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Universidad Gran Rosario

Profesorado de educación Universitaria

Asignatura: CURRICULUM

TRABAJO REFLEXIVO FINAL

Profesores: Nelson Abaca

Alumna: Burella, Talía

Año: 2022
TRABAJO FINAL CURRICULUM
TALIA BURELLA

Estos meses de cursar la materia curriculum, habilitándome a la lectura de diferentes textos,


me invito a reflexionar sobre mi práctica docente actual y futura…

Lo que me lleva a reflexionar que a lo largo de la historia de la humanidad la persona siempre


ha buscado a través de diferentes maneras de optimizar las condiciones de vida. Y la educación,
y dentro de esta el análisis curricular, es una de estas alternativas de mejoramiento de las
condiciones de la sociedad. Como afirman Tanner y Tanner (1980), para hacer más factible la
significación del conocimiento escolar a los estudiantes: (El curriculum) no debe ocuparse
exclusivamente de la herencia cultural de la humanidad, sino también de los problemas del
hombre y de la sociedad. La educación general requiere una perspectiva sobre el conocimiento
que es esencialmente diferente del conocimiento propio de la educación especializada" (pág.
445).
Desde siempre la sociedad estuvo atravesada por diversos y desiguales factores (culturales,
económicos, políticos, sociales, etc.), y sobre todo en los últimos años atravesados por la
pandemia; que impactan, influyen y condicionan las propias historias personales de cada sujeto.
Y esto determina lo que la sociedad espera de la educación, y de cierto modo, lo que se espera
del curriculum que sustenta esa educación. Como bien sostiene Alba (1995) considera que
curriculum hoy es entendido como, una síntesis de elementos culturales (conocimientos,
valores, costumbres, creencias, hábitos) que conforman una propuesta político educativa
pensada e impulsada por diversos grupos y sectores sociales cuyos intereses son diversos y
contradictorios (…). De esta manera sostiene, que el devenir curricular, sostiene un carácter
profundamente histórico y no mecánico y lineal. Estructura y devenir que conforman y se siguen
expresando, en la sociedad, a través de distintos niveles de significación (p. 3-4).
La educación es un fenómeno social complejo donde las decisiones pedagógicas,
curriculares y políticas se entrecruzan y se vinculan a su vez con el contexto social, así como
también con los deseos y las necesidades de las personas involucradas en el acto educativo.
En consecuencia, considero que hoy, nos encontramos en una época en constante
transformación, donde se observa un movimiento entre viejas y nuevas formas culturales,

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sociales y políticas, que afectan, determinan o condicionan el actuar en las instituciones


educativas, y dentro de ésta, en el actuar de nosotros como docentes donde tenemos que
garantizar el derecho a aprender (de todos) desarrollando como bien lo expresan Connel y
William (2009), el conocimiento, las habilidades, las actitudes y los valores que permiten la
participación de los estudiantes (y de nosotros los docentes) en la sociedad como ciudadanos
activos e informados y con una visión crítica.
Para ello, considero y pienso que se hace necesario un cambio, orientar el rumbo curricular
y pedagógico del sistema educativo para construir aprendizajes relevantes para la vida.
Buscando esa justicia curricular de las que nos hablan Connel y William (2009), poniéndonos a
disposición, con una mente abierta y critica, a intentar como docentes generar una estrategia
educativa que produzca más igualdad en todo el conjunto de relaciones sociales a las que
estamos unidos y a las que nos transforma contantemente dentro de todo sistema educativo
(pag.4).
Pero en este intento de lograr llegar a esa justicia curricular, y tomando lo que nos dice Diaz
Barriga (2015), que “el conocimiento escolar no pude ser estudiado sin referencia de las
situaciones en que enseñamos” (p.26), me surgen los siguientes interrogantes ¿existe
democracia dentro de las instituciones educativas para lograr elaborar un curriculum que
atienda situaciones del siglo XXI? ¿se tiene realmente en cuenta la cultura actual en que esta
hoy inserto el curriculum? ¿Quién regula o supervisa la concreción de esto en las instituciones
educativas? ¿Cómo saber si en todas las instituciones educativas se garantiza una educación
inclusiva, equitativa y de calidad, una justicia educativa? ¿Qué compromiso tomamos nosotros
los docentes para que se logre esta justicia curricular? A mi criterio este es un punto en el cual
se hace agua…y en muchos casos seguimos nadando sin orientación, o hasta incluso contra
corriente, donde los actores involucrados en la educación invierten o gastan energías, fuerzas
y hasta pasión por educar; pero también otras veces gastan energía y fuerza ubicándose en la
queja diaria de lo que se les impone, sosteniéndose en esta queja diaria aun hoy la enmarcación
del conocimiento educativo, como bien lo planteo Bernsteins (1985) quien mencionaba que
durante los años el conocimiento educativo se ha enmarcado en estructuras de clasificaciones
que revelan una determinada forma de distribución del poder y de principios de control (pag.1),
que suelen verse aun hoy en la instituciones educativas, sin en muchos casos cuestionarnos o

