. La persona que
mandaba la guarnición de cada castillo aspiraba asumir sobre el
conjunto del territorio las funciones de paz y justicia.
El jefe de la fortaleza era el primero en beneficiarse del ahorro de los
trabajadores porque tenía fuerza militar. Estos señores privados se esforzaron
por sustraer a quienes dependían de ellos del poder del ban.
El poder del ban fue un factor determinante en los mecanismos económicos de
dos maneras. En primer lugar, para ejercer este poder fue preciso recurrir a
numerosos auxiliares, a “sargentos” que se encargaban de la policía del
campo, a “prebostes” que presidian los tribunales aldeanos, a “forestales” que
perseguían en los bosques a quienes contravenían los derechos de uso. Estos
ministeriales, fueron reclutados de la más extrema confianza del señor ero se
trataba de tenerlos controlados. Al ser ellos quienes llevaban adelante el uso
del poder ban, fueron también los más feroces. He aquí la razón del buen
funcionamiento de la maquina fiscal. Consiguió quitar al campesinado la mayor
parte de lo que producía y no consumía para su propia supervivencia y por
consiguiente freno el movimiento de ascenso entre los más humildes.
La clase de los señores estaba lejos de ser homogénea; no todos los señores
estaban al mismo nivel. Había tres formas de explotación señorial: la primera
era domestica (residuo de la esclavitud). Muchas veces por miedo los obreros
se ponían bajo la protección de un señor.
El segundo era el señorío que podemos llamar territorial, porque se trababa de
la posesión de la tierra y no la posesión de seres humanos. Estaba

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estrictamente fijada por los términos de un contrato basado en el cobro de un
porcentaje de la producción del manso.
El tercer tipo de explotación señorial deriva del ejercicio del derecho de ban.
Era una especie de saqueo, legitimado y organizado.
La desigual repartición del poder de ban creo la principal distinción en el interior
de la clase señorial. Están los “grandes”. Que solían ser obispos, abades o
dueños del poder militar, que tenían el dominio territorial de su señorío y eran
los más ricos.
Por otro lado, están los demás señores: simples caballeros, canónigos que
tienen en “prebenda” una porción del patrimonio de la iglesia catedral, los
monjes. Más o menos ricos, tienen en común la característica de asumir
directamente la gestión diaria de un dominio concentrado cuyas dimensiones
no sobrepasan su capacidad de control. Son vecinos de los campesinos; los
conocen por sus nombres; comparten sus preocupaciones, saben cuánto
producen y cuanto es posible pedirles.
Los resortes del crecimiento
El impulso del crecimiento interno que tuvo como escenario la economía
europea debe situarse en última instancia en la presión ejercida por el poder
señorial sobre las fuerzas productivas.
Para satisfacer gustos cada vez más exigentes era necesario disponer
continuamente de mayores medios. Lo importante de este momento era
acrecentar los ingresos de la explotación señorial.
Como no podían obligar a los campesinos a irse a un mundo abierto a
posibilidades de conseguir acogida. La explotación señorial suscito en la
búsqueda de los señores de mejorar el rendimiento de los campesinos,
favoreciendo el aumento de la población rural, bien poniendo a los trabajadores
en condiciones de ampliar su capacidad de producción.
Durante este periodo de los últimos decenios del S XI comienzan las obras de
construcción de iglesias mucho más amplias y numerosas. Aumentan los
intercambios en el campo, los documentos comienzan a plasmar el valor de las
diferentes monedas lo que prueba la penetración del instrumento monetario en
el mundo rural. Los dueños del poder de ban se preocupan por obtener
beneficios del paso cada vez más frecuente de traficantes que transportan
mercancías valiosas (peaje).
LOS CAMPESINOS
La expansión demográfica era una realidad en el S. XI. Es indudable que la
tendencia al crecimiento demográfico no deja de afirmarse a partir del momento
en que comienzan a instalarse las estructuras feudales.
Las bases del crecimiento demográfico hay que buscarlas en una serie de
condiciones favorables. Entre ellas la perdida de fuerza de los ataques
exteriores, la implantación del orden feudal y de las instituciones de paz. Mayor

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importancia que la paz relativa tuvo el incremento de la producción de artículos
alimenticios. La mayor producción agrícola no sirvió para mejorar la
alimentación sino para alimentar a más hombres.
Puede pensarse que la transformación cuyas repercusiones fueron más
profundas en el movimiento demográfico y en el alza de la producción es la
evolución de la condición servil. Mientras que hombres mujeres jóvenes
permanecen en la casa del señor, englobados en un equipo de esclavos
domésticos que nada poseen, una parte considerable de la población rural se
halla en condiciones desfavorables para la reproducción. Cuando los señores
se decidieron a instalar a sus esclavos por parejas en parcelas de tierra,
crearon mejores condiciones para que se reprodujeran. Y cuando la situación
de campesinos libres y esclavos se nivelo, por estar unos otros sometidos al
poder del ban, se multiplicaron los matrimonios mixtos que unían con el
beneplácito de los señores a los hijos de los esclavos con los de otros súbditos.
Sin ninguna duda el paso de la esclavitud a la servidumbre fue el estimulante
más vigoroso de la fecundidad.
Por otra parte, las tendencias hacia la expansión de la familia y a su
disgregación consiguieron romper la resistencia señorial. Los dueños del suelo
tuvieron que admitir que el manso, previa su autorización y mediante el pago
de una compensación pudiese ser dividió entre los herederos. De esta manera
se inició un movimiento de pulverización de los antiguos marcos de la
explotación campesina. Favoreció la ramificación de las familias y por
consiguiente la multiplicación de las células de producción, lo que fue facilitado
por la penetración de la economía monetaria. La intervención cada vez más
decisiva del dinero hacia posible los beneficios individuales, fomentaba las
iniciativas económicas, permitía la formación de capitales. Proporcionaba a los
campesinos más emprendedores el medio de situar mejor a su descendencia.
La tierra abundaba en el VII y VIII. El desarrollo solo estaba frenado por la
deficiencia de los factores restantes: la mano de obra y los útiles de trabajo.
Estos obstáculos se redujeron durante el periodo que separa los tiempos
carolingios del XI. El crecimiento económico que se inicia en este periodo tiene
sus raíces en la continuidad de la disgregación del gran dominio esclavista y se
basa en el crecimiento de la población campesina que a su vez está
estrechamente asociado al perfeccionamiento de las técnicas agrarias.
Es dudoso que la extensión de los cereales haya ido acompañada de una
mejora notable de las prácticas agrarias. En cuanto a la rotación de cultivos su
ritmo tampoco parece haber variado notablemente.
En la Europa de los siglos XI y XII, la agricultura cerealista se desarrolló,
principalmente gracias al trabajo y esfuerzo de los hombres. Estos se
dedicaron en mayor número al trabajo de la tierra, a remover el suelo para
ayudarle a regenerarse más rápido.
Si hubo mejora, hay que buscarla en los útiles de trabajo, en el arma principal
de que disponía el campesino para trabajar la tierra.

