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Enfermedades y Medio Ambiente
Enfermedades y Medio Ambiente
El deterioro en la calidad del entorno que habitamos tiene graves consecuencias para la salud humana.
El cambio climático y la contaminación en todas sus formas no son un asunto puramente ecológico,
sino también de salubridad pública.
Hechos como la inclusión del derecho a gozar de un ambiente sano en el artículo 79 de la Constitución
Política de Colombia o que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se decidiera a definir el
concepto de ‘salud ambiental’ no son gratuitos: dan cuenta de la necesidad de entender que el bienestar
de nuestros cuerpos y del ecosistema que nos sostiene están íntimamente ligados. Entre más empeore
nuestro medio, más nos vamos a enfermar.
Según la OMS, la salud ambiental es “aquella disciplina que comprende los aspectos de la salud
humana, incluida la calidad de vida y el bienestar social, que son determinados por factores
ambientales físicos, químicos, biológicos, sociales o pisco-sociales”. Esto incluye “la teoría y práctica
de evaluar, corregir, controlar y prevenir aquellos factores en el medio ambiente que pueden
potencialmente afectar la salud de presentes y futuras generaciones”.
La polución aérea
Los principales contaminantes del aire son el monóxido de carbono, el ozono, el dióxido de azufre y el
material particulado. El monóxido de carbono y el dióxido de azufre son productos naturales de la
quema de hidrocarburos y materiales combustibles (petróleo, madera, carbón, entre otros). Inhalarlos
provoca hipoxia, mareos, pérdida de la conciencia, inflamaciones oculares, inflamación de los
pulmones y del sistema cardiovascular y, a niveles elevados, la muerte.
Cuando esos compuestos entran en contacto con la radiación solar, se produce el ozono, un agente
corrosivo causante de asma, deterioro del tejido pulmonar y deficiencias en el sistema inmune. Por
último, el material particulado viene en dos variedades: igual o inferior a 10 micras (PM10) o material
particulado grueso, e igual o inferior a 2,5 micras (PM2,5) o material particulado fino; el polvo, el
hollín y la ceniza son algunos ejemplos.
El material particulado fino es especialmente peligroso para la salud humana, puesto que penetra con
facilidad en el tejido pulmonar y arterial, lo que resulta en enfermedades graves como la
arteroesclerosis, la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y el cáncer de pulmón.
Agua, heces y metales
Por varias razones, el agua se ha convertido es uno de los principales vehículos de enfermedades en el
mundo. La presencia residuos orgánicos humanos y animales, así como de cantidades elevadas de
metales pesados como el mercurio, comprometen su potabilidad.
Uno de los principales agentes infecciosos que se encuentran en el agua es la Escherichia coli, que
viene en las heces de muchos animales. Esta bacteria puede causar un abanico de afectaciones que
incluyen la diarrea, gastroenteritis, colitis hemorrágica, vómitos e infecciones urinarias. En casos
graves puede provocar necrosis, falla multiorgánica y la muerte.
El envenenamiento del agua por metales pesados tiende a ocurrir tras la disposición inadecuada de los
residuos de las actividades mineras, lo que ocurre particularmente en el caso del mercurio. Este
elemento está presente de forma natural en todos los hábitats de la tierra, pero en concentraciones
elevadas puede provocar el deterioro progresivo del sistema nervioso, lo que se traduce en insomnio,
problemas motores, de memoria y cognitivos. En el caso de las mujeres embarazadas, puede
comprometer severamente el desarrollo adecuado del feto.
No es sólo el ruido
Los efectos de la contaminación acústica sobre la salud son más sutiles y van muchos más allá de la
sordera. La exposición prolongada a altos niveles de ruido elevados es una fuente importante de estrés.
A su vez, el estrés se traduce en un mayor riesgo de hipertensión, diabetes, fallas en el sistema
inmunológico y deterioro de la salud mental (ansiedad, irritabilidad y depresión).