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preguntarnos ¿Cuál, más allá de eso impuesto, es mi verdadero compromiso como docente con
mi practica curricular y educativa?...
En mi corta experiencia docente, observe y vivencie, que para correrse de esta queja o
cuestionar esa distribución del poder, que nos saca en ocasiones fuerzas y ganas, y buscar un
compromiso autentico con la práctica docente, es preciso desarrollar nuestra practica rodeados
de “unos Otros” que compartan un pensamiento crítico sobre lo impuesto socialmente o
políticamente; llevando a cabo proyectos de aprendizajes interdisciplinarios que busquen
favorecer el aprendizaje integrado. Para ello, en mi consideración y corta experiencia, se hace
enriquecedor generar instancias, tiempos y espacios, brindados por la organización institucional
y pedagógica, para integrar algunas disciplinas logrando acuerdos para planificar el curriculum.
Este tipo de abordaje contribuye a que los estudiantes amplíen las miradas, comprendan los
contenidos y modos de pensar e integren saberes para analizar con mayor profundidad los
problemas de la vida cotidiana; e invita a que nosotros los docentes nos comprometamos
activamente.
En este punto considero que aún cuesta o no hay demasiada claridad sobre esa articulación
o sobre la importancia de la interdisciplina. Pero si miramos la situación que atravesó el mundo
debido a la pandemia, todo el sistema educativo está y estamos buscando nuevas maneras,
formas, estrategias y metodologías para articular los saberes con la realidad concreta y real que
todos vivimos. Aunque pareciera que necesitamos que algo nos obligue o nos sacuda para re-
pensarnos.
Por estos motivos, desde mi opinión, le corresponde a cada docente, en esa
interdisciplina y compromisos con unos Otros, también convertirse en investigador de sus
propias prácticas de enseñanza y en quien busca su propia justicia curricular, no sólo para
validarlas o reevaluarlas, sino para aportar en la reflexión que construya hacia el desarrollo del
conocimiento conjunto. Como sostiene Jackson (1991) competitividad, individualismo y
autoritarismo van en contra de los fines explícitamente afirmados en el currículum oficial. Ya
que en lugar de preparar a los estudiantes para el acceso a la sociedad donde se van a
desenvolver con habilidades que les permitan reflexionar de manera crítica sobre el mundo para
así transformarlo, lo que hacen (¡hacemos!) es socializar a los estudiantes para que se adapten
de manera rápida al status quo, a lo establecido.

