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Contexto histórico del arte bizantino.

El Imperio Bizantino se extiende a lo largo de los más de mil años que


transcurren desde el siglo IV hasta el siglo XVI (caída de Constantinopla, 1453). Su
origen se sitúa en el año 330 cuando Constantino el Grande fija la nueva capital
cristiana del Imperio Romano en la antigua colonia griega de Bizancio, bautizada con
el nombre de Constantinopla en su honor. En el año 395, el emperador Teodosio
divide el imperio en 2 partes:
 Occidente para su hijo Honorio.
 Oriente para su hijo Arcadio.

Se va a acelerar la decadencia del Imperio Romano occidental, con las


continuas invasiones de los pueblos bárbaros hasta que finalmente es destruido en
el año 476 con la invasión de Atila y los hunos.
Por el contrario, el Imperio Bizantino (Oriente) se mantendrá durante siglos,
recogiendo el legado de la administración y el derecho romano, la cultura griega y la
fe cristiana. Dos claves de su pervivencia será su sistema político que concentra el
poder político religioso en el Emperador, y el dominio del comercio entre Oriente y
Occidente durante siglos.
El arte bizantino no sólo se desarrolla dentro de los límites del Imperio, sino
también en los países independientes que reciben su influjo cultural (ej. Rávena en
Italia). Puede afirmarse que se trata de una síntesis entre el romano, el helenístico y
el oriental.

En la civilización bizantina se distinguen tres periodos denominados Edades


de Oro, que se corresponden históricamente con un mayor auge cultural y
sociopolítico.
1. La Primera Edad de Oro (siglos VI-VII). El momento de mayor
esplendor fue el reinado de Justiniano (527-565). Unificó las leyes en un único
código jurídico, reconquistó a los bárbaros los territorios mediterráneos, y
combatió el paganismo y la herejía.
En el período bizantino temprano, la élite culta de Bizancio utilizó el derecho
romano y la cultura griega y romana para mantener un gobierno altamente
organizado centrado en la corte y sus grandes ciudades
2. Primer periodo de transición (730-775) Las guerras de los iconoclastas
causan la destrucción de múltiples obras, al prohibirse las imágenes como
objeto de culto.
3. Segunda Edad de Oro (830-1204). Durante esta etapa se define la
iconografía bizantina. La resolución de la controversia iconoclasta a favor del
uso de iconos dio paso a un segundo florecimiento del imperio, el periodo
bizantino medio (843-1204). El griego se convirtió en la lengua oficial del
Estado y la Iglesia bizantinos, y el cristianismo se extendió desde
Constantinopla por las tierras eslavas del norte. Los esfuerzos por recuperar
los territorios orientales perdidos a manos de los ejércitos árabes en el siglo
VII, incluyendo Siria y Creta, tuvieron cierto éxito a principios del periodo.
4. Segundo periodo de transición (siglo XIII). Constantinopla cae en
manos de los cruzados, que fundarán el nuevo Imperio Latino que durará
medio siglo. Este estado cruzado duró desde 1204 hasta 1261, cuando se
restableció el dominio bizantino en Constantinopla y también se retomaron
partes limitadas del antiguo imperio bizantino.
La ocupación latina de 1204-61 tuvo un profundo efecto sobre el imperio y los
pueblos bizantinos, causando una importante fragmentación política, así como
la dislocación de las poblaciones bizantinas, especialmente la nobleza y las
clases dirigentes del imperio.
5. Tercera Edad de Oro (1258-1453). En 1258, Miguel VIII Paleólogo
acaba con este dominio, instaura una nueva dinastía reinante y se inicia un
nuevo renacimiento social y cultural, que durará hasta la toma de
Constantinopla por los turcos en 1453. El arte y la arquitectura florecieron
durante importantes periodos en los siglos tardobizantinos. Esto contrasta
sorprendentemente con las desesperadas circunstancias militares y políticas
que soportaron los gobernantes bizantinos.
En la Primera Edad de Oro, durante la época de Justiniano, se realizan las más
grandiosas obras arquitectónicas que reflejan los caracteres técnicos y materiales, y
el sentido constructivo que caracteriza el arte bizantino de este período. Se produce
la transición de la iglesia de planta basilical, a la iglesia de planta central. Las
principales iglesias de este periodo fueron:

Constantinopla Rávena
Santa Sofía (532-537) San Apolinar el Nuevo (s. VI)
Santos Sergio y Baco (527-536) San Vital. Siglo VI (520 d.c.)
Santa Irene (532) San Apolinar in classe (594)
Santos Apóstoles (536-550)

