Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Desarrollo Afectivo y Emocional - Teoría Del Apego
El Desarrollo Afectivo y Emocional - Teoría Del Apego
II Ciclo
ASIGNATURA DOCENTE SEC.
Desarrollo Evolutivo I Edira Yelitze Urbano Reaño 40T1
AUTOR(ES)
Quiroz-Valencia Camila cquirozv@autonoma.edu.pe
Resumen
Dedicatoria
Introducción
1. CAPÍTULO I: DEFINICIÓN DEL DESARROLLO EMOCIONAL Y
AFECTIVO EN LA PRIMERA INFANCIA
1.1. El sentimiento de Seguridad es un camino del desarrollo
1.2¿Qué son las emociones y cómo surge el concepto?
1.3. Principales factores que intervienen en su desarrollo
2. CAPÍTULO II: Desarrollo de las emociones en la primera
infancia
2.1. Concepción de infancia a lo largo de la historia
2.2. Primera Infancia
2.3. Principales Alertas de Intervención del Desarrollo Afectivo
y Emocional de la Primera Infancia
3. CAPÍTULO III: TEORÍAS DEL DESARROLLO
EMOCIONAL Y AFECTIVO EN LA PRIMERA INFANCIA
3.1. Teoría del apego Jonh Bowlby
3.2. Teoría del apego Sigmund Freud
3.3. Teoría del apego Erick Erickson
4. El rol de la familia en el desarrollo afectivo y emocional
CONCLUSIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ANEXOS
Resumen:
La familia es el lugar donde los niños gozan de sus primeras interacciones con el mundo,
los padres les proporcionan el desarrollo afectivo emocional y social, además de las
actividades de aprendizaje. Las madres, especialmente, invierten grandes cantidades de
recursos, tiempo y energía para que puedan sobrevivir y convertirse en adultos exitosos.
Teóricamente, las madres y los padres buscan invertir en la crianza de sus hijos, para que
éstos logren un proceso de adaptación y sobrevivencia al ambiente que les tocó vivir, por
lo tanto, buscan las mejores técnicas para lograrlo. En este sentido, el presente estudio
investiga cómo los padres y las madres se perciben a sí mismos en sus prácticas de
crianza y en las formas de mostrar afecto a sus hijos e hijas.
Palabra clave:
Por lo que debemos destacar tanto las primeras experiencias de un niño, las relaciones
con los padres y las experiencias educativas tempranas tendrán un impacto significativo
en su futuro desarrollo físico, cognitivo, afectivo, emocional, sexual y social. Es por esto
que es fundamental optimizar la infancia de los niños, ya que es la mejor inversión que se
puede hacer para el futuro de estos.
El apego tiene un papel muy importante a lo largo de todo el ciclo vital por lo que
establecer adecuados vínculos de apego con personas adultas que nos cuiden y eduquen,
así como vínculos de amistad con los que compartamos experiencias y juegos, es
fundamental para el desarrollo emocional. La calidad de esta relación no depende de un
momento, sino de lo que pasa sistemáticamente entre ese niño y el adulto que está a cargo
de su cuidado. Si el bebé experimenta un cuidado que consistentemente responde a sus
señales y a sus necesidades, desarrollará una confianza perdurable en sí mismo y en otros.
La falta de apego puede desarrollar en el niño una carencia emocional provocando una
serie de miedos e inseguridades que le harán actuar de modo desadaptado provocando
situaciones de bloqueo emocional o reacciones de rebeldía importantes.Se generan
personalidades débiles e inseguras que pueden llegar a remontar en la edad adulta cuando
descubren, por sí mismos, herramientas para desenvolverse en la vida.
