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UNIVERSITY OF
NORTH CAROLINA
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V312
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.
CRIMENES DE GOMEZ
EN VENEZUELA
CARTA Y DOCUMENTOS A
LOS COMITES LATINO¬
AMERICANOS DE NUEVA
YORK, POR UN EX-SECUES-
TKADO DE LA CARCEL DE
LA ROTUNDA EN CARACAS
MEXICO
1921
"... Noi oi movemmo con la acorta fida
“Longo la proda del bollor vermiglio,
“Ove i bolliti facean alte strida.
“lo vidi fircnte aotto inflno al ciglio;
“E5 il grran Centauro disse: él son tiranni,
“Che dier nel sangrue, e nell’aver di pigllo.
“Q,nivi si piangron li spietati danni:.”
LA VERGÜENZA DE AMERICA
Caracas: 5 de Agosto de 1921.
Señores:—
Un hombre que hace algún tiempo logró salir de “La Rotunda” de Ca¬
racas, de una manera casi providencial, ya que allí sepúltanse los detenidos
políticos, por tiempo indefinido, desde unos meses hasta decenas de años, in¬
comunicados hasta de su familia, reducidos a un calabozo de dos metros en
cuadro a cuyo boquete, el cual sirve de puerta y respiradero, se clava un
trapo que cuando el prisionero sucumbe le sirve de mortaja, pues en él co¬
sen el cadáver y lo llevan luego al Hospital Vargas, donde un facultativo
oficial (el doctor Rafael Requena, generalmente, Inspector de Hospitales, Se¬
nador de la República y persona de confianza del Presidente Gómez), certi¬
fica una enfermedad imaginaria; un secuestrado que hoy, merced a una ca¬
sualidad, recuperó, no sólo la libertad, sino la vida, dirige a ustedes esta
carta, la cual no firma porque pudiera caer sobre otras cabezas, hoy fa¬
talmente bajo la amenaza del Déspota, la responsabilidad trágica de ella;
pero quien sí contrae con ustedes y con el público el empeño de honor de
dar su nombre de modo categórico y ruidoso, al serle posible.
Loa hechos que relata se limitan al sitio de donde salió, a lo que vió,
a lo que palpó, a cuanto pudo recoger y oír. En las bóvedas de Puerto Ca¬
bello y los fosos de San Carlos, en esas dos fortalezas sombrías que se levar,
tan a orillas del mar en el Centro y Occidente, también se efectúan los mismos
horribles desmanes, los mismos crímenes callados, con la complicidad del
agua, de la piedra y de las distancias.
Señores: mi país es hoy una vergüenza universal; el RaisulI ya no exis¬
te; México normaliza su vida civil; Armenia se libra de los Turcos; Rusia
recupera derechos tras una secular autocracia; Polonia y las nacionalida¬
des checo slovacas se reconstituyen; Irlanda asume su dignidad política; ni
siquiera ae habla de bandas de malhechores por sierras y montañas; y no
obstante al Norte del continente Latino-Americano, a una semana de los
Estados Unidos de América, en un país de tres millones de habitantes, que
ocupa novecientos mil kilómetros; con trescientas leguas de litoral sobre
el Caribe, vecino a colonias europeas, teatro ayer de grandes acciones li-
beratrices y civilee, cuna de la libertad, cuyos hijos fueron bajo los estan¬
dartes de la gran Colombia hasta rematar en el Sur, con las descargas de
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Ayacucho, la obra de la liberación colectiva—sin estrechas ideas fronteri¬
zas ni chauvinismos insensatos—un país como el mío, en este siglo y en
esta hora de civilización, víctima de una torpe asechanza del destino, gime
y se debate, acosado, débilitado por la fuerza o por el terror, entre las
garras de un despotismo que ha hecho cómplices,—ustedes, americanos, si
conocen el medio, los hombres y las cosas en estos bárbaros conglomerados
sociales—que ha convertido en satélites a una taifa de venezolanos indignos,
vándalos de la Cordillera y del Centro, feroces como los maxorqueros argen¬
tinos; a una claque de leguleyos arribistas, que dijo Alberdi, especie de
combinación de los asesinos de Juan Manuel Rosas, de los seides de Gaspar
Francia y de los espías de la Italia del quatrocento, pero sin talento ni va¬
lor, ni osadía en el mismo delito, sino a la chica callando, entre sombras, con
expedientes oscuros, aparentando formalidades tristes, asalariando periódi¬
cos y amordazando periodistas a hierro o a pitanza; buscando a todo aten¬
tado una careta legal; únicos y desvergonzados con sus pobres compatrio¬
tas en desgracia; viles, cobardes, obsequiosos y almibarados con el extran¬
jero poderoso; vendiendo a jirones la dignidad nacional a cambio del plato
de lentejas de un poder tolerado y reconocido a pesar de su absoluta nulidad
constitucional; sacando a relucir con el nombre glorioso del Pasado, el vie¬
jo escudo heroico de la Emancipación, para alzar sobre la turbamulta ebria
de los pretorianos y de los sicofantas de levita y chistera, este César grotes¬
co de la decadencia, este Calígula de pacotilla que es, señores, la vergüenza
tle América!