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Entonces me pregunto, ¿Qué podemos dar más allá del saber? Podemos buscar la
libertad del otro, ser responsables en nuestra tarea como transmisores de la cultura, generando
las condiciones y herramientas necesarias para la elaboración y reflexión propia. Podemos Dar,
que es asumir la responsabilidad del Otro, sin esperar nada a cambio. No hay certezas de si el
Otro, lo aprende, lo acepta o lo rechaza. Es un desafío como educadores, debemos reflexionar
diariamente, sobre eso que pensamos o planificamos, que luego enseñamos, pero también
sobre lo realmente vivido por el Otro. El acto educativo, es siempre un acto libre, porque, por
más transmisión que haya, el Otro siempre va a disponer de la libertad de tomar como propio o
no ese objeto de la transmisión. La educación ha de conducir a la autonomía, a la creación de
condiciones que permitan al otro hacerse obra de sí mismo.
Pero, ahora bien, también este reflexionar me lleva a preguntarme: nosotros los docentes,
¿qué momento nos tomamos para pensar, reflexionar, evaluar, autovalorar las manifestaciones,
contenidos, desarrollo, instituciones, condiciones, posibilidades, objetivos, agentes
involucrados nuestras prácticas educativas diarias? Y sobre todo, ¿Qué momento nos tomamos
para pensar todo eso desde el momento actual, con los pies y la cabeza en el siglo XXI?
Por lo general, lo que observo en mi práctica docente y también en mi trabajo como
psicopedagoga, que la mayoría de los docentes se han formado en teorías pedagógicas del
siglo XIX y XX y enseñan a estudiantes del siglo XXI. Lo que me lleva siempre a reflexionar,
sobre que consecuencia tendría, si nos tomamos ese momento para reflexionar nuestra practica
desde una posición humilde de saber desaprender. Hay que desaprender ciertos modelos,
esquemas mentales que ya no funcionan, porque la sociedad ha cambiado y la información
ahora circula por todas partes y de maneras muy variadas, que sería enriquecedora conocerlas
para involucrarlas en nuestras prácticas. Aunque a todos nos cuesta que nos saquen de nuestra
zona de confort.
Reflexionar sobre las prácticas docentes implica salir de la rutina y planear de manera
consciente e intencional la actividad académica y curricular, para conseguir fines más
científicos, humanos y sociales que respondan a una sociedad actual que está en constante
demanda.
Como bien lo expresa Edith Litwin (2006), pensar el curriculum que sustenta nuestra
practicas docente es reflexionar sobre que estrategias de enseñanza, son promotoras hoy en

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el siglo XXI, de procesos cognitivos y críticos, saliendo de esa zona de confort introduciendo
nuevas y diferentes formas de conocimiento, que ilustren y generen apreciaciones distintas
sobre temas y problemas actuales. Que ayuden a metaforizar y encontrar analogías que
favorezcan procesos más valiosos y complejos de comprensión. Asimismo, acercar a los
estudiantes a puntos de vista diferentes, y acercarnos nosotros a nuevas formas de
pensamientos y acción de nuestros estudiantes del siglo XXI, nos permitirá entender nuestra
practica docente desde su complejidad y desde una mirada interdisciplinaria, con estudiantes
activos en su propio proceso de aprendizaje.
A modo de conclusión entonces, invito a todos los docentes y sobre todo me invito a mi a
poder aprender tanto del éxito como del fracaso. A poder generar y habilitar en mi día a día
como docente más momentos y más tiempo para la reflexión de las prácticas educativas.
Incorporar a nivel personal e institucional, momentos o espacios para pensar, dialogar, analizar
problemas reales de las aulas, de la enseñanza y del aprendizaje del siglo XXI, buscar
alternativas de solución en procesos autorreflexivos y de reflexión compartida con los colegas
desde una mirada interdisciplinar, de transformación y de cambio entre lo pasado y lo presente.
Buscar interpelar e interpretar lo curricular, no solamente desde el docente, sino en cooperación
con los demás agentes sociales y culturales actuales del proceso educativo, teniendo en cuenta
que el tiempo de la educación es ahora.

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Bibliografía:

- ALICIA DEL ALBA. A MIÑO Y DÁVILA. “Curriculum, crisis, mito y perspectiva: Las
Perspectivas". Ed. 1998.
- BASIL BERNSTEIN, “clasificación y enmarcación del conocimiento educativo”.
Universidad peda, gógica nacional, 1985.
- CONNELL, ROBERT WILLIAM, “La justicia curricular”. Ed. LPP, laboratorio de políticas
públicas, 2009.
- DIAZ BARRIGA, “curriculum; entre utopía y realidad”. – 1ed.Buenos Aires: Amorrortu,
2015.
- EDITH LITWIN. “El currículo universitario: perspectivas teóricas y metodológicas para
el análisis y el cambio”. Revista Educación y Pedagogía, vol. XVIII, núm. 46, 2006.
- TANNER, D. Y TANNER, L. “Desarrollo Curricular. La teoría en la práctica”. Mac Millan
1980.

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