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Luego de la muerte de Ramona quien era dirigente social de una organización popular y
murió a causa del coronavirus , que durante días denunció la falta de agua y hacinamiento
que padecían, y cómo esto repercutía en la imposibilidad de asearse, cocinar, lavarse las
manos, y sostener las medidas de higiene y distanciamiento social requeridas desde el
Ministerio de la Salud de la Nación.
Su muerte desnuda esa otra cuarentena que tanto nos costó ver, la de millones de
personas hacinadas en barrios populares y asentamientos sin servicios básicos. La
emergencia viene de antes, La pandemia sólo reluce esa romantización del virus que nos
identificaba como “nos afecta a todos por igual”, Todos tenemos que quedarnos en
nuestras casas, pero no todos tenemos la misma casa ni los mismos servicios. De hecho
no todos teníamos casa.
La Pandemia nos ha hecho ver lo evidente, no todos contamos con los servicios básicos
que se pretendía tener para combatir esa epidemia, lo dicho y denunciado tantas veces por
diversos actores sociales , cobra un dramatismo mayor cuando de dicho acceso depende la
vida de una persona.
La pandemia no ha hecho más que recrudecer las desigualdades sociales, y las fallas por
parte de los Estados de dar respuestas efectivas, eficientes y sostenibles a las mismas.