No es esta imprecación fruto de odio, de envidia o de fracaso. Mi
vida y mi profesión me ponen a cubierto de tal sospecha. Escriban ustedes
a los venezolanos que merecen respeto; interroguen ustedes a los que van
y vienen,—que no sean esos traficantes desvergonzados o esos diplomáticos
a sueldo del Gobierno de Gómez—lean atentamente la prensa de este país
o lo que como tal se edita; compulsen mis referencias con los deudos de las
víctimas, con los hechos: y yo les mostraré la vergüenza de América en la
elocuencia muda de los comentarios, en el registro siniestro de cárceles y de
hospitales, en centenares de prisioneros políticos de toda edad—asómbrense
ustedes, señores: los hay de -85 y 70 años, el general Avelino Uzcátegui, el
presbítero Tomás Monteverde, que tienen 9 y 7 años de prisión y grillos, res¬
pectivamente; los hay de 15, de 12, de 8 años de edad!!! Los chicos Jesús
María Toro, Encarnación Rodríguez, Pedro Arnao, Félix Manzo, sepultados
por la policía, a pretexto de corrección, en la cárcel; otros han muerto ya,
a latigazo o de hambre, o de infames dolencias entre los reos de delito co¬
mún—; yo les señalaré esa vergüenza en los bienes pillados, en el luto de las
familias, en los hijos sin pan; y preguntaría a ese miserable de MARQUEZ
BUSTILLOS, trayéndolo por los mostachos al borde de la charca de lodo y
sangre y llanto, si no temiese tiznarme los dedos:—¿Es eso lo que tú, oscuro
leguleyo de aldea, es eso lo que tú llamas, “cuadro ficticio de prisiones crue¬
les, de mártires, de viudas y de huérfanos por redimir”?
Cínico, tus hijos han de devorar la vergüenza de esa triste ironía, his¬
trión de la desgracia, Tribonset imjpúdico que por un mísero rol de fan¬
toche, manchas para el presente y para el futuro la tradición del hidalgo
solar venezolano.
No veáis en estas frases, señores, un efectismo literario, una rebuscada
retórica, no... Es el grito de la indignación desesperada, del impotente ata¬
do a un poste y a cuyo rostro se escupe la baba; el ultraje tras la herida;
el escarnio al moribundo.—Este mismo hombre, éste que desde la alta Ma¬
gistratura esgrime una ironía burda, le hemos visto temblar de ignominia
y de miedo ante la cólera del Amo; le hemos sorprendido guardando antesala,
sumiso, lleno de condescendencias mujeriles, con el medallón del retrato de
Gómez prendido al lado izquierdo del chaleco, sobre el. corazón, sobre el
bolsillo; Ezequiel Vivas, válido de Gómez, un tiempo, le reñía y le gritaba
como a un granuja, y el enano Presidentillo, recogía con los dedos humil¬
des la toga que le arrastra, e íbase a devorar su vileza en brazos de cualquier-
ra concubina de teatro.
Este hombrecillo mediocre y vil, autor de libros apologéticos, pues la
dá por la literatura, de lugares comunes y de necias adulaciones que pro¬
ducen una hilaridad más larga que el volumen; este Presidenzuelo teñido,
que suele ponerse en ridículo mayor con cuanta cupletista o “divette” viene
a dar brincos en los teatruchos de Caracas, es el mismo que ahora ensaya
hacer una ironía del dolor, de la muerte, de la dignidad de su Patria.—¿Pa¬
sión? No, Señores—jamás—la pasión la despiertan los tiranos de Tácito, los
dictadores de Plutarco, los hombres de presa de la Aventura y de la Histo¬
ria... Estos bufones, que atrapan las migajas bajo las masas del festín, en¬
tre los esclavos ebrios y las ánforas rotas y las 'coronas maculadas de vó¬
mito, sólo provocan un desprecio triste e indignado....
