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Lauren Dane El ejecutor de la manada

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Lauren Dane

El ejecutor de la
manada

Serie Lobos Cascadia 01

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Sinopsis
Nina Reyes es una estafadora apenas reformada que ha dejado su
pasado y su registro criminal atrás. Eso es hasta que su hermano aparece
en su puerta con unos pocos hombres lobo Desterrados que quieren
matarlo. Nina se ve arrastrada más profundo en la red de intrigas cuando
Lex Warden, el Ejecutor de la Manada Cascadia, viene en su ayuda y ella
termina encima necesitando su protección.

Hay agentes virales extraviados, la mafia de los hombres lobo,


amenazas de muerte, incendios y un montón de sexo ardiente e ingenio
mordaz que regirá entre ellos.

Bienvenidos al Noroeste y a la Manada Cascadia.

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Prólogo
—¿Qué diablos, Tommie? Tengo lugares a donde ir, hombre —dijo
Rey, repiqueteando agitadamente sus dedos en el volante.

Tommie Perkins le mostró a su amigo el dedo medio.

—Amigo, relájate. No es como si tuvieras una mujer o algo parecido.


—Soltó un bufido divertido ante su propio chiste—. Tengo que revisar
algo por Cade. Algo grande está sucediendo, Reyes. Tiene a toda la
jerarquía conmocionada y Lex está más nervioso y paranoico de lo
habitual.

Rey resopló pero siguió conduciendo. Si su Alfa tenía asuntos que


necesitaba atender, no podía ignorarlos. Incluso él tenía sentido del
deber.

Tommie miró hacia abajo a la dirección garabateada en el papel en


su mano y miró otra vez las señales de tráfico.

—Gira a la derecha en el estacionamiento. Estaré al otro lado de la


calle. No debería llevarme más de diez o quince minutos.

Gabriel Reyes metió el oscuro sedán en el aparcamiento y se


detuvo. Se quedó en el coche, fumando un cigarrillo y esperó a que
Tommie corriera hacia el interior y se ocupara de sus asuntos. Después
de un momento, se aburrió de escuchar la radio e hizo un par de
llamadas, pero no había nadie alrededor.

Comprobando su reloj, entrecerró los ojos cuando vio que habían


pasado veinte minutos y Tommie todavía no había vuelto. Le haría bien
al patán si se iba y lo dejaba. Rey salió del coche, aspiró una profunda

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bocanada de aire nocturno y dejó escapar un suspiro molesto cuando vio


a Tommie hablando con algunos hombres a los que no lograba ver bien
en la puerta de uno de los edificios.

Decidió obligar al otro hombre a comprarle una cerveza mientras


miraba a Tommie correr hacia él. Cuando estuvo a unos metros del coche,
sonó un disparo y Tommie lo miró mientras se agarraba el costado con
una sorpresiva agonía.

Rey vio sus labios formar un “corre” justo antes de que otro disparo
sonara y golpeara a su amigo en la cabeza.

—¡Jesús! —gritó, saltando de nuevo en el coche.

Maniobró rápidamente para darle la vuelta al coche, haciendo


chirriar las llantas fuera de la zona de aparcamiento, en dirección a
Bellevue, donde vivía su hermana. Ella sabría qué hacer.

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Capítulo Uno
Molesto, Lex Warden cerró su móvil y dejó escapar un largo suspiro
mientras miraba la pequeña casa de estilo rural. Una vez que sacó el
soporte de la moto, se bajó, dejando caer el casco en el asiento y se pasó
los dedos por la cabeza para quitarse la horma del casco en su pelo, que
estaba seguro tenía tras todo ese tiempo conduciendo.

La casa era de color azul claro y obviamente alguien cuidaba muy


bien de ella.

El césped estaba ordenado y de las macetas de flores en la ventana


se desbordaba un estallido de color rojo y blanco, destacando el relieve
de colores contra el azul. Había flores plantadas a lo largo del camino de
entrada y un rosal trepador serpenteaba hasta un enrejado en el porche
delantero.

En el porche, un columpio y una pequeña mesa con una vela


citronela. Más macetas de flores y cestas colgantes adornaban el espacio.
Era como un pequeño pedazo de naturaleza salvaje allí mismo, en la
ciudad. Daba lugar a una sensación de calma, de refugio.

Pasando por alto su asombro de que alguien relacionado con


Gabriel Reyes pudiera tener una casa tan ordenada y organizada, fue
hacia la puerta principal. Ignorando el timbre, golpeó con los nudillos.

Momentos después salió una mujer alta, de cabello oscuro y sus


ojos se abrieron mientras lo miraba.

Nina sintió su boca hacerse agua mientras observaba al hombre de


pie en el porche. Era un buen espécimen, con más de metro noventa de
alto, de pelo rubio-marrón y profundos ojos verdes. Movió su mirada

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hacia abajo. Su camiseta y pantalones vaqueros eran engañosos,


parecían gastados y desvanecidos pero se dio cuenta de que ambos eran
de diseñador, y las botas parecían hechas a mano. Un reloj Piaget de oro
adornaba su muñeca. Por Dios, sus manos eran enormes. Tuvo que
ordenar su mente mientras su normalmente escondida libido rugía a la
vida. Podía sentir aletear su pulso y se dio a sí misma una fuerte bofetada
mental. Si había una cosa en el mundo que Nina podía reconocer, eran
problemas. Y este tipo era un problema. Había pasado años en una dieta
libre de problemas y se recordó que él estaba muy lejos del menú.

Lex la miró de pies a cabeza. La mujer, probablemente la hermana,


llevaba una blusa blanca abotonada hasta su barbilla y unos pantalones
con zapatos de tacón bajo. Su cabello estaba fuertemente unido en un
moño en la parte superior de su cabeza y llevaba gafas. Él la descartó
como un ser sexual inmediatamente.

—Estoy buscando a Rey. —Su voz fue contundente, directa y un


poco amenazante.

Ella se llenó de valor y se mantuvo firme, con la espalda recta.

—¿Por qué?

—¿Por qué?

—¿Hablé entre dientes? Pareces hablar español. ¿Tienes problemas


con las palabras? ¿Es necesario que te las explique?

Lex apenas contuvo un gruñido de fastidio.

—Escucha, estoy buscando a Rey. No tiene nada que ver contigo.


¿Está aquí o no?

Ella levantó una ceja, pero se mantuvo en silencio, con los brazos
cruzados sobre el pecho.

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Él trató de mirar abajo pero ella resopló y empezó a dar un paso


atrás para cerrarle la puerta en las narices.

—Tengo que hablar con él —añadió rápidamente. Cambió su peso


de un pie a otro, sintiendo como si lo hubieran llamado a la oficina del
director.

—¿En serio? No está aquí. Si quieres dejarle una nota, se la daré


cuando lo vea. —Una vez más, comenzó a cerrar la puerta, pero él levantó
una mano para detenerla.

—¿Cuándo será eso?

—¿Y quién eres tú? —Irritación sospechosa estaba clara en su


rostro mientras lo examinaba de nuevo, esta vez con un ojo más crítico.

—Soy Lex Warden. Un amigo suyo.

La compresión iluminó sus ojos, que se estrecharon hacia él. Lex


sabía a ciencia cierta que esa no era una buena cosa.

—No, no lo eres. Sé quién eres, señor Warden, y no eres amigo de


Gabriel. Ha tenido suficiente gente en su vida llevándolo por el mal
camino. Lo sé, ya lo he sacado de problemas lo suficiente. Sal de mi
porche y no te molestes en volver. —Movió el brazo detrás de la puerta.

Él se inclinó, gruñendo.

—Escucha, señorita, no sabes en medio de qué te estás metiendo.

Ella le golpeó con fuerza el centro del pecho. Su rostro era duro, su
mirada furiosa.

—¡No me gruñas! Escucha, no me importa quién diablos seas. ¡No


te atrevas a tratar de intimidarme con tu tamaño! ¡No me gruñas! ¡Cómo

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te atreves! Vete como el demonio de aquí y hazlo ahora antes de que te


dispare.

Había estado fascinado con su cara, la luz de ferocidad en sus ojos,


el aroma de una mujer en modo de batalla. Dio un paso adelante solo
para sentir algo duro asomarse por sus huevos. Miró hacia abajo y vio la
escopeta que sostenía con su mano libre. Con horrorizada fascinación,
vio como ella usaba la mano para apretar la escopeta. Oyó el
inconfundible chasquido de la carga de munición. Todo eso mientras el
cañón de la escopeta nunca abandonaba la región de sus pelotas.

No parecía una mujer acostumbrada a un arma. Deslizó su mirada


de nuevo hacia su cara, donde se encontró con su mirada decidida y
sedienta de sangre y sintió una ráfaga de calor aflorando en sus entrañas
al verla.

A pesar de su molestia y sí, un poco de miedo, tenía que admitir


que ella lo excitaba también. Levantó sus manos en señal de rendición y
dio un paso atrás.

—¡Guao! No nos apresuremos aquí. No quiero lastimarte. No quiero


lastimar a Rey tampoco, pero tengo que hablar con él.

—No estoy apresurada. —Movió el arma más fuerte contra sus


bolas—. Ponme a prueba, ¿por qué no? Esto está listo para rodar y he
tenido un día de mierda. —Entrecerró el ojo izquierdo hacia él y sus
labios, muy lindos labios se dio cuenta, se curvaron a un lado con una
sonrisa—. Mira, chico lobo, él se fue. Vino por dinero prestado —resopló—
, por dinero, no es como si lo vaya a ver otra vez, y se fue. Me dijo que la
manada lo estaba buscando, que quería matarlo. Aunque supiera a
donde fue y no lo sé, no se lo diría a alguien para que lo lastimara.

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—Te lo dije, no lo lastimaré. Necesito hablar con él. —¿Chico lobo?


Él lo intentó con su sonrisa sexy, una sonrisa que esta frígida solterona
debería apreciar.

—Sí, estoy segura de que funciona con todos los cachorros del
refugio. Pero no te conozco de nada y el hecho de que digas que no quieres
lastimarlo no significa nada para mí.

—Vamos, señorita Reyes. Dame un respiro. Podemos ayudarnos el


uno al otro por aquí, ¿no lo crees? Podemos hablar de ello más durante
la cena. —Él inclinó la cabeza en esa pequeña adorable manera de niño
que siempre derretía a su madre a pesar de lo que dijeran los cachorros
en el refugio.

Ella en realidad puso los ojos en blanco y le cerró la puerta en sus


narices.

—¡Mierda! —dijo entre dientes y volvió por la acera hasta donde


estaba su moto estacionada.

Lanzando una mirada hacia la casa, vio que la solterona estaba


mirándolo desde las ventanas delanteras. Él se tocó un sombrero
imaginario mientras metía la llave en el encendido, dándole vida. Le
gruñó una risa sorprendida cuando ella no le sonrió a cambio.

*****

Nina Reyes observó al hombre alejándose en la Harley y cerró las


cortinas con un suspiro. Los hombres eran todos iguales, aunque fueran
enloquecedores hombres lobo. Bueno, deliciosos trozos calientes de
magnífico hombre lobo con quien le encantaría dar un paseo. Oh, ¿había
pensado eso en voz alta? Hizo una mueca y se recordó que tenía un novio
que funcionaba con batería y que era de la mejor clase. Sin quejas, sin
preocupaciones y nunca le había pedido dinero prestado.

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Con un bufido, puso la escopeta detrás del estante y se quitó los


pasadores que sujetaban su cabello en su lugar. Rizos marrones brillaron
por su espalda. Se quitó las gafas de lentes claros y las colocó sobre la
mesa cerca de la puerta y se frotó los ojos.

Sabía que tenía el tipo de apariencia que la gente recordaba, pelo


largo rizado, grandes ojos color avellana, piernas largas y pechos llenos.
Así que se recogía el pelo en un moño severo. Se lo había cortado una
vez, pero solo había acentuado sus ojos así que se había dado el placer
de dejarlo largo, incluso si era la única que lo veía suelto. Llevaba gafas
falsas, su camisa estaba abotonada hasta el cuello y vestía pantalones y
zapatos planos. Era necesario no llamar la atención sobre sí misma.

Deseó que su hermano tuviera la misma precaución. ¡Maldito


Gabriel! No podía creer que la hubiera metido en otro lío, y esta vez con
hombres lobo. Era bastante malo cuando había sido atacado en una
pelea de bar y había contraído el virus de la licantropía. Ella había estado
de pie junto a él, con la esperanza de que sobrevivir a la adversidad lo
hiciera más fuerte.

Él se había involucrado con la manada local de lobos y


prácticamente había desaparecido de su vida. Había recibido una tarjeta
aquí y allá, le había prestado dinero un par de veces, pero realmente no
sabía mucho sobre su vida. Y con Gabriel, no tener noticias era una
buena noticia.

Cuando no recibía llamadas sobre fianzas a las dos de la mañana,


lo tomaba como una señal de que él estaba vivo y bien, o que al menos
no había conseguido ser metido en la cárcel por lo que estaba haciendo.

Pero en realidad el cambio solo había convertido a un hombre


moralmente débil en uno físicamente más fuerte. Lo que no era del todo
sorprendente cuando, de repente, se apareció en su puerta la noche
anterior, viéndose como si el mismo diablo lo estuviera persiguiendo. Dijo

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que había visto algo que no se suponía que debía ver y que la manada
iría a buscarlo para matarlo por ello. Desde luego, había parecido
asustado por su vida. Ella le había rogado que llamara a la policía pero
él solo la había mirado como si estuviera loca. Al final, le había dado todo
el dinero que tenía en su bote para las emergencias y se había ido,
rogándole que lo cubriera.

¡Que lo cubriera! Ella soltó un bufido. Que lo cubriera de los


malditos, terribles hombres lobo. Puso los ojos en blanco. Pero era su
hermano, toda la familia que tenía, y no podía solo dejar que lo mataran,
aunque fuera un imbécil.

No, ella era todo lo que tenía y eso significaba algo para ella todavía.
Él era su responsabilidad, para bien o para mal, y sacaría su trasero de
problemas otra vez, aunque solo fuera para poder darle una patada.

Haciendo una doble comprobación para asegurarse de que había


cerrado la puerta, como si eso pudiera detener un hombre lobo, se
encogió de hombros, fue de nuevo a tomar la escopeta y se dirigió a la
cama.

*****

Lex metió su Harley en el garaje y subió las escaleras traseras de


la casa principal. Por primera vez desde que había salido más temprano
ese día, se sentía relajado. Su casa estaba diseñada para servir como
refugio de los asuntos de su Manada. La Manada no iba a su casa grande
de madera en el bosque. Había una casa de la Manada en la ciudad donde
Lex y Cade pasaban varias noches a la semana, pero esta casa era suya
y solo suya. Habían visto cómo los asuntos de la Manada se hacían cargo
de cada parte de la vida de su padre, y cómo habían arruinado el
matrimonio de sus padres. Ni Cade ni Lex querían cometer el mismo
error.

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Lex caminó por el gran pasillo y escuchó a su hermano, el Alfa de


la manada, hacer clic en el teclado, trabajando como de costumbre. Entró
en la oficina de la casa que tenía vistas al lago y se dejó caer en el sofá.

—Hola.

—Hola. ¿Lo encontraste? —Cade se giró en su silla para mirar a su


hermano.

Lex suspiró.

—No. Pero conocí a su hermana.

Cade alzó una ceja.

—¿Ah, sí? ¿Y? ¿Supongo que la encantaste para llevarla a la cama


y ella te dijo dónde estaba?

Lex soltó una carcajada.

—Vuelve a intentarlo. Ella apuntó jodidamente una escopeta en


mis bolas y me dijo que me perdiera.

Cade lo miró con ojos muy abiertos y luego se echó a reír.

—¿No me digas?

—Parece una bibliotecaria. Salió a la puerta con un traje formal y


correcto, con el pelo tan estrechamente ajustado que probablemente
tendrá dolor de cabeza y me dirigió una fea mirada. Frunció la boca como
si hubiera estado chupando limones. La chica tiene maestra de escuela
dominical escrito sobre ella. ¡Primero me pinchó su dedo en el pecho!
Después me dijo que Rey se presentó en su casa, dijo que estaba siendo
amenazado por la Manada y que querían matarlo, agarró un poco de
dinero en efectivo y se fue. Entonces me dijo que me fuera de allí o me
mataría. Miro hacia abajo y tiene un arma plantada en mi entrepierna y

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el aspecto más malo que he visto en una humana en su rostro. Me llamó


chico lobo, y me cerró la puerta en las narices. ¡Oh! Y me vigiló mientras
me alejaba —dijo Lex, incapaz de ocultar la admiración en su voz.

Cade se limpió una lágrima de alegría de su ojo.

—El lobo más temido de América del Norte, ¿y una maestra de


escuela dominical consigue saltar sobre ti? Maldita sea, me gustaría
haberlo visto con mis propios ojos. Debes estar perdiendo el toque, Lex.
Es evidente que recibir un disparo y perseguir Lobos Desterrados no es
suficiente para mantener tu ventaja. —Puso su mano en su barbilla y
fingió pensar cuidadosamente—. Tal vez esta mujer debería ser nuestro
nuevo Ejecutor. ¿Deberíamos preguntárselo, Lex? Tú podrías enseñarles
a sus chicos en la escuela y ella puede manejar las armas y retirar a los
malos.

Lex le disparó a su hermano una mirada asesina.

—Ríete mientras puedas, zoquete. Te digo que, a pesar de su nivel


general de sencillez y tensión, fue feroz. Es un poco admirable.

—¿Admirable? ¿Y es pariente de Rey? ¿Por qué él es una rata de


persona, entonces?

—Hay una rata en todas las familias. Mírate. —Lex le sonrió a su


hermano mientras se levantaba del sofá y se dirigía por el pasillo hasta
la cocina. Se inclinó para tomar una cerveza de la nevera y darle una a
Cade.

—Ja, ja, muy gracioso. Llámame Alfa cuando digas eso —gruñó
Cade—. ¿Cuál es tu plan, entonces, oh, tenebroso Ejecutor? —preguntó
Cade, lanzando la tapa de cerveza a la basura y apoyándose contra la
pared.

Empujándose para pasar a Cade, Lex fue a sentarse a la mesa.

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—Vigilaremos a la hermana. Sabes que Rey necesitará ayuda.


Meterá la pata tarde o temprano. Infiernos, ella admitió que lo había
sacado de problemas toda su vida. Cuando él vaya a buscarla, lo
agarraremos.

Lex tomó un sorbo de cerveza y se encogió de hombros.

—Tenemos que averiguar lo que vio.

—Bueno, será mejor que esperemos llegar a él antes de que los


Desterrados lo hagan —dijo Cade.

—Por su bien y el nuestro. Tenemos que averiguar lo que está


pasando. Hasta que lo hagamos, no podemos confiar en nadie, y no se
puede dirigir una Manada de esa manera.

*****

A la mañana siguiente, cuando Nina se acercó a su coche, notó el


Mercedes gris aparcado al otro lado de la calle. Tras fijarse bien, vio a Lex
Warden sentado dentro y suspiró, en parte con molestia y en parte por la
imagen que daba al estar allí. Se veía relajado, peligroso e innegablemente
sexy con los gruesos labios curvados con una sonrisa de suficiencia.

Alejando su atracción lo más que pudo, ella salió de su camino de


entrada y se fue a trabajar. Él la siguió y lo hizo de manera muy abierta,
probablemente para enojarla un poco. No importaba. Ella había
mantenido la calma bajo circunstancias más aterradoras que un chico
mirándola. Mientras Gabriel escuchara su consejo y se mantuviera fuera
de la ciudad y con la cabeza baja, todo estaría bien.

Ella resopló para sí misma ante eso. Por supuesto que no lo haría.
Lo estropearía porque era simplemente parte de su naturaleza. No, ella
solo podía esperar cuando ocurriera lo que ocurriera, que no fuera
demasiado catastrófico y conseguir llegar a él antes que los chicos malos.

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Con un suspiro, se detuvo en su lugar en el aparcamiento detrás


de la floristería y entró para comenzar a prepararse para el día. Este era
su reino. Había construido este negocio desde sus cimientos y era
totalmente suyo. Suyo para el éxito o fracaso, y maldita sea, había dejado
un montón de trabajo duro y dieciséis horas al día aquí.

En su camino a la cocina de empleados miró el lugar, amando los


pequeños detalles. Las macetas y contenedores antiguos que consiguió
en pequeñas tiendas y ventas de garajes. Las plantas en macetas y la
exuberante vegetación hacían que la tienda pareciera un oasis en el
centro de un área metropolitana. Los paneles de vidrio de colores que
había encontrado el año pasado estaban colgados en las altas ventanas
y ahora la luz de la mañana brillaba como joyas a través de ellas y por el
suelo y las paredes.

Sonriendo con satisfacción, puso su comida en la nevera y tomó


una taza de café que estaba fresco y esperando por ella, y su día comenzó
oficialmente. Comprobándolo con su asistente, se aseguró de que el
distribuidor mayorista hubiera hecho la entrega de la mañana y que todo
hubiera llegado como lo había pedido.

Plegando las puertas de nuevo, puso bonitos cubos y cuencos de


flores directamente fuera de la tienda, regó las plantas colgantes y volvió
a entrar. Hizo un esfuerzo en ignorar a Lex, que ahora estaba apoyado en
su coche, tomando un café. Se concentró en su rutina diaria, le
encantaba su tienda, amaba las flores y las plantas, y cuidar de todos los
pequeños detalles la llevaba a una especie de estado zen.

Bien, estaría mintiendo si dijera que podía ignorarlo por completo.


Él ofrecía una buena vista con ese largo, musculoso cuerpo contra aquel
sexy coche. Sus muslos tensaban los pantalones vaqueros que usaba y
todo ese magnífico pelo estaba recogido en su nuca. Sus grandes manos
tenían un vaso plástico de café y ella se imaginó cómo se sentirían en su

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cuerpo. Sus gafas de sol ocultaban esos hermosos ojos verdes, pero ella
sabía que sus ojos seguían cada movimiento suyo. Su pose casual no la
engañaba, él estaba tenso, alerta y listo para cualquier cosa.

Lex la observó mientras se movía sobre su pequeña floristería.


Tenía una gracia innata. Le gustaba mirar la forma en que ponía los
arreglos juntos tan hermosamente, como si fuera una segunda
naturaleza para ella. Tenía ojo para la belleza y al parecer era toda una
aficionada a la jardinería. Conversaba con los clientes y los empleados y
a la gente parecía gustarle realmente ella porque se detenían en la tienda
solo para decirle hola o para comprar flores. Escondió una sonrisa
cuando la vio salir corriendo hacia el cartero y meter una flor del paraíso
en su bolsa. No había rastro de la solterona tensa con cara de póquer de
la noche anterior, a excepción de los momentos en que alzó la vista y lo
vio, entonces se volvió y todo su cuerpo se puso rígido. Quiso sonreírle
cuando ella hizo eso. Su ira le divertía.

Ella le divertía, y le sorprendía demasiado. Era mucho más dura


de lo que parecía y actuaba como si no fuera gran cosa que un hombre
lobo de un metro noventa y ocho de altura estuviera observando todos
sus movimientos.

Hizo sus llamadas de negocios desde su móvil mientras la veía


tomar el almuerzo mientras trabajaba. Había crecido en un negocio
familiar, sabía lo que significaba trabajar tan duro que comías tu
almuerzo de pie y de prisa. Ella parecía estar haciéndolo bastante bien
sola si el montón de gente era algún indicador.

Había tenido un flujo constante de clientes durante todo el día y


parecía conocer al noventa por ciento de ellos personalmente.

*****

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A las cuatro, Brad llegó, entró y trató de darle un breve beso en sus
labios. Ella se tensó y volvió la cabeza, pero, como de costumbre, él no
entendió eso.

—Nina, hay un tipo al lado de la calle, ha estado allí todo el día.


Creo que te está vigilando.

Nina le sonrió mientras él salía de su alcance. Brad Logan era el


dueño de la librería de al lado de la tienda de flores y había estado
molestándola para que saliera con él durante meses. Realmente tenía
muy buena pinta y Nina no tenía idea de por qué estaba interesado en
ella, o mejor dicho, en la Nina pública de todos modos. Le gustaba
bastante pero simplemente no le daba la chispa de interés que la llevaría
a dejarlo entrar en su muy protegida vida personal. Había pasado mucho
tiempo, sin embargo, desde que había dejado a alguien entrar. Se
encontró anhelando estar cerca de alguien que no tuviera que salvar,
proteger o rescatar de problemas. Alguien que fuera un igual, un
compañero.

—Lo sé. No es nada —aseguró.

Brad miró a Lex de nuevo.

—¿Quién es él? ¿Quieres que vaya a hablar con él? —preguntó


Brad, todavía preocupado.

—Es un socio de mi hermano. Todo está bien, Brad. Gracias por tu


preocupación, sin embargo, te lo agradezco.

—¿Por qué no dejas que te acompañe a tu coche cuando cierres?


Podríamos salir a cenar después.

—Esta noche no, Brad. Tengo planes, pero gracias. Estaré bien, él
no me lastimará —aseguró de nuevo y después de unos minutos más de
charla, volvió al lado.

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Lex observó la escena con molesto interés. Sus brillantes ojos


verdes se estrecharon detrás de las gafas de sol que tenía mientras
observaba al hombre humano tocar su brazo. ¿No veía que no estaba
interesada? Lex sintió un deseo irracional de golpear al chico y echarlo.

—Estúpido barba de chivo —gruñó para sus adentros.

Estaba oscuro cuando ella cerró con llave y se dirigió a su coche.


Podía verla poner los ojos en blanco por su presencia, y le dio una sonrisa
lobuna a cambio. Oyó su molesta exhalación y se rió entre dientes
mientras la seguía a la tienda de comestibles.

En el mercado, ella compró y trató de ignorar su presencia. Por


supuesto que no podía cuando él simplemente caminaba detrás de ella
mientras empujaba su carrito. En el pasillo de productos él tomó un
melón de sus manos, tomó otro y se lo dio a ella.

Ella puso una mirada de incredulidad en su rostro y él quiso reír.


En cambio, dijo:

—Ese no estaba nada bueno. Tengo un gran sentido del olfato,


sabes. El que tienes ahora está maduro y dulce. Lo prometo.

Ella cerró los ojos por un momento y pareció que estaba orando por
paciencia.

Él se mordió el interior de la mejilla para no reírse. Con un gruñido


apenas contenido, ella empujó el carrito a su alrededor y se mantuvo
comprando, pero no devolvió el melón.

Pagó, puso su bolsa de comestibles en el maletero y él la siguió a


su casa, donde se detuvo detrás de ella.

Ella se giró, con las manos en las caderas y echando chispas por
los ojos.

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—¿Qué estás haciendo? Ya te lo dije, ¡Gabriel no está aquí! —dijo


con los dientes apretados mientras él se acercaba a su coche, donde
había estado sacando sus bolsas de la compra.

—Iba a ayudarte a llevar tu comida dentro. De esa manera no


tendrás que hacer dos viajes.

Suspiró y agitó la mano hacia las bolsas. Si quería hacer un poco


de trabajo duro para compensar su extrema molestia hacia él, estaba
bien con ella. Abrió la puerta y le hizo un gesto hacia la cocina. Se dijo
que solo lo hacía para ver su espectacular trasero, pero admitió para sí
misma que le gustaba. Incluso si era un dolor en el trasero.

—Adelante, da una buena mirada y luego lárgate —dijo mientras él


dejaba las bolsas en el mostrador. Ella empezó a abrir los armarios y la
nevera y a guardar la comida, actuando como si él no estuviera ahí.

—¿Qué? ¿Ningún gracias por transportar tu comida? —bromeó.

Ella miró por encima del hombro y levantó una ceja.

—Hazlo rápido, chico lobo. Puede que simplemente cambie de


opinión y te lance fuera.

Fue su turno para elevar una ceja hacia ella. Era un hombre lobo
en su mejor momento. El más temido Ejecutor en América del Norte.
Rayos, las personas tenían verdadero miedo de él. Se quedó allí, todo
músculo y fuerza, no había manera de que ella pudiera moverse, incluso
si diera un salto.

—Sonríe como un bobo todo lo que quieras, te lo he advertido —


dijo ella en una voz cantarina que casi le hizo ladrar una carcajada. Ella
le tomaba por sorpresa, le gustaba eso.

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Era un condenadamente buen rastreador, lo cual era una de las


razones por las que era un excelente Ejecutor. Siempre encontraba a
quien buscaba. Centrándose en el olor de Rey, se movió por la casa, pero
en el único lugar que pudo conseguir un olor fuerte fue en la cocina cerca
de la puerta. Continuó a través de la casa, a través de la pequeña sala de
estar con el acogedor y mullido sofá y los sillones laterales.

Haciendo una pausa, miró el espacio. Era simple pero muy cálido
y acogedor. Tenía grandes estanterías. La decoración era mínima, pero lo
que sí tenía, era algunos estampados en blanco y negro realmente
agradables que le daban un toque de distinción al lugar. Se asomó a la
habitación de invitados, que parecía una oficina, y luego cruzó el pasillo
y entró en su dormitorio.

De pie en la puerta, gimió mientras sus sentidos absorbían el


íntimo espacio. Era suave y femenino. La cama estaba cubierta de un
edredón esponjoso de color azul pálido, y las almohadas en diferentes
tonos de azul estaban esparcidas por toda la habitación. La cabecera era
blanca de hierro forjado y había una pila de libros de al menos noventa
centímetros de altura junto a la cama.

Dio un paso dentro y su olor lo golpeó justo en las bolas. Cerró los
ojos mientras aspiraba el suave aroma a vainilla de su jabón, y un toque
de cítricos de su champú.

Sin perfume. Su esencia elemental estaba en todas partes, lo que


hizo que el lobo dentro de él quisiera irse a rodar a sus mantas, y
abrigarse a sí mismo en ellas.

Sacudió la cabeza para despejarse. Oh no, no iría por ese camino.


Necesitaba echar un polvo y no con una frígida solterona. Hizo una nota
mental de buscar un poco de compañía cuando fuera a la casa de la
Manada más tarde.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Y? ¿Satisfecho de que Gabriel no se escondiera en el armario o


debajo de la cama? —preguntó mientras caminaba por el pasillo hacia él.

Sorprendido por su voz, él saltó y se volvió.

—Mira, señorita, es muy importante que hable con él. —Su


molestia por haberse dejado afectar por su olor sonó a través de su voz.

Ella se dio cuenta y puso los brazos sobre su pecho y entrecerró


los grandes ojos marrones hacia él.

—Deja de llamarme así —espetó.

—Así que tienes emociones bajo ese duro caparazón. —Él sonrió.

Ella sacudió la cabeza con disgusto.

—Mira, chico lobo, ¿por qué quieres hablar con Gabriel? ¿Qué
tenéis vosotros, er, lobos, que ver con él?

Le sonrió.

—¿Chico lobo? ¿Te opones a que te llame señorita y luego me


llamas chico lobo?

—Nunca dije que no fuera hipócrita. Pero esta es mi casa, así que
tengo el privilegio y tú no. Ahora, ¿qué quieres con Gabriel?

Suspiró y se pasó una mano por el grueso pelo de aspecto sedoso,


tirando de él y soltándolo de la banda en su cuello. Se extendió por sus
manos y hombros como seda líquida.

Ella pudo oler su colonia y debajo de ella, su masculinidad. Olía


caliente y duro, como sexo viviente. Olía peligroso y capaz de actos de
violencia y ella tuvo que tomar una profunda respiración para dejar de

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

temblar. Tenía tanta hambre voraz por él que la dejó quieta y silenciosa
durante unos momentos.

—Él podría haber visto algo que no debería. Necesito saber si lo


hizo. Su vida está en juego aquí. ¿Te dijo algo?

Ella soltó un bufido. Por supuesto, había visto algo que no debía.
El tonto hombre lobo no estaría acosándola si no lo hubiera hecho.

—Su vida está siempre en peligro. Lo ha estado desde antes que


uno de vosotros, idiotas, le diera el virus. No tiene sentido común, ni
capacidad de funcionar por su cuenta. Cuando tu... gente, lo tomó en su
banda, manada… lo que sea… de dónde vengas, para bien o para mal,
sus padres, su gobierno, y ahora donde diablos sea que se metió, lo
persiguen. No me dijo nada, tomó el único dinero que tenía en efectivo
aquí y se fue con mucha prisa.

Él se frotó la cara con las manos.

—¡No somos una banda! —Respirando hondo, quiso gemir cuando


su olor se metió en su cuerpo. Tenía que salir de allí, y solo alejarse. Antes
de que saltara sobre ella—. Si llama, ¿le podrías decir que se ponga en
contacto conmigo? Tiene mi número de móvil. Es urgente. Realmente no
quiero hacerle daño a tu hermano, pero hay algunos que lo harán si vio
algo que no debía. Si me puede decir lo que vio, puedo usar eso para
castigar a los culpables y protegerlo al mismo tiempo.

—Si me llama… solo Dios sabe si lo hará, solo oí de él rara vez en


los últimos años… le diré lo que me dijiste. También le aconsejé que fuera
a la policía. Dudo que escuche alguna sugerencia.

—La policía no le puede ayudar. —Sus sentidos apuntaron hacia


ella. Había algo que había cambiado. Ahora tenía un borde más duro del

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

que había visto antes. Una fachada menos pulida, y no era por la
escopeta, sus ojos eran duros, incluso detrás de las gafas.

Ella dio un suspiro muy cansado.

—Nadie puede, señor Warden. Ahora, por favor vete.

Él asintió y se adentró en la noche y se marchó.

*****

Sentada en el raro sol de abril, Nina comió su sándwich. Inclinó la


cara para tomar toda la luz natural que pudiera antes de tener que volver
al trabajo.

—¿Has oído de Rey?

Ella suspiró profundamente, abrió los ojos y vio los gloriosamente


masculinos muslos que pertenecían a su sombra y némesis, Lex Warden.
Maldita sea, pero el hombre era delicioso.

—Creo que ya pasamos por esto, chico lobo. Él no me ha


contactado. Te dije que le transmitiría el mensaje si llamaba. De todos
modos, no vamos a pretender que tú y tus peludos secuaces no habéis
estado observando todos mis movimientos en las últimas dos semanas.

Para ser una solterona era realmente divertida. Por enésima vez se
encontró queriendo deshacerle ese apretado peinado que llevaba y tirar
las gafas lejos.

Queriendo saber cómo era debajo de la tensa fachada. La verdad


era que solterona o no, le gustaba. Más que eso, la admiraba. Muy bien,
así que era más que eso, tenía que admitir que era dulce con ella. Cada
vez que la veía, que la miraba, que captaba su olor en la brisa, la deseaba
un poco más.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Peludos secuaces? —Le sonrió, le enseñó los dientes y todo su


encanto y se quedó quieto por un momento. Olfateó su excitación. Su
cuerpo se calentó y olió su coño. No podía ser. Ella lo odiaba.

Ella se puso de pie, echó la basura en el contenedor y pasó junto a


él, para entrar de nuevo en su tienda.

—Diría que serías el primero en saber si él contacta conmigo, pero


te estaría mintiendo. Que tengas un buen día, chico lobo —le lanzó por
encima del hombro mientras se dirigía hacia el interior.

Se quedó allí, aturdido durante unos minutos y luego gruñó


mientras pisoteaba lejos, frustrado porque su cuerpo deseaba a una
mujer como ella en lugar de a las mujeres muy dispuestas en la casa de
la Manada.

*****

Una semana más tarde, Nina se despertó de un sueño profundo y


se enderezó con un jadeo.

Alguien estaba en su casa. Agarró su escopeta, se arrastró por el


pasillo y casi le disparó a su hermano mientras buscaba en su nevera.

—¡Jesús! Gabriel, casi te disparo —dijo en un siseo, con la mano


sobre su frenético corazón.

Él se volvió hacia ella y sonrió.

—Lo siento, me estaba muriendo de hambre.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? Gabriel, la Manada te ha


estado buscando. Lex Warden ha estado aquí varias veces y me está
siguiendo. Y cuando no está pegado a mi trasero, uno de sus hombres,
su gente, los lobos... —Sacudió la cabeza con confusión—. De todos

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

modos, soy constantemente observada. Él dice que quiere ayudar. Que


otros quieren matarte. Es hora de que me digas exactamente lo que viste.

Su sonrisa se desvaneció y llevó su comida a la mesa y se sentó


pesadamente.

—Nina, hay un poco de mala mierda por aquí. Te dije que los vi
matar a mi amigo Tommie. Es uno de la jerarquía de la Manada, sé eso
seguro. Él estaba hablando con ellos un minuto y al siguiente estaba en
la acera en un charco de sangre. Salí como el infierno de allí, pero estoy
bastante seguro de que me vieron.

—¿Eso crees? —dijo con sarcasmo—. Viste un asesinato, Gabriel.


Maldita sea, ¡escúchame por una vez y ve a la policía!

—Oh, qué ingenua puedes ser. ¡Vamos, Nina! Puedes estar viviendo
la perfecta vida ahora pero sabes que no podemos ir a ellos. Un recorrido
por mi expediente y no creerán ni una maldita cosa que diga. ¿Y los
quieres de vuelta en tu vida?

—¡Por supuesto que no! Pero eso no cambia lo que pasó. Viste un
asesinato.

Se interrumpió, frustrada con él, con la situación. Luchando por la


calma, tomó una respiración profunda.

—¿Por qué, Gabe? ¿Por qué mataron a tu amigo?

—¡No lo sé! —Levantó las manos en señal de frustración—. Dijo que


era por un asunto de Cade y que tenía que hablar con alguien, alguien
grande. Me dijo que lo mantuviera en secreto. Se había encontrado con
esos chicos antes, pero me di cuenta de que estaba muy nervioso.

—¿Sabes algo más que eso? ¿Cualquier cosa que podamos utilizar
para mantenerte vivo? ¿Averiguaste quién mató a tu amigo y por qué?

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Gabriel asintió con seriedad.

—¡Sí! Él tenía un ordenador portátil, lo dejó en el coche. Está en


nuestra taquilla en la estación de autobuses. No sé cómo sacar la
información.

Suspiró, sabiendo lo que seguía.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —Estaba tan enferma de sus


enrevesados pensamientos. Esto había estado sucediendo desde hace
semanas y él tenía una gran pista solo sentado allí. Respiró una calmada
respiración—. Cade es el hermano de Lex ¿verdad? ¿El Alfa? ¿Puedes
confiar en él? Si no puedes ir a la policía, él es lo más cercano a eso ¿no?

—No sé lo grave que es esto. Ambos Wardens parecen ser bastante


buenos, pero el tirador está en la fila superior de la Manada, o lo está de
acuerdo a lo que me dijo Tommie antes de que lo mataran. Hasta que no
veamos lo que hay en ese ordenador, ¿cómo puedo saber en quién
confiar?

—¿Lo encendiste?

Asintió.

—Parece una gran mierda de protocolo de seguridad, sin embargo.


No quise intentarlo, pensé que necesitaba tu experiencia.

Ella suspiró, pero no podía negar la emoción que sentía. Había


pasado mucho tiempo desde que había hecho algo emocionante o una
sombra de ello.

—Deja que me vista y nos iremos. —Se giró y fue a su habitación y


se puso unos vaqueros y una sudadera, recogiendo su pelo en una cola
de caballo y tomando las gafas.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Qué, no más ropa fea? —chasqueó él cuando ella regresó a la


cocina.

—Está entre mi disfraz y mi aspecto normal. No usar disfraz es tan


bueno como usar uno. Todo el mundo que está conectado con la Manada
me conoce como la tensa matrona con la ropa de abuelita así que
pantalones vaqueros y la sudadera pueden engañar, pero si mis vecinos
me ven, todavía me verán con el pelo recogido y las gafas.

—Eres tan inteligente, ¿por qué nunca puedo pensar en cosas como
esas?

Habría dicho algo sarcástico, pero él se veía tan triste que se


contuvo y besó la parte superior de su cabeza en su lugar.

—Estoy aquí para ti, Gabriel. Conseguiremos pasar por esto juntos,
como siempre. Vamos. —Tomó su propio ordenador portátil y equipo.

Sabía que estaba siendo vigilada por lo que entró al garaje en


silencio. Necesitando evitar ser visto, Gabriel se agachó en el suelo en el
asiento trasero hasta que ella salió de la zona.

*****

Sus habilidades estaban oxidadas, pero ser arriesgada era como


andar en bicicleta. Se rió para sí misma cuando miró por el espejo
retrovisor, donde no vio nada. Tenía la sensación de que Lex Warden no
sería tan fácil de engañar la siguiente vez. Había aprovechado el hecho
de que sabía que la iba a subestimar, pero también sabía que no lo haría
dos veces. Lex Warden era condenadamente bueno en su trabajo.
Admiraba eso de él. Era sexy.

Se detuvo en el aparcamiento de la estación de autobuses en el


centro de Seattle y se volvió hacia Gabriel.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Quédate en el coche. No sabemos cuántas personas te están


buscando, pero es aconsejable que mantengas la cabeza baja. Vuelvo en
un rato.

