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Universidad Monteávila

Coordinación de Estudios de Postgrado


Especialización en Derecho Procesal Constitucional

EL PRECEDENTE CONSTITUCIONAL
¿Es posible su control?

Joel Alfredo Albornoz Jaramillo

Caracas, octubre de 2012

Introducción
Están a punto de cumplirse treinta años, desde que le fue declarado con lugar
un amparo constitucional a Andrés Velázquez (sin que existiera una ley especial), y
nuestro país entrara con seriedad en la era de la protección efectiva de los derechos
fundamentales y, en el foro judicial, asumiéramos que la Constitución ya no era un
cuerpo de disposiciones de carácter político que nos explicaba la ordenación del
Estado, ni que sus postulados, con respecto a los derechos y garantías en ella
contemplados, eran un simple recuento de “normas programáticas” sin aplicación
directa.

La decisión tomada en el emblemático caso, abrió las puertas del Amparo


Constitucional, nada menos que con 22 años de atraso con respecto a la Constitución
de 1961, y más de ciento setenta años después de que en la Constitución de 1811 se
estableciera la posibilidad de proteger la supremacía constitucional. Sin embargo, fue
con la Constitución de 1999 cuando se creó y comenzó a consolidar todo un sistema
de justicia constitucional, inédito en nuestra era Republicana.

En la aplicación y desarrollo de todo este sistema de Justicia Constitucional,


nos llegó un elemento ajeno a nuestros usos forenses, como fue la creación de la
“jurisprudencia, interpretación o precedente vinculante”, típico de los sistemas del
common law donde, en general, se crea derecho en base a unos hechos, y no mediante
la interpretación que de una ley hace el juez. Así, como quiera que es un tema nuevo
entre nosotros, nos viene la duda: ¿puede el precedente constitucional ser objeto de
control? Ese es nuestro tema en este trabajo.

La jurisprudencia como expresión orientadora

Nunca será igual que un juez interprete y aplique una norma por primera vez,
a que aplique una norma que ya había sido interpretada, pues, inclusive, habiendo
sido interpretada por un juez de inferior jerarquía, deberá apreciarse la contribución
que hizo el primero en ese sentido. Estas determinaciones que adoptan los jueces en
sus interpretaciones de la ley, y que son asumidas como validas por sus Superiores y,
luego, por las altas Cortes de Casación, es lo que conocemos como jurisprudencia. Si

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estas decisiones o criterios interpretativos resisten el paso del tiempo y, además, son
confirmadas y citadas una y otra vez: se les añade el calificativo de pacificas y
reiteradas, con lo cual, asumen una solidez similar a la de la norma misma que fue
objeto de interpretación.

En sistemas jurídicos como el nuestro, de derecho “continental” o raíz


romano-germánica, siempre se ha dicho que la jurisprudencia no es fuente directa de
derecho, esto es: no es de obligatoria aplicación u observación, como si lo son las
Leyes, Reglamentos, Ordenanzas y demás cuerpos normativos producidos por
órganos legislativos colegiados; por ende, la jurisprudencia es de mero carácter
orientador y –en teoría— el juez se encuentra en libertad de apartarse de los criterios
jurisprudenciales, siempre que su libre convicción se lo aconseje y exponga los
razonamientos del caso, y a pesar del dispositivo del artículo 321 del Código de
Procedimiento Civil, que les impone “acogerse a la doctrina de casación establecida
en casos análogos”, prevaleciendo los criterios de independencia y autonomía que
señala el artículo 12 del mismo código adjetivo.