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Ubicar al caballo en el arado era acelerar sensiblemente las labores de la tierra.
La adopción del caballo de tiro parece señal evidente de un progreso de la
economía rural. Sitúa simultáneamente en el espacio y en el tiempo, el
advenimiento de un sistema agrícola más productivo y el fin de un largo periodo
de crecimiento insensible. Es seguro que en esta época se introdujo el arado
de metal.
La clase de los trabajadores se hace más vulnerable con respecto a los ricos
porque el arado y la yunta son bienes muebles, es más fácil apoderarse de
ellos. Los campesinos están más sometidos a la presión de los señores que
pueden dominar mejor amenazándolos o quitándoles sus herramientas.
No todos los campesinos pudieron mejorar su equipo, porque les faltaba el
capital necesario o porque la utilización de un instrumento demasiado pesado
podía dañar el suelo que cultivaban. De esta manera durante el siglo XII se
acrecentó la distancia entre las regiones como la Isla de Francia o Picarda, que
pudieron adoptar todas las innovaciones técnicas.
Los efectos del alza de la productividad se hicieron sentir en toda la economía
campesina. Cuando la tierra directamente explotada por ellos dio cosechas
más abundantes, los señores y los administradores de los dominios o pensaron
en vender los excedentes o redujeron la extensión de la reserva. En cualquier
caso, los dueños de los grandes dominios se hicieron menos exigentes con sus
campesinos. Se sintieron inclinados a liberarlos poco a poco de sus
obligaciones de trabajo. Esto fue un respiro necesario para las explotaciones
dependientes: pudieron utilizar a pleno su mano de obra y las herramientas. La
aportación de un trabajo suplementario hizo que aumentara el rendimiento de
la tierra y pronto la superficie de las antiguas unidades agrarias fue demasiado
grande para una sola familia. En los antiguos mansos se establecieron diversas
parejas. La parcelación de la reserva y el fraccionamiento de los mansos
permitieron aumentar la densidad de poblamiento de cada comarca.
La roturación
Roturar era una operación corriente en el sistema agrario de la Alta Edad
Media. Cada año había que abandonar antiguos campos que el cultivo había
agotado y crear otros nuevos a expensas de las extensiones incultas.
Este acto tomo un significado económico distinto cuando en lugar de
desarrollarse en un área de cultivo limitada excedió esos límites. Tomo el
aspecto de una verdadera conquista que desembocaría en la ampliación
duradera del espacio alimenticio. La escasez fue el verdadero resorte de la
expansión agraria y sus verdaderos autores fueron los pobres. Pero también de
los ricos pues la tierra inculta les pertenecía en toda su extensión.
Entonces podemos asegurar que el movimiento de roturación comenzó antes
del S.X cuando la población comenzaba a aumentar. Y después poco a poco a
medida que aumentaba la población demográfica y las innovaciones
tecnológicas este se amplió. Su momento de mayor intensidad quizás fue en el
S. XII.

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El manso acabo de desaparecer en el S. XII en la región parisina. Mientras que
en las zonas de cultivos proliferaban dos tipos de mansos: sometido acenso,
que era anual y otro que dependía de cuanto producían las tierras que eran
matorrales. Esto llevo a los dueños de las viejas tierras a disminuir sus
exigencias. Una especie de libertad se difundió de a poco en el conjunto del
mundo rural.
LOS SEÑORES
El S. XII fue en Europa la época del campesino conquistador. Las exigencias
de los señores los empujaban hacia adelante. Entre 1075 y 1180 el modo
principal de inversión y de ahorro fue el relajamiento de las cargas señoriales.
Esta liberación se manifestó en tres niveles.
1. El pequeño alodio, la tierra campesina independiente, era muy vigorosa
en casi todos los campos de Occidente. En la práctica los señores
dejaron reforzarse el dominio de los campesinos sobre la tierra,
cediéndoles casi todo el beneficio de la explotación. Pero si les daban
más medios de enriquecerse era porque sabían que obtendrían por
otros medios más ahorros de los campesinos.
2. El manso se había disgregado. A fines del Siglo XI no existían mansos
en Normandía. Esta evolución fue precipitada por el crecimiento
demográfico, por el alza de los rendimientos de la tierra y finalmente por
la extensión de la superficie cultivada que permitió constituir las
explotaciones nuevas, uniendo las parcelas roturadas en la periferia del
término a los fragmentos de los antiguos mansos.
3. Los campesinos ganaron poco a poco lo que se llama la libertad es decir
privilegios. Los señores consintieron porque estas concesiones
contribuían a multiplicar el número de familias campesinas sometidas a
su poder y permitían a todos los campesinos reunir más dinero.
El ejemplo monástico
Para asegurar las transferencias de bienes entre tierras a veces muy alejadas y
el centro único de consumo que era el monasterio podía ser útil emplear la
moneda. Parece ser que la profunda inserción de la moneda en los
mecanismos domésticos provoco, a lo largo del S. XII, las modificaciones más
acentuadas y planteo los problemas de adaptación más arduos. En la medida
en que el mercado de los productos agrícolas se hacía más flexible era más
rentable vender allí mismo los excedentes y enviar una bolsa de dinero que
llevar a cabo los largos transportes. En los monasterios de Inglaterra fueron los
ingresos en productos los que ganaron terreno durante la primera mitad del
siglo XII; en estos años el número de los monjes aumento y lo más urgente era
alimentar a la comunidad. Pero, después de 1150 los ingresos en dinero
tendieron a incrementarse.
Vivian como señores cuando al abad se desplazaban aparecía ante el pueblo
escoltado, como un soberano, por un numeroso sequito de caballeros- El éxito

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de Cluny hizo que aumentaran considerablemente durante el último tercio del
S. XI sus recursos en metales preciosos.
Pero al basar deliberadamente sobre la moneda toda su economía de consumo
la abadía se metía en dificultades. Mientras que algunas de las fuentes de
numerario disminuyan, la animación de los circuitos monetarios hacia elevarse
el precio de los productos. Hubo que utilizar las reservas; el tesoro disminuyo.
Quedaban dos recursos: volver a la explotación tradicional del dominio para
obtener de él el avituallamiento del refectorio de pan y en vino, lo que obligaba
a poner orden en la gestión, a proseguir la acción emprendida en los
alrededores del año 1100 contra los administradores laicos que habían
construido su dominio parasito en detrimento de los derechos de la abadía. Era
preciso desarrollar la explotación directa, aumentar en cada señorío el número
de arados para recoger más grano. Pero el abad se vio obligado a utilizar la
segunda vía, el préstamo. Los prestamistas eran judíos y también mercaderes
cristianos que se habían instalado junto a la abadía en la época que esta
compraba la mayor parte de sus provisiones y habían hecho su fortuna gracias
a los monjes.
Pero no se hicieron esperar las críticas contra el antiguo estilo de vida
monástica que Cluny había llevado. El rechazo se hizo desde fines del S.XI
buscando un retorno a las fuentes. Se condeno el exceso de gastos, pero no la
posesión de la tierra ni el uso del dinero. Para no tener que hacer ellos el
trabajo los monjes recogieron a los “conversos”, los cuales tenían un papel
reducido en la oración, pero no así en el trabajo. Impulsaron más que nadie las
mejoras técnicas y los mejores útiles se hallaban en sus manos.
La renta de la tierra
En casi toda Europa los ingresos de un manso de tipo antiguo descendieron
relativamente en el S. XII: los dueños obtienen sobre todo productos agrícolas
y en pequeña cantidad.
La débil expresión del señorío sobre la tierra campesina tiene una explicación.
Las roturaciones han hecho disminuir la presión demográfica. La tierra abunda
el valor del suelo es reducido. Sin embargo, el mismo movimiento que mientras
que retroceden las tierras incultas, hace que se modifique lentamente la
estructura de los mansos beneficia a la renta señorial. El señor recibe cada vez
más dinero de la tierra roturada, aunque lo obtiene de otra manera.
Los derechos más importantes de los que disfrutan los señores de la tierra
proceden de la explotación de los hornos, lo molinos y los diezmos.
El progreso técnico, las deforestaciones, el auge de la viticultura no dejaron de
aumentar el valor de la renta territorial del siglo XII, lo que explica el bienestar
de los caballeros y de la Iglesia a pesar de la concesión de feudos.
La explotación directa