Y vais a estremeceros, Señores, de repulsión y de cólera si proseguís
leyendo.
Sólo que deseo reconstruir los hechos desde sus orígenes; formar pieza
a pieza el tristísimo expediente; y ver siquiera así, cómo se logra herir las
dormidas fibras del carácter venezolano—aun entre aquellos mismos que ayu¬
dan a la representación de esta infame comedia y que aún conservan un
resto de decoro, de pudor, de solidaridad humana—; como se abren los ojos
al mundo, a los americanos del Norte y del Sur, ante esta brutal incursión
de la Selva; y como ¡ay! se sustrae a las garras de la fiera—por sobre argu¬
cias de cancillería y ridiculas protestas de soberanía y de derecho inter¬
nacional de quienes han violado todo fuero y pisoteado todo derecho—ese res¬
to calenturiento de vidas humanas que ya no esperan sino una muerte más
piadosa en el fondo de sus hogares desolados, o en una playa extranjera, o
en el rincón olvidado de su aldea.
¿Es acaso, Señores, la civilización de América una necia reunión de
Congresos Panamericanos, discursos, folletos, etc., y la barbarie sentada so¬
bre la ruina de todos los derechos bebiendo sangre en cráneos humanos?
¿Han de maldecir esas víctimas haber nacido venezolanos, americanos del
sur, carne para todo tormento, lejos de las corrientes generosas del perfec¬
cionamiento, del altruismo, de la simpatía y del deber de defenderse que
desde la remota pradera primitiva obliguen al hombre con el hombre? El
delito no debe ampararse en la impunidad de una frontera geográfica; para
los asesinos de sus hermanos, no hay patria; el Caín de la leyenda anda aun
errante por el haz de la tierra.
Mañana fallará la Historia sobre esta época; ella dirá qué clase de cri¬
minales son esos que han sacrificado vida y hacienda y que, a despecho del
mundo moderno, en pleno siglo XX, tras la guerra más espantosa por el de¬
recho y por la libertad, son víctimas de “La enérgica corrección del Gobier¬
no de Gómez’’, antes que compartir con él y con Márquez Bustillos “el am¬
biente de prosperidad que los circunda.”
Huyendo de ese “ambiente de prosperidad” hay centenares de miles de
venezolanos exilados, perseguidos. “Por su propia voluntad”, dice el doc¬
tor Márquez Bustillos.
Y en verdad, Señores, que se necesita poseerla en grado absurdo, para
regresar del destierro a los calabozos de “La Rotunda” o a las bóvedas do
San Carlos y Puerto Cabello. Es decir, a la muerte por el hambre, por el ve¬
neno, por el tormento.
Ustedes, Señores, que en efecto “no conocen la efectiva situación interna
de este país”—pero que van a conocerla ya—invocan, en nombre de la jus¬
ticia universal, una amplia amnistía.
Las amnistías, Señores, las otorgan los gobiernos que no temen, porque
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se sustentan, al menos, sobre una fracción considerable de la opinión públi¬
ca; pero cuando a fuerza de hierro y sangre y cerrojos se mantiene “un or¬
den de cosas”, no hay política capaz de reconciliar a la víctima con el ver¬
dugo.
No hay posible amnistía entre los cuervos y el despojo sangriento que
picotean.
Junio 2 de 1921.
“Señor doctor V. Márquez Bustillos, Presidente Provisional
de los Estados Unidos de Venezuela.—Caracas, Venezuela.
“Señor Presidente:—
“El 19 de Abril, en el momento mismo en que se descubría
“el velo de la estatua del Libertador Simón Bolívar, en el Cen-
“tral Park de Nueva York, los Comités Latino-Americanos allí
“congregados con los altos dignatarios de este país, diplomáti¬
cos de otras diversas nacionalidades y con una inmensa muche¬
dumbre de más de medio millón de personas, se sintieron orgu¬
llosos de la glorificación del Héroe y movidos por un sentimien¬
to de humanidad, que inmediatamente se tradujo en un aerogra-
“ma, dirigido al Presidente de Venezuela.