1. Conceptualización de la emoción
Todas las habilidades cognitivas, motrices, sensoriales se gestan en la primera infancia, por
ende hoy en día es frecuente escuchar sobre la estimulación adecuada, es ahí donde nace
un mundo desconocido para algunos padres de familia, y son todas las actividades sociales,
afectivas y emocionales (La relación con sus progenitores o cuidadores, con sus hermanos,
abuelos, tíos, amigos y demás personas que lo rodeen) que hay en la relación de todos los
días, en donde experimentan la tristeza, alegría, frustración, entusiasmo entre otras
emociones; convirtiéndose ese momento clave para la interacción entre adultos e infantes y
en particular, para el desarrollo de éstos. Según (Delgado, 2020) el desarrollo afectivo y
emocional en la primera infancia comprende las edades desde 0-6 años, en dichas edades
es donde se empieza a desarrollar los aspectos emocionales, afectivos y sociales, tanto con
el mismo, como con las demás personas de su entorno. Es por esto, que es muy importante
que la necesidad afectiva sea cubierta de manera satisfactoria, para que así, el desarrollo
emocional del niño no se vea afectado en la siguiente etapa.
Por consiguiente es pertinente retomar la siguiente información recopilada del Libro Sentir
y Crecer. El Crecimiento Emocional en la infancia de Palou V. Silvia. Los infantes son
muy sensibles a la construcción de significados y son capaces de captar matices que a los
adultos les parecen desapercibidos. Así, el infante desde muy pequeño, capta en la voz de
la madre cuáles son sus sentimientos, por ej. La tristeza provocada por la enfermedad de
un familiar, aunque no se le ha dicho y a pesar de procurar conscientemente que el infante
no lo note. Esta sensibilidad para captar las emociones de los demás demuestra la
capacidad empática que, de una forma natural, posee el infante. La misma necesidad de
leer los significados de la realidad en los ojos de los demás, para poder construir la suya,
hace que tenga abierto todos sus poros para captar todas las emociones que desprenden las
personas afectivamente vinculadas a él. “Las cosas no tienen valor por sí mismas, sino por
la relación que provocan”. Lo que significa en un determinado contexto lo que tienen de
ustedes mismos, los recuerdos que les evocan, los afectos que les permiten establecer, los
sentimientos que les despiertan. La imaginación, el juego, la creatividad brinda la
oportunidad de hacer salir estos símbolos; “Jugar a transformar para descubrir el sentido
que tienen las cosas y las personas”. Emociones que no podemos olvidar a la hora de
conectar con el mundo de las emociones de los infantes, la comunicación de las emociones
a través de los diferentes lenguajes se ve muy reforzada si aprovechan las cualidades de
cada uno de ellos para ayudarse mutuamente. Para lo cual se concluye que para Silvia
Palou V. Las emociones son: El desarrollo y la grandeza de los infantes en la capacidad de
comunicarse, de disponer de herramientas, símbolos, y lenguajes que les sirvan para
establecer relaciones con los demás. Esta extraordinaria capacidad aporta riqueza,
complejidad al desarrollo personal. A su vez las relaciones que establece con cada uno de
los contextos (Familiar, Social, Cultural) configura su mundo emocional.
Por otro lado, según lo mencionado del Libro Serie Bruner. Primera Infancia (0-2),
segunda edición de T. Fiel. Para el Desarrollo social y emocional el infante necesita el
contacto humano, desde muy temprana edad y cuando experimenta interacciones sociales,
aprenden a distinguir entre las propiedades especiales de los seres humanos. Muestra
emociones diferentes y, durante las primeras interacciones, desarrolla destrezas de
comunicación social, como escuchar y alternar su turno con otros. Algunos han afirmado
que el infante llega al mundo como ser socioemocional ya constituido: en cualquier caso,
el desarrollo de estos aspectos se incrementan por su experiencia con otras personas. Las
capacidades de adoptar expresiones, caras y voces de los demás, de interactuar con ellos y
de desarrollar apegos o relaciones son algunas de las destrezas necesarias para el desarrollo
socioemocional. Siguiendo con la investigación tenemos a la Doctora Martha Leiva Mesa,
creadora del método Leiva (Los afectos fuentes de estimulación), deja entre ver que el
Desarrollo emocional en la primera infancia es un tema importante porque aparentemente
las familias, los padres no entienden que los infantes, igual como el aprendizaje social,
emocionalmente también lo aprenden y lo desarrolla en su entorno. Siendo una de las
cosas que se debe entender es justamente las emociones de los infantes “Las emociones
tienen voz y hay que aprender a escucharlas” cómo se escuchan las emociones de los
infantes a través del contacto, a través del sentir. Con lo concerniente al Método Leiva, el
objetivo es la estimulación sensorial del feto en gestación para su maduración cerebral, es
importante para ello controlar el estrés de la 13 madre lo que permitirá el establecimiento
del vínculo con su hijo durante todo el proceso de gestación. Esta relación de vínculo del
feto con la madre es una forma de comunicación, porque en la medida que la mujer esté
tranquila y fortalezca esa relación afectiva, se está creando impresiones sensoriales
positivas que regulan la maduración del Sistema Nervioso. Todo esto unido al trabajo
terapéutico por el especialista que permitirá establecer nuevos esquemas de pensamientos
que mejoren la relación de aptitud madre-bebé.