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Para todos los señores territoriales de la época la renta tiene menos interés
que la explotación directa. La mayor parte de sus recursos procede de sus
“dominios” de tierra que hacen cultivar a sus criados.
La explotación de los hombres
Los mayores ingresos en dinero no procedían del señorío territorial sino del
poder sobre los hombres. En primer lugar, de los miembros de la familia. Los
señores del siglo XII comenzaron a darse cuenta de que la explotación de sus
“criados” sería más rentable si les dejaban a estos una mayor autonomía
económica. Liberar a la familia a cambio de una renta en dinero era una
solución aceptable, aunque sin duda no la más lucrativa. Era más practico
conservar la posibilidad de seguir explotando al dependiente.
Pero la justicia más lucrativa pertenecía a los señores que tenían el poder del
ban. Durante la primera mitad del siglo XI, al mismo tiempo que los atributos
reales de la justicia pasan a manos de los poderes locales, aparecen en los
textos las primeras referencias a “costumbres” diferentes; por esta misma
época se multiplican las menciones de un derecho de posada y yantar en favor
del señor del territorio y de sus agentes.
A medida que pasa el tiempo, los dueños del ban obtienen cada vez más
campesinos más numerosos y menos miserables.
Una buena parte de los beneficios del ban servía para enriquecer a los
ministerios, muchos de los cuales pertenecían en el siglo XII a la aristocracia:
en Picardía todas las alcaldías de los señoríos eclesiásticos estaban en manos
de poderosos locales. Estas permitieron a los ministeriales que no pertenecían
a la nobleza elevarse rápidamente en la jerarquía de las fortunas a pesar de los
intentos de los señores para retrasar este ascenso. Al servicio de los señores
que tenían de él los importantes beneficios, se halla así el más dinámico de los
medios sociales, el único en el que no era una aventura insólita que una
persona que por su nacimiento pertenecía a la clase de los trabajadores
intentara introducirse en el grupo de los señores.
Los señores del ban habían heredado las prerrogativas de los antiguos
soberanos, pero también sus deberes. La función económica que realizaba la
corte de Carlomagno, lugar de concentración y de redistribución de las
riquezas, tuvo que cumplirá la corte de cada señor, tanto la del duque de
Normandía como la de los jefes de las pequeñas fortalezas independientes.
Cada corte se vio obligada a ser el centro desde el que irradiaba la
generosidad, hacia las iglesias para el bien común del pueblo, hacia los
vasallos caballeros- Estas cortes eran muy numerosas. Los señores
necesitaban para mantener su munificencia, explotar más rigurosamente los
derechos de que disponían y conseguir de los súbditos todo lo que estos
podían dar, para lo cual se veían obligados a acrecentar la producción al nivel
del trabajo rural, a incrementar conscientemente o no las roturaciones, el
equipo y la población.

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Pero si los señores del ban recogían más monedas que nadie también fueron
los primeros en carecer de ella.
Para obtener los metales preciosos o el dinero los grandes señores laicos
habían recurrido inicialmente a la Iglesia. Inmensos tesoros habían sido
acumulados durante generaciones y las limosnas constantemente aumentaban
su valor. Dar menos tierras a los servidores de Dios y ofrecerles más dinero.
Los dignatarios eclesiásticos se sirvieron de ellos para practicar el préstamo
con garantías. A cambio de un adelanto, la comunidad religiosa recibía
usufructo de una tierra que explotaba hasta el reembolso.
Durante la Alta Edad Media, los judíos habían monopolizado casi en
exclusividad los metales preciosos y la moneda: prestaban unos y otra a los
cristianos; la condena lanzada por la Iglesia contra los usureros no les
concernía. Después de mediados del siglo XII, la prosperidad de las
comunidades israelitas es evidente en Francia y en Inglaterra; gran numero de
señores, entre los que figura Enrique II de Inglaterra, son sus deudores. Sin
embargo, en este momento aparecen dos hechos nuevos. Ante todo, la
presencia entre los que prestan y obtienen beneficios del préstamo, de
cristianos que no son ni señores ni hombres de iglesias, sino gentes de la
ciudad, enriquecidos en los negocios. También el préstamo ya se volvió algo
natural para los señores del ban.
Todos los grandes señores desde los reyes hasta los simples castellanos
usaban la moneda que cobraban o que recibían en préstamo para dos fines: el
sacrificio y el adorno. En primera fila de los gastos hay que situar las
donaciones piadosas (en el S.XII ya eran donaciones de dinero y no de tierras).
La peregrinación a tierras lejanas ante todo era ocasión y motivo de una
movilización de riquezas y que estímulo a lo largo de sus itinerarios, la
circulación monetaria; el cuidado de los pobres, después. En el seno de una
común indigencia y en una sociedad bloqueada la pobreza no tenia, en el
mundo antiguo, significación económica. En el S.XII el deshielo de la
economía modifica este ceremonial. El pobre aparece cada vez más como una
víctima de los movimientos económicos a la que hay que ayudar por amor de
Dios. Esta lenta transformación del sentimiento religioso fue sin duda efecto de
la nueva atención concedida al Evangelio, pero los progresos de la circulación
de bienes la aceleraron considerablemente. Durante la Alta Edad Media,
ningún grande cerraba sus graneros a los miserables, y esta generosidad daba
lugar a una redistribución de los bienes de considerable amplitud, entre los
miembros de la sociedad rural. La novedad del S.XII fue que la caridad se
institucionalizo. Este gasto de tipo piadoso introdujo la moneda hasta en las
capas más bajas.
El crecimiento económico hace a la sociedad mundana del siglo XII cada vez
más sensible a la moda y a su constante búsqueda de novedades. Pero la
materia de este lujo es en términos estrictos “exterior” para utilizar un término
tomando del vocabulario monástico.