“Nos pareció que ningún homenaje podía ser más digno de
“aquella gloriosa fecha y del Libertador, quien hasta su propia
“existencia sacrificó por la libertad de sus compatriotas, que la
“de devolverles este precioso e inmanente don con que la natu¬
raleza quiso privilegiar al hombre.
“Tenemos constancia de que el aludido aerograma fué en¬
tregado al señor general Juan Vicente Gómez, a quien vos, en
“Mensajes y documentos públicos, habéis proclamado como vues¬
tro supremo Director, rigiendo conjunta y solidariamente los
- 9 —
“destinos del país; y, es tanto más extraño vuestro silencio, cuan-
“to que hasta hemos supuesto que la contestación se ha extra¬
viado, pues no hay duda que demandaba una respuesta la im¬
portancia del asunto.
“El Presidente de Honduras, a quien se hizo análoga excita-
pión que a vosotros, ha correspondido decretando la libertad de
“los presos políticos con la más amplia amnistía.
“En consecuencia, os ratificamos hoy el mencionado aero¬
grama del 19 de abril próximo pasado, que acompañamos en
“reproducción autógrafa, y aguardamos que inspirándoos en los
“deseos generales os dignéis atender la más alta aspiración en
“una actitud civilizadora, que sin duda ha de tener alta resonan-
“cia en la opinión pública y devolverá la tranquilidad a millares
“de vuestros propios hermanos, quienes sufren interminables e
“insanas prisiones, pues el fruto de un acto de tal trascenden-
“cia, no será menos que una promesa de harmonía y de la felici¬
dad nacional.
“Aún es tiempo de conciliar, de calmar ansiedades y de sal¬
var a los que se encuentran en el último estado de resistencia
“física, agotados por un largo sufrimiento; y nadie mejor que
vos, llevando la toga del abogado, ha de saber, al meditar sobre
“vuestras responsabilidades de conciencia y de Primer Magis¬
trado, que no tenéis el derecho de privar indefinidamente de
“su libertad a los presos políticos, cualquiera que pudiera ser la
“consideración en que se quisiera fundar su detención.
“El 24 de Junio y el 5 de Julio están ya próximos y son
“complementarios del 19 de abril en los anales históricos de Ve-
“nezuela. Ojalá que en vuestro pensar hubiérais elegido alguna
“de esas fechas para honrarlas todas con un mismo acto de jus¬
ticia, que fuera el abrir de una nueva era de civismo y liber¬
tad en la patria del inmortal Bolívar.
“La América toda aguarda una solución digna de este grave
“asunto, con la nueva de que las puertas de las cárceles han sido
“abiertas para todos los detenidos políticos.”
Muy atentamente.
M. A. HERRADORA,
Presidente.
21 Wáshington Street.
II
III
IV
nes algunos habitantes de la aldea asaltada, para que respondan, con sus ca¬
bezas de la natural retaliación que los otros habitantes quieran aplicar a las
fechorías.
A eso le llama el doctor Márquez Bustillos sus “responsabilidades de con¬
ciencia y de Magistrado.”
t
V.
Todas estas informaciones podrían desvirtuarse con esa ironía, con ese
cinismo sonriente que parece haber formado escuela en los últimos tiempos
del ridículo despotismo gomecista, si tras de ellas no existieran hechos irre¬
cusables, las partidas de defunción, los presidios infames, la sociedad, el
pueblo sobre los que ejerce el doctor Márquez Bustillos, según una regoci¬
jada y necia aplicación de vocablos jurídicos “su potestad tuitiva.”
En obsequio de la brevedad, he aquí el pavoroso resumen, la elocuencia
de cifras, fechas y nombres:—
El 17 de Mayo de 1913, fué detenido el general Rom,án Delgado Chalbaud,
Presidente de la Compañía de Navegación Fluvial y Costanera, antiguo jefe-
de la Armada Venezolana, y con él a ciento cincuenta y siete ciudadanos, dé¬
los cuales pasaron a los Castillos de Puerto Cabello y San Carlos, cincuenta
y siete; cincuenta quedaron en .“La Rotunda”, fueron libertados pocos, tras
cautiverios de tres a seis años; y sobreviven en esta última prisión siete: el
propio general Delgado Chalbaud, el conocido orador sagrado, presbítero doc¬
tor Antonio Mendoza, el abogado zuliano, Néstor Luis Pérez, los coroneles M.