En esta condición no sólo se va a influenciar a nivel mental sino que lo psíquico va a
actuar bioquímicamente en el cuerpo de la madre y el feto. También se emplea una música
estimulante tanto para el bebé como para la madre, que facilita la inundación emocional
para profundizar en sus mecanismos psicológicos. De esta manera se está creando en
términos generales una red de integración llamada red psiconeuroinmunoendocrino,
definido como único sistema que controla al organismo, donde las moléculas de
comunicación actúan en todos los sistemas, estos son los neurotransmisores,
neuropéptidos, hormonas y citoquinas. Por lo que podemos deducir que, las emociones
repercuten no sólo en el sistema nervioso, sino también en el sistema endocrino y en el
sistema inmune.
En lo referente al término emoción, Silva y Calvo, afirman que, “se refiere a un fenómeno
complejo que envuelve por un lado, una base biológica y por otro, posee determinantes
socioculturales presentes en el desarrollo del individuo”. En esta misma línea Vigotsky,
propone que la compresión del desarrollo no solo emocional sino humano como tal, se da a
partir de los cambios que ocurren en diferentes periodos de la vida, derivándose éstos de la
relación entre el contexto general y la situación social de desarrollo particular, donde el
infante se inserta. Por tanto se hace evidente la influencia tan demarcada de lo psíquico y
lo social para un desarrollo emocional, tal como se mencionó anteriormente, esto genera
un cambio en el infante, dichos cambios generan crisis en los infantes, impulsandonos a
buscar nuevas habilidades para atender sus necesidades, involucrando múltiples
emociones, que dan madurez al desarrollo emocional; así lo relatan Silva y Calvo, 2018 “la
emoción también se halla presente de modos distintos, pues los periodos de transición y
crisis acarrean cambios significativos que se inician con una base orgánica, a la cual se
añaden determinantes históricos y sociales”.
Es así como afirman estos autores que, el desarrollo afectivo comienza con el nacimiento,
momento en el que el infante es insertado en un grupo social, de lo cual depende la
satisfacción de sus necesidades, completamente vueltas, en principio, a su supervivencia.
Por tanto en lo referente al desarrollo infantil, se hace una integralidad de los diferentes
procesos que se involucran en el crecimiento del infante, desde el progreso cognitivo,
emocional hasta las interacciones sociales. Respecto al término general “desarrollo”, ha
cambiado y en la actualidad se enmarca dentro del ciclo vital con un antes y un después, es
decir desde la concepción hasta la muerte, depende de las circunstancias del individuo, el
contexto en que nace y vive y su historia personal, además tiene en cuenta el crecimiento y
deterioro de la persona y su desempeño flexible (Arisma, s.f).
Un niño puede sentirse seguro con ambos padres, seguro con uno e inseguro con el otro o
con ambos padres y también puede ser que el niño sea inseguro con ambos padres de modo
que este modelo será aún más complejo, ya que permite la posibilidad de que un niño haya
formado múltiples modelos operativos del mismo padre en diferentes momentos de su
historia de relación, ya que los padres cambiaron las líneas principales de sus interacciones
ya que la seguridad o inseguridad del apego no es propiedad del niño, sino de la relación
entre el niño y el cuidador que luego se interioriza.
