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Las disciplinas tradicionales (I).

Del Comparativismo a la Neogramática


Ignasi-Xavier Adiego

El comparativismo

La lingüística histórico-comparativa surge en el siglo XIX como disciplina científica, en


tanto pretende establecer una metodología de estudio de manera sistemática sobre un
corpus de lenguas de diversas familias. Será a finales del siglo XVIII donde comenzará
a desarrollarse esta ciencia, con el aporte de Sir William Jones, quien constató las
afinidades existentes entre una serie de lenguas de origen europeo y asiático, lo cual
daría cuenta de un origen en común compartido por ellas. Estas lenguas serán
reconocidas en su origen común como lenguas indoeuropeas.

Las semejanzas existentes entre las lenguas indoeuropeas serán el motivo que conducirá
al estudio sistemático histórico-comparativo, en tanto pretende argumentar la gran
cantidad de semejanzas existentes entre lenguas de Europa y Asia.

A partir del aporte de Jones, a mediados del siglo XIX se publicarán dos estudios que
fundarán lo que conocemos como comparativismo lingüístico: Rasmus Rask y Franz
Bopp serán los autores a cargo de esta labor.

Rasmus Rask publica su premiado trabajo en 1814, “Investigaciones sobre el origen de


la lengua nórdica o islandesa antigua”, y establece las bases del comparativismo a partir
de tres ideas fundamentales: primero, señala que en el proceso de establecimiento de
relaciones de parentesco entre las diversas lenguas, se le debe otorgar prioridad a las
coincidencias gramaticales sobre las léxicas, puesto que las coincidencias léxicas son
más susceptibles de caer en contactos lingüísticos con otras lenguas, mientras que la
forma o la flexión de las lenguas es más resistente al contacto.

En segundo lugar, es preferible centrarse en el léxico básico de las lenguas a


compararse, entendiendo por ello nombres de parentesco, numerales, partes del cuerpo,
ya que esa área del vocabulario es mucho más resistente a la influencia de otras lenguas.
En tercer lugar, destacó la importancia del carácter sistemático y regular de las
correspondencias entre sonidos, lo cual ejemplificó con una primera versión de la
llamada “ley de Grimm”, que explicaremos más adelante.

En 1816, Franz Bopp publicó su obra de extensa titulación: “Sobre el sistema de


conjugación de la lengua sánscrita, en comparación con los de las lenguas griega, latina,
persa y germánica, junto a episodios del Ramayana y el Mahabharata en traducciones
métricas ajustadas a partir del texto original y algunos pasajes de los Vedas”. En este
trabajo, Bopp inaugura uno de los caminos más provechosos del comparativismo
indoeuropeístico con la inclusión del sánscrito, la lengua clásica de la India, que
constituye el punto referencial de la comparación. Junto con el planteamiento de Rask,
Bopp también le atribuye mayor importancia a la comparación gramatical sobre la
comparación léxica.

Bopp comienza su estudio estableciendo hipotéticamente el origen común de parentesco


que las diversas lenguas del indoeuropeo guardan entre sí, y a partir de esa afirmación
pretende explicar los cambios que diversificaron estas lenguas de origen común; las
divergencias de los sistemas verbales de cada lengua. Al centro de su estudio se sitúa al
sánscrito, pues para Bopp es una lengua que posee un complejo sistema flexivo, de
manera que constituye el instrumento clave para entender la estructura gramatical de las
demás lenguas indoeuropeas.

En el año 1819 y 1822 Jacob Grimm publica dos volúmenes de la “Gramática alemana”
(Deutsche Grammatik), en donde presenta la llamada “ley de Grimm”, uno de los hitos
en la historia de la gramática comparada. En primer lugar, compara el sistema de las
oclusivas griegas y de las oclusivas y fricativas latinas con las del germánico
(ejemplificado por el gótico) y con el del antiguo alto alemán, un dialecto que presenta
un estado ulterior de evolución de sonidos. En la ley, Grimm establece que se pueden
comparar sonidos diferentes y atribuirles un mismo origen si las correspondencias entre
ellos son claras, de manera que permite relacionar formas que son aparentemente muy
distantes entre sí. La lingüística histórico-comparativa prefiere relacionar, mediante
comparaciones, formas que en apariencia son muy diferentes, pero que tienen un origen
común, como es el caso de la comparación del latín “frater” con el inglés “brother”,
preferible antes que el inglés “fraternal”, pues esa apariencia es engañosa y en muchos
casos es el resultado de préstamos lingüísticos.
La ley de Grimm presenta principios evolutivos que afectan a sonidos diferentes pero
que aun así comparten rasgos, en este sentido, lo que hace es trascender el simple
cambio sonido a sonido para establecer principios más generales que afectan a ciertas
clases de sonidos: las oclusivas sordas se fricativizan, las oclusivas sonoras se
ensordecen, etc. De esta forma, la ley de Grimm establece la noción de cambio fonético
al asumir que tanto el latín como el griego son estadios anteriores al del germánico
(representado por el gótico), y éste es asimismo anterior al del antiguo alemán.

Con el tiempo la ley de Grimm se vuelve insuficiente e imperfecta en tanto carece de


precisión fonética, pues no es capaz de establecer con exactitud los tipos de sonidos que
hay detrás de los grafemas griegos, latinos y góticos. Cae en confusiones que restan
peso a su postulación. Sin embargo, con el desarrollo posterior de la fonética sobre
bases científicas, la ley de Grimm logró establecer su verdadera naturaleza.

