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Cultura de paz

Neuroconvivencia e Interculturalidad desde la cosmovisión andina


“Tú no estás separado de tu medio ambiente, ni de tu contexto, sino
que estás continuamente expuesto a él e interactuando con él. Tu paz
depende de la paz en tu ambiente, y la paz de tu ambiente depende de
ti”

Elaine de Beauport

La cultura de paz emerge en el siglo XXI, como un nuevo paradigma que se


retroalimenta al igual de paradigmas emergentes como la complejidad, la
neurociencia, la interdisciplinariedad, la trasversalidad y la quántica, por lo que no
es tan simple o sencillo, en escenarios cambiantes social, política y
económicamente construirla. Ecuador particularmente es un laboratorio de
diversidad étnica, de clase, de credos y de ideologías, polarizados en los últimos
años, por procesos ideológicos que se encuentran entre la submisión, la
subversión y la desesperanza en el cambio. Para Migueles Martínez la única
forma de cambiar esta situación es atreverse a saltar fuera de “los
encasillamientos conceptuales y ver otro panorama: contemplando los linderos de
nuestros conceptos aceptados, de nuestras construcciones teoréticas, de nuestros
sistemas formales de creencias, etc., en una palabra, de la validez de nuestra
teoría de la racionalidad” (Martínez Mígueles, 2015, pág. 75) occidental de nuestra
racionalidad colonial y neocolonial, imbricar a un proceso pensante y actuante
emancipador y liberador de nuestros cuerpos, mentes y espíritus.

En efecto, cuando emo-senti-pensa-actuamos la cultura de paz, nuestras


representaciones sociales devienen de un imaginario cuasi idealizado y utópico,
de un mundo por venir de un mundo imaginario cual paraíso terrenal. Igual sucede
ante la expresión de mediación comunitaria o mediación intercultural, las cuales se
perciben como distante y lejana a cada uno de nosotros. “Pensar con nuevas
categorías constituye algo en verdad desafiante para la mente humana, ya que
tiene que inventar –reanimar- dichas categorías.” (Martínez Mígueles, 2015, pág.
27) Ya que tiene que romper con cadenas mentales que han dominado por
centurias su forma de vivir el mundo, que no es el propio, que no es el vivenciado
por nuestros ancestros a quienes la memoria se niega a olvidar. Parafraseando a
Ludwig Wttgentein, citado por Martinez Migueles en su obra El paradigma
Emergente, para vivenciar una cultura de paz no deberíamos inventar o buscar
información nueva, sino revitalizar y “ordenar la que siempre hemos conocido”.

La diversidad, es una realidad cotidiana ante la cual nos relacionamos en el


quehacer diario, nuestros compañeros de trabajo, estudios, vecinos, y aunque no
lo percibamos así, también lo son nuestra pareja o nuestros hijos, cada uno con
visiones, creencias, valores y practicas distintas a la que podríamos profesar. El
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acelerado ritmo de la vida moderna, junto a la tecnología, la ciencia y la
comunicación, transforman constantemente nuestros conceptos e identidades,
ampliando o concentrando de manera ostracista nuestras visiones del mundo,
siendo el común denominador de las relaciones la intolerancia, la resistencia o la
frustración. Ante este escenario incorporar la cultura de paz con enfoque
intercultural implica una “clara y objetiva intención de promover el diálogo y el
intercambio entre diferentes grupos, cuya identidad cultural y la de los individuos
que los constituyen son abiertas y están en permanente movimiento de
construcción” y/o revitalización. (Dirección General de Cultura y Educación del
Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, 2007, pág. 5) La intercultural es un
asunto de todos y todas, pero esta no será posible si no asumimos
conscientemente que esta se da en un “marco de relaciones de poder y de
irrespeto a la diversidad cultural”. Por ello la promoción del dialogo y el respeto a
la diferencia debe destinase a cada poblador y ciudadano y no solo a los diversos
grupos que hacen la diferencia.