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Es pertinente la mención anterior, por cuanto no parece sencillo que la
“jurisprudencia” pudiera ser sometida a una forma de control ante los jueces. En
efecto, cuando analizamos los requisitos de procedencia del recurso de casación
(artículo 313 del Código Procedimiento Civil), observamos la presencia de dos
grandes grupos de posibles vicios que pueden denunciarse ante la máxima autoridad
judicial del país: los llamados defectos de actividad (cardinal 1º) y los defectos de
juzgamiento, abarcados en el cardinal segundo. Por medio de las denuncias de
defectos de actividad, se delatan infracciones al derecho a la defensa, o vicios que
hacen nula la sentencia por defectos formales. En el cardinal segundo, observamos,
entre otros, que es posible denunciar el “error de interpretación acerca del contenido y
alcance de una disposición expresa de ley”. En este aspecto, se pudiera pensar que la
simple cita (en el escrito de formalización) de la jurisprudencia donde el máximo
tribunal había interpretado la disposición legal cuyo error interpretativo se delata,
sería suficiente para casar el fallo; pero no es así y, en la práctica, el recurrente no
sólo tendrá que explicar detalladamente como ese error de interpretación fue
determinante en el dispositivo de la sentencia, sino explicar la forma en que el
juzgador se equivocó al desarrollar la hipótesis abstracta contenida en la norma, para
luego establecer en qué forma fue errada la consecuencia legal aplicada; todo bajo la
lupa de una rigurosa técnica de redacción que, en muchos casos de inobservancia,
pudiera ocasionar hasta el perecimiento del recurso por falta de técnica.

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Ejemplo de lo expuesto, la Sala Social del Tribunal Supremo de Justicia, en
sentencia del 05/04/2000, caso José Pulido vs. Inversiones ADB, C.A., argumentó
que “…La violación de jurisprudencia o doctrina no es motivo de casación en
nuestro sistema procesal, por no estar incluido como tal motivo en la disposición
transcrita y por no ser obligatoria la observancia por los jueces de los criterios de
casación, pues el artículo 321 del Código de Procedimiento Civil, sólo establece:
‘Los jueces de instancia procurarán acoger la doctrina de casación establecida en
casos análogos, para defender la integridad de la legislación y la uniformidad de la
jurisprudencia’ y la inobservancia de esta directriz no implica per se la nulidad del
fallo, sino que ésta dependerá de la procedencia de una apropiada denuncia de
infracción de ley y de que la Sala respectiva no modifique el criterio”. Sentencia
consultada en la página de internet del Tribunal Supremo de Justicia el 2 de octubre
de 2012, bajo el link: http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scs/Abril/050400-99536-
79.htm.
Colofón de lo expuesto, la propia Sala Constitucional en sentencia No.1902
del 11/07/2003, señaló lo siguiente:

“Razones estas por las cuales, es conveniente señalar que las decisiones
jurisprudenciales que no sean las dictadas por esta Sala con carácter vinculante, no son de
obligatorio cumplimiento para el resto de los jueces a cargo de los órganos jurisdiccionales,
debido a que aunque constituye una fuente de derecho, no posee un efecto vinculante -excepto
la emanada de esta Sala- que origine su obligatorio cumplimiento, sin embargo se encuentra
dirigida a ilustrar al resto de los tribunales que conforman el poder judicial, de aquellos
principios jurídicos que se emplearon en la elaboración de decisiones cuyos supuestos de
hecho y normativa aplicable origine en abstracto la existencia de casos análogos, por lo cual,
en esas situaciones donde los juzgadores no se encuentren de acuerdo con lo establecido en
un fallo proferido por un tribunal o Sala distinta a esta Sala Constitucional (cuya decisión no
posea carácter vinculante), podrán los jueces apartarse del criterio que sustenten las
decisiones que se le aleguen, sobre la base de que las mismas constituyen fuente indirecta de
derecho carente de obligatoriedad en nuestro ordenamiento jurídico.”

El criterio citado, nos confirma que la jurisprudencia solo sirve para


“colorear” las denuncias en casación, pero no para conseguir que el máximo tribunal
controle su observancia por parte de los jueces inferiores. (Sentencia consultada en
la página de internet del Tribunal Supremo de Justicia el 2 de octubre de 2012, bajo el
link: http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Julio/1902-110703-02-1976.htm )

