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Tarea III Español 2
Tarea III Español 2
Para hacer hincapié a esta tarea, vamos a presentar algunos temas relacionados a esta que de
igual manera estaremos desarrollando a continuación.
Estaremos trabajando unos ejercicios de asimilación donde vamos a describir el proceso de
producción de un texto discursivo y tres pautas para corregir el borrador que consideres de
particular beneficio.
También vamos a leer unos textos donde debemos analizarlos y sacar varias ideas de el mismo,
entre estas redactar un texto discursivo de uno de ellos. Por ultimo estaremos viendo un ensayo
en el cual luego de darle fin a su lectura, tendremos varias interrogantes que debemos
responder.
Tarea III
Facilitador: Amalio Alcéquiez
Tarea III
En la definición del propósito: se estable la finalidad del escrito. Se pretende evitar que la
mente divague sin rumbo. Definir el tema supone reflexionar profundamente antes de comenzar
a escribir, reflexión que dará sus frutos en forma de expresión.
Redacción del borrador: tras la documentación y elaboración del esquema las ideas pugnan
por salir a borbotones. En este momento se recomienda ponerlas tal como se presentan en la
mente sin preocuparse en cómo se escribe una palabra o como suena mejor.
Corrección del borrador: luego de poner el borrador por un tiempo prudente se procede a
corregir y pulir las ideas.
2.- Describe por lo menos tres pautas para corregir el borrador que consideres de
particular beneficio.
II Lee con detenimiento este párrafo de un ensayo de Jorge Mañach. Inspírate en las ideas
que este autor comparte. Luego redacta un texto discursivo en torno a las mismas:
Observaciones:
1.- ¿Qué es un ensayo?
En literatura, es una obra escrita en prosa, generalmente breve, en la que se revela una
interpretación personal de un tema.
2.- Describe el papel de las funciones denotativa y connotativa del lenguaje en el ámbito del
ensayo.
IV.- Lee detenidamente el siguiente ensayo. Responde las interrogantes que aparecen al
pie del mismo:
Jorge Mañach
Evidentemente, escribir es sólo cuestión de tener algo que decir y de decirlo lo mejor posible.
Por lo tanto, de substancia y de forma.
Otro modo de substancia es la emoción que se experimenta ante las cosas o por la
ausencia y nostalgia de ellas. Es la materia del poeta; del escritor de sensibilidad o el escritor de
fantasía. El primero es el que se conmueve con presencias; el segundo, el que se emociona
con ausencias. Aquél podrá informar primero de las cosas que le impresionan, como en el caso
del cronista o del narrador, pero lo más importante de su materia será siempre la herida que
ellas hacen en su sensibilidad, y su acierto expresivo consiste en respirar por esa herida. El
segundo se crea un mundo a su gusto o su angustia. Tendrá que ser un mundo interesante, un
mundo en que el aleteo de su fantasía sea bastante vigoroso para despertar la fantasía que los
demás hombres llevan dormida.
Una vez en posesión de esa materia efusiva, el problema del escritor es precisamente la
efusión; cómo expresarla, cómo sacársela de dentro y darle un cauce comunicativo. Y aquí me
parece que no hay más que dos vías posibles: la de la inspiración y la del método.
Vaya usted a saber de qué depende eso. A lo mejor, de una buena digestión, de una víspera de
sueño reparador. O tal vez de un culto destilamiento que lentamente se le ha ido produciendo
entre los cuarzos del espíritu.
Permítaseme tomar el ejemplo que me es más cercano en este momento. Mientras esto
escribo, ando un poquillo afortunado. Mal que bien, esto va saliendo con cierto orden, sin que
yo hiciera demasiado plan previo de expresión. Sencillamente, antes de ponerme a escribir,
puse en una cuartilla, a la carrera, diez o doce renglones de tipo telegráfico, con las ideas y las
fórmulas verbales que de entrada se me ocurrieron acerca del tema. Como no tenían orden
espontáneo alguno, se lo he ido dando al escribir. Pero mucho más a menudo ocurre que uno
no está tan “de vena”; y entonces sí hace falta un esquema previo de lo que se va a decir, un
“esqueleto” en que los conceptos se jerarquizan y articulan lógicamente. He aquí, pues una
primera recomendación para el novicio que quiera irse habituando a la expresión ordenada,
sobre todo en el campo de las ideas. Solamente cuando uno ya se ha disciplinando un poco en
eso, puede confiarse con alguna soltura “a lo que salga”.
Pero nunca hay que confiarse demasiado. “Lo que sale” es, frecuentemente, lo que cuesta
menos trabajo. Aquello de la línea de menor resistencia también opera en esto de escribir.
Cierto abandono ha sido característico del escritor hecho. Como el elegante de raza, éste lleva
sus prendas con naturalidad y soltura, hasta con cierta displicencia. El “empaque” es una
calamidad, en el escribir como en todo; la retórica no es otra cosa que el estilo de “empaque” o
empaquetado. Pero no hay que exagerar la cosa. No hay que olvidar, sobre todo, que, para
poder llegar a esa soltura y abandono, es necesario haberse formado antes, por la disciplina, por
la vigilancia severa de la propia expresión, una especie de instinto de lo que está bien. Nada
hay más peligroso para el novicio que querer escribir “fácilmente” antes de tiempo. De ahí
proceden a menudo la vulgaridad, la superficialidad, el simplismo, el contentarse con lo que
buenamente “sale”. Decía un buen pintor español Casado del Alisal, que “el poco más o menos
nunca ha hecho buenos artistas”.
Ejercicios
Hacer saber que para escribir se necesita tener un dominio total de las reglas y disciplina. Que
no se escribe por escribir, hay que pulir primero su intelecto y aprender a buscar el método
adecuado para poder llegar al lector sin caer en la vulgaridad, y que se pueda captar con
claridad lo que quiere expresar.
3.- ¿De qué manera hace convivir la denotación y la connotación para lograr sus fines?
Ilustra con ejemplos.
De una manera significativa, en otras palabras: el autor se para frente a la página como un
meditador, como un reportero o como poeta.
4.- Interpreta en tu propio estilo por lo menos tres de sus recomendaciones; escribe un
párrafo breve de cada una.