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Lujuria

Lujuria (del latín luxus: 'abundancia', 'exuberancia'), en el marco de


la moral sexual, es el deseo sexual desordenado e incontrolable.
Existe un sentido no sexual de la lujuria que se refiere a un deseo
apasionado de algo.1 Lascivia, asimilable a lujuria, es el apetito o
deseo excesivo de placeres sexuales.

Manifestaciones de la lujuria
La lujuria, en contraposición con las conductas sexuales consideradas
normales o aceptadas socialmente, es la exacerbación, desorden o
falta de control de los deseos sexuales que se manifiesta en lo que
podría calificarse como conducta sexual patológica.
La consideración legal, ética y moral de los comportamientos
considerados lujuriosos tiene características personales y sociales.
Así, hay que distinguir el comportamiento sexual humano que puede
considerarse delito -según la legislación de distintos países- (como en
general son la violación, pedofilia, parafilia e incesto y dependiendo de
los países el adulterio, la prostitución o la pornografía, etc.), de
aquellos comportamientos sexuales individuales o colectivos que
pueden practicarse legalmente y pueden ser considerados
inadecuados o lujuriosos por otros individuos.
En general los comportamientos lujuriosos tienen la exacerbación y el
descontrol sexual como característica fundamental que puede
manifestarse en cualquier comportamiento sexual. Esto tiene su
explicación en el hecho de que casi todo comportamiento que
involucre estimulación sexual, dependiendo de su intensidad, genera
un goce cuya magnitud difícilmente puede compararse con el goce
generado por otras actividades, por lo que, bajo el supuesto de que se
comprenda el funcionamiento del mecanismo que origina dicho goce,
surge naturalmente (lo cual a su vez depende del grado de egoísmo
del sujeto que experimenta el goce) el deseo de experimentar un goce
igual, o a ser posible superior, mediante la repetición, constante o no,
de dicho estímulo, siendo en consecuencia la codicia por dicho goce lo
que impulsa o puede impulsar a abandonar la responsabilidad de
controlarse en el ejercicio de la actividad sexual, en pos de prolongar
el goce experimentado.

Lujuria y religión

En general la moral sexual religiosa es muy restrictiva en


el comportamiento sexual humano considerado aceptable. Así califica
muchas prácticas y comportamientos sexuales como desordenados y
lujuriosos. Sin embargo, muchas religiones tenían y tienen deidades
de la lujuria -a veces del amor y la belleza-, sin que fueran moralmente
reprobables.
Deidades de la lujuria
Los siguientes son diosas y dioses del sexo, el amor y la lujuria de
distintas culturas, mitologías y religiones

Mitología griega, diosa del amor, la lujuria, la belleza


Afrodita
y la reproducción.

Mitología egipcia, diosa del Nilo, también diosa de la


Anuket
lujuria.

Mitología romana, dios del deseo amoroso, -también


Cupido llamado Amor-, hijo de Venus y Marte. Equivalente al
griego Eros.

Mitología griega, dios del vino, inspirador de la locura


Dioniso
ritual y el éxtasis.

Dios primordial de la mitología griega responsable de


Eros la atracción sexual, el amor y el coito, venerado
también como un dios de la fertilidad.

Freyja Mitología nórdica, diosa del amor,


la belleza y fertilidad. La gente la invocaba para
obtener felicidad en el amor, asistir en los partos y
para tener buenas estaciones.

Mitología muisca, diosa de origen lunar, se oponía a


las enseñanzas de Bochica y a causa de su
Huitaca
hermosura, predicaba la desobediencia, las
borracheras y los placeres carnales.

Dios hindú del amor. Su nombre kāma significa


‘deseo sexual’ (según algunos monjes hindúes:
‘lujuria’, más peyorativo) y deva: ‘dios’. El conocido
Kāmadeva
libro Kama Sutra(‘aforismos de Kāma’ o ‘máximas
sobre el amor’) de Vātsyāyana está inspirado en este
dios hindú.

Figura legendaria del folclore judío, de
origen mesopotámico. Se la considera la primera
esposa de Adán, anterior a Eva. Abandonó
Lilith el Edén por propia iniciativa y se instaló junto al Mar
Rojo, uniéndose allí con Asmodeo, que sería su
amante, y con otros demonios. En otras versiones es
pareja de Samael o Lucifer.

Semidiós de los pastores y rebaños en la mitología


Pan griega. Dios de la fertilidad y de la sexualidad
masculina desenfrenada.

Mitología mexica, diosa de la tierra, el sexo y


Tlazoltéotl
la inmoralidad.4

Mitología romana, diosa relacionada con el amor,


Venus
la belleza y la fertilidad.

