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Introducción.

Para hacer hincapié a esta tarea, vamos a presentar algunos temas relacionados a esta que de
igual manera estaremos desarrollando a continuación.
Estaremos trabajando unos ejercicios de asimilación donde vamos a describir el proceso de
producción de un texto discursivo y tres pautas para corregir el borrador que consideres de
particular beneficio.

También vamos a leer unos textos donde debemos analizarlos y sacar varias ideas de el mismo,
entre estas redactar un texto discursivo de uno de ellos. Por ultimo estaremos viendo un ensayo
en el cual luego de darle fin a su lectura, tendremos varias interrogantes que debemos
responder.
Tarea III
 

Universidad Abierta Para Adultos (UAPA)

Asignatura: Español II     NRC: ________

Facilitador: Amalio Alcéquiez                

Participante: Hanserlin Alberto Rodríguez Vásquez      Matrícula: 100059020

Tarea III

I.- Ejercicios de asimilación

1.-  Describe las etapas del proceso de producción de un texto discursivo.

 En la definición del propósito: se estable la finalidad del escrito. Se pretende evitar que la
mente divague sin rumbo. Definir el tema supone reflexionar profundamente antes de comenzar
a escribir, reflexión que dará sus frutos en forma de expresión.

 Documentación: es la base nuclear en la producción de textos de cualquier tipo; la


documentación favorece la generación de ideas, pues el contacto continuo, durante un tiempo
más o menos prolongado, con los puntos de vista de diferentes autores se convierte en una
fuente nutricia indispensable para el novel autor.

 En la etapa de planificación: se clasifican y organizan los datos seleccionados. Luego se


elabora un esquema, en el cual la información más íntimamente relacionada aparece abajo del
mismo rotulo.

 Redacción del borrador: tras la documentación y elaboración del esquema las ideas pugnan
por salir a borbotones. En este momento se recomienda ponerlas tal como se presentan en la
mente sin preocuparse en cómo se escribe una palabra o como suena mejor.

 Corrección del borrador: luego de poner el borrador por un tiempo prudente se procede a
corregir y pulir las ideas.

2.-  Describe por lo menos tres pautas para corregir el borrador que consideres de
particular beneficio.

 Verificar si hay coherencia en las partes y en el todo.

 Ver si se han elegido palabras que exponen más claramente el mensaje.

 Verificar si se logran las cualidades de naturalidad y originalidad.            

II Lee con detenimiento este párrafo de un ensayo de Jorge Mañach. Inspírate en las ideas
que este autor comparte. Luego redacta un texto discursivo en torno a las mismas:

La inspiración es un estado de gracia.  Lo mismo le puede sobrevenir al escritor novicio que al


veterano.  Los poetas dependen casi enteramente de ella (por eso escriben tan poco…si son
poetas de verdad).  Los demás, no pueden depender de cosa tan adventicia, sobre todo si son
escritores profesionales.  Cuando las imágenes y las ideas no hallan su camino de por sí, no
hay más remedio que abrírselo.  Esto es lo que se llama metodizar la exposición.  Método
significa, como es sabido, camino.

Observaciones:

a-Se valorarán los signos de haber completado el proceso: Adecuada estructura y presencia


de las características (claridad, propiedad y corrección; coherencia, precisión, originalidad). 
b. Recuerda que la originalidad no es búsqueda desenfrenada de formas nuevas de expresión o
de palabras rebuscadas, sino respeto por tu estilo una vez que has asumido las normas del
registro de habla formal.

III. Desarrolla las cuestiones siguientes:

1.- ¿Qué es un ensayo?

En literatura, es una obra escrita en prosa, generalmente breve, en la que se revela una
interpretación personal de un tema.

2.- Describe el papel de las funciones denotativa y connotativa del lenguaje en el ámbito del
ensayo.

El ensayo es al mismo tiempo arte y ciencia donde lo denotativo y lo connotativo conviven en


estrecha unión, sin que ninguno de los dos intente quitarle su espacio al otro.

3.- ¿Cuáles son las características del ensayo?

• Uno de los géneros más modernos y más utilizados actualmente, Puede


contener:

 Reflexiones, comentarios, experiencias personales u opiniones críticas.

• El contenido es muy variado.


• Puede tratar sobre temas de literatura, filosofía, arte, ciencias y política, entre
otros.

IV.- Lee detenidamente el siguiente ensayo. Responde las interrogantes que aparecen al
pie del mismo:

Para un arte de escribir

Jorge Mañach

Cubano (1898 – 1961)

Evidentemente, escribir es sólo cuestión de tener algo que decir y de decirlo lo mejor posible. 
Por lo tanto, de substancia y de forma.