El emblema arquitectónico del gobierno de Justiniano será la iglesia


metropolitana de Santa Sofía, iniciada en el año 532 y terminada en el 537. La
rapidez de su construcción se explica por los grandes medios económicos, y al ágil
sistema constructivo de los albañiles bizantinos, consistente en alternar hiladas de
ladrillo con capas de mortero. Utilizaron tejas porosas con el fin de aliviar el peso de
la cúpula y se importaron mármoles de todas las provincias para prestigiar el
monumento.
En el centro de un rectángulo plantaron 4 pilares para sujetar una cúpula
nervada sobre pechinas. La cúpula de Santa Sofía es el elemento más llamativo del
edificio, tiene la forma de una semiesfera rebajada y está compuesta por cuarenta
nervios que se unen en el centro, su diámetro varía entre 30 y 31 m. y está situada a
54 m de altura. La originalidad y grandeza reside en apoyar la cubierta sobre 4
puntos en vez de sostenerla sobre un tambor circular, como sucedía en el Panteón
romano. Los empujes fueron contrarrestados con semicúpulas y ábsides escalonados
en 2 de los flancos, dejando libres los costados restantes para habilitar tribunas. Un
atrio se extendió delante de la iglesia. Además para aligerar el peso al máximo, las
tejas fueron ligeras, fabricadas en Rodas. Para absorber el empuje de su inmenso
peso, y que no cargara hacia afuera sobre los arcos de la esquina, se levantaron
enormes contrafuertes de mampostería sólida, claramente visibles desde el exterior.

La planta es un rectángulo de 77 x 71 metros:


- El espacio interior, lujosamente decorado e iluminado por los rayos de
sol, que penetraban a través de las 40 ventanas de la cúpula, producía en el
fiel una ilusión óptica que invitaba al dinamismo y le conducía hasta la cúspide.
- Se interpretará que se representa la imagen del cosmos, la cúpula es
el cielo y la sala de oración, es la tierra.

La cúpula:
- Es 67 metros de altura y 33 de diámetro, se apoya sin tambor en cuatro
puntos y está rodeada por 40 pequeños contrafuertes separados por otras
tantas ventanas, dando la sensación de estar “suspendida del cielo por una
cadena de oro”. Estas 40 ventanas se asemejan a un tambor cilíndrico, sirven
para aligerar su peso y permitir la entrada de luz.
- La cúpula imponía una centralización bastante ajena a las basílicas del
pasado, pero gracias a las pechinas y la traslación de los esfuerzos a las naves
laterales, así como un refinado uso de la luz, “no parece descansar en base
sólida”.
- La cúpula completamente cubierta de mosaicos dorados, armonizaba con los
ricos mármoles de colores y el pórfido de columnas y estribos y con las
vidrieras originales de las ventanas.
- Los capiteles extraordinariamente diseñados y tallados, no pertenecen a los
órdenes clásicos conocidos, sino que se trabajan con fino relieve, usando la
decoración vegetal y geométrica.

El crucero, de sección cuadrada, se prolonga en los lados este y oeste


mediante semicírculos que están cubiertos por semicúpulas, hasta los ábsides,
agrupados de tres en tres en torno de los semicírculos y coronados por semicúpulas
más pequeñas.
En total 7 arcos en las galerías, 5 en las naves laterales, 5 ventanas sobre 7 en
las lunetas, cuarenta ventanas en el tambor de la cúpula, y 5 en cada semicúpula.
Todo ello crea un contraste de luz entre luminosas ventanas y oscuros arcos,
con grandes cúpulas rodeadas de otras más pequeñas, que aumenta el espacio
interior y da sensación de flotación de la cúpula principal.
Tras la conquista de Constantinopla por los turcos, Santa Sofía fue
reconvertida en mezquita. En 1935 fue convertida en museo.

Santos Sergio y Baco. Fue la primera obra bizantina del periodo de Justiniano, fue
esta iglesia (527-536). Se trata de un edificio de planta central cuadrada con
octógono en el centro cubierto mediante cúpula gallonada sobre ocho pilares y nave
en su entorno.
En la Segunda Edad de Oro del arte bizantino predominan las iglesias de
planta de cruz griega con cubierta de cúpulas realzadas sobre tambor y con una
prominente cornisa ondulada en la base exterior. A este esquema compositivo
corresponden San Marcos de Venecia (s. XI) y Santa Sofía de Kiev (s. X).

Durante la Tercera Edad de Oro, entre los siglos XIII y XV predominan las plantas de
iglesias cubiertas mediante cúpulas abulbadas sobre tambores circulares o
poligonales. A esta etapa corresponde San Basilio en Moscú (s. XVI).

La decoración musivaria
El arte bizantino adoptó el mosaico como revestimiento mural. Hornearon
multicolores teselas cuadradas de pasta vítrea y las combinaron con piezas
laminadas de oro, plata y nácar, componiendo una pintura de piedras, casi
incorruptible. Fascinaba al reflejar el brillo del sol o las luz de las velas.
Utilizando esta lujosa técnica, los decoradores fijaron una iconografía oficial y
adjudicaron un lugar en el templo para cada asunto sagrado:
 El ábside se reservó a Cristo, que aparece sentado sobre el globo del universo
(Cosmocrátor). Le cortejan ángeles y santos como un emperador rodeado por
sus ministros, reproduciendo el protocolo del basileus bizantino.
 A partir de 431, tras el Concilio de Éfeso, se representó también en la
cabecera de la iglesia a la Theotocos: María sentada con el Niño en brazos.