La segunda generación de comparatistas preneogramáticos

En las décadas del treinta y cuarenta del siglo XIX, en paralelo a las investigaciones de
Bopp, surgen nuevas obras de lingüistas comparatistas, entre ellos August Pott, Georg
Curtius, Rudolf von Raumer, Friedrich Diez y August Schleicher.
A Pott se le atribuye la creación de la investigación etimológica moderna, pues él vio lo
que el estudio etimológico ofrecía para la investigación comparativa. Por su parte,
Curtius fue el primer autor que observó los resultados fructíferos del comparativismo en
el estudio de las lenguas clásicas como el latín y el griego, enfoque que hasta hoy se
mantiene vigente en la filología clásica pues el estudio de la fonética y morfología del
latín y el griego bajo la perspectiva diacrónica aun se desarrolla. Por otra parte, von
Raumer fue el primero en señalar la relevancia de la precisión fonética en el estudio
comparativo de las lenguas.

Friedrich Diez es considerado el fundador de la lingüística románica, debido al interés


que le suscitaron las obras de la literatura románica medieval, dedicándoles algunas de
sus obras, en relación al fenómeno trovadoresco: “Die Poesie der Troubadours” y
“Leben und Werke der Troubadours”. Se inspiró en la obra de Grimm, “Gramática de
las lenguas románicas” (1836 – 1843). Ante el modelo de Grimm, Diez supo
diferenciarse en su perspectiva romanista, a partir de la utilización del latín como base
instrumental de su investigación comparativa, puesto que el latín constituye una fuente
de documentación empírica que permite argumentar el origen común de las lenguas. De
esta forma, Diez estableció la continuidad existente entre la lengua latina y las lenguas
románicas que surgen de ella.

En 1853 publica el primer diccionario etimológico de las lenguas románicas,


“Etymologisches Wörterbuch der romanischen Sprachen”, en donde establece las bases
del estudio científico léxico románico, para el cual es necesario someterse a las reglas
de la fonética. Para Diez el aporte de otras lenguas distintas al latín es un hecho, sin
embargo siempre intentará encontrar el origen latino de las palabras romances,
independiente del aporte léxico de lenguas ajenas a las romances. Finalmente, en el año
1875, se publica una última obra de Diez, que no es del todo considerada, llamada
“Creación léxica románica” en donde plantea una serie de problemas que serán
profundizados pertinentemente por los investigadores romanistas posteriores. Lo que
hace es presentar una serie de conceptos ordenados por campos semánticos,
encabezados con los términos designados en latín, con el fin de analizar las palabras con
las que las lenguas románicas designan tal concepto. Esta forma permite iluminar de
forma intuitiva algunas formaciones, renovaciones y evoluciones del léxico románico,
con sus causas diversas. A pesar de los errores e inexactitudes del estudio, éste da inicio
a una serie de ideas que alcanzarán su desarrollo posteriormente en el área romanística.

Dentro del período comparatista preneogramático es August Schleicher quien, a partir


de sus contribuciones da un paso importante, pues encamina su objeto de estudio desde
la comparación hacia la reconstrucción. Propugna el origen común por medio de una
protolengua (Ursprache) que puede reconstruirse a partir de los testimonios de las
lenguas comparadas. A él se le debe la introducción del asterisco (*) para señalar las
formas reconstruidas. Es el primero en explicar el parentesco de las lenguas
indoeuropeas, al proponer que la protolengua se ha ido escindiendo. Es así como llega a
postular el “modelo del árbol genealógico” (Stammbaum), con el fin de reconstruir el
sistema fonológico y morfológico de la lengua madre, el indoeuropeo.
Sin embargo, su modelo se volvió insuficiente, como expondrán los neogramáticos
posteriormente, debido a la falta de explicación en los resultados documentados de las
diversas lenguas indoeuropeas.

Posteriormente, un alumno de Schleicher, llamado Hugo Schuchardt escribe la obra “El


vocalismo del latín vulgar”, en dos volúmenes publicados en los años 1866 y 1868.
Schuchardt busca reconstruir el latín vulgar, considerado la fase originaria -supuesta- de
las lenguas románicas, la cual no coincide exactamente con el latín clásico. La
consideración del latín vulgar en el estudio comparativo de las lenguas, significa un
enorme aporte, debido al nivel de complejidad que aporta el sustrato vulgar de la lengua
latina. A partir de la vasta documentación latina, Schuchardt rastreó las huellas del latín
vulgar en las lenguas románicas, que daban cuenta de una articulación mucho más
compleja que la del modelo binario esquemático de Schleicher. De manera que
Schuchardt postuló una primera formulación de la “teoría de las ondas” desarrollada
cabalmente por los neogramáticos. Aquel modelo da cuenta de los efectos provocados
por los cambios lingüísticos, que al producirse se difunden lentamente sobre el área
lingüística completa, como sucede con las ondas circulares que se forman al lanzar una
piedra al agua. Este modelo privilegia las relaciones espaciales y el contacto lingüístico
entre áreas cercanas, de una manera jamás antes formulada, en especial frente al modelo
esquemático del árbol genealógico de Schleicher.

Si bien ambos modelos en su momento se excluían, en la actualidad se mantienen


vigentes al interpretarse complementariamente en términos de los cambios lingüísticos y
la diferenciación dialectal.
Universidad de Chile
Facultad de Filosofía y Humanidades
Lingüística Románica
Profesora: Soledad Chávez

INFORME DE LECTURA: Las disciplinas tradicionales (I).


Del Comparativismo a la Neogramática, pp 299-308

Estudiante: Catalina Echeverría


Fecha: 28 de Mayo de 2009

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