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De la interpretación orientadora a la interpretación vinculante
Dice la parte in fine del artículo 335 constitucional: “…Las interpretaciones que
establezca la Sala Constitucional sobre el contenido o alcance de las normas y
principios constitucionales son vinculantes para las otras Salas del Tribunal
Supremo de Justicia y demás tribunales de la Republica.” Recordemos que no es una
mención cualquiera, pues la Constitución es la norma suprema y, bajo esa premisa, es
que debe hacerse su interpretación. Recordemos también que la interpretación de las
“normas y principios constitucionales”, salvo ciertos artículos de aplicación directa,
no están sujetos a la interpretación clásica que hacen los jueces sobre las leyes. Así,
mientras la interpretación de la mayoría de normas legales se agota por la vía de
interpretación literal o gramatical, o, cuando mucho, se acude a la intención histórica
del legislador, o a la analogía; en la interpretación constitucional se acude a métodos
más sofisticados y complejos como: el teleológico, el sistemático, el progresivo, el
inductivo o el comparativo, en especial, cuando se trata de interpretar conceptos
abstractos como los “valores” (libertad, justicia, solidaridad, pluralismo, democracia,
independencia, bien común) o ciertos “principios” (debido proceso, igualdad ante la
ley). Luego, existiendo como existe una Sala Constitucional especializada en estos
asuntos de alta alcurnia jurídica, es por demás lógico y deseable que las
interpretaciones que ésta haga, deban ser observadas por el resto de los jueces de la
Republica, incluidos los de las otras Salas del Supremo.
La interpretación o precedente constitucional vinculante

Según David y Jauffret-Spinosi, citados por José Ovalle, fue en el año 1.557 cuando
en la Inglaterra medieval se comenzó a utilizar la palabra precedente, y, varias
décadas después, la consolidación de la doctrina del stare decisis (está decidido), que
impone la aplicación y observancia del precedente; donde las sentencias tienen una
doble eficacia: tienen fuerza vinculante entre las partes involucradas en el pleito
sentenciado, y tienen fuerza erga omnes, en tanto deben ser aplicadas a cualquier otra
persona cuya acción se ubique dentro de las previsiones creadas o establecidas en el
precedente.

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Giovanni Criscuoli, citado por el mismo Ovalle, señala que el precedente del
common law es una conjunción que hacen los jueces entre el establecimiento de los
hechos y los razonamientos para su resolución, y esto arroja una regla de derecho
aplicable a futuro para casos donde los hechos sean análogos. La técnica del
procedente obliga al juez a fijar los hechos que le son alegados por las partes, y luego
investigar si existe una sentencia previa donde se haya resuelto una situación similar.
El propio Criscuoli señala una fórmula que debe observarse al aplicarse el precedente.
Dice:

“Los hechos del caso A importan la aplicación de la regla B (premisa


mayor), los hechos del caso presente son del tipo del caso A (premisa
menor); los hechos del presente caso importan, por tanto, la aplicación de la
regla B (conclusión).

Debe entenderse que el establecimiento de los hechos que originó la regla de


derecho, deben ser reconstruidos por el juez en forma abstracta para ser aplicados a
un mayor número de casos.

Por su parte, Casal (2010) nos señala que “…el precedente no es propiamente
aquella parte de una sentencia que un tribunal impone o declara como tal, sino la ratio
esencial de la decisión, con el nivel de generalidad que le atribuyan los jueces en
casos futuros,…”. Esta opinión concuerda con la emitida por la Sala Constitucional
del Supremo en su sentencia No.1415 del 22/11/00, donde estableció lo que era
vinculante. Dijo el fallo: “…considerando la posición de máximo intérprete
constitucional de este órgano de control, se deduce que las interpretaciones de esta
Sala Constitucional, en general, o las dictadas en vía de recurso interpretativo, se
entenderán vinculantes respecto al núcleo del caso estudiado; todo ello en un
sentido de límite mínimo, y no de frontera intraspasable por una jurisprudencia de
valores oriunda de la propia Sala, de las demás Salas o del universo de los tribunales
de instancia. Los pronunciamientos que, sin referirse al núcleo central del debate

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objeto de la decisión, afectan a un tema colateral relevante para la misma,
normalmente vinculados con los razonamientos jurídicos esbozados para afincar la
solución al caso, no serán, por lógica, vinculantes en ningún sentido.” (Sentencia
consultada en la página de internet del Tribunal Supremo de Justicia el 2 de octubre
de 2012, bajo el link: http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/Noviembre/1415-
221100-00-1725.htm).

¿Es controlable el precedente?