 Hacia ellos convergen desde el fondo de las paredes laterales una comitiva de
santos siguiendo el mismo ritual de las procesiones litúrgicas.
 En las paredes laterales también aparecen escenas del Antiguo y Nuevo
Testamento, enfrentadas simétricamente, que tenían un papel didáctico y de
reafirmación de la ortodoxia.
 En la cúpula, los profetas rodean la mano de Dios saliendo de una nube y en
las pechinas cuatro serafines les hacen escolta.
 El testero de los pies se ocupa del Juicio Final.

Los principales mosaicos se realizaron en las iglesias de la ciudad italiana de


Rávena:
 San Apolinar el Nuevo (520).
 San Vital (530-547).
 San Apolinar in Clase (594).
San Vital. Rávena (530-547).

Justiniano y su séquito. Se trata de una obra maestra del arte bizantino en


Italia, este mosaico está en la iglesia que Justiniano erigió en Rávena para
conmemorar la victoria del Imperio romano de Oriente sobre los ostrogodos, es
decir la victoria del cristianismo sobre la doctrina herética arriana profesada por los
invasores. El mosaico forma parte de un programa iconográfico donde constan
escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento y signos litúrgicos. Está situado en el
lienzo izquierdo del presbiterio, encima de un zócalo levantado que tiene delante
otro gemelo con la representación de la ofrenda de la basilisa Teodora, rodeada de
los cortesanos. Se ve al emperador el día de la consagración de la iglesia. En el centro
aparece Justiniano en actitud oferente, ofreciendo una patena de oro a San Vital.
Está acompañado de su corte. A la derecha tiene a sus generales y soldados (un de
ellos lleva un escudo donde se ve el crismón del Salvador, emblema del emperador
Constantino). A la izquierda se sitúan los representantes de la iglesia triunfante, con
el arzobispo Maximiano a su lado, a quien se identifica por una inscripción latina
colocada encima de él y por estar mostrando la cruz. El mosaico nos muestra el
poder del emperador justificado por Dios y rodeado de la fuerza de su ejército.
Varias de sus características son:
- La noción de espacio y el volumen quedan anuladas.
- Predomina la frontalidad y la disposición simétrica.
- El tratamiento de las figuras, en un entorno falto de perspectiva,
preludia el fin del naturalismo clásico y el inicio del simbolismo de raíces
orientales que difundirá el cristianismo por el Mediterráneo.
- En el mosaico de Justiniano, y de manera excepcional, se consiguen
ciertos efectos de modelado facial. También se percibe algún rasgo que
individualiza a los personajes. De hecho, el monarca parece más joven de lo
que era en realidad en aquellos días, pero la intención es vincular, a la
manera romana, juventud y dignidad. La situación del emperador delante de
un obispo caracterizado ya como anciano, insinúa la supremacía civil sobre la
religiosa.

Teodora y su séquito. Se trata de un mosaico situado enfrente del anterior y


parecido en cuanto a concepción espacial, distribución de personajes y potente
colorido. En el centro tenemos a la emperatriz Teodora, esposa de Justiniano y
personaje de gran importancia en el Bizancio del siglo VI. Está ataviada con un
espectacular manto negro y corona con colgantes de perlas, se encuentra realzada al
ocupar el centro de un arco sobre una hornacina. Sostiene un gran cáliz y se rodea
de personajes femeninos a su izquierda y dos masculinos a su derecha. Es curiosa la
fuente con un chorro de agua manando cristalina y la cortina del palacio, anudada y
decorada con bellos motivos.

San Apolinar. Rávena (594).

Este mosaico de San Apolinar el Nuevo representa a un procesión de santas


portando una corona y separadas por palmeras con dátiles, que se dirigen, desde
Classe (puerto de Rávena) hacia la Virgen María, que está acompañada por los Reyes
Magos. Por su extraordinaria calidad técnica, libertad compositiva y ritmo se han
denominado como las Panateneas del Cristianismo, igualándolos así a la magnífica
escena del friso del Partenón.

Entre 726-823 se produce la crisis iconoclasta iniciada por León III (726), con
asesoramiento de sus consejeros musulmanes y judíos, decretará la prohibición y
destrucción de los iconos. Se recurrirá a la cruz desnuda, al trono vacío con las
escrituras o atributos de la Pasión, y campos de flores y pájaros.
A partir del siglo X se renuevan los temas iconográficos, las figuras pierden
hieratismo, sufren cierto alargamiento y ganan en gesticulación:
- El Pantocrátor, el Dios Todopoderoso, pasa a ocupar la cúpula. Los modelos
más repetidos son las figuras de Cristo con barba partida y edad madura
(modelo siríaco).
- La Virgen se mantiene representada en el ábside, pero no como Theotokos
(sedente con niño), ahora se representa bajo diversas advocaciones, como
Hodegetria, apareciendo de pie con el Niño sobre el brazo izquierdo mientras
que con el derecho señala a Jesús como el camino de salvación (será el
modelo desarrollado en el gótico).
Un ejemplo de la Segunda Edad de Oro, podemos observarlo en el retrato del
emperador Miguel VI (1056-1057), prosternado ante la imagen del Pantocrátor, en el
que aparece estar pidiéndole perdón por la recalcitrante herejía de sus antecesores.

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