Una madre o cuidadora puede satisfacer al bebé siendo sensible y empática a sus señales
de apego, o por el contrario ser insensible y rechazante. En el primer caso colaborará en la
construcción del sentimiento de seguridad del niño; en el opuesto destruirá tal sentimiento,
dando lugar a otro camino del desarrollo, al apego ansioso o inseguro. (Bowlby, 1973), a
un falso-self, una incrementada sexualidad autoerótica y a diversos desarrollos marcados
por la frustración del deseo de apego.
En la malla intersubjetiva familiar y con la influencia del lenguaje se van estructurando los
modelos representacionales, tanto de las figuras de apego como del sí mismo (self), que
jugarán un importante papel en la experiencia interna de seguridad o inseguridad del
sujeto. Estos modelos son construidos por vía semántica ("lo que se le dice al niño") y por
vía episódica ("lo que el niño percibe directamente"). Se puede decir de los modelos
representacionales que son "procesadores de información", idea que se ajusta a la función
que Bowlby le atribuía al psiquismo. Para Bowlby (1988) el aparato psíquico no tendría
como tarea la descarga o control de los estímulos pulsionales, sino el procesamiento de
información. El psiquismo procesa la información a fin de mantener el lazo de apego y
para sostener una determinada representación del sí mismo. Esto resulta notorio en los
casos de abuso emocional o sexual con participación de familiares cercanos. El niño
abusado puede "borrar" de su conciencia la información angustiante a los efectos de
mantener una imagen del otro como cuidador y proveedor de seguridad (y no como
abusador o amenazador), y de sí mismo como amado (y no desvalorizado o humillado).
Esta "exclusión de información" es una versión informacional del mecanismo freudiano de
represión y da cuenta de la imposibilidad del infante (y del no tan infante) de percibir "el
lado oscuro de la luna", o sea aquellos rasgos del progenitor o figura de apego que
producen angustia. La percepción de esa cara oculta y evitada del cuidador resulta
angustiante y cuando tiene lugar suele ser seguida de una renegación o desmentido
(verleugnung) de lo percibido, restaurando la situación anterior. La angustiante
información percibida es borrada del psiquismo consciente. No solo la percepción, también
la memoria opera sosteniendo el vínculo. Amnesias, recuerdos sepultados, etc. apuntan a
mantener una determinada representación de la figura de apego y del propio self.
“Todos conocemos por experiencia propia qué son las emociones y la gran importancia que
tienen en nuestras vidas. De hecho, los seres humanos sólo podemos experimentar la vida
emocionalmente: Siento, luego existo. Sin embargo, sobre la naturaleza de las emociones
todavía existen muchas preguntas sin adecuada respuesta (Lawler, 1999), y esto explica la
dificultad para llegar a una definición satisfactoria (Marcus, 2000: 224). La profunda
complejidad que caracteriza el habitar de los seres humanos en el mundo queda reflejada
en el amplísimo y sutil universo de nuestras emociones. Por este motivo, comprender la
compleja naturaleza de las emociones humanas constituye un requisito imprescindible para
el adecuado desarrollo de la sociología.” (Bericat,2012,p.1)
1.3. Principales factores que intervienen en su desarrollo
Desde que nacen, los niños sonríen y muestran interés, disgusto e incomodidad. Las
expresiones de ira, sorpresa y tristeza aparecen entre el segundo y el cuarto mes, y el
miedo comienza en el quinto mes. Sin embargo, las relaciones emocionalmente expresivas
requieren cierto grado de desarrollo neurológico y no son inicialmente un indicador de
emociones, aunque son importantes herramientas de comunicación ya que en los primeros
dos años de vida, las emociones están más separadas entre sí, se vuelven más selectivas y
se manifiestan con mayor velocidad, intensidad y duración. El desarrollo emocional revela
la forma de cómo los bebés empiezan a percibir, comprender y responder a su entorno,
también muestra que las emociones de los bebés contribuyen de forma importante a la
interacción entre los padres y el niño ya se por el llanto, la sonrisa y otras expresiones del
bebé son señales sociales muy significativas(Paideia, 2019).