¿Esta actitud consciente, es o debe ser parte de nuestro ser? ¿De nuestra
inteligencia? ¿De nuestra personalidad?, ¿Cómo funciona nuestro cerebro, y
haciendo una analogía con éste y la sociedad, ¿cómo funcionamos ante el
conflicto y qué hacemos para construir la tan dichosa convivencia pacífica?
Pensamos en conflictos comunitarios o interculturales como conflictos entre
comunes, entre indígenas, entre vecinos o entre ellos y el Estado o los Gobiernos
locales, y no fácilmente nos asociamos con ellos. “Tomemos un ejemplo,
concretamente (…) la cuestión del acceso a los recursos naturales o sociales de
individuos pertenecientes a grupos étnicos”. (Gimenez Romero, 2001) tan léganos
y distantes de nuestras cotidianidades como pobladores urbanos.

La mediación Intercultural, en este argumento es un fenómeno nuevo, aun no


reconocido en la norma legal ecuatoriana, como sí sucede en el ámbito de la
mediación comunitaria y en la cual se la podría suscribir, y en el campo practico se
viene ejercitando desde los operadores sociales y ONG´s. La mediación
intercultural debe entenderse en nuestro contexto plurinacional como una
“orientada hacia la consecución del reconocimiento del Otro y el acercamiento de
las partes, la comunicación y comprensión mutua, el aprendizaje y desarrollo de la
convivencia, la regulación de conflictos y la adecuación institucional, entre actores
sociales o institucionales etnoculturalmente diferenciados.” (Sales Salvador, 2010)
Para los pueblos andinos y particularmente para el pueblo Kayambi perciben al
mundo como un ente viviente en relación con el todo, con todo y con todos, en un
proceso constante de armonización y equilibrio, paridad y complementariedad.
elementos fundamentales de la cosmovisión (http://yajutoys.com, 2018) que logra
una visión integrada e integral de las relaciones con el medio. Este proceso de
relacionamiento se traduce a través de la chakana «cruz andina» o «cruz
cuadrada», símbolo milenario originario de los pueblos andinos, que

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(…) representaría un medio de unión entre mundo humano y el Hanan Pacha (lo
que está arriba o lo que es grande)… aunque su forma sugiere una pirámide con
escaleras a los cuatro costados y centro circular, poseería también un significado
más elevado, en el sentido de señalar la unión entre lo bajo y lo alto, la tierra y el
sol, el hombre y lo superior. Chakana pues, se comprende ya no sólo como un
concepto arquitectónico o geométrico, sino que toma el significado de <escalera
hacia lo más elevado> (http://yajutoys.com, 2018)

En la cultura andina incide particularmente su cosmovisión, la forma de ver el


mundo y sus relaciones, lo que denominan el sistema chakanico o churonico,
interpretado como una espiral de crianza de la vida, constituido en una de sus
dimensiones por 5 elementos, a saberse, la familia, la comunidad, la chakra y la
geobiodiversidad, siendo su eje articulador y de equilibrio la espiritualidad; en el
pensamiento andino la ausencia de equilibrio en alguna de las dimensiones de la
crianza del ser humano es lo que produce el conflicto y/o los problemas.
La familia (a cada uno de los elementos se les atribuye un color particular, en este
caso a la familia se le otorga el color amarillo) considerada el elemento en la que
se cultiva la festividad, los sueños, los valores, los principios, la espiritualidad y el
idioma; encargada de la crianza y cuidado de sus integrantes niños, ancianos,
mujeres y demás miembros dependientes de ella, en ella la mujer recoge saberes,
transmite valores, costumbres e impulsa el mantenimiento y recuperación de
prácticas y hábitos alimentarios. (ONIC 2014, citado por (Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, 2015, pág. 74s). Ante la
desarmonía y desequilibrio de este elemento se presentan conflictividades y
problemáticas, como violencia de género, intrafamiliar, trabajo infantil, migración
de sus integrantes y diversas formas de violencia, sensibles ante ello el pueblo
Kayambi retoma la urgencia de revitalizar el elemento familia para equilibrar y
armonizar el bienestar, la crianza y desarrollo de sus hijos e hijas, y todos los
integrantes de esta unidad.
“(…) la familia ha proporcionado apoyo emocional, económico, social y de salud a
sus miembros, por lo que configura la entidad responsable de su cuidado e
integración social (Villa, 2003). Sin embargo, (…) la sobrecarga de tareas
ocasionada a raíz de la necesidad de asumir nuevas demandas en un ámbito de
creciente debilidad del Estado, derivan en una institución familiar con demandas
excesivas que difícilmente podrá cumplir con todas las funciones asignadas si no
cuenta con el apoyo necesario para lograrlo.” (Huenchuan, 2009)

