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(CENTRO DE ESTUDIOS HISTORICOS | | | ARGENTINA, 1976, ESTUDIOS EN TORNO AL GOLPE DE ESTADO Clara E. Lida Horacio Creipo Pablo Yankelevich compiladores BIBLIOTECA "Elma K. de Eetvabou" Facated de Fiosatiay Hamenidades Facuted de Peicoiogia, UNC EL COLEGIO DE MEXICO actin, 1976 Bale me de Esa Ch Talc Hon Crap, ike Yrkloh,cmiaoes = 1 22 Msn, OE Capa de Mésie, Cane de Estas ede ncn SAN 9685007 1. Angin Hana Gage de Bn, 19762 Aten hay okorm = 19198. Ul Cis Bap ‘asteseamp. apo, Hac, ig I ake Pa Taran cde pve ide angen Dee de Ma oie D.R.© Cold Met A.C Perea Sem Te erio Mc, DE sma Ingen en Misco inpice Tewoduccia 9 Paso presen ‘Carls Aline "7 el movlacdn popular al aniquilamieno (1973-1976) Liliana de ie 33 Sindilsmoy radkalzacion en los stents ls expesencas lariat ‘MénicaB. Gori 9 Li faquieda no armada en los fos erent: res cso, 1973-1976 Deeiel Campione as [El Coneo Vaticano Il le radializaib de fos exiicos Gustave Morelo mw Imervencin econéavicaesataly eansfocmaciones en la cpula ‘mesa durante la tim ditadue mite (1976-1983) “Ane Gabriela Calan) Bi Legalidad y diradura Vicor Cope 165 La experiencia concenaconats Pier Calero 187 Bile y dicadura ‘Pablo Yenklevich 205, El log del violiciones de los derechos hurmanos Ls Ronige y Maris Soejder 233, [Memoria y politica trent fos dal golpe ‘Nove Rabornlay 259 Sobre los aucores 285 m 186 ance 88 Sone, Mary Vien Meo, liad, Lari ert pala Rafe Vide Buco Aire, Sarena, 2001 sve Banal si pond S, Misi, Foe de Cus Exo ‘rien, 1993, ‘Vans Jorg iia A. “Eh dee epi sida del eis age Te feripndess Aetna, EI Deve, 1977 jboss avi Haun Enum ition arent (1890-1874), Buon ies, ‘ht, 1977 oo LA EXPERIENCIA CONCENTRACIONARIA Puan Cava En el timo custo dal siglo, despus de dca eurbalentas, marcadas porlsintervencin siemvien dela Pues Arad en cleus pltico ‘el pls, por a incapacidad dels grupos dominantes para esablecer ua proper hegeménics por {a dembodiencs ereciente de lx sociedad, ' preljo en Argenina el plpe de Estado de 1976. Sibien exe hecho tents antecedents e los ocutidos en 1930, 1943, 1955, 1962 y 1966, en realidad we tataba de um experienc vedader2- ‘mente “novedoss', por lmao de alguna manera. El gope de 1976 se roponts hacer una opertcidn de "iugia mayor’, que pretend cambiar {mapa police de pals Tan preencioo objetivo ind, enue as me- ‘ids de carrer cconbmic, poten y scale elininacin defini del fncer que amenazaha, desde la pesspctivaquistzgica de ls milrares, la invegridad del cuerpo soil. Ese edncer eral llamada“subvesin’ com fetta elo por lor milrantes de imporanes orpanizaciones amas Sino por todo el espace polio que se oponia al proyecto mili. Con tae objctiv ae dieB6 uns poll vepesiva de Bstado consistent en It ‘lsaparci de personas, mediante una instecign que habla demosesdo ian eficiencia en ete ipa de prictica af argo del sgl os campos de oncentracin. No us eta expresdn como un posible eufemismo para Femina eps del horton. No, Me refer al campo de conceniaion como instucidn del Estado, cj desu plies represia, evenada 2 Is ‘oncencraciin mativs de prsioners para aniullaris y haeros “desspa- rece” del mundo mediante procedimienos coadmicamente efcenes ¥ ternoldgcamentemodernos in Argentina exer 340 campos de concetrcién-exterminio, se tpn be documentacin del informe Nence més, dstsbuidos ea todo Frito nacional, en los que “despareiron” una cir indeteminada de usr) ere, que los organisms de ms doe de weeina mul pera. Tales istuciones de aiquicisn fancionaron principale deat lg fies crecion de nv dermanelamiento, peso que algunas e eas operaban dene ances —inclgo dursne el imo periods del gobierno peronsts— y een indie de eto Foncionamienr paterix Si bug, el apr en el que se consryeton come columa versal dela pallcs cepacia del Estado fue el cranscurrid ene 1976 y 1980, El primer objetivo de las campos de conceneaciba-extersinio fel climinacin de lor grupos poicn caricrertado como "aversive, me Sante ls aniquicién de sus miembros en eonsecuenia, la superivencia selmi 3 coe isla {Como ve const Ia Figura del ubversivo? Deed el pune devise de Los miarey, 4 ncaa dentco de ea categora alos membros de as Drgnizacioner armada, ss smpaiants, colaboradoes en cualguee ga toy lasiaquierda adil, ean ono prone, lo militants de os ‘grupos de defers de los derechos human (quienes consideraban come {eros encubienony bscamente a odo el que se opasers 254 pro ecto; por ello ablaban de subversén polis, scial incluso econémics. ‘Coniderban que e “subversive” era un sujet “urecperable” paral s0- tiedad, de manera que elo procedia nu extermisio, que se dba vlna de ‘alr para que no hubieraneres bros No prtendan neutrals, mi ‘Squtera deraatos, sine acabar con ells, El campo de concentric ys pola de encrminio permiteron la Jinplantacidn de un proyectaecondicoy pole particularmence gresi- ero junto af conslidacion de eve proyecto, el tetor que a existencin {el campo disominabs en oda la sociedad tei el objets de ia ansor- ‘nando, en términos generals, en l cute orden y disciplinado que Jes militares deseban como modelo de oranizacién socal 'Y exo es af porque el terorprowoea un ele de inmoviidad, un “anonadamient’s al deci de Schocr, que "ja hace al pode. Se wat de sin "dejar Racer” econémico, poco, cultural, de la vid cotidans, que perdura ego por larg tiempo eal sociedad como “mae” queconvoca bk memoria dl miedo y de impunidad del Estado. bass ELEACTO DE SANGRE Las campor de encentsciénargesinasfanionaton denzo de inal meso polices, gracias tu popio petra resptanda a cadens se andes jdrqics dl parca de ceguided dl Esa Se parca del ria tipi de que oe miambror el apart de seguridad compartiran as spor ssbildads, es devs, estaba de ensuciar ls manos de dos Se procrabs ue todos os ales de a erucura mae ewiens una paripae di ‘Ree en los tnbjns principles tnmrary mazar Sas funciona podfan ser ‘dies pero todos debian ce prsonakinentemplcadoren ex dos pro ‘tdinintos sens del empo, aunque fers con diferente incensiad fe- ‘enc, Dene exe panto de vinta pods pene que ote de ls obs {del