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Durante la época de paz relativa lograda con el establecimiento del feudalismo
y afirmada progresivamente por el afianzamiento de los grandes principados
regionales, el desarrollo tuvo como base la extensión de las necesidades de las
grandes casas señoriales, la elevación progresiva del nivel de vida mantenido
en ella, los bienes que procuraba a quienes explotaban el derecho de ban el
aumento continuo de los ingresos basado a su vez en la expansión de la
producción rural. Este desarrollo, cuyas raíces profundas son campesinas,
provoco una expansión del fenómeno urbano. El auge de las ciudades está
directamente vinculado a la vitalidad de las grandes cortes señoriales depende
directamente de la eficacia siempre en aumento de una fiscalidad basada en el
derecho de ban.
Las aglomeraciones de la Alta Edad Media cumplían dos funciones: religiosa y
militar. En su interior se hallaba el centro de señoríos importantes. Desde todos
los grandes dominios rurales llegaban a la ciudad convoyes de productos
agrícolas. Los señores del ban se concentraron poco a poco en las ciudades
para distribuir alrededor de ellas su placer. Estos gastos hicieron que se
desarrollara una actividad hasta entonces marginal, la función comercial y
artesanal. Se desarrollo dio lugar a la creación de uno o más barrios agregados
a la ciudadela y a las aglomeraciones colindantes con los establecimientos
religiosos que recibieron en muchas ocasiones el nombre de “burgos”. El lazo
entre el poder señorial y la vitalidad urbana es evidente. Y cuando una corte
tenía su sede en pleno campo, rápidamente surgía a su alrededor una
aglomeración urbana.
La misión principal de los burgos era la de aprovisionar a la corte señorial a
través de la artesanía y el comercio.
Por primera vez en el curso de la segunda mitad del S. XI en el noroeste del
reino de Francia y para la confección de paños de lujo, una operación artesanal
adopto la forma de un complejo en el que el trabajo se dividía entre muchos
oficios.
En efecto si la mayor parte de los artesanos podían vender en el mismo lugar,
en su taller o en el mercado próximo a clientes de las cercanías, los fabricantes
de tejidos de lujo, al igual que los productores de vino de calidad, no podían
llegar hasta su clientela sin recurrir a intermediarios especialistas del comercio.
Su función inicial había sido la de aprovisionar a las cortes de mercancías
exteriores. Al igual que el oficio artesanal, la función comercial perdió poco a
poco su carácter domestico a medida que la ampliación del número de
consumidores permitió a los mercaderes ofrecer a otras personas los productos
que traían de tierras lejanas. Pero siguió siendo una aventura peligrosa y
lucrativa como lo era en otro tiempo la guerra. En el siglo XII, el comercio era
todavía una expedición de temporada que se organizaba colectivamente.
De la misma forma que la actividad artesanal y comercial emanaba en las
ciudades de las cortes señoriales, la población del burgo, la “burguesía”,
procedía de la familia del grupo de hombres y mujeres acogidos a la protección
del señor y utilizados por este a su arbitrio.

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El papel creciente que desempeñaban la artesanía y el comercio en una
sociedad cuyo nivel de vida aumentaba en todos los grados de la jerarquía
económica y que aumentaba sin cesar su consumo hicieron que las
aglomeraciones urbanas se extendieran. Atrajeron inmigrantes que podían
encontrar empleo. El campo en pleno crecimiento del siglo XII, alimento el
desarrollo urbano de dos formas: dirigiendo hacia la ciudad el exceso de su
producción por medio de la fiscalidad señorial y alimentándola con el excedente
de la población que la ampliación de las tierras de labor no podía absorber. La
ciudad se enriqueció.
El flujo de inmigrantes, el enriquecimiento, la vitalidad de los burgos, favorecían
a la debilitación de los lazos que encerraban a la población urbana en una
dependencia doméstica. Algunos de los hombres que tenían como misión
avituallar las cortes se elevaron en la jerarquía de las fortunas. Incluso de la
misma forma que los grandes oficiales señoriales, pudieron forzar la entrada a
la caballería. Hecha la fortuna, estas gentes se esforzaron por liberarse de la
“familia” del señor. Deseaban disponer de su capital, su tiempo y de sus
medios de transporte sin temor a las requisas imprevistas del señor. Sin
embargo, cuando este era poderoso, pertenecer a su domesticidad ofrecía
importantes ventajas: protección o librarse de los impuestos.
El patriciado urbano aparece a comienzos del siglo XII como la reunión de
algunas grandes familias. La guilda, la asociación jurada, la fraternidad artificial
que cimentaba la cohesiona de las caravanas lanzadas a la aventura del
comercio, proporcionaba otro medio de defensa. Se establecía una solidaridad
tan estricta, tan tranquilizadora como pudiera serlo la del grupo de parentesco o
la de la familia del patrón más poderoso. Una “amistad” de este tipo era una
banda y en ella principalmente se apoyó la lucha llevada por la elite de la
sociedad burguesa para arrancar al señor de la ciudad privilegios análogos a
los que disfrutan los miembros de la ministerialidad.
Los burgueses más ricos combatieron reunidos en sus fraternidades de sangre
o de elección, ante todo contra el señorío personal.
Pero la lucha fue dirigida también contra el señorío territorial. El suelo del burgo
tenía un dueño; antes había estado cubierto de viñas, de productos agrícolas y
sobre las parcelas ahora construidas pesaban aun censos. Muchos burgueses
no cultivaban la tierra; perdían su tiempo pleiteando con los señores de la tierra
que les reclamaban vino, trigo o servicios. Todos unidos tras los mejores, es
decir tras los más ricos, llegaron a un acuerdo. A veces, como en Arras, todos
los censos fueron comprados por la comunidad urbana. Mas frecuentemente,
fueron los ricos los que llegaron a un acuerdo con los antiguos señores;
invirtiendo en la tierra el dinero ganado en los negocios comerciales,
adquirieron la producción de las parcelas construidas en suelo urbano, las
libraron de las antiguas cargas de tipo agrario que pesaban sobre ellas, pero
exigieron a quienes las ocupaban un alquiler en dinero.
Finalmente, los burgueses intentaron atenuar la presión del señorío banal.
Reclamaron la abolición de las exacciones más perjudiciales para el comercio

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una disminución de la tarifa de los peajes, la supresión de los monopolios
comerciales que se atribuía el señor. Este reticente trato con el “municipio”, es
decir con la hermandad jurada que, a imitación de las guildas mercantiles,
reunía en una solidaridad combativa a todo el pueblo de la ciudad. Poco a
poco, a lo largo del S.XII, en todas las ciudades de Occidente, la explotación
del derecho del ban se adaptó a las conveniencias de la economía urbana,
mediante lentas negociaciones, a través del progresivo establecimiento de la
costumbre.
Pero no por ello ceso la explotación. Los trabajadores establecidos en el
territorio urbanos y los que venían cada vez en mayor número permanecieron
sometidos a una doble presión económica. Sufrieron la nueva presión que
emanaba de la autoridad municipal.
Pero los ricos tenían tendencia a confundir la caja que controlaban con su
propio cofre a utilizar ventajosamente para sus intereses personales los
reglamentos económicos que tenían el poder de imponer. Ellos fueron los
verdaderos beneficiarios de las conquistas políticas. Así, la sociedad burguesa
comenzó a dividirse en dos clases, una de las cuales, dominante, por sus
raíces más profundas, por sus orígenes ministeriales, se relacionaba más
estrechamente con la corte del señor. Este patriciado se había apropiado
insidiosamente los atributos inferiores del señorío basado en el ban.
Sin embargo, la mayor parte del ban y de sus beneficios seguía en manos del
señor. La ciudad era para el señor una fuente de ingresos muy superior a
cualquier señorío rural. Y si los burgueses soportaron esta explotación, si los
patricios no llevaron sus reivindicaciones de autonomía más allá de ciertos
límites, fue porque el señor de la ciudad era el garante de la paz y esta era
indispensable para la prosperidad de los negocios. Los dueños del poder
basado en el ban contribuyeron al desarrollo de la circulación comercial y
monetaria, no solo por los gastos de su corte sino también al asegurar esta
función de protección y de control.
Al igual que los carolingios, los grandes señores del siglo XII se sintieron
inclinados por razones morales a preocuparse por el comercio. Se sentían
responsables de la salvación de su pueblo; eran los garantes de la paz y de la
justicia e intervinieron para mantener el orden.
Atributo real por excelencia, el derecho de acuñar moneda se había dispersado
en fecha temprana. La dispersión del derecho de acuñar fue desigual en las
distintas partes de Europa.
Mas importante que la diseminación de los centros emisores es la depreciación
continua del dinero que caracteriza la historia monetaria de la época feudal. Se
explica, sin duda por la escasez de metales preciosos. Pero la razón profunda
de la depreciación hay que buscarla en la necesidad creciente de numerario.
Para satisfacerla y para aumentar los beneficios del derecho de monedaje los
señores rebajaron progresivamente el peso y la ley de los dineros puestos en