El elemento comunitario (de color rojo) es donde se fortalece la relación con la


autoridad, la autodeterminación, la participación y solidaridad, y se refuerza el
idioma, las festividades y la historia a través de la vida cotidianidad, los proyectos
de vida individuales y colectivos, es el elemento sagrado donde se desarrolla la
vida en relación de con los otros y los diversos seres del entorno. Es
“ahí es donde los saberes encarnan, crecen y se reproducen mediante la crianza
mutua, porque son pertinentes al entorno social, natural y sagrado que los creó y

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sigue creando. Pueden ser técnicas de cacería, métodos de siembra, limpieza,
recolección, pesca, hilado, alfarería, cocción, herrería, costura, selección de
semillas o su cuidado ancestral. Formas más abstractas como cosechar agua,
equilibrar torrentes, convocar lluvias, recuperar manantiales, curar los suelos,
desviar los vientos, curar nostalgias, pérdidas, malos sueños, dar a luz o restañar
heridas” (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura, 2015, pág. 77)

Así también la chakra (de colores azul) es el elemento de socialización y


formación en el que “cada planta clasificada según sus atributos tiene un lugar
definido por la usanza cultural. (…) se cría alrededor de la vivienda familiar que
simboliza la protección de la casa. Es un sistema múltiple para la producción de
plantas alimenticias y medicinales, arbustos”. (Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura, 2015, pág. 66) A través de ella la
madre y los integrantes de la familia socializan las costumbres, las tradiciones y
los saberes sobre la vida, las plantas y los animales.

Grafico 01: Chakana: Crianza para la vida Armónica


Fuente: Tradición Pueblo Kayambi – relator Yachay Mario Bustos

La geobiodiversidad de color verde, es el elemento de la protección y fomentan la

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economía, la alimentación, la medicina y los principios de la vida. (Bustos Mario,
2018). La constitución ecuatoriana en su art. 73 manda que el “Estado aplicará
medidas de precaución y restricción para las actividades que puedan conducir a la
extinción de especies, la destrucción de ecosistemas o la alteración permanente
de los ciclos naturales”. Este mandato incluye el “manejo adecuado de los
agroecosistemas hacia su regeneración, natural o asistida, (…) y permitir
reproducir y sustentar la biodiversidad”. La geobiodiversidad es el elemento
sagrado “donde se desarrolla la integralidad de la vida (…) Ella está integrada por
seres, espíritus y energías que permiten un orden y hacen posible la vida. (…) los
bosques, árboles, piedras, páramos, lagunas, ríos, piedras, quebradas, pantanos;
considerados desde la antigüedad como sagrados, por eso son venerados y
respetados por los pueblos. De ellos depende la vida” (Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, 2015, pág. 77)