eizencia dele campos fu dar conssencia cohen Ie Fuerst Armadss,compromaurls monoliicamene en rho ale supuesa necsi- ‘dc de exterminar una parte de le poblacin ys metodolgiaatilisada fur cel. Este objetivo fue uno dels que se cumphié en foma ms fa Es un hecho ques ubo un punto en que las Pues Armadst fron prictcamente monoltcas curate ans fea dfs dela gue sc, Ja ‘evinces de acesid yl ineiable de ls meredologisempleada ilo eduad en fs complicidad dal slencio, con ecaniimas cexpotone cats defence In insitucsn hina des stuacién dante hisimos ato, y del queen fechas recientes ha comenzado a apararse ‘imidamente aunque sin mp d pao de slencio— es un indicador {ela grado de obtain neem en temo als pica epesiva pero um- bn del compromisn que supone una culpa compara. Se poeta decir «quel conven idles senda culpa pro, au ve, [a exinenca de Incalp oblige «encubria ent I sociedad y rem a as inscucones sna con a justiacién ideo una y ot ecoresponden. (ORGANIZACION ¥ ADMINISTRACION DE LOS CAMPOS EH pesonal concenticinaro comprenda una interesante discibucién de Fasciones que, bien vaiaba dein camp ato, espondaa un esque ‘qu podeamos lamar general. De acento con lo testimonios de sobrei- ‘rents de aquellos logares que alamzaron a tener una mayor concen ‘Sn de prisoneos, podria Poe is siguiente daca, En primes lugares los ofl dealt jerarqu del campo. Estos ‘enian an contacto rlavanente cso con el gen de ls prisoneros pe parccipaban, aunque fuera esporddicamenc, ens ora yclimina- ‘on, cumplende con al principio de responsbiidad compara. Lala ‘iia, pues, otnaba las decisones pola ymilares pero saben partcpaba en disimas grades de las res “sucia En segunda insanca se enconta la ofcilided dl campo, confor suada tanto por oficiales de incligencia como opersivos, ie cones dos grupos separado. Se rataba de personal de baja y meds gradu ‘lin, aie estaba en contacto deer con las pisioneros. Este str pat ‘cipaba ea foma direc tanto de a capers como dela tora los se tinatosen masa. Erin el mando concreroy operative de los eampor de ‘conceneacin. Por akimo estaban ls suboiiales que se encargeban bisicamence de las funciones de guna, mantenimient dela infaesucrir y que cone ‘ral a topa de los grupos opevos: También paricipabaa de st ‘rat y ean ls que organza los shados, aunque obviamenre sj at Srdenes de un oil de mayor tango. nl cacdnjeirqica cote oii y subfiies esa implica también una subordinaciin de case, Peo el problems qe consider mis relate er el hecho de que ets organic y dstnbucin de funciones Fragments cl disposi. Uno omaban las dcisiones “tas y oto as _enuraan, Unosseuestaban, oor tomiraban yor més enian el com taco catiiano que suponi alimentar evar al bao "conocet” los pi ‘ones. Eta fragmnenacin propicié hecho de que el eampo funciona fa como una maguinaia aparentemente aviénoms, que nadie parela Ccontolaren sa otlidad, yn aque eodos Se sentian, de una u ote mane- ‘a atrapads,Asimismo, se "ili la rexponsabiidad haciendo que cada ‘no, sniéndose spenas un engranaje, no se considerara responsable de sus ‘sco sino in simple ejector de Grdenes quel excedan, emanadss desde sus manos superioe, legals y, por lo eanso, supuestameate legos, AQUINAS DEMUERTE Lapoblacén masva de lo campos eta confosmada por militants des ‘organizacionesarmadasy ss peters, por sctvsaspolcos dea aquie- tds en gene, de fs sinicstorcombatvor y de le grupos de derechos hhumanos que denunciaban a plita epresiva dl gobierna. Dero cabe fake qu sen la Bisque de rs pestonas as eras repress se ops ban com ua vecino un fiir que ler pues servi qu ls padre peda, acm ue simplemente furs un tego incémodo, éxa era raxéa pars.qe, riviera ec que vies, pasta a ser un secutstrad ais, con dl mismo dastine final que el et, Esistieon incln cao de personas scurstada simplemente por presencia un opti que pre fendla manner en sce y qu, no cbse lo “easual” desu copra Tego fueron igulenteasesinads con sus compateres deca, "Todo ea muera cima, junta al objev politi dl exerminio de eros gros, s busca a demoseracin,fente2 la sociedad, de un po: ‘ec estatl abl, con derecho de vida y muerte, que pretend sagas ‘en la socedad la “nauralizacio”y convaidcin de ex derecho. "Por al ‘rd fil rmula de aceptcin de ese pode, uceaebaido por lose liars pero hasta cen punto convalidudo socialmente Sibien el grapo majoraio ent lor pisionezos exo forma por niles de a ogaizaiones amadas en sus diversos nivel, si bien as vets casuals 0 devinculadar dela milzancia plea consticaeron la excepein, hubo eta itimas que sin ser polities no fueron estes lor mires también wnazon lox campos de onveneaciin como inst= mento para justes decuents personae liga sus propiosintereses yb ‘wo de pode mind pars atic. “Aungue los prisoners “caule” o que no abedecan a una prec ibe polities furan minoritaron en trminos aumésicas, desempetaron ‘un papal imporante en adseminaci del eror arco deneo del campo ‘come fuer de Ells eran la prc iefcable de la arbieriad del Sitoma y dest verdaders omnipotnca Sen los campos sé se hubiera cliinade aI miliancisradiaizda hubieran sido igulmente degales © Tegimoe, pro hubieranrexpondido «una Iigica comprensible. Sinem hago, el componente abitcro, indesiabl pars sociedad, hacla que todo el mundo se sinters potencialmemte amenazado, lo que sin dada poten el eco dl eon LA*LOCURAY CONCENTRACIONARIA HT dequiiamient dea gis y dele prediiidad fue uno dees moca- ismor principals ques plies no alo en sce sino em los mimos ‘Campos: En ello exit una sere de pris, com a vst dara de fos ‘iédico en la Escuca Superior de Mectnica dea Armada (8), que des- ‘rentaba aos prisoners con respecto as destino fia hacindoles pre- suponer que no slr asesinal, po lo menos de manera inmedina se puede pensar qu en os campos de concenuacibn oa 2 pss cecermnia ques eservabs toe pristonezs, a exinenca del médica senie {inserido: untener alec humino con sera eapaciad product bier "chupada lo queen de ro de los "che rile viv asa que el eam rods su capita viel ypoductva, Peo és noe dere” agentinos, en que los seceeeados permanecan cados en el Wit vendadosy