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circulación. La moneda podía en estas condiciones ser utilizada por los más
pobres y para las más humildes necesidades.
El marco se convirtió de este modo en la unidad de valor de uso corriente para
la valoración de los grandes pagos. A medida que la moneda se adaptaba
mejor a las necesidades de la economía rural, era menos útil en los sectores de
vanguardia de la economía urbana. Los más poderosos reaccionaron. Se
preocuparon por emitir una moneda estable y de buena ley cuyo curso fuese
aceptado en un amplio espacio y que pudiese ser útil a los mercaderes de
grandes distancias. (rey de Inglaterra Enrique II y la esterlina).
A través del reforzamiento de la seguridad a lo largo de los grandes itinerarios
comerciales y en las ferias se puso de manifiesto de la manera más profunda la
acción de los señores del poder ubico sobre el progreso de la economía. La
reconstitución de principados territoriales fuertes favoreció la organización en el
noroeste de Europa de ciclos coherentes de reuniones comerciales periódicas.
En el interior de los principados revigorizados, la ciudad desempeña en
adelante el papel principal en las estructuras políticas que poco a poco
emergen del feudalismo del que se liberan antes de dominarlo. La ciudad es la
sede del poder renovado. Punto de apoyo militar de primera importancia por
sus murallas, por la población de caballeros que en ella habitan. Mas
familiarizado con las armas y mucho mejor preparado para el combate que los
campesinos, la ciudad es también el lugar en el que se sientan alrededor del
palacio las bases primitivas de la administración principesca. Se ve crecer en
los últimos años del S. XII en el interior de la sociedad urbana, un nuevo grupo
del medio burgués: el grupo de los agentes de la autoridad. Nueva
ministerialidad, mucho más flexible, reúne al servicio del príncipe a gente
procedente de los antiguos “ordenes” mayores, clérigos y caballeros, pero
también a comerciantes, miembros de este nuevo orden que se ha separado
poco a poco de los trabajadores. Estos hombres tienen en común una cultura
una cierta actitud hacia los valores terrenales.
El dinero se ha convertido, en la segunda mitad del S. XII, en el más poderoso
instrumento de poder. Utilizando la moneda, el príncipe se asegura los
servicios de estos fieles auxiliares, se han convertido en asalariados. Por medio
de la moneda el príncipe comienza a controlar a los caballeros, a atraerlos a
sus servicios y gracias al instrumento monetario recluta combatientes
mercenarios, especialistas de otro oficio, el de la guerra eficaz. El príncipe deja
a la burguesía amasar poco a poco una pequeña fortuna. Mediante el
impuesto, a través del pillaje puro y simple, cuando se trata de judíos; quizás
más por mediación del préstamo.
La fuente principal de esta reserva monetaria se halla en la ciudad. El señor de
la gran ciudad es muy rico, pero su riqueza es rígida, se basa en derechos y en
tierras. Si quiere movilizarla, necesita pedir a sus burgueses que abran y
pongan a su disposición sus cofres: la creciente fluidez financiera que permite a
los principados estabilizarse tiene su base real en los préstamos de los
mercaderes. De la ciudad procede la mayor parte de los dineros que, en todas

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las aldeas, sirven para rescatar las corveas, para pagar las tasas de mutación y
para comprar las cosechas. Los burgueses, incluso los más ricos, son todavía
a fines del S.XII semi campesinos. Todos poseen tierras en las afueras y los
lugares de origen de sus antepasados. Las Explotan personalmente y obtienen
de ellas prácticamente cuanto necesitan para su alimentación e incluso una
buena parte de los artículos que venden a los viajeros o que los artesanos
elaboran en sus talleres.
La moneda vuelve al campo desde las cajas de los burgueses más que por
medio del crédito que a través del comercio.
Hacia 1180 se abre entonces una nueva fase: en todo el continente europeo, la
circulación del dinero será el motor que arrastrará todo el progreso, de la
misma forma que lo era ya dos siglos antes en las fronteras de la cristiandad
vivificadas por las empresas militares.
EL DESPEGUE
La etiqueta del ocio caballeroso y del despilfarro adquiere mayor fuerza todavía
en la Europa feudal. El tema del “nuevo rico”, del hombre de origen rustico que
sube los peldaños de la escala social, sustituye en el ejercicio del poder
señorial, gracias a su dinero, a los hombres bien nacidos, que se esfuerza por
copiar las maneras señoriales sin conseguir otra cosa que ponerse en ridículo y
hacerse odioso por la especie de usurpación de que es culpable. A medida que
se acelera el progreso de la economía monetaria, la moral de los gentiles
hombres condena con mayor insistencia que nunca el ánimo de lucro, el gusto
por el acrecentamiento de las riquezas.
Y todos los burgueses que hacen fortuna se apresuran a adquirir derechos
territoriales, a crear rentas, a no tocar el dinero más que con la punta de los
dedos, a convertir a sus hijos en caballeros, lo que explica la educación dada a
Francisco de Asís, tres cuartos de siglo más tarde, por su padre, mercader, que
le orientó hacia la aventura militar, el canto lirico y la generosidad sin límites.
Quieren salvarse por medio de la limosna. Los gestos sacrificiales que
realizaban los reyes de la Alta Edad Media y más tarde, en el siglo XI, las
gentes del “orden de los combatientes” se convierten poco a poco, en el S.XII,
en algo propio de los burgueses. Las donaciones piadosas recogidas entre
estos en las ciudades permitieron proseguir la construcción de las catedrales
góticas, crear a la entrada de las poblaciones numerosos hospitales, fundar
instituciones de caridad, etc.
La iglesia continúa condenando el lucro, prohíbe a los monasterios practicar el
préstamo con garantías, considerado como una forma de usura. Lo que anima
en esta época los progresos económicos no es la acumulación de un capital
monetario; es la acumulación del poder, sobre la tierra y sobre los hombres. De
un poder que explota la expansión de la producción rural y cuyos beneficios
sirven para mantener un tren de vida cada vez más lujoso.
Sin embargo, existen lugares en la cristiandad latina en los que las actitudes
mentales son sensiblemente diferentes; nos referimos a las ciudades de Italia.

