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E N EL BICENTENARIO DE J UÁREZ

La visita secreta de Juárez


al Hospital de San Andrés

Es bien sabido que el embalsama- A mi vuelta de Europa llegué a


miento del cadáver de Maximiliano la capital de México el día 23 de no-
en Querétaro, a pesar de haber sido viembre de 1867, es decir, pocos días
hecho por cuatro médicos, resultó después que el cadáver de Maximi-
mal ejecutado, por lo cual fue nece- liano había sido sacado de la iglesia
sario un nuevo embalsamamiento, de San Andrés para conducirlo a Ve-
el cual se practicó en la capital de racruz. Venía enfermo, por lo que an-
México, en la iglesia del Hospital tes de pasar a Lagos me estuve una
de San Andrés. Esta era una iglesia temporada en México para curarme.
mediana que cerraba el callejón de En esta temporada un mexicano an-
Betlemitas; después fue derribada, tiguo amigo mío, y testigo ocular del
y el lugar donde estaba es hoy la ca- segundo embalsamamiento del ca-
lle de Xicoténcatl. Por mis relacio- dáver de Maximiliano, me refirió lo
nes con las Hermanas de la Caridad siguiente. Antes me exigió le prome-
de San Andrés, especialmente con tiera bajo palabra de honor que jamás
la superiora, sor Juana Antía, espa- diría a nadie el secreto que me iba a
ñola, y con la boticaria sor Felícitas comunicar, y se lo prometí.
González, guadalajarense, conocí Luego que las Hermanas de San
bien esta iglesia antes y después del Andrés recibieron la orden de des-
embalsamamiento. Tenía tres comu- ocupar la iglesia, porque en ella se
nicaciones con el exterior, a saber: la iba a practicar el embalsamamiento,
puerta principal, que daba a la calle, hicieron que se sacase del sagrario
No hemos podido ubicar la la puerta del costado, que daba a un al Santísimo, los vasos sagrados, las
autoría de este trabajo, pues
corredor del hospital, y la puerta de aras, los manteles y demás paramen-
en la copia del documento
original no consta el nombre la sacristía, que daba a otro corre- tos, y la iglesia quedó convertida en
del autor, ni tampoco en
una edición que se hizo en
dor del mismo. De la linternilla de un salón profano de operaciones
el suplemento "México en la cúpula pendía una cadena y de quirúrgicas. Luego que el ataúd
la Cultura" de la revista
Siempre.
ésta un candil. con el cadáver de Maximiliano fue

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LA VISITA SECRETA DE JUÁREZ AL HOSPITAL DE SAN ANDRÉS

colocado en una gran mesa en me- Juárez ordenó al jefe de la tropa


dio de la iglesia, se situó en ésta a que luego que terminara el embal-
una tropa para que custodiase el ca- samamiento le avisara, antes que
dáver. Se cerraron la puerta princi- fuera vestido el cadáver. En un día
pal del templo y la del costado, y no de la segunda mitad de octubre se
se dejó más puerta de comunicación dio aviso a Juárez de que estaba
que la de la sacristía. Se puso en esta terminado el embalsamamiento, y
puerta otra guardia, con orden, bajo que al día siguiente sería vestido el
severas penas, de no dejar entrar cadáver, y Juárez dijo al jefe de la
a nadie, a excepción de las perso- tropa que ese día, a las doce de la
nas absolutamente necesarias para noche en punto, estaría de incógni-
el embalsamamiento. Se puso otra to en la puerta principal del templo
guardia en el exterior de la puerta de San Andrés, encargándole una
principal y otra en el exterior de la completa reserva.
puerta del costado para que nadie se En efecto, a las doce de la no-
acercase a dichas puertas; otra guar- che en punto se paró un coche a
dia en la azotea del hospital para no la puerta del templo de San An-
dejar acercar a nadie a las ventanas drés, y el jefe de la tropa abrió in-
del cuerpo de la iglesia que daban a mediatamente la puerta. Entraron
dicha azotea, y otra guardia en las únicamente Juárez y su ministro
bóvedas del templo, para no dejar a Sebastián Lerdo de Tejada. Al en-
nadie cerca de las ventanas de la cú- trar se descubrieron la cabeza y se Pintado sobre un
daguerrotipo
pula. Esta rigurosa custodia de día y dirigieron a la gran mesa que esta- de François Aubert, 1867.
Maximiliano, Miramón y
de noche, duró hasta que el cadáver ba en medio del templo, en la que
Mejía frente al pelotón de
fue sacado de la iglesia. Por supues- fusilamiento.
to que se eligieron para guardias
a los soldados de más confianza,
y para jefe de la tropa a un militar
cuya fidelidad a la disciplina estaba
muy experimentada.
Se desnudó completamente el
cadáver, se ató en posición vertical
a una escalerilla, y ésta se colgó de
la cadena que pendía de la linter-
nilla, y hasta que escurrió todo el
bálsamo que se había inyectado en
Querétaro, se practicó el segundo
embalsamamiento.