engl oeponados, como materi) en dpi, = Foes durante meses, «Que Igica poi tener el mio en eas circansta ‘Sk> Prebablement dicular la comprension del peiionero de que ela (Geeuade, No cbse, ese hecho se menconab reiteradamen om la ‘toca anf nen ln parculatrnenteangustisa airman de que el mo- ‘Remi fora de la mace ne quedaran en ance del secuesado sno (Gucci y se coneretria de l manera ms 0 menos dolorora que ‘Googles a maguinaria de coo ‘ earpy pasa le nstanca del "imtreogeoio a muere des prisonetos noe volvia 2 melons por lo general, se taclan circle Ents mds© menos cries acerca de ampes de recuperci, choses leglero beads instancéness. Elasesinta Se cuba yo "asada ‘chan normalmenterodeados de un halo de mister. Este fendmeno se Folia apliar de mechas manerisy seguramentervo miles sentidos pero, tin dada, uno dello fe dificult fa compress real de a situa rc impedir af que los psioneros ntentaran resis de alguna manera Shetimomenta dea gjecuin asa (esistencia de por s poco probable fave no requ de mucha habiidad pra ser conrad. “is Impovante seal que exiltia una azombrosa propensin de los prisoneos pare eer estas versiones, Por una pate, sechabs a andar ut Thuy Inman mecanamo de neacin ance la inminensia de Ik mur, “due caba certs “propensin para aceparcunlquir seal come indicio ‘Miho de la ponbiidad de superivenc: por ota a vide dene de un “Tapostiv cero, dedicado »deorientara los que subsist em sine: ior conformaba wn mundo deegucado y desquicane, que “wuspenda® Ja rsionalidad prvi. ‘Se podan mencionar michoscjmplos de esa "ign pret EL css dear mets embartadat = quienes aja en condiciones relax ‘Grament prilegadas. con cere atecién médica depart, entra de Tope para la madve yi cindiacone precis nob la ntep de xe 1 tamil, no peomiian compreader el deselace. Las ateacioneshacian respons que madre efhjo vivian, o que cuando menos el bebé seria rac La reaiad a que spond ete manejo ett muy tala ma- | | Pecreuitarhinnrermaprincnireers Se poiuebcandal emer ecinas wneerepene pe eree eeae ee ee mnie eae eee eteen pam eee eee ek Spree ee fo coma psons no con eb bs dene ness para ete es parti- cularmente horrible. #1 punto al que querfa llegar es que todo Indica que en esos intentos el goblerno logré considerable éxito Ese éxito no consistié sdlo de que muchos nos sometinos, calle- mos, disfrazamos y disimulamos frente a esa enorme presin para que pareciéranos infantes obedientes, uniformados y callados, dispuestos a dejar @ los que “sabfan* (en la economfa y en la adninistracién terrorista de 1a violencia y también en la calle y en tantos microcontextos) ocuparse de lo que, a la larga, ita & ser #1 bien de todos -y que tenfa que conenzar por celocar todo "en su lugar", desde la mujer en 1a casa y los ex-eludadanos tra- bajando afuers, hasta militares y cadavéricos oligarcas mandando- EL problena -y a esto apunta mi argunento- fue que la presidn pera aceptar tanafla infantilisacién fuera tan enorme. Pero no basta- ba, no hubiera bastado janis, con los militares 0 los funciona- thos de ese gobierno; ni avn con su fenomenal pathos avtoritario éstos hubieran Llegado a controlar tan capilar, prolije y detalia~ damente tantos comportantentos. Para que eso ocurriere hubo una sociedad que se patrullé a si misma: més precisamente, hubo nu- ‘Sobre este punto cf Néstor Perlongher, “La represidn a los homoseruales en la Argentina”, San Pablo, mimeo, 1962. Este tra- bajo es notable no sélo por los horrores que el autor questra se cometicron en esta materia a partir de 1976 sino también, sugi- riendo continuidades de una fenomenal intolerancia antes’ de esa fecha. ° merosas personas -no se cudntas, pero con seguridad no fueron Pocas- que, sin necesidad "oficial" alguna, simplemente porque querfan, porque les parecia bien, porque aceptaban la propuesta de ese orden que el régimen -victoriosamente- les proponfa como nica alternativa a la constantemente evocada imagen del “caos* pre-1976, se ocuparon activa y celosamente, de ejercer su pro- pio pathos autoritario. Fueron kapos* a los que, asumiendo los valores de su (negado) agresor, no pocas veces los vimos yendo mas alld de lo que ese muy autoritario régimen denandaba- Noes fécil ni simpdtico plantear esta cuestidn, pero me Parece que 1a cuestidn de 1a denocracia-en la Argentina, come en todo caso pasado y futuro donde semejantes atrocidades han sido cometidas- tambidn pasa por el doloroso momento de reconocer que no hubo séle un gobierno brutalmente despdtico, sino también una sociedad que durante esos afios fue mucho mas autoritaria y repre- siva que nunca -y que no fueron pocos los que determinaron que asf fuera. Igual que con los muertos y los desepareciios, estos micro-horrores sélo pueden ser ignorados pagando el precio -indi- vidual y colective- de toda negacién: no poder mirarnss en el espejo de lo que somos y, por lo tanto, fugarnos de la posivili- dad, dolorosa pero creativa, de reformular identidades y valores que eviten 1a repeticién de nuestros lados mas destructives. *"Kapos" fueron, en los campos de concentracién nazis, pri- sioneros que, en plena identificacidn con el agresor, eran’ encar- gados de diversos aspectos de 1a “disciplina” del camps. Los es- tudios y menorias de sobrevivientes insisten que aquéilos fueron ne pocas veces alin nfs crueles que los 3.5., y aplicaban an con nfs rigor que éstos los regianentos del campo 10 Tal ver sea exageracidn. ‘Tal vez me haya callado demasia- das veses durante nuestras entrevistas, por obligacidn metodolé- gica y por tenor, y tal vex haya odiado demasiado el sadisno de Los kapos que encontranos en nuestra proto-investigacién y con los que tropezanos cada dia, porque asf era ol cotidiaso durante esos afos. Tai vez sea exageracidn, pero serfa ain mas exagera- do -y mucho peor- que, proyectando todo hacia ese réginen maldi- to, nos excusaramos de mirar, y tratar de entender, 1o que suce- @ié en 1a sociedad argentina. Durante esos affos se me presenta ba recurrentemente una metdfora que creo sigue siendo 7élida: que 1a implantacién de aquél despiadado