El interés por educar y criar a los niños es tan antiguo como la historia pero las ideas sobre
cómo hacerlo y las prácticas de crianza han sido muy diferentes en distintos momentos
históricos. También desde siempre ha habido una tendencia a dividir el curso de la vida en
etapas o periodos, desde el nacimiento hasta la muerte. La forma de dividir estos periodos
tenía que ver con la concepción dominante de cada sociedad y momento histórico. Por
ejemplo, parece que en la Antigüedad y la Edad Media NO se reconocía la infancia como
etapa con sus propias características y cualidades, y hasta el S. XVII no hubo un
sentimiento de la infancia (al menos, tal y como lo entendemos actualmente).
Durante los primeros años de vida, y en particular desde el embarazo hasta los 3 años, los
niños necesitan nutrición, protección y estimulación para que su cerebro se desarrolle
correctamente. Los progresos recientes en el campo de la neurociencia aportan nuevos
datos sobre el desarrollo cerebral durante esta etapa de la vida. Gracias a ellos, sabemos
que en los primeros años, el cerebro de los bebés forma nuevas conexiones a una velocidad
asombrosa, según el Centro para el Niño en Desarrollo de la Universidad de Harvard, más
de 1 millón cada segundo, un ritmo que nunca más se repite.
Sin embargo, demasiados niños y niñas se ven privados de tres elementos esenciales para
el desarrollo cerebral: “comer, jugar y amar”. En pocas palabras, no cuidamos del cerebro
de los niños de la misma manera en que cuidamos de sus cuerpos.
Son varios los factores que determinan por qué algunos niños reciben la nutrición, la
protección y la estimulación que necesitan, mientras que otros se quedan atrás. La pobreza
es un factor común de la ecuación. En los países de ingresos medianos y bajos, 250
millones de niños menores de 5 años corren el riesgo de no alcanzar su potencial de
desarrollo debido a la pobreza extrema y al retraso del crecimiento.(Unicef,2017)
A pesar de ser un área de estudio relativamente nuevo hay muchas teorías sobre el
desarrollo emocional. Mientras que se podrían llenar volúmenes enteros que explican las
complejidades de estas teorías, tres de ellas serán el tema central de este artículo. Una de
las teorías más destacadas es la de Erik Erikson cuyo trabajo se basa en la teoría psico
sexual de Sigmund Freud. Otro teórico importante en el ámbito del desarrollo emocional es
Lawrence Kohlberg, cuyo trabajo se basa en la labor del psicólogo de desarrollo Jean
Piaget, que se centra en los puntos de vista sobre el crecimiento y la de Charles Darwin.
La relevancia de las emociones y del desarrollo de la inteligencia emocional en diversos
ámbitos de la actividad humana es tema de indiscutible interés en la investigación
científica, por su vinculación con el desarrollo de comportamientos más adaptativos y
menos patológicos (Mestre & Guil, 2012; Mestre, Gutiérrez-Trigo, Guerrero, & Guil,
2017).
Según Bowlby (1986), la conducta de apego es toda aquella que hace posible lograr o
mantener la cercanía de un objeto con otra persona distinguible, a la que se suele
considerar esencialmente más fuerte y/o más inteligente, lo que favorece la búsqueda de la
cercanía interpersonal. un bebé pequeño y su padre o tutor. Se destaca que la experiencia
del niño con sus padres juega un papel fundamental en la posterior capacidad del niño para
crear vínculos afectivos, y que su tarea principal debe ser crear una base sólida para el niño
y animarlo a explorar desde allí es importante que los bebés puedan confiar en sus patrones
de apego y que puedan contener y proteger al niño cuando lo necesite. La interacción entre
el cuidador y el niño puede explicar la calidad del vínculo relacionado con lo que Bowlby
(1980) define como modelos internos de acción, que son las expectativas que el niño tiene
sobre sí mismo y el niño. otros y que le permiten anticipar, interpretar y responder al
comportamiento de estas figuras de apego cuando integran experiencias presentes y
pasadas en esquemas cognitivos y emocionales.
