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“El eco de mi madre es un libro único, ya a partir del título mismo que recuerda precisamente
el remanente, lo que queda de la persona que se está yendo, esa voz que ya es eco, que se
confunde con el silencio sin por ello dejar de decir: ‘escuchá lo que no dice.”
Esa relación entre lo que no se dice, se hace presente en ambas obras. En Ecos de
mi madre, el “yo lírico” se copia de la que era “plagiando al plagiario” como el padre de
Lucy que copia un libro ajeno, “Se inclina sobre el cuaderno y con esfuerzo / va copiando
una a una las palabras / del libro que tiene al lado”. Del mismo modo, el “yo lírico” de los
poemas de Kamenszain se encuentra resignado a ese desconocimiento, puede su madre no
acordarse de ella pero seguirá siendo su madre, “ella puede no acordarse de mí pero no
importa”. Para profundizar más, analizaré un poema de Tamara Kamenszain (2010)
II
La autora nos lleva a ese mundo de la ecolalia desde el olvido, desde la forma más
próxima de nuestra facultad del lenguaje y el habla como instrumento para concretar el uso
de la lengua. Un bebé furioso que está a punto de estallar porque no puede expresarse, no
sabe cómo decirlo. Cuando el bebé llora la madre sabe que algo le sucede, algo quiere pero
debido a su pequeñez y poco desarrollo no puede expresarse. De ese modo, ese sujeto que
ha olvidado las palabras no lo puede hacer, entonces “adelanta su bebé furioso”.
En este procedimiento de distanciamiento, podemos percibir, a través de la
aliteración, dos sonidos contrastantes que hacen que el poema se vuelva duro y a punto de
explotar. La “d”, en desmadrada, detengo, estado, de, demasiado, descuidada, cuida,
empieza una sensación trunca de poder hacer o decir algo, hay un obstáculo en tanto “d”
como un sonido del tipo fonema dental no permite la salida del aire, queda atrapado, y el
bebé furioso se hace presente. Por otro lado, la “s”, en desmadrada entonces, estado, cosas,
demasiado, presente, ser, descuidada, mientras, otros, se interpone como ese fonema
alveolar que permite una pequeña salida del aire mientras está atrapado un poco. Esto
muestra cómo la madre intenta decirlo todo en esa salida de aire aunque no se le entienda
nada.
Sin duda, Kamenszain manifiesta una lectura más profunda en sus versos gracias a
este proceso de singularización, generando un extrañamiento en nuestra percepción hasta el
punto de pensar en los sonidos de nuestras palabras y las sensaciones de la niñez. En este
sentido, es como sostiene Piaccenza (2001), el cual expresa que “el canon escolar ganará en
autonomía, paradójicamente, en la medida en que se produzca la mayor cantidad posible de
interacciones posibles con la producción editorial y la teoría critica” (p.5). Merece mucho
más que un simple análisis como el que estoy haciendo, pero con esta parte brindada por la
materia pude ahondar un poco más en los poemas sin pensar solamente en los
procedimientos de la lengua como algo mecánico sino como un todo que se traslada al
objeto mismo, lo cual puede ser abordado de la misma manera por nuestros estudiantes de
secundaria.
Bibliografía consultada
Friera, Silvina. (martes 15 de febrero de 2011). “La memoria trabaja con todos los géneros
literarios” en Página 12. [Archivo Digital]. Disponible en
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-20776-
2011-02-15.html