autoritarisne en la po- Litica soltaba los lobos en la sociedad; no era s6lo 19 que el gobierno expresanente incitaba sino también -nas ‘til y podero- samente- el “permiso" que daba para que no pocos ejercieran sus ninidespotisnos frente a trabajadores, estudiantes y toda otra clase de “subordinades" -incluso transeintes ¢ hijos, para no hablar de lo que mas tarde, siguiendo una légica terrisle, se nostré que podla hacerse con soldados. Los que no quisines -o no Pudinos- ejercer ese tipo de poder aprendimos, por la elocuencia brutal de 1a inversién, lo que significaba la ausencia de un context general razonablenente denocrdtico: quedar a merced de Jos Lobos porque no ten{amos ningun derecho, y si alguno teéri- camente nos quedaba, no tenfanos ante quién reourrir para hacer- Jo valer. A partir de eso, y del pathos manddn y omnipotente que exhudaba el réginen, nuestra sociedad, puntuada por kapos en sus contextos y por el patrullaje de comportamientos que n muchos “voluntarios" hicieron en los lugares piblicos, se some- 416 al despotisno estatal, algunos asumidndolo como propio y otros sufriéndolo en rabiogo silencio. Jamis sabrenos cudntos fueron unos y otros, pero seguramente no fueron pocos, ni unos ni otros. arm men ha entrado en vertigi- Anora que, finalmente, ese ri ogo colapso, es que tantas voces calladas vuelven a ofrae, y que se recomienza a ejercer la libertad de ser diferente, es in- portante reconocer el nada despreciable éxito que el régimen lo- gré en este plano -y, me teno, el grado tampoco despresiable en que esos éxitos no han sido revertides. No es sélo ni tanto que tantos kepos, esos microdéepotas, continian en su lugar. Tampoco es sélo que muchos se negaron absolutamente a saber 1o que estaba pasando con 1a represién, o de atribuirla a malevolente res, 0 -cuando no habfa posibilidad de negar ciertos horrores- de culpar a las vfetimas con esa terrible condena implicads por el “Algo habrén hecho..." que tantas veces se dijo durante esos affos ~eoos, todos Estos, de cosas que uno se permite creer, hasta ‘que nz dura realidad obliga a confrontaries, que sSlo ocurren en otras partes del mundo. Tampoco se trata de que no pocos de aquellos Kapos y es0s negadores, con 1a apasionada sinceridad de quien necesita inconselentemente no haber tenido nada que ver con 1c que ya nadie puede defender, hoy sumen su furia contra el régimen por el desastre econdmico, por las Malvinas y por la corrurcign de log militares -como si slo eso hubiera ocurrido. 2 Adends se trata, y para nuestro futuro creo que mis funda- mentalnente, de 1a persistencia de patrones extrenadanente auto ritarios en nuestros microcontextos, de la actitud mandona y om nipoteste que en muchos de ellos se conserva, de la fuerte into- lerancia subsistente respecto de la vestimenta, la sexualidad y los gustos de otros, y hasta de 1a negacién del derecho de pre- guntar, exigiendo razonable fundamentacion, por el senzido de las érdenes del “superior” -entre muchas otras cosas, y como edp- sula de ellas cargada, ademds, de consecuencias para e1 futuro, creo que no se advierte suficientemente el grado en que la con- cepoién prevaleciente de la autoridad en la educacién es insdli- tamente represiva, disciplinaria y -finalmente- violenta contra los pobres “educandos”, desde la escuela primaria hasta la uni- vorsidad. Lo dicho hasta shora genera dos preguntas importantes, que aqut quedarén eéio planteadas. La prinera se reflere al por que éxito logrado en hacer tanto mgs autorita- ria nuestra sociedad. Sobre esto -como en su momento lo fueron similares preguntas respecto de 1a desfacistizacién en Zuropa- nos cabe 1a responsabilidad de no lanzarnos a respuestas fdeiles; 1a respuesta mas obvia, y mas escapista, serfa proyecter toda la responsabilidad hacia los gobernantes de los ities afios (1o cual no implica dejar de atribuirles la inmensa responsabilidad que ‘tambign en este plano les cabe). Por otre lado, por unos cuantos afios la victoria ideolégica de ese régimen fue encerrar a muchos en el dilena de aceptar el "orden" que ofrecfa, o el regreso al B anterior al golpe de 1976. En 1a medida en que asf fue, en un contexto en el que adends se habfan suprimide todos los mecanisnos de formulacién y reconocimiento de identidades polfti- ‘Una abrunadora mayorfa de nuestros entrevistades (aproxi- nadanente 908) mostré claragente el "gancho” subjetivo en el cual el discurso estatal se apoyé para, por varios aids, imoner ese falgo pero eficiente dilena. Entrevistadss de las més diferentes posiciones y actividades sociales, asi como opiniones politicas, escogisron espontaneanente los aoe inmediantamente precedentes 2 1976 como ei periode que los invitdbagos a estadlece: para com- pararlo con sus sengaciones de cdno vivian, y céno estaban las Cosas 2n nuestro pais, en 1979 (aflo on que condusinoe 1a mayor parte de esas entrevistas). La eleccida de aquel perfodo fue hecha, en ie aayorfa do 199 casos, como recuerdo de lo que esac personas consideraban habia sido in perfodo de cas, violencia © incertidunbre insoportgbies, contra 10e cuales cualgaier alter- hativade orden les parecia préferitle. Esto no impedia que mic chos de esos entreyictados estuvieran descontentos con diversos aspectos de la politica gubernamental (1a gran mayor‘a de esas eriticas estaban referidas a is politica econémica; las refe- Fencias a represién, concura y similares fueron bastanse mas eS- casas). Pero egos descontentos, en la medida que la vision de tos sujetos continuaba atrapada en aquel dilens “cace-orden” (0, dicho en otras palabras, en 1a medida en que deade el *6gi- hen se habla lograde suprimir alternativas que rompieran aquella Gieyanciva con una propliesta de orden sujeta a ovra Logica po- Litica y valorativa), no llegaban a nodificar la extrenada pri- vatizacién de la vida diarta (incluyendo une marcaga cafda en actividades asociativas alejadas de toda connotacién politica) en que encontranos a esos entrevistados Esto llegaba frecuen- Senente ai punto de declararnos gue, hasta que muestra entre- vista