Dejando a Gabriel en el coche, entró en el edificio y fue muy


cuidadosa asegurándose de que no estaba siendo seguida y finalmente
se dirigió a las taquillas. Sacó dos llaves, una para su casillero y una para
el que compartía con Gabriel. Sacó lo que denominó su equipo de huida.
Una bolsa de deporte con ropa, un teléfono móvil, dinero en efectivo, un
ordenador portátil y varios juguetes, herramientas eléctricas que
necesitaría para salir de la ciudad de forma rápida y para ayudarla a
establecerse en otro lugar. Habían estado allí durante cinco años.

Había agregado durante ese tiempo dinero extra, un juguete nuevo


aquí y allá, la hacía sentirse segura el saber que tenía una salida para
los problemas. Planeaba darle la mayor parte a Gabriel y enviarlo lejos,
muy lejos, cuando volvieran a su habitación del motel.

Abrió el otro casillero, el armario de Gabriel, y vio la caja del


ordenador portátil. Agarrándola, cerró las puertas, salió de la estación de
autobuses y de nuevo fue a su coche.

—La tengo. Volvamos a tu motel y veamos lo que podemos


encontrar. No quiero llevarlo de vuelta a mi casa, no con Warden
merodeando.

Gabriel asintió.

—No creo que él esté sucio, Nina. Es un tipo muy confiable. Tal vez
debería llevarle esto a él —dijo con preocupación—. Estoy cansado de
esconderme.

Solo habían pasado unas pocas semanas. Su estómago se hundió.


Si él no podía hacerle frente a poco menos de un mes huyendo, ¿cómo

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

sobreviviría más tiempo? Tenía que averiguar quién estaba detrás de esto
para poder usar la información y comprar la libertad de Gabriel. No había
otra manera.

—Veamos lo que hay en el ordenador antes de hacer algo, ¿de


acuerdo? —Echó una rápida mirada en su dirección, las luces de la calle
emitían un resplandor naranja en su rostro, mientras pasaban de largo.
Él no tenía treinta todavía y ya había vivido una vida muy dura. La
pobreza, el abuso, la anarquía, la negligencia, eso combinado con el
exceso de alcohol le habían dado a su una vez dulce cara un borde
endurecido.

Suspiró, y no por primera vez, se lamentó por lo que podía haber


sido para Gabriel pero rápidamente lo guardó. No podía permitirse el lujo
de regodearse, ciertamente no ahora.

Dieron vuelta en el estacionamiento de un motel de mala muerte


cerca del aeropuerto y se retiraron a la parte de atrás, fuera de la vista
de la calle. Ella contuvo su regañina instintiva por su elección de motel.
El lugar estaba en la ciudad y dentro de dieciséis kilómetros de la casa
de la Manada, pero las regañinas no tendrían sentido.

Entraron en la habitación y puso sus cosas en el suelo. Mirando


hacia abajo, se dio cuenta que había dejado el ordenador en el coche. Se
dirigió hacia la puerta.

—Ahora vuelvo —gritó mientras salía de la habitación.

—¿Necesitas ayuda? —gritó Gabriel mientras la seguía al exterior,


con una sonrisa dulce.

Ese rostro era el Gabe de su infancia, el niño dulce y pequeño sin


nada que ocultar, un chico cariñoso y feliz que tenía una familia que se

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

hacía cargo de él. Su corazón se constriñó en su pecho con los recuerdos


de aquel Gabriel Reyes, y lloró su pérdida.

Se inclinó para abrir el coche y sintió el cosquilleo en la parte


posterior de su cuello. Problemas. El tiempo se ralentizó mientras giraba
y saltaba al mismo tiempo. Cuatro hombres muy grandes, lobos estaría
dispuesta a apostar, se precipitaron contra ellos desde la oscuridad.

Gabriel gruñó mientras su lobo comenzaba a surgir como reacción


a la amenaza. Le gritó a Nina que corriera, que saliera de allí, mientras
los dos lobos lo agarraban.

—¡Soltad a mi hermana! —dijo con un gruñido mientras intentaba


luchar para liberarse.

Uno de los lobos tomó la coleta de Nina en un férreo control y tiró


de ella hacia atrás.

Frente a su hermano mientras se sacudía, Nina vio, horrorizada,


cómo un solo hombre le ponía una pistola en la cabeza a su hermano y
apretaba el gatillo. Un grito de dolor desgarrador escapó de ella mientras
él caía al suelo. El sonido, el tiempo, el movimiento se precipitó hacia ella
a una rápida velocidad.

Gritó tan fuerte como pudo y le dio un codazo en la mandíbula a


uno de sus atacantes. Se giró y le dio una patada en el plexo solar al otro
y un sólido gancho al primero. Ambos golpearon el suelo y ella se volvió
hacia donde estaba el hombre con la pistola, a la espera de que le
disparara en cualquier momento.

Pero el tirador de pronto se derrumbó. Ella levantó la vista y vio a


Lex allí, la furia distorsionando su cara y sangre en las garras que poco
a poco se transformaron de nuevo en manos humanas.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Ella perdió el equilibrio por un momento y luego se puso de pie.


Forzosamente, trató de pensar lo mejor que pudo. ¡No tenía tiempo para
caerse a pedazos! Obligó a sus pensamientos a alejar de la visión de los
ojos oscurecidos de Gabriel, perdiendo su vida después de que le habían
disparado, y trató de concentrarse. Pero la porción cortó la realidad a
través de ella, estaba sola en el mundo.

¡No! No iba a dejar que eso la detuviera ahora. Nina Reyes no era
una cobarde. Atravesaría esto hasta encontrar al asesino de su hermano.
No era el momento de venirse abajo, más adelante lo haría, pero por
ahora estaba en el lugar equivocado. Sacudió la cabeza para aclararla,
oyó a los hombres en torno a ella, viendo a personas mover los cuerpos
rápidamente.

Lex la observó por bastante tiempo y ella retrocedió un paso,


mirando de derecha a izquierda, buscando una vía de escape. Estaba
pálida. Él podía ver su pulso latir erráticamente en su garganta. Su
cabello estaba parcialmente fuera de la cola de caballo que tenía, sus
gafas estaban en el suelo y él se agachó para recogerlas.
Disimuladamente, les limpió la salpicadura de sangre.

—No pienses en ello, Nina. Mi hermano está detrás de ti. No hay


ningún lugar al que puedas ir. —La miró con atención—. ¿Estás bien? —
preguntó con un bajo y tranquilizador tono. Le entregó las gafas—. Toma,
es probable que necesites estos.

—Quítate. De. Mi. Camino. —Enunció cada palabra con mucho


cuidado.

Su labio estaba hinchado porque uno de los matones la había


golpeado y ella probó su sangre. También tenía un dolor en el brazo donde
uno de ellos la había sacudido. Trató de girar su hombro sin llamar su
atención, pero, por supuesto, los dos hombres lobo se dieron cuenta.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Conoces al que le disparó? —El otro hombre lobo se paró a su


lado.

—Evidentemente uno de vosotros. Dijo que era uno de vosotros.


Que no sabía si podía confiar en ti. Ahora déjame ir o gritaré con todas
mis fuerzas. Puede ser que sea cerca de la medianoche, pero hay un
montón de gente alrededor. —Lo dijo en voz suave, pero estaba recubierta
de acero.

Cade contuvo una sombría sonrisa de aprobación. Ella acababa de


perder a su hermano y no confiaba en ellos en absoluto. A pesar de eso,
le gustaba su estilo. No cedería sin pelear.

Le dio una larga mirada a sus piernas y trasero envueltos en los


pantalones vaqueros que llevaba puestos. No era ciertamente ni la
bibliotecaria ni la solterona que él creía. Por supuesto, su cabello estaba
apretado sobre su cara y las gafas eran gruesas pero el aspecto que tenía
en pantalones vaqueros no era algo que él pasara por alto. Por otra parte,
él tenía una cosa con las bibliotecarias; pensaba que todas eran sexys.

—No te haremos daño. Estamos de tu lado. —Cade fue directo, no


veía la necesidad de hablar suavemente. Ella quería saber lo que estaba
pasando.

Ella negó.

—Estáis aquí, ¿no? Con ellos. ¿Esperáis que crea que solo es una
coincidencia que aparecierais al mismo tiempo que los sicarios hombres
lobo?

Lex dio un suspiro de frustración.

—No estamos aquí con ellos. Vinimos aquí a buscarte a ti y te


salvamos de ellos. —Metió las manos en los bolsillos, el fallo al haber
dejado que uno de los suyos muriera pesó sobre él. Dos de los suyos en

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

un mes, el amargo sabor era metálico en su boca—. Mira, sospechamos


que algunos de los nuestros están metidos en algo, pero no sabemos en
qué. Uno de los lobos que buscábamos es quien fue asesinado.

—Oh, eres un jodido genio. Ahora puedo ver por qué estás a cargo
—dijo ella sarcásticamente, poniendo sus ojos en blanco hacia él—. Si no
estás con ellos, ¿cómo me encontrasteis? —preguntó, suspicaz.

Lex se inclinó y sacó un dispositivo de seguimiento de la llanta de


su coche. Ella maldijo en voz baja.

—¿Por qué no vuelves a la casa con nosotros? Podemos protegerte.


No puedes ir a casa. Tu casa —dudó—… tu casa estaba en llamas cuando
volví de nuevo después de deshacerte de mí. —Le dio una mirada agria—
. Lo siento, no pude hacer nada. El departamento de bomberos estaba
dando la vuelta a la calle cuando pasé. Cuando llegué allí ya había ido
demasiado lejos. Utilizaron un acelerador de algún tipo, pude olerlo. El
tipo que le disparó a Rey, tiene el olor en él.

De repente, ella salió a la superficie, recordando lo que había


pasado. Dándose la vuelta, vio que el cuerpo de su hermano se había ido.
Se adelantó y agarró la camisa de Cade y oyó un gruñido en el fondo.

—Retroceded. —Cade le gruñó a los hombres que habían dado un


paso adelante para protegerlo.

Con suavidad pero con firmeza él la tomó por los brazos y la miró
a los ojos.

—¿Tienes el cuerpo de Gabriel? ¿Dónde está? —exigió ella.

Deslizó sus manos suavemente por sus brazos y se los tomó,


leyendo el dolor en sus ojos.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Uno de mis lugartenientes lo tiene. Teníamos que sacarlo de la


escena. No podemos lidiar con la policía hasta que sepamos lo que está
pasando. Le daremos un entierro apropiado, te lo prometo —dijo en voz
baja—. Era uno de los nuestros, será enterrado como acostumbramos en
la Manada.

Lex sintió la necesidad de alejar a su hermano de Nina. De


protegerla de todos los demás hombres. Maldita sea, pero primero tenía
que admitirlo ante sí mismo antes de volverse loco. Se había sentido así
desde ese día en su tienda cuando el otro hombre la había tocado, la
había besado, y solo había empeorado cuando había olido su habitación.

Se había detenido en la casa de la Manada varias veces, queriendo


encontrar alguna compañía femenina, Dios sabía que había muchas
mujeres que querían compartir su cama. Realmente lo había intentado,
pero ni una sola lo atraía.

Sabía que si se acercaba lo suficiente para enterrar la cara en su


cuello, oliendo las glándulas allí, encontraría el olor de su mujer. No
quería eso, le gustaba estar soltero, y sin embargo, la anhelaba con cada
fibra de su ser. Su miembro se endurecía en respuesta a la idea. Las
feromonas no mentían, no a su lobo. Ella era la Única para él.

Sus genes lo llamaban, ella era su compañera ideal, fin de la


historia. Suspiró, resignado al fin.

Dio un paso adelante y se puso entre ella y Cade.

—Salgamos de aquí. Estás sangrando, puedo olerlo. Tenemos que


conseguir que te cuiden eso. ¿Cuál era la habitación de Rey? —preguntó
Lex con suavidad.

Ella la señaló con indiferencia y Lex le pasó un brazo sobre los


hombros y la condujo al interior.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Cuidar de ella así, protegiéndola, se sentía tan bien que se dio


cuenta de lo equivocado que todo había estado hasta ese momento. Lex
la sentó en la cama y dio un paso atrás, frunciendo el ceño mientras
observaba su labio partido y el comienzo de una contusión en su cuello.
Si no hubiera matado ya al lobo que le había hecho eso, estaría por ahí
ahora siguiéndolo. El lobo de Lex se paseaba dentro de su cuerpo, ansioso
por atacar y herir a cualquiera que lastimara a su mujer.

Le puso una toalla mojada y ella se mantuvo inmóvil mientras él le


secaba los labios, mirando cuidadosamente las marcas en su cuello para
asegurarse de que en la piel no hubiera heridas. Satisfecho, se movió
para tirar la tela en el fregadero mientras Cade caminaba alrededor.

Nina tomó el vaso de agua que Cade le ofreció, agradecida de tener


algo que hacer con sus manos. Bebiendo, cerró los ojos, tratando de
mantener la compostura. Tenía que luchar contra el adormecimiento que
la amenazaba. Al mismo tiempo, lo único que quería hacer era enterrar
su cara en el cuello de Lex Warden y controlarse hasta que él hiciera que
todo estuviera bien. Eso la asustaba casi tanto como la pérdida de
Gabriel.

Oh, Gabriel, ¡no debería haber sido así! Toda su vida ella había sido
la fuerte. Había atendido a Gabriel desde el momento en que tenía doce
años y él tenía ocho. Sus padres habían muerto en un incendio en un
hotel y ellos se habían ido a vivir con sus primos lejanos a quienes no les
habría importado ninguno de ellos. Habían dejado que Gabriel se volviera
salvaje y que se hubiera metido con gente equivocada. Pronto habían
conseguido ser echados de casa y Nina había tenido que darse prisa para
asegurarse de que pudieran sobrevivir. Aprendió y vendió toda clase de
cosas en la calle para pagar el alquiler, mientras se aseguraba de que
Gabriel tuviera una educación.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Descubrió la piratería accidentalmente al tomar una clase de


programación informática en el programa de educación de adultos a nivel
local. Había tenido una habilidad innata en ordenadores y programación,
y comenzó a hackear por diversión cuando trabajaba para una mujer que
los había ayudado y los había acogido. Se había dado cuenta de que podía
hacer dinero de manera más segura y rápida a través de la piratería que
en la calle no solo esquivando a los policías, sino también a los
proxenetas y traficantes de drogas.

En los siguientes años se había convertido en una de los mejores.


Desarrolló una reputación en rápidos trabajos de limpieza que eran de
alto riesgo. Tenía que ser buena; Gabriel estaba constantemente en
problemas y tenía que pagar sus fianzas. Se habían mudado decenas de
veces, yendo un paso por delante de la ley. Ella le había prometido a
Gabriel el día que se habían alejado de la casa de sus primos que no
habría manera de que permitiera que las autoridades los separaran.

Su fama llegó a ser legendaria, en ese tipo de cosas al menos.


Shiningstarr1 era un nombre reverenciado por otros hackers y genios
informáticos. También era un nombre que atraía la atención de las
autoridades.

A medida que sus habilidades crecían, llegó al punto donde trabajó


en trabajos específicos para algunas personas e hizo dinero suficiente
para ahorrar. Nina no era codiciosa, pero quería el dinero en caso de que
lo necesitaran. Aceptó trabajos hasta que se hizo demasiado arriesgado
continuar. También se cansó de estar huyendo y se sentía culpable por
violar la ley. Cuando llegó la oferta para un gran y muy arriesgado
trabajo, lo tomó. Fue una gran recompensa, lo suficiente como para
darles a ambos un nuevo comienzo, y se prometió a sí misma y a Gabriel
que haría las cosas bien cuando todo terminara.

1
Estrella brillante.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Había tomado su dinero y ella y Gabriel habían huido de Ohio a


Seattle.

Había sido un riesgo demasiado grande elegir un camino que no


tuviera nada que ver con los ordenadores. Habían estado cerca de ser
descubiertos un par de veces y ella no había querido correr el riesgo.
Había estado tan cansada de huir y de vivir en la oscuridad. Quería una
vida normal, un trabajo de verdad. Seguridad.

Así que se había matriculado en un programa de diseño floral y en


algunos cursos de negocios en la universidad local y luego había tomado
parte de sus ahorros y abrió la floristería. Descubrió que trabajar con
flores y plantas era algo que no solo amaba, sino en lo que era buena. No
ganaba las grandes sumas de dinero que la piratería le había dado pero
no era ilegal. Podía relajarse por fin, por primera vez desde que tenía doce
años.

Mientras vanamente iba, seguía teniendo como hobby sus


conocimientos de informática, había apisonado cualquier uso de Internet
para nada que no fuera su negocio.

Las cosas habían ido muy bien hasta que Gabriel había conseguido
infectarse con el virus de la licantropía durante una pelea en un bar.
Había golpeado a la novia de un chico y el chico, siendo un imbécil, lo
había infectado a propósito en la pelea. Gabriel casi murió. En vez de
presentar cargos contra el lobo por haberlo infectado intencionalmente,
en lugar de cambiar su vida, ingresó a la Manada local y se convirtió en
un mensajero, en un hombre que hacía lo que le pedían esencialmente,
y se había alejado de ella.

Estaba tan cansada. Había dejado de huir hacía años. Se había


construido una vida para ella en Seattle. Tenía amigos y un negocio. Por
supuesto que no había tenido una cita en cuatro años, pero nunca
parecía tener mucho tiempo para eso de todos modos.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Su casa ya no estaba, sus cosas tampoco y su hermano, el último


de su familia por quien había tenido algún sentimiento, ya no estaba.
¡Ella no se iría de la ciudad, maldita sea! Su negocio era su vida, lo único
que le quedaba. No permitiría que algunos vándalos se la quitaran.

—Realmente puedes confiar en mí —dijo Lex, empujando a su


hermano fuera del camino—. En mí y en Cade. Si hubiéramos planeado
hacerte daño, podríamos habértelo hecho ya. No es que no seas una
mujer dura, sé que puedes arreglártelas sola —añadió rápidamente
cuando sus ojos se estrecharon.

—Haré que uno de mis hombres se lleve tu coche y lo oculte. Podrás


volver con nosotros, nuestra casa es segura.

—¡Por supuesto que no es segura! Alguien de la alta jerarquía de la


Manada fue el que le disparó a su amigo —siseó ella entre dientes,
echándose hacia atrás contra el cuerpo de Lex Warden. Tenía esa horrible
compulsión de frotar su mejilla junto a su pecho, de morder su labio
inferior entre los dientes.

Su colonia estaba obviamente haciéndole algo.

—¿Rey te dijo quién, Nina? —preguntó Cade.

Ella negó.

—Dijo que era alguien grande, que su amigo le había dicho que era
alguien de muy arriba. Gabriel no le vio la cara, sin embargo. Dios, ¡lo
mataron sin ninguna razón! Él no sabía nada.

—¡Maldita sea! Te lo dije, Cade —dijo Lex, y mientras se movía ella


vio la gran arma en la funda del hombro y se puso rígida.

Ajeno a ello, Lex rozó sus manos por su pelo. Hizo que el cuerpo de
Nina se apretara solo de verlo. Oh, Dios, vaya momento para ponerse

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

caliente, justo después de que su hermano muriera y ella pudiera ser la


siguiente. A decir verdad, sabía que Lex estaba en lo cierto. Si hubieran
querido hacerle daño, se lo habría podido haber hecho con bastante
facilidad. Pero, maldita sea, estaba confundida y se sentía totalmente
fuera de balance.

—No quería creerlo. Gracias a Dios que cancelaste los permisos,


excepto el tuyo y el mío. —Cade se volvió hacia Nina—. A nadie se le
permite entrar a la casa, excepto a mí, a Lex y mi guardia personal. Todos
nosotros somos Wardens, absolutamente confiables. Tenemos una casa
de la Manada aquí en la ciudad para todos los demás, pero mi casa es un
refugio seguro. Estarás a salvo allí. Tenemos que salir de aquí en caso de
que aparezcan refuerzos.

A salvo del asesino, seguro, pero no de Lex. Y Nina tenía la


sensación de que Lex Warden suponía una amenaza mucho más grande
para ella que ningún hombre lobo al que temiera y que quisiera matarla.
Sin embargo, no descansaría hasta que se encargaran del hombre que
había matado a su hermano.

Ella respiró hondo y trató de relajarse.

—Bien, por ahora. Pero tengo que lidiar con la policía sobre mi casa
y llamar a mi asistente para que se las arregle con mi negocio.

Lex asintió y reprimió una sonrisa depredadora mientras


agarraban sus cosas de la habitación y su coche y se dirigían al Mercedes
de Lex. Cuando él se metió en la parte de atrás con ella y dejó que su
hermano condujera, Cade alzó una ceja en el espejo retrovisor, pero no
dijo nada.

—¿Qué estabas haciendo aquí, de todos modos? —preguntó


mientras se alejaban en dirección al este.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Iba a revisar el ordenador que mi hermano dijo pertenecía al tipo


al que le dispararon.

Lex la miró fijamente por un momento y luego hacia la caja del


ordenador que sostenía.

—¿Qué tú qué? Te he estado vigilando desde hace semanas. ¿Por


qué no me dijiste eso?

—Lo acabo de hacer.

Él apenas mantuvo su enojo bajo control. Compañera o no, la


mujer era un dolor en el trasero.

—Podrías habérmelo dicho antes —gruñó con los dientes


apretados.

—Tenía que estar segura de que podía confiar en ti. —¡Ella no iba
a pedirle disculpas!

—¿Qué hay en él?

—No sé. Gabriel dijo que no había podido entrar. Vino a buscarme
en busca de ayuda. —Su voz se rompió en la última palabra y Lex le tomó
la mano entre las suyas y se la apretó.

Él había estado enojado con ella por no haberles dicho del


ordenador portátil, pero al ver lo mal que estaba empujó todo eso a un
lado. Solo quería que todo estuviera mejor para ella.

—¿Cómo? ¿Cómo lo ibas a ayudar? ¿Conoces a un experto en


informática? —preguntó Cade y ella se echó a reír con cansancio.

—Soy una experta en informática. Nunca he conocido un programa


que me pueda impedir entrar. Puede que me tome un poco, pero lo haré.
Ni siquiera lo he intentado aún. —Se encogió de hombros mientras

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

miraba por la ventana a la nada—. No quería abrirlo hasta que llegara a


un lugar donde pudiera conectarlo a mi portátil con algunos protocolos
de seguridad. Gabriel debió haber sido lo suficientemente inteligente
como para no activar ningún programa viral defensivo pero ya veremos.
Fui a mi coche por mi equipo, que olvidé. Gabriel salió a ver si necesitaba
ayuda... —Se ahogó, incapaz de decir nada más.

Lex no dijo mucho más, mientras continuaban al este. Ansiaba


arreglar las cosas para ella, tirar de ella al refugio de su cuerpo y
abrazarla. Pero sabía que no estaba lista, así que mantuvo su mano en
la suya y empujó su abrumador deseo a un lado, por el momento.

*****

Cade se detuvo en una gran entrada. A medio camino de un


conjunto de grandes puertas de hierro que estaban cerradas. Detuvo el
coche al lado de un teclado y bajó la ventanilla. Rápidamente tecleó un
código mientras Nina echaba un rápido vistazo evaluando la
configuración.

—¿Qué piensas? —preguntó Lex al ver su mirada curiosa—. Si eres


experta en informática, ¿supongo que sabes sobre seguridad también?

Se inclinó sobre él para tener una mejor visión a través de la


ventana. Dio un silbido bajo.

—Muy moderno. Podría entrar ilegalmente en él, de lejos, pero me


llevaría un tiempo. Mientras estoy aquí, recuérdame que compruebe tu
sistema de seguridad.

—Apreciaría eso —dijo Lex.

Asintiendo con aire ausente, ella apenas contuvo un grito de


asombro cuando dieron la vuelta y la casa quedó a la vista.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Impresionante fue la primera palabra que le vino a la mente. Con


el frente de cristal en su totalidad, se alzaba en la ladera y, sin duda,
tenía algunas hermosas vistas. Era uno de los lugares que aparecían en
la portada de revistas de arquitectura y diseño. Esta no era una casa de
las que daba el gobierno, alguien con una gran mente y una gran
cantidad de talento la había creado.

El inteligente paisaje de jardines que la rodeaba daba una


sensación de salvajismo y estallaba con una explosión de color. Había
árboles por todas partes y cestas colgantes, macetas que estaban
rebosantes de flores y plantas, y podía ver varias fuentes también.

La casa era un oasis.

Se detuvieron en un garaje con tres espacios. Había un Mercedes y


dos motocicletas, incluyendo la Harley en la que había visto pasear a Lex
en múltiples ocasiones. Lex agarró sus cosas, pero ella mantuvo su
maletín. Él suspiró y se encogió de hombros, volviéndose para dirigirse al
interior.

Cuando entraron a la planta baja de la casa desde el garaje ella


hizo un sonido bajo de alegre sorpresa. La vista a través de las grandes
paredes de cristal era de todo el valle y de todos los bosques.

Una escalera de caracol conducía desde el pasillo inferior hacia lo


que parecía ser el nivel principal. Mobiliario moderno y elegante decoraba
un gran salón dividido en dos por una gigantesca chimenea que creaba
una pared para una sala de entretenimiento con las últimas novedades
en electrónica.

Se dirigieron a otra escalera, ésta más amplia, a la siguiente planta.


Lex la llevó por un largo pasillo con claraboyas. Podía ver las estrellas por
encima de ella mientras le hacían guiños al caminar. Él abrió una puerta

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

casi al final y le hizo señas para que entrara, dejando caer sus bolsas al
pasar.

Él hizo un gesto a la habitación, que era grande y estaba bien


ventilada y tenía un balcón con puertas francesas que daban a los
jardines al lado de la casa. Había una cama grande de hierro forjado con
ropa de cama blanca, azafrán y roja.

—Te pondré aquí, en la habitación de invitados. Tiene su propio


baño y chimenea. Tenemos una más alta temperatura corporal y por lo
tanto la casa está más fría que una donde viva un ser humano. Hay una
chimenea de gas y calienta bien la habitación. ¿Tienes hambre? —Cerró
la boca cuando se dio cuenta con horror que en realidad estaba
balbuceando. Esta mujer humana lo había reducido a un desastre. Tenía
que follarla y reclamarla tan pronto como fuera posible.

Ella miró a su alrededor y suspiró con cansancio. Apenas contenía


sus lágrimas y necesitaba desesperadamente estar sola antes de soltarlas
frente a él.

—Ya son casi las dos, estoy agotada. Tengo que llamar a mi
personal para decirles que abran la tienda mañana. No puedo pensar en
comida u ordenadores ahora mismo... —Sus palabras se fueron
apagando mientras él sostenía su mirada.

Furtivamente dio un vistazo rápido a la bolsa que contenía su


ordenador portátil, pero no quiso presionarla.

Los círculos oscuros bajo sus ojos, las líneas de dolor grabadas
alrededor de la boca. Incapaz de detenerse, él extendió la mano, pasando
la yema de su pulgar por su labio inferior.

Ella cerró los ojos, lo que le permitió un breve contacto. La calidez


de su toque se deslizó sinuosamente a través de su sistema y sus pezones

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

se endurecieron. Alarmada de nuevo por la forma en que la afectaba, ella


dio un paso atrás, aclarándose la garganta.

—Gracias por dejar que me quede aquí.

Él permitió su evasión. Por el momento.

—Eres bienvenida. Estarás a salvo aquí, te lo prometo. Sabes,


acabo de darme cuenta de que no me dijiste tu nombre.

—Soy Nina, pero debes haberlo sabido por Gabriel o no habrías


sabido donde vivía.

Él le dio una sonrisa tranquila.

—Bueno, sí, pero no hemos sido debidamente presentados.


Hablaba de ti todo el tiempo, su hermana mayor que siempre le ayudaba.
Quería probarse a sí mismo ante ti. —Dejó de hablar, su sonrisa vaciló
cuando vio más dolor entrar en sus ojos—. Siento tu pérdida, Nina. Rey
te quería.

Por lo menos no intentó decir el importante activo que Gabriel era


para ellos o cualquier otra mentira. Ella asintió.

—Realmente necesito dormir —dijo tratando de no rogarle.


Necesitaba una cierta distancia de Lex y la necesitaba antes de hacer o
decir algo estúpido como saltar sobre él mientras lloraba, por favor,
quítate los pantalones y dame la comodidad de tu pene.

Él se aclaró la garganta y ella volvió al presente.

—Espera un segundo. —Corrió al final del pasillo y regresó unos


minutos más tarde.

Dándole una pila de ropa cuidadosamente doblada él se apartó,


casi viéndose tímido.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Toma. Son demasiado grandes, pero se me ocurrió que tal vez no


tendrías ninguna ropa para dormir. Por favor, llámame si me necesitas.
Estoy solo dos puertas más abajo. —Se acercó a la puerta y se volvió para
mirarla por última vez antes de salir de la habitación en silencio.

Tenía dos mudas de ropa en su equipo de huida, pero no ropa de


noche, por lo que revisó la ropa que le había traído y encontró una camisa
de pijama que olía a él. En piloto automático, la apretó contra su cuerpo
mientras caminaba hacia el baño contiguo al dormitorio.

La habitación era tan grande como su habitación en casa. Un


terrible dolor la atravesó al darse cuenta de que ya no tenía casa. Sus
libros, su música, su ropa, todo se había ido como Gabriel. Había
comprado su pequeño bungalow dos años antes. Podría haber elegido
algo más caro, había tenido algo de dinero sobrante de lo que había
gastado en su negocio, pero había querido comprarlo legalmente sin
aparecer en el radar. Así que había escatimado y ahorrado y lo había
hecho suyo, plantando su propio jardín y decorándolo lento pero seguro.
Todavía tenía unos trescientos mil dólares en una cuenta suiza pero se
sentía culpable por ese dinero y lo había dejado allí para ser utilizado solo
en caso de emergencia.

Abrió la ducha y dejó que el agua se pusiera muy caliente. La


habitación se llenó de vapor mientras su visión se volvía borrosa. Cuando
entró en el recinto de cristal el primer sollozo la desgarró y se quedó allí,
con la cara vuelta hacia el agua, dejando que las lágrimas fluyeran
libremente.

Se sentía tan sola. No tenía a nadie, y eso la hacía sentir despojada.


A la deriva. Al mismo tiempo, no podía negar que una pequeña parte de
ella se sentía más libre ahora de ser responsable de otra persona. No
sacaría a Gabriel de problemas. Por supuesto eso la hacía sentirse

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

culpable por encima de la soledad y el dolor, y las lágrimas fluyeron con


más fuerza.

El agua comenzó a enfriarse mientras a ella no le quedaba nada.


Como una zombi, salió y se secó, poniéndose la camisa. Se sentía bien el
olor de su piel, como tener a Lex envuelto a su alrededor, dándole
comodidad. Con un profundo suspiro apartó las mantas y se deslizó entre
ellas. Su último pensamiento fue que tendría que lidiar con los policías
sobre su casa a primera hora de la mañana, y luego rápidamente se
durmió.

*****

Al final del pasillo, en la oficina fuera de la habitación de Cade, Lex


oyó a su vez la ducha y luego su estómago se encogió al oír sus sollozos.
Se puso de pie y comenzó a salir de la habitación, para ir hasta ella y
estrecharla entre sus brazos. Cade le tendió la mano y cerró la puerta.

—¿A dónde vas?

—¡Está sufriendo! Iré con ella.

Cade oyó la angustia en la voz de su hermano y escondió una


sonrisa.

—¿Por qué? Pensé que no estabas interesado en ella —dijo Cade


con fingida indiferencia—. Creo que es bastante excepcional. ¿Esa serie
de golpes y el gancho de derecha? Guau. De todos modos, crees que es
una fría solterona, así que iré yo y la consolaré. —Se movió para salir de
la habitación.

La mano de Lex salió disparada y agarró la camisa de su hermano.

—Aléjate de ella —gruñó.

Cade se rió con deleite.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¡Lo sabía!

Lex puso los ojos en blanco hacia su hermano.

—Ella es mía, Cade. Punto.

Cade siguió sonriendo y golpeó la espalda de Lex. Suspirando dijo:

—Déjala llorar, Lex. Perdió todo. Mañana por la mañana es muy


pronto para perseguirla. Y ella te dará un montón de problemas con eso.
No veo la hora. —Se frotó las manos con anticipación.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Capítulo Dos
Carter Peterson se paseó, frotándose las manos por la cara.
Deteniéndose, se giró y miró al hombre de pie delante de él, gruñendo
con frustración.

—¿No la mataste? ¿Qué diablos te pasa? ¡Es una humana que


sangra, por el amor de Dios!

John Hendrix resopló con disgusto.

—La hubiéramos atrapado, pero el Ejecutor y el Alfa se presentaron


con su guardia. Nos ocupamos de Gabriel Reyes, sin embargo. No podrá
decir ni una maldita palabra ahora. Por lo que sabemos, él no le dijo nada
a ella. —Los otros hombres lobo en el cuarto se movieron inquietos al ver
el cambio.

Carter entrecerró los ojos hacia el Desterrado, su labio curvado con


disgusto. Los Desterrados eran casi tan malos como los malditos
humanos. Desordenados, perezosos. Si no tuviera medio millón de
dólares en deuda con la mafia pendiendo sobre su cabeza, se habría
alejado de estos lobos hace meses.

—¡La frase clave es que no lo sabemos! ¿Qué pasa si Tommie se lo


dijo a Rey y Rey se lo dijo a su hermana? ¿Eh? Ella se lo dirá a los
Wardens y a los Ejecutores que se aparecieron y rasgarán mi garganta.
¡Tienes que averiguar qué diablos está pasando, Hendrix! No habrá cabos
sueltos o todo esto podría irse al infierno en un tiempo récord. Mata a la
humana y hazlo tan pronto como sea posible.

*****

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Lex se despertó y se vistió. Le habló a su gente y miró por encima


sus informes.

Como Ejecutor del Clan Cascadia, era su trabajo supervisar la


seguridad. Era guardia personal de Cade, a pesar de que su hermano
tenía un séquito de seis guardias que estaban en la propiedad en todo
momento. Estos guardias eran Wardens, hasta el último de ellos. El Alfa
del Clan Cascadia había sido un Warden por ciento cincuenta años, y su
familia había tenido puestos en la jerarquía superior por lo menos
quinientos años. El suyo era un viejo y noble linaje.

Lex había nacido para ser Ejecutor. Como segundo hijo y el mayor
de todos sus hermanos, sería el segundo al mando y había sido entrenado
para cumplir esa función desde una edad temprana.

Cade era el primogénito y, como tal, preparado para ser Alfa desde
su nacimiento. Él era políticamente astuto y carismático, dirigiendo su
Manada como convenía.

También tenían hermanas, dos de las cuales estaban en su guardia


personal. Sus primos componían al resto de la comitiva.

Lex Warden era temido y respetado en todos los territorios del clan.
Era un tipo duro y no tenía miedo de admitirlo para sí mismo. No solo
tenía las habilidades naturales para servir como Ejecutor, sino que
también había recibido un amplio entrenamiento cuando había sido
Ranger del ejército durante ocho años. Era raro que los lobos se metieran
con él y siempre que lo hacían, eran aplastados sin piedad.

También era arquitecto y había diseñado la casa en la que vivían.


Si bien su biología y deber lo llamaban a ser el Ejecutor de la Manada
Cascadia, su creatividad lo llevaba a diseñar. Lo disfrutaba y esperaba
hacer crecer su negocio. Había hecho varias casas bajo contrato y un
edificio en el centro de Bellevue y le encantaba. Le encantaba la

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

satisfacción de conducirse más allá en uno de los lugares que había


creado.

Pero por ahora su responsabilidad era la de averiguar exactamente


lo que estaba pasando en la Manada y de reclamar a la mujer junto al
pasillo como su compañera. Si fuera una loba sería relativamente fácil.
Ella entendería el atractivo de sus feromonas y se sometería.

Pero era humana, y en su experiencia las mujeres humanas nunca


hacían nada fácil.

Él se metió la camisa mientras caminaba por el pasillo. Mientras


se acercaba a la puerta oyó murmullos y el chasquido de sus dedos en el
ordenador. Dando un toque rápido en la puerta, la abrió y se congeló
cuando la vio.

Con la boca abierta, la observó detenidamente. Estaba sentada en


una de las sillas, con el portátil en el regazo. Su labio inferior estaba
atrapado entre sus dientes mientras escribía locamente. También llevaba
solo su pijama. Increíblemente, su pene se endureció tanto que realmente
hizo una mueca de dolor.

Atrás quedó la tensa matrona, y en su lugar estaba una diosa.

Rizos castaños chocolate caían sobre sus hombros y brazos,


brillantes y lustrosos.

Sus ojos eran de un color marrón luminoso, amplios y con flecos


de gruesas pestañas negras. Sus piernas eran largas y atléticas y la curva
de sus pechos era visible en la parte superior de la camisa de pijama que
llevaba. Su piel era color café con leche y se veía sedosa y suave. Él apretó
los puños para no tocarla pero sus ojos la observaban con avidez. Al oír
su gemido ahogado, ella levantó la vista, sorprendida. Al verlo, le envió
una sonrisa que hizo que su interior se calentara.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Oh, buenos días. Llamé a mis empleados y también a la policía.


Usé mi móvil, les dije que estaba lejos de casa y que lo había visto en las
noticias. Tengo que ir hoy para hablar sobre el incendio. Espero que ellos
no crean que incendié mi propia casa. Es todo tan misterioso.

—Estaba pensando en eso anoche. Podemos decir que estuviste


conmigo. Aquí. En mi cama. Durante toda la noche. —Había estado
pensando en eso, en una buena coartada para ella. Pero la cosa de la
cama le llegó cuando la vio sentada allí como un delicioso postre.

Su pulso se agitó y apenas contuvo su jadeo.

—Uh, oh... sí, eh. —¿Podría ser más incoherente? Ella respiró
hondo—. Bueno, sí, esa es probablemente una buena idea.

—Iré contigo cuando vayas. Ya que soy tu novio y todo eso. —Lo
dijo como si estuviera bromeando, pero había una agudeza en su voz.
Quería reclamarla, y hacerlo tan pronto como fuera posible.

Sintiendo una desesperada necesidad de cambiar de tema, ella hizo


un gesto hacia el portátil.

—He estado trabajando en esto durante las últimas horas. Es


programación difícil. Tu chico no es ningún tonto. Pero he logrado
decodificar algunos niveles.

—Él estuvo en el ejército conmigo. Sabía sobre ordenadores.


Decidió convertirse tres años atrás. Fue un activo para la Manada. —Y
un amigo. Dejando a un lado su dolor y sus sentimientos de fracaso, se
dio cuenta de que no llevaba sus gafas—. ¿No necesitas tus gafas?

Ella se sonrojó.

—Oh, bien. Eso era un disfraz. No un disfraz realmente, sino una


forma de impedir ser detectada. No tengo que usarlas, son gafas sin

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

aumento. —Se empujó el pelo hacia atrás sobre su hombro y él se esforzó


por respirar.

La decisión de ser indiferente se fue, necesitaba estar más cerca


para poder captar su olor. Quería que ella estuviera tan loca de deseo
como él.

—Oh, ingenioso. Sin embargo, me gustas más de esta manera. —


Se arrodilló junto a la silla y se inclinó para ver la pantalla y vio cómo sus
dedos volaban sobre el teclado—. ¿Qué sucede? ¿Qué encontraste hasta
ahora?

¡Oh, Dios mío! Él era tan condenadamente sexy y olía muy bien.
Quería inclinarse y respirar profundamente de él. Llevar su esencia a sus
sentidos. ¡Ugh! El hombre la volvía loca. Con voz ligeramente temblorosa
ella respondió:

—Está cifrado. Ya rompí tres de lo que puedo decir hasta ahora son
seis niveles. El código es bastante complicado, se ve como algo que vi una
vez en el Departamento de Justicia. Tendré que ir más allá de todas las
defensas y trampas incorporadas, así podré desbloquear todo y luego
tendré ver a dónde ir desde allí.

Él arqueó una ceja.

—¿El Departamento de Justicia? ¿Cómo empleada?

Lo miró y volvió al teclado.

—Algo así. Mira, no siempre estoy orgullosa de lo que hice. Soy una
persona diferente ahora. He trabajado muy duro para serlo.

Él resopló. Su pequeña compañera humana estaba llena de


sorpresas.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Tienes hambre? ¿Por qué no vienes abajo y tomamos algo de


comer? —O podemos ir a la cama y follar hasta desmayarnos. Sus ojos
devoraron cada centímetro de ella. Su lobo empujó, esforzándose en su
interior por poseerla.

—Lo haré en unos pocos minutos. Mataría por una taza de café —
dijo, sin apartar los ojos de la pantalla. Si lo miraba de nuevo se perdería.

—Está bien, te conseguiré una taza de café y comenzaré el


desayuno. —Se puso de pie, y mientras lo hacía, se inclinó e inhaló con
los ojos parcialmente cerrados mientras su esencia flotaba a través de su
sistema. Ella se volvió y sus ojos se encontraron, sus labios se abrieron
por la sorpresa con la conexión entre ellos.