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comisión de la custodia del cadáver,


porque se había hallado en el sitio de
Querétaro y porque años atrás lo ha-
bía tratado de cerca y estimado bas-
tante. Juárez y Lerdo se volvieron en
el mismo coche. La visita duró cosa
de media hora.
Al día siguiente fue vestido el cadá-
ver, y ya se permitió a varias personas
la entrada a la iglesia de San Andrés
a visitar los despojos mortales del ex
emperador de México, previa licencia
de una autoridad superior al jefe de
Daguerrotipo la tropa, la que continuó custodiando
de François Aubert, 1867. estaba tendido el cadáver de Maxi- de día y de noche el cadáver, hasta el
Cruces que marcan los
lugares donde fueron miliano, completamente desnudo y día en que fue sacado de dicha igle-
fusilados Maximiliano, rodeado de gruesas hachas encen- sia para ser conducido a Veracruz. Se
Miramón y Mejía en el cerro
de Las Campanas. didas, y se pararon junto al cuerpo. permitió también tomar fotografías
Juárez se puso las manos por detrás, del cadáver.
y por algunos instantes estuvo mi- Luego que escuché la narración
rando el cadáver sin hablar palabra anterior, la escribí para que no se me
y sin que se le notara dolor ni gozo; olvidaran los detalles, y conservo el
su rostro parecía de piedra. Luego manuscrito.
con la mano derecha midió el cadá- Pocos días después que mi amigo
ver desde la cabeza hasta los pies, y me honró con su confianza haciéndo-
dijo: "Era alto este hombre; pero no me una revelación interesante, a tres
tenía buen cuerpo: tenía las piernas jefes republicanos que vivían en la ca-
muy largas y desproporcionadas". pital de México, al tiempo del segun-
Y después de otros momentos de do embalsamamiento, les hice esta
silencio, dijo: "No tenía talento, por- pregunta: "¿Juárez conocería el cadá-
que aunque la frente parece espacio- ver de Maximiliano?" Y cada uno me
sa, es por la calvicie". Lerdo no dijo contestó: "Creo que no".
nada. Luego se sentaron en una ban- En 1891 imprimí el tomo 3o. de
quilla que estaba frente al cadáver, mis Anales de la época de la Reforma y
siempre mirándolo. Juárez cruzó del Segundo Imperio, y estando para
una que otra palabra con el jefe de la publicar esta visita de Juárez y Ler-
tropa, manifestándole su afecto por do; pero para ver si podía hacerlo sin
lo bien que estaba desempeñando su quebrantar la palabra de honor que

