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Arte Bizantino
Arte Bizantino
Constantinopla Rávena
Santa Sofía (532-537) San Apolinar el Nuevo (s. VI)
Santos Sergio y Baco (527-536) San Vital. Siglo VI (520 d.c.)
Santa Irene (532) San Apolinar in classe (594)
Santos Apóstoles (536-550)
La cúpula:
- Es 67 metros de altura y 33 de diámetro, se apoya sin tambor en cuatro
puntos y está rodeada por 40 pequeños contrafuertes separados por otras
tantas ventanas, dando la sensación de estar “suspendida del cielo por una
cadena de oro”. Estas 40 ventanas se asemejan a un tambor cilíndrico, sirven
para aligerar su peso y permitir la entrada de luz.
- La cúpula imponía una centralización bastante ajena a las basílicas del
pasado, pero gracias a las pechinas y la traslación de los esfuerzos a las naves
laterales, así como un refinado uso de la luz, “no parece descansar en base
sólida”.
- La cúpula completamente cubierta de mosaicos dorados, armonizaba con los
ricos mármoles de colores y el pórfido de columnas y estribos y con las
vidrieras originales de las ventanas.
- Los capiteles extraordinariamente diseñados y tallados, no pertenecen a los
órdenes clásicos conocidos, sino que se trabajan con fino relieve, usando la
decoración vegetal y geométrica.
Santos Sergio y Baco. Fue la primera obra bizantina del periodo de Justiniano, fue
esta iglesia (527-536). Se trata de un edificio de planta central cuadrada con
octógono en el centro cubierto mediante cúpula gallonada sobre ocho pilares y nave
en su entorno.
En la Segunda Edad de Oro del arte bizantino predominan las iglesias de
planta de cruz griega con cubierta de cúpulas realzadas sobre tambor y con una
prominente cornisa ondulada en la base exterior. A este esquema compositivo
corresponden San Marcos de Venecia (s. XI) y Santa Sofía de Kiev (s. X).
Durante la Tercera Edad de Oro, entre los siglos XIII y XV predominan las plantas de
iglesias cubiertas mediante cúpulas abulbadas sobre tambores circulares o
poligonales. A esta etapa corresponde San Basilio en Moscú (s. XVI).
La decoración musivaria
El arte bizantino adoptó el mosaico como revestimiento mural. Hornearon
multicolores teselas cuadradas de pasta vítrea y las combinaron con piezas
laminadas de oro, plata y nácar, componiendo una pintura de piedras, casi
incorruptible. Fascinaba al reflejar el brillo del sol o las luz de las velas.
Utilizando esta lujosa técnica, los decoradores fijaron una iconografía oficial y
adjudicaron un lugar en el templo para cada asunto sagrado:
El ábside se reservó a Cristo, que aparece sentado sobre el globo del universo
(Cosmocrátor). Le cortejan ángeles y santos como un emperador rodeado por
sus ministros, reproduciendo el protocolo del basileus bizantino.
A partir de 431, tras el Concilio de Éfeso, se representó también en la
cabecera de la iglesia a la Theotocos: María sentada con el Niño en brazos.
Hacia ellos convergen desde el fondo de las paredes laterales una comitiva de
santos siguiendo el mismo ritual de las procesiones litúrgicas.
En las paredes laterales también aparecen escenas del Antiguo y Nuevo
Testamento, enfrentadas simétricamente, que tenían un papel didáctico y de
reafirmación de la ortodoxia.
En la cúpula, los profetas rodean la mano de Dios saliendo de una nube y en
las pechinas cuatro serafines les hacen escolta.
El testero de los pies se ocupa del Juicio Final.
Entre 726-823 se produce la crisis iconoclasta iniciada por León III (726), con
asesoramiento de sus consejeros musulmanes y judíos, decretará la prohibición y
destrucción de los iconos. Se recurrirá a la cruz desnuda, al trono vacío con las
escrituras o atributos de la Pasión, y campos de flores y pájaros.
A partir del siglo X se renuevan los temas iconográficos, las figuras pierden
hieratismo, sufren cierto alargamiento y ganan en gesticulación:
- El Pantocrátor, el Dios Todopoderoso, pasa a ocupar la cúpula. Los modelos
más repetidos son las figuras de Cristo con barba partida y edad madura
(modelo siríaco).
- La Virgen se mantiene representada en el ábside, pero no como Theotokos
(sedente con niño), ahora se representa bajo diversas advocaciones, como
Hodegetria, apareciendo de pie con el Niño sobre el brazo izquierdo mientras
que con el derecho señala a Jesús como el camino de salvación (será el
modelo desarrollado en el gótico).
Un ejemplo de la Segunda Edad de Oro, podemos observarlo en el retrato del
emperador Miguel VI (1056-1057), prosternado ante la imagen del Pantocrátor, en el
que aparece estar pidiéndole perdón por la recalcitrante herejía de sus antecesores.