Con un gruñido, él tomó el portátil de ella, dejándolo en la alfombra


a sus pies. Se arrodilló entre sus muslos... esos dulces, suaves, desnudos
muslos, y lentamente llevó sus labios a los de ella. Ella se tensó durante
unos tres segundos y luego se relajó contra él. Sus manos suavemente
descansaron sobre su pecho, y las manos de él momentáneamente se
quedaron inmóviles contra la carne del interior de sus muslos.

Su lengua se deslizó en su boca y ella dio un suave gemido, sus


dedos se clavaron en la piel de su musculoso pecho. Él le mordió el labio
inferior y ella hizo un suave sonido sobresaltado, un maullido, deslizando
sus manos en su cabello mientras él inclinaba la cabeza para saborearla
mejor.

Ella chupó su lengua y le llegó el turno de gemir mientras su pene


palpitaba de dolor.

Era cálida, suave y perfecta, hecha para estar en sus brazos. Su


sabor explotó a través de él, su esencia iluminó cada nervio de su cuerpo
con un fuego por ella. Y por ella solamente. Él sabía eso ahora con una
certeza absoluta. Sabía que ella lo hacía sentir como ninguna otra mujer

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

había hecho antes y esto había sido solo por un beso. Había un
abrumador sentimiento de rectitud en tener sus labios bajo los suyos.

Él olfateó su humedad y deslizó las manos por sus muslos. Ella


separó más las piernas, dándole acceso a su sexo. Sus pulgares se
deslizaron sobre las bragas ahora mojadas y ella se arqueó hacia él, con
una pierna levantándose para envolverse en su muslo.

El deseo rugió a través de Nina mientras abría sus piernas para él.
Se sentía como si fuera a morirse si él dejaba de tocarla. Sus pezones
latían, su coño estaba húmedo, caliente y apretado, desesperado por ser
llenado. Sus labios sabían tan bien que se sentía borracha de ellos. Eran
firmes, magistrales y sabían exactamente qué hacer.

Sus grandes manos se habían deslizado hasta sus muslos y ella


maulló de alegría, apenas conteniéndose de moverse hacia abajo para
encontrarse con ellas a mitad de camino. Ella había pensado que era
bueno, pero cuando él movió sus pulgares encima de su coño a través de
sus bragas pensó que iba a perderse y se correría inmediatamente. Había
pasado tanto tiempo, casi cinco años, desde que había estado con un
hombre. Este hombre era verdaderamente peligroso para su tranquilidad.
Se sentía como si estuviera fuera de su cuerpo, viendo a alguien más
mientras rodaba sus caderas y le pedía más con sus gemidos.

Él le mordisqueó la mandíbula mientras una mano se acercaba


para desabrocharle la camisa del pijama, deslizándose dentro para
acariciar su pecho. Su palma se deslizó sobre ese punto duro de carne
sensible y se movió para pellizcar un pezón entre su pulgar e índice. Él
podía oler su esencia en su propia camisa y eso lo volvió loco. Su cabeza
cayó hacia atrás y ella dio un gemido de placer que se disparó
directamente a su ingle. Su control pendía de un hilo en ese momento.

—Dios, quiero follarte —gruñó él y tomó un pezón en su boca al


mismo tiempo que deslizaba un dedo en su ropa interior hacia el calor de

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su cerrada vagina. Sintió el triunfo a través de él mientras ella jadeaba y


gemía. Su miel quemaba su mano—. Jesús, estás apretada… tan
apretada y caliente.

Llevando su cabeza hacia ella, su aliento se atascó mientras él le


mordía el pezón. Sin poder resistirse, ella movió sus caderas contra los
dedos que la acariciaban. Deseando más. Ella agarró su cabeza
atrayéndola hacia sí mientras él suavemente mordía su pezón, la hacía
respirar agitadamente y luego gimió en voz alta, moviendo sus caderas
contra sus dedos.

—¿Lex? ¿Estás por aquí? —La voz de Cade desde el piso de abajo
la sorprendió regresándola a sus sentidos.

El gruñido de Lex alrededor de su pezón le impidió intentar


sentarse de nuevo.

—¡Lex! Tienes una llamada de Nueva York —gritó Cade de nuevo.

—¡Ve! Él vendrá en cualquier momento —siseó ella mientras él


pellizcaba su clítoris entre sus resbaladizos dedos.

—No puedo dejarte así —murmuró él.

—¡Lex! Maldita sea, es importante —llamó Cade de nuevo, la


frustración era evidente en su voz. Ella lo oyó acercarse, sus pasos cada
vez más fuertes. Sintiendo pánico, ella agarró su muñeca y alejó su mano
de sus bragas y le empujó hacia atrás.

Suspirando, él se llevó los dedos a los labios y los lamió, sus ojos
se cerraron por el placer de su sabor.

—Tan dulce. Esto no ha terminado —le prometió y se ajustó el


ridículamente duro pene en sus pantalones y salió cojeando de la
habitación para hacer frente a su llamado.

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Ella se sentó durante unos minutos tratando de recobrarse y


orientarse de nuevo. ¿Qué diablos pasaba con ella? ¿Qué estaba haciendo
él con ella? Cuando la tocaba, era como si todo el mundo pareciera
desaparecer. Era como si él fuera el único que importara, y eso era
peligroso. No tenía el tiempo ni la energía emocional para hacerle frente
a una relación en este momento. ¡Ugh! Y un hombre como Lex Warden
no era realmente material para una relación, para empezar. Ella solo
podía sacarlo de su sistema y luego seguir adelante, pero tenía la
sensación de que acostarse con Lex no sería algo fácil de alejar. Tenía
que echar un polvo, así de simple. Trató de decirse que podía esperar
hasta después de que tuviera algo de distancia entre ella y Lex, pero sabía
que era una mentira.

*****

Se ordenó a sí misma a hacer de tripas corazón y se vistió. Se puso


unos vaqueros y una camiseta e hizo una nota mental de detenerse en el
centro comercial y conseguir algo de ropa nueva en su camino de regreso
de la estación de policía. Su pelo era una causa perdida. Lo puso en una
trenza floja que ya se estaba deshaciendo porque había perdido su goma
de cabello la pasada noche.

Regañándose a sí misma, tomó una respiración profunda, y agarró


su maletín y el otro ordenador portátil, dirigiéndose escaleras abajo hacia
la cocina.

Tratando de no mostrar lo mucho que le gustaba ver a Lex


cocinando y sosteniendo una taza de café humeante, mantuvo su enfoque
en su portátil, colocándolo en la barra. Puso el otro abajo y se aseguró de
que los programas siguieran funcionando antes de levantar la vista hacia
él, agarró la taza con gratitud y se sentó.

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—Gracias —murmuró, poniendo su mirada de nuevo en la


pantalla. Si no le hacía caso, tal vez solo podrían olvidar esa escena en el
dormitorio.

Él empujó el portátil a un lado y puso un plato lleno de tocino, hash


browns, huevos y pan tostado frente de ella.

—Come.

Ella le dio una mirada molesta pero empezó a comer, dándose


cuenta de que había pasado un tiempo desde que había comido por
última vez. Momentos después podía sentir la deliciosa comida empezar
a llenarla de energía, y necesitaba esa fuerza para empezar el día.

Cade se acercó, tomó una taza de café y se sentó en la barra con


ellos. Le dio una doble mirada, con sus ojos muy abiertos mientras la
miraba.

—Oh, vaya, ¿quién eres? —Rió y lo hizo aún más fuerte cuando vio
la mirada que Lex lanzó hacia él.

Nina explicó la situación con rapidez y Cade lanzó una mirada


furtiva a su hermano y luego de nuevo a ella.

—Bien, creo que las gafas son sexys, pero tengo que decir que lo
que has estado escondiendo es bastante caliente. Puedo ver por qué
querías mantener las cosas bajo llave. Espero oír algún día exactamente
qué es lo que estás escondiendo.

—Pon tus ojos de nuevo en tu cabeza, mientras todavía los tienes


—gruñó Lex.

Cade se rió entre dientes y miró a Nina, quien estaba ruborizada.


Le guiñó un ojo e hizo un gesto con la cabeza hacia el ordenador portátil
que estaba en el mostrador.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Y? ¿Alguna noticia?

Ella tomó un sorbo de café y volvió la pantalla para que Cade la


mirara.

—Atravesé algunos protocolos de seguridad importantes, pero


todavía estoy trabajando en el programa cifrado. Justo ahora hay un
programa que se está ejecutando desde mi ordenador portátil, conectado
a éste, tratando de romperlo. El problema es que el programa de
protección tiene niveles profundos y mucho más actuales que el
programa de mi ordenador. Lo que sea que vuestro chico encontró, es
algo muy importante. Cosas realmente sofisticadas. —Los miró y
entrecerró los ojos—. ¿Traficáis con armas o drogas? Si es así, decidlo
ahora porque tengo bastantes problemas y no tengo ninguna necesidad
de endeudarme.

—¡No! ¿Qué es lo que piensas que hace una Manada? —preguntó


Cade, ofendido.

Ella hizo un bufido molesto e hizo un gesto en dirección a Lex.

—Mira, tu hermano aquí lleva un arma poderosa y parece bastante


a gusto con patear traseros. Vivís en esta mansión muy elegante,
conducís un Mercedes y una Harley. Vuestra ropa es de diseñador.
Ambos usáis relojes caros. —Se puso de pie y empezó a caminar, tratando
de mantener la calma—. Mi hermano fue infectado a propósito en una
pelea de un bar por uno de los miembros de tu propia Manada. Ha estado
fuera del radar por los últimos dos años. No tengo ni idea de lo que hacéis,
pero si él hacía parte de esto, solo puedo adivinar que se trata de algo
sombrío.

Lex dio un gruñido inarticulado de ofensa.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—No traficamos con armas ni drogas, Nina. La Manada es dueña


de una empresa de construcción. Soy arquitecto, pero me ocupo de la
seguridad de la Manada. Llevo un arma porque a veces tenemos que
hacerle frente a situaciones de peligro. Cade dirige la Manada, así como
los negocios del día a día de la compañía de construcción y de nuestras
cafeterías. La Manada es dueña de una cafetería en Queen Anne y de otra
en Bellevue. Carter, el tercero al mando, dirige la cafetería en Queen
Anne, y nuestra quinta, Melissa, dirige la de Bellevue. No hay nada ilegal.

Ella suspiró.

—Este nivel de cifrado no protege los registros de compra de café


de tu Manada, Lex. Lo que sea que tenga ese disco duro es grave. Dos
personas han muerto para protegerlo.

—Hasta donde sé, eres la única aquí que es una criminal —dijo
Lex, e inmediatamente se arrepintió cuando vio su mueca de dolor.

—¿Sí? Eh, porque nadie ha sido asesinado por mí. No llevo ningún
arma grande. Mi casa, la casa que había antes de que tu gente la
incendiara, no estaba protegida por un sofisticado sistema de seguridad.
—Su voz fue firme—. En cualquier caso, si no recuerdo mal, no estamos
hablando de mi pasado. Esto no es sobre mí. Yo cambié. Todo lo que hice,
lo hice para alimentar y darle un hogar a un hermano adolescente. No
tengo que defenderme ante ti —escupió y él la observó detalladamente.

Ella movió su cuerpo lejos del suyo y eso le dio un escalofrío de


pánico a su lobo. Lex hizo una mueca, horrorizado de haberle hecho
daño.

—Tienes razón. Lo siento. Eso fue innecesario. Un poco de dinero


ha desaparecido. Cade se dio cuenta hace unos seis meses. También notó
que algunos lobos no afiliados a la Manada habían estado respondiendo
a nuestros Aullidos. Algunos de la jerarquía de la manada vinieron a mí,

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

preocupados de que uno de nosotros pudiera estar haciendo cosas


ilegales. Quitamos unos pocos nombres, de manera discreta, de los
asuntos financieros, para tratar de proteger a la Manada. No queríamos
despertar sospechas o hacer acusaciones falsas, pero no era algo que
pudiéramos pasar por alto. Tommie vigiló a tres personas por pedido
nuestro.

—¿Y son?

Lex miró a Cade, tratando de decidir cuánto decirle.

—Mirad —dijo, poniendo sus manos en sus caderas—. Mi hermano


murió por esta mierda. Estoy dentro o estoy fuera, no hay punto medio.
O me lo dices todo, o me voy de aquí. Puedes decodificar tu propio
ordenador, aunque no podrás hacerlo.

—No eres de la Manada, no compartimos este tipo de cosas con los


de fuera. —Cade trató de explicarle.

Ella abrió los ojos con incredulidad.

—Mírame, Cade Warden. Mira mi cara. ¿Este es el rostro de una


mujer a quien le importa? ¡No! Escucha, en realidad, no podría
importarme menos conocer secretos lobunos. Te diré cómo va a ser. Lo
tomas o lo dejas.

Lex suspiró, mirando a Cade, quien asintió dándole autorización


para decírselo.

—Siéntate y termina tu desayuno. Tommie estaba vigilando a


Carter, Melissa y Eric. Todos están en la jerarquía superior de la Manada,
justo debajo de Cade y yo.

—Obviamente, no sabes con quién se reunió Tommie esa noche.

Él negó con la cabeza.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—No, lo sabemos, pero ese es el problema. Se reunió con los tres


esa noche. Todos admiten haberlo visto, pero todos dijeron que se fue sin
ningún problema. Según sus relatos, Melissa fue la última en verlo, pero
obviamente, el asesino está mintiendo y no sabemos qué diablos está
sucediendo.

Ella asintió.

—Bueno, déjame volver a trabajar y ver si puedo encontrar algunas


respuestas para vosotros. Tengo que ir a la estación de policía en una
hora, así que iniciaré este programa de modo que pueda trabajar
mientras estoy fuera. —Empujó su plato, tirando de nuevo del ordenador
portátil frente a ella.

—Mientras estamos fuera —dijo Lex.

—¿Siempre haces ese gruñido? —preguntó ella, molesta de que la


excitara tanto como lo hacía.

—¿Siempre eres tan difícil? —contestó él, inclinándose más cerca


de ella.

Antes de que ella pudiera replicar, Cade echó la cabeza hacia atrás
y se rió tanto que lloró. Lex resopló, tiró el paño de cocina a la cabeza de
su hermano y se volvió para recoger los platos.

*****

Ella trató de no llorar cuando vio las ruinas de su casa. Lex quería
que la viera antes de ir a la policía. Odiaba hacerle daño, pero quería que
esa emoción la ayudara, porque la última cosa que necesitaba era traer
más problemas a su vida de los que ya había tenido. Los policías y los
investigadores de incendios del departamento de bomberos necesitaban
ver lo mal que estaba, tenían que saber que ella no lo había hecho.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Lo siento —dijo en voz baja mientras ella miraba las ruinas de lo
que una vez fue su hogar.

Ella se encogió de hombros.

—No hay nada que puedas hacer. Es lo que es. —Su voz era plana,
pero él podía sentir su dolor. Se preguntó, no por primera vez, qué era lo
que la hacía tan desconfiada. También hizo una mueca al recordar su
comentario acerca de su pasado criminal. Dudaba que ella se estuviera
abriendo a él acerca de eso en algún momento próximo.

Le tocó el dorso de la mano brevemente y la llevó a la comisaría.

Ambos estuvieron aliviados de que su historia de haber pasado la


noche juntos fuera aceptada sin incidentes. Ellos no tenían mucho para
seguir, pero los productos químicos utilizados como acelerantes eran tan
inusuales que había llamado la atención de los investigadores.

—Sé quién eres, señor Warden. ¿Crees que esto podría tener algo
que ver con tu, uh, afiliación de especies? Después de todo, la señorita
Reyes tiene una floristería, ¿por qué alguien le prendería fuego a su casa?
—preguntó el detective de la policía a cargo del caso.

—Ciertamente espero que no, detective Stoner —dijo Lex con


calma. Los humanos sabían acerca de los hombres lobo, pero había una
tregua en el mejor de los casos—. Pero puede que tengas razón. En
cualquier caso, Nina se quedará conmigo en mi casa, donde pueda estar
seguro de que está a salvo.

—Esa es probablemente una buena idea. —Stoner los miró con


agudos ojos de policía.

Lex dio un suspiro de alivio cuando el resto del equipo de


investigación del cuerpo de bomberos entró en la habitación y uno de los
hombres era claramente de la Manada. Una mirada pasó entre ellos y el

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

sutil descenso de los ojos del hombre le hizo saber a Lex que aceptaba su
posición.

Dieron sus declaraciones y luego al agente de la compañía de


seguros que había visitado el sitio. Hasta que la situación se investigara
más a fondo, Nina sabía que no recibiría un centavo de ellos. Gracias a
Dios que tenía ahorros suficientes para hacerle frente a su situación sin
tener que tocar su cuenta secreta. Pero no obstante la hacía sentir
incómoda. Sabía lo que era vivir con poco dinero y no tenía ganas de
hacerlo de nuevo.

*****

En el camino de vuelta a la casa hizo que Lex se detuviera en un


centro comercial local para poder conseguir un poco de ropa y artículos
de aseo.

Él hizo el típico gesto de perro apaleado, ella se rió con la palabra,


mientras compraba. Finalmente, dos horas más tarde, salieron cargados
de bolsas de ropa, zapatos y otras cosas, que él llevó al coche sin quejarse.

Sin quejas en voz alta.

—No puedo creer que te tomara tanto tiempo —se quejó él mientras
cargaba las bolsas en la parte trasera del coche. Había pocas cosas peores
que comprar, en su opinión. Incluso ver a Nina Reyes escoger ropa
interior no fue suficiente para compensar la miseria del centro comercial.

—Bueno, ¡discúlpame! ¡Mi maldita casa se incendió por algún


sombrío asunto de mierda en que tu gente está involucrada! Ahora tengo
dos pares de pantalones, dos camisas, un par de tenis y ropa interior. No
tengo una gran mansión gigante con Mercedes en el garaje…

Ella estaba allí de pie, cara a cara con un lobo alfa, con las manos
en las caderas, con los ojos brillantes.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Lex la miró, su pecho subía y bajaba con cada respiración, vio el


fuego en sus ojos. Dios, era magnífica. La atrajo hacia sí y sus labios se
aplastaron en los de ella mientras él gruñía con frustración. Al principio
ella estaba rígida en sus brazos, pero en unos momentos se suavizó y sus
manos se deslizaron por la pared de su pecho y fueron a su pelo.

Su lengua tímidamente tocó sus labios y luego la posesividad rugió


a través de él mientras su sabor llenaba sus sentidos. Su boca se abrió y
él persuadió su lengua con la suya.

Sus manos amasaron su trasero, las puntas de sus dedos se


movieron hacia el calor entre sus muslos.

Ella gimió ante el placer de estar en sus brazos e inclinó la cabeza


para besarlo más completamente cuando una serie de pitidos sonó. Lex
se puso rígido y luego gimió mientras se apartaba de ella.

—¿Qué? —murmuró ella, con los ojos ligeramente vidriosos.

Él sacó un pequeño teléfono de su bolsillo y contestó, al tiempo que


la movía hacia su lado del coche.

—Lo sé —gruñó en el receptor y lo cerró.

Abrió la puerta del coche e hizo un gesto con la cabeza para que
ella fuera al interior.

—¿Qué? ¿Por qué te detienes? —preguntó ella, confundida.

—Estamos de pie al aire libre. Fue una estupidez por mi parte


dejarme llevar —dijo mientras con suavidad pero con firmeza, la
empujaba dentro del coche y cerraba la puerta detrás de ella.

Caminó hacia el lado del conductor y entró mientras ella estaba


sentada allí, con la boca abierta por sus comentarios.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

¿Dejarse llevar? ¡Él la buscó! ¡Él la besó! Él empezó ¿y se refirió al


beso como haberse dejado llevar? Nina apretó los dientes con frustración.
Entendía la parte de estar a la intemperie, era lógico que se preocupara,
pero ¿Dejarse llevar? ¡Ugh!

Las fosas nasales de Lex se dilataron. Él podía oler su ira y su


frustración.

—¿Por qué estás enfadada ahora? —preguntó, con clara agitación


en su voz.

Ella se volvió hacia él, con los brazos cruzados sobre el apretado
pecho. Sus cejas fueron hacia arriba con incredulidad, abrió la boca, pero
la cerró de nuevo. ¿Qué demonios iba ella a decirle a este imbécil
insufrible? Resopló, dio la vuelta y miró por la ventana sin hacer un
comentario.

Trató de conseguir que ella hablara un par de veces más pero ella
actuó como si él ni siquiera existiera y oh, cómo odiaba el tratamiento del
silencio. Solo lo conseguía de mujeres humanas.

Bien, mujeres humanas y sus hermanas. Aparte de eso, las lobas


aceptaban su naturaleza dominante y no cuestionaban. ¡Maldita sea!
Todas esas hermosas y dóciles mujeres de la Manada, ¿y su compañera
era una espinosa humana?

Imagínatelo.

—Bien, que así sea —murmuró él y detuvo el coche en la casa.

Ella lo imitó con la cabeza vuelta, sin darle la satisfacción de


hacerla enojar, y cuando el coche se detuvo salió y fue al maletero,
esperando que él lo abriera.

Él se acercó, lo abrió y la movió a un lado con su cuerpo.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—No seas tonta. Déjame llevar las bolsas.

Ella chasqueó la lengua y se movió de nuevo, haciendo un gesto


hacia el coche.

Él llevó las cosas a su habitación y las dejó en el suelo.

—Mira, te ofendí de alguna manera y lo siento. Pensé que querías


que te besara. Por supuesto que parecías decepcionada cuando me
detuve. Después de esta mañana, pensé que nosotros... que teníamos
algo de alta química y yo...

—¡No estoy enfadada por el beso! —explotó ella—. Es ser


caracterizada como un error con lo que tengo problema.

—¿Qué? ¡Yo nunca dije que fue un error besarte! —Él comenzó a
acechar hacia ella y ella se movió de nuevo.

—¡Dijiste que era una estupidez! —chilló mientras su espalda


golpeaba la puerta y ya no había dónde ir para escapar de él. Podía sentir
el calor que irradiaba de su cuerpo, podía ver el anillo dorado alrededor
de la pupila de sus ojos, podía oler su piel.

—Te dije que había sido estúpido dejarme llevar —dijo él en voz
baja, inclinándose y enjaulándola con su cuerpo—. He estado haciendo
esto por mucho tiempo, cometí un error de novato al olvidar que
estábamos en un lugar público como ese. Nos dejó a ambos vulnerables
a un ataque. Lo que fue estúpido. Pero pierdo la cabeza contigo. Cuando
te toco, te huelo, no me acuerdo de nada más.

Su voz era tan profunda y baja que la vibración se deslizó por su


espalda y ella tuvo que cerrar los ojos ante eso.

—Oh. —¡Jesús! ¿Podría ser menos elocuente? Él se rió y sus


pezones se apretaron.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Cade nos vio entrar. Él vendrá aquí y querrá un informe sobre lo


sucedido. —Con pesar en el rostro, él dio un paso atrás y se aclaró la
garganta. También tenía que adaptarse, ella lo llevaba de cero a duro
como una roca en dos segundos.

Asintiendo, ella se alisó la parte delantera de sus pantalones


vaqueros. Caminó alrededor de él hasta la ropa que acababa de comprar.
Él la hacía sentirse conmocionada cada vez que la tocaba y luego se
alejaba. ¿Qué estaba pasando? Tenía que estar relacionado con el duelo.

Eso era, ¡relacionado con el duelo! Por la pérdida de su hermano y


ella buscaba el consuelo de un hombre. Eso lo explicaba. Satisfecha,
asintió una vez y siguió de frente a los paquetes y a las bolsas.

*****

Después de que Lex se fue para lidiar con Cade y ella puso su ropa
en la lavadora, Nina se sentó en el alegre, brillante rincón de la cocina
por el resto de la tarde, bebiendo su café y trabajando, su cara era una
máscara de intensidad.

Su programa había encontrado algunas debilidades en la seguridad


y ella las había estado separando sistemáticamente por las dos últimas
horas.

—¡Oh! Pensaste que eras tan inteligente, ¿no? —murmuró.

Lex se le acercó por detrás y le besó la parte de atrás del cuello.

—¿Qué?

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Deja de hacer eso —dijo, pero él no se movió. Suspirando, ella


señaló la pantalla—. Un honeypot2.

Él deslizó una mano por su vientre para presionar un dedo sobre


la unión de sus pantalones vaqueros, contra su hinchado clítoris.

—¿Este bote de miel3? —preguntó en un susurro a su oído.

Ella le agarró la muñeca y se la apartó, pero eso no le impidió notar


sus pezones endureciéndose. Él sonrió para sus adentros.

—¡No! Contrólate. ¿Mucho ego? —Ella señaló la pantalla—. Este


bote de miel. Es un programa diseñado para parecer algo bueno, como lo
que estamos buscando. Solo que es una trampa. Lo abres y un virus se
come todo en tu disco duro o bloquea programas analíticos.

—Entonces, ¿qué hacemos?

—No lo abriremos. Ya casi termino, o creo que lo haré. Dame otra


hora —dijo ella, despidiéndolo.

Se alejó de ella con pesar. Sentándose en la mesa, examinó los


planes de una casa que había sido el encargado de diseñar. Debido a que
Cade estaba trabajando desde casa para estar cerca, Lex podía ser un
arquitecto por un par de horas, dejando a un lado su arma. En poco
tiempo, se perdió en su trabajo y el tiempo dejó de existir para él.

*****

—Lex —dijo ella en voz alta dos horas más tarde.

2 Se denomina honeypot al software o conjunto de computadores cuya intención es


atraer a atacantes, simulando ser sistemas vulnerables o débiles a los ataques. Es una
herramienta de seguridad informática.
3 En el original es honeypot, que también quiere decir vulva.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Levantó la vista y se acercó a ella, frotándole la parte posterior de


su cuello, contento de que ella no tratara de rehuirlo.

—¿Qué pasa, amor?

—Bueno, varias cosas. —Ella señaló la pantalla—. Estas cifras...

—Mierda, esos son números de cuentas bancarias en Suiza —dijo


él, inclinándose, interrumpiéndola.

Cade entró en la habitación.

—¿Qué pasa?

¿Además de un pene muy duro hurgando en su cremallera?

Lex señaló la pantalla.

—Ella está dentro. Son cuentas en Suiza.

Cade fue a mirar por encima del otro hombro.

—Vale —comenzó ella mientras saltaba entre las pantallas de


datos, con sus dedos volando sobre las teclas—. Estas son cuentas suizas
y esas son las fechas de las transacciones y los totales movidos. No sé
cuál es la moneda, no se señala, pero vamos a suponer que son dólares.

—¡Santo Dios! Si son dólares, hay un buen montón de dinero allí


—dijo Cade con un silbido.

Ella señaló la pantalla.

—Sí, y el dinero que sale también. Mucho. Alguien tiene un estilo


de vida muy caro.

Cade miró a Lex y frunció el ceño.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Por Dios, tienen millones aquí entrando y saliendo. Pocos días


después de la transferencia que entra, hay transferencias saliendo —dijo
ella, mientras trabajaba.

Ella se fue a otra pantalla.

—¿Qué demonios es eso? —preguntó Cade, mirando la serie de


números y letras.

—Algo que no querían que nadie viera. Creo que para esto era la
seguridad —murmuró mientras entraba una larga cadena de códigos y
pulsaba Enter. Los números y letras se unieron en otra cosa—. Parece
una fórmula de algún tipo.

—Jesús, es el virus de la licantropía —exhaló Lex.

—¿El qué? —preguntó Nina, alarmada.

—¿Por qué Tommie tendría esto? —preguntó Cade mientras Lex


continuaba frotando la parte posterior del cuello de Nina.

—No lo sé, pero no puede ser bueno. Me dijo que tenía algo
importante, pero no pudo decirme más, había gente alrededor. Todo lo
que sé es que se supone que iba a reunirse conmigo esa noche después
de que se encontrara con los otros. —Lex miró a Nina—. Sabemos que la
licantropía tiene un virus que puede infectar a los humanos a través del
contacto con su sangre. Recientemente nuestros científicos lo aislaron y
empezaron a tratar de trabajar sobre las formas de proteger el sistema
inmunológico de los humanos. Para que si estuvieran infectados en
contra de su voluntad, pudieran tomar algún tipo de bloqueador anti-
viral después de la exposición. Es todavía experimental, pero promete ser
efectivo.

Nina hizo una mueca.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Sí, bueno. Demasiado tarde para Gabriel. Por supuesto, si aíslan


el virus también pueden utilizarlo para infectar a las personas. Infiernos,
podrían hacerlo en grandes dosis y contaminar algo disparándolo
directamente en el sistema, algo tan inocuo como una gripe. O podrían
usar el agente anti-viral para atacar a los hombres lobo, haciendo que su
sistema se atacara a sí mismo —dijo Nina.

—Los Desterrados —dijo Cade con sencillez.

—Pero ¿por qué? —Lex se pasó una mano por el pelo, claramente
frustrado—. Tenemos que averiguar exactamente lo que está pasando.
Los lobos Desterrados por lo general solo se involucran en cosas
insignificantes, nada demasiado malo. Desde luego, no a este nivel. —Se
paseó mientras pensaba—. No puedes acusar a un miembro de la
Manada de algo como esto sin pruebas, sin ninguna idea real de
exactamente qué están haciendo y por qué.

—Utilizadme como cebo —dijo Nina.

—No. —Se volvió hacia ella, clavándola en el sitio con la mirada.

—¿Por qué? Lex, podría funcionar. Hacéis saber que la hermana de


Gabriel está alrededor. Que hay un ordenador portátil con información
sobre esto. Veremos si podemos sacarlos a la luz, si tratan de agarrarme.
Me pueden decir qué se traen entre manos, si creen que van a matarme...

Lex pareció completamente incrédulo y levantó las manos en el


aire.

—¡Oh, Dios mío! ¿Podría ser esto un drama de comedia? ¿Por qué
no solo te disparan en la cabeza como hicieron con tu hermano? —exigió
Lex y luego sintió inmediatamente como ella hacía una mueca—. Lo
siento, no quise que saliera así.

Ella lo descartó con la mano.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Tienes razón. De todos modos se me acaba de ocurrir una idea


mejor. Viviendo aquí, estaré sola con los tres principales sospechosos.
Podemos dejar que se sepa que estaba con Gabriel cuando lo mataron, a
ver si alguien se me acerca buscando información.

—Esto está más allá de ti. Eres una florista, por el amor de dios —
exclamó Lex.

—En primer lugar, estaba haciendo estafas cuando estabas


bebiendo cerveza en Kappa Kappa Hombre Lobo. No sabes mucho acerca
de mí, pero soy mucho más inteligente que Gabriel. Soy una mentirosa
consumada. Puedo pelear como una callejera con los mejores y puedo
hacer trampa en el juego de cartas como nadie. Soy realmente buena en
conocimientos informáticos. Puedo no aullarle a la luna y tener fuerza
sobrehumana, pero puedo defenderme.

—Quienes sean estas personas, son despiadados y peligrosos. No


te quiero en peligro —dijo Lex, tratando de no ordenarle y no rogar,
sabiendo que ninguno funcionaría con ella.

—Esta persona asesinó a mi hermano. Eso me hace despiadada y


peligrosa. Además, están haciendo algo que es similar al bioterrorismo ya
sea en contra de los humanos o con los de su propia especie. Algo se tiene
que hacer y es un buen plan, es lo mejor que tienes —dijo ella con énfasis.
Quería que él viera cuan necesaria era su presencia en la situación.

—Tiene razón, Lex —dijo Cade—. Tenemos que permitir que las
partes sospechosas sepan de ella solo para ver lo que harán. Pondrás
refuerzos con ella todo el tiempo.

—No voy a pedirte que arriesgues tu vida. —No cuando por fin te
encontré. Su lobo presionó contra su conciencia, exigiéndole que la
protegiera.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—No me lo estás pidiendo. Yo me estoy ofreciendo. Lex, Gabriel no


pudo haber sido un ciudadano ejemplar, pero era todo lo que tenía. Era
mi hermano y lo quería. A este tipo no puede permitírsele salirse con la
suya. —Nina lo miró a los ojos, suplicando.

Él dejó escapar un suspiro explosivo.

—Nina, no quiero que te lastimen. ¿Puedes entender eso? —No


pudo evitar implorarle que se mantuviera segura.

—Lex, lo sé y te lo agradezco. Pero no tienes ninguna otra opción.


—Nina lo dijo con firmeza y él lo aceptó. Era eso o permitir que ella se
fuera a intentarlo por su cuenta. Podía ser que solo la hubiera conocido
por un breve tiempo, pero no dudaba que tomaría el asunto en sus
propias manos si sentía que no tenía otra opción.

Él levantó las manos al aire en señal de derrota.

—Muy bien. Pero lo haremos mañana. Después de algo de


planificación. Nina, estás demasiado cansada para hacerlo ahora mismo.

—Muy bien. Lo haremos mañana. —Ella no quería empujar su


suerte. Le obedeció.

Por el momento.

El momento se extendió entre ellos y ella empezó a hablar cuando


Cade la interrumpió.

—Creo que voy a encender la barbacoa para cenar.

—Creo que tomaré una siesta —dijo ella. Cerró el portátil y subió
las escaleras a su habitación.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Eso está bien, cariño. Pasarán cerca de dos horas antes de


comer. Iré a buscarte cuando estemos listos —le gritó Cade y ella le dio
las gracias por encima del hombro.

Apoyada en la puerta cerrada, suspiró profundamente, tratando de


calmarse. ¿Qué diablos estaba pasando con ella de todos modos? No era
que no le gustara el sexo, era que el sexo venía unido a los hombres y los
hombres eran problemas. Tenía a su novio con pilas y una ducha de
mano, y habían estado bien hasta que Lex Warden había irrumpido en
su vida.

—¡Argh! —dijo entre dientes y su cabeza golpeó contra la puerta—


. Detén esto —se ordenó a sí misma y se empujó en la habitación.
Diciéndose que debía controlarse, se quitó los pantalones vaqueros y se
deslizó en la cama.

Por supuesto, todo lo que hizo fue pensar en el beso del


estacionamiento. La forma en que se habían sentido sus manos y su boca
sobre ella esa mañana. La forma en que la hacía perder la cabeza en la
marea de las hormonas que parecía evocar.

Se quedó allí y trató de dormir durante media hora, dando vueltas,


girando y tratando de no pensar en el hecho de que estaba húmeda y
caliente y que le dolía por tenerlo dentro de ella. Finalmente, con un
suspiro de frustración, se sentó, echó las mantas hacia atrás y se levantó
de la cama.

Pero antes de que pudiera llegar a sus vaqueros, se oyó un golpe


en la puerta y supo quién era.

*****

Lex la vio subir las escaleras con un vaivén de sus sexys caderas.
Probablemente no era consciente de lo sensual que era con esos grandes

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

ojos marrones, labios exuberantes y ese pelo largo que le llegaba siempre
tan tentadoramente justo encima de su trasero en forma de corazón.

Cade se volvió hacia él una vez que la puerta se cerró.

—¿Qué estás esperando?

—Ella necesita descansar —dijo él con voz ronca—. Ha tenido unos


días duros.

Cade puso los ojos en blanco y empujó a su hermano hacia la


escalera.

—El lobo quiere reclamarla. Ella está a punto de hacer algo


peligroso y si no la marcas, no podrás concentrarte teniéndola alrededor
de todos los otros lobos.

—No soy lobo en estos momentos. —Se echó hacia atrás mientras
empezaba a subir las escaleras.

—Siempre eres un lobo, Lex. De hecho, eres un lobo alfa, un


guerrero —dijo Cade en voz baja y volvió a trabajar en la carne, cortándola
con eficacia.

Lex se paseó por su habitación durante media hora. Quería que


Nina durmiera. Estaba cansada y molesta por la muerte de Gabriel. Al
mismo tiempo, la deseaba demasiado. Cade tenía razón, él podía sentir
al lobo justo debajo de la superficie, empujándolo para marcarla,
reclamarla como su mujer. Una vez se corriera dentro de ella estaría
marcada como suya. Su sello biológico sería de ella y un vínculo se
forjaría. Ella no sería feliz con nadie y tampoco él. Serían parte integral
el uno del otro.

Tomando su decisión, salió de su habitación y caminó por el


pasillo. Se quedó de pie en lo alto de la escalera y miró hacia abajo, viendo

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

a Cade en la cocina silbando y cortando las verduras, la bandeja de la


carne marinada sin cocer estaba sobre el mostrador.

Se dirigió a la puerta de la habitación y golpeó. Si ella estuviera


durmiendo no lo oiría de todos modos.

Ella abrió la puerta y se quedaron allí, en silencio mirándose el uno


al otro durante unos momentos.

—Nina...

Ella le agarró la mano y tiró de él hacia el interior de la habitación,


cerrando y bloqueando la puerta detrás, apoyándose en ella mientras lo
miraba.

Él se quitó la camisa y ella bebió con avidez los detalles de la parte


superior de su cuerpo.

Fuerte, gruesamente musculoso, sin desperdiciar un gramo. No


demasiado músculo, lo que había allí no era para impresionar. Era el
cuerpo de un hombre que trabajaba. No solo un cuerpo, sino una
herramienta.

El peligro salía de él en oleadas, era un hombre grande, y ella quería


una ración extra. Quería comérselo en grandes bocados engulléndolo
hasta que estuviera positivamente llena de él. ¡Oh, él le debilitaba las
rodillas!

Ella dio un paso, luego otro hasta que estuvo muy cerca, luego
extendió una mano para acariciar su pecho. Se inclinó y cerró los ojos
mientras tomaba una profunda respiración y tuvo que aferrarse mientras
casi se caía con la intensidad de su reacción.

Su cuerpo se endureció, sus pezones apuñalando el frente de su


camisa, su piel estaba enrojecida y caliente. Su coño floreció con deseo,

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

su miel poniéndola resbaladiza. El mundo se convirtió en un puntito de


enfoque. De repente, eran apenas ellos dos, nada de lo que existía
importaba, excepto tenerlo dentro de su cuerpo.

Lex agarró su antebrazo para mantenerla en pie.

—Lo sé. Pasará en un momento.

Ella lo miró con ojos muy abiertos.

—¿Lo sabes? ¿Qué quieres decir con que lo sabes?

—Yo también lo siento. La primera vez es la más difícil, pero cada


vez que tengo una profunda bocanada de ti, casi me tiras al suelo. Me
siento tan frenético con la lujuria que tengo que rechinar los dientes para
no arrastrarte a la superficie horizontal más cercana y sumergirme
dentro de ti.

—¿Qué es?

Él tiró de su camisa y le desabrochó el sujetador y ambos silbaron


cuando la piel desnuda se reunió con piel desnuda. La sensación de sus
pezones duros como diamantes, tan bonitos y deliciosos, presionados
contra su cuerpo le hizo querer delirar.

—Feromonas.

—¿Qué? —preguntó mientras se embriagaba de él. Sus ojos se


cerraron lentamente mientras las manos de él se movían hasta sus
pechos, pellizcando sus pezones entre sus habilidosos dedos.

—Químicos, productos químicos personales. Las tuyas me llaman,


las mías te llaman a ti. —Él se inclinó y besó el lugar justo debajo de su
oreja y ella gimió.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¡Sé lo que son las feromonas! Pero eso es palabrería. Tú estás


caliente, yo estoy caliente. No es ciencia. —Aún cuando lo dijo no lo creyó.
La totalidad de lo que sentía por él, la forma en que su cuerpo respondía
cuando la tocaba, era más que una simple calentura.

Él hizo un sonido chasqueante con los labios contra su piel.

—Mentirosa. Sabes de lo que estoy hablando y sabes que es la


verdad.

—Así que si follamos… esto... ¿la intensidad disminuirá? —Ella se


quedó sin aliento mientras preguntaba.

—Siempre será intenso, Nina. Eres mi mujer. Una vez que estemos
vinculados la intensidad de nuestra conexión se profundizará —dijo
mientras presionaba besos a lo largo de la línea de su cuello.

Ella hizo caso omiso de eso y se arqueó en la inquisitiva mano que


él metió en sus bragas.

Apagó su cerebro y solo sintió. Abriéndose a sí misma a la


sensación. Ya era hora de que esa Nina racional y sensata se fuera por
un tiempo para que la Nina que no había sido follada en años pudiera
conseguir algo.

Sus manos se deslizaron por su pecho, encontraron la cintura de


sus pantalones y los abrió, satisfecha al escuchar cada estallido de la
larga fila de botones liberándose.

De repente, él estaba allí en sus manos. Duro, aterciopelado y tan


caliente. Lo rodeó con sus dedos y miró hacia abajo, alisando el pulgar
sobre la cabeza donde una gota de semen la perlaba. Él gimió y miró
cómo ella llevaba su pulgar a la boca.