Delgado Ch., Carlos Yrú y Ramón Parraga—éste último paralítico de ambas
piernas y con un par de grillos.—Los que remacharon a los Hermanos Del¬
gado Ch., y los del General Avelino Uzcategui, preso también en aquella fe¬
cha por viejos odios y enemistad personal de Gómez, pesan sesenta y cinco
libras (1) Uzcátegui es un octogenario; un anciano militar de largos servi¬
cios, y la enemistad del tirano data de cuando Gómez conspiraba contra Ci¬
priano Castro, al cual era fiel Uzcátegui, Comandante de Armas del Distrito
Federal entonces. Fueron torturados por Luis Duarte Casique, el Alcaide an¬
terior, ya finado; se les sepultó en los calabozos, desnudos, sobre las baldo¬
sas que diariamente se llenaban de agua, clavadas a las puertas dobles cor¬
tinas para que no penetrase aire ni luz, y sitiados por años enteros a ham¬
bre; deben el resto de vida que les queda a la abnegación de quienes desli¬
zaban furtivamente paqueticos de alimentos, burlando la cruel vigilancia do
les cabos de presos—reos de delito común, oscuros malvados, escogidos en
la hez del presidio, para tal cargo—un cooli, un Antonio Leocadio Bermúdez,,
alias “Cadumbo”, y el asesino Nereo Pacheco.
El 11 de julio de 1913, el periodista Rafael Arévalo González, uno de
nuestros últimos repúblicos, hombre honrado y digno, lanzó desde las co¬
lumnas de un diario “El Pregonero”, la candidatura del abogado Félix Mon¬
tes para Presidente de la República, en el período eleccionario que se abría;
y esa misma mañana se le allanó la imprenta, se le trajo a “La Rotunda”'
y se le remacharon dos pares de grillos. Por este delito tiene ocho años pre¬
so.—El doctor Montes se refugió en una Legación extranjera y huyó del país.
—He aquí uno de los “destierros voluntarios” a que alude el doctor Márquez
Bustillos.
VI
Se sabe que en Julio del año 13, León Jurado y Gabriel Laclé, seides de
Gómez en el Estado Falcón, fraguaron una falsa conspiraciión, con dos ob¬
jetos: traer a Castro a un lazo y librarse Gómez de esa pesadilla; y provo¬
cando una mentida guerra, dar ocasión a éste para que suspendidas las ga¬
rantías, roto el proceso electoral, proclamase una dictadura pretoriana; al
efecto salió de Caracas con un ejército que fué a holgarse en Macaray y
regresaría victorioso a la Capital, meses después, al quedar consumaua la
violación de las leyes, y Gómez como Amo absoluto. En la intriga urdida poi
esos acres abyectos, cayó víctima del engaño, el general Simón Bello, cuña-
— 20
<lo de Castro, todavía preso, homiplégico, y un grupo considerable que fue
a purgar su confianza en tales miserables, a los calabozos de Puerto Cabe¬
llo, Maracay y Caracas. Todo esto y lo anterior completaba la burda tra¬
moya del continuismo gomecista.—Pero como necesitábase algo más para
justificar la ridicula actitud marcial, de aquel Jefe que, plagiando a Nelson
dictaba, como proclama, la de Trafalgar: “Jefes, oficiales y soldados, que co¬
da quien cumpla con su deber”, dando treguas la indignación a la vida, ur¬
dió con David Gimón Pérez, Presidente del Estado Bolívar, otra operación
similar a la de Coro; y este general hizo lanzar al campo unos cuantos ofi¬
ciales del antiguo partido nacionalista, haciéndoles creer que él apoyaría
aquel movimiento contra la usurpación de Gómez, que estimulaba el general
José Manuel Hernández en el exterior. Y naturalmente, cayeron como en una
ratonera: las cárceles de Guayana se llenaron de presos ¡otros murieron, eje¬
cutados, en aquellas selvas. Se remitieron a La Rotunda de Caracas cien; de
estos unos cincuenta fueron enviados a los trabajos forzados de las carre¬
teras y allí han sucumbido, víctimas de maltratos increíbles. A diez y ocho
de estos infelices, o. quienes se mandó a instigar por parte del mismo Górnez,
para que escaparán de la infame condena, se les dió por descubiertos en el
plan de fuga, y “el hombre bueno y fuerte” de Maracay ordenó que se les
propinase mil palos- a cada uno. Ejecutó la orden en La Casa Aduana de
Guanta, un Coronel. Torres. Silbó la verga de toro en el aire; y durante
una mañana volaron las moscas sobre los trozos de piel arrancada; la sán¬
grenlos pedazos de carne corrían por las losas, como en un matadero, y las
costillas descamadas blanqueaban al claro sol de las playas. Murieron to¬
dos. Pero murieron rehabilitados “por la enérgica corrección del gobierno.”