Conocidos los elementos de la crianza de la vida, desde la cosmovisión andina y


la lógica de construcción del conflicto y de los problemas desde la episteme de la
armonía y el equilibrio, se hace importante revisar la literatura de Humberto
Maturana, quien en la década del 90 del siglo anterior, en su libro transformación
para la convivencia, nos introduce en el complejo campo de la convivencia y la
cultura de paz, incorporando en su análisis del conflicto, los factores sistémicos
tanto social como biológico, así como la dimensión cultural y la dimensión
emocional que intervienen en ellos. A su decir, “analizar los fenómenos sociales
de una manera no tradicional y mostrar que de hecho y de una manera inevitable,
el ser humano individual es social y el ser humano social es individual.” (Maturana
R., 1999) Esto indudablemente dio un cierto acercamiento a los docentes y
agentes sociales sobre la importancia de la analogía del ser social con el
funcionamiento del cerebro individual.
La neuroconvivencia, es un proceso individual, personal y social de intervenir con
el otro y consigo mismo, desde la vivencialidad y comprensión de las emociones,
los sentimientos, los pensamientos y las acciones, que afectan la esfera de
relaciones sociales, familiares y el entorno, por lo que implica una intervención en
un multiespacio, muy similar a las dimensiones churonicas de la cosmovisión
andina. Si bien la Neurociencia emerge a inicios de la década del 70, con la teoría
del cerebro TRIUNO, de MacLean, en el marco de la investigación de los
fenómenos del aprendizaje y la inteligencia, es en la década del 90 e inicios del
2000, que comienza a investigarse y aplicarse en el ámbito de la convivencia
social pacífica.
A través del Cerebro TRIUNO, se pretende dar respuesta a la integralidad
funcional de cada sistema que conforma al Cerebro, el desarrollo de la teoría del
cerebro triúno, conlleva a revisar, analizar y actuar sobre las emociones, nuestro
cerebro Límbico, que permite Sentir, Desear y Querer, también es el cerebro de la
rabia, la frustración y la depresión;, el cerebro Neocortezal es el que permite
racionalizar y pensar dichas emociones a partir de la dominación de nuestros

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hemisferios cerebrales. Y finalmente el cerebro reptil o básico que nos conlleva a
la acción o la reacción, los tres cerebros no son entes separados, sino que
interactúan y son interdependientes.
Asumiendo el modelo Paul MacLean, para Elaine de Beauport estos sistemas
cerebrales se manifiestan a través de diez tipos de inteligencias 3 emocionales, 4
mentales y 3 del comportamiento. A través del sistema Límbico se manifiestan una
forma de inteligencia Afectiva, de Estados de ánimo y motivacional; la primera que
promueven los procesos que nos afectan de manera positiva o negativa y genera
habilidades de acercamiento, rechazo o acercamiento a diversas personas, cosas,
lugares o ideas; la segunda se manifiesta como la capacidad de acercarse o
alejarse de distintos estados emocionales que van desde el “rango de placer hasta
el de dolor.”; finalmente la inteligencia motivacional es la capacidad de reconocer
lo que emociona y guiar nuestro querer y desear, es la que conllevaría a la acción.
(Manual para el Curso: La Mente y La Paz, 2006, págs. II-9)

Grafico 02: Estructura funcional del Cerebro


Fuente: Elaine de Beauport en Seminario Catedra Mente y Paz, UCV.

A través del Sistema Neorocortical se manifiestan la inteligencia Racional, la


Asociativa, la Espacial y la Intuitiva; La primera como un proceso por el cual se
percibe la información emocional y se destacan las “razones lógicas, la causa y el
efecto”, La segunda asocia esa información, la tercera percibe las imágenes y
sonidos del entorno y la cuarta genera un conocimiento directo sin uso de la razón