los feraata a hacerlo, hacta mucho tLenpo que no pensavan © se preocupaban por cuestiones publicas o "politicas"; pare diseutirlo en otra oportunidad, cabe anotar que esto tanbidn era cierto “y nada castalnente” de personas fuertemente polivi- aadas antes de 1976. Por cierto, tal aprisionamiento de 1a visién general (corres- pondiente a la des-ciudadanizacién operada en todos los planos) Sonaba ya entonces precarlo y, efectivanente, todo indica que, cone tantas otras cosas de ese perfodo, comenzd a explovar oon la transicida presidencial de Videla a'Viola en 1981 y acabs dehacerio con las Malvinas. Mucho me sorprenderia si para esos entrevistados el referente negativo organizador de su visidn del presente y de sus expectativas para el futuro (el predicado del "cualquier cosa antes gue volver a eso", que cimos tantas veces) no fuera hoy el perfode posterior a marzo de 1975, no ya el anterior. “ cas alternativas, quedd desarticulada en muchos la posibilidad de oponerse, y de reconocer con otros en su comin oposicidn, a Ja ldgica autoritaria con que desde el aparato estatal se in- ‘tentaba penetrar y "reorganizar" la sociedad. No parece quepa duda que, luego de los afios de gran mobilizacién e hiperpoliti- zaciOn de 1a primera mitad de 1a década del 70, muchos estaban predispuestos a lo que la represicn y le propaganda post-1976 tanto apuntaron a lograr: un fuerte viraje hacia la privatiza- cidn de las vidas, una generalizada aspiracidn a la reduecidn de incertidumbre en 1a vida diaria (para lo cual, por supuesto, quedé claro que habfa que marcar el paso segun lo querfan los gobernantes) y, tambidn, 1a sensacidn de que durante los afos precedentes al golpe los patrones de autoridad -no séio en 1a politica sino también on innumerable micro-contextos- habfan Llegado a un punto de persomlmente intolerable y scclalmente suicida anarquizacién. De estas predisposiciones hay nunerosas sofiales en lo que se dijo, y en lo que se calid y se deciaid ignorer, a partir de 1975. la pregunta, entonces, acerca de por que en no pozos sec- tores y contextos de 1a sociedad el réginen tuvo éxitos importan- tes en ou vocacidn autoritaria, podrfa rosponderse desplazando buena parte del peso de 1s explicacién a esos violentos, y en no pocos sentidos realmente lecos y cadtices aflos que precedie- ron al golpe de marzo de 1976. Mi impresién ee que esvs aflos hicleron, efectivanente, una importante contribucién a lo que pasé después, incluso en este plano micro, socialmente interes- 8 Hiclal, que estoy discutiends. Esa contribucién no fue edlo, me parece, 1a brutal violencia reaccionaria que engendré. Tambicn pesé -mas sutilmente, pero con profundas consecuencias- para que nds alld del miedo que provocaba con su represicn, aguél régimen hiciera 1o que hizo con tan poca oposicisn por unos cinco afios. Esto es, parece haber operado 1a tendencia psicolégica y politicamente regresiva, frecuentenente nanifesta- da en nuestras entrevistas pero que el ojo atento también podfa detectar en innunerables signos de 1a vida diaria, después de un perfodo vivido cone la suna del caos, 1a violencia y la incerti- dumbre, de aspirar a la energencia de un poder supreno que g2- rantizara algun orden. Esta problendtica, que Hobbes y algunos analistas del facisno entendieron bien, sugiere algunos de los costes menos visibles pero no menos graves- que un perfodo como el anterior a 1976 puede generar. con lo dicho hasta aqui la cuestidn podrfa quedar centrada en discusiones acerca de si es al pre o al post-1976 que debe ser atribuldo el peso principal en relacidn al problema que aquf planteo. No creo que tal discusidn tenga mayor santido (aunque os fécil imaginar que el énfasis sobre uno u otro perfo- do estarfa fuertemente influfdo por las posiciones polfticas de cada uno), no séle por 1a cbvia razdn de que no sabemos como adjudicar pesos relatives a fendmenos tan complejo, sino tan- didn porque todavia 1a cuestidn est insuficientenente planteada. asf, afirmar que lo que parece haber avanzado el autoritarisno en 1a sociedad argentina estos ltinos afios fue directa conse- 16 cuencla del régimen post-1976, y que 1a ocasidn y las predispo- siciones para ello hab{an sido en buena parte senbradas en los afios inediatanente precedentes, aunque me parece clerzo me pa- rece np menos insuficiente. Sin pretender una infinita regresidn, lo recién dicho plan- tea por qué nuestro pafs Llegé a infligirse los daffos, y los trementos costes de mediano plazo, de esos afios pre-1976 que nuestros entrevistados recordaban cono tan intolerables, Tene- mos trabajos que permiten entender parte de esa cuestién, desde el Angulo de lo que hicieron y dejaron de hacer los actores ae Ja polftica y ciertos grandes agrogados sociales. Pero, insis- tendo en el nivel en que estoy colocado on este ensayo, falta plantear otro interrogante. Esto es el grado y las posibles correszondencias tenporales con que las concepeiones y patrones de autoridad en los contextos del cotidians fueron infiuidos por, y ala ven pueden haber influfdo a, una ya larga historia que, en térsinos de dichos actores polfticos y grandes agregades so- ciales, es 1a de un reiterado fracaso on lograr formas nas deno- crdticas y —finalmente- mas humanas de articulacién de la vida societal. av Esté lejos de las posibilidades de este ensayo (y de su autor) intentar respuesta a dicho interrogate. Pero eunque no sepanos céno responderlo me parece que no podenos dejar de plantearlo. No es un tena de arqueologfa cultural; al contra- rio, tal vez sea la pista para reconocer viejas tendencias esca- samente denocrdticas en nuestra sociedad, que nos permitirfan v entender 1o ocurrids recientemente como acentuacién (brutal, rto) de esas nisnas tendencias, y no como novedad causa- 4a uniiateralmente desde el nivel macro por el pre y/o el post- 1976. atin reconociendo nuestras ignorancias sobre los diversos niveles y temporalidades implicados por una visidn histérica mas larga e interactiva, las consecuencias de plantear o no esta cuestidn no me parecen trivisies. Por