Él era salado, almizclado y masculino.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Chilló de sorpresa cuando él la levantó y caminó hacia la cama,


lanzándola sobre el colchón mientras se despojaba de sus pantalones y
se subía, deteniéndose a cuatro patas encima de ella, mirando su cara.

—¿Te entregarás voluntariamente a mí? —dijo él, su voz baja y


mezclada con deseo.

Se retorció debajo de él. El calor de su cuerpo la cubrió. Podía


olerlo, la sal limpia de su piel, el olor amaderado de su colonia, y debajo
de todo eso, al Lex elemental que ella había llegado a... oh dios. Empujó
ese pensamiento rápidamente hacia la Nina racional.

Ella asintió.

—Sí. Oh, Dios, Lex, por favor. Te necesito dentro de mí en este


momento. —Ni siquiera reconoció su propia voz, que era sensual, ronca.

—Todo a su debido tiempo. Necesito probarte. Toda. —Él empezó


tomando sus labios de nuevo en un beso que fue diseñado para derretirla,
para que sus huesos se volvieran gelatina, y era una buena cosa que
estuviera acostada porque no creía que sus piernas la hubieran
sostenido, él estaba teniendo bastante éxito.

Le besó la línea de su cuello y ella pasó los dedos por su cabello


como había querido desde que lo había visto la primera noche. Era tan
suave y ella podía oler su champú.

Se detuvo en sus pechos, moviendo los ojos hacia ella y ella


observó, fascinada, cómo sus dientes raspaban su pezón y su lengua se
arremolinaba alrededor. Una y otra vez hasta que ella estaba casi
jadeando. Cada jugueteo de su boca se disparaba directamente a su
clítoris hasta que su sexo estuvo abriéndose y cerrándose igual que su
boca en su pezón. ¡Oh, cómo lo deseaba dentro!

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Deteniéndose y tirando de su boca de nuevo, él le dio una sonrisa


tan sexy y devastadoramente traviesa que ella se quedó sin aliento. Ella
miró la línea de su cuerpo mientras él besaba su estómago y respiraba
con vehemencia contra su montículo bien recortado. Sus grandes manos
se deslizaron desde sus pantorrillas hasta sus muslos internos. Sus
anchos hombros abrieron sus muslos. Con otra de esas sonrisas, él se
movió un poco y se instaló entre ellos.

Había pasado tanto tiempo para ella. Cuatro años desde su última
cita y cinco desde que había tenido sexo. Y, aun así, había sido una breve
aventura, el tipo era horrible en la cama. Ella comenzó a sentirse
cohibida. Sabía a ciencia cierta que el hombre entre sus muslos era
experimentado en la cama. Solo se había acostado con tres hombres en
su vida y ninguno de ellos le había dado ningún momento digno de
mención. Ella era muy limitada en su experiencia sexual.

Avergonzada, trató de cerrar las piernas contra él, pero él presionó


sus palmas contra el interior de sus muslos y empujó, sosteniéndola
totalmente abierta para su vista.

—No, preciosa. Quiero verte. Toda.

—Yo, eh, bueno, oh Dios mío... —Ella se interrumpió


incoherentemente cuando él puso su boca contra su vagina, dándole una
larga lamida desde su ano a su clítoris.

—Sabes tan bien, Nina. Sé que nunca tendré suficiente —


murmuró, mirándola con esos profundos ojos verdes.

—Uh —se las arregló para articular. Su cabeza cayó hacia atrás
contra la cama y él se rió y fue de vuelta a su trabajo.

La lamió con movimientos largos y deslizantes de su lengua,


saboreando su vagina, aprendiendo de su cuerpo mientras ella misma lo

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

hacía también. No era que alguna vez fuera a admitirlo ante él, pero
nunca le habían dado sexo oral antes y hombre, oh hombre, ¡lo que se
había estado perdiendo!

La lamió una y otra vez. Mordisqueó, lamió y succionó. Mientras


sus dedos presionaban lentamente en su coño, él movió la punta de su
lengua sobre su clítoris. Comiéndola como si fuera lo mejor que hubiera
probado en su vida y haciéndola sentir como una diosa. Ella nunca había
sentido algo tan intenso en toda su vida.

Era tan increíblemente íntimo, su boca ahí en ella. Él era tan


grande y salvaje y sin embargo absolutamente amable con ella, la
conmovía profundamente, a pesar de que no quería estar conmovida.

Ella se centró en cambio en la sensación de su boca, de su lengua,


húmeda y suave, mientras acariciaba sobre ella, sus labios se movían
contra sus labios inferiores, sobre la capucha de su clítoris, haciéndola
delirar de placer. Su orgasmo comenzó a asentarse en su cuerpo. Ella
podía saborear la presencia metálica en la parte posterior de su lengua.
Podía sentir llenarse los espacios vacíos en su cuerpo, expandiéndose,
creciendo, hasta que estalló sobre ella en lo que parecía una lluvia de
chispas. Con la espalda arqueada, los puños cerrados en las sábanas, su
nombre brotó de sus labios mientras ella explotaba en un clímax tan
poderoso que pareció llenarla y luego exprimirle cada célula de su cuerpo.

Antes de que pudiera abrir los ojos, lo sintió moverse por su cuerpo
y comenzar a presionar su pene en su todavía espasmódico coño.

Lex estaba borracho del sabor de su cuerpo. De la forma en que


ella le respondía. Estaba muy mojada y su sabor era algo que él nunca
había imaginado. Tan bueno y tan correcto que no podía envolver su
cabeza alrededor de eso. Cada gemido, jadeo y suspiro daba un disparo
directamente a su pene y a su corazón. Su deseo por él era una cosa
poderosa, tejía un hechizo sobre Lex y ya se sentía vinculado a ella.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Subió y colocó la cabeza de su pene en su entrada. Sus ojos se


abrieron lentamente y ella le sonrió. Fue un momento totalmente
espontáneo y él tuvo la sensación de que era algo raro en ella.

—Hola. ¿No necesitas un condón antes de hacer eso? —dijo ella en


un ronroneo mientras una elegante ceja se alzaba.

¡Oh, diablos no! En primer lugar, los hombres lobo no adquirían


ETS humanas. En segundo lugar, él podía oler que ella no estaba en la
parte fértil de su ciclo. Pero, finalmente y lo más importante, tenía que
correrse dentro de ella para marcarla, para reclamarla. Quería eso, no,
necesitaba eso.

—No nos contagiamos de enfermedades de transmisión sexual y no


estás en el momento adecuado para un embarazo —dijo él mientras
comenzaba a empujarse más profundo. Ella era cremosa y suave e
hinchada, pero muy, muy apretada.

—Ah —dijo ella con una mueca de dolor. Él era bastante


impresionante en cuanto a su tamaño y había pasado mucho tiempo
desde que ese territorio había visto un pene.

—Maldita sea, Nina —dijo él con los dientes apretados—, estás tan
apretada. Es tan bueno que podría correrme antes de llegar a mitad de
camino en tu interior. —Una expresión de horror rompió en su rostro—.
No serás virgen ¿verdad?

Ella se rió.

—No. Pero ha pasado un tiempo. ¿Por qué, tienes una política


contra las vírgenes?

Y gimió de placer cuando él comenzó a estirarla con mayor


plenitud.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—No. Es solo que no quiero hacerte daño.

—Te lo haré saber si llega a ser un problema. Ahora cállate y


fóllame.

La miró con cara de sorpresa y luego echó hacia atrás la cabeza y


rió. Esta mujer era malditamente increíble.

Inexorablemente, él se empujó dentro de ella, las sobrecalentadas


paredes cerradas de su vagina agarrándolo, aferrándose a él como una
cortina fundida de carne. Sus dientes estaban apretados mientras se
concentraba en mantener las cosas suaves. Quería golpear en ella hasta
sus bolas, quería sentir su total acogida y en ese mismo momento, pero
podía sentir la verdad de su afirmación de que había pasado un tiempo.
Nunca había estado con una mujer tan apretada antes y temía lastimarla.

Tirando de sus piernas en alto, ella las llevó bajo su brazo,


abriéndose a él más plenamente. Rodando sus caderas, ella lo empujó
más adentro.

—Más. Me moriré si no llegas más profundo.

Él vio como una gota de sudor de su cuello caía sobre el pecho de


ella, y ese momento quemó en su memoria. Fijó los ojos en los de ella y
se deslizó completamente hasta la raíz, golpeando suavemente su cuello
uterino, y ambos respondieron con un jadeo de placer.

—Dios, te sientes tan bien, Nina. Tu cuerpo fue hecho para mí —le
susurró en la oreja.

Ella se echó a reír y se dio cuenta de que no se había sentido tan


bien, tan relajada, en un mucho, mucho tiempo. Segura.

—Sin duda se siente de esa manera, ¿no?

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Creo que necesitamos más pruebas —gruñó él y comenzó a


arrastrarse fuera de ella y a empujarse profundamente otra vez. Una y
otra vez, su cuerpo recibió el suyo. Sus manos estaban en sus hombros,
sus dedos clavados en sus músculos. Él podía sentir el borde romo de
sus bien recortadas uñas contra su carne. Podía oler las lilas de su jabón
y champú, el aroma limpio de su sudor, la esencia de su sexo.

Su cuerpo estaba hecho para él. Su coño para su pene, eran algo
más que solo dos personas. Eran, a falta de una frase elegante, una sola
persona. Las paredes sedosas de su vagina se apoderaron de él,
abrazándolo, la suave piel de sus muslos se deslizó contra sus costillas
mientras el sudor corría por sus cuerpos. Su pelo se extendió sobre su
rostro y cabeza en la almohada y él notó las manchas de color ámbar en
sus ojos.

Se inclinó y hundió la punta de su lengua en el pequeño hoyuelo a


la izquierda de su boca y sintió que se volvía más profundo mientras ella
sonreía en respuesta.

—Córrete, Lex. Córrete dentro de mí —dijo ella en voz baja, casi con
timidez. Disfrutó de la estrechez de su vagina, del sinuoso oleaje de su
cuerpo perlado de sudor debajo del suyo, de los suaves gemidos y
suspiros de placer que ella hacía cada vez que él pulsaba de nuevo en su
cuerpo. Él completaría el reclamo, haciéndola suya al marcarla.

La naturaleza primitiva de eso atrajo su lobo más cerca de la


superficie y él se arqueó hacia atrás y dio un grito silencioso con su
nombre en los labios mientras se corría duro y profundo en su interior.
Dentro de su mujer. Una y otra vez, su pene palpitó mientras él vertía su
vida en ella.

Largos momentos más tarde se desplomó hacia un lado, con


cuidado de no caer en ella. Extendió la mano y la atrajo hacia su cuerpo
y ella suspiró feliz y se acurrucó a su lado.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Segundos más tarde, sin embargo, ella abrió los ojos, se echó hacia
atrás y se sentó, mirando abajo hacia su cara.

—¿Qué demonios acabas de hacer?

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Capítulo Tres
Lo dijo mientras caía sobre el colchón y desgarradores
estremecimientos rompían sobre ella. Sus dientes comenzaron a
castañetear.

Él se sentó, preocupado, y se inclinó sobre ella.

—¿Nina? ¿Bebé, estás bien?

—¿Te parece que estoy bien? —preguntó ella con los dientes
apretados para evitar que sonaran—. ¿Qué está pasando?

—Yo eh, creo que es el reclamo —dijo mientras se levantaba y


entraba en el baño contiguo, regresando rápidamente con un paño
húmedo que puso en su rostro, limpiando el sudor que se había reunido
allí—. No debería ser así. Solo, bueno… solo he sabido lo que le hace a
otros lobos. Pero sé que hay humanos que se aparean con lobos y parecen
estar bien...

Antes de que pudiera continuar balbuceando ella lo golpeó en la


cabeza con la almohada para que se callara.

—¿De qué demonios estás hablando? ¿Reclamo? ¿Aparearse?

—Te lo dije antes, ¡eres mi compañera! ¡Yo soy tu compañero! Acabo


de terminar la reclamación. Es mi semilla dentro de ti lo que lo hace. Si
fueras una mujer al azar, no sería un gran problema, pero como eres mi
compañera, la mujer que es mi pareja biológicamente, mi ADN está
entrelazándose con el tuyo en un solo sentido.

A pesar de su miedo por ella, él sonrió suavemente y su voz se


suavizó.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Puedo sentirlo también. Solo que no me duele, de verdad. Me


siento muy conectado a ti. Y guao, ¿no estás feliz conmigo, cierto?

—¿Estás alterando mi ADN? —Aunque su temblor estaba


disminuyendo, ella se incorporó—. ¡Oh, Dios mío! ¿Sin preguntarme?
¿Hiciste algo para cambiar mi puta humanidad sin preguntarme?

Él extendió la mano y tocó ese exuberante pelo marrón y a pesar


de sí misma ella se apoyó en su mano. No solo quería su toque, se dio
cuenta con un sobresalto, lo necesitaba.

—¡De ninguna manera! Nina, te hablé acerca del vínculo, sobre que
eres mi mujer. Te pregunté si te entregabas voluntariamente a mí y dijiste
que sí.

—¡No me dijiste que cambiarías mi ADN! Pensé que estabas


tratando de entrar en mis pantalones.

Él arqueó una ceja.

—Si todo lo que quisiera fuera un polvo rápido, lo habría tenido


hace semanas. Esto es más que eso, y lo sabes. Esto es para siempre. Tú
y yo, Nina. Debemos estar juntos. No te engañé sobre esto. Te lo dije
desde el principio y estuviste de acuerdo. Además, sabes que te estoy
diciendo la verdad. —No iba a permitir que ella se volviera loca. No, él se
sentía muy bien, maldita sea, ella era su mujer y estaba destinada a él y
él a ella.

¡Grrr! Odiaba que él tuviera razón. Él se lo había preguntado, pero


¿cómo iba a saber que su semen era una especie de asombrosa gelatina-
mágica-de-ADN que cambiaba las cosas? Se quedó en silencio mientras
pensaba en ello. Examinó sus sentimientos, y debajo de su ira se dio
cuenta de que se sentía conectada a él de una manera muy profunda. Se
sentía parte de algo, de alguien, de una manera que nunca se había

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

permitido imaginar. ¿Quería tener algún tipo de cosa mística con este
hombre? ¡Ack! ¿Con este hombre lobo?

—Bueno, es demasiado tarde. ¿Qué está pasando? ¿Qué quiere


decir esto?

—Nina, nena, mírame —dijo él e inclinó ligeramente su barbilla


para que ella viera en su cara que no podía ignorar la verdad de la
situación. Vio el pánico en sus ojos y su corazón le dolió—. ¿De verdad
crees que haría algo para lastimarte?

Ella sacudió la cabeza, temiendo que si intentaba hablar lloraría.


Ahora que el temblor había terminado se estaba ahogando en emoción.
Nunca había sentido nada parecido a lo que sentía en ese momento. Era
como si el calor de él se estuviera filtrando en cada poro. Sentía su
presencia, su confianza y valentía, su fuerza, su voluntad, su deseo y
miedo. Su amor. Dios, él la amaba. ¿Cómo demonios podía amarla? Peor
aún, ella sentía lo mismo. Ay dios, estaba condenada, estaba enamorada
de esa gigante herramienta. Realmente le gustaba este sentimiento de
conexión. ¡Gah!

—¿Qué es esto? —Consiguió decir—. ¿Qué está pasando?

—Yo también lo siento. Es el vínculo formándose. No tenemos una


explicación detallada de ello. Todo lo que sabemos es que cuando un
hombre libera su semilla en su compañera, se forma un vínculo. Se
produce una conexión emocional y física.

Se inclinó y la besó suavemente y su propio miedo disminuyó


cuando ella respondió.

—Muy bien. Semen mágico, qué suerte la mía. —Suspiró y le regaló


una sonrisa—. ¿Seré un hombre lobo ahora?

Él se rió entre dientes.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—No. Tendrías que tener el virus en tu torrente sanguíneo a través


de una mordida. Podemos hablar de eso más adelante, pero tenemos
mucho con qué lidiar ahora solo pensando quién mató a Tommie y a Rey.
Quiero concentrarme en mantenerte con vida a través de este ridículo
plan tuyo. Entonces podremos hablar de si deseas o no ser lobo.

—Tenemos que empezar a planificar. ¿Cómo vas a organizar esa


reunión de seguimiento? —Se sentó y él la empujó contra el colchón.

—No hablaremos de nada de esto hasta mañana. Esta noche


descansarás. Tomaremos la cena y conseguiré que tus cosas sean
llevadas a nuestra habitación mientras tomas un baño caliente. Cade
llamará a la familia para que seas aceptada en la Manada como mi
compañera, y mi madre estará encantada, por supuesto. Siempre está
sobre mí para que le dé nietos. Ja, ¡Cade es el próximo! La presión está
fuera de mí...

Ella le puso las manos sobre la boca.

—Dios, parecías tan estoico antes de poner tu súper semen en mí.


Retrocedamos, ¿de acuerdo? Primero que todo, ¿mudarnos juntos?

—Nina, ¿dónde más podrías estar?

—¿No deberíamos salir por un tiempo o algo así?

Él suspiró y se colocó encima de ella. Su peso la aseguró mientras


ella movía las manos por los músculos de su espalda.

—Preciosa, eres mi pareja. ¿Dónde más podrías estar, si no


conmigo? Los compañeros humanos viven juntos, ¿por qué no lo
haríamos nosotros?

—Bueno, la gente sale y luego a veces viven juntos y luego se casan.


No se van a vivir juntos después de tener sexo una vez.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Creo que estamos teniendo algunos problemas básicos de


definición aquí. Eres mi compañera. Yo soy tu compañero. En términos
humanos, eres mi esposa. En la cultura de los hombres lobo, una vez que
la compañera es reclamada es una declaración, un matrimonio. Llevas
mi olor, Nina. Un lobo podrá decir que eres mi compañera por tu olor. Yo
llevo el tuyo también. No hay cortejo, a pesar de que has sido sin duda
un dolor en mi trasero en las últimas semanas mientras te vigilaba, lo
que probablemente es algo parecido a un cortejo para una mujer espinosa
como tú. —Dijo eso último con esa sonrisa traviesa.

—¿Casados? —preguntó débilmente al pensar en ello, medio


escuchando su comentario sobre ser espinosa—. Bueno, estoy de
acuerdo con que nos mudemos juntos. Después de todo, estamos
durmiendo juntos y ya no tengo una casa, así que estar aquí es una
tontería. Pero me va a tomar algún tiempo hacerle frente a la idea del
matrimonio. Además, eh, esa cosita del compañero está bien para ti en
tu cultura y todo eso, pero los humanos no lo reconocen, ¿No?

Él frunció el ceño. Ella era tan obstinada.

—No me importa lo que los demás reconozcan. Eres mía, y punto.

—Sí, está bien, He-Man. ¿Así que ahora quieres que conozca a tu
madre? Porque verás, no soy excepcionalmente buena con las madres.
Nunca parecen estar muy emocionadas cuando me conocen.

—Bueno, por supuesto. Nina, ¿necesitas ir al médico? ¿Estás


teniendo problemas de audición? Eres. Mi. Compañera. Mi madre y mi
padre y hermanas, todos querrán conocerte. Y los adorarás. De hecho,
tienes que conocerlos antes de que cualquier otra persona en la Manada
lo haga o mi madre no me perdonará. —Se apartó de ella y tomó el
teléfono y ella le agarró el brazo con un chillido.

—¿Los llamarás ahora?

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Él se echó a reír.

—No, Cade, como el Alfa, los llamará. Tengo que llamar a alguien
de la Manada que es joyero, tiene que diseñar anillos para nosotros.

Ella gimió, cayó de espaldas sobre el colchón y tiró de la sábana


sobre su cara.

—Sabes, Rápido McRushter, no tienes que ponerte salvaje ahora.


Podemos, oh no sé, ¡tomarnos las cosas con calma!

Él se inclinó y tiró de la sábana y miró su cara.

—¿Rápido McRushter?

Ella hizo un gesto.

—Fue fruto de la casualidad, lo haré mejor si tengo tiempo y no


estoy siendo empujada al matrimonio por un hombre lobo malditamente
borracho.

Él soltó una carcajada.

—¿Malditamente borracho? Muy bien. Pero no hay razón para no


seguir adelante. Es un hecho. —Se encogió de hombros. Marcó el número
y ella gimió y se levantó de la cama en busca de sus bragas. Con un
gruñido la atrajo de nuevo a la cama con un brazo alrededor de su
cintura—. Tengo planes para ti, no salgas corriendo.

La mantuvo allí mientras hablaba con el joyero y le daba algunas


ideas de diseño para los anillos, pero hizo que el hombre jurara absoluto
secreto bajo pena de muerte. Había sonado tan serio en la última parte
que Nina se estremeció. Era tan grande, severo y siniestro, pero ella no
se sentía amenazada de ninguna manera por él. Eso era realmente sexy.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Cuando colgó, se volvió hacia ella y sus labios se movieron hacia


los suyos. Ella dio un suave suspiro hasta que oyó a Cade bramar por las
escaleras que la cena estaba lista.

Lex maldijo entre dientes y suspiró.

—Ignorémoslo —murmuró Nina y tiró de él hacia ella.

Él se desenredó de ella.

—Por mucho que me gustaría eso, él nunca se da por vencido. Es


un alfa, acostumbrado a ser obedecido. Es condenadamente molesto a
veces, pero esa es la manera en que son las cosas. Es suave, pero cuando
se pasó horas cocinando estará haciendo pucheros si no bajamos allí y
no murmuramos ooh y aah sobre toda su comida.

—Dios, vosotros dos sois como niñas —murmuró y se levantó. Al


no encontrar su ropa interior se puso sus vaqueros de nuevo sin ella.

—Eres muy bocazas para ser una mujer tan hermosa —dijo él,
atrapándola en la puerta y tirando de ella a un abrazo.

—¿Sí? Demasiado tarde para quejarse, compraste la vaca, a pesar


de que te dejaría ordeñarme al menos cinco veces más.

Él se rió y golpeó con fuerza su trasero mientras caminaban por el


pasillo.

—Volverás mi vida muy interesante, creo.

*****

Cade estaba poniendo la botella abierta de vino sobre la mesa


cuando ellos caminaron a la habitación. Él se dio la vuelta, con las fosas
nasales dilatadas, y corrió y los empujó a ambos en un abrazo.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¡Felicidades! —Besó la mejilla de Nina. Lex gruñó y Cade le dio


una ceja levantada y una sonrisa mientras llevaba a Nina a la mesa.

—Será mejor que los llame antes de empezar. Si mamá se entera


de que cenamos antes de decirle que reclamaste a tu pareja nunca dejará
de regañarnos por eso —dijo Cade y tomó el teléfono.

Nina resopló y tomó un pedazo de pan de ajo. Lex le sirvió una copa
de vino y luego sirvió una para él y Cade. La conversación fue breve y
regresó a la mesa.

—¿Y bien? —preguntó Lex, un tenedor estaba listo para ser lanzado
a un bistec.

—Están en camino. Sigamos y comamos, les tomará un rato llegar


aquí.

—Sabes, tal vez deba ducharme y cambiarme —dijo Nina,


levantándose.

—No. Nina, necesitas comer. Has tenido unos días muy difíciles —
dijo Lex, poniendo la mano en su brazo para que se quedara.

—Lex, no conoceré a tu familia en jeans y sin maquillaje. Dios.


Regresaré en unos minutos. —Entrecerró los ojos hacia su mano y él la
quitó con un suspiro.

Ella captó el mohín de Cade y resopló.

—Mira, florecilla, regresaré en unos pocos minutos, no llores.

Lex dio un ladrido sorprendido de risa y Cade farfulló mientras ella


corría fuera de la habitación y subía por las escaleras.

Rebuscando en la ropa que había comprado antes, se decidió por


un par de pantalones color durazno pálido y un top crema que hacía

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

juego con ellos. Se dio una ducha rápida, agarrándose el pelo en una
trenza larga y se puso un poco de maquillaje. Examinó los resultados en
el espejo y se encogió de hombros, era lo mejor que podía conseguir en
tan breve tiempo. Negó con la cabeza. Conocería a la familia de su novio,
no, a la de su marido en poco tiempo y no tenía ni idea de lo que pensarían
de ella. En el pasado, los padres nunca habían estado demasiado
encantados con ella. La clase social había sido un problema y la raza
también.

A veces las madres rubias no estaban contentas de ver a sus hijos


con una latina. Y cuando Gabriel empezó a meterse en problemas todo el
tiempo, ese fue otro factor.

No había conocido a los padres de otra persona en al menos siete


años, así que quizás fuera diferente. Era propietaria de un negocio y solía
ser propietaria de una casa. Respetable. Bufó para sí misma en el espejo
y se dirigió escaleras abajo.

—Por fin —murmuró Cade y fue a la cocina, trayendo una bandeja


de comida que había estado manteniendo caliente para ella en el horno.

—Te ves hermosa, Nina. Pero no era necesario. Mi familia te amará.


—Lex le besó la mano.

Ella bufó y empezó a comer, a pesar de su inquieto estómago. No


había comido nada desde el desayuno y estaba hambrienta. La última
cosa que quería hacer era estar débil cuando conociera a sus padres.

—Esto está delicioso, Cade —dijo ella, queriendo decir cada


palabra.

Él sonrió con orgullo.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Gracias. El adobo es algo que he desarrollado a lo largo de los


últimos diez años. Venderé algunos en las tiendas de comida más
gourmet de Seattle y de Bellevue a finales de este año.

Ella terminó la deliciosa carne y las verduras y se limitó a tomar


solo un vaso de vino. Lex recogió los platos y se negó a dejar que lo
ayudara así que se sentó con Cade en la gran sala de estar y miró por la
pared de ventanas hacia la ciudad.

—Guao, puedes ver Bellevue y Seattle también.

—Bienvenida a nuestra familia, Nina. De verdad —dijo Cade quien


le tomó la mano y se sentó a su lado en el sofá—. Lex merece a alguien
como tú. Eres fuerte, estarás junto a él y serás su ancla también.

Ella le sonrió y le apretó la mano.

—Gracias, Cade. No sé muy bien qué decir más que eso. Ni siquiera
sé qué pensar de todo esto.

Él se echó a reír.

—Sí, me imagino que es un poco abrumador en este momento. Y


hay algunas cosas más de las que tenemos que hablar...

—Ahora no, Cade —dijo Lex mientras entraba en la habitación y se


sentaba al otro lado de Nina.

Cade suspiró y se levantó para mirar por las ventanas.

—Es demasiado tarde de todos modos. Sus coches vienen por el


camino.

—¿Demasiado tarde para qué?

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Hablaremos de todo esto más tarde —dijo Lex, cortando más


discusión.

—¿Coches? ¿En plural? ¿Cuántos son? —El corazón de Nina


comenzó a latir con fuerza.

Lex puso un brazo alrededor del hombro.

—Mis padres, mi abuela, dos de mis hermanas, un cuñado y sus


dos hijos. Megan y Tegan ya están aquí, están al cuidado de Cade.

—¿Qué? Por Dios, ¡eso es un equipo de béisbol! ¿Y Megan y Tegan?

—Son gemelas. Vendrán cuando todos los demás lo hagan. Te


gustarán.

—¡Guau, vuestra madre es un árbol muy fértil! —Nina puso las


palmas de sus manos sobre su vientre, casi protectoramente.

Cade y Lex se rieron y ella fue a la ventana y vio tres coches


entrando en el gran camino de entrada y estacionándose. De los coches
salieron diez personas, todas hermosas, guapas y muy bien vestidas. Los
niños parecían tener alrededor de siete y nueve años y gesticularon hacia
la ventana y se dirigieron hacia el gran patio, mientras los adultos se
dirigían al interior.

Una mujer alta, esbelta, de cabello plateado entró primero, seguida


por un hombre corpulento con cabello castaño oscuro y grandes ojos
verdes, y a su lado una pequeña pelirroja. Otra pareja los siguió y luego
dos mujeres jóvenes que parecían tener de la edad de Nina.

—Abuela —dijo Cade con una sonrisa. Abrazó a la mujer de


cabellos plateados y se volvió hacia Nina y Lex—. Esta es Nina Reyes.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

La mujer entrecerró los ojos y miró a Nina de arriba a abajo hasta


el punto de que ella quiso correr, pero en su lugar cuadró los hombros y
se mantuvo de pie. No tenía nada de qué avergonzarse.

La mujer lo vio y una sonrisa estalló en su cara.

—La fortuna te ha bendecido, Alexander, hijo mío. —Se acercó a


Nina y le tomó las manos—. Bienvenida a la Manada, Nina. Bienvenida a
nuestra familia, me alegra conocerte.

El alivio se precipitó a través de Nina y le devolvió la sonrisa.

—Gracias, me alegra conocerla también.

Lex la volvió hacia sus padres. Cade hizo un gesto hacia ella y les
habló a su madre y padre.

—Esta es Nina, como podéis oler, él ya formó su unión y la reclamó.


¿La aceptáis en la Manada?

El hombre se puso delante y ladeó la cabeza.

—Lex, hueles contento.

Lex asintió.

—Lo estoy.

La mujer se movió a su lado.

—¿Ella es fuerte? ¿Puede ser la compañera del Ejecutor de esta


Manada?

Cade habló esta vez en lugar de Lex y Nina estaba empezando a


exasperarse, sintiendo que empezarían a mirar sus dientes en cualquier
momento.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—La vi darle una patada voladora a un hombre lobo completamente


desarrollado hace dos noches. Rodeada, enfrentó la muerte de su
hermano, y siguió luchando, sin mostrar ninguna señal de darse por
vencida. Enfrentó a Lex mientras la mantenía bajo vigilancia durante
semanas. Incluso se las arregló para eludirlo mientras él estaba
siguiéndola.

El hombre levantó una ceja ante eso y Lex dio un gruñido, pero no
contradijo la historia.

—¿Ella aceptará tu lobo? —preguntó su madre a Lex.

—Ella y yo hablaremos de eso más adelante. En este momento hay


asuntos más importantes —dijo Lex solemnemente. Podía sentir a Nina
comenzar a impacientarse con todo el mundo hablando de ella.

—¿Y conoce y acepta todos los aspectos de nuestra cultura,


entonces? ¿Incluso la tríada del vínculo? —preguntó su padre.

—Estábamos a punto de discutir eso cuando llegasteis. —Lex dijo


eso de manera rápida y Nina se volvió y entrecerró los ojos hacia él.

Su padre suspiró.

—Lex...

—Dije que hablaremos de ello más adelante. —El tono de Lex no


admitía discusión—. Es mi compañera, podéis ver claramente eso. Es
hermosa, inteligente y fuerte. Es mía y eso es todo.

Su madre sonrió ante eso.

—Nina, soy Beth Warden, este es mi marido Henri. Bienvenida a


nuestra familia. Las siguientes semanas serán muy confusas a medida
que te sumerjas en nuestro mundo. Por favor, no dudes en venir a mí o

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

a mi madre o a tus cuñadas para obtener ayuda. Eres una de las nuestras
ahora. —Besó las mejillas de Nina y dio un paso atrás.

Su padre se movió delante y le besó la frente.

—Bienvenida a la Manada Cascadia. Eres una de las nuestras


ahora, hija. —Se volvió a Lex y tiró de él a un abrazo—. Has sido
bendecido, Lex. Ella será buena para ti.

Hubo una disminución general de la tensión entonces, y Nina fue


presentada a las hermanas de Lex y Cade y a su cuñado, quien parecía
muy feliz de reunirse con ella y darle la bienvenida a la Manada.

Mientras Cade estaba diciéndole a su padre acerca de la situación


con el portátil y sus tentativos planes de atraer al asesino, Nina se inclinó
y silbó en el oído de Lex:

—No creas que olvidé que no me estás contado toda la historia.

Él hizo una mueca y luego la besó en la sien.

—Nunca habría soñado con eso.

La familia permaneció hasta bien pasada la medianoche, hablando


y riendo. Lex se negó a cualquier conversación sobre cómo hacer para
atrapar al asesino, amonestando a todos por el bienestar de Nina.

En su lugar hablaron sobre los asuntos de la Manada.

Henri había sido Alfa de la Manada y antes de él lo había sido su


padre. Él había renunciado diez años antes, y le había entregado las
riendas a Cade.

Lex había estado en el Ejército y servido como Ranger durante ocho


años después de eso, lo que lo había entrenado aún más. Había recibido
su entrenamiento como arquitecto mientras estaba en el Ejército. Regresó

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

a Cascadia cuando se sintió realmente listo para tomar su lugar como


Ejecutor, cuando tenía veintiocho años. El mismo año en que Cade se
convirtió en Alfa.

Ella quería saber más acerca de su reputación como el “Gran Malo”


pero Lex se avergonzó y les hizo parar, por lo que Nina les susurró a sus
hermanas que hablaría con ellas después acerca de eso.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Capítulo Cuatro
Después de que todos se fueron, Lex se volvió hacia Nina.

—¿Por qué no vas y te preparas para ir a la cama? Te relajas, lees


uno de los libros en esa pila que compraste hoy. Ahora que todo el mundo
se fue, por fin puedo mudar tus cosas a nuestra habitación. —Ella
sonrió—. Compláceme.

Mientras llegaba a la cima de la escalera, se volvió para mirar a los


dos hermanos.

—No creáis que no sé que vosotros dos hablaréis de lo que sea que
habéis estado callando a todo el mundo toda la noche, Lex.

Cade se rió y Lex puso los ojos en blanco.

Después de que ella fue a su habitación y se escuchó el sonido del


agua y oyó que se cepillaba los dientes, Lex hizo un gesto con la cabeza
y Cade lo siguió hasta la habitación, donde comenzaron a recoger sus
escasas pertenencias y los dos las movieron rápidamente a su suite.

Ella todavía estaba en el baño cuando Lex se sentó en la sala. Miró


a Cade con un suspiro.

—Tienes que decírselo, Lex. Explicárselo.

—Ella es humana. Estoy preocupado por cómo lo tomará.

—Sí, y tú no quieres compartirla. —Los perspicaces ojos de Cade


estudiaron a su hermano.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¡No la compartiré! Será solo una vez y porque es necesario. No


tengas ideas, Cade. —Lex se empujó fuera del sofá y comenzó a caminar.

Cade se quedó sentado.

—¿Crees que trataría de quitarte a tu compañera, Lex? ¿Piensas


tan poco de mí, después de todo?

Lex se pasó una mano por el pelo.

—No. Pero ella es hermosa. Perfecta. ¿Cómo podrías no querer


más?

—Lex, es tuya. Ese derecho es suficiente para mí. Sin embargo, el


triple enlace debe suceder. Tú lo sabes y yo lo sé. Y tiene que suceder
pronto, para que se forme el vínculo. Ella no podrá manejarlo si no lo
hacemos. —Cade deseaba a Nina, era atractiva y fuerte, pero ella
pertenecía a Lex y eso era todo.

—No esta noche. Es tarde y ella está cansada y ha tenido un gran


día. Déjame tenerla para mí solo un poco más. —Lex apoyó la frente
contra la ventana.

—Mañana por la mañana, entonces. Sabes que tiene que suceder.


Ahora ve con ella. Llámame cuando estés listo por la mañana.

Lex asintió y subió tras ella.

Entró en el dormitorio y se detuvo un momento, respirando los


olores que salían de ella. Su aroma estaba unido con él. Sus ropas
colgaban en su gran armario. Su presencia estaba allí, como una parte
de él. Sonrió cuando la vio apoyada en su cama, leyendo un libro.

—Hola —dijo ella con una sonrisa casi tímida.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Hola a ti, hermosa. —Se acercó a ella, dejó a un lado el libro y


tiró del broche de su pelo. Cayó sobre sus hombros en una cascada de
olor dulce. Tomando un rizo entre su pulgar e índice, lo frotó,
deleitándose por lo suave que era.

Sus grandes ojos castaños miraban hacia él y él tiró de las


cubiertas y sonrió con la visión de su cuerpo desnudo.

—Eres tan condenadamente hermosa. ¿Lo sabías? —murmuró y le


besó el hombro.

—Mmm. Gracias. —Subiéndose sobre sus rodillas, ella extendió la


mano para tirar de su camisa y del botón de sus pantalones, abriéndolos.
Él movió sus manos fuera del camino e hizo el resto por sí mismo,
quitándose todo mientras caminaba hacia la cama.

Ella cayó sobre su espalda en el colchón con una sonrisa y él la


siguió.

Él fue a besarla y ella le dio la vuelta para estar arriba.

—Eso está muy bien. Deslízate aquí y déjame probarte. —Se


sonrojó y él la miró con atención—. Sabes tan bien, Nina. Celestial.

—No es eso, aunque gracias. Nunca lo he hecho de esa manera —


admitió en voz baja.

—¿Nunca te has sentado en el rostro de un hombre?

—¡Eeeek! ¿Y dices que tengo una boca sucia?

—¿Qué? No hay nada sucio en que te sientes en mi cara. Aunque


realmente no te sentarás, más como que te arrodillarás y yo haré el resto.
—Se rió y luego rodó, poniéndola abajo de nuevo—. Si te sientes
incómoda podemos intentarlo de otra forma.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Por qué no dejas que yo te saboree? —No lo había hecho muchas


veces, pero le gustaba y era algo que quería hacer con él.

—Podemos hacer las dos cosas. Date la vuelta.

Ella debió de verse confundida porque se le ocurriera tan


repentinamente.

—Ven aquí. —La agarró y rodó de nuevo, con la espalda en la cama.


Él giró su cuerpo de modo que ella estuviera a horcajadas sobre él, su
coño por encima de su rostro. Podía oler cuán excitada estaba, cuán
preparada.

Antes de que pudiera decir algo, ella tomó la iniciativa y lo atrajo


hacia su boca.

Él gimió ante el placer de hacerlo. El calor, la humedad, lo


resbaladizo, el sinuoso deslizamiento de su lengua sobre su pene tiró de
él a una red de sensaciones de una forma que nunca había sentido antes.

Ella no dudó y lo lamió con gusto. Se permitió un momento para


disfrutar de ella antes de abrir los ojos y sostenerla abierta con sus
pulgares.

Allí estaba ella, brillante y rosa, hinchada de su deseo por él. Su


clítoris estaba allí, asomándose de su capucha y él deslizó la punta de la
lengua sobre él. Ella saltó con sorpresa y luego gimió y rodó sus caderas
hacia atrás cuando él lo hizo de nuevo.

Su trasero era perfecto. Redondo y carnoso pero apretado, él podía


decir que caminaba mucho. Quería morderlo y lo haría en otro momento.
El bonito fruncido pasaje de su trasero estaba allí y no pudo resistir un
golpecito con la parte de atrás de su lengua. Ella dio un sorprendido grito
y trató de moverse, pero él la mantuvo allí, con sus fuertes manos en sus
muslos.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Te deseo toda, Nina. Hasta el último centímetro de tu cuerpo —


gruñó posesivamente.

Ella maulló de placer cuando él siguió esa declaración presionando


su pulgar en su vagina y girando su lengua por el pequeño agujero de
nuevo, después mordisqueando su perineo y alrededor de su pulgar,
saboreando su miel.

Ella inclinó sus caderas, dándole un mejor acceso a su vagina


mientras continuaba su erótico asalto sobre su pene. Luego la comió,
lamiendo, mordisqueando y chupando hasta que ella estuvo temblando
y el ritmo en su pene se volvió más lento. Su cuerpo se movía lentamente
adelante y atrás de él mientras chupaba su pene y al poco tiempo estaba
moliendo la carne de su vagina en su cara sin dudarlo.

Ella gemía bajo alrededor de su pene, las vibraciones viajando por


el eje y a través de sus bolas, subiendo por su columna. No quería
correrse en su boca, quería estar dentro de ella otra vez y sabía que tenía
que empujarla hacia el orgasmo primero.

Los dedos se clavaron en la carne de su trasero y muslos,


apresurando el ritmo, follándola con su pulgar. Él se pegó a su clítoris y
lo chupó lentamente, dentro y fuera una y otra vez hasta que su cabeza
fue hacia atrás con un jadeo y ella gritó su nombre cuando su orgasmo
azotó y corrió por su cuerpo.

Nina aún estaba surfeando las implacables olas de su clímax


cuando sintió a Lex moverse debajo de ella. Él le murmuró que se
quedara allí sobre sus manos y rodillas y otro intenso orgasmo se empujó
a través de sus células cuando él empujó su pene en su coño.

—Oh, Dios, es tan bueno. —Él apretó los dientes mientras las
paredes de su vagina ondulaban alrededor de él por su clímax. Ella
estaba cremosa y suave, y se sentía tan condenadamente bien estar

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

enterrado en su interior de esa manera que estaba seguro de que no


quería volver a salir.

Su miel recubría su pene y se vio a sí mismo saliendo y luego


pulsando de nuevo dentro de ella. En esta posición, su lobo estaba muy
cerca de la superficie. Las hebras de su cabello estaban en su espalda en
gruesas espirales de rizos. Ocultaban parcialmente su rostro, pero podía
ver que mordía su labio inferior entre sus dientes.