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para dar una explicación al hecho. Por su parte el cerebro Básico o réptil se
manifiesta cruzando tres tipos de inteligencia, la Básica que nos conlleva a
movernos en un proceso de acercamiento o alejamiento, de inhibir ese algo con lo
que interactuamos en nuestro entorno; la de Patrones que encuentra las huellas
que condicionan nuestro “comportamiento y desarrollo” y finalmente la inteligencia
de los Parámetros que nos permite “reconocer, transformar y extender los ritmos,
rutinas o rituales de la vida”. (De Beauport & Díaz, 2006, págs. II-8s)
Aún nos falta mucho por aprender, no solo de nuestro cerebro sino, también de la
forma en que los otros interactúan con el mundo real, con ese mundo que está
más allá de lo que efectivamente sentimos, al decir de Martinez Migueles, en su
obra “El Paradigma emergente” no estamos aún preparados para pensar e
interactuar de manera “sistémica-ecológica” nuestra forma de interactuar es aun
lineal y unidireccional y no nos concebimos como seres que interactuamos de
manera dialéctica y gestáltica, interdisciplinaria y sistémica, en donde “todo afecta
e interactúa con todo”, y esa es la riqueza, quizá la más importante, de la
comprensión de la cosmovisión andina, en donde la representación del sujeto no
es solo la representación del sujeto sino de su contexto y la red de relaciones,
familia, comunidad, chakra y geobiodiversidad en el tiempo y espacio en el que se
manifiesta. (2015, pág. 10)
La occidentalización y colonializacion del pensamiento, de nuestro cerebro y de
nuestros cuerpos, es un proceso de larga data en el territorio amerindio, que se
viene gestando desde los sistemas educativos, que, de alguna u otra forma,
consciente o inconscientemente han vedado y proscrito la cosmovisión andina
como una episteme de la vida, como una episteme de la armonía, como una
episteme del desarrollo. Y que paradójicamente en tiempos de emergencia de la
“interculturalidad” son los más perseguidos y/o quizá solo folklorizados, para
restarles el valor revolucionario y de transformación personal y social que
efectivamente posee. (Martínez Mígueles, 2015, pág. 17)
La lógica de la cosmovisión de la chakana, se podría interpretar como una cruz de
holarquía, es decir una “unidad, totalidad, sistema integrado compuesto por
holones que parecen como un todo a las partes que están por debajo, pero al
mismo tiempo parecen como una parte del todo que está por encima.” Es decir, un
conjunto de dimensiones y elementos que no están ni arriba ni abajo, sino que
están cumplen una función ordenante, cooperante, armonizadora de cada uno y
del todo en un contexto determinado. (Texier, SE HACE CAMINO AL ANDAR,
2008, pág. 15)
Edgar Morín, en su obra “El Método”, también cuestiona la forma clásica de
pensar y construir conocimiento, y plantea una ciencia con consciencia, una
ciencia que no privilegie “lo Uno”, ya que esto devalúa “lo diverso” y así mismo que
tampoco se privilegie “lo diverso” en detrimento de “lo Uno”, dado que sin

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(…) un principio de inteligibilidad que capte lo uno en la diversidad y la diversidad
en lo uno, somos incapaces de concebir la originalidad del sistema. El sistema es
una complexión (conjunto de partes diversas interrelacionadas); la idea de
complexión nos conduce a la de complejidad, cuando se asocia lo uno y lo diverso.
El sistema es una unidad que proviene de la diversidad, que une la diversidad, que
lleva en sí diversidad, que organiza la diversidad, que produce diversidad. Del
principio de exclusión de Pauli al principio de diferenciación y de multiplicación
biológica, la organización sistémica crea, produce, mantiene, desarrolla la
diversidad interior al mismo tiempo que crea, mantiene, desarrolla, la unidad. Es
preciso, pues, captar lo uno y lo diverso como dos nociones no solamente
antagonistas o concurrentes, sino también complementarias. (Morín, El Método I,
2005, pág. 173)

Para Ken Wilber, por ejemplo, manifiesta que los modelos de desarrollo deben
“atenerse a la directriz primordial de preocuparse por la salud de toda la espiral del
desarrollo y, en consecuencia, acercarse a las minorías de un modo distinto al
propio de los enfoques típicos liberales, conservadores y
contraculturales/holísticos.” (Ken, Una Teoria de Todo, 2001, pág. 80) Porque no
se trata de imponer un modelo u otro, una cosmovisión u otra, sino de cuidar y
promover el desarrollo armónico de los sujetos y sus culturas a través de toda la
“espiral”, al mismo que lo ilustra con una muestra del trabajo desarrollado por la
UNICEF desde la década del 60 del siglo pasado.
«Para profundizar nuestra comprensión acerca de la naturaleza compleja e
interrelacionada del mundo en que vivimos resulta absolutamente necesario
disponer de algún mapa del desarrollo de la conciencia en los campos de la
evolución social y cultural, lo cual también debería incluir un abordaje integral que
nos asegurase que la evolución -y, en consecuencia, el estado de los niños, de la
humanidad, de la cultura y de la sociedad, en general- recuperase un nivel de
desarrollo sostenible». Y esto requiere, según ellos, «un marco de referencia que
nos permita ir más allá de la mera comprensión del sistema o red
objetivo/superficial y abarcase también una comprensión cultural de la diversidad».
(Ken, Una Teoria de Todo, 2001, pág. 80)