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yo había dado a mi amigo y guarda- El hecho es falso, y cuando yo leí ese


ba hacía veinticuatro años, escribí a artículo dije entre mí: "Ya la olieron
un amigo mío, general de brigada, y andan husmeando".
que había sido uno de los sitiadores En fin, El Universal, en su número
de Querétaro y vivido muchos años del 25 de noviembre de 1893, publicó
en la capital de México, pregun- una poesía de Juan de Dioz Peza in-
tándole si sabía que Juárez hubiese titulada: La Calle de Xicoténcatl, en la
conocido alguna vez el cadáver de que el renombrado poeta, hablando
Daguerrotipo
Maximiliano, y me contestó que no de la antigua iglesia de San Andrés
de François Aubert, 1867.
sabía nada. que estaba donde hoy está dicha Fotografía del cadáver del
emperador Maximiliano en
Le supliqué que hiciera la misma calle, dijo: su ataúd, con el uniforme
pregunta a algunos militares que hu- de gala.
biesen vivido en la capital de México
en los últimos meses de 1867, y me
contestó: "que había preguntado a va-
rios militares que habían vivido en la
capital de México en los últimos me-
ses de 1867, entre ellos al coronel li-
cenciado Manuel Aspiroz, que había
sido fiscal en el proceso de Maximi-
liano, y que cada uno le había con-
testado que no sabía nada". Entonces
dije entre mí: "Me obliga todavía el
secreto", y no publiqué en mis Anales
nada de la mencionada visita de Juá-
rez y Lerdo.
El tiempo, en su número del 30
de diciembre de 1892, tomando su
noticia del periódico La Sombra de
Arteaga, hablando del Palacio de
Gobierno de Querétaro, dijo: "A la
historia política de este palacio per-
tenecen varios episodios. En la pieza
donde actualmente está el archivo
de su gobierno, estuvo expuesto el
cadáver de Maximiliano de Austria,
y allí fue visitado por el Presidente
de la República, don Benito Juárez".

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Y allí estaba aquel cadáver, Dos lámparas encendidas


Limpia la faz, roto el pecho, Mal alumbraban el templo,
Como una lección terrible, Y en la penumbra del fondo
Como un inmortal ejemplo. Se destacaba aquel muerto.

El sabio a quien encargóse Aviváronse las luces


EL nuevo embalsamamiento, Y bañó un fulgor intenso
Era del ilustre Juárez El rostro color de cera
Al par que amigo su médico. Con ojos color de cielo.

No bien con expertas manos Juárez se acercó impasible


Ligó los inertes miembros, En holgada capa envuelto,
Dejó, por secar las vendas Sin dar señales ningunas
Suspendido al aire el cuerpo. De angustia o desasosiego.

Pendiente de los dos hombros Y de pie frente al cadáver


En un arco de aquel templo, Clavó en él sus ojos negros,
Y con los ojos de esmalte, Y se lo quedó mirando
Retando al abismo negro, Con un semblante de hierro.

Sólo quedó el soberano, Y después de haber estado


Rígido como el acero, Contemplándolo en silencio,
Con olorosos barnices "Ya lo vi, dijo una voz baja,
Mojando a sus pies el suelo. El vendaje aún no está seco".

Y cuentan que en una noche Y tomando por el brazo,


A Juárez dijo su médico, Cual de costumbre a su médico,
Más bien que en tono de súplica, Sin hablar de aquella escena
En son de dulce consejo: Salió de allí a paso lento.

"No quiero encerrar al príncipe


Para siempre en otro féretro, Cuando leí esta poesía, dije: "Se
Antes de que de mi brazo acabó el secreto, y en consecuencia,
Vayáis vos a conocerlo". la obligación de guardarlo". Y con
todo, callo el nombre de mi amigo,
Y Juárez cedió a la oferta, prefiriendo el respeto a su persona a
Y esa noche en el silencio la integridad histórica. (De México en
Llegó al misterioso sitio la Cultura.)
Conversando a paso lento,

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LA IRONÍA DE MIRAMÓN
ANTES DE SER FUSILADO

Se cuenta que al concluir el sitio de Querétaro


en 1867 con la captura de Maximiliano, once
generales, seiscientos oficiales y cerca de
siete mil soldados, entre ellos los generales
conservadores Miguel Miramón y Tomás Mejía,
el día que iban a ir al paredón, Maximiliano
preguntó a Miramón cuál era el traje apropiado
para la trágica ocasión. El general mexicano
respondió: "Majestad, es la primera vez que me
fusilan, ignoro lo que la etiqueta prescribe en
estos casos".

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