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El clima de conjunto esta modificado por dos razones principales. No fueron los
ministeriales los que animaron la renovación de la economía urbana, sino
ciudadanos libres, dueños de señoríos territoriales, que utilizaron muy pronto la
moneda para administrar su fortuna. En las ciudades italianas la moneda no
era solo una medida, era un valor verdaderamente vivo y susceptible de
fructificar.
En Italia como en todas partes, los hijos de los ricos aspiraban a la ociosidad
de los nobles; pero llevaban la administración de sus bienes rurales como un
negocio en el que el dinero tenía que producir. Exigían de sus masoveros no
rentas en dinero, sino trigo, vino, que vendían personalmente. Formaban con
los trabajadores de las aldeas “compañías” del mismo tipo que las asociaciones
comerciales: ellos aportaban el capital, el campesino su trabajo y sus cuidados;
el beneficio era dividido.
Desde el último cuarto del S.XI los mercaderes de Italia franqueaban los Alpes.
¿Qué llevaban? Dinero; también técnicas, un saber que les confería, en la
economía plenamente campesina de aquellos países, la superioridad que
había sido privilegio de los judíos: la práctica de la escritura, de la cifra y de los
contratos de asociación.
Los indicios de una mutación se multiplican en los últimos dos decenios del
S.XII. Este parece ser el momento en que decididamente y en todas partes, no
solo en Italia, la vitalidad urbana es superior a la de los campos. El campesino
cede al burgués el papel de animador y, en los medios de vanguardia, las
resistencias mentales serán doblegadas en todas partes. En esta época se
revelan dos rasgos: una aceleración del movimiento de progreso y la creación,
en el conjunto de la cristiandad latina un espacio común englobado por las
múltiples conexiones de los itinerarios comerciales.
A fines del S. XII, mientras que en Castilla se prosiguen las lucrativas
campañas militares que despojan al islam de sus riquezas y permiten al rey
cristiano acuñar moneda de oro en 1173, en Italia continua el desarrollo del
comercio, el perfeccionamiento de las diversas formas jurídicas de las societas,
de la asociación capitalista.
La inflexión a fines del S.XII se observa de una forma mucho más clara en la
tercera zona, en el corazón de Occidente, en Inglaterra y en los viejos países
francos de Galia y Germania, en los que confluyen las corrientes del gran
comercio. Aquí puede hablarse un auténtico despegue cuyos indicios hemos
visto aparecer en el transcurso de este ensayo.
El S. XII es la fase final de un primer periodo de desarrollo tecnológico. Al
mismo tiempo se observa una pausa en la extensión del espacio agrario y que
se multiplican las señales de un reforzamiento de la presión demográfica.
El cultivo cerealista parece alcanzar una especie de techo, y los progresos más
claros de la producción rural tendrán lugar en adelante en los prados y el
bosque. El empleo del torno de hilar y la difusión de los molinos aplicados al
batanado de los tejidos, al tratamiento del cáñamo, a la fabricación del hierro,

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permiten un progreso más rápido de la producción artesanal, al tiempo que la
utilización de navíos de mayor tonelaje acelera el transporte de las mercancías
más pesadas.
El empuje de la expansión comercial se hace mucho más vivo a partir de este
momento. Prueba de la animación constante del comercio, los precios suben y
rápidamente.
En el último cuarto del S.XII se observa en la sociedad rural una primera
ruptura de las primitivas actitudes económicas. Al mismo tiempo que aparecen
las primeras señales de una renovación de la pequeña aristocracia por la
penetración en la caballería de individuos de origen humilde, al mismo tiempo,
la propensión a gastar siempre más comienza a introducir en las finanzas de
los pequeños señores de aldea unas dificultades permanentes, equiparables a
las que desde cien años antes conocían los príncipes y los prelados.
Hacia 1180 en toda Europa comienza la época de los hombres de negocios.

TREVOR ROPER: LA CRISIS GENERAL DEL SIGLO XVII


Los años centrales del S.XVII son años de revolución. En Inglaterra esta la
Revolución de los puritanos 1640-1660. Revueltas (Frondas) en Francia en
1650. Insurrección de Cataluña en 1640 y la sublevación de Portugal en 1647.
¿Por qué era tan volátil la situación en Europa?
Primero debemos tener en Cuenta la Guerra de los Treinta Años en que
empezó en 1618 y hacia estragos en 1940 los años de la revolución. Las
consecuencias de la guerra, impuestos, opresión militar y derrota precipito las
revueltas en Cataluña, Portugal, Nápoles. En el XVI hubo guerras, pero no
generaron revoluciones, lo que pasa que en el S. XVII hay cambios que no son
asimilados.
Si la crisis del XVII no es una mera crisis constitucional ni de producción
económica ¿Qué es? Se trato de una crisis en las relaciones entre la sociedad
y Estado. Para esto debemos abarcar la relación entre el Estado y la Sociedad
en la Europa del Renacimiento.
El Renacimiento alcanzo su máxima expresión y expansión en el XVI y dejo de
hacerlo en el XVII. Durante el XVI las estructuras no cambian mucho en el S
XVI. Sigue envuelto en el velo que es la monarquía medieval, aristocrática, el
gobierno del príncipe cristiano.
Los reyes trajeron consigo la corte del Renacimiento y ascendieron a costas de
la ciudad.
El Estado del Renacimiento es una gran burocracia en expansión, un enorme
sistema de centralización administrativa, provisto de una multitud siempre
creciente de cortesanos o funcionarios. Un número de funcionarios siempre en

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aumento. Eran necesarios para formar consejos, cortes, tribunales y
administrar territorios.
Los cargos del S.XVI no eran gratis eran comprados y el precio de esa compra
iba a la Corona. El despilfarro de la corte es a expensas de la sociedad.
Tanto en Francia, como el Puritanismo en Inglaterra fue una guerra contra el
antiguo derroche renacentista.
Para que las Cortes del Renacimiento perduraran debían suceder dos cosas:
Las burocracias parasitarias tenían que ser reducidas; por otro lado, la
burocracia eficiente debió estar en relación la capacidad económica del país.

ABSOLUTISMO ESPAÑOL
El impacto del absolutismo español fue "desmesurado. Debió su preeminencia
a la combinación de dos conjuntos de recursos: fue la que más se benefició
con los matrimonios dinásticos y la superabundancia de metales preciosos.
Derivo su fuerza tanto de la herencia del engrandecimiento feudal en el interior
como del botín de la extracción capital en el exterior.
Ningún otro estado iba a tener una actitud tan contraria al desarrollo de la
burguesía. Basaban su riqueza en la extracción de los metales preciosos en las
minas americanas, evitando desarrollar manufacturas. Amenazaban
constantemente al resto de estados, sus buques patrullaban el mediterráneo y
sus tropas controlaban la mayor parte de Europa occidental. Esta actitud de la
dinastía de los Habsburgo propicio el fortalecimiento de las defensas de los
demás estados. Terminaron establecieron un sistema para la función del
absolutismo en occidente, pero mientras hacía eso retraía su propio
funcionamiento.
El absolutismo español nació de la unión de Fernando de Aragón e Isabel de
Castilla en un matrimonio consumado en 1469. El poderío de este nuevo
estado se vio en su totalidad cuando lograron la reconquista de Granada, hasta
ese momento en mano de los moros. También absorbieron navarra y anexaron
Nápoles. Luego su éxito más grande llegaría con el descubrimiento de las
Américas.
Sin embargo, el vasto imperio no era más que un montaje destartalado unido
tan solo por el monarca.
En Aragón la estructura de Estados era tan compleja que los reyes decidieron
concentrarse en Castilla para buscar la centralización del estado absolutista.
Castilla era más rica y su riqueza no estaba protegida por barreras
constitucionales tan complejas.
Los monarcas pusieron en práctica un programa de reconstrucción económica.
Las ordenes militares fueron decapitadas, y sus vastas posesiones de tierras y