De los cincuenta que quedaron en “La R.otunda”, han sido libertados unos
5, han muerto de hambre, hierros y sufrimientos 41. Sobreviven cuatro; Re¬
yes Moncayo, Juan de Dios García Mogollón, Narciso García y Ernesto Ca¬
rias.—He aquí como trabajan los Gómez y los Márquez Bustillos por “la sa¬
lud de la Patria”.—Trabajo en las cárceles, paz en los cementerios: he ahí
el lema “PAZ Y TRABAJO.”
VII
VIII
IX
ta ele taberna; pero ya los venezolanos han olvidado como se cazan tigres.
Existe en Jos pueblos, como en los individuos, un período de insensibili¬
dad moral, que delata su inercia física, su impavidez ante el delito. Rotos los
lazos de toda ley y todo fuero, son los pueblos a manera de una gigantesca
lombriz de tierra cortada en trozos: manan lodo, sangre: y se retuercen en im¬
potentes convulsiones por un resto de vida exclusivamente animal.
, No cerréis los ojos; no os tapéis los oídos: el Relator continúa la lectu¬
ra del expediente:
Y
a esa oposición sostenida y maléfica con que han tenido que haberse-
las los que gritan lo cierto y claman socorro para las innumerables víctimas
inermes, se debe quizá el que todavía haya quien dude y por consiguiente va¬
cile' las páginas que van a seguir como vehemente, pero franca descripción
de la tragedia sufrida en las cárceles de los Gómez, no será suficiente para
finalizar con aquellos restos de duda y de indiferencia y no moverá a los
hombres honrados de la América a trabajar por el alivio de aquel lote de mar¬
tirizados por el sólo delito de querer mejorar la suerte de sus connociona-
les?
La situación de Venezuela ofrece dos puntos de vista que creo deben se
— 32 —
N SEGUNDA
Es normal y justificado que los martirios de las prisiones impriman en
quien ha pasado por ellas, una cierta melancolía reflexiva, más o menos ve
iada, pero que surge siempre que por algún motivo aparece remota la fres¬
ca esperanza que se ansia trocada en feliz realidad. Imprimiéndose a través
del optimismo más sereno: porque el pensamiento vivió largo tiempo en el
seno del dolor, se nutrió de lo profundamente triste y no sintió otra alegría
en un azaroso éorrer de tiempo que la del corazón en el deber. Pero este ma¬
tiz crepuscular del pensamiento no revela una marchita juventud del espí¬
ritu en los que luchan por un noble ideal, su fuego sagrado no se apaga ja-
más no obstante las torturas y las proscripciones y los calabozos de la tira¬
nía. No es pues de extrañar que el autor cerrara el presente libro trágico con
una observación desconsolada, a pesar de que no ignora los hechos contem¬
poráneos de nuestra historia: la revolución de 1913, en la cual figuraron pa¬
triotas de la talla del heróico Horacio Dúchame, la protesta de los estudian¬
tes contra el proceder de Guevara Rojas y luego contra el Gobierno en el
mismo año, el intento anticontinuista del general R. Delgado Chalbeaud, la
manifestación estudiantil y de la juventud de Caracas el 15 de noviembre de
1918, la tentativa revolucionaria del doctor Aquiles Iturbe, destruida gracias
a la traición de un oscuro oficial Piñero, las perennes convulsiones en és¬
tos tres últimos años en el Táchira y Apure y ahora poco en Amazonas, el
manifiesto de la Federación de Estudiantes de Venezuela a favor del pueblo
de Caracas en 31 de marzo del presente, lo cual dió por resultado el encarce¬
lamiento de sus miembros.
Y habiendo estado Zúñiga Cisneros y yo en la “Rotunda con otros es¬
tudiantes aprehendidos en marzo, hallamos en la presente relación, la reali¬
dad precisa, tal como las palpamos en momentos cuyo solo recuerdo pone
amargor en la conciencia. En ella está expuesta la verdad tal como podía es¬
perarse del distinguido autor del presente folleto, que no obstante haber su¬
frido la ruda prueba no exageró en nada la realidad.
México, diciembre de 1921. M. A-. PULIDO MENDEZ.