Bowlby plantea la existencia de sistemas motivacionales que favorecen la supervivencia
del individuo y la especie. Dentro de estos sistemas encontramos, el sistema de apego,
sistema de afiliación, sistema de alimentación, sistema exploratorio y sistema sexual. Estos
sistemas “... son entendidos como un conjunto de respuestas o un repertorio de conductas
que tienen el objetivo de promover la satisfacción y regulación de las necesidades básicas”
(Gago, 2014, p.2). Esencialmente el vínculo de apego asegura la supervivencia, el
sentimiento de seguridad y de estima, la posibilidad de establecer comunicación
emocional, funcionando a su vez como base de exploración de la realidad y refugio. Como
los demás sistemas motivacionales, este se estructura a través de la interacción, a través de
constantes sensoriales en proximidad con otro humano, de esta forma el neonato comienza
a preferir y discriminar de lo inanimado. Estableciéndose este vínculo con una persona en
particular a la que el niño recurrirá por seguridad afectiva, estos pueden establecerse con
más de una persona, sin embargo, se forman con un número reducido. Cabe mencionar que
la formación de dichos vínculos no se limita en la infancia, esta posibilidad se encuentra
abierta a lo largo de la vida a través de parejas afectivas, amigos e hijos (Gago, 2014;
Bleichmar, D., 2005). La teoría del apego sostiene que ciertas conductas se activan siempre
que se perciba una amenaza o aumente la distancia con la figura de apego, intentando
restablecer la proximidad (Oliva Delgado, 2004).
Lejos de encontrarnos ante una simple conducta instintiva que aparece siempre de forma
semejante ante la presencia de un determinado estímulo o señal, el apego hace referencia a
una serie de conductas diversas, cuya activación y desactivación, así como la intensidad y
morfología de sus manifestaciones, va a depender de diversos factores contextuales e
individuales. (Oliva Delgado, 2004, p.65) En un primer momento, es el cuidador quien
juega un rol activo en este acercamiento, el bebé realiza “señales”, tales como el llanto,
sonrisas, balbuceos y gestos con el fin de lograr la aproximación deseada. Más adelante
este rol es ocupado por el niño cuando logra desarrollar las “conductas de acercamiento”,
donde él es quien efectivamente las pone en práctica (Barg Beltrame, 2011)
Gracias a la presencia y disponibilidad del cuidador se estructuran configuraciones
mentales a las que Bowlby denominó modelos operativos internos, estos se logran a partir
de experiencias repetidas, recuerdos procedimentales de la interacción entre la díada,
donde sean negativos, positivos o ambos, el niño desarrolla una serie de representaciones
mentales con respecto a su figura de apego y a sí mismo, basadas en la historia de esta
relación, siendo un proceso activo y operativo (Grimalt y Heresi, 2012). Estas
representaciones establecen expectativas sobre la disponibilidad de otros y de sí mismo
como merecedor de cuidados, es decir, tienen un origen interpersonal (Bleichmar, 2005).
Esta serie de representaciones tiende a permanecer en el tiempo, si bien se producen
alteraciones, adaptándose a los cambios inherentes del desarrollo, su función y provisión
de seguridad continúa. A su vez proporcionan características centrales en el
funcionamiento de la personalidad a lo largo de la vida, cumpliendo una función de puente
desde el desarrollo temprano hacia las relaciones sociales posteriores (West &
Sheldon-Keller citado en Ávila López, 2002; Bowlby, 1989; Altmann de Litvan y Grill,
2000). Dio Bleichmar (2005) expone que Kenneth Craik sostuvo que un organismo que es
capaz de formar modelos de trabajo de su entorno, mejora las posibilidades de
supervivencia. Bowlby sostiene que los términos “imagen” o “representaciones” portan un
sentido estático, en cambio, lo propuesto por Craik denota una cierta flexibilidad la cual
prefiere, puesto que “modelo” y “trabajo” sugiere que son representaciones donde la
persona opera mentalmente, las cuales pueden ser usadas para generar predicciones en
situaciones posibles o potenciales, sin constituir solamente un registro de lo previamente
experimentado. Los estudios muestran que, si se observan las pautas de apego en niños de
doce meses, éstas ya tienden a persistir. A esta edad se puede predecir el modo en que el
niño se comportará tres años y medio más tarde en un grupo en ausencia de su cuidador
(Bowlby, 1989).