—He querido esto desde aquella primera noche, cuando me


apuntaste con la condenada escopeta. Cuando parecías una solterona.
Cuando olí tu habitación fui un caso perdido —susurró.

Ella se empujó hacia él.

—Me miraste medio segundo y decidiste que no era material


follable, no mientas —se quedó sin aliento y gimió.

—Empezaste a gustarme. Pero, sinceramente, empecé a


enamorarme de ti cuando me echaste de tu casa —dijo con una sonrisa
y ella se echó a reír también.

¿Alguna vez se había reído en la cama con una mujer? ¿Había visto
su pene desaparecer, presa de los labios de su vagina? No podía
recordarlo, y había tenido muchas mujeres antes que ella. Era como si
su presencia en su vida, en su cama, hubiera borrado a todas las otras
mujeres de su cabeza.

Deslizó sus palmas hacia arriba por la curva de su cintura y se


inclinó hacia adelante, ahuecando sus deliciosos pechos, sus pezones
punzando contra su palma.

—Eres todo, Nina. Cada maldita cosa para mí.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

La vio curvar los labios en una sonrisa y ella dio un grito de


satisfacción cuando él se deslizó de nuevo y ella se encontraba con su
empuje. Una y otra vez, los sonidos húmedos de su unión hicieron eco a
través de la habitación y el olor de su sexo flotó en el aire. Tejiendo un
hechizo sensual a través de sus sentidos, la unión era más profunda con
cada zambullida que su pene daba dentro de ella.

Él sintió que su orgasmo comenzaba como un hormigueo,


arqueando su columna, resbalando sobre su cuero cabelludo. Sus dedos
se apretaron y ella gruñó un poco, no de dolor. Disparó de la cabeza de
su pene en oleada tras otra y se dejó ir con un gruñido y la atrajo hacia
sí y la mordió en el cuello, manteniéndola en su lugar mientras la follaba
con una intensidad feroz. Su lobo rugió cerca, podía sentirlo justo debajo
de su piel, y cuando ella se encontró con esa intensidad salvaje con un
gruñido propio él soltó su cuello, se echó hacia atrás y dio un aullido
triunfal.

Ambos cayeron al colchón, y él sintió que ella se tornaba laxa y caía


en un sueño, su pene aún latiendo en su interior.

*****

Nina se despertó con el sonido de una conversación susurrada. Se


dio la vuelta y vio el lugar donde Lex había estado durmiendo. Se dio la
vuelta y se sumergió en su calor, en su olor.

El hombre era un calentador. Ella se había despertado con frío y


acabó acurrucada, con sus brazos a su alrededor y su calor la había
cubierto inmediatamente.

Sonrió. No debería sentirse así, pero lo hacía, y por una vez en su


vida solo se dejaría llevar. Lo que tenía con Lex Warden era increíble y
profundo y lo mejor que había sentido nunca.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Lex regresó a la habitación y le dio una sonrisa perezosa. Llevaba


pantalones bajos de pijama y ella vio la ondulación de sus músculos
mientras se acercaba a ella. Su sonrisa vaciló cuando miró su rostro.
Parecía tenso, preocupado.

Ella se sentó.

—¿Qué?

Él dejó escapar un suspiro.

—¿Te acuerdas que anoche dijiste que querías escuchar toda la


historia?

Ella asintió.

—¿Puede entrar Cade? Él y yo necesitamos explicarte todo.

Ella se inclinó y agarró la camiseta de la noche anterior y se la


puso, manteniendo su trasero desnudo en la cama.

—Está bien —dijo con cautela.

Lex se acercó a ella y la besó en la frente y los labios.

—Está bien. Esto no cambiará nada entre nosotros. Cree eso.

—Me estás asustando, Lex.

—Lo siento, preciosa. No fue mi intención. Te amo.

—Solo tráelo aquí y terminemos con esto.

Él asintió y se acercó a la puerta. Cade entró y se sentó a los pies


de la cama.

—Buenos días, Nina.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Buenos días, Cade. Ahora, dime lo que está pasando. Estoy


segura de que mi imaginación está haciéndolo peor de lo que realmente
es.

Cade se echó a reír, pero fue algo tenso.

—El vínculo entre compañeros es muy fuerte. Los lobos, en su


estado natural, son compañeros de vida. ¿Sabías eso?

—Creo que leí algo acerca de eso hace unos años.

—Bien, con los hombres lobo es lo mismo. Se aparean de por vida.


El reclamo y el establecimiento de vínculos entre compañeros son a nivel
celular. Y entre más alto sea el estatus del lobo en una Manada, más
fuerte es la unión.

Nina asintió, sin ver a dónde demonios iba eso.

—Así que, ¿ya sabes que Lex es el segundo en esta Manada, justo
debajo de mí?

Nina levantó las cejas, mostrando impaciencia.

—Sí. ¿Y cuál es el punto?

—Bueno el punto es que cuando los hombres lobo se aparean,


tienen algo que se llama el triple-enlace. Es para establecer un vínculo
de anclaje por dos razones muy importantes. En primer lugar, para que
la mujer no vaya a perderse en la oleada emocional y hormonal de la
reclamación, y también para mantenerla con vida si algo le ocurriera a
su compañero.

—¿Triple-enlace?

—Bueno, tú estás unida a Lex. Ahora tienes que vincularte con otro
lobo. Ese vínculo estabilizará tu conexión con él, manteniéndote a salvo.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Ella tiró de la sábana más alta.

—¿Vincularse? ¿Cómo?

—Como te vinculaste con él.

Estrechando los ojos, ella saltó de la cama y empezó a caminar,


olvidando que su trasero estaba desnudo debajo de la camiseta que
llevaba puesta.

—¿Como me uní a él? ¿Quieres decir follar? ¿Se supone que debo
follar a otro lobo para salvarme? Ah, ¿y él también folla a alguien para
salvarse?

—Nina... —Empezó Lex, poniéndose de pie.

—¡No! ¡Responde a la pregunta! —Ella se detuvo frente a él, con las


manos en las caderas.

—No, no tendré sexo con alguien más. Es solo la hembra de la


pareja vinculada. No sabemos por qué funciona de esa manera, pero lo
hace.

—Permíteme entenderlo. ¿Quieres que folle a otro hombre? —Frío


dolor reemplazó la calidez de la conexión que había sentido cuando él
había entrado a la habitación.

—¡No! Maldita sea, no lo deseo. No quiero que nadie más te toque,


pero no tenemos elección. Nina, sin el ancla del triple-enlace te ahogarás
con la sensación de nuestra conexión. Poco a poco te abrumará hasta
que no puedas aguantar más. Aquellas mujeres que no lo han hecho se
han suicidado. E incluso si pudieras superar eso, tengo una posición
peligrosa en la Manada. Si muriera, tú tendrías que seguirme. ¡El triple-
enlace salvaría tu vida! ¿Crees que te quiero loca o muerta? Te amo, Nina.
Quiero protegerte. —Su voz se quebró y ella sacudió la cabeza.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Y no te pareció conveniente hablarme de esto antes de


reclamarme? Oh sí, ¡no pedí que me reclamaras, tampoco! Y me amas,
¿pero deseas compartirme? —Se dio la vuelta y tiró de los cajones hasta
que encontró su ropa y empezó a ponérsela.

Lex se quedó allí. Podía sentir el dolor acuchillándola y, como tal,


él era acuchillado también. No quería que ella estuviera con alguien más,
pero tenía que protegerla. Ella tenía razón al estar enojada porque él no
se lo había dicho.

Cuando la vio llegar a su bolso y comenzar a meter ropa en él, saltó


a la acción.

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó, agarrando el bolso.

Ella lo alcanzó, pero él se lo lanzó a Cade, quien abrió la puerta, lo


tiró al pasillo y la cerró otra vez, la espalda contra ella.

—¿Qué demonios estás haciendo? ¡No puedes retenerme aquí!

—No puedes irte, Nina. En primer lugar, no es seguro para ti andar


por ahí. En segundo lugar, el triple-enlace debe ser sellado hoy. Es
peligroso dejar pasar mucho más tiempo. Cuanto más tardemos en
vincularnos, peor será. —Lex trató de tomarla en sus brazos, pero ella lo
empujó.

—Oh, ¿así que mi sustituto para follar está aquí? ¿Dónde? —


Estaba siendo sarcástica hasta que vio a Cade contra la puerta y por fin
cayó en la cuenta—. ¡Tienes que estar bromeando! Vosotros dos me
atraéis hasta aquí a vuestra mansión lobo y ahora, oh vaya, ¿tengo que
follaros a los dos o me volveré loca? ¿Eso ha funcionado en otras mujeres?
Oh dios, qué tonta he sido. De hecho, me gustaban todas estas cosas de
los compañeros y todo eso.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Lex gruñó y la agarró por los brazos, tirando de ella hacia él con
suavidad pero con firmeza.

—Eres mi compañera, Nina. No lo puedes negar. Y no hay otra


mujer. ¡Solo tú! Sabes que esto es real. Deja de mentirte a ti misma, deja
de mentirme. —Estaba desesperado por hacer que viera la verdad de
todo.

—Lex, ¿por qué no nos das unos minutos? —No era una petición.
Era el Alfa hablando. Lex le gruñó a su hermano, pero se vio obligado por
su Alfa.

—Estaré junto a la puerta, nena. Resolveremos esto —dijo él, y se


dirigió a la puerta—. No le hagas daño, Cade.

Cade gruñó bajo y amenazador y Nina apretó la espalda contra el


armario en reacción.

—¿Cómo te atreves, Alexander? ¿Crees que le haría daño a


cualquier miembro de mi Manada sin razón? ¿Crees que le haría daño a
tu compañera? Sal al pasillo, ahora.

Lex le lanzó una mirada por encima del hombro y salió de la


habitación.

—Siéntate, Nina.

—Él puede obedecerte, pero yo no. No soy un hombre lobo, tú no


eres mi rey.

—Haz lo que quieras. —Él se sentó en la cama—. Le estás haciendo


daño, lo sabes ¿verdad?

—¿Qué? —preguntó ella, incrédula—. ¿Yo le hago daño? ¿Al


hombre que me folla y luego entra en la habitación y anuncia que se

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

supone que debo tener sexo con su hermano? ¿Yo le hago daño?
¡Sandeces!

—Oh, corta la actuación de chica dura. Puedo ver lo enfadada que


estás. Pero para responder a tu pregunta, retórica al parecer, sí, lastimas
a Lex. No quiere esto, Nina. Él te ama. Pero es el único camino.

—Ah, y es un sacrificio para ti —dijo ella con sarcasmo.

Él suspiró.

—Vamos a cortar la mierda ¿está bien? Honestidad total. Por un


lado, no me gusta esto porque él es mi hermano. Ha recibido una bala
por mí. Pasa su vida protegiéndome a mí y a esta Manada. Que te haya
encontrado es una cosa maravillosa. Le motiva en un mundo que es
caótico por la violencia y la amenaza. Así que sí, en ese nivel, es un
sacrificio porque tengo que hacer esto y lo lastimo. En otro nivel, me
siento muy atraído por ti. Parte de eso es que eres una Alfa, incluso si
eres una mujer humana. En muchos aspectos, eres una guerrera. Debido
a que estás unida a mi hermano, químicamente, mi atracción hacia ti
está muy cerca de una conexión de compañeros. No será difícil para mí
ir la cama contigo en ese nivel. Me pongo duro ahora solo de pensar en
ello.

Nina lo miró con la boca abierta.

—Tiene que suceder. No estoy mintiendo. Lex no está mintiendo.


Demonios, puedes llamar a mi abuela y preguntarle al respecto. Todas
las mujeres que se vinculan a los lobos tienen la obligación de hacer el
triple-enlace. Y como humana es aún más urgente. Lex me dijo que
tuviste una reacción muy grave después de que te reclamó, lo que me
preocupa. Y como Alfa, y soy tu Alfa, Nina, y como hermano de Lex, estoy
impulsado a hacer lo que es mejor.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Vete —dijo ella con dientes apretados.

—Nina, sé razonable.

—¡Fuera! —gritó ella y arrojó un jarrón a su cabeza, que apenas


falló.

Lex abrió la puerta y la vio, de pie con las piernas separadas, con
el fuego en sus ojos, con la ira corriendo por su sistema.

—¿Qué diablos está pasando? —exigió.

—¡Tú y tu hermano tenéis que iros! Alejaos de mí en este momento.


No puedo soportar miraros a ninguno de los dos.

—Está bien —dijo Cade, con las manos y las palmas hacia fuera—
. Piensa en esto, Nina. Piensa en tus sentimientos por Lex. ¿Crees que te
mentiría? Sé honesta contigo misma. No tiene que haber una larga
seducción, sabes. Él puede estar en la habitación con nosotros. Algo se
nos ocurrirá. Lo haremos de manera que te sientas más cómoda. Sé que
es difícil de asimilar. Simplemente examina tu corazón.

Dio un paso atrás y empujó a Lex fuera de la habitación detrás de


él. Ella cerró la puerta en sus narices, bloqueándola.

*****

Furiosa, Nina caminó pensando en toda la serie de eventos.

Malditos fueran los hombres lobo que no habían sido más que
problemas desde el momento en que se materializaron en su vida.

Habían convertido a su hermano y luego lo mataron y ahora estaba


atrapada con estos hombres que daba la casualidad de que tenía que
follarlos a ambos para salvar su vida.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

¡Gah! ¡Hombres! Nunca debería haberlo dejado entrar en su cama.


Había sido débil. Pisoteó en el baño, cerrando de golpe y luego mirando
la puerta.

Puede que si se duchaba quitara el olor de ese imbécil de su piel


mientras pensaba en una forma de salir de allí.

*****

—Quisiera preguntarte qué le dijiste, pero lo oí a través de la


puerta. Esto es más que solo un deber para ti, Cade —gruñó Lex mientras
caminaba.

—Controla a tu lobo o yo lo haré —dijo Cade con amenaza. Lex se


había transformado parcialmente dos veces en la última media hora.
Cade nunca había visto a su hermano perder el control de esa manera—
. Sí, es más que un deber. Voy a disfrutar follándola. ¿Es eso lo que
querías escuchar? Me gustaría que no fuera así pero lo es. Nina es una
mujer muy atractiva. Pero sé que ella te pertenece, Lex. Nunca pasaría
por encima de esa línea y lo sabes.

—Dios, ¿no podéis vosotros dos hacer esto correctamente?

Ambos se giraron y captaron la entrada de su hermana menor,


Tracy.

—¡Gracias a Dios que estás aquí! —dijo Lex.

—¿Dónde está?

—Arriba en nuestra habitación. Está realmente enfadada y herida.

Tracy examinó a sus dos hermanos. Tan fuertes y bien parecidos,


si no podían convencer a una mujer que sería una gran idea tener sexo
con los dos no tenía mucha esperanza para la próxima generación de la
Manada. Cabezas de chorlito. Soltó un bufido.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Bueno, la reclamaste sin decirle los detalles y luego le sueltas,


oye, tienes que acostarte con mi hermano para no volverte loca, después
de una noche en la que supongo tuvisteis sexo maravilloso después del
vínculo. En serio. Primero, Sid lo maneja todo mal con Layla y casi se
separan y luego te pones chapucero con esto.

Lex la fulminó con la mirada. Ella era la pequeña rebelde de la


manada. Con tatuajes y piercings dios sabía dónde.

—¿Vas a ayudar o no?

Ella puso los ojos en blanco.

—Por supuesto que sí. Pero no creéis que desperdiciaría la


oportunidad de daros una reprimenda sobre esto ¿verdad? —Se dio la
vuelta y salió de la habitación sin esperar una respuesta.

Sacudiendo la cabeza con disgusto, corrió por las escaleras y se


detuvo delante de la puerta de Lex, tocando suavemente.

—¿Nina? Soy Tracy. Nos conocimos ayer. Soy la hermana menor de


Lex. ¿Puedo entrar, por favor?

—¿Por qué? ¿Tengo que tener sexo contigo también? —Llegó desde
el otro lado de la puerta.

Tracy se rió de eso. Realmente le gustaba su cuñada. Tenía todo el


fuego que se necesitaba para mantener a Lex en línea.

—No. ¿Estás decepcionada?

La puerta se abrió de golpe y Nina estaba allí, viéndose imperiosa


con una única ceja levantada.

—¿Qué quieres?

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Oh, vamos, déjame entrar. Sabes que tienes curiosidad. ¿Qué


tienes que perder?

Ella suspiró y le hizo señas a Tracy para que entrara en la


habitación y volvió a cerrar tras ella.

Tracy abrió la bolsa que tenía con ella y le arrojó algo a Nina.

—Es un sándwich. Ensalada de pollo. Pensé que podrías tener


hambre después de que Chip y Chop te soltaran lo del triple-enlace sin
previo aviso.

Nina se sentó en la cama y le indicó a Tracy que hiciera lo mismo.

—Gracias.

—No hay problema. Hay patatas fritas y galletas también —añadió


mientras abría su propio sándwich y comenzaba a comer.

—¿Qué haces aquí? No quiero ser grosera, pero seamos francas.

—Sabes por qué estoy aquí —miró a Nina—. Lex me llamó en estado
de pánico y yo corrí. Vamos. Admítelo. Ya sabes, en el fondo, que Lex y
Cade no mienten. Apuesto a que te sientes un poco inestable ahora
mismo. Mi hermana Layla no quería hacer lo del triple-enlace tampoco.
—Tracy metió los pies debajo de ella mientras comía—. De todos modos,
ella y Sid tuvieron sexo y la reclamación ocurrió. Solo que no sabían que
eran pareja, pensaron que era solo cosa de la lujuria. ¡Lay enloqueció! No
quería estar unida a nadie, mucho menos a un artista. Sid es pintor, por
cierto, es bastante bueno. De todos modos, ella trató de alejarse. Incluso
al crecer en una Manada y conociendo sobre de la necesidad del triple-
enlace. Él la siguió con su primo y ella se enfureció como el demonio.
Pero eso no cambia los hechos y después de tres días tuvo que admitirlo.
Estaba empezando a perder el control de sus emociones y generalmente
ella los perdía. Sid estuvo a punto de involucrar a mis padres —Tracy

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

puso los ojos en blanco—, entonces Lay dejó finalmente que el triple-
enlace se diera.

Tracy se inclinó hacia delante y tomó la mano de Nina.

—Sé que amas a Lex. Lo que pase con Cade puede ser divertido, o
no, pero tiene que suceder. No te diré que no tendrá sentido porque
estarás conectada a él de una manera profunda, pero no será lo mismo
como lo que hay entre tú y Lex y salvará tu vida. Salvará la vida de Lex
también.

—¿Qué quieres decir con que salvará la vida de Lex?

—Él no te lo dijo, ¿verdad? —resopló Tracy—. Cuando te pierdas


mentalmente, lo arrastrarás a él contigo.

—Él no me lo dijo —dijo Nina débilmente.

—¿Y qué te dice eso?

—No quería usar eso para forzarme a hacer una elección.

—Esa sería mi suposición. Él es muy sensible para ser un tipo tan


duro.

—Es un idiota.

Tracy se vio sorprendida por un momento y luego se echó a reír tan


fuerte que las lágrimas salieron de sus ojos.

—Sí. Pero es tu idiota. ¿Qué harás?

Nina suspiró.

—¿Por qué no vino Layla?

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Ella comparte el coche con mamá hoy. Y pensamos que sería


mejor hablar en persona al respecto. Además, me gustas.

—Tú también me gustas. ¿Te dolió? —preguntó Nina, señalando el


anillo en la ceja de Tracy.

—No, no tanto como el anillo del pezón.

Nina se rió.

—Déjame terminar este sándwich y luego iré a tener sexo con Cade.
No puedo creer que esté quejándome de eso. Si no fuera por Lex, estaría
sobre él. Y oh, supongo que es bastante asqueroso para que lo escuches.

Tracy sonrió.

—Sí, bueno, no hay necesidad de seguir hablando de ello. Los dos


son lobos guapos. No hay nada más que decir.

Media hora después, Tracy bajó, tiró la basura en el bote debajo


del fregadero, miró a sus hermanos y suspiró.

—Vamos, lo arreglé para vosotros. ¿Y un consejo para el futuro?


Decidle simplemente las cosas o nunca podrá confiar en vosotros.

Con eso hizo un gesto y se dirigió hacia la puerta.

—Bueno, déjame ir primero. Después, sígueme en pocos minutos


—le dijo Lex a Cade mientras comenzaba a salir de la habitación hacia
las escaleras.

Cade asintió y volvió a la cocina.

*****

Lex llamó a la puerta y dijo su nombre suavemente. Ella la abrió y


le hizo señas para que entrara.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Nina vio el dolor en su rostro.

—Lo siento, cariño. Realmente lo hago. No quería soltar esto sobre


ti, infiernos, no quería hacerlo en absoluto, pero no se puede evitar, y sé
que es injusto y debes odiarme pero te amo y es necesario y lo
superaremos...

—Balbuceas de nuevo —dijo ella, y puso un dedo sobre sus labios—


. Será solo una vez, ¿verdad?

Él asintió.

—Está bien. ¿Podemos acabar con esto, entonces?

Él asintió otra vez y movió su dedo lejos.

—¿Me quieres en la habitación?

—Si no estás en la habitación, ¿imaginarás todo tipo de cosas?

Él lo pensó por un momento y asintió.

—¿Estás seguro de que puedes soportar estar en la habitación?


Porque quiero recordarte que no fui yo quien lo mencionó. Esto no es sexo
con otra persona por recreación. No quiero ser castigada por ello más
tarde.

Él tomó una respiración profunda.

—Prefiero estar en la habitación. Y lo sé. Pero no quiero que esto


sea como un examen médico para ti tampoco. He estado pensando y
quiero que disfrutes con él. Será la única vez que estarás con alguien más
que conmigo, entonces saquemos el máximo provecho de ello. Estarás
vinculada a Cade, no de la misma manera en que lo estamos nosotros,
pero aún así creo que es mejor si un vínculo emocional puede formarse,

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

también. Dado que todos vamos a vivir en la misma casa, incluso después
de que él se apareé, debemos sacar lo mejor de esta cosa.

Ella levantó una ceja dubitativa pero asintió. Ambos saltaron


cuando hubo un golpe en la puerta.

Cade entró y se elevó la tensión en la habitación.

—¿Listos? —Lex y Nina asintieron y Cade le tendió la mano—.


¿Cómo lo hacemos?

Lex le explicó rápidamente que iba a quedarse en la habitación. Él


y Nina habían decidido dejar que la experiencia progresara de forma
natural en vez de que fuera algo clínico.

Después de un poco de negociación que tuvo a Nina riendo, los dos


hermanos se volvieron a ella. Ella contuvo el aliento ante la intención
sexual en su mirada.

De repente, su risa se fue y quiso volver a caer en la cama y


extender bien sus brazos mientras gritaba “¡Tomadme ahora!”. De
ninguna manera podía ser indiferente sobre eso.

Lex caminó hacia ella y tiró de su cuerpo contra el suyo. Ella podía
sentir el calor de su piel, los latidos de su corazón bajo la palma de la
mano que tenía contra su pecho. Ella miró sus ojos y sintió la profunda
conexión de sus almas. Él era su corazón, el que le hacía correr la sangre
por sus venas, músculos y huesos. Formaba parte de ella de una manera
que iba más allá de su capacidad de articular siquiera para sí misma.

Él se inclinó y capturó sus labios con los suyos, tirando de ella en


un beso que la devastó. Sus labios eran firmes y fuertes, cálidos y llenos
de vida. Vertió todo lo que sentía por ella en ese beso y ella lo tomó.
Absorbida por ello, recibió cada pequeña emoción, dejando que la llenara.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

A su vez, se alimentó con su propio beso, sus manos casi reverentes en


su pecho.

Cade los miró a los dos, sintiendo la intensidad de lo que tenían


juntos, sintiendo amor por su hermano y por esta compañera suya y no
poca envidia. Quería esto para él, quería una compañera vinculada que
lo sostuviera, que lo llenara. Que lo completara. Tenía cuarenta años y
ya era hora.

Lex rompió el beso y se encontró con los ojos de Cade sobre el


hombro de Nina. Le dio la vuelta lentamente para que mirara a Cade.

Nina casi se quedó sin aliento cuando captó la mirada de hambre


cruda en la cara de Cade. Se veía como Lex, pero sus labios eran un poco
más llenos, sus ojos color avellana en lugar de verdes y su pelo más rubio
que marrón. Un aura de poder emanaba de él, podía sentirlo levantarse
como el calor del pavimento.

Lex le sacó la camisa sobre su cabeza y luego el sujetador. Sus


pezones se erizaron ante la mirada codiciosa de Cade y en respuesta a
las grandes manos de Lex en sus pechos, sus dedos pulgares acariciaron
las puntas de color rosa oscuro.

Su cabeza cayó hacia atrás contra la pared del pecho de Lex y Cade
se adelantó. Cayó de rodillas, con las manos en su cintura, abriendo sus
vaqueros y arrastrándolos hacia abajo junto con sus diminutas bragas.
Ella alargó la mano para sujetar su hombro para mantener el equilibrio
mientras salía de su ropa, y la chispa de conexión viajó por su brazo.

Girando la cabeza, rozó sus labios por el punto de la muñeca en su


pulso y ella jadeó suavemente.

Lex se movió de modo para que sus labios quedaran en su oído.

—Vuelve a la cama, hermosa.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Ella dejó que la apartara y la pusiera sobre la cama. Levantó la


mirada hacia ambos y vio cómo se sacaban la ropa. Cade era más alto
que Lex pero su musculatura no era tan densa. Tenía una capa más
gruesa de pelo en el pecho y en la línea del abdomen que Lex y sus piernas
eran más largas. Y su pene, bueno, tenía que intentarlo y no mirar, pero
era grueso, carnoso y tenía una ligera curva hacia la izquierda. Y estaba
feliz de verla.

¡Ah, la recompensa que recibían sus ojos! ¿Ella había pasado de no


tener sexo en años a esto?

¡Diablos! Sí, efectivamente, lo amargo con lo dulce. El dolor de su


reciente pérdida jugó en contra de la alegría de esa unión de vida que
tenía con Lex.

Lex la miró, su sonrisa, la forma en que su cabello se extendía sobre


su cabeza, sus pechos altos y llenos, la curva de sus muslos y estómago.
Su tez oliva profundo.

Ella era tan hermosa, tan sexy y deseable. En ese momento se


sentía orgulloso de ella, de esta mujer excepcional que era suya, mientras
la compartía con su Alfa, con su hermano.

Cade se arrastró sobre la cama, entre sus piernas, y le besó la parte


posterior de las rodillas hasta la piel ultra sensible de sus muslos,
deteniéndose en su vagina.

Lex se inclinó y la besó en los labios y en la nuca. Ella se arqueó y


gimió mientras Cade usaba sus pulgares para separar sus labios y daba
una lamida y luego otra.

—Tan dulce —murmuró él contra su piel. Lex se rió alrededor de


su pezón y luego lo mordió justo en el borde suave.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Mientras Lex succionaba su pezón con lamidas largas y lentas,


Cade golpeaba su clítoris sin descanso con la punta de su lengua
mientras la follaba con los dedos. La primera vez que golpeó ese lugar ella
casi se cayó de la cama.

—Ah, veo que encontré algo. Vamos a intentarlo de nuevo —dijo él


brevemente y comenzó a acariciar su dulce punto un par de veces
mientras la penetraba con un movimiento de dedos de “ven aquí”.

Sus piernas comenzaron a temblar y ella giró la cabeza hacia atrás


y hacia adelante. Estaba gimiendo y jadeando y sus manos agarraron la
cabeza de Lex mientras él se movía de un pezón al otro.

—Déjate ir, hermosa. Muéstrale cuán magnífica eres cuando te


corres —dijo Lex suavemente hacia ella, instándola.

Uno de los dedos de Cade, mojado con su miel, se deslizó hacia


abajo y le hizo cosquillas alrededor de su entrada trasera al tiempo que
raspaba su clítoris con los dientes. Ella se arqueó con un grito cuando el
clímax se precipitó en ella, ahogándola en el placer. El shock de ello
iluminó sus nervios y sintió un hormigueo por todo el cuerpo.

Lex la abrazó con fuerza y la besó, tirando de sus gritos jadeantes


a su boca.

Cade miró hacia arriba y la vio correrse, observó el rubor del deseo
aflorar sobre su cuerpo. Vio la cara de Lex mientras la tomaba, lleno de
su placer y en la belleza del momento. Los envidió.

—¿Estás lista para mí? —preguntó él en voz baja y ella lo miró, sus
ojos enfocándose de nuevo.

Ella volvió a mirar hacia Lex, queriendo estar segura de que


estaban en sintonía.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Estás de acuerdo con esto? —susurró ella.

—Está bien, nena. Solo disfruta. —La besó en la frente y miró a su


hermano, quien esperaba y luego se movió sobre su cuerpo cuando vio
que estaba bien.

Nina miró sus ojos y él sostuvo sus muslos con sus antebrazos y
apretó su pene contra su coño resbaladizo, sintiendo el calor húmedo
envolviéndolo en un abrazo apretado.

—Jesús, eres tan apretada —dijo él con los dientes juntos. Era tan
bueno que el placer se apoderó de sus tripas y espina dorsal. Ella era tan
deliciosa, tan hermosa, que tuvo una sobrecarga sensorial. Quería hacer
que durara, pero sabía que no era su lugar. Sabía que esto era por el
triple-enlace y esta mujer no era de él, ni lo sería nunca.

Cerró los ojos y embistió en ella. Su cuerpo recibió el suyo en un


ritmo más antiguo que el tiempo. Lex estaba detrás de ella, su cuerpo
acurrucado alrededor del suyo. Nina inclinó la cabeza hacia atrás para
verle la cara y miró a Cade de nuevo.

Era hermoso y aún surrealista. Lex estaba dándole su más


preciada posesión a su hermano, aunque de forma temporal. Ver a otro
hombre follar a su mujer, debía hacerle sentir celos, pero no los tenía.
Era algo tan antiguo como su cultura e iba a anclarla a esta vida, a
mantenerla a salvo y con él. Sabía que si algo alguna vez le pasaba a él,
ese vínculo con Cade la cuidaría. Eso lo hizo sentirse aliviado e
intensamente emocional al respecto. Su lobo estaba protegiendo a su
compañera, era primitivo, salvaje y era lo correcto.

Él sabía, incluso mientras observaba a Cade amar a su mujer, que


ella era suya y que eso no cambiaría. Eso le permitía ir más allá de los
celos y abrazar su placer y el sacrificio de su hermano. Podía ver la

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

envidia en la cara de Cade y quería mucho que su hermano tuviera esto


con una mujer propia.

—Oh, Dios, sí. Más duro —dijo Nina con voz ronca y el pene de Lex
se endureció ante el sonido.

Cade gimió y comenzó a empujar más y más duro.

La palmada, palmada, palmada de sus golpes resonó en la


habitación, amortiguadas por sus gemidos y jadeos y la respiración
pesada de Cade.

El pene de Cade se sentía tan bien. La inclinación a la izquierda


acariciaba las paredes de su vagina, disparando nervios que no habían
sido provocados con Lex. Era un placer diferente. Su grosor no era tanto
como el de Lex. Era intenso y más porque lo hacía con un propósito
mayor. Esta no era más que una follada, y no es que no fuera excelente,
era un hermano haciendo algo por un hermano, un Alfa protegiendo a
uno de los suyos. Eso tocaba a Nina profundamente.

Él estaba de rodillas, el pelo de sus antebrazos haciéndole


cosquillas en sus muslos, la tierna carne en la parte posterior de sus
rodillas. Ella extendió la mano y le tocó la cara. Esto no podía
simplemente ser algo clínico para ella. Él le había dado tanto placer con
su boca. Iba a atarla a él de algún modo y ella quería una conexión
emocional, incluso era algo entre amigos.

Él volvió la cara en su mano y le besó la palma y ella pudo sentir


otro orgasmo flotando en la base de su columna, creciendo allí.

—Tócate, Nina. Haz que te corras. Quiero sentir cómo te corres


alrededor de mi pene —gruñó él.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Ella deslizó sus dedos en su boca un momento para humedecerlos


y él observó cómo movía su mano a su coño, saltando mientras ella
jadeaba cuando sus dedos encontraron su clítoris.

Ella se humedeció los labios secos de repente y empezó a


acariciarse lentamente a sí misma. Con su otra mano agarró el pene de
Lex y él bombeó en su puño. Los tres se movieron juntos, buscando
placer.

Cade casi se desmayó cuando sintió las primeras ondulaciones de


su vagina a su alrededor. Ella era como un puño quemando y agarrando
su pene. Sus pechos se movían seductoramente mientras él se empujaba
hacia ella. Sus oscuros pezones estaban arrugados y él se inclinó y lamió
uno y luego el otro y se deleitó con su maullido de placer.

Él se echó hacia atrás y miró su mano sobre ella, vislumbrando el


brillante rosa de su vagina. Se dio cuenta de que estaba cerca. Su
respiración se hizo más corta, vio tensarse los músculos de su antebrazo
mientras ella aumentaba la presión y la velocidad de sus dedos en su
clítoris.

Con un largo jadeo, ella empezó a correrse. Los músculos en su


interior se aferraron a él, ondulando y ordeñándolo, y fue más de lo que
él pudo soportar. Con la cabeza hacia atrás, gimió mientras descargaba
su semen dentro de ella.

Lex los siguió a los dos y Nina sintió el satinado calor de su semen
correr en su costado y en su mano.

Ella también sintió lo mismo que había sentido cuando Lex se


había corrido en ella la primera vez. Total alegría y tranquilidad. Y luego
el temblor y la sudoración comenzaron. Su intestino se apretó, oleadas
de náuseas la golpearon mientras sus músculos se crispaban.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Vagamente sintió a Cade retirarse, excepto que el paño frío


limpiando su cara y frente, y Lex limpiando su mano y su costado, la
trajo de vuelta. Ella abrió los ojos y se quedó mirando a Cade y lo sintió.
Sí, el amor por él. No de la misma profundidad o intensidad que sentía
por Lex, pero amor no obstante. Al mismo tiempo ella se sintió, a falta de
una mejor palabra, anclada. Como si el vínculo efectivamente hubiese
estabilizado los sentimientos que estaban fuera de equilibrio desde la
vinculación con Lex el día anterior.

—¿Te encuentras bien, Nina? —preguntó Lex suavemente,


empujando un rizo de su cara.

Ella se incorporó lentamente y se apoyó contra la cabecera.

—Sí. —No quiso decir mucho más porque no tenía manera de


expresar la profundidad de lo que sentía por Cade sin herir a Lex, incluso
si hubiera tenido las palabras, las cuales no tenía.

—Deberíamos organizarnos, sabes —dijo Cade, agarrando sus


pantalones.

—Sí. —Nina se sentía oh, tan elocuente—. ¿Cade?

Él la miró y ella supo que también lo había sentido, y no había


necesidad de palabras. Él se puso su camisa de nuevo.

—Gracias. —Era simple, pero realmente lo sentía.

Él asintió y luego miró a Lex para asegurarse de que todo estaba


bien entre ellos, y estuvo satisfecho de que así fuera.

—No es como si fuera una tarea. —Se echó a reír, rompiendo la


tensión.

Ella se levantó y fue al baño a ducharse de nuevo y Lex la siguió


después de haber abrazado a su hermano y darle las gracias.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Ellos no habían hecho el amor, pero él le prodigó el atento cuidado,


lavándola suavemente mientras dejaba besos sobre su piel limpia. A su
vez, ella hizo lo mismo por él. Necesitaban que los suaves momentos
restablecieran su conexión después del triple-enlace.

Bajaron, media hora más tarde, vestidos y listos para enfrentar


cualquier cosa que les esperara.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Capítulo Cinco
—Bien, creo que deberíamos ir a la casa de la Manada esta noche.
Ya han pasado unos días desde que estuvimos allí y ahora que estás
vinculado es tu responsabilidad como miembro de mayor rango, que Nina
sea presentada y que todos la conozcan. —Cade se apresuró a través de
la cocina mientras hablaba.

Nina pasó junto a él y tomó un poco de zumo de la nevera. Le lanzó


uno a Lex y le entregó otro a Cade antes de saltar encima de un taburete
para escuchar. Un ritmo se había establecido y nadie lo cuestionaba,
simplemente era así.

—Entonces, ¿qué? —preguntó Nina.

—Bueno, creo que todo lo que tenemos que hacer es decir lo que
eres, ya sabes, qué casualidad, ¡la hermana de Rey es la compañera de
Lex! Y luego podemos hablar de cómo os conocisteis, de cómo a pesar de
haber perdido a Rey tenemos este portátil, y de que estamos tratando de
encontrar la manera de entrar —dijo Cade.

—De hecho, creo que debemos mantener la parte de genio de los


ordenadores para nosotros mismos. A menos que tengas registros legales.
Si yo fuera el asesino, habría hecho una verificación de antecedentes. —
Lex la observó mientras buscaba información sobre su pasado.

—Abrieron mi expediente cuando era una adolescente. Tengo


suficiente inteligencia como para no haber sido atrapada después de
cumplir dieciocho años. El expediente es insignificante, no era algo
relacionado con la informática. Incluso no tenía acceso a Internet en
casa. No hay razón para creer que podría hacerlo —ella se cubrió.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Has estado limpia desde que cumpliste dieciocho años, ¿no? —


preguntó Lex.

Ella bostezó.

—Espero que seas mejor en esto cuando estás en el trabajo. Si no


es así, los lobos deben ser muy estúpidos.

—¡Tengo derecho a saberlo, Nina!

—No tienes derecho a saber todo de mí cuando se trata de mi


pasado, Lex. Es asunto mío. Te dije que estoy limpia desde hace siete
años y esa es la verdad. Eso es todo lo que necesitas saber.

—¿Qué estás escondiendo, Nina?

—¡Nada, Lex! Nada que signifique algo para nadie excepto para mí.
Ahora déjalo, semental, o vamos a tener nuestra primera pelea. En la
última hora.

Cade se rió y tosió con rapidez para cubrirlo cuando Lex lanzó una
mirada en su dirección.

—Bien —dijo con los dientes apretados y ella puso los ojos en
blanco.

—Así que volvemos a la planificación. Iremos a la casa de la


Manada, ¿qué es eso de todos modos, como una casa de fraternidad para
hombres lobo? ¿Una pensión de mala muerte? ¿Dónde guardáis las
fulanas?

—¿Fulanas? —murmuró Lex—. ¡No tengo necesidad de conservar


ninguna fulana! Y no llamaría a una mansión Victoriana de doce
habitaciones una pensión de mala muerte. Es una casa comunal donde
solemos reunirnos. Muchos de nuestros lobos solteros viven allí.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Contamos con oficinas, así podemos trabajar. Es una manera de crear


un ambiente familiar.

—¿Sin dejar cabello de hombre lobo en el sofá de dos mil dólares


de aquí? —dijo secamente.

—Precisamente. Mi padre casi muere porque no separaba la


dirección de la Manada y su vida privada. Tuvo un ataque al corazón hace
diez años, es por eso que Cade se hizo cargo de la Manada. Él y mi madre
apenas hablaban, como te puedes imaginar, es una cosa grave para una
pareja unida. De todos modos, tenemos grandes verjas fuera por una
razón.

Lex quería que supiera que estaba planeando poner su relación en


lo alto de su lista de prioridades.

—Bueno, ¿iremos a la casa de la Manada esta noche y qué?


¿Pasaremos el rato? ¿Beberemos unas cervezas y tendré la oportunidad
de recibir miradas sucias de todas tus antiguas novias? ¿Los sospechosos
incluso estarán ahí?

No iba a contestar a ese comentario sobre las novias. Sabía lo


suficiente acerca de las mujeres para saber que era una trampa y no
caería voluntariamente.

—Sí, Melissa vive allí, Carter y Eric estarán allí porque los miércoles
por la noche se reúnen. Hay una gran cena, una especie de
acontecimiento social. Todas las mujeres solteras estarán alrededor y
Eric siempre está al acecho —dijo Cade con una sonrisa irónica.

Eric estaría sumamente complacido de que Lex ya no fuera una


competencia.

—¿Y esos son los tres sospechosos? ¿Sabes que tiene que ser uno
de ellos?

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Bueno, el dinero que desapareció salió de cuentas a las que solo


el Círculo Íntimo de la manada tenía acceso. En otras palabras, Cade,
Melissa, Carter, Eric y yo. Nadie más tiene ese nivel de control o
capacidad para entrar en las cuentas. Tommie parecía muy seguro de
que era uno de los tres.

—Está bien, entonces. Vamos y ya veremos, ¿de acuerdo? —Se


puso de pie y puso la botella de vidrio en el contenedor de reciclaje—.
Interesante. Lobos amigos de la ecología.

—¿Crees que será aceptada por la Manada? —le murmuró Lex a su


hermano cuando ella se puso al teléfono con el gerente de su tienda.

—Me gustaría ver al primer lobo que intente darle alguna mierda
—dijo Cade con una sonrisa.

—Rey era tolerante y aguantaba mucho. No creo que esta manzana


sea del mismo árbol.