un lado si es cier- to que en los Witimos aiics parecen haberse extendido, y prova- blenen’ Profundizado, nunerosos microdespotismos en los née variados contextos sociales, y si las principales causes de ello pueden hallarse en la polftica y en el estado de los afios innediatamente precedentes o posteriores al golpe de 1976, enton- ces el problema de 1a democracia en 1a Argentina puede ser re- suelto exclusivamente desde una polftica y un estado democratiza- dos. En tal supueste, las flechas causales irfan desde lo macro a lo micro y, ademds, sélo abarcarfan un estrecho perfodo de tiempo. Desgraciatamente el problema, como acabo de insinuar, me parece bastante mas complicado y de largo alcance. No pretendo negar la crucial importancia de la “gran polf- ica” -aquélla que se hace en los grandes escenarios de la vida nacional- por parte de actores, "politicos" 0 no, organizados para ello, Pero creo que la interpretacién recidn delineada im- plicarfa caer en un peligroso politicisno, con esto quiero de- cir que, por un lado, se cargar{a demasiado a 1a cuente de lo que la denocratizacicn de 1a pol{tica y el estado pueden realmen- te hacer y que, por el otro, se negarfa la posibilidad -prdctica Fry y tedrica- de explorar la mutua realimentacidn que la difusidn de valores y précticas denocréticas en ambos niveles oy micro- podrfa generar. Desde los mis antiguos cldeicos hasta hoy, se podria lenar una biblioteca con textos relevantes para la problemdtica de las relaciones entre diversos planos de accicn social. A pesar de que tras ese esfuerzo seguramente concluirfa- mos qus no es mucho lo que podenos decir con razonable certidun- bre, algunas proposiciones de interés para nuestro tema parecen arriesgables. Una es que esas relaciones micro-nacre no son tan directas ni tan lineales cono para que un grado significative (que por otra parte no sabence cudl serfa) de denocrattsaci én de 1a sociedad sea condicidn necesaria o suficiente para la in Plantacién de un régimen politico democrdtico. Una segunda pro- posicién es que, sin embargo, como la prdctica de la democracia, incluso al nivel estrictanente polf{tico, pasa por un largo apren- dizaje entre actores envueltos en complejas interacciones -y esa prictica entrafia una concepeidn de cludadanfa en la que e2 indi viduo aparece como un gujeto portador de derechos que debe apren- Ger a usar y a hacer valer. Por lo tanto, tal aprendizaje (aun- que sé:0 fuera -que no lo es- en vistas al reclutaniento del per- sonal que habrdé de jugar el juago de la politica denocrdtica) solo puede darse, en 1a cantidad e intensidad intuitivamente necesarias, si diversos -y numerosos- contextos del cotidiano, desée 1a ni- fiez hasta la vida adulta, no sdio son congruentes eino también refuersan positivamente dichas prdcticas. Uncomlario de esta proposicién serfa que importantes avances en la denocraticidad a de 1a sociedad serfan, sino condicién suficiente, protablenente condicién necesaria para la congolidacidn y, atin mas, para la expansién en direcctones ns participatorias y socialmente jus- tas de un régimen de denocracia politica. Este es, precisamente, el punto que puede quedar bloqueado por 1a visién politicista e histdricamente miope que delinge arriba. Para decirlo con todas las letras, creo -primaro- que el problema de 1s consolidacién y expansidn de la democracia en 1a Argentina pasa tanto por el estado y 1a polftica como por la sociedad, y -segunde- que los obstdculos existentes en este di- ‘time plano, aunque brutalmente acentuados en 1a decada del 70, sobre todo a partir de 1970, vienen de mucho antes. Agrego, en tercer lugar, que todo parece indicar que los infortunios de 1a vida polftica argentina co han venido realinentando pezvereamente con las fuertes tendencias autoritarias existentes en 1a socie- dad incluso en la cultura- de nuestro pafe. Desgraciada (0 feliznente) no hay en este plano ningwn nudo gordiano que pueda ser cortado de un tajo. Si el problema es real, sélo puede ir siendo encarado con una larga perszectiva de tiempo. Esta adlo puede derivar de un proyecto de denscratiza~ eién que sepa reconocer que es necesario llegar a un rigimen de donooracia polftica, pero que también sepa que las oxpectativas, esfuerzos y luchas en ello voleadas no son suficientes para re~ solver ese viejo enigma de 1a denccracia en la Argentina. Si, a posar de cue Linitaclones metodoldgicas, hasta hace poco me apoyé en nuestra proto-investigacién para sustentar la 20 verosinilitud de algunos argunentos, es claro que en el actual punto de mis razonamientos ya ni eiquiera a eso puedo recurrir. Sé2o, tal vez, puedan servir algunos indicios, que pasc a esbo- tar. Creo que uno de los problemas ha sido que muchos argenti- nos (entre los que me incluyo) hemos cometido un error en el que Jos clésicos (incluyendo cabesas tan diferentes como Hobbes ¥ Tocqueville) no incurrieron: no caer en cuenta que cozo la nues- tra (al menos hasta 1976) una sociedad puede ser comparativamente bastante igualitaria (desde en el trato personal entre clases hasta en la distribucién del ingreso) y, a la vez, ser cumamente autoritaria. Desde que la derecha se quedé sin votos pero conser- v6 el control de 1a tierra pampeana, de nunerosos circvitos finan- cieros y de un notable (por su fuerza tanto por su extenporanei- @ad) prestigio cultural, nuestro pais siguid un agitado camino de iguslacién social. Primero con el radicalisno y mas tarde con el percnisno, ambos acompafiados por mil procesos sociales conco- mitantes, 1a Argentina hab{a llegado en la primera mitad de la década del 70 a un grado (comparativanente, al menos) notable de igualacién social*. Pero en la politica, atrés de 1a sistendtica ‘No fue accidental, por cierto, que desde 1976 rudos _ militares y elegantes economistas coincidieran en el propésito (que tuvo mucho que ver con los avancea del autoritarisno en la sociedad) de poner, de una ver por todas, como alguien me dijo durante memorable pelea familiar, “todo el mundo en su lugar’. Es decir, aquéllos "arriba", sabiendo todo lo que habia que ha- cer y aandando, los de "abajo" -desde nifios hasta obreres-, aba- jo y otedeciendo sin chistar; y los del medio, en su eterna es- quizofrenia de mandar y obedecer, sabiendo clarito a quicn obe- decer ya quién mandar, y -"modernizacion econShica” mediante- desluntrados con cuanto gadget se importaba y con la adniracidn del estilo de vida oligérquico -suntuoso y fariseo- que loa me- dios de comunicacién se esmeraban en transnitir. 