Prescindamos por el momento de lo que resulta anterior aún a eso, que es la preparación


general, el fondo de cultura y de adiestramiento específico indispensable para tener algún
depósito contra el cual girar.  Sobre eso vendremos luego, aunque sea previo.  Asumamos que
ese fondo existe en mayor o menor medida, y que nuestro escritor en ciernes experimenta unas
ganas irresistibles de expresarse literariamente.  Lo primero, repito, en ese trámite, es lo que se
quiere decir: la substancia.

La substancia puede ser de índole muy variada; substancia de pensamiento, substancia


de cosas o substancia de emoción.  En otras palabras: el escritor se pone ante la cuartilla
como un meditador, como un “reportador” o como un poeta…aunque sea en prosa. 
Obviamente, el trance menos severo es el del que llamo “reportador”.  Tiene éste el mundo, o
una parcela de él, frente a sí.  Las cosas que se propone entresacar de él y revelar o destacar al
lector están ahí: es sólo cuestión de elegirlas con acierto, por lo que tienen de insólitas o, al
contrario, de características; por lo que tienen en todo caso, de significativas.  Si no ve eso, no
vale la pena que escriba.  El escritor es por definición, un señor que cree ver más o mejor que
los demás.  No hay modo de quitarle al oficio esa vanidad.  Y ya el ver claras las cosas
significativas, el verlas con su propio perfil, no es poca substancia.  De los buenos informadores,
entran pocos en libra.

Otro modo de substancia es la emoción que se experimenta ante las cosas o por la
ausencia y nostalgia de ellas.  Es la materia del poeta; del escritor de sensibilidad o el escritor de
fantasía.  El primero es el que se conmueve con presencias; el segundo, el que se emociona
con ausencias.  Aquél podrá informar primero de las cosas que le impresionan, como en el caso
del cronista o del narrador, pero lo más importante de su materia será siempre la herida que
ellas hacen en su sensibilidad, y su acierto expresivo consiste en respirar por esa herida.  El
segundo se crea un mundo a su gusto o su angustia.  Tendrá que ser un mundo interesante, un
mundo en que el aleteo de su fantasía sea bastante vigoroso para despertar la fantasía que los
demás hombres llevan dormida.

Y finalmente, está el escritor cuya materia es el pensamiento.  Se parece mucho al escritor


emotivo; sólo que en él la sensibilidad es de la inteligencia y de la conciencia, y consiste en la
aptitud para reaccionar con ideas ante las cosas del mundo, o ante las ideas mismas de él y de
los demás.

Es evidente que esas substancias _ imágenes de cosas, emociones, ideas_, se tienen o no se


tienen cuando se va a escribir.  No sé qué haya ninguna fórmula para hacerse de ellas, para
agenciárselas a la fuerza.  La cultura contribuye mucho a esa dotación, pero si no va
acompañada de sensibilidad, la cultura por sí sola no vale.  Hay mucha gente cultísima que no
sabe escribir, no ya porque carezca de la técnica del caso, a que luego me referiré, sino porque
tiene lo que pudiéramos llamar la cultura pasiva, sin vibración de sensibilidad bastante para
irradiar las substancias de ella.  Miran, sienten y piensan para sí.  La experiencia del mirar, el
sentir y el pensar no los llena y estremece al punto de que necesiten desbordarse en la
comunicación literaria.  El escritor genuino es siempre una sensibilidad que no puede
contenerse.  Por eso generalmente, se les paga tan mal.

Una vez en posesión de esa materia efusiva, el problema del escritor es precisamente la
efusión; cómo expresarla, cómo sacársela de dentro y darle un cauce comunicativo.  Y aquí me
parece que no hay más que dos vías posibles: la de la inspiración y la del método.

La inspiración es un modo de expresarse que, misteriosamente, se ordena a sí mismo.  Es


propio de los escritores poéticos, pero no patrimonio exclusivo de ellos.  Hay días en que
también el reportador ve las cosas más significativas que nunca; impudorosamente parecen
mostrarle de por sí su perfil desnudo y agruparse en su justa jerarquía, sin que haya más que
trasladar al papel su misteriosa espontaneidad.  También el meditador habitualmente afanado
tras la esquivez y sutileza de los conceptos, tiene días en que éstos se le echan encima como
un rumoroso enjambre y le punzan lo más delicado de la conciencia, como si quisieran incitarle
al hallazgo y la plenitud.  En esos días, se dice que se está “inspirado”.