● Tipos de Apego
Los trabajos de Bowlby fueron continuados por Mary Ainsworth, quien desarrolló una
situación de laboratorio la cual denominó Situación Extraña. A partir de esta observó que
las conductas de exploración y de juego se veían favorecidas cuando la madre estaba
dentro de la habitación, disminuyendo cuando se encontraba en presencia de una persona
desconocida. Esto le brindó la oportunidad de observar cómo responde el niño, en
presencia de sus padres, estando solo y ante el regreso de estos (Bowlby, 1989). Luego de
dichas observaciones, Mary Ainsworth estableció diferentes clasificaciones del apego,
estos patrones “se describen como estilos prototípicos que el niño tiene para usar a su
figura significativa como base segura en momentos de stress y como refugio seguro en
momentos de exploración” (Lecannelier, 2008, p. 198). Se dividen en apego seguro, apego
inseguro-evitativo, apego inseguro-ambivalente. Estas surgen en virtud de las conductas
que se manifiestan en el infante al momento de reunirse con el cuidador luego de la
separación, evaluándose de acuerdo a, la búsqueda de proximidad, la evitación de esta, el
mantenimiento del contacto y la resistencia a este último (Bleichmar, 2005). El apego
seguro se manifiesta en la mayoría de los niños criados en un hogar de “bajo riesgo”. El
niño confía que tiene un acceso libre y abierto a sus figuras parentales, siendo sensibles y
colaboradoras si se enfrenta a una situación adversa o atemorizante. Las interacciones se
basan en señales claras por parte del niño y respuestas relevantes y apropiadas por parte
del cuidador. Estas mismas son tranquilas, íntimas e indicativas de que se mantiene una
relación especial. Así mismo se caracteriza por sus conductas de exploración activa en el
ambiente cuando la seguridad se encuentra satisfecha, existiendo disgusto ante la
separación del cuidador, pero pudiendo conseguir fácilmente consuelo y una respuesta
positiva cuando este vuelve. La comunicación de deseos y sentimientos es sincera y
compartida, negociando abierta y directamente sus demandas (Molero, Sospedra, Sabater y
Plá, 2011; Garrido Rojas, 2006). El apego inseguro se construye a través respuestas
inadecuadas de parte del cuidador, produciendo que el sentimiento de amenaza se duplique
en el niño, quien buscará mayor proximidad, sin embargo, esta figura tiende a rechazar,
castigar o ignorar los intentos de aproximación del niño. Cabe señalar que cuando el niño
busca el contacto y no lo encuentra, su expectativa de seguridad se rompe, es así que
llegará un punto en el que el niño cese todos sus intentos. Esto se debe a que las respuestas
obtenidas (repetidas veces) fueron contrarias a la expectativa inicial, conduciendo a una
organización defensiva a la cual se la describe como patrón de apego inseguro, existiendo
una diferenciación entre dos clasificaciones (Bleichmar, 2005). El patrón
inseguro-evitativo se caracteriza por la independencia física del niño y el cuidador
principal, puesto que el niño no busca la proximidad ni siquiera en una situación
estresante. El cuidador responde distrayendo o redirigiendo su atención hacia el exterior,
emocional y físicamente. Suelen mostrar una actitud independiente que puede ser
catalogada como positiva Se observan en determinadas edades estrategias defensivas que
permiten el acceso, pero evitan la confrontación o implicación emocional. Se trata de una
relación afectiva “falsa”, complaciente, sin embargo, sin comunicación directa con el/los
cuidadores, garantizando el acceso a estos pero evitando la implicación emocional, en otras
palabras, es estar “cerca pero no demasiado” (Molero et al, 2011). Cuando el cuidador se