Lex se rió de eso. Sí, pensaba que ella se manejaría muy bien sola,
pero si algún lobo de la Manada Cascadia incluso pensaba que podía
tratarla como algo menos que su compañera los golpearía hasta volverlos
una mancha repulsiva.

Regresó a la habitación y los miró a ambos. Con las manos en las


caderas, ladeó la cabeza.

—Un par de cosas: primero, espero que os hayáis divertido


hablando de mí, vándalos. Segundo, tengo que empezar a ir a mi tienda
desde mañana. Tercero, quiero planear una misa para Gabriel.
Finalmente, tengo que cambiarme antes de ir a Kappa Kappa Hombre
lobo. Ya vuelvo.

Antes de que pudiera salir de la habitación Lex la detuvo.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¡No puedes volver a trabajar! ¡Jesús, Nina! La gente tratará de


lastimarte. ¿Crees que algunas putas margaritas son más importantes
que tu vida?

Sus cejas se levantaron tanto con ese comentario que supo de


inmediato la estupidez que había dicho. Cade se quedó muy callado
detrás de él.

—Dejémoslo pasar —dijo ella en voz baja y plana.

—Lo siento, eso no salió bien.

—No, creo que salió exactamente bien. Oh no, no soy arquitecto,


no tengo múltiples empresas ni llevo relojes por más valor que el de mi
sedán último modelo. Claramente el trabajo de mi vida, mi tienda, no
puede posiblemente ser tan importante como lo que tú haces. ¿No es eso
correcto, Lex?

—Nina, creo que tu negocio es grandioso. No estoy tratando de


restarle importancia. Es solo que no creo que las flores, o cualquier otra
cosa para el caso, sean más importantes que tu vida. Eres mi compañera,
estoy biológicamente determinado a querer protegerte. Y resulta que te
quiero en una sola pieza.

—Hay tres bodas y una recepción de negocios a las que estoy


contractualmente obligada a proveer de flores. ¡Esas parejas no deben
tener sus planes de boda arruinados porque tú quieres matar a todo el
mundo! ¡Tengo un negocio que dirigir! Es una pequeña empresa, me va
bien, pero si lo dejo puedo perderlo todo. Tú creciste rico, no tienes idea
de lo que significa construir algo como esto por tu cuenta.

Podía ver el dolor en sus ojos, pero la forma en que asumía que le
estaba quitando todo era doloroso, también.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Fui a la universidad para obtener mi título, Nina. Trabajé para


ser arquitecto. Trabajo condenadamente duro para proteger a Cade y a
esta Manada. No me entregaron nada. De hecho, fui entrenado desde mi
nacimiento para ser un Ejecutor. No importa que haya tenido otros
planes. Así que siento haberte dicho algo insensible pero no compenses
eso haciendo lo mismo.

—Hey, vosotros dos. Vamos. Nina, cariño, ambos te amamos y te


queremos a salvo. Pero entendemos que eres propietaria de una pequeña
empresa y vamos a pensar en algo para asegurar que tus obligaciones
sean atendidas. Y Lex, estás malinterpretando lo que ella dijo. Estoy
seguro de que sabe lo duro que trabajas y los sacrificios que haces todos
los días. No hagamos las cosas peores. Os amáis. Recordad eso. —Cade
puso un brazo alrededor de cada uno y apoyó la cabeza contra la de ellos.
Podía sentir la ira y el dolor salir de ambos.

—Tengo que ir a cambiarme. Lex, lo siento si herí tus sentimientos


—dijo Nina en voz baja, mirándole a la cara.

—Yo también lo siento, preciosa. Estoy orgulloso de tu negocio y


como dijo Cade, llegaremos a un acuerdo. Ve y cámbiate, estaremos aquí
esperando por ti.

Besó a Lex rápidamente y luego se acercó de puntillas para besarle


la barbilla a Cade y subió corriendo las escaleras para vestirse para ir a
la casa de la Manada.

Lex se volvió a Cade y suspiró.

—Gracias.

Cade se encogió de hombros.

—No será la última vez que los dos os pongáis tercos sobre el deseo
de ella por hacer algo que tú crees que es peligroso o tonto. Está muy

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

claro que tiene un botón de acceso rápido sobre todo en el tema de las
clases sociales. Ambos tendréis que encontrar una manera de trabajar
en ello y encontrar la manera de hablar el uno con el otro sin heriros.

Lex asintió.

—Sí. Mientras tanto, pondré guardias en la tienda y algunos extras


para ti aquí.

Cade había superado hace mucho tiempo enojarse por tales


medidas. Era la tarea de Lex después de todo.

*****

Lex continuaba echándole miradas. En realidad, la transformación


era bastante impresionante. Cuando la había conocido era una solterona
estirada, pero la Nina al lado de él volaba la mente.

Su largo cabello castaño estaba recogido en un bonito broche en la


base de su cuello y algunos rizos se habían escapado enmarcando su
rostro en mechones. No tenía mucho maquillaje, lo que estaba bien con
él, que odiaba demasiado maquillaje.

Pero el que tenía estaba ingeniosamente aplicado. Sus ojos se veían


enormes y sus pestañas largas. Esos labios brillaban solo lo suficiente
para hacerlo tener que moverse y acomodarse un poco. Usaba una falda
que le llegaba hasta la mitad de la pantorrilla y botas a juego, era una
atractiva mujer en un suéter rojo.

Su compañera y pensaba que se veía como una reina. Cuando se


convirtiera en lobo sería aún más impresionante. El orgullo irradió de su
corazón sobre cuán hermosa y fuerte era, pero también se sentía posesivo
con ella. Poniendo un brazo alrededor de sus hombros, la acercó a él y le
besó en la sien.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Qué? —murmuró.

—Eres hermosa. Van a amarte.

—¡Ja! Algunos, tal vez. Pero esas novias que escondes, ya sabes,
sobre las que cambias de tema, no creo que me vayan a amar. —Lo miró
y entrecerró los ojos—. Pero es una lástima, porque no comparto.

Cade se rió desde el asiento trasero y Lex hizo un descontento


bufido de fastidio que solo hizo reír a Cade aún más.

Se detuvieron en la entrada de una gran colorida casa Victoriana


Reina Ana y ella dio un silbido.

—Esto es muy bonito.

Lex se bajó y le abrió la puerta para ambos, siempre discretamente


preparado. Cade sacudió su ropa y Nina vio cómo dejaba entrever el
manto del liderazgo en torno a sí mismo, el poder que cubría sus
hombros. Había sido impresionante antes, pero éste, se dio cuenta con
un sobresalto, éste era un Alfa.

Cade fue delante de ellos hasta el gran porche que tenía muebles
muy bonitos en pequeños grupos de un extremo al otro. Un columpio,
mesitas, cómodas sillas y macetas llenas de vegetación estacional. Nina
les dio una mirada rápida de evaluación crítica. Las plantas necesitaban
cierta atención importante. Mmm, hablaría con Lex más tarde.

Las grandes puertas dobles delanteras se abrieron y una mujer


morena y alta estuvo allí con una sonrisa.

—¡Alfa! ¡Ejecutor! Han pasado varios días, me alegro de veros.


Estábamos listos para servir la cena.

Cade tocó con su mano su mejilla y ella dio un paso atrás, con los
ojos bajos.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Lex instó a Nina a ir después de su hermano y la mujer alta la miró


con sorpresa.

—¡Oh! Lleva tu marca. Felicidades, Ejecutor.

—Melissa, esta es Nina Reyes, mi compañera. Nina, esta es Melissa


Warren, quien está clasificada como quinta en la Manada.

Melissa la miró con reconocimiento.

—Oh, eres la hermana de Rey. Lo siento mucho. Estoy avergonzada


que fuera uno de los nuestros quien le hizo eso. Bienvenida a nuestra
Manada, aunque me hubiera gustado que fuera en circunstancias más
felices.

Nina sonrió. Sintió que la otra mujer era sincera. Sabía que era una
de las sospechosas, aunque no sería prudente bajar la guardia hasta el
final.

—Gracias.

Cade tomó una de sus manos y Lex sostuvo la otra. Le habían


explicado en el camino que todo el mundo sabría que Cade era su triple-
enlace y que, en muchos sentidos, ocuparía una posición muy similar a
su compañera, incluso después de que él encontrara a su verdadera
compañera todavía tendría esa conexión con él y su lugar en la Manada.

Mientras caminaban por el largo vestíbulo a la casa, Nina se fijó en


todos los detalles. El lugar era precioso. Los detalles eran auténticos para
el período de tiempo en que la casa fue construida. Los colores interiores,
verdes profundos, vino oscuro, burdeos, cremas y amarillos, destacando
en los muebles y cortinas. Era obvio que un diseñador de interiores había
puesto todos esos detalles importantes. La madera brillaba, el
pasamanos era curvo, las alfombras estaban adornadas y eran clásicas.
La casa era una obra de arte.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Caminaron a través de un amplio comedor dominado por una gran


mesa. Con su entrada, todos en la sala se pusieron de pie.

Nina podía sentir la sorpresa ondular a través del grupo, mientras


veían la forma en que ambos hombres sostenían sus manos y suponía
captaban su olor. Ella tampoco podía dejar de sentirse impresionada por
la forma en que todos parecían ver a Cade con profundo respeto y a Lex
con profundo miedo. Se echó a reír por dentro y pensó en el gran gatito
que era en el fondo.

Cade se puso a la cabeza de la mesa, con Lex y Nina a su derecha.

—Hemos pasado malos ratos últimamente. La pérdida de dos de


los nuestros en un corto período de tiempo. Pero hay razón para celebrar
esta noche. Lex, el Ejecutor, encontró y llevó a cabo la Reclamación de
su compañera. Mejor aún, ella es Nina Reyes, la hermana de Gabriel. Lo
perdimos a él, pero ella está aquí con nosotros.

La habitación estaba muy callada. Nina no era psíquica, pero podía


leer a la gente muy bien.

Vio rostros que estaban felices y otros que no lo estaban. Bufó


interiormente cuando notó que la mayoría de las caras infelices eran de
mujeres. Esas no le preocupaban tanto como esos rostros que no podía
leer en absoluto.

Quería hablar con Lex sobre ello, pero sabía que su audición era
muy sensible y tendría que esperar hasta que estuvieran fuera de allí
para poder sacarlo a colación.

—Bueno, vamos a comer, ¿de acuerdo? Y levantaremos nuestras


copas por Nina y Lex.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Nina vio a Tracy allí y sonrió en su dirección. Realmente le gustaba


su cuñada y se sintió un poco más cómoda con algunas caras amistosas
en la habitación.

Todos en la sala levantaron su copa y bebieron un trago. Un


zumbido feliz de conversación llenó la sala una vez que Cade asintió hacia
Lex, quien sacó una silla para Nina, y se sentaron.

Colmadas bandejas de comida pasaron alrededor y Nina las miró


con asombro, mientras cargaban sus platos. Varios de la manada le
sonrieron, enviándole saludos o asentimientos con su copa en su
dirección.

Sus ojos se desorbitaron cuando Lex sirvió tres chuletas de cerdo


en su plato.

—¡Whoa! Una estaría bien, amigo.

—Tienes que comer para conservar las fuerzas. Tuviste unos días
muy difíciles —murmuró Lex y luego frunció el ceño mientras ella
regresaba dos de las chuletas de nuevo a la bandeja y se la pasaba a
Cade.

—Lex, gracias por preocuparte por mí, pero no hay manera de que
pueda comer tres chuletas de cerdo. Demonios, si lo hiciera, no tendría
espacio para ese pastel que veo por ahí. —Nina inclinó la cabeza hacia el
aparador que estaba cargado de postres.

Melissa escuchó eso y se rió.

—Lex, necesitas recordar que los humanos no tienen el mismo tipo


de metabolismo que nosotros.

—¿Por qué diablos estamos hablando de humanos en la mesa? ¡No


arruines mi apetito, por favor! —La atención de toda la sala se trasladó a

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

la puerta, donde un hombre rubio estaba de pie en un traje muy bonito—


. Siento llegar tarde, Alfa. Tuve que ir a Issaquah y el tráfico estaba loco
en la I-90.

Entró en la habitación.

Nina sintió una oleada de irritación bordeando en la rabia y giró la


cabeza para ver a Cade ponerse de pie. Gruñó bajo en su garganta. Todos
los otros lobos excepto Lex y el tipo con el cabello negro frente a ella, Eric,
bajaron la cabeza y se quedaron muy quietos.

La piel de Nina se arrastró con el poder que salió de Cade y que fue
azotado por Lex también, quien se había levantado, protegiéndola con su
cuerpo. Nina tomó el cuchillo de carne y lo sostuvo, sin saber lo que
estaba pasando.

—Carter, ¿te gustaría pedir disculpas por ese comentario o


ahogarte con tus dientes? —dijo Lex en tono amenazante y Nina ahogó
un chillido de miedo y juró ver el músculo de su antebrazo ondular.

Cade, sintiendo el miedo de ella, le puso una mano en el hombro


de su hermano y lo apretó.

—Cálmate, Lex. Deja que me ocupe de esto —dijo con suavidad.

Lex permaneció de pie y Nina se asomó alrededor de su cuerpo y


vio al rubio mirando a Lex con confundido terror. Sus ojos se movieron
hacia ella y se sacudieron con sorpresa y se sonrojó furiosamente.

—¡Oh, hombre! ¡No lo sabía! —tartamudeó.

Cade se movió junto a Lex. Se volvió y miró la cara de Lex.

—Alexander, manejaré esto. Atiende a tu compañera. —La voz de


Cade era de acero, los ojos sin pestañear y Lex dejó escapar un suspiro

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

tembloroso y después de un largo rato, se sentó y se volvió hacia Nina,


poniendo un brazo alrededor de sus hombros.

Nina, sin embargo, solo tenía ojos para el intercambio entre Cade
y el rubio, mientras se acurrucaba contra Lex.

—Alfa, me disculpo.

Cade miró al otro hombre sin decir nada. La tensión en la sala era
espesa mientras los momentos pasaban.

—Estoy esperando, Carter.

¿Carter? ¡Oh! El rubio era uno de los sospechosos y con prejuicios,


además. Grandioso. Bien, Nina tenía que admitir que había tenido
algunos pensamientos ignorantes acerca de los lobos. Hizo una nota
mental para trabajar realmente en eso.

El rubio asintió rápidamente y cayó de rodillas. Se inclinó, de frente


al suelo.

—Pido disculpas sinceramente por mis comentarios ignorantes


acerca de los humanos.

Cade asintió y miró a Lex, quien entrecerró los ojos y luego le dio
un leve encogimiento de hombros.

—Levántate, Carter y cena algo. Después puedes conocer a la


compañera de Alexander, Nina. Hermana de Rey. —Cade lanzó eso por
encima del hombro mientras se giraba y se movía a su asiento.

Los ojos de Carter se abrieron mientras se ponía de pie y miraba a


Nina. No podía decir si el shock era más que solo un oh, mierda acabo de
hablar sobre la esposa del jefe, o porque era la hermana de Rey o porque
era culpable de algo.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Pido disculpas. Fue estúpido e insensible de mi parte —le dijo a


Lex. Nina se preguntó si la razón por la que no se disculpaba con ella era
otra cosa de hombre lobo.

En cualquier caso, no le gustaba este tipo en absoluto.

Lex asintió y volvió a la mesa y cada uno tomó sus utensilios y


comenzaron a comer mientras la tensión disminuía en la habitación.

Carter rodeó la mesa, se sentó a la izquierda de Cade y miró hacia


abajo mientras llenaba su plato.

—Entonces, Nina, ¿Rey dijo que eres dueña de una floristería? —le
preguntó Eric con suavidad.

Nina le agradeció que intentara aliviar la tensión.

—Sí, en Bellevue, de hecho. —Hábilmente bloqueó el intento de Lex


de poner tres rollos en su plato, tomando solo uno y pasándoselos a Cade,
quien le guiñó un ojo mientras tomaba la canasta.

—Su tienda está a unos cinco kilómetros de la cafetería —dijo Lex


y frunció el ceño cuando ella apuñaló a su mano con un tenedor cuando
trató de poner otra cucharada de patatas en su plato.

Nina miró hacia la mesa. Nada menos que cuatro personas se


apresuraron a preguntarle lo que necesitaba.

—¿Vegetales verdes? ¿Ensalada? —Nina miró la comida en la mesa.

Todos la miraron fijamente hasta que Tracy se echó a reír.

—Tendremos que aumentar el suministro de verduras verdes para


ti. Los lobos no son mucho de ensaladas.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¡Oh Dios mío! Déjame ir a la tienda. —Uno de los lobos en el


extremo de la mesa gritó.

—¡No! Está bien, de verdad. —Nina levantó la mano para que se


quedara.

—¿Estás segura? —preguntó Cade.

—Por supuesto. Joder, estaba buscando un poco de judías verdes,


no tenía intención de iniciar nada. —Apenas contuvo su comentario
sarcástico, pero no quería desafiar su autoridad aquí con su Manada.

Lex le besó la sien.

—Nos aseguraremos de proporcionártelos la próxima vez.

Ella le sonrió y miró a Eric.

—De todas formas, sí, soy dueña de una floristería. Sé que Carter
dirige una cafetería y Melissa otra, ¿qué haces tú?

—Oh, ayudo con el negocio de la construcción. Hago las cuentas


por pagar y cobrar y la contabilidad en general.

Carter respiró mientras los observaba a todos. Sonrió y le hizo bien


hacerlo, pero no podía creer que lo hubieran hecho postrarse así ante
Cade, ¡y más ante una humana!

Era bastante guapa, sin embargo. Apostaría que sería una tigresa
en la cama. Tal vez les pidiera a los Desterrados someterla y poder tener
un poco de tiempo de calidad con ella antes de matarla.

Eso sería ganar para él, porque el dolor, incluso con el triple-enlace,
haría que Lex se arrastrara y pudiera ser asesinado también, dejando a
Cade vulnerable. Quizás Carter lideraría esta Manada dentro de seis
meses.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Cuando terminaron de cenar, se levantaron y se trasladaron a la


enorme sala de estar, donde se mezclaron y Nina se reunió con los demás
miembros de la Manada que se encontraban allí. Era agradable que
Tracy, Layla y Sid estuvieran allí y sus otras hermanas Megan y Tegan
fueran parte de la guardia. Era un alivio tener caras amables que sabía
que estaban de su lado.

Lex no dejaba de mirar hacia la puerta hasta que Nina finalmente


puso los ojos en blanco y suspiró.

—Por Dios, ¿qué sucede? Sigues mirando la puerta y estás


sacándome de quicio.

—Tengo que ir a lidiar con algo. Asuntos de la Manada. Sin


embargo, haré que Megan venga aquí antes de irme.

Megan era parte de la guardia de Cade, pero también estaba


charlando con un lobo muy lindo al otro extremo de la habitación. Nina
levantó una mano para detenerlo.

—Oh, ¡por el amor del cielo! Estoy rodeada de tu familia, estaré


bien. Encontraré a alguien con quien hablar. —Eso era parte de su plan
de todos modos.

Miró a su alrededor y luego a ella.

—Vuelvo en cinco minutos. Simplemente no salgas de esta sala.

—Está bien, papá. Tampoco correré con tijeras.

Intentó no sonreír y fracasó. Dios, ella era tan completamente


irreverente. Dejó caer un beso en sus labios y salió de la habitación.

—Eres una chica con suerte. —Una de las mujeres que no habían
tenido una actitud amable con ella se acercó a Nina—. Te tocó la lotería
con Lex.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Sí, bueno. Creo que sí. —Nina sonrió y resistió el impulso de


golpear a la vaca, que lo estaba pidiendo a gritos.

—Es muy bueno en la cama.

Nina sonrió.

—Sí, lo sé.

—Esto debe ser tan difícil para ti, la única humana aquí y todo eso.
Rodeada por personas que conocen a tu... hombre, mejor que tú —dijo
Red con un puchero.

Una carcajada brotó de los labios de Nina.

—No es tan difícil como debe ser para ti. Cariño, por favor. Si te
doblaras más tratando de hacerme saber que follaste con Lex para
hacerme sentir mal, serías un pretzel. Aunque eres tan inteligente como
uno.

Los ojos de Red se estrecharon y se movió para tratar de amenazar


a Nina con su cuerpo.

—¡Bueno! Solo estaba tratando de ser amable. No es mi culpa que


Lex no pueda vivir sin tener suficientes mujeres en su cama. En
particular, le gusta la forma en que lo hago yo. Estoy segura de que no
será una amenaza para su compañera de vínculo cuando él me busque.
Después de todo, eres una humana. No podrás, posiblemente, darle lo
que necesita.

Nina no se movió un centímetro.

—Mira, putita promiscua, lárgate de mi vista o te darás cuenta de


lo bien que una humana puede defenderse a sí misma —dijo en voz baja.

De repente Tracy estaba a su lado y Melissa en el otro.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Cindy, necesitas disculparte por tu comportamiento en este


momento —dijo Melissa.

La habitación estaba en silencio otra vez y Nina gimió y puso los


ojos en blanco.

—Está bien. La chica aquí estaba a punto de irse. Justo después


de que le diga que si alguna vez intenta mirar a Lex de nuevo le sacaré
los ojos con una cuchara de plástico.

Los ojos de Cindy se abrieron y dio un paso atrás y bajó los ojos.

—Pido disculpas.

Nina suspiró y se dio la vuelta y vio a Lex regresar a la habitación


con alarmante velocidad.

—¿Qué está pasando? —exigió—. ¿Estás bien? —Miró a Melissa y


a Tracy acusadoramente.

—Está bien, Lex. Lo hizo muy bien sola. —Tracy le palmeó el brazo
y se echó a reír mientras ella y Melissa se apartaban. Frunciendo el ceño,
llevó a Nina hacia el pasillo, lejos de la multitud.

—¡Solo me fui durante seis minutos! ¡Maldita sea, Nina! No debería


haberte dejado sola.

—Lex, cálmate o te estallará una vena, por el amor de dios. Todo


está bien. Fue una estúpida cosa de chicas. Una de tus busconas quería
probarme y decirme que la habías follado. Como si eso fuera noticia. No
puedes correr en mi ayuda cuando sucedan este tipo de cosas, me hace
quedar mal.

—Nina...

Puso sus dedos sobre sus labios.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Por qué no me muestras el resto de la casa?

Suspiró, extendió el brazo y lo tomó. Una vez que estuvieron en la


oficina de negocios, cerró la puerta con llave. Se movió hacia él y lo abrazó
con fuerza, sus labios fueron a su oído.

—No tenemos tiempo para eso —dijo de manera burlona mientras


sus manos iban a su trasero.

—Compórtate. Tienes que dejarme sola el tiempo suficiente para


hablar con la gente o esto no va a funcionar —dijo en voz baja en su oído.

Se puso rígido.

—Esto es muy peligroso. Ya viste lo hostil que fue Carter antes.

—Eso no fue hostil, fue una estupidez. De todos modos, estamos


en una casa llena de gente, nadie va a hacerme daño. Pero no puedo ni
siquiera empezar a hurgar si no me dejas sola durante dos minutos. Ve
a buscar a Cade y déjame mezclarme.

—Nina, no conoces muy bien la cultura de los hombres lobo.


Podrías ofender involuntariamente a alguien o empezar algo y podría
salírsete de las manos antes de darte cuenta. Tienes que tener cuidado
con lo que digas. Y Cade está... ocupado.

—Ahhh, lo tengo. Pensé que lo había visto haciéndole ojitos a esa


chica de lindos pantalones y bonitos ojos. —Nina se apartó y lo miró a la
cara. Entrelazó sus brazos en su cuello—. Bueno, me gustaría decirte que
hicieras lo que normalmente haces en estas cosas, pero tengo la
impresión de que implica mantenerte ocupado y ya que tendría que
matarte si incluso pensaras en follar a otra mujer, tendré que aconsejarte
que te mezcles o tomes una llamada telefónica en su lugar. Estaré bien.
Prometo no iniciar una guerra ni nada.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Pareció dudar, pero suspiró porque sabía que ella tenía su mente
puesta en ese estúpido plan.

—Tienes diez minutos, Nina, y no dejes la habitación.

Se acercó de puntillas y besó sus labios con rapidez.

—Está bien. —Sonriendo, saltó por la habitación y la siguió,


contento de que no pudiera verle poner los ojos en blanco.

Pero Melissa solo quería hablar de donde Nina había comprado sus
botas y Eric estaba demasiado ocupado mirando sus pechos para decir
algo interesante. Nueve minutos y cincuenta y ocho segundos después,
Lex apareció a su lado y puso su brazo alrededor de su cintura.

Carter dio la vuelta entonces, balbuceando sobre Lex.

—Entonces, guau, ¡felicidades, Lex! Quién iba a pensarlo, ¿no? ¿La


hermana de Rey? Bajo tu nariz todo este tiempo y todo. —Se volvió hacia
Nina y le dio una mirada que se suponía era compasiva, pero que
realmente fue tan artificial que quiso vomitar—. Bienvenida a la Manada,
Nina. ¿Cómo es que nunca te he visto antes? ¿Rey y tú erais cercanos?

Nina odiaba a ese imbécil con el calor de diez mil soles. ¿Cuán
zalamero podía ser? Estaba claramente pescando y estaba usando a su
hermano muerto.

—Rey y yo éramos cercanos en nuestra propia forma. Venía a mí


cuando tenía problemas. Pero una vez que lo mordieron estuvo muy
involucrado con la vida de la Manada y yo tenía un negocio que atender.
—Apretó la mano de Lex—. Pero estoy muy contenta de que al final
viniera a mí con el portátil.

Los ojos de Melissa se iluminaron con interés mientras Carter se


inclinaba hacia delante.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Ordenador? ¿Te refieres a que tienes algo de Rey? ¿Eso podría


ayudar a encontrar a quién lo mató? —dijo Carter eso con una voz llena
de fingida preocupación por Gabriel.

—No sabemos lo que hay en él, pero eso esperamos. Dijo algunas
cosas, pienso que hay respuestas en su portátil. Oh, supongo que no
debo decir nada más. —Nina intentó todo lo posible por sonar como que
no tenía ni idea acerca del ordenador portátil.

Lex vio a Eric cambiar de postura mientras Nina hacía girar la


historia. Vio el interés de Melissa y la curiosidad apenas contenida de
Carter.

—Bueno, sé un poco sobre ordenadores si quieres ayuda —dijo


Eric, con los ojos alejándose una vez más a los pechos de Nina.

—¿Me disculpáis un momento? —les preguntó Nina.

Lex la miró con alarma.

—¿Estás bien?

Ella meneó la cabeza y se rió.

—Sí, estoy bien. Solo tengo que ir al cuarto de baño. Ya vuelvo.


Deja de ser mamá gallina. —Extendió la mano y tocó su rostro
brevemente y se alejó.

Lex la observó hasta que dobló la esquina y tuvo que contenerse


despiadadamente a sí mismo para no seguirla. Su compañera era un
problema y los encontraba a dondequiera que iba, pero si la seguía al
baño, le daría una patada en el trasero.

En su lugar, tomó su frustración con Eric.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Agradezco la oferta de ayuda con el ordenador, pero si alguna vez


te atrapo mirando los pechos de mi compañera así de nuevo, arrancaré
la cabeza de tu cuerpo y la golpearé con tu columna vertebral. ¿Queda
claro?

Eric parpadeó varias veces, tragó y dejó caer su mirada.

—Sí, Ejecutor.

Melissa se rió.

—Es muy hermosa, Lex. Fuerte. Será buena para la Manada.


¿Cambiará pronto?

—Eso es algo que Nina decidirá ella misma y no en este momento.


Acaba de perder a un hermano y su casa fue quemada por uno de los
nuestros. No la puedes culpar por no confiar en nosotros por completo —
dijo Cade con un poco de agudeza en su voz mientras se detenía al lado
de Lex.

—¿Así que estás hablando por ella ahora? Pensé que Lex era su
compañero. —Carter lució una sonrisa mientras hablaba.

—Soy su Alfa y su ancla. Eso es suficiente.

—Pero no está hablando por ella, en cualquier caso, Carter. Está


haciendo una declaración de hechos. —Lex miró al otro hombre—. Perdió
a su hermano. Está devastada y nunca le pediría que tomara una
decisión tan importante en estos momentos.

—¿Como reclamarla? —preguntó Eric.

—Sabes cómo funciona eso, Eric —dijo Melissa con fastidio—. Una
pareja es una pareja. No se puede cambiar eso. Pero convertirse en una
nueva especie, eso es una gran cosa. Lex está en lo correcto al esperar.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Crees que querrá cambiar. La haría más fuerte y más rápida,


extendería su esperanza de vida. Mejoraría de muchas maneras —dijo
Eric.

—Dios, ¿qué tipo de idiota era Rey, entonces? Quiero decir, sé que
los humanos son malos, pero si cambiar te hace mejor, debe haber estado
a un paso por debajo de la basura antes de captar eso.

—¿Qué acabas de decir? —dijo Nina, empujando su camino a


través de Cade y Lex y yendo hacia el rostro de Carter.

Lex se acercó tratando de protegerla. La habitación se había


quedado en silencio y todo el mundo estaba viendo el intercambio.

—Cariño, déjame manejar esto —murmuró.

Ella se volvió y sus ojos brillaron con lágrimas no derramadas. Su


agitación era clara en ellos, culpa e ira.

—Atrás —dijo entre dientes y volvió hacia Carter.

—Yo... eh...

—Sí, eso parece ser todo lo que tienes cuando alguien se enfrenta
a tu actitud de mierda. —Ella miró a su alrededor—. ¿Todos vosotros os
sentís de la misma manera? ¿Que los humanos son escoria? ¿Que mi
hermano era basura?

—Nina, cariño —dijo Cade, un borde filoso se arrastró en su voz.


Las cosas podrían ir mal en cualquier momento con los lobos y ella era
tan condenadamente valiente.

—¡No me llames Nina cariño! Lo dijo justo frente a ti y no dijiste


nada. Mi hermano murió por vosotros. Pudo no haber sido el señor Súper
Ciudadano, pero no era basura. De lo que puedo decir, cumplió sus

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mandatos y se encargó de cosas para vosotros para que vuestras manos


no se ensuciaran.

—Yo no dije nada porque irrumpiste aquí antes que Lex o yo


pudiéramos decir una palabra. Tienes que dejar que me ocupe de esto —
le advirtió Cade y extendió la mano, pero dio un paso lejos y sus cejas se
levantaron.

Nina se volvió a Carter.

—Entonces, gran hombre, dilo. ¿O eres demasiado cobarde para


decirlo en mi cara? ¿Eh?

—¡Nina! —dijo Lex, agarrándola del brazo, tirando de ella y


alejándola de Carter.

—Controla a tu compañera —gruñó Carter y Nina se liberó y fue


hacia Carter, tirándolo al suelo. La palma de su mano se interpuso contra
su tráquea, sus rodillas contra sus brazos.

—¡Controla esto, pedazo de mierda!

Lex se la quitó a Carter, sorprendido por lo rápida y feroz que era


para ser una humana. Él le gruñó a Carter, quien jadeada por recuperar
el aliento. Nina pateó y trató de liberarse de Lex.

—¡Déjame en el suelo! Ahora, ¡maldita sea!

—¡Nina! Cálmate. Se acabó. Demostraste tu punto —dijo Cade


mientras luchaba en los brazos de Lex.

—¡Yo lo llamo un desafío! —dijo Carter mientras se levantaba.

La sala estalló en un coro de discusión entonces.

—Detente ahora mismo, Carter —advirtió Cade.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Ella hizo brotar la primera sangre. Le faltó el respeto a mi


posición. No es un lobo, no tiene el estatus de Lex. Utilizo mi derecho a
desafiar.

—Si haces esto, Carter, te vas a arrepentir —gruñó Lex.

—Traes a esta humana a esta casa y no respeta al Tercero, ¿y se


supone que debo quedarme callado al respecto?

—Carter, tú lo iniciaste. Vamos, ¡es una humana! Ella no tiene


ninguna posibilidad de derrotarte —dijo Melissa con urgencia.

—Cállate o te desafiaré después de que la mate —gruñó Carter.

Lex soltó a Nina y se lanzó, tomando a Carter por el cuello y


golpeándolo contra una pared.

—Si yo te mato primero, nos ahorraremos todos los problemas.

—¡Lex! Retírate —gritó Cade y Nina se volvió hacia él, con confusión
en su cara.

—¿Crees que voy a dejar que este pedazo de mierda mate a mi


compañera? —preguntó Lex, con voz menos humana de la que había sido
un momento antes. Sus ojos habían adquirido una cualidad luminosa.

Tracy se había movido hacia el lado de Nina y Megan, su cuñada,


que era uno de los Guardias de Cade, se fue al otro. El resto de los
guardias de Cade que se encontraban en la sala, se desplegaron,
esperando.

—¡No puedes interferir con un desafío! Este es territorio de la


Manada. Como Tercero, es su derecho desafiar a cualquiera que amenace
su posición. Te someterás a la censura y el rechazo si interfieres en eso.
—La voz de Cade era clara y firme pero Nina sintió su dolor. Lex movió

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

sus manos de la garganta de Carter, pero se quedó cerca de él,


manteniendo efectivamente su espalda contra la pared.

Cade se volvió hacia Nina.

—Pero estoy seguro de que Carter sabe cómo de molestos fueron


sus comentarios para Nina, quien acaba de perder a su hermano y a
mano de uno de nosotros. Estoy seguro de que podemos olvidar todo este
estúpido incidente una vez que todo el mundo se calme.

—Quiero la disculpa de esta perra y quiero que muestre reverencia


—gritó Carter.

Un colectivo jadeo de indignación recorrió la sala.

—¿Le importaría a alguien decirme qué coño está pasando? —dijo


Nina.

—Cuando golpeaste a Carter frente a la Manada le mostraste una


falta de respeto. Y lo pateaste y le sacaste sangre. Como Tercero, es su
derecho impugnar a cualquier persona que sea de menor rango que él en
esos actos —murmuró Tracy.

—¿Más bajo rango? ¿Desafío?

—Como humana, no tienes el mismo rango que tu pareja como lo


tendrías si fueras un hombre lobo. Esencialmente, eres una invitada de
la Manada, no un miembro de ella. Al menos no en el sentido que Lex es
miembro.

—Adorable. Qué equitativa es tu sociedad. ¿Y este desafío es qué?


¿Quiere golpearme o algo así?

Tracy palideció.

—No. A menos que el retador lo diga así, es un desafío a muerte.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Me estás tomando el pelo? ¿Este imbécil me insulta, insulta a


mi hermano, y quiere una disculpa o usará su fuerza y velocidad
genéticamente superiores para matarme? —Se volvió y miró a Carter, con
su cuerpo aún encerrado por Lex—. Muy valiente por tu parte. Puedo ver
por qué eres de tan alto rango en la Manada.

Nina se acercó a Megan.

—Lo desafiaré a él primero. Al desafiar a mi compañera, me faltó al


respeto —gritó Lex.

—No es así como funciona y lo sabes —dijo Cade—. Puedes


desafiarlo... después. —Cade se volvió hacia Nina—. Cariño, sé que esto
es difícil, pero si te disculpas todo terminará. —Su voz era dura, pero
podía ver la súplica en sus ojos.

—No es solo una disculpa, Cade. Quiero su reverencia, también —


espetó Carter.

—Quiere que te disculpes como lo hizo él antes —dijo Megan en voz


baja.

—¿Este tarado quiere que me arrodille para besarle los zapatos


cuando llamó a mi hermano basura?

—Nina, por favor —Lex le rogó, yendo hacia ella—. Por favor, solo
pide disculpas.

El dolor la acuchilló.

—Los dos me pedisteis que viniera aquí. ¡Vosotros, que


convertisteis a mi hermano sin su permiso y luego lo matasteis! ¿Este
pedazo de mierda insulta a mi hermano muerto y a todos los humanos y
soy yo la que tiene que pedir perdón? ¿Qué diablos está mal con vosotros?

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—No puedes ganar, ¡mierda! —dijo entre dientes y le agarró las


manos—. Él es más grande, más fuerte y más rápido y tú no le importas
en absoluto. No puedes vencerlo. Confía en que me encargue de esto más
adelante, pero por ahora, por favor, pide disculpas.

—Vete a la mierda, Lex Warden. Vete a la mierda tú y tus reglas


estúpidas y esta arruinada sociedad de idiotas donde soy una ciudadana
de segunda clase. ¿Crees que quiero algo de esto? Solo quería mi maldita
tienda y un poco de paz y vosotros los hombres lobo me lo robasteis todo.
—Se apartó de él y miró a Cade y luego al resto de la habitación—.
Preferiría morir antes que vivir sin honor.

Apenas habían salido las palabras de su boca cuando Carter estaba


sobre ella, tirándola al suelo.

Su cabeza golpeó contra el suelo de madera y supo que estaba en


problemas. Aun así, no cedería sin golpearlo lo más que pudiera. Carter
era blando, lo sentía en sus manos y lo veía en su caminar.

Su puño se inclinó y ella se hizo a un lado y dio una patada hacia


atrás, golpeando la parte trasera de su muslo, dejándolo tirado en el
suelo.

—¡Perra! —gritó, y su voz se convirtió en un gruñido.

—¡No! ¡No puedes! Ella no es un lobo —gritó Lex. Cuatro hombres


lo estaban reteniendo para que no pudiera interferir en la lucha, uno de
ellos era Cade.

Nina miró hacia Carter justo a tiempo para que una patada de su
afilada garra la golpeara en la mandíbula, lo que le hizo ver estrellas. El
sabor metálico de la sangre explotó en su boca y escupió, sabiendo por
experiencia que si se lo tragaba, solo enfermaría.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Puso un sólido gancho de derecha y un talón a sus bolas y fue


capaz de ponerse de pie. La sangre goteaba de sus ojos y rezó para
haberle cortado la cabeza cuando cayó antes. Si la hubiera arañado con
las uñas abiertas, las posibilidades de que contrajera el virus de él
habrían sido mayores.

Sus oídos resonaron con los siguientes golpes que él le dio. Su


brazo izquierdo colgaba a su lado, roto. Podía oír gritar y aullar a Lex.
Otros en la habitación le estaban pidiendo a Carter que se detuviera.

Carter le dio un puñetazo otra vez hasta que finalmente cayó al


suelo. Tan rápido, que estuvo sobre ella y sintió sus dientes perforar su
cuello. El shock de eso le dio suficiente adrenalina para pincharle los ojos
con fuerza con los dedos y él retrocedió.

Se soltó y él extendió la mano, la golpeó y voló hacia a Megan, quien


miró su cara, con impotencia y dolor evidentes. Algo llamó la atención de
Nina mientras caía de rodillas.

Sin pensarlo, Nina se acercó y tomó el arma en el costado de Megan


con su mano derecha y se volvió. Con su ojo bueno avistó por su brazo y
apuntó a la cabeza de Carter. La habitación estuvo extrañamente en
silencio por un momento.

—¡Dispárale! —gritó Lex, rompiendo el silencio. Coros de


“dispárale” estallaron en toda la sala.

—¿Debería disparar, Carter? Tal vez deberías pedirme disculpas.


Pero me conformo con que termines con esta jodida charada. Ahora que
soy un lobo como tú, tengo estatus.

—Todavía no, no lo tienes. —La mitad lobo de Carter gruñó y se


abalanzó sobre ella. Nina apretó el gatillo una y otra vez hasta que la
cámara estuvo vacía y Carter era un montón en el suelo.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Quién lo siente ahora? —susurró y se derrumbó mientras un


caos llenaba la habitación. Lo último que vio fue el rostro angustiado de
Lex mientras la tomaba en sus brazos.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Capítulo Seis
Los ojos de Nina se abrieron. Era su dormitorio, solo que diferente.
La habitación estaba llena de detalles. Tanto así que se sentía un poco
abrumada con todo. El corazón le latía con fuerza mientras levantaba la
cabeza para mirar alrededor.

—¡Nina! Oh, gracias a Dios. Estás despierta.

Miró la cara llena de preocupación de Lex.

—¿Qué...? ¿Qué pasó?

Puso una taza que contenía una pajita en las manos de Nina.

—Toma, bebe esto. Iré al pasillo y llamaré al médico. Ya vuelvo. —


Antes de que pudiera cuestionarlo de nuevo salió corriendo.

Poniendo la pajita en su boca, tragó mientras el sabor la golpeaba


y dejó la taza sobre la mesa de noche.

Lex gritó:

—¡Está consciente! —Mientras se acercaba a la habitación, Nina


oyó el eco de golpes de pies corriendo por las escaleras.

Le dio una mirada molesta cuando regresó y se sentó a su lado en


la cama.

—¿Por qué no estás bebiendo eso? —gruñó bruscamente, poniendo


la taza de nuevo en sus manos.

Ella soltó un bufido.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Por qué no te largas?

—Ah, veo que nuestra chica es ella misma otra vez —dijo Cade
mientras entraba en la habitación. Nina sintió una oleada de alivio salir
de él. Alivio y afecto.