2 desiealtad con que desde entonces la deracha jugé el juego deno- erétice (y con que a veces apeld a la denocracia por las razones nds oportunistas), ninguna de las dende fuerzas pol{ticas se sal- vé de sufrir -para decirio suavenente- agudos ataques de escepti- cise respecte de la denoeracia politica, Para no repetir tenas conocidos, baste agregar que de all{ surgié una sociedad polfti- ca particularmente débil, recurrentemente arrasada por la Ldgica corporetiva de diversas fuerzas sociales, y fécilmente “presein- didlo" cada vex que aquellas fuergas (y la otra fuerza, la armada) concordaron en que asf fuera, o cuando Llegaron a una impasse relativamente prolongads- Come resultado, nuestro sistena pol{tico se acabd pareciende nas -extrafio invento- a un corporativisno andrquico que @ otra cosa, Esos conflictos casi ein mediaciones propiamente po- Lfticas acabaren mostrando que quienes mas perdfan eran los mas aébiles en esta sociedad de clases que seguinos siendo, ¥ antes de 1976 parecié que cada ver mas le principal mediacidn entre ac tores sociales y pol{ticos consist{a de violentas confrontaciones que por su propia 1égica tendfan @ que 1a violencia fuera re-no- nopolizada, aunque de la peor manera y por lac peores razones po- sibles, por la mas armada de aquellas fuerzas. As{ se alcanzo’ el Limite terrible de un (relativo) igualitarismo confrontacional poco controlado por visiones algo mas convivenciales -que sélo podian derivar de lo mieno que ese juego naofa cada vez menos po- sible; esto ee, instancias generalizadoras de los intereses eru- danents corporativos ¢ institucionales que monopolizaban, y hacfan 22 tan primitiva, esta forma de hacer polftica*. Pero le que me interesa aquf es ver si puedo reconocer ecos de ese estilo en los planos micros sobre los que vengo insistiendo. Para no dar vue: s alrededor de un tema ingrato, tengo le Ampresign que, junto con el comparativamente notable igualitaris- mo en el trato personal y entre clases de nuestro pais, y junto ‘tambidn con 1a aguda conciencia de los derechos que a corresponden cono mlembro de tal o cual clase 0 categort clonal (elenentos estos que en otro contexto general serfan muy positives para establecer y profundizar una polis denosrética), Jas relaciones sociales, los patrones de autoridad on diversos aicro-contextos y hasta los riterios de percepeidn y avaluacidn de ese otro-que-no-es-como-uno, aunque mucho se acentuaron en Jos Gitines afics, hace ya tiempo que son autoritarios fe Antolerantes en le Argentina. £1 moraliene puritano e hipdori- ta de la derecha y, no pocas veces, de 1a izquierda; la elenpre renaciente visidn maniquea y paranoide de nuestra historia y de sus fracasos; el racisno de no pocos, no sdlo en el antisenitis~ mo sino también en el arrogante mito del pats “blanco” y "europeo" frente a una America Latina india y milata; 1a fenomenal repre- sividad de costuntres © identidades sexuales; la interaceién (epttonigads on la siniestra figura de los "celadores" encarga- doe de 1a “éiseiplina” en los colegios) entre una autoridad edu cacional represiva e infantilizante, por un lado, y rebeliones ‘sobre el tema ver los excelentes trabajos recientes de Marcelo Cavaroz2i, ep. Autoritarisno y Denocracia en 1a Argentina, Centro Editors Buencs Aires; 1963s 2B de rabia andémica, por el otro; la reproduccidn de un modelo du- vanonts patriarcal de orgenizacidn familiar... en fin, 1a repe- icin del geste duro que pone,por las dudas, barreras a une actitud cooperativa, y se respalda en la presuncién que solo los tontos pueden pensar nas alld de su persona, de su grupo o del sesnento social al que pertenecen. 1a -me parece- difundida y antigua presencia de estos otros signos marea 10 que tal voz cea la nas cruel paradoja ée nues~ tea historia y, a la vex, el mas importante enigna a éesoifrar on est nuevo intento de conetruir una denocracia en 1a argen- et el curso seguido por un pais que logrd un alto grado ae igualitarieno social pero que, por razones aqui sdlo aludidas, fracass repetidamente en encuadrar esos logros en précticas y valores que establecieran planos de generalizacidn de identidades @ intereses, en base a los cuales se podrfan haber elavorado vi- siones razonablemente compatibles del orden social. Al contra- rio, cada fracaso parece haber producido un aprendizajs perverso -sectorializade y antagon{stico- que a su vez fue haciendo cada vex més catastréfico el siguiente fracaso. w Luego de haber crefdo no pocas veces, parece que esta vez en verdad hemos Llegado al fondo del poze que desde hace varias generaziones venimos cavando. que all{ no estaba la "boliviani- zacién’ aino la cara ilena de cicatrices de esta Argentina tan éestrufda, tan viclenta y tan al costade de 1a historia, entra- fia la posibilidad de derivar, deepuds de un perfodo taa terri- ble, un aprendiaaje que por primera vez -sutil pero innensa Pa novedad- sea congruente con una articulacigh societal -para iia- marla con el nombre m&s contundente que se me ocurre- mas civili- zaca due 10 mas catastréfico incluye ese lado de esperanza pue- de sentirse, no sdlo ni tanto en el colapso del régimen y en la condena ahora casi undnime de los horrores cosetidcs en tantos planos, sino mus ain en que nunca na habido on la Argentina tan- Yas voces tan sinceras proponiendo 1a conquista de la denocracia due se nos ha venido escapando en tantos meandros de 1a historia. Pero para ello, para que ese camino sea recosride dejendo jalo- res que los eternos mandones no puedan arvancar, y para que con la consiguiente democratizacién del poder se pueda gobernar