En su opinión (Ken Wilber) el fracaso de los programas de desarrollo


implementados por Unicef y las Naciones Unidas se debe particularmente a que
se han centrado en objetivos y elementos exteriores al individuo y a la sociedad a
la que se pertenece, ignorándose los elementos interiores y culturales o
cosmovisionales de los sujetos a intervenirse, lo que él ha llamado un abordaje
“monológuico”, por ello hace un llamado a asumir un enfoque postracional de la
conciencia. (Ken, Una Teoria de Todo, 2001, pág. 81) Por ello, concluye que el
fracaso dado en las políticas de desarrollo sostenible centrado en los niños,
jóvenes y mujeres se debe a que “(…) excluían la necesidad del desarrollo
interior/subjetivo de los individuos y de las sociedades para que el proceso del
cambio y, sobre todo, de la transformación (…).” (Ken, Una Teoria de Todo, 2001,
pág. 82)

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En este ensayo no profundizaré en los diversos tipos de inteligencia y su relación
cosmovisional, pero es claro que no existe una, y que tampoco es solo individual
sino también son colectivas. Las inteligencias múltiples están presentes en las
“<formas de conocer> virtualmente presentes en todos los aspectos de la
existencia humana”, en el disfrute y en el goce estético y espiritual de estar vivo.
(Gardner, 2001, pág. 221) Parafraseando a Elaine de Beauport, (Manual para el
Curso: La Mente y La Paz, 2006, págs. 3 - 5) no se puede seguir escapando de
nuestras realidades internas e intentar favorecer solo a nuestra racionalidad, no
podemos seguir ignorando o evitando nuestras emociones, las cuales tarde que
temprano nos llevaran a un sentimiento, un pensamiento y una acción reñida con
la armonía personal y social.
El nuevo siglo es un ciclo de decolonialidad del individuo y de la sociedad, del
pensamiento y de las emociones, de los haceres y de los deseos, la cosmovisión
es mucho más que una ritualidad y simbolismo que nos impulsa a la vida plena, al
sumak kawsay. (Texier, El Planeta es sagrado y quiere Paz) Al decir de Enoe
Texier, citando a Beauport, Díaz,(1996: 41) al referirse a la Mitopoyesis (categoría
antropológica) es “…establecer un sentido de pertenencia, un sentido de
continuidad, un sentido de orden y de paz.” (Texier, Mitopoyesis y Experiencia
sagrada: Diálogo entre la Antropología y la Neurociencia, 2014, pág. 17)
Para la lógica cosmovisional andina, la chakana en la crianza del ser se integra de
cinco elementos a saberse el Alli Ruray (Bien Actuar), el Alli Yamanti (Bien sentir),
el Alli Yachay (Bien pensar) y el Alli Munay (Bien desear), siendo el elemento
central constitutivo del Sumak Runakuna (Buen ser humano), haciendo una
analogía con la estructura funcional del cerebro podría decirse que cada
componente de la chakana, se alinea a la armonía funcional del ser, en la relación
consigo mismo.