Vaya usted a saber de qué depende eso.  A lo mejor, de una buena digestión, de una víspera de
sueño reparador.  O tal vez de un culto destilamiento que lentamente se le ha ido produciendo
entre los cuarzos del espíritu.

La inspiración, pues, es un estado de gracia.  Lo mismo le puede sobrevenir al escritor novicio


que al veterano.  Los poetas dependen casi enteramente de ella (por eso escriben tan poco…si
son poetas de verdad).  Los demás, no pueden depender de cosa tan adventicia, sobre todo si
son escritores profesionales.  Cuando las imágenes y las ideas no hallan su camino de por sí, no
hay más remedio que abrírselo.  Esto es lo que se llama metodizar la exposición.  Método
significa, como es sabido, camino.

Permítaseme tomar el ejemplo que me es más cercano en este momento.  Mientras esto
escribo, ando un poquillo afortunado.  Mal que bien, esto va saliendo con cierto orden, sin que
yo hiciera demasiado plan previo de expresión.  Sencillamente, antes de ponerme a escribir,
puse en una cuartilla, a la carrera, diez o doce renglones de tipo telegráfico, con las ideas y las
fórmulas verbales que de entrada se me ocurrieron acerca del tema.  Como no tenían orden
espontáneo alguno, se lo he ido dando al escribir.  Pero mucho más a menudo ocurre que uno
no está tan “de vena”; y entonces sí hace falta un esquema previo de lo que se va a decir, un
“esqueleto” en que los conceptos se jerarquizan y articulan lógicamente.  He aquí, pues una
primera recomendación para el novicio que quiera irse habituando a la expresión ordenada,
sobre todo en el campo de las ideas.  Solamente cuando uno ya se ha disciplinando un poco en
eso, puede confiarse con alguna soltura “a lo que salga”.

Pero nunca hay que confiarse demasiado.  “Lo que sale” es, frecuentemente, lo que cuesta
menos trabajo.  Aquello de la línea de menor resistencia también opera en esto de escribir. 
Cierto abandono ha sido característico del escritor hecho.  Como el elegante de raza, éste lleva
sus prendas con naturalidad y soltura, hasta con cierta displicencia.  El “empaque” es una
calamidad, en el escribir como en todo; la retórica no es otra cosa que el estilo de “empaque” o
empaquetado.  Pero no hay que exagerar la cosa.  No hay que olvidar, sobre todo, que, para
poder llegar a esa soltura y abandono, es necesario haberse formado antes, por la disciplina, por
la vigilancia severa de la propia expresión, una especie de instinto de lo que está bien.  Nada
hay más peligroso para el novicio que querer escribir “fácilmente” antes de tiempo.  De ahí
proceden a menudo la vulgaridad, la superficialidad, el simplismo, el contentarse con lo que
buenamente “sale”.  Decía un buen pintor español Casado del Alisal, que “el poco más o menos
nunca ha hecho buenos artistas”. 

Ejercicios

1.-Transcribe un párrafo expositivo de este ensayo. 

La inspiración, pues, es un estado de gracia. Lo mismo le puede sobrevenir al escritor novicio


que al veterano. Los poetas dependen casi enteramente de ella (por eso escriben tan poco…si
son poetas de verdad). Los demás, no pueden depender de cosa tan adventicia, sobre todo si
son escritores profesionales. Cuando las imágenes y las ideas no hallan su camino de por sí, no
hay más remedio que abrírselo. Esto es lo que se llama metodizar la exposición. Método
significa, como es sabido, camino.

2.- ¿Cuál es el propósito de Jorge Manach en este escrito?

Hacer saber que para escribir se necesita tener un dominio total de las reglas y disciplina. Que
no se escribe por escribir, hay que pulir primero su intelecto y aprender a buscar el método
adecuado para poder llegar al lector sin caer en la vulgaridad, y que se pueda captar con
claridad lo que quiere expresar.

3.- ¿De qué manera hace convivir la denotación y la connotación para lograr sus fines? 
Ilustra con ejemplos.

De una manera significativa, en otras palabras: el autor se para frente a la página como un
meditador, como un reportero o como poeta.

4.-  Interpreta en tu propio estilo por lo menos tres de sus recomendaciones; escribe un
párrafo breve de cada una.

Dice que el escritor debe tener sensibilidad al escribir.

Debe ser emotivo.

Debe escribir de manera que despierte en el lector la imaginación y la fantasía.


Conclusión.

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