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DÉCADA INFAME.

Esta década, el mundo se vio fuertemente afectado por la crisis económica y financiera mundial
causada por la caída de la Bolsa de Valores en Wall Street en el año 1929, por lo que, en este
contexto, Argentina se vio afectada: Primeramente, la crisis produjo que la producción
disminuyera, el comercio internacional se redujera y que los precios de los productos también
cayeran. Tampoco se pudo contar con préstamos, refinanciaciones, inversiones extranjeras para
contrapesar las pérdidas (ya que los países centrales estaban también en crisis). También, frente
a la crisis, los países centrales disminuyeron sus compras de materias primas y alimentos a los
países periféricos, y prefirieron crear zonas de preferencia como el caso del Common Wealth,
donde Inglaterra priorizaba comprarles materia prima a sus excolonias. Argentina no tenía
suficientes compradores a quienes venderles sus materias primas (carnes y cereales), por lo que
el país sufrió la disminución de los precios de sus exportaciones, el agote de las divisas
extranjeras disponibles para pagar las compras y la deuda externa (porque no había dinero), y la
reducción de los ingresos del Estado, que dependían, en gran medida, de los impuestos al
comercio internacional. Por último, esta situación provocó el deterioro del nivel de ganancia de los
terratenientes, ya que eran los propietarios de aquellos productos primarios que se vendían al
exterior, lo que fue una de las principales causas que llevaron a Justo y Uriburu a iniciar el golpe
de Estado de 1930.
Este desastre económico mundial que produjo una importante crisis económica y financiera,
también origino, entre otras causas, el desgaste del pensamiento liberal, que se caracterizaba por,
entre otros aspectos, la defensa de la democracia republicana, el libre intercambio de bienes y
capitales a nivel local e internacional, la movilidad de las personas en cuanto a la posibilidad de
ascenso en los niveles de vida y la adopción de pautas culturales europeas, preferentemente
francesas e inglesas.
Ante esta crisis del liberalismo, surgen los denominados fascismos nacionalistas que rechazaban
los principios de la Revolución Francesa y afirmaban como valores la patria, la religión, la
tradición, la familia, la raza.
En este contexto, Argentina no fue la excepción.
El representante de estas organizaciones nacionalistas fue el General José Félix Uriburu, que
pretendía hacer una profunda reforma constitucional que terminara con el régimen democrático y
el sistema de partidos y, así, implantar un régimen de representación corporativa.
Por lo que Uriburu y, en un segundo plano, el General Agustín P. Justo, que prefería restablecer el
clásico sistema de partidos con las restricciones que los dueños del poder creyeran convenientes,
o sea, una democracia de ficción y fraudulenta, se aliaron junto a las entidades que agrupaban a
los principales exportadores y terratenientes con el único objetivo de derrocar al presidente
Yrigoyen, ya que creían que el gobierno de este último no daba respuesta a la crisis.
Finalmente, el 6 de septiembre de 1930 se llevó a cabo el primer golpe militar en Argentina, el cual
trajo como consecuencia: Derrocamiento de Yrigoyen, el reconocimiento a Uriburu como
presidente de la Nación mediante una célebre y cuestionada Acordada de la Corte Suprema de
Justicia, recuperación del control del aparato del Estado por parte de la tradicional elite
terrateniente – exportadora y ,claro está, la Década Infame.
Estos gobiernos decidieron llevar a cabo un sistema de voto fraudulento: Ni Uriburu (1930-32), ni
Justo (1932-38) fueron electos de forma democrática, ya que tenían la idea de que “la política es
para los más aptos, y que no podían participar de la política los analfabetos o los subalternos” ,
por lo que elegían ellos mismos quien sucedería a quien en ese gobierno de hecho, que según
Uriburu, venían a “curar al país” de los últimos gobiernos radicales. Por lo que estos políticos
prohibían la actividad política y sindical; intervenían las provincias y las universidades; decretaban
la pena de muerte; detenían, torturaban y asesinaban a los opositores mientras que, al mismo
tiempo, hacían una declaración de profunda fe católica y de pertenencia al mundo occidental y
cristiano; dejaban en suspenso la duración del gobierno militar y, finalmente, en pago de tantos
sacrificios, en nombre de la patria y la honestidad, hacían los más sucios y descarados
negociados.