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rentas anexionadas. Fueron demolidos castillos de baronías, desterrados
señores fronterizos y prohibidas las guerras privadas. La autonomía municipal
de las ciudades quedó suprimida por la implantación de corregidores oficiales
para administrarlas; la justicia real fue reforzada y extendida. Se conquistó para
el Estado el control de los beneficios eclesiásticos, poniendo el aparato local de
la Iglesia fuera del alcance del papado. En otras palabras, la máquina del
estado castellano fue modernizada. Pero la nueva monarquía nunca
contrapuso esta máquina al conjunto de la clase aristocrática. Las altas
posiciones militares y diplomáticas quedaron siempre reservado para los
magnates. Nunca se plantearon establecer una fusión administrativa entre
Aragón y Castilla, ni siquiera establecieron una misma moneda. La inquisición
fue la única institución "española" unitaria.
La llegada de Carlos V tuvo resultado la llegada de una corte nueva, llena de
extranjeros. Las extorsiones del nuevo régimen trajeron a Castilla un clima de
xenofobia. La marcha del monarca hacia el norte de Europa fue la señal para
una amplia rebelión urbana contra lo que se sentía como expolio extranjero de
los recursos y las posiciones castellanas. La rebelión comunera de 1520-1521
consiguió el apoyo inicial de muchos nobles de las ciudades. Pero sus fuerzas
impulsoras fueron las masas de artesanos populares del norte y su liderazgo
dominante fue de la burguesía del norte y centro de Castilla. El movimiento casi
no encontró apoyo en el campo. Su derrota frente a los ejércitos reales a los
cuales se les había unido casi toda la aristocracia significo un punto clave en la
consolidación del absolutismo. Ocurrió algo que no ocurrió en ningún otro
Estado: el modelo principal fue la supresión de las rebeliones aristocráticas, no
de las burguesas.
Durante el reinado de Carlos V el Estado sufrió una fuerte expansión y
delegaba poderes por medio de consejos y virreinatos. Pero muchos de estos
virreyes veían su poder minado. Se notaba una clara división dentro de
España.
El reinado de Carlos V también inauguro la fatídica secuencia de guerras
europeas. Y la carga financiera de estas guerras daño notablemente las
finanzas. Crecieron los prestamos financieros y las presiones fiscales. Un año
después de su abdicación, su sucesor tuvo que declarar la banca rota del
Estado.
Pero los problemas económicos que parecían casi imposible de resolver se
solucionaron con el descubrimiento de las minas de Potosí. Hubo en este
proceso, sin embargo, dos movimientos fatales par a el conjunto de la
economía castellana. En primer lugar, el incremento de la demanda colonial
provocó una
mayor conversión hacia el vino y el olivo de tierras destinadas antes a la
producción de cereal. Esto reforzo la tendencia de una contracción de la
producción de trigo en beneficio de la lana, y ya que, a diferencia de la
producción inglesa, la española era trashumante, por lo tanto, destructora de
tierras cultivables. El resultado de esto fue que España se convirtiera en uno de

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los primeros países importadores de trigo. La llegada de metales también
provoco un parasitismo que paralizo las manufacturas de Castilla. La inflación
elevo los precios de la industria textil hasta que no pudieron tan siquiera
competir. Los comerciantes extranjeros empezaron a sacar ventaja y los
productos extranjeros a menor costo invadían castilla.
Si el imperio americano era la ruina de la economía española, el imperio
europeo era la ruina del Estado de los Habsburgo, el primero hacia
financieramente imposible la lucha por el segundo. Esto derrumbo la original
estructura del absolutismo español.
ABOSOLUTISMO FRANCES
En Francia el absolutismo no conto con una ventaja tan temprana como es el
caso de España. Pero tampoco tuvo que enfrentarse a los conflictos internos
de unos reinos dispares. Los Capeto pudieron extenderse y centralizar el poder
sin tener que enfrentarse a grandes poderes dentro de Francia, pero lo hicieron
de una manera lenta. Su principal obstáculo era la casa de los Borgoña.
Otra dificultad que se presenta es la cantidad de habitantes, que duplicaba a
España en el silgo XVI, lo cual le complicaba la centralización del poder en las
provincias más lejanas o recién conquistadas.
Hubo tres grandes rupturas políticas que ayudaron a consolidar el absolutismo
francés, la Guerra de los Cien años en el XV, las guerras de religión en el XVI y
La Fronda en el S. XVII.
Antes de la guerra de los Cien Años, llega el fin de la dinastía Capeto. Esta
solo pudo ser ganada por el abandono del sistema señorial de servicios de
caballería y con la creación de un ejército regular. Para poder sustentar este
ejercito la aristocracia concedió el primer impuesto importante de amplitud
nacional recaudado por la monarquía: "la taille".
A medida que las ciudades francesas eran reconquistadas los reyes Valois
delegaron el poder en una aristocracia. Entonces la guerra de los Cien Años le
dio a la monarquía impuestos y ejércitos permanentes, pero no una nueva
administración civil de ámbito nacional.
Cuando Luis XI logra asegurar todo el franco oriental de la monarquía
francesa, hace caer a su enemigo más poderoso, la dinastía borgoña. Luego,
en las décadas siguientes, Luis XII y Carlos III absorbieron Bretaña por medio
de matrimonios y por primera vez el reino francés abarcaba bajo un soberano
único a todas las provincias vasallas de la época medieval.
Pero la monarquía inaugurada por Luis XI no era una monarquía centralizada,
ya que estaba dividida en 12 gobernaciones, con administración de sus
respectivos príncipes.
Con las guerras de religión que se dan en el s. XVI lo que se da es una
reafirmación del Estado Real, porque cuando la nobleza ve que se puede
presentar un levantamiento desde las partes bajas, que pude ponerle fin, lo que

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hace es cerrarse para no permitirlo. Enrique IV termina aceptando el
catolicismo como una estrategia.
Luego de varios cambios políticos y económicos y series de rebeliones
populares, la Fronda puede considerarse como la más importante de estas.
Algunos sectores de la nobleza, la magistratura de los titulares de cargos y de
la burguesía municipal usaron a las masas descontentas para su beneficio en
contra del Estado Absolutista. Esto genero una prolongación de la guerra
contra España. El hambre y una sucesión de malas cosechas se juntaron con
una rebelión de officiers cansados de la guerra y sus consecuencias. Se dieron
una serie de dictaduras municipales.
Aunque la presión desde abajo fue más importante que en las guerras de
religión, la Fronda fue menos peligrosa para el absolutismo ya que las clases
propietarias se encontraban más juntas y fuertes. En adelante la aristocracia
habría de asentarse bajo el absolutismo consumado de Luis XIV, quien asumió
el mando personal de todo el aparato estatal en 1661. Lo que hizo que el
absolutismo llegue a su apogeo.