Mitología y religión preincaicas, una diosa de


Kawillaka Huarochiri, ligada a la belleza y sexualidad

La lujuria en la Iglesia católica


Para la Iglesia católica la lujuria es un pecado capital.
En opinión de Alfonso Aguiló Pastrana, según escribe en su libro "Es
razonable ser creyente": La moral sexual sostiene que al igual que el
uso inadecuado del alcohol conduce al alcoholismo, el uso inadecuado
del sexo provoca también una dependencia y una sobreexcitación
habitual que reducen la capacidad de amar. Y de manera semejante a
como el paladar puede estragarse por el exceso de sabores fuertes o
picantes, el gusto sexual estragado por lo erótico se hace cada vez
más insensible, más ofuscado para percibir la belleza, menos capaz
de sentimientos nobles y más ávido de sensaciones artificiosas, que
con facilidad conducen a desviaciones extrañas o a aburrimientos
mayúsculos. Sobrealimentar el instinto sexual lleva a un
funcionamiento anárquico de la imaginación y de los deseos. Cuando
una persona adquiere el hábito de dejarse arrastrar por los ojos, o por
sus fantasías sexuales, su mente tendrá una carga de erotismo que
disparará sus instintos y le dificultará conducir a buen puerto su
capacidad de amar.
Aunque la clave de la ética no son las prohibiciones, tampoco puede
obviarse que toda ética supone mandatos y prohibiciones. Cada
prohibición custodia y asegura unos determinados valores, que de esa
forma se protegen y se hacen más accesibles. Esas prohibiciones, si
son acertadas, ensanchan los espacios de libertad de valores
importantes para el hombre. Así sucede en cualquier ámbito moral o
jurídico: proteger el derecho a la vida, a la propiedad, al medio
ambiente, a la intimidad, etc., supone prohibiciones y obligaciones
para uno mismo y para los demás; de lo contrario, todo quedaría en
una ingenua e ineficaz manifestación de intenciones. La moral no
puede verse como una simple y fría normativa que coarta, y mucho
menos como un mero código de pecados y obligaciones. Hay
ciertamente prohibiciones y mandatos, pero se remiten a unos valores
que así se protegen y fomentan. Las exigencias de la moral vigorizan
a la persona, la aúpan a su desarrollo más pleno, a su más auténtica
libertad.
La religión, además, sostiene que el deseo sexual no es malo de por
sí. La lujuria –el mal uso del sexo– es una deformación de la legítima
apetencia sexual humana, igual que el cáncer de hígado es una
alteración del hígado, órgano que nada tiene de innoble. Confundir el
deseo sexual con la lujuria sería como confundir un órgano con el
tumor que lo está destruyendo. De la misma manera que un tumor
destruye un órgano cuando sus propias células tienen un desarrollo
ajeno a su función natural, puede decirse que la búsqueda del placer
sexual fuera de sus leyes naturales produce una alteración en la
función sexual natural del hombre. Para mantener el respeto y el honor
en la relación de pareja debiera ejercer cada quien autocontrol y
mitigar deseos.
La lujuria en el Islam
El Islam, como el cristianismo, recomienda el matrimonio, donde
únicamente pueden darse las relaciones sexuales. A diferencia del
cristianismo no recomienda ni el monacato ni el celibato. Si las
relaciones sexuales están prohibidas fuera del matrimonio, el Islam
condena las relaciones prematrimoniales, considerándolas en todo
caso adulterio (zina); también condena la masturbación. También
condena la satisfacción de las relaciones entre personas del mismo
sexo (homosexualidad y lesbianismo). El único camino aceptable fuera
del matrimonio es la abstinencia o castidad; así, la lujuria se inscribiría
en todos los comportamientos condenados -toda relación sexual fuera
del matrimonio-.
La lujuria en el Hinduismo y Budismo.
La lujuria puede incluirse en varias de las aflicciones o males
causantes del dolor, al menos en la yoidad y el apego. En la filosofía
hindú las aflicciones son las causas del dolor y miseria humanos. Se
distinguen cinco:

 La ignorancia: es la ausencia de conocimiento y por lo tanto no es


algo consistente, sino que es la falta de sabiduría.
 La yoidad: es la consecuencia de la ignorancia y es la identificación
de uno mismo con sus objetos de experiencia y da lugar al
sentimiento del ego individual.
 El apego: es una consecuencia de la yoidad. Algunas experiencias
son agradables y esto provoca en la mente una impresión
placentera que provoca deseo de volver a repetirla.
 La aversión: por el contrario, si las experiencias son desagradables,
la mente también se impresiona y provoca un deseo de que eso no
se vuelva a producir.
 El deseo de aferrarse a la vida: el apego y la aversión hacen que el
individuo quiera seguir experimentando, y por lo tanto viviendo.
Lujuria y revolución sexual

La revolución sexual desarrollada durante la segunda mitad del siglo


XX en numerosos países del mundo occidental desafió los códigos
tradicionales relacionados con la concepción de la moral sexual,
el comportamiento sexual humano, y las relaciones sexuales. Los
comportamientos sexuales anteriormente considerados condenables,
no solamente por las religiones sino también socialmente, serán
aceptados siempre que se produzcan con el consentimiento de los
participantes y se cumpla la edad de consentimiento sexual. Desde
este punto de vista la lujuria deja de ser considerada un desorden
sexual si no incumple ninguna de los límites anteriormente indicados.
La revolución sexual supuso la igualdad entre los sexos y la
generalización en el uso de métodos anticonceptivos que supuso una
separación clara de reproducción y sexualidad. Muchos de los
cambios revolucionarios en las normas sexuales de este período se
han convertido con el paso de los años en normas aceptadas,
legítimas y legales en el comportamiento sexual.11 La liberación sexual
supuso la reivindicación y recuperación plena del cuerpo humano y
su desnudez, de la sexualidad como parte integral de la condición
humana individual y social cuestionando el papel tradicional de
la mujer y por tanto del hombre y de la institución por excelencia,
el matrimonio. La revolución sexual ha propiciado la generalización de
todo tipo de relaciones sexuales y la aceptación general de
las relaciones sexuales prematrimoniales, el reconocimiento y
normalización de la homosexualidad y otras formas de sexualidad.
Asimismo se ha producido un aumento de las parejas de hecho -
uniones sin matrimonio-, el retraso en la edad de contraer matrimonio,
el reconocimiento igualitario de hijos fuera del matrimonio, uniones
civiles y matrimonio entre personas del mismo sexo, así como la
aparición de nuevos tipos de familias (familias monoparentales familias
homoparentales).

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