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MORIR - VIVIR

“Cuando una flor se muere,


se muere para siempre”.

Cuando tú y yo morimos,
comenzamos la Vida.

Morir, para nosotros,


no es perderse en la nada,
sino encontrarnos juntos,
definitivamente,
en la Belleza
y en la Plenitud.

Es iniciar un viaje
maravilloso y nuevo,
recorrer un camino
que lleva hasta la cumbre.

Sobrarán las palabras,


para comunicarnos,
como sobra la nave,
al arribar al puerto
adonde navegamos.

Sobrarán los latidos,


los gestos y las flores
para decir, sin gritos,
que tú y yo nos amamos.

A cara descubierta,
sin velos que nos cubran,
sin sombras que oscurezcan
la claridad del día,
que acaba de nacer,
nos veremos de frente,
con el alma en las manos,
como dos cataratas
de luz, que se reflejan
en el Espejo vivo
del Corazón de Dios.

Comenzará la Dicha,
que ya no tiene ocaso.

Y viviremos siempre
con todos los que viven.

Ya no será posible
el olvido. Y la PRESENCIA
de todos los que amamos
se hará FELICIDAD.

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