Una mujer alta de pelo oscuro entró y cerró la puerta detrás de ella.

—Está bien, ¿alguien va a decirme qué diablos está pasando? —


exigió Nina, perdiendo la paciencia.

—¿No te acabo de decir que bebas eso? —le preguntó Lex de nuevo.

—¿No te acabo de decir que te vayas a la mierda? Esta cosa sabe a


culo. No voy a beberlo. —Empujó la taza hacia él, pero se negó a
aceptarla, su boca era una línea dura.

—Es desagradable, pero muy rica en proteínas. Lo necesitarás para


ayudar a tu cuerpo a adaptarse —la mujer sonrió—. Soy la doctora
Molinari. Bienvenida a Cascadia, Nina. —Puso un bolso en la cama, sacó
un estetoscopio y un tensiómetro de él y se movió al lado de Nina,
apartando a Lex del camino.

—¿Adaptarse? ¿Doctora? Si alguien no comienza a explicarme, me


ofenderé.

—Sí, y Dios sabe que eso sería un cambio —dijo Lex secamente
desde una distancia segura.

Al mismo tiempo, Nina podía sentir el frío metal de su terror,


apenas desapareciendo.

—¿Qué recuerdas? —preguntó la Doctora Molinari mientras


tomaba el pulso de Nina.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Oh, oh... estaba en la casa de la Manada. Le disparé. Jesús, le


disparé a alguien. —La irrealidad de los acontecimientos en ese salón se
apresuraron a regresar a través de ella. El horror.

Cade se movió a su lado y alzó su barbilla.

—No tuviste elección.

—¿Lo maté? —susurró Nina. Sí, lo había hecho en defensa propia,


pero no quería ser una asesina.

—No. Pero estuviste cerca. Vaciaste el cargador pero era munición


de plomo y no de plata. Carter tiene un rango alto en la Manada, es fuerte
y tiene una gran capacidad de sanar.

—¿Eso quiere decir que me va a atacar de nuevo?

—Tú ganaste el desafío. A pesar de que el reto es a muerte, él estuvo


tan cerca que el consejo de gobierno lo consideró como una victoria. —
Sonrió Cade.

La ira la inundó.

—Oh, Jesús. Ahora, me atacó y me convirtió en un lobo mientras


ninguno de vosotros estúpidos hizo algo para detener a un hombre lobo
de atacar a una humana. Salí victoriosa, qué suerte la mía.

—No pude evitarlo, Nina —la voz de Cade estaba llena de


angustia—. Como Alfa, tenía que dejar que el desafío siguiera su curso.
Lo ofendiste. Él debía tener un desafío justo. Podrías haberte disculpado.

Nina se incorporó entonces y Lex se adelantó para empujarla de


nuevo a las almohadas y ella le empujó las manos. La doctora trató de
mover a Cade y a Lex lejos.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Podría haberme disculpado? —Nina negó con la cabeza—.


¿Entonces fue mi culpa?

—Nina, nena, Carter fue sancionado por morderte. Tenemos reglas


sobre eso. Lo despojaron de su poder y fue removido a un rango inferior
de la Manada. Ahora que eres lobo, compartes mi condición de segundo
—dijo Lex suavemente.

—Oh, eso es tan civilizado —dijo Nina con sarcasmo—. Puedes


atacar a una humana en tu sala de estar, siempre y cuando la mates sin
morderla. ¡Con su marido de pie a tres metros de distancia!

—La estáis haciendo enfadar. Ya es bastante difícil para su lobo


tener que curar este tipo de daño en su sistema —le dijo la Doctora
Molinari a Cade y a Lex con el ceño fruncido.

—Se acabó ahora, Nina. Lo derrotaste y lo hiciste como humana.


El resto de la manada ve eso como una señal de gran poder y te respetan
por ello.

Ella miró a Lex con incredulidad.

—¿Estás realmente orgulloso de ello? ¿Te sientes orgulloso de que


haya tenido que vaciar un arma en alguien en tu sala de estar sobre toda
esa alfombra oriental de veinte mil dólares?

—Estoy orgulloso de que fueras tan fuerte que nunca te dieras por
vencida. Aún de pie, con el brazo roto en tres lugares, con una herida en
la cabeza brotando sangre, con la garganta casi destrozada, incluso
entonces te defendiste. Sí, estoy orgulloso de que mi pareja sea tan fuerte.
Más que eso, me alegro de que estés bien y a salvo. —Se arrodilló junto
a la cama.

—Necesito estar sola, por favor. —Su voz fue plana mientras lo
decía.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Puedes dormir la siesta. Te sostendré —dijo Lex, tocando su


mano antes de que ella la alejara.

—Sola. Absolutamente sola. No quiero ver a otro maldito hombre


lobo. —Miró al frente, sin encontrarse con los ojos de nadie.

—Nina, tendrás que atravesar un cambio. No puedes hacerlo sola.


La primera vez es muy difícil —dijo la Doctora Molinari con dulzura.

—¿Cuándo?

—Por lo general, el primer cambio se produce en la luna llena.


Después de eso podrás cambiar a voluntad.

—¿Cuándo es la próxima luna llena?

—En una semana.

—Está bien. Ahora largaos todos.

—Nina, ¿por qué? —preguntó Cade en voz baja, sintiendo tanto


como ella la agonía de Lex.

—¿Por qué qué, Cade? —Nina se volvió hacia él.

—¿Por qué nos envías lejos?

—Tú no estuviste allí cuando te necesitaba. Te quedaste allí


mientras alguien trataba de matarme. ¿Se supone que solo debo darte
una sonrisa?

—¡Lex tuvo que ser contenido por casi toda mi guardia! Casi se
arriesgó a ser Rechazado para salvarte, Nina —dijo Cade con voz dura.

—Casi no salvó mi vida, Señor Warden. Al final, lo único que tengo


es a mí misma. Por un breve momento, me permití pensar diferente.
Algunas lecciones se aprenden mejor al parecer por las malas.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Te permitiste pensar de otra manera? ¿Señor Warden? ¿Qué


diablos está mal contigo? ¿Qué quieres, Nina? ¿Sangre? —gritó Lex.

Nina hizo una mueca cuando su culpabilidad, ira y miedo se


precipitaron a través de su conexión.

—No. Así es como tú lo haces. Todo lo que quiero es que salgas de


mi vista.

—No hagas esto, Nina. —Cade usó su modo Alfa con ella y sintió
que empezaba a responder.

Dio un grito de angustia y se disparó fuera de la cama.

—Necesito que te acuestes, Nina. Sé que estás molesta, pero tu


sistema está siendo atacado por el virus y luego tu lobo sanará todo lo
dañado —dijo la Doctora Molinari, estirándose para tocarla.

—Nina —gritó Cade tan fuerte que la presión de eso la tiró de


rodillas.

Ella se arrastró hacia la puerta y Lex la levantó y la puso de nuevo


en la cama.

—¡Cade! Ya basta —dijo Lex con urgencia.

—No puedes retenerme aquí. —Nina se acurrucó en una bola.

—¡Como el infierno que no podemos! Eres uno de mis lobos ahora,


Nina. Mía para protegerte. No estás a salvo allí fuera —dijo Cade con los
dientes apretados.

—No, no estoy a salvo aquí. Nada acerca de vosotros es seguro —


murmuró.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

La Doctora Molinari tocó el brazo de Nina y luego un dolor agudo


la golpeó cuando la aguja se deslizó en su carne y el calor del sedante
recorrió todo su cuerpo.

—No puedo creer que hayas hecho eso. —Nina arrastró las
palabras mientras sus ojos iban a la deriva y perdía el conocimiento.

*****

—Jesús, no puedo creer lo jodido que fue eso —dijo Lex, empujando
una mano por su pelo mientras se paseaba por el pasillo fuera de su
habitación.

—Lo superará. —Cade se deslizó por la pared y se sentó en el suelo.

Tracy le puso una taza de café en la mano y también le dio una a


Lex.

—Tenéis que dejarla lidiar con todo esto, Lex. Es humana. O lo era.
No tiene un marco de referencia para todo lo que ha pasado. Fue
cambiada, la atacaron, no se siente segura. Esperaba que tú y Cade la
protegierais. —Tracy levantó una mano para que no argumentaran
nada—. No, no te culpo. Vi que os costó a cuatro hombres sujetar a Lex
antes. Vi tus palmas sangrando con tus uñas perforando tu piel, Cade.
Sé que hiciste lo que tenías que hacer como Alfa. Pero ella no lo sabe. No
tiene forma de saberlo. Lo verá. Solo tienes que darle tiempo.

Lex tomó la mano de su hermana y se la apretó.

—Loba inteligente. —Su angustia era clara en su voz.

—Ayudaré en lo que pueda. Por si sirve de algo, Lex, no estaría tan


molesta si no te amara tanto. —Tracy inclinó la cabeza hacia su hermano.

—Hay más que esto —dijo Cade—. Hay un montón de capas en esa
mujer.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Tiene que ver con el pasado del que es tan precavida. He tenido
a mis investigadores en ello por un mes. Creo que deberían tener algo
pronto. De una forma u otra, Nina va a compartir su pasado conmigo así
sea la última cosa que haga.

—Lex, deja que ella te lo cuente. Toda esta situación es tan bizarra,
si la empujas más allá, se romperá —dijo Tracy suavemente.

—¿Y yo qué? —Lex se puso de pie con un grito—. ¿Eh? ¿Crees que
quería esto? ¿Crees que quería una compañera humana con la que peleo
más de lo que le hago el amor? Es un maldito dolor en el trasero.

—Bueno, sabes que se supone que hay modos de deshacer el


vínculo de una pareja. Rumores por supuesto, pero apuesto que la abuela
sabe si son verdad o no —dijo Tracy despreocupadamente mientras
observaba a Lex.

—¿Qué? ¿Crees que la dejaría porque es una persona difícil? Amo


a esa mujer. No puedo creer que trates de hacerme deshacer nuestro
vínculo.

Tracy le puso los ojos en blanco y Cade soltó una cansada


carcajada.

—¿De qué te ríes? —La cara de Lex estaba enojada hasta que lo
captó—. Oh. Sí. Está bien, lo tengo, sabelotodo. Pero ella me lo debe decir.
No debería tener que rogarle que comparta su vida conmigo.

—Lex, ¿por qué eres tan obtuso? Ella, obviamente, es de esa


manera por una razón, y la razón no puede ser muy agradable. Sabemos
que ella y Rey eran huérfanos y que esencialmente lo crió sola. Rey no
compartió mucho más que eso, pero de lo que reuní, no fue bonito, pero
ella nunca le falló. Tiene una columna de acero por una razón. Eres la
persona más difícil que he conocido. Sois el uno para el otro y lo sabes y

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

es por eso que los dos estáis tan espinosos con ello. —Con una sonrisa,
Tracy tomó las ahora tazas vacías y se fue abajo, donde otros miembros
de la familia esperaban.

*****

Era de noche cuando Nina se despertó de su sueño drogado. Supo


de inmediato que Lex estaba en la habitación, durmiendo junto a ella en
la cama. Se quedó allí por un largo tiempo pensando en la situación, sin
saber qué hacer.

Amaba a Lex Warden y no podía negar la conexión entre ellos. Al


mismo tiempo, no podía moverse por el terror y la traición que había
experimentado mientras Cade se había quedado allí sin hacer nada. Sí,
Lex tuvo que ser contenido, pero él tenía un arma, lo sabía. ¿Por qué no
la había sacado y le había disparado a Carter? Ella lo habría hecho por
él. Infiernos, lo había tenido que hacer por sí misma y eso era lo que le
quemaba en el fondo del estómago.

Se había visto obligada a ponerse a sí misma y a su vida en las


manos de estos dos hombres. No había sido fácil, pero lo había hecho.
Cuando entró en la casa de la Manada anoche, no había pensado ni por
un momento que no estaría segura. No, había sentido la profunda
comodidad de pertenencia. La comodidad de la sociedad en lugar de la
presión de estar a cargo, no siempre cuidando y protegiendo. Esas pocas
horas habían sido perfectas y la comparación entre entonces y lo que
sintió cuando se quedó allí mientras todos miraban a alguien intentando
matarla le cortó el corazón y la dejó en ruinas.

Y no tenía ni idea de qué hacer al respecto.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó Lex en voz baja, sin moverse de


su lado. De alguna manera sabía que estaba despierta.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Como si un hombre lobo hubiera intentado matarme.

—Nina, lo siento. Siento haberte hecho daño. Lamento que hayas


perdido la fe en mí, en nosotros.

—No sé qué decir, Lex. Son palabras bonitas y estoy segura de que
en realidad quieres decirlas. Pero esto es solo una más de una larga lista
de metidas de patas en mi vida y estoy muy cansada.

—Por favor, dime. Ayúdame a entender, Nina. Te juro que haré lo


mismo. No podemos seguir así. Tenemos que tratar de conocernos el uno
al otro, si vamos a hacer que esto funcione. Y quiero hacerlo. Te amo.

Lo pensó. ¿Podría hacerlo? ¿Podía exponerse y decirle su historia


después de lo que había sucedido? ¿Podía confiar en él? Porque si no se
abría, no estaba segura de que lograran tener una relación. Pero era el
señor Ley y Orden, ¿y si era rechazada por lo que le decía? ¿Y si no podía
aceptar su pasado?

Se había aferrado a sus secretos durante mucho tiempo, nunca


dejando entrar a nadie. No estaba segura de ni siquiera haber vivido
realmente. Tenía una casa y su tienda, pero nunca había tenido una
verdadera interacción de intimidad con nadie. Cuando te abres, tomas
riesgos de que lo que compartas pueda ser utilizado para hacerte daño.
Y eso la aterraba. Pero perder a Lex la aterrorizaba más.

Se agachó, abriendo la puerta que había mantenido atrincherada


durante tanto tiempo.

—Más o menos tres semanas después de mi cumpleaños número


doce, mis padres se fueron de viaje. Solo por tres días. Mi padre iba a
traerme caramelos masticables.

»Gabriel y yo estábamos jugando en el patio con unos amigos de la


familia y llegó la policía. Nos dijeron que mis padres habían muerto en

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

un incendio en el hotel. Un montón de cosas sucedieron, no recuerdo


todo, pero finalmente nos pusieron con un primo lejano de mi madre.
Pero nos odiaba. Solo le gustaba el dinero.

»Y Gabriel era... no sabía cómo lidiar con el hecho de que nuestros


padres se hubieran ido. Había sido un niño tan dulce, pero se metió con
la gente equivocada y encontró un montón de problemas. Muchos. En
poco tiempo nos habían echado.

Nina contó la historia en voz baja. Lex se acercó lentamente y le


tomó la mano, relajándose cuando ella no se apartó.

—¿Qué hiciste?

—Ellos querían que nos pusieran en hogares de acogida, pero no


podían garantizar que estaríamos juntos e incluso con tan solo diez años,
Gabriel ya estaba en camino de meterse en serios problemas. No podía
lidiar con la posibilidad de separarme de él. Así que huimos. Yo tenía casi
quince, trabajé y vivimos aquí y allá, esquivando a los trabajadores
sociales y al sistema. Me convertí en una experta en mentir para
conseguir lo que necesitábamos.

»Primero me encontré con otros niños de la calle, mayores. Pero


entonces me enfrenté a las pequeñas pandillas que formaban parte de la
delincuencia organizada. Era carterista. Robé comida. Robé ropa. Robaba
cosas que podía revender y utilizar el dinero para pagar el alquiler. Me
atraparon unas pocas veces. Pasé unas cuantas temporadas en el
reformatorio.

»Limpié casas por un tiempo. Creo que una mujer con la que
trabajaba sabía que estábamos en el borde, vio lo desesperada que
estaba. Me ayudó a entrar en algún tipo de educación continua y me
interesé por los ordenadores. Ella tenía uno y me dejaba usarlo. Empecé

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

a mantener sus cuentas por ella. No sé dónde estaría hoy si no fuera por
ella.

Nina comenzó a toser. Tenía la garganta tan seca. Lex se incorporó


rápidamente y le sirvió un vaso de agua, se lo entregó en la fría oscuridad
de la habitación. Unos minutos más tarde, con almohadas apiladas, se
sentó en la cabecera.

—De todos modos, el dinero estaba bien. Nos dejaba vivir en un


apartamento sobre el garaje. Gabriel estaba a punto de cumplir dieciocho
años y yo tenía tanto miedo de que acabara en la cárcel. Empecé con la
piratería por diversión. Era una manera de pasar el tiempo mientras
esperaba que llegara a casa. Y llegué a ser buena. Muy buena.

»La gente me encontraba y me contrataba para hacer trabajos.


Nunca lastimé a nadie, pero rompí la ley, Lex. Usé el dinero en las cuentas
del hospital. El maldito Gabriel siempre se metía en peleas, necesitando
puntos de sutura o huesos fijados y entablillados.

»Pero hubo medidas severas y estaba aterrorizada de ser atrapada.


Si iba a la cárcel, ¿qué le pasaría a Gabriel? Quería tener el dinero
suficiente para alejarme. Para cruzar el país y acomodarnos. Así que hice
un último trabajo. Casi me atraparon, pero tuve una recompensa muy,
muy grande.

»Compré dos billetes de autobús, me llevé a Gabriel y viajamos por


unos días y terminamos aquí. Vivíamos en un apartamento, obtuve mi
GED4 y fui a una universidad comunitaria y descubrí lo mucho que me
encantaba el diseño de plantas y flores en general. Era buena en el diseño
empresarial, pero siempre tenía cuidado de no tener un ordenador en
casa conectado a Internet.

4 El GED o General Educational Development Test (Examen de Desarrollo de Educación


General), es una certificación para el estudiante que haya aprendido los requisitos
necesarios del nivel de escuela preparatoria estadounidense o Canadiense.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

»Habíamos salido adelante. Tenía un negocio y las cosas iban bien.


Y Gabriel se metió en esa pelea en un bar y no pude protegerlo más. Era
problema suyo y que Dios me ayudara, me sentí aliviada. Amaba a
Gabriel pero doce es demasiado joven para ser madre.

El corazón de Lex latía mientras escuchaba. Sufría por ella. Él le


había dicho que no le habían regalado nada en la vida, y no lo habían
hecho, había trabajado duro por sus logros, pero en comparación con su
vida, había sido tan fácil.

—La gente me ha dejado toda mi vida, Lex. La única constante que


he tenido soy yo. No estoy orgullosa de las cosas que hice. Sé que estaban
mal. Pero era todo lo que sabía hacer. Tal vez debería habernos entregado
al sistema. No sé. Todo lo que tenía era a mí misma. —Su voz se quebró
cuando lo repitió—. Creía en ti. Me permití creer que por una vez en mi
jodida vida estaría con alguien que pudiera cuidar de mí de vez en
cuando. O por lo menos, cuidar de sí mismo, para no tener que hacerlo
yo. —Todo su cuerpo empezó a temblar por el esfuerzo de liberar todas
las cosas que había mantenido en su interior—. Confiaba en ti. Confié en
Cade. No sé cómo volver de este lugar donde me siento tan traicionada.

Lex se inclinó sobre ella y encendió la lámpara, proyectando una


baja luz dorada en la habitación. Se sentó junto a ella, buscando su
rostro.

—Oh, nena. Mi pobre pájaro herido. —Le besó los dedos y se dio
cuenta que podía oler el aroma de su lobo y tuvo que cerrar los ojos por
un momento, mientras la intensidad de la sensación le atravesaba.

—¿Por qué, Lex? ¿Por qué todos se quedaron allí y miraban


mientras alguien intentaba matarme? ¿No crees que emitir un desafío a
muerte fue un poco exagerado por un corte en la frente? ¿Podrías
realmente haber visto cómo me mataba? Tenías una pistola, podrías
haberle disparado primero. ¿Realmente valgo tan poco que un cuarto

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

entero de gente no haría nada para evitar que me matara? —La voz de
Nina era un mero susurro, cargado de confusión emocional.

Lex respiró hondo.

—Los lobos han existido, ocultos de los humanos, por miles de


años. Solo hemos salido en los últimos cien años. Todo lo que nos
mantuvo seguros, libres de persecución y de ser cazados hasta su
extinción, fue la Manada.

»La Manada es la vida, Nina. Nuestras reglas crean orden. Una


Manada es una unidad. Tienes que confiar en todos los miembros de esa
unidad para cuidar tu espalda si eres atacado. Nuestras normas no son
solo palabras, y ceremonia, están unidas a nuestra propia existencia.

»Lo sentiste cuando Cade habló antes, sé que lo hiciste. Es el


determinismo biológico de los hombres lobo. Pero para que una jerarquía
exista sin objeciones, para evitar las peleas internas y puñaladas por la
espalda, cada lobo tiene que confiar en las reglas que nos rigen.

»No podemos obedecer las reglas solo cuando nos conviene. Si Cade
hubiera detenido el desafío, la Manada se habría dividido. Literalmente.
Hubieran perdido la confianza en su liderazgo. Eso habría llevado a la
Manada a un caos total.

»Cade nació para liderar esta Manada. Igual que yo nací para ser
Ejecutor. Es mi trabajo hacer cumplir nuestras leyes. —Su voz se atoró
con profunda emoción—. Habría matado a Carter si te hubiera matado.
Pero se llevaron mis armas, no podía haberle disparado. Desafío o no, le
habría destrozado con mis propias manos, y entonces me habría
marchitado sin ti.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Las lágrimas corrían por su rostro y se acercó y tomó las lágrimas


con la punta de sus dedos. Se aferraron allí como diamantes. Se las puso
en los labios, llevándolas a su interior.

—Siento no poder ser lo que necesitas. No estoy poniendo excusas


por ello. Carter traicionó a la Manada por el mal uso de su posición. Es
una razón por la que el resto lo degradó tan severamente. Pero Cade no
podía haber dado un paso adelante. Tuvo que sopesar tu vida contra la
existencia de la manada a la que nació para proteger. No fue fácil para él,
pero no había otra opción.

Lo miró a la cara durante varios minutos. No dijo nada, solo estudió


su rostro mientras lo observaba. Además de ser muy guapo, había algo
acerca de la forma de sus ojos, la curva de su labio inferior, la pelusa de
su ligera barba, que la calmaban.

Alargó la mano y tocó su labio inferior y los dos se estremecieron


ante el contacto.

Existía tanto entre ellos que no había palabras adecuadas para


expresarlo todo. Amor y esperanza, dolor e ira, rechazo y traición, pero
sobre todo, conexión. El amor no era simple, no era fácil. Pero entre ellos,
simplemente existía.

Como en cámara lenta Lex levantó una mano para envolver su


mano en la más grande de él.

—Todavía estás en recuperación. Debemos esperar.

Sus ojos se estrecharon y él se rió. Ella negó con la cabeza.

—Necesito una ducha.

—La Doctora Molinari dijo que estaría bien. ¿Necesitas ayuda? —


Se levantó con cautela. Su pene estaba tan duro que le dolía. Su lobo

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

estaba apenas contenido, deseando marcarla, emocionado con que ahora


tuviera un lobo. Llevaba su vínculo a un nivel completamente nuevo.
Donde antes había podido mantener su lobo suprimido porque Nina era
humana, no había tales restricciones ahora y su lobo lo sabía.

Entró en el cuarto de baño y abrió el grifo para dejarlo correr y


conseguir que se calentara. Estaba de espaldas, pero sintió cuando entró
en la habitación. No solo por su oído más sensible y sentido del olfato,
sino en su profundo interior.

Se volvió y miró sus ojos y sus lobos estuvieron atrapados por el


olor del otro.

Sus ojos se abrieron mientras su respiración se aceleraba.

—¿Qué es eso? —Su mano agarró el mostrador del baño.

—Nuestros lobos. Se huelen entre sí. —Se acercó a ella y tiró de su


camisa, tirándola en el cesto, y luego le quitó las bragas. Una de sus
manos descansó sobre su hombro mientras salía de ellas, pateándolas a
un lado.

Gimió y ella apretó su mano sobre su hombro.

—Lex —dijo con un ronroneo.

—No. No me tientes, Nina. Necesitas una ducha y luego tienes que


volver a la cama. Estabas tan herida... —Su voz se quebró y se dio la
vuelta rápidamente, abriendo la ducha y ella entró.

El agua caliente bajando por su cuerpo se sintió muy bien y suspiró


de placer.

—Coqueta.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Deja de hablar de eso. Es mi trabajo ser deseable. Pero me puedes


decir por qué no parezco tener ningún síntoma real de mi pelea con Carter
a excepción de un poco de dolor muscular y fatiga.

Se rió entre dientes.

—El cambio lo hizo. Nos curamos muy rápidamente. Estuviste


fuera durante dos días y mientras estabas inconsciente tu lobo sanó tu
cuerpo.

—Debes venir aquí. Estoy teniendo dificultades para llegar a mi


espalda. Además, no puedo escucharte.

Lex puso los ojos en blanco, pero eso no le impidió quitarse la ropa
en un tiempo récord y entrar en el recinto con ella.

—Aquí. —Le entregó el jabón, una esponja y se volvió.

Le limpió la espalda y trató de no pensar en lo atractiva que se veía


allí, mojada y reluciente. Su aroma se levantó en el aire lleno de vapor y
tentó sus sentidos.

—Entonces, ¿decías que mi lobo me sanó? Y bien, tienes que


explicarme eso un poco. ¿Tengo un lobo? Quiero decir, ¿no soy un
hombre lobo? ¿Es independiente? Y Gabriel estuvo en el hospital cuatro
días después de haber sido mordido, apenas lo logró.

—Es difícil de explicar, pero sí, tienes un lobo. Cuando estás en


forma humana es como si se retorciera en tu interior. Es algo metafísico,
no puedo hacerle justicia. Pero es una parte de ti.

Se dio la vuelta y echó la cabeza hacia atrás, enjuagando su cabello.


Su espalda se arqueó y entró en contacto con él y todo su cuerpo se tensó.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Y, eh —se aclaró la garganta—, Rey no era tan fuerte como tú. Lo
siento, me doy cuenta de que suena frío, pero es la verdad y la razón por
la cual tu cuerpo lidió con la conversión y sanó tan rápido.

Se estiró hacia atrás y apretó su pelo para escurrir el agua mientras


se movía a un lado.

—¿Me quieres aquí? Voy a lavarte la espalda porque fuiste muy


servicial. —Le dio una descarada sonrisa y él soltó una carcajada.

—Estoy bien. Me di una ducha antes de ir a la cama. —Salió y le


entregó una toalla.

—¡Oh! Hace calor. ¿Encendiste el secador o algo así? —Envolvió su


pelo y él le dio unas palmaditas suavemente en la espalda y piernas para
secarlas.

—Las barras de las toallas se calientan, como los suelos. —Estaba


de rodillas mientras terminaba de secarle las piernas. Miró su cuerpo y
captó su mirada, sus labios entreabiertos, su respiración acelerada.

—Oh, guau. Que agradable. El arquitecto debe ser un tipo


inteligente al que le gusta la comodidad. —Unas cejas se levantaron.

—Bueno, no tenía idea de que tendría una hermosa pareja para


mantener el calor, pero se alegra de haber pensado en ello.

—Bueno, vamos a dejar de hablar en tercera persona ahora. En su


lugar, propongo que me folles. —Pasó sus dedos por su pelo y tiró de él
más cerca de su cuerpo.

—Nina...

—Oh, ¿ahora qué?

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Todavía estás sanando. Hay que esperar. —No pudiendo evitarlo,


se inclinó e inhaló el rico aroma de su cuerpo.

—¡Gah! Tú y tus creencias. ¡Cállate y fóllame ya! Tu pequeño señor


sin duda quiere eso.

Se levantó y la empujó de nuevo al dormitorio con su cuerpo.

—¿Mi qué? —Su voz sonó incrédula.

—Cosita. Pilila. Minga. Cola. Ya sabes —indicó su pene—, eso.

Apenas conteniendo una carcajada, se agachó, agarrándola y


tomándola en brazos. La puso en la cama con cuidado.

—¿Cuántos años tienes, Nina? —Trepó por ella, inclinándose sobre


su cuerpo, pero manteniendo su peso en sus codos en lugar de sobre ella.

—Tengo treinta y sí, es raro para mí decir realmente polla. Puedo


decirlo en mi cabeza, pero es raro decirlo en voz alta.

—¿Cómo lo llamabas antes?

—¿Qué quieres decir?

Gruñó y ella arqueó una ceja.

—Con los otros. Tengo dificultades para entender a un hombre que


esté bien con que se refieran a su pene como su pequeño señor.

Ella se echó a reír.

—Oh, Scooby, ¿es sobre que dije “pequeño” antes de la parte de


señor?

—Parcialmente. ¿Y te acabas de referir a mí como un perro de


dibujos? —Se alejó mientras se daba cuenta de lo que había dicho, y

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

entonces recordó que le había esquivado. Loba inteligente, su


compañera—. Responde a mi pregunta.

Se sonrojó furiosamente.

—Yo... ya sabes que no ha habido muchos hombres antes que tú.


No los llamé de ninguna manera, no lo creo. Y no eres pequeño. Sabes
eso.

La besó rápido y duro.

—¿Grande eh? —Sonrió—. Oh. Bien. Espero que me lo digas.


Mucho.

—Bueno, ¿vas a hacer algo con eso o hablaremos hasta dormirnos?

—Bueno, en primer lugar, vamos a conseguir que tu coño esté listo


para mí. —Se deslizó por su cuerpo, separando sus muslos mientras lo
hacía.

—Sí, está bien —respondió débilmente—. Sabes que los lobos están
muy a favor del sexo oral, una grata bonificación con todo el asunto de
la conversión. No creo que venga de la mano con otros tipos de convers...
¡oh Dios mío! —Jadeó cuando la punta de su lengua se deslizó contra
ella.

Lentas, largas lamidas de su lengua la llevaron hacia el orgasmo.


El oleaje sinuoso de su lengua era el cielo. La lamió con más presión
mientras se acercaba e iba sobre su clítoris, presionándolo contra ella,
presionándola contra su cuerpo. La sensación la hizo quedarse sin
aliento y hormigueante, era un conjunto maravilloso.

La naturaleza emocional de la conversación, y la verdad de las


últimas semanas, se precipitó a través de ella. Podía sentir la intensidad

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

de sus sentimientos hacia ella, podía sentir lo mucho que la amaba y la


deseaba.

Cuando deslizó un dedo y luego dos profundamente en su vagina y


acarició el punto dulce al tiempo que succionaba su clítoris, con la
espalda arqueada, no pudo evitar gemir su nombre cuando el orgasmo se
estrelló contra su cuerpo.

Su boca la montó suavemente pero el clímax fue espectacular en


su fuerza. Era vívido y su columna se dobló y pareció hacer eco a través
de su cuerpo por largos minutos hasta que finalmente se derrumbó, con
sus músculos completamente relajados.

Vagamente, oyó su risa masculina, mientras se acomodaba junto


a ella y ponía la cara en su cuello para olisquearla.

—Eso fue bastante espectacular, semental —se las arregló para


decir con voz entrecortada.

No tuvo que abrir los ojos para saber que estaba usando esa
sonrisa petulante y se lo permitió porque se lo merecía.

—Si alguna vez hay un deporte olímpico sobre sexo oral, ganarías
el oro.

—Vaya, gracias. Pero creo que mis días de profesional han


terminado y ahora estoy retirado. Solo hay un tema que me interesa y
tengo pensado perfeccionar mi técnica entre tus muslos.

Ella soltó una risita.

—Bien, sí. Por Dios. No quería decir que salieras y ejercieras tu


oficio con otras chicas. No y seguir viviendo.

Él pasó sus dedos sobre su estómago, abrió un ojo y volvió la


cabeza para mirarlo.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Espero que no estés pensando que estoy haciendo el trabajo y


que estaré arriba. Estaba casi muerta y todo.

—Nina, hermosa, vamos a descansar. Ir a dormir.

Ella se dio la vuelta sobre su lado para mirarlo y frunció el ceño.

—¿No me deseas?

—¡Oh, Dios, sí! Por supuesto que sí. Todo el día. Cada momento del
día. Pero estás recuperándote de lesiones traumáticas, ¡no puedo! Sería
aprovecharme de ti.

Nina parpadeó.

—¿Está jodidamente bromeando? Mira, Doctor Phil, cállate ya y


fóllame. No estoy diciendo que hagamos dieciséis páginas del Kama Sutra
o algo así, pero puedo manejar con toda seguridad una buena cuota de
bofetadas y cosquillas.

—Cariño, eres mi pareja. Es mi trabajo protegerte.

Con un suspiro, se agachó y agarró su pene. Estaba tan duro que


lo sintió palpitar en su mano. La cabeza brillaba con líquido pre-seminal.
Deslizó su dedo pulgar arriba y otra vez, a través de esa resbaladiza y
sedosa superficie, se lo llevó a los labios. Él gimió.

—Si no me follas, me volveré loca. Así es como puedes cuidar de


mí, Scooby. Vamos, dame un poco de ese semen mágico tuyo —bromeó.

Rodó sus caderas, empujándose a sí mismo en su mano.

—Vamos. Te prometo que tomaré una siesta después. Sabes que lo


deseas. Si no lo haces, les diré a todos los otros lobos que no satisfaces
mi traviesa, sucia, obscena e indescriptible urgencia.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Dios, eres de otro planeta, ¿lo sabías? —Lex rió mientras se


desenredaba de ella y gentilmente la empujaba sobre la cama.

—Bueno, por supuesto —respondió con anticipación.

No la decepcionó cuando se acomodó y se empujó a sí mismo en su


coño.

Ambos cerraron los ojos por un momento mientras hacía un


impulso inexorable en su cuerpo con el suyo.

Gotas de sudor se alinearon en su frente y espalda mientras se


fusionaban, la seda húmeda de su coño siendo separada por él. Lo
abrazó, dándole la bienvenida. Cuando se adentró hasta su empuñadura
se sintió como en casa. ¿Algo se había sentido así alguna vez? Tan bien
y perfecto, como se siente cuando vuelves de unas largas vacaciones.

Mantuvo la mayor parte del peso de su cuerpo, sosteniéndose con


sus brazos. Ella rodó sus caderas para encontrar sus golpes y la abrió
más cuando envolvió sus piernas alrededor de su cintura. Usó sus
pantorrillas para tirar de él más cerca y retenerlo allí.

—Te sientes tan bien, Lex. Nada se siente tan bien —susurró las
palabras mientras miraba profundamente a sus ojos.

Sintió la captura de sus emociones y lo oyó en su voz. Supo


entonces que ella nunca se había desnudado emocionalmente así con
nadie. Eso le humilló, haciéndole darse cuenta de lo especial que era, con
el exterior crujiente y todo.

—Es porque es bueno, es hermoso. ¿Tú y yo? Estamos en ello.

—Que palabras tan dulces —dijo, terminando en un jadeo mientras


sostenía sus caderas para que pudiera cambiar de ángulo, acariciando la

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

cabeza de su grueso pene sobre ese manojo de nervios profundos dentro


de ella.

—Sí, todavía lo tengo.

—Está bien, Lassie, menos hablar y más follar.

—Dios, eres una prueba para un hombre —suspiró y ella se echó a


reír. Se dio cuenta de que la había oído reírse y sonreír e incluso
carcajearse, pero nunca una risa completa. No de esta forma, llena de
alegría y sin vacilación ni dolor.

—Te amo, semental —dijo apresuradamente y sus ojos se abrieron


en estado de shock.

—Oye, yo también te amo. No tengas miedo de amarme, Nina.


Espero que no te arrepientas. —La miró a la cara y luego se sonrojó—.
Oh, bien, excepto por todo el último mes más o menos. —La besó. Sus
labios eran suaves y llenos debajo de los suyos. Tomó un sorbo de ella—
. Tócate, Nina. Córrete a mí alrededor. No quiero poner nada de mi peso
para que muevas la mano. Y me gusta ver que lo haces.

Se inclinó y pasó el borde de sus dientes sobre uno de sus pezones,


deleitándose por la forma en que jadeó y se arqueó en su boca. Viendo su
mano deslizarse sobre su montículo, con sus dedos inquisitivos hacia su
clítoris, movió la lengua sobre sus pezones, uno y luego el otro, una y
otra vez.

En el momento en que sus dedos tocaron su clítoris, se apretó


alrededor de su pene. Podía sentir la carne de su coño resbaladiza
alrededor mientras movía sus dedos sobre ella. Su respiración se aceleró
y se atascó mientras se empujaba hacia el orgasmo con él detrás suyo.

Le encantaba la forma en que se sentía debajo de él, alrededor de


él. Le encantaba el sutil aroma de su cuerpo que se elevaba de su piel

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

caliente. Le encantaba la forma en que su cabello se sentía contra su piel,


la seda del interior de sus muslos. Le encantaba los sonidos que hacía
mientras se acercaba al clímax. Demonios, incluso amaba su retorcido
sentido del humor.

Mientras los primeros temblores de su orgasmo recorrían su coño,


comenzó a empujar más profundo. Luchando contra la tentación de
sumergirse profundamente en ella, estableció movimientos profundos y
lentos y cuando sus espasmos rompieron y su clímax lo arrastró con ella,
pensó que sus entrañas se dispararían a la cabeza de su pene,
corriéndose tan fuerte.

Jadeante, se movió a un lado para no colapsar sobre ella y hacerle


daño. Con su corazón tronando en su pecho, la atrajo hacia sí, besándola
en la parte superior de la cabeza y murmurándole que la amaba.

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Capítulo Siete
Al amanecer, el despertador interno de Nina la despertó por
primera vez desde que se había mudado a la mansión de los hombres
lobo. Se levantó de la cama y se metió en la ducha silenciosamente.

Tenía que volver al trabajo. Había logrado prometerle a Lex que


llamarían a la tienda y habían arreglado que su gerente se hiciera cargo
mientras estuviera fuera, pero ya era suficiente. Había pasado una
semana y era demasiado maldito tiempo.

Había disfrutado el hecho de que el armario principal estuviera


fuera del baño y se vistió, poniéndose un poco de maquillaje y trenzando
su cabello. Decidió renunciar a las gafas y a la ropa formal. Se había
quemado de todos modos. ¿Cuál era el punto ahora que no solo tenía a
un hombre, sino a un gran hombre lobo malo que llevaba una Magnum
357?

Dejó dormir a Lex y se dirigió abajo, gracias a Dios olió café y vio a
Dave y a Megan allí en la cocina, leyendo el periódico.

La verdad era que había entendido todo mejor de lo que Lex había
pensado que haría. Comprendiendo la importancia de apegarse a las
normas para estar a salvo. Entendía el costo de cuidar un objetivo
primordial, a veces a expensas de la persona más débil.

Al mismo tiempo, no estaba segura de lo que sentía por el resto de


los lobos que se quedaron allí y observaron mientras estaba a punto de
morir. Su mente lógica lo entendía, sin duda comprendía la obligación de
la Manada ahora que también corría por sus venas. Era como una extraña
conexión de mente grupal. Sin embargo, los sentimientos de traición

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

todavía estaban allí como un sabor amargo en su lengua y pesaban sobre


su corazón.

Pero vivía allí y ahora era uno de ellos en algo más profundo que
un matrimonio. Y no podía evitarlos a todos para siempre.

Suspirando, se dirigió a la cocina y fue al armario para agarrar una


taza.

Dave se levantó y abrió la puerta, tomando una taza y


entregándosela.

—Ven, deja que te ayude con eso.

Nina la tomó.

—Gracias. —Se volvió, tomó leche de la nevera y preparó su taza


de café.

Metió un panecillo en la tostadora, recorrió la nevera y sacó un


tomate y un poco de queso y se preparó para rebanarlos.

—Nina, lo siento. Sé que probablemente no puedes entender por


qué nadie te ayudó y yo... lo lamento mucho —dijo Megan suavemente.

Nina se volvió y miró a los ojos de su cuñada y sintió el dolor allí.


Sintió el conflicto entre su lealtad a la Manada, a su alfa y hacer lo
correcto y proteger a Nina.

Pero mientras Nina estaba allí, recordando aquella noche, hubo un


destello de algo. Los guardias tenían todas las armas, sí. Pero también
tenían atadas pistoleras en sus muslos, en la parte baja de su espalda o
en fundas para las axilas. Nina miró hacia abajo y vio que el arma de
Megan no estaba en su muslo.

—Megan, ¿dónde cargas tus armas?

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Su cuñada movió su chaqueta y le mostró a Nina la funda debajo


del brazo.

—Aquí. A veces en el muslo, pero no siempre.

—No siempre. —Nina dijo eso suavemente y Megan hizo apenas un


perceptible asentimiento. Nina cerró los ojos por un momento. Desde
luego, no esa noche en la casa con la Manada. Nina recordó a Megan
acomodándose la ropa mientras bajaban de los coches antes de que
hubieran entrado a la casa.

Megan le había entregado el arma. Había utilizado ese momento de


confusión cuando Nina había sido empujada para poner el arma en su
mano.

Nina se acercó y tocó la cara de Megan con suavidad.

—Gracias.

La comprensión pasó entre ellas.