ausenta, el niño no protesta si se encuentra en un entorno que le es familiar, explorando
activamente y siendo amigable con adultos extraños. Cuando este regresa, el niño aparta la
mirada de igual manera sucede cuando este intenta acercarse, más que una ausencia de
angustia es una estrategia de adaptación a está, producto de la separación. A causa de esto,
el niño tiende a desplazar la atención y rabia a objetos inanimados. Por otra parte, en el
hogar suelen mostrarse más enojados, con mayor muestra de sufrimiento (Bleichmar,
2005). El niño con un apego inseguro-ambivalente se muestra nervioso y hostil en la
relación con el cuidador principal, quien responde inconsistente a sus señales. Bleichmar
(2005) menciona que Main y Hesse (1990) sostienen que estas conductas son estrategias
para provocar respuestas afectivas por parte de este cuidador poco afectivo, exagerando de
tal manera su malestar. Se caracteriza por resistencias con el cuidador, siendo ambivalentes
con respecto a la proximidad y el contacto físico. Se distingue una relación de
dependencia, incluso exagerada, que se manifiesta por búsqueda de ayuda o conductas
seductoras, con la particularidad de que presentan quejas, conductas coléricas y conductas
de “tímido inmaduro”. Ante la separación se presenta inquietud ante mínimos estímulos
estresantes. Cuando es momento de reunión se manifiestan conductas resistentes, rabietas
y pataletas, o pueden permanecer pasivos y sufrientes, evitando el contacto. Es así que la
figura de apego falla para encontrar el consuelo, a su vez, falla en ser de base exploratoria,
el niño manifiesta angustia, pudiendo quedar pasivo o molesto en su presencia (Molero et
al., 2011; Bleichmar, 2005). Este sistema de clasificación estuvo abierto a expandirse,
incorporar nuevos datos y patrones de comportamiento, es así que el apego desorganizado
surge como categoría cuando posteriormente investigadores resaltan que un 10% de los
casos observados no podían ser categorizados en los patrones propuestos por Ainsworth.
Se considera que este es una reacción al estrés, maltrato físico o emocional dentro del
sistema familiar. Las figuras de cuidado se caracterizan por sus conductas abusivas y por
su rechazo extremo al niño, lo que le provoca un estado de “miedo sin solución”, ya que
estas mismas son la fuente de estrés. Resultando en una incapacidad para regular la
ansiedad por separación, dado que el niño no puede acercarse a esta figura por ser quien
provoca este estrés, pero tampoco separarse de éste, dado que resultaría en la ausencia de
quien cuida. Activándose una serie de conductas que se contradicen y se inhiben mientras
se realizan (Main & Hesse citado en Lecannelier, Ascanio, Flores y Hoffmann, 2011). El
niño en vez de optar por la huida busca protección; en la mayoría de los casos este es capaz
de lograr la proximidad, de otra manera, menciona Bleichmar (2005), no podría sobrevivir.
Cuando el adulto se presenta más calmado, podrá experimentar algún grado de consuelo en
sus brazos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
http://hdl.handle.net/20.500.12404/22213
85 (3): 265-268.https://scielo.conicyt.cl/pdf/rcp/v85n3/art01.pdf
http://hdl.handle.net/10259/5307
Suárez, S. M. (2022). Análisis de los resultados obtenidos en investigaciones sobre
el vínculo afectivo parentofilial y apego seguro como factores coadyuvantes
del bienestar emocional en niños y niñas de 0 a 5 años en situación de
pandemia por COVID-19. (Bachelor's thesis).
http://dspace.ups.edu.ec/handle/123456789/22078
http://repositorio.untumbes.edu.pe/handle/UNITUMBES/1711