ABSOLUTISMO INGLES
En la Edad Media, la monarquía feudal de Inglaterra fue más poderosa que la
francesa, pero esta monarquía tan fuerte produjo el absolutismo más débil y de
más corta duración.
EL rasgo característico de Inglaterra son sus instituciones parlamentarias. Y
después de Eduardo I se acordó que ningún monarca podía decretar nuevas
leyes sin el consentimiento del parlamento. Otro rasgo del feudalismo ingles fue
la fusión entre la monarquía y la nobleza en el plano judicial y administrativo
local.
La nobleza inglesa era voraz y guerrera como cualquier otra. Su superioridad
durante un largo transcurso de la guerra de los Cien Años se debió a la
integración y solides de la monarquía feuda inglesa. Tenía una capacidad de
administrar sus recursos y agrupar a su nobleza mucho mayor que la francesa.
Para Anderson, la lealtad de la nobleza inglesa se cimentada en las
victoriosas campañas exteriores. Esto no cambió hasta que Carlos VII de
Francia promovió la reorganización del sistema feudal francés. Una vez
desaparecidos sus aliados borgoñones, las fuerzas inglesas fueron expulsadas
del territorio francés. Esto genero la llamada Guerra de las Rosas en Inglaterra.
La guerra civil termino con la fundación de la dinastía Tudor en 1458.
Cuando aumento su seguridad en el poder, Enrique VII desecho al
parlamento, que hasta ese momento tenia reuniones anuales y ejercía el
gobierno centralizado a través de un pequeño grupo de consejeros y hombres
de su confianza.

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Con la Star Chamber y la Justice of the Peace, la monarquía se hizo de un
arma para reprimir revueltas y sediciones; y, reforzar la administración local.
Los dominios reales se ampliaron por la recuperación de tierras, y su producto
para la monarquía se cuadruplico. Hacia el final del reinado de Enrique VII los
ingresos casi se habían triplicado y el tesoro tenía una reserva de casi dos
millones de libras.
La Dinastía Tudor había comenzado en los inicios del S.XVI un fructífero
camino hacia la construcción de un absolutismo inglés.
Enrique decide divorciarse de su esposa española. Esto le trajo problemas
tanto con el papado y con Carlos V de España. Para poder contar con el apoyo
de la clase terrateniente en su disputa con el papado y con el imperio, Enrique
VIII convocó nuevamente a un Parlamento, el más largo de la historia, del que
quería obtener aprobación para realizar la incautación política de la Iglesia por
el Estado en Inglaterra. EL volver a utilizar esta institución no fue una debilidad,
sino que revitalizo el poder real. Ya que esto aumento el patronazgo y liderazgo
de la monarquía al transferirle el control de todo el aparato eclesiástico.
El aparato represivo aumento durante todo el mandato de Enrique VIII. Este
hizo uso del parlamento para su propio beneficio.
Pero esta monarquía Tudor carecía de un sólido poder militar. No hay que
hacer solo hincapié en el parlamento como la principal característica de que la
monarquía se haya dado de esta manera en Inglaterra, sino que hay que tener
en cuenta el contexto internacional. Países como España y Francia, que antes
habían sido victimas del poderío inglés, ahora eran monarquías dinámicas y
agresivas que ahora se disputaban la conquista de Italia. E Inglaterra se veía
fuera de esta lucha. Las diferencias demográficas y económicas con la que
contaban hicieron su efecto para poder lograr una superioridad frente a los
ingleses. La dinastía Tudor no tenía las condiciones ni tampoco la necesidad
de preparar una maquinaria militar como la de España o Francia.
El acto de Enrique VIII fue su alianza con el imperio y posterior ataque a
Francia en 1543 tendría consecuencias para el destino de la monarquía
inglesa. La intervención militar en el continente estuvo mal dirigida y fue un
verdadero fracaso. Su costo se elevó y la monarquía se vio obligada a recurrir
a los empréstitos y venta de las tierras de la iglesia que había conseguido
anteriormente para poder cubrirlos. Cuando la guerra termino, la riqueza y
ganancias que había obtenido el absolutismo desapareció y con ello la
posibilidad de crearse una estabilidad económica firme e independiente del
parlamento. A lo largo esto debilito al Estado y reforzo a la gentry, que había
sido la principal compradora de estas tierras cuya riqueza aumento
significativamente. Además, la clase noble se desmilitarizó produciéndose una
disociación entre la nobleza y la función militar que la había caracterizado en la
Edad Media. A raíz de ello, la aristocracia se volcó gradualmente hacia las
actividades comerciales. El campo cambio pago los costos de esta mala
incursión a costa de miseria y hambre.

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Pero el reinado de Isabel I, en la segunda mitad del siglo, reestableció el
status quo interno, sin ninguna innovación. Lo religioso se fue hacia un
protestantismo y se estableció una iglesia anglicana domesticada.
Ideológicamente la autoridad real se vio muy realzada gracias a la elevación de
la popularidad de la reina.
Con el paso del tiempo la cámara de los comunes aumento en número de
miembros, también creció la proporción de la nobleza rural. La monarquía
contaba con una maquinaria coactiva y burocrática muy reducida. Y la
inferioridad del absolutismo ingles termino cancelando cualquier tipo de idea
expansionista en el continente. Aunque tuvo la posibilidad de conquistar a una
pobre y débil Irlanda.
EL principal avance se da en el siglo XVI con el giro hacia el equipamiento y la
expansión naval. Tanto los viejos barcos de guerra a remo como los buques
comerciales fueron sustituidos por “grandes barcos de guerra equipados con
armas de fuego.
La extensión del linaje Tudor en 1603 y la llegada de la dinastía Estuardo
crearon una situación totalmente nueva. Con Jacobo I en el trono Escocia se
unió a Inglaterra por primera vez a través de un vínculo personal. El impacto
escoces con el paso del tiempo seria decisivo para el absolutismo inglés.
Durante el último periodo medieval, la monarquía inglesa fue incapaz de
consolidar su disciplina real sobre sus dominios.
La sucesiva dinastía Estuardo, arruinada por las minorías inestables y los
gobiernos de regencia, fue incapaz de hacer grandes cosas contra el desorden
endémico del país durante los siguientes ciento cincuenta años, mientras que
Escocia se ataba a Francia por medio de alianzas diplomáticas
A principios del siglo XVII el alza de las rentas supero a los precios, generando
muchos beneficios para la clase terrateniente. En Londres se dio una
concentración sin precedentes de comercio y manufacturas lo que la volvió la
capital más dominante de cualquier país de Europa. Antes del final del siglo
Inglaterra contaba con algo similar a un mercado interno. El capitalismo agrario
y mercantil había experimentado avances más rápidos que los de cualquier
otra nación, excepto Países Bajos. Inglaterra conto con una paz social basada
en impuestos bajos y algunos beneficios para los pobres. La nobleza ya no
necesitaba la creación de ninguna maquina coactiva centralizada a disposición
del Estado. Al mismo tiempo que el bajo nivel impositivo impedía la aparición
de una enorme burocracia.
El absolutismo insular solo podía existir con sus débiles ingresos mientras no
tuviera necesidad de crear un ejército. Solo el Parlamento podía proveer los
recursos necesarios, pero una vez convocado era seguro que comenzaría muy
pronto a desmantelar la autoridad de los Estuardo.
EL absolutismo ingles termina siendo derribado por una gentry comercializada,
una city capitalista y un artesanado y una yeomanry plebeyos que iban más

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adelantados a él. Antes que pudiera madurar fue derribado por una revolución
burguesa.

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