ha- clendo pagar esta vieja crisis a los que denasiago y cesde hace denasiads tlenpo se vienen aprovechando de ella, para todo eso conviene que nos mirenos a nosotros misnos. Podenos fugarnos una vez 28, colocando en ellos" toda la responsabilidad de to que he oourrido y de lo que ahora hay por hacer. ote no serfa dislcit porque, efectivanente, le generalizada de 1a violencia pre-1976 tanto dafio causd, y tanto preparé el terreno para lo de poco después; porque, sin duda, nada podrd eximir /amds al véginon post-1976 y sus personeros de lo que hicieron; y, tan- dn, porque hey es claro que corresponde @ los pol{ticos 1a responsabilidad principal de navegar os renolinos que atin fal- tan hasta 1a inauguracién de un gobierno donocréticamente olec~ to. ero siendo todo eso cierto, insisto en mi argumento; des- de hace tiempo somos, y ditimanente fuimos née alin, ura sociedad 2 fuertenente autoritaria, antagonistica, intolerante, llena de minideapotismos y particularnente propensa -cono podrfa volver a courrir, si todo lo desplazamos hacia ‘vllos"- a explicaciones parancides de nuestros infortunios. fn el combate microscdpico de esas tendencias, en 1a lucha tesonera de ciudadanos democrd- ticos que lo son también en sus micro-contextos, y en la recon- textuslizacidn del inmenso potencial igualitario y autoconciente de 1a sociedad argentina -incluso y principalmente de su sector populer- se juega, no menos que en otros planos mas visibles, el inmenso desaf{o que hoy confrontanos. Proyecio editorial: Federico Po Investgacin iecnogritias Graciela Gara Romero Diseio de coleocion:Ksabel Re ARGENTINA TOMO 10 DICTADURA Y DEMOCRACIA (1976-2001) Director de tomo: Juan Suriano EDITORIAL SUDAMERICANA, LI Pam wcee ed gas waa yidosotis xa oval). sign mac md epi ri “Ses Spica, IMPRESOEN LAARGENTINA Osa tcho et depo ueprovee a ey 11728. 6 208 aa Satara SA scdesameria coat saw 950072678 aN 950.0783 COLABORADORES Susana Beimartno "Universiad Nein de Ross Cneo de Estos de Estado y Sociedad - CONICET. Universi de Buchoe Ales Ain Gorell CONICET Universidad Nacional de Quiles zat ein (Centr de Estos de Fado y Sociedad - CONICET HéctoPaoeing Universidad de Busnos ines Hugo Quiroga Uniresidad Nacional de Rosia Alcano Ronan Cenro de Esutios Orta yReponakes- CONICET Graciela Sivesnt conicer oa Surin Univeral de Boe Ales - Insti de Ao Estos Sociles (Usiersida Nacional de Sen Mtn | INDICE Inncoducrin Una Agente pence Por ssn Swi 4 Capra 1. EL reo det “Puaceso” i por Hugo Qirogs| 38 | Cairo 1, taneconstmuectin 3 Le deoncracinaxgernina er Hugo Quirows| © Copia t. La eons y Lape econ del nyo al muevo endedionerro ori Doi Iss Capo 1. Casts y nepoxazsin de las polincas socales por Stsna Bela, 2s CCaprale V. La salud pice Bao Lt negedacs del pode compoxarve or Susana Beloarizo. an Copa Vi. Las ranspoxancones resonates or Alea Rosinan a los dleaus sindcales por Héctor Palomino a” Capra VL, Ls cums en el ane del realy Capéalo VI. Ps siglo ween. Cuddes, aurecrias y clea tthe elas reanspnaacoves de lx Axgerna Reine por Graciela Gre ae Capra DY. Ls dene buns ene ef Esra ya saad porttizteen 507 I EL Tiempo del “Proceso” | por HUGO QUIROGA EL AUSPICIO INICIAL AL GOLPE El golpe militar que de. roe6 al gobierno constitu cional de Isabel Pern mo ugar el 24 de marzo de 1976. Una vez mis, las Fuerzas Armadas se consti= tian en actores politicos di- rectos de la vida nacional. Los pronunciamientos, los golpes de Estado y las jun- {as militares caracterizaron Ja historia politiea argentina del siglo XX. Con el golpe de 1930 los militares pasa ron 8 ocupar un lugar pre~ ponderante en el escena- rio naefonat, por lo que se constituyeroa en un compo: rente esencial del sistema politico, que se habia refor- mado en 1912 mediante la Ley Saenz Pea. En esa Epoca nacié el militarismo em la Argentina a i la ercera déeada en medio de una sacudia al mundo; su entonces, el poder mi con sus miltiples formas de intervencién en Ia escena politica. En 1976, las Fuetzas Ar- madas desplazaron del po: der al partido mayoritario de ese momento, el justicia- lismo, etegido democritica- | mente en 1973 con el apoyo © Facutad de Alosotla y Humanigad:= 3G. Biblioteea “Bima K.de Esirsbow cqabaeedor PABLO CABRERA” masivo del 49,5 por cienta de los votos. No obstante, fa mayo- ria de los argentinos n0 ofrecié resistencia. Los ciuudadanos pareeian na sentiral gobierno y ala democracia como propios, En efecto, el Estado demoeratico no pucdo contener en su inte- rior, y mucho menos resolver, as tensiones sociales acumula das durante dcadas. Quiah se encuentte alli la causa principal por la que fue pidamente desbordado por e juego incontrola- ble de las arraigadas corporaciones, la estancada economia y 18 violencia generalizada de los diversos grupos privados que hie cieron perder al poder piblico el control monopélico de la “violencia fisica legitima”. Los meses previos al golpe pusieron en evideneia Ia ersis de autoridad que paralizaba al gobierno nacional, trasluciendo Gdescarnadamente la trigica tendencia a la disolucidn institu- tional: un movimiento obreco replegado desde fines de 1975, tos partides politicos enredados en su debilidad y Ia mayoria social expectante ante el juego alternativo del poder militar Et estado de derecho y la sociedad se agitaban en un proceso de tactén y el deserédito del gobierno constitucional. Pero los co- mentarios se extendian mis alli de esta simple consiatacién para arvibar a un apoyo franco y abierto al advenimiento del nuevo régimen. “Un buen punto de partida” fue el titulo de le nota editorial del diario Clarin del 26 de marzo, en donde se afirma que “el reemplazo del elenco gubernamental y la susti- tucién de un régimen agotado abzen perspectivas en las que es abe depos Is star dia conan de 0 xinos", Por su parte, el editeralista de La Prensa titalaba el 537 de marzo: “Orden, seguridad y conan yo so sev dicaba el pronunciamiento militar sino que también felicitaba «las Fuerzas Armadas por la “proijidad” del golpe cometido —_— 7

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