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Grafico 03: Chakana: Crianza del Ser en Armónica
Fuente: Tradición Pueblo Kayambi – relator Yachay Mario Bustos

Si bien, ha habido varios intentos de hacer analogía entre la psicología y la


antropología como cita Burke Peter, en su obra “Que es la historia cultural” citando
a Willian Reddy, quien plantea un marco alternativo de conceptos interconectados
manifiesta que la “gestión emocional”, se da de manera individual y social, y
analiza el “lenguaje de las emociones en términos de «enunciados realizativos».”
Es decir, se convierte en “una estrategia para estimular, intensificar o incluso
transformar los sentimientos” (¿Qué es la Historia Cultural?, 2005, pág. 135) del
otro. Lo que entra en concordancia con el principio de dualidad y
complementaridad de la chakana al continuar el giro de izquierda a derecha entre
el bien sentir, cruzado por el bien pensar para conllevar al bien desear, que
conllevara al bien actuar.
Así mismo, continuando con el pensamiento de Burke, en la cosmovisión andina la
desarmonía entre los elementos de la dimensión de ser conlleva a la promoción y
generación de conflictos y/o violencia, y si leemos la chakana, desde el inicio del
ciclo, es decir, desde el sentir, desde el emocionar, cualquier desequibrio en este
elemento dimensional conllevara a la desarmonía de los elementos restantes.
Para Burke la manifestación de las violencias son el producto de la “expresión de

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intensas emociones.” Y al igual que como pensaba Nietzsche, estas emociones
tenían una historia personal y social (¿Qué es la Historia Cultural?, 2005, pág.
134).
Par la construcción de una cultura de paz, en una sociedad compleja e
intercultural, se hace necesario una consciencia intencional de proteger y
promover la armonía de toda la dimensión del ser y no solo de algún elemento, lo
que invita como lo hace Ken Wilber a adquirir una
(…) visión más global del espectro de la conciencia, de la espiral completa del
desarrollo, para que los individuos y las culturas (incluida la nuestra) -que no son
conscientes de algunas de las dimensiones más profundas o más elevadas del ser
humano- puedan decidir actualizar esos extraordinarios recursos, lo cual, a su vez,
podría contribuir a desactivar algunos de los problemas más recalcitrantes que no
han sido resueltos por enfoques menos integrales. (Una Teoria de Todo, 2001,
pág. 82s)

La paz necesita de la participación consciente de los individuos y de los colectivos.


Es decir que se necesita aprender como gobernar estos cerebros o sistemas: el
mental - intelectual (Neocorteza), el emocional (Cerebro Límbico) y el del
comportamiento (Cerebro Reptil) si se quiere lograr la paz dentro en la sociedad
actual se requiere de la participación consciente de cada uno. ¿Por qué
"participación consciente"? porque la paz se construye en nuestra mente, se
transforma en nuestros contextos y las formas en que emo-senti-pensa-ctuamos
las relaciones con los otros. Hasta ahora hemos tratado de lograr la paz,
simplemente mediando nuestros intereses a través de acuerdos; pero cuantas
veces hemos puesto a mediar nuestras emociones respecto al otro y su contexto,
su cosmovisión y la nuestra de la realidad, pero la paz no será posible si no
logramos comprender la dinámica individual en cada uno en el conflicto, sino
logramos relacionarnos con nosotros mismos y los otros en nuestros contextos y
nuestras creencias muy particulares respecto al mismo., sin ello no lograremos
“ser capaces de ofrecer estrategias significativas para la paz social”, (De Beauport
& Díaz, 2006, págs. II-12) comunitaria e intercultural. Si observamos la vida desde
el nivel celular, individual, comunitario y cósmico podremos entender nuestras
conexiones con un medio más extenso con mayor facilidad.
El medio ambiente, lo que desde la cosmovisión andina es la geobiodiversidad es
algo vivo, lleno de vida, que nos produce impactos con su constante información.
“Nuestros dominios cobrarán vida con sus iguales y yo percibiré la vida alrededor
mío como parte de mí mismo, como un recurso para mí, y yo como un recurso
para ellos.” (De Beauport & Díaz, 2006)

Ps. Cl. Walter Fernandez Ulloa Mg.


Doctorando Políticas Publicas

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Noviembre 2018

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