—Me gustaría que hubieras tomado mi arma. Llevaba munición de


plata y habrías matado a ese bastardo de Carter. —La voz de Dave fue
vehemente.

Nina se volvió hacia Dave con un encogimiento de hombros. Dave


se veía miserable, culpable y con la cara roja.

—Yo también lo siento. Me alegro de que le dispararas. Espero que


le duela como un hijo de puta. Espero que la Doctora Molinari cave muy
profundo para llegar a todos los disparos. ¿Puedes perdonarnos a todos?

—Estoy trabajando en ello. Pasará un tiempo antes de que esté lista


para enfrentar a la Manada completa de nuevo.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Su panecillo apareció y se dio la vuelta, amontonando rodajas de


tomate y queso, y lo llevó a la mesa.

—Vas a necesitar un poco más de proteína que eso —dijo Cade


cuando entró en la habitación y se dirigió a la nevera. Sacó un poco de
carne asada, la puso sobre la mesa delante de ella y fue a servirse un
poco de café.

De repente, Megan y Dave descubrieron repentinamente que tenían


que hacer algo en la otra habitación, mientras Cade se sentaba a la mesa
frente a Nina.

No dijo nada mientras ponía la carne en el panecillo pero podía


sentir su angustia. Y su irritación y confusión al querer la aprobación y
el perdón de ella. Se suavizó un poco, pero no mucho. Apostaba que en
realidad él nunca había tenido que trabajar en la aprobación de nadie
antes, ya que había sido preparado para ser Alfa desde que estaba en el
útero.

—Entonces. ¿Todavía soy el señor Warden? —preguntó Cade,


observándola mientras bebía su café.

—No lo sé. ¿Lo eres?

—¿Qué clase de respuesta es esa, mujer?

—¿Qué clase de pregunta estúpida es esa?

—¿Acabas de llamarme estúpido?

—No, llamé estúpida a tu pregunta. Pero después de reflexionar,


debería haberte incluido a ti, también. Pero como eres el supremo líder,
puedes ser el más estúpido.

—Mira, no me disculparé por hacer lo que fue necesario para


mantener el orden de la Manada.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Qué peludo de tu parte decirlo. —Se levantó y volvió al


refrigerador. Molesta, sacó huevos y leche, situándolos en el mostrador.

Nina sintió a Cade mirando su espalda mientras sacaba un bol y


un batidor y se ponía a hacer huevos revueltos. Se tomó su tiempo solo
para molestarlo.

—No podemos seguir enojados el uno con el otro, Nina. Eres mi


cuñada y yo soy tu vínculo de anclaje, así como tu Alfa.

Encendió el gas debajo de la sartén y puso un poco de mantequilla


a derretir.

—Hmm. ¿Ese es un pronunciamiento oficial?

Inclinó el tazón, vertiendo la mezcla en la sartén, y poniéndolo en


el fregadero antes de regresar a la cocina donde agitó los huevos.

Él se enfureció mientras cocinaba. Finalmente sacó dos platos y


puso la mitad de los huevos y colocó un plato delante de Cade y se sentó
al lado.

—Oh. Gracias.

Nina ocultó una sonrisa por su confusión. Cade Warden podría ser
su Alfa y tener mucho poder, pero él y su hermano tenían que recibir
entrenamiento adecuado sobre la forma de tratar a una mujer. Esa cosa
de macho tenía que parar. Si iba a vivir allí, sería en sus términos,
también, o no lo haría en absoluto.

Comieron en silencio hasta que se levantó y puso su plato en el


fregadero.

—¿Entonces estamos bien o qué? —preguntó Cade.

Se volvió hacia él.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Con el tiempo lo estaremos. Por un lado, confío en ti. Como


miembro de tu Manada, confío en que hagas cumplir las reglas que
mantienen a los hombres lobos seguros. Pero eso no quiere decir que
confíe en ti, Cade, para protegerme a mí, Nina. Hubiera dado mi vida por
ti o por Lex. Pero tú no sientes lo mismo y tomará algún tiempo que me
acostumbre.

Se levantó y se acercó a ella. Tomando sus manos entre las suyas,


buscó su cara mientras trataba de escoger adecuadamente las palabras.

—Nina, puedes confiar en mí. No hay nadie más importante para


mí en el mundo que tú y Lex. Amo a mi familia, pero los dos sois mi triple-
enlace. De muchas maneras, eres mi compañera también. Casi me mata
verte ser atacada. Intenté encontrar una salida. Y no, no creo que fuera
culpa tuya. Pero también sabía que un hombre lobo puede matar
fácilmente a un humano. Tuve que tomar la decisión que era mejor para
la Manada. Pero eso no significa que no puedas confiar en mí.

—No puedes tener las dos cosas, Cade. —Movió suavemente sus
manos hacia atrás y le besó la mejilla—. Lo superaré con el tiempo. Pero
no creo que las cosas entre nosotros vayan a ser las mismas y tal vez sea
algo bueno de todos modos.

—¿Qué estás haciendo aquí tan temprano? —preguntó Lex cuando


entró en la cocina.

Nina se apartó de Cade y fue hacia Lex. Lo besó en la barbilla.

—Tengo que ir a mi tienda hoy. Ha pasado una semana. Voy a


necesitar un coche. Oh, y supongo que un guardaespaldas, también. —
Suspiró.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Qué? Jesús, ¡Nina! ¡Casi mueres! La gente está tratando de


matarte. Quemaron tu casa. ¿Qué se necesita para que te quedes en casa
sana y salva? —gritó Lex tan fuerte que la parte baja de su columna vibró.

Hizo un gesto con la mano en su dirección.

—¡Baja la voz! Ya basta, chico de las rabietas.

—¿Chico de las rabietas? Nina, Lex está en lo correcto. Tienes que


quedarte aquí, donde podamos protegerte.

Entrecerró los ojos ante Cade.

—Ah, sí, bien, déjame ver... pues no, no eres mi jefe. Y me gustaría
señalar un punto muy importante, toda esta bola de mierda se originó
por los hombres lobo. ¿Los intentos de asesinato? Fue tu gente. Infiernos,
justo enfrente de ti una vez. Entonces, a la mierda, porque tengo un
negocio que atender y todavía tengo que encontrar al asesino de mi
hermano.

Se movió para salir de la habitación y el brazo de Lex se disparó


para detenerla. Solo que se volvió y le gruñó y todo el mundo se quedó
muy callado por un momento.

—Nina, el lobo está saliendo a la superficie. —La voz de Cade era


tranquila y baja.

—No lo empujéis, entonces. —Se volvió de nuevo hacia Lex—. Voy


a trabajar. Punto. Fin de la discusión. Esperaré abajo por cinco minutos
y luego tomaré uno de los Mercedes y me iré. Puedes lidiar con eso y
darme un guardaespaldas. O sentarte aquí y retorcerte las manos todo el
día. No me importa.

Con ese pronunciamiento, salió rápidamente de la habitación.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Lex dio un puñetazo en la pared y dejó escapar un gemido de


frustración.

—¿Hoy estarás fuera o aquí?

—Aquí. Ve con ella, Lex y llévate a Megan contigo. Es hora de dejar


que Dave se haga cargo como mi guardaespaldas en jefe y tú estés como
Ejecutor de tiempo completo. En este momento, ella es nuestra mayor
prioridad. Está en peligro y tiene razón, necesitamos encontrar a ese
asesino.

—Carter es parte de eso. Puedo sentirlo.

—También lo creo. Nunca he dudado de tus sentidos en cosas como


estas, de todos modos.

Lex suspiró y se volvió hacia su hermano.

—Pondré a dos hombres más en tu guardia personal.

—Hazlo. Ahora ve antes de que se vaya sin ti.

Lex sonrió y levantó un pequeño cubo negro.

—No sin la llave electrónica. El motor no enciende sin él.

Cade se echó a reír.

—Vivir con los dos va a ser muy interesante.

—Algo así —gritó Lex mientras salía de la habitación. Le hizo un


gesto a Megan de que lo siguiera y se dirigieron a la planta baja del garaje.

*****

Nina estaba sentada en el auto, hablando por su teléfono cuando


llegaron.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Le lanzó una mirada molesta cuando puso el cubo en un punto del


tablero cerca del encendido y arrancó el coche. Se aseguró de que lo viera
guardarse el cubo donde podía mantenerlo alejado de ella.

—¿Con quién estabas hablando?

—Con mi asistente. Irá a Pike Place Market esta mañana para


recoger algunos suministros y... oh, no te gustará saber los detalles.

—Sí. Bueno, así es como será. —Lex mantuvo sus ojos en la


carretera mientras conducía—. Uno de nosotros, más probablemente,
dos de nosotros, estará contigo en todo momento mientras te encuentras
en la tienda. Te llevaré todos los días. Eso no es negociable. No vas a salir
de la tienda sin uno de nosotros para acompañarte. No entrarás a la
tienda hasta que hayamos hecho un barrido y nos hayamos asegurado
de que está despejado.

—Sí, sí. Bien, Jefe McHuraño.

Megan resopló de risa en el asiento trasero y Lex le lanzó una


mirada asesina por el espejo retrovisor, pero ella evitó levantar la vista.

—Lo digo en serio, Nina. Ahora que estamos vinculados será aún
más difícil para mí dejarte ir. Seré más protector. Es la biología. Si
trabajamos juntos, podemos hacer que sea más fácil. Vamos, en serio no
puedes... ¡oh mierda!

La cabeza de Nina se elevó y vio la ruina humeante que era su


tienda.

Automáticamente su mano se dirigió hacia la puerta, pero Lex fue


más rápido, golpeando los cierres automáticos.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¡No! Nina, sé que estás molesta, pero no puedes ir ahí. —Megan


se inclinó hacia delante y frotó los hombros de Nina, murmurándole en
voz baja.

—Tengo que hablar con la policía. —La voz de Nina era plana—.
Detén el coche, hay un montón aquí ahora.

Lex empezó a discutir, pero se encontró con los ojos de su hermana.


Megan negó una vez. Con un suspiro, se detuvo en el estacionamiento de
la librería al lado de la tienda.

—Quédate aquí hasta que llegue a tu puerta. —Lex se deslizó e


inspeccionó la zona mientras caminaba alrededor para dejarla salir del
coche.

La llevó a los bomberos en la escena, tratando de ahogar su alarma


ante lo débil y sin vida que se sentía mientras se dejaba guiar hacia la
escena.

—Oficiales, mi prometida, Nina Reyes es la propietaria de esta


tienda. ¿Qué pasó? —preguntó Lex mientras llegaban a la línea de la
policía.

—Señorita —dijo uno de los bomberos mientras quitaba algo de su


manchado traje lleno de humo—, no se ve accidental.

—¿Fue incendio premeditado? Oh, ¡por supuesto! Porque no fue


suficiente incendiar mi casa. ¡Oh! ¿Todo el mundo está bien? ¡Oh, Dios!
¿No había nadie aquí todavía? Verá, para las entregas tempranas de los
jueves, a menudo estamos aquí a las cinco. Ninguno de mis empleados
estaba... —su voz se quebró y Lex la atrajo a su lado.

Megan se situó, discretamente, pero alerta a sus espaldas.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—No señorita, el lugar estaba vacío. ¿Puede esperar allí por favor?
—El bombero apuntó a la esquina—. Estoy seguro de que la policía y los
investigadores querrán hablar con usted.

Adormecida, Nina dejó que Lex la guiara hasta la esquina a esperar.


Tenía que dejar que el dolor pasara sobre ella para poder llegar a la rabia.
Instintivamente, sabía que estar rabiosa la salvaría, ayudándole a
atravesar esto.

Lex estaba a su lado, frotando pequeños círculos sobre su espalda.


Se había dado cuenta de que a los lobos les gustaba tocarse en momentos
de estrés. También se dio cuenta de que tendría que dejar de pensar como
ellos, porque era uno de ellos ahora.

—Cuando todo esto termine, voy internarme en un hospital y tener


un ataque al corazón —dijo con voz cansada.

—Lo siento mucho, hermosa. Vamos a encontrar a quien hizo esto,


te lo prometo.

—Carter hizo esto, Lex. ¡Vamos! Lo sabes y yo lo sé —dijo entre


dientes al ver a alguien salir de la escena. Era el hombre que estaba
investigando el incendio de su casa.

—Señorita Reyes. Me gustaría poder decir que estoy feliz de verte.


¿Por casualidad sabes algo de esto? —El detective Stoner se detuvo frente
a ellos.

—Me gustaría hacerlo. Venía a mi tienda por primera vez en una


semana. —Nina sintió ira y frustración por no poder decirle a este hombre
toda la historia. Lex le había pedido que dejara los detalles para la
Manada y estuvo de acuerdo. Tenía serias dudas en ese momento en
dejar que la Manada se encargara de todo, pero había dado su palabra
así que mantuvo los detalles a un mínimo.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿No? ¿No tienes enemigos? ¿Alguien a quien pudiste haber


ofendido en Ohio? —El detective le preguntó con forzada indiferencia,
pero Nina había tratado suficiente con trabajadores sociales y policías
tratando de averiguar cosas. También podía oler algo acre en él.

Mientras Nina sentía tensarse el brazo de Lex un poco, supo que


no se sentía indiferente al hombre interrogándola.

—Mis crímenes fueron estúpidos y mezquinos y fueron hace años.


Estoy segura de que también vio eso y aparte de los registros menores,
he estado limpia. Alguien a quien engañé con algún juego cuando tenía
diecisiete años no quemaría mi casa y mi tienda. Perdón por hacer tu
trabajo y todo —porque tú no lo estás haciendo, era la parte que no dijo—
, pero esto es algo mucho más grande que alguna mierda por la que
estuve en un reformatorio hace diez años.

—Hey, no hay necesidad de ponerse a la defensiva. Solo estaba


tratando de averiguar quién hizo esto y por qué. Es evidente que quien
haya hecho esto te conoce o tiene algún problema personal cotigo. Es
lógico preguntar si tenías alguna información.

—¿Crees que escondería información por diversión? ¿Que es muy


agradable que mi vida se haya reducido a cenizas, que mis empleados
sean amenazados? Hiciste tu tarea y sabes que no tengo nada que ver.
He trabajado duro para construir mi negocio, quiero atrapar al que hizo
esto más que tú, te lo aseguro.

Stoner levantó las manos en señal de rendición a su rostro


iracundo.

—Estaré en contacto. ¿Todavía que te estás quedando con el señor


Warden aquí presente? —Asintió hacia Lex.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Sí. La señorita Reyes y yo estamos comprometidos. Nuestra casa


es su dirección permanente. Puedes ir allí día y noche. También tiense
mi número de teléfono. Como puedes ver, Nina está estresada y molesta.
¿Puedo considerar llevarla a casa o hay algo más que necesites?

—Nada más por ahora. Estaré en contacto. —La forma en que lo


dijo lo hizo sonar como una amenaza y Nina suspiró.

—Gracias —dijo Nina con cansancio inclinándose hacia Lex


mientras la conducía de vuelta al coche. Le dejó ayudarla a entrar, echó
su cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

—Hermosa...

—No. No lo hagas, Lex, porque tú y yo sabemos que esto lo hizo


Carter y si pienso más en ello en este mismo momento voy a perseguirlo
y matarlo —dijo esto con los ojos todavía cerrados.

—Está bien, ya sé por qué creo que es Carter. Dime por qué lo crees
tú.

—No creo que Melissa sea la que disparó. Pareció bastante


auténtica conmigo y aunque mostró interés en el portátil, su interés no
parecía fuera de los límites de la situación. Parece feliz con estar en el
puesto donde está, es ambiciosa pero no cruel.

—Está bien. —La voz de Lex fue evasiva.

—Eric es un asunto difícil. Pretende ser el don Juan con las


mujeres y sí, es un poco zalamero. Pero, escuchó cada palabra que le dije,
aún mientras miraba mis pechos.

Lex gruñó.

—No creas que no me di cuenta de eso. Novato. Se mantendrá lejos


de ti en el futuro si quiere respirar.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Nina abrió los ojos y lo miró.

—Eh, sí, lo que sea. Prefiero tener a lobos mirando mis senos que
tratando de matarme. Llámame superficial si quieres.

Lex dio un cansado suspiro y le hizo un gesto.

—Pero Carter es un bastardo vicioso. Se puede oler la despiadada


ambición goteando de él.

—¿No crees que Melissa es cruel? —preguntó Lex, curioso.

—No de la misma manera que Eric y Carter. ¿Ese desafío? ¡Vamos!


Sí, fue golpeado por una humana, pero ¿y qué? Podría haberlo olvidado
y haberme obligado a que lo vieran siendo benevolente por ayudar a la
humana compañera loca de Lex. Pero en lugar de eso me desafió a muerte
por ello. ¿Reaccionando de forma exagerada? Quería matarme y acabar
conmigo de una vez. La forma como lo hizo fue desesperada y eso es lo
que más me preocupa. Porque está en la parte inferior de la manada
ahora y no tiene acceso a la Manada como lo tenía antes. Sea cual sea su
juego, la gente con la que está trabajando no se amilanará con eso.

Lex miró por el retrovisor a su hermana.

—Meg, ¿qué piensas?

—Creo que tiene razón. Carter está ocultando algo y está


desesperado. Puedes oler eso en él. Melissa está cómoda siendo la cuarta,
no esconderá nada que sea lo suficiente malo para arruinarlo. ¿Eric? Es
inteligente y fuerte, pero demasiado perezoso para estar detrás de esto.

—La pregunta es, ¿cuál será nuestro próximo paso? Ha sido


relegado al escalón más bajo de la Manada. No tiene ninguna posición en
absoluto. No podremos ver lo que está haciendo con las cuentas si no
tiene acceso.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—La gente desesperada comete errores. Creo que será más fácil
para él entender eso ahora que estará tomando más riesgos que antes.
Estos Desterrados simplemente no tomarán un no por respuesta. —Lex
golpeó el dedo en el volante mientras procesaba la información.

—Sí. Todo lo que tenemos que hacer es pararnos y mirar. Él va a


arruinarlo y más temprano que tarde, creo. ¿La forma en que el dinero se
va y luego sale? Esa es la señal de alguien que vive en los márgenes. Es
una existencia peligrosa. Pronto se verá obligado a estar en el borde y eso
logrará que haga algo estúpido.

Lex la miró con una sonrisa.

—Me encanta cuando eres retorcida, nena.

Nina se rió.

—Bueno, entonces claramente estás con la mujer correcta.

En lugar de continuar, Lex salió de la autopista pocos kilómetros


después.

—¿A dónde vamos?

—Sé que estás molesta y cansada, pero me gustaría llevarte al


bosque por un poco de práctica. ¿Sabes cómo utilizar un arma? Es decir
—le miró con la ceja levantada antes de volver a la carretera—, sé que
puedes utilizar una escopeta. Pero ¿sabes cómo utilizar un arma de
fuego?

—Eh, bueno. ¿Recuerdas que le disparé a Carter? ¿Creo que


estuviste allí en ese momento? —Su voz fue sarcástica y él levantó una
ceja—. Sí. Tenía una muy vieja Smith & Wesson cuando estuve en la
calle. Probablemente no la habría disparado pero hacía que me sintiera

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

mejor. Voy al campo de tiro de vez en cuando, pero no es como si fuera


muy buena.

Lex llevó el coche por un largo camino.

—Este es un campo privado de lobos. Solíamos utilizar uno


público, pero los humanos tienden a ponerse muy nerviosos cuando nos
ven disparar. Como miembro de la Manada tienes acceso a todo y a
cualquier tipo de armas y municiones que necesites. El lobo que lo dirige
fue uno de mis mentores mientras crecía.

Se estacionaron y Megan salió primero. Recorrió la zona, después


salió Lex. Nina, acostumbrándose a todo el proceso, esperó a que Lex
viniera hacia ella.

Se detuvieron en las puertas de lo que parecía ser un agradable


lugar y Lex introdujo una serie de números que Nina subrepticiamente
vio y notó. Simplemente porque podía y era un hábito difícil de romper.

La puerta se abrió y otro hombre muy grande, er, lobo estaba allí,
armado hasta los dientes, er, colmillos. Él asintió.

—Ejecutor, es bueno tenerte aquí.

Lex extendió la mano y tocó el hombro del hombre.

—Grey, es bueno estar aquí. Esta es mi compañera, Nina. Es la


hermana de Rey. Vendrá un par de veces a la semana para aumentar su
nivel de habilidad.

El otro lobo miró brevemente a Nina.

—Bienvenida a Cascadia. Mis sinceras condolencias por tu


pérdida. Rey siempre fue divertido para jugar a las cartas. Cuidó a mi
hija menor el año pasado por unos meses los jueves por la tarde cuando

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

mi mujer tuvo que trabajar el turno de tarde y no pude cambiar mi


agenda. Le enseñó a jugar backgammon.

Un dulce recuerdo recorrió a Nina entonces. Gabriel había amado


el backgammon. Era uno de los juegos que su padre había jugado con
los dos y había sido una forma en la que Nina y Gabriel habían vuelto a
conectar con él.

Se llevó una mano al pecho, presionando su corazón. Las lágrimas


brotaron.

—Gracias. No sabes lo que significa para mí oírte decir eso.

—Señorita Reyes, tu hermano era una buena persona. Quien diga


lo contrario no lo conoció muy bien. Cuando lo necesitaba, siempre me
ayudó. Pudo haber hecho una gran cosa al respecto o hablar de una
buena partida, pero se negó a tomar el dinero por cuidar a Bea. Dijo que
ella lo mantenía joven. Siempre le traía las cosas que se ganaba en la
feria o que recogía aquí y allá. Una vez me dijo que ella le recordaba a ti.
Viéndote ahora, puedo ver por qué.

Sacó la cartera del bolsillo trasero del pantalón y le mostró una foto
de una pequeña sonriente con ojos marrones profundos, amplios y llenos
de algo que Nina simplemente no recordaba haber sentido nunca hasta
ese momento. Había tenido esa cara en un momento de su vida.

Durante mucho tiempo había sido demasiado doloroso recordar,


así que lo había empujado tan lejos que casi lo había olvidado.

—Nina —susurró y se aclaró la garganta—. Por favor, llámame


Nina. —Se inclinó y abrazó al hombre rápidamente—. Gracias.

Ruborizándose, él inclinó la cabeza, sonriendo. Lex puso los ojos


en blanco, pero la cara de Nina abrazando a otro hombre era digno de
ver. Haciendo una pausa mental, Lex se dio cuenta de que era una de

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

esas personas que no había conocido a Rey muy bien. Gabriel Reyes
había sido un imbécil, pero después de escuchar a Nina hablar de su
pasado Lex entendía a Rey mucho mejor y lamentaba en realidad nunca
haber tratado de llegar a conocerlo.

—Dorian está en la parte de atrás. Voy a dejar que sepa que estáis
aquí.

Lex asintió hacia Grey.

—Gracias.

Lex guió a Nina a través de varios largos pasillos que terminaban


en una serie de grandes puertas dobles. Había una gran zona de armarios
a un lado y al otro un mostrador con estantes de lo que parecían ser
municiones y armas. Trajes blindados colgaban en los bastidores.

—Este es el campo de tiro. También hay un campo de tiro fuera


para ballestas. La esgrima y el trabajo con espadas se realizan en una
habitación que pasamos en nuestro camino. El combate mano a mano
como el judo y el Krav Maga se practican en los espacios más pequeños
de los pisos de arriba.

»Todos mis guardias entrenan aquí con Dorian Metz. Dorian ha


estado a cargo de entrenarlos durante cuarenta y cinco años. Es la razón
por la que entré en el ejército y me metí en los Rangers. Era duro como
un clavo a los diecinueve, ya que había entrenado con él toda mi vida.

»Si se nos permitiera competir, él es lo suficientemente bueno como


para recibir una medalla en tiro en los Juegos Olímpicos. También es
cinturón negro en karate y es muy hábil con los cuchillos y las espadas
largas japonesas. Supervisaré todo tu entrenamiento. Pero él te ayudará
cuando sea necesario.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Nina arrugó la nariz mientras Lex empezaba a mirar por encima de


las diferentes armas detrás del contador.

—¿Entrenamiento?

Lex eligió una y abrió el seguro del gatillo. Se dio la vuelta y abrió
un cajón, sacando el gancho y dejando la pistola, clips y una caja de
municiones abajo.

—Eres mi compañera, Nina. Mi lugar en esta Manada como


Ejecutor es muy peligroso. Como tal, es peligroso para ti también. Eso
significa que tienes que estar entrenada para defenderte y también estar
a la ofensiva si es necesario.

—Vale. Pero espero que sepas que reconstruiré mi tienda. No es


que no me importe apoyarte y patearle el trasero a cualquiera que te
amenace. Pero soy una florista, Lex.

Sonrió y la besó en la frente.

—Lo sé. Pero tienes que ser entrenada. Todo el mundo en la


Manada recibe un cierto nivel de entrenamiento y todos aquellos que
tienen un rango superior en la línea reciben mucho más entrenamiento.

Entonces la vio cargar las balas en el cargador y poner el clip en el


arma. La hizo hacerlo una vez más y asintió.

—Bien.

—Sí. No es exactamente algo difícil.

En ese momento, un hombre entró por las puertas dobles.

—¡Alexander, mi chico! Trajiste a tu compañera. ¿La dejarás a mi


cuidado?

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Nina levantó una ceja y Lex se rió entre dientes.

—¡Dorian! —Abrazó al hombre y se volvió hacia Nina—. Dorian


Metz, esta es Nina, mi compañera. Y me encargaré de su entrenamiento.
Bueno, menos la parte de las espadas.

El hombre era el hombre lobo más pequeño que Nina había visto.
La mayoría de ellos medían por lo menos de un metro ochenta de alto y
eran voluminosos. Dorian Metz medía tal vez uno setenta. Tenía el cabello
totalmente gris y unos penetrantes ojos azules. La estudió, midiéndola.

—¿No confías en mí para cuidar a tu pequeña impresionante loba,


Alexander?

Lex resopló.

—No, Dorian. Mi impresionante lobita es dura. Puede cuidarse sola


bastante bien. Eres tú a quien estoy protegiendo.

Ambos rieron y Nina miró a Megan y puso los ojos en blanco.

—Bien, ahora, ¿ya hicisteis el apretón de manos secreto? ¿O hay


nalgadas involucradas y una especie de ritual secreto?

Dorian se quedó en silencio por un momento y entrecerró los ojos


hacia Nina, quien en realidad estaba empezando a lamentar su
comentario simplista. Gracias a Dios, su rostro dibujó una gran sonrisa
y le dio un abrazo.

—¡Oh! Me gusta esta, Alexander. Necesitas un poco de humor en


tu vida. Siempre has sido demasiado serio. Te va a mantener en la línea,
creo.

El resto del tiempo lo pasaron disparando. Lex estaba


impresionado con lo bien que lo hacía. Cada disparo había dado en el
blanco, y una vez que había comenzado a darle consejos sobre cómo

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

pararse o sostener el arma, comenzó a mejorar aún más. Estaba claro


que era algo natural y sus reflejos mejorarían debido al cambio y la
ayudaría a convertirse en una excelente tiradora.

Se despidieron y regresaron a casa, donde Lex le prometió un baño


caliente y Nina respaldó la idea, sus músculos ya empezaban a dolerle
por disparar.

*****

Jack Reed, el Alfa del Clan de los Desterrados, bajó la nariz ante
Carter. Las cosas habían cambiado en gran manera para Jack. Solo unos
días antes, Carter tenía la sartén por el mango y ahora no solo el otro
lobo había sido arrastrado hasta el fondo en las filas Cascadia sino que
Warren Pellini, el portavoz del Grupo Pellini, aclárese el hombre lobo de
la mafia aquí, había venido a verle por las deudas de Carter.

Pellini y Jack habían tenido una interesante discusión sobre el


virus y el frío y duro hecho de que con Carter en la parte inferior de la
manada, no tendrían acceso a los registros y a las finanzas como antes.
Eso lo hacía más que inútil, le hacía una carga más.

—Hiciste una cosa muy estúpida, Carter.

—Mira, ¿cómo iba a saber que tomaría una pistola y me vaciaría


un cargador completo? Esa perra tiene que morir y no voy a descansar
hasta que lo esté. —La voz de Carter estaba mezclada con amenaza y
miedo.

—La pregunta es, Carter, ¿por qué diablos quieres pensar que fue
una buena idea desafiar a la compañera del Ejecutor a muerte la noche
en que fue presentada en la Manada? —Jack golpeó la mano sobre la
mesa para enfatizar.

207
Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¡Era un gran plan! Tiene que morir, tenía el derecho y la


capacidad de matarla y la tomé.

—Sí, un plan realmente exitoso. Felicidades —dijo Jack secamente.

—Cometí un error. Lo arreglaré.

—No se puede arreglar, Carter. Perdiste tu posición y tu poder.


Puedo oler su magia en ti. Te castraron. —El rostro de Jack se torció en
una mueca de desprecio al referirse a la pérdida metafísica de su estatus
y poder, realizada por el consejo de gobierno.

—¡Puedo recuperarla! Me lo debes. Te di los datos. Te conseguí el


virus cuando eras solo una persona de bajo nivel. Si no fuera por mí no
estarías sentado en la mayor mina de oro.

—Sí, sí. Y aunque aprecio eso, tu utilidad llegó a su fin, Carter. No


tendrás más acceso a los datos que necesitamos. Ya no los necesitamos
de todos modos. La información es clave, pero podemos seguir adelante
sin ella. Te puedo ofrecer un lugar con los Desterrados. Podemos utilizar
corredores.

—¿Corredores? ¿Cómo te atreves a insultarme? ¡Soy el tercero de


la mayor Manada en el oeste! ¡No soy un corredor!

Jack se acercó y empujó a Carter de nuevo en la silla.

—Eras el Tercero. Y soy consciente de que crees que somos brutos


y estúpidos. Que no somos aptos para abrillantar tus mocasines italianos
de seiscientos dólares. Sin embargo, el zapato está en otro pie ahora,
perdona el juego de palabras. Somos lo suficientemente inteligentes como
para haber diseñado el robo y la reproducción del virus de la licantropía.
¿Todas esas pequeñas tareas que fallaron? La cagaste. Esas fallas fueron
causadas por tus propios hombres y los que elegiste de mis filas.
Claramente, Carter, no estás muy bien equipado para el trabajo. Pero en

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

realidad ya no tienes poder. No tienes nada que ofrecernos. Te ofrezco un


lugar con nosotros para que tengas otro lugar a donde ir. No puedes
quedarte con los Cascadia. Los dos sabemos que te has convertido en
una gran responsabilidad. No puedo dejar que te quedes allí. No podemos
correr el riesgo de la exposición.

Jack se sentó de nuevo y se alisó la corbata.

—Finalmente, tienes a Lex Warden en tu trasero. Sabes tan bien


como yo que no descansará hasta que estés muerto. Intentaste matar a
su compañera. He visto al hombre rasgar la puta cabeza de un rival sin
romper a sudar. Antes de salir de Cascadia vi una pelea. Un grupo de
Desterrados, mi predecesor y sus secuaces, lanzaron un ataque contra
Cade y su padre. Había nueve lobos y estaban armados. —Con la historia,
Jack se echó hacia atrás al revivir el recuerdo de aquella noche ocho años
atrás. Se había alegrado de asustar la mierda de Carter con el fantasma
muy real de Lex Warden.

—Lex se metió en el grupo y comenzó a cambiar. Empezó a rasgar


literalmente a los otros lobos con sus propias manos. Estaba
ensangrentado y los gritos, Dios, todavía puedo escucharlos hoy. El Alfa
de esa Manada desafió a Lex y Lex fue por él, extendió la mano, tiró de
su maldita cabeza directamente de su cuerpo y la arrojó a sus pies.
Cubierto de sangre, se volvió hacia el resto de lobos que habían caído de
rodillas, y sonrió. Ese lobo corrió y nunca vi ni oí de él de nuevo.

»Cade y Henri habían visto todo, sumamente convencidos de que


Lex se encargaría de los nueve lobos. El guardia le había ayudado un
poco, pero vi a Lex Warden matar a seis lobos con sus propias manos.
Nunca sacó un arma.

Jack se puso de pie y caminó alrededor para apoyarse en la esquina


de su escritorio.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Así que ya ves, no pasarás mucho tiempo en este mundo sin la


protección de esta Manada. Lex Warden es la versión licántropo del
hombre del saco y trataste de matar a su mujer.

—¿Me estás amenazando? —Carter se levantó, indignado, pero


sudando y temblando después de escuchar la historia de la que había
oído rumores desde hace años—. ¡No tienes ni idea de con quién estás
tratando! A quién tengo detrás de mí. No me presiones, Jack. No te
atrevas a amenazarme con matarme. A mis amigos en las altas esferas
no les gustaría eso.

Warren Pellini entró en la habitación y asintió hacia Jack. Volvió


los ojos color avellana hacia Carter.

—¡Warren! Gracias a Dios. ¿Oíste lo que pasó? ¡Estos tontos


Desterrados están amenazando con matarme! La chica sigue viva. Ese
ordenador todavía está ahí afuera. Si hay algo en él estamos jodidos. —
Carter se dejó caer en la silla y le envió una sonrisa a Jack.

Momentos más tarde, cayó en la cuenta.

—Warren, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Oíste de mi trabajo, y viniste


a ayudarme? Hay formas, sabes, de recuperar mi poder. Hechizos que los
viejos pueden hacer. Entonces podré pagarte muy bien.

Esos ojos color avellana nunca parpadearon con un poco de


emoción. En una voz fría Pellini dijo:

—Nadie va a realizar el hechizo para ti, Carter. Que tu poder regrese


solo sucederá si realizas un acto extraordinario para la Manada. Y Lex y
Cade serían los que tomarían la decisión final. Intentaste destruir a la
compañera de Lex y el ancla de Cade. Oh, y ahora ella es un lobo. Con
increíbles poderes y alto estatus, y está vigilada las veinticuatro horas del
día.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Warren se apoyó en la mesa y cruzó los tobillos con falsa


naturalidad. Estudió a Carter durante unos momentos.

—Hasta dónde has caído, Carter. Sudando en mi presencia como


un lobo sin rango. Oh, espera, eres un lobo sin rango. —La risa que salió
de su boca fue glacial.

—Tu deuda ha sido perdonada. Jack y yo tenemos un trato.

Carter se puso de pie.

—¿Perdonaste mi deuda? ¿En serio? Gracias... —Los ojos de Carter


se quedaron en blanco y la vida se redujo de ellos mientras la bala de
plata corría a través de su cerebro.

Warren sacó un hilo invisible de su chaqueta, miró a Jack y luego


hacia su Ejecutor.

—Vete al territorio Cascadia. Que sepan que él tenía una gran


cantidad de deudas de juego y ahora que no tenía salario real debido a la
Manada tuvo que pagar de una manera diferente. Eso debería ganarnos
algo de tiempo.

—¿Qué pasa si saben sobre el virus?

Warren se encogió de hombros.

—Si supieran de él, habrían enviado ya al Ejecutor, ¿no te parece?


Los Wardens no son nada si no proactivos. Apuesto a que ese ordenador
ya sea una fantasía o no, no tiene nada. ¿No dijiste que había cosas
incorporadas en el programa con el virus de la licantropía que sería
imposible de extraer y si lo hacían, simplemente desencadenaría la
destrucción de la información?

—Para todos excepto para los mejores hackers, sí. El lobo que dio
la información a Carter era buen amigo de Tommie y Tommie le dijo que

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

el programa era irrompible. La mujer es hermosa y de carácter fuerte.


Pero es florista, ciertamente no es una pirata. —Jack encendió un cigarro
y le entregó otro a Warren.

—¿Te encargaste de los lobos que le prendieron fuego a la casa de


la mujer y a su negocio? —le preguntó Warren.

—Sí. Ya significan problemas, igual que Carter. Idiota. Atacar a la


compañera del Ejecutor fue una cosa muy estúpida.

—Sí, bueno. Ya no es un problema para nosotros. Llegó el momento


de que empecemos a ensayar en algunos humanos. No podemos esparcir
ese virus muy bien si no funciona.

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Capítulo Ocho
Nina se hundió lentamente en el agua con un largo suspiro de
satisfacción. El agua estaba solo un poco caliente. Su temperatura
corporal estaba empezando a elevarse como Lex le había explicado que
haría.

Esa parte era bastante agradable ya que era una de esas personas
que siempre tenían frío.

Acababa de cerrar los ojos y relajar su cuerpo cuando oyó entrar a


Lex a su habitación y patear la puerta para cerrarla. La nueva intensidad
de sus sentidos era un poco abrumadora y se preguntó cómo sería una
vez que hiciera totalmente el cambio.

Entró en el cuarto de baño y su cuerpo se tensó y sus entrañas se


calmaron cuando su olor la golpeó. Era como si él fuera la cosa preciada
y el hombre más sexy y caliente sobre la tierra, leche caliente y Brad Pitt,
todo en uno.

—¿Por qué sonríes? —le preguntó en voz baja.

—Leche caliente —respondió abriendo los ojos al verlo allí con una
taza y un plato con galletas. Desde luego no iba a decir lo de Brad Pitt.
Lex traía galletas de chocolate y té chai, con leche y dulce como lo
prefería. Demonios, era mejor que Brad Pitt.

—¿Quieres un poco de leche caliente? —Comenzó a moverse hacia


la puerta y levantó su mano.

—No. Gracias, querido, pero no. Estaba pensando que eras como
un símbolo de sexo y leche caliente al mismo tiempo.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

La preocupación abandonó su cara y sus labios se curvaron en una


sonrisa.

—¿Buscas tener suerte, señorita? Te ves malditamente bien ahí


desnuda y mojada.

—Oh, ahora, ves, creo que ya estoy teniendo suerte aquí con este
plato de galletas en las manos de un hombre increíblemente sexy.

—Hablas tonterías. Pero me gusta. Cade las hizo, hornea cuando


está molesto.

Nina abrió la boca para decir algo, pero la cerró y se deslizó debajo
del agua.

Cuando volvió a subir, Lex la miraba con una ceja levantada y una
sonrisa.

—¿Ibas a decir?

—Sabes lo que iba a decir, por lo tanto, no es tan divertido. —Tomó


una galleta y se la metió en la boca—. Y de todos modos, sus maneras
femeninas hacen buenas galletas de chocolate y, ¿quién soy yo para
quejarme de que sea un increíble cocinero Alfa?

Lex se rió entre dientes y empezó a salir.

—Eh, ¿hola?

Se dio la vuelta.

—¿Qué pasa, hermosa?

—¿La luna de miel terminó tan rápido? ¿Antes de que hubiéramos


tenido una boda?

Pareció confundido.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Suspiró.

—Lex, es media tarde y una mujer desnuda está en la bañera. ¿Qué


estabas planeando hacer...? ¿Echar la lechada en las baldosas? ¿Ir a
hornear? ¿Lustrar tus zapatos obscenamente caros? ¿Saquear a tu
esposa?

Se puso de rodillas y le tendió la mano.

—Creo que eres sucia. Muy sucia. Necesitas un baño. ¡Oh! bien,
estabas cansada, y tuviste una mañana horrible y...

—Balbuceando de nuevo.

Riendo, tiró de su ropa y se metió en la bañera profundamente con


ella con una mueca de dolor.

—Maldita sea, Nina, el agua está muy caliente.

Poniendo los ojos en blanco, se acercó y se sentó a horcajadas en


su regazo.

—Gracias por las galletas. —Le besó un párpado—. Y por el té. —


Le besó el otro—. Gracias por preocuparte por mí. —Sus labios estaban
debajo de los de ella y se sentían carnosos y deliciosos. Los rozó con los
dientes y él abrió la boca y la atrajo hacia su pecho con fuerza.

—Sabes bien, hermosa —murmuró contra sus labios, barbilla y


cuello mientras echaba la cabeza hacia atrás, permitiéndole el acceso al
hueco de su garganta. Mientras lo hacía, sintió que su lobo se movía en
su interior. Moviéndose dentro de ella por el acto sumiso de desnudar su
cuello para él.

Él gruñó, el sonido fluyendo de sus labios. Con dientes suaves pero


firmes, tomó el tendón al lado de su cuello y la mordió. Un orgásmico

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

estremecimiento de placer rodó a través de ella, Nina gimió mientras la


sensualidad del momento la inundaba.

—Oh, Nina, Dios —gimió Lex, apoyando la frente contra su


esternón, jadeando.

—¿Qué? Lex, fóllame ahora. Sin juegos previos, sin preámbulos.


Duro, profundo y rápido. Necesito que lo hagas. —Se puso de pie y miró
de su cuerpo a su cara. Sus pupilas estaban muy dilatadas y sus
normalmente ojos verdes estaban más profundos, las motas doradas más
pronunciadas.

—Nina, mi lobo está muy cerca de la superficie. Está cerca de la


luna llena y con la reclamación y tu cambio... no sé si puedo ser suave
en estos momentos. Solo déjame recuperar el aliento.

Se agachó y agarró su pene en la mano, su nariz rozando la de él.

—¿Te dije que lo quería suave?