Como su principal excusa para llegar al poder era la inoperancia del gobierno de Yrigoyen para
dar respuesta a la crisis económica que atravesaba el país, frente al conjunto de factores externos
e internos que originaban la disminución de la ganancia de los capitalistas agrarios, los sectores
dirigentes políticos y económicos del país se propusieron profundizar la intervención del Estado en
la economía. Esta intervención estatal observada a través de la toma de decisiones tuvo como
objetivos centrales corregir los problemas originados por la crisis y proteger a los sectores
económicamente dominantes del país.
En primer término se puede mencionar el Pacto Roca – Runciman como parte de estas
intervenciones.
Debido a la crisis, Gran Bretaña había dejado de comprarle a Argentina carnes y cereales y
prefirió comprárselas a países que habían sido sus colonias (Australia, Canadá, etc.). Esta
decisión afecta a los poderosos ganaderos locales, por lo que el gobierno en turno, en
representación de estos grandes exportadores con Julio Roca hijo a la cabeza, elaboró un pacto
con el país europeo, representado por el consejero de comercio internacional Walter Runciman.
Los principales puntos de la convención y del protocolo sobre intercambio comercial estipulaban:
1. Gran Bretaña aseguraba a la Argentina la compra de carne.
2. El dinero que Gran Bretaña paga por compras a Argentina, podía volver a aquel país como
pago de la deuda externa.
3. La Argentina tendría con las empresas británicas "un tratamiento benévolo ", por ejemplo, con
las compañías inglesas de tranvías y ferrocarriles ingleses.
4. Gran Bretaña permite solo un pequeño porcentaje de venta de carnes en manos de frigoríficos
siempre que fuera transportado y comercializado por ingleses; el resto sería contratado a los
frigoríficos británicos.
5. La Argentina no cobra impuestos al carbón y demás mercaderías que se importaban de Gran
Bretaña. Además, debe comprar a dicho país el total del carbón que consumía.
6. Argentina se comprometía a no aumentar los impuestos aduaneros a las mercaderías inglesas.
Los productos iban a pagar un impuesto más bajo que la que pagaban los productos de otros
países.
Este pacto favoreció ampliamente a Inglaterra y su economía, mientras que de nuestro lado solo
favoreció a los grandes ganaderos.
Los principales partidos de la oposición (demócrata-progresistas, socialistas y comunistas)
calificaron al pacto como un acto de sometimiento frente al imperialismo inglés.
Otra de las intervenciones que tuvieron los gobiernos de la “Década Infame” fue el modelo
económico de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI).
A causa de la crisis y todo lo que causo a nivel mundial y nacional, el país se vio obligado a dejar
importar debido a que no contaba con la divisa suficiente para poder adquirir los bienes
manufacturados en el exterior, debido a que no exportaba a causa de las medidas proteccionistas
llevadas a cabo por los países que le compraban. Poco a poco grandes terratenientes y
comerciantes exportadores —nucleados en la Sociedad Rural Argentina (SRA)— terminaron por
coincidir en sus orientaciones económicas con los grupos industrialistas —nucleados en la Unión
Industrial Argentina (UIA)—: ambos aceptaron el desarrollo de la actividad industrial como una
solución para los problemas de la economía nacional. Estos grupos económicos impulsaron a sus
socios-políticos del gobierno para iniciar un proceso de sustitución de importaciones de
manufacturas industriales.
Las principales industrias que surgieron a causa de este modelo son la industria alimenticia:
panificación, envasados y conservas en general (de harina, aceite, cerveza, vinos, azúcar, molinos
harineros y envasadoras y empacadoras de frutas y conservas importadas, etc.); la industria textil
de lana y algodón.

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