En sentencia No.1687 del 18/06/2003, la Sala Constitucional de nuestro máximo


tribunal sostuvo sin ambages: que el precedente por ella establecido podía ser
sometido a su control por la vía de la Revisión Constitucional de sentencias. Dijo la
Sala en la parte motiva de la sentencia: “…sólo en el caso de decisiones
definitivamente firmes, contra las cuales se hubiesen agotado, ciertamente, todos los
recursos ordinarios y extraordinarios que establece el ordenamiento jurídico
positivo, podría justificarse el control de la Sala Constitucional sobre la
aplicabilidad de los precedentes vinculantes -vía potestad de revisión…”. Y, más
adelante, estableció que la inobservancia de un precedente ocasionaría sanciones al
juez disidente. Dijo el fallo: “…En este sentido, encuentra la Sala que el juez incurre
en conducta indebida en el ejercicio de su función si se negara aceptar el precedente
de la Sala Constitucional en el momento de decidir acerca de un caso similar;
supuesto en el cual, la inobservancia del precedente debe ser sancionada
jurídicamente. Así se declara. Omissis… Dicha argumentación [de la recurrida en
Revisión] si bien no es arbitraria resulta improcedente, puesto que el juez en sus
decisiones está obligado a atenerse a las normas de derecho, a menos que la Ley lo
faculte para decidir con arreglo a la equidad (ex artículo 12 del C.P.C.); y es con
rango normativo como deben los jueces asumir los precedentes vinculantes de la
Sala Constitucional como máximo intérprete de la constitucionalidad, sin que frente
a ellos el juzgador se permita desacatarlos ni siquiera por una objeción de

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conciencia, ya que el desacato, además de implicar la revocación de la sentencia,
configura una conducta judicial indebida que puede dar lugar a la imposición
directa de una sanción conforme a los artículos 174 y 179 de la Ley Orgánica de la
Corte Suprema de Justicia.”

Como se ve, repetimos, tanto la Constitución Bolivariana como la Sala


Constitucional del Tribunal Supremo, en su carácter de máximo intérprete de aquella,
se apartan del carácter orientador que tienen las decisiones jurisprudenciales para los
jueces; se aparta, del mismo modo, de los conceptos de autonomía e independencia
que la propia Constitución y las leyes le garantizan a los jueces en su proceder
decisorio, otorgando carácter normativo a la sentencia donde se establezca el
precedente vinculante, estableciendo que su inobservancia se asimila a la
inobservancia de la ley, lo cual acarrearía sanciones para quien lo desacate.

Necesario es destacar que el criterio de observancia obligatoria del precedente


constitucional, fue confirmado por el legislador nacional, al establecer en la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia (artículo 25.10) que la Sala Constitucional
tiene competencia para: “Revisar las sentencias definitivamente firmes que sean
dictadas por los tribunales de la República, cuando hayan desconocido algún
precedente dictado por la Sala Constitucional, efectuado una indebida aplicación de
una norma o principio constitucional, o producido un error grave en su interpretación,
o por falta de aplicación del algún principio o normas constitucionales.”; competencia
ésta que se extiende al resto de las Salas del Supremo, tal como lo establece el
cardinal 11 del señalado artículo.

Luego, bajo estas premisas, si consideramos que la Sala Constitucional ha


procurado la publicación de sus sentencias vinculantes, ni siquiera en la Gaceta
Forense sino en la Gaceta Oficial de Venezuela, con el fin de atenuar las críticas
doctrinarias sobre la aplicación de sus “precedentes” solo conocidos por algunos
abogados que consultamos a diario sus página web; debemos considerar que, con
alguna seriedad, el Supremo va encaminado a la formación de un “banco” o registro

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de precedentes constitucionales, debidamente publicados, para consolidar un sistema
de control en la aplicación de sus interpretaciones vinculantes que, siguiendo la
doctrina establecida para el Amparo Constitucional, se deberán invocar ante los
jueces de instancia para, finalmente, en caso de ser inobservados, poder tener opción
a su control ante el máximo tribunal por la vía de la Revisión Constitucional de
sentencias que, como vemos, se va consolidando con carácter recursivo y no como
“mecanismo especial”.

Bibliografia

BAUDIN, Patrick. (2007). Código de Procedimiento Civil Venezolano. Caracas:


Editorial Arte.

CASAL H, J.M. (2.010) Constitución y Justicia Constitucional (4ta. ed.). Caracas:


Universidad Católica Andrés Bello.

RENGEL-ROMBERG, Arístides, (1.992). Tratado de Derecho Procesal Civil


Venezolano (2da.Ed. revisada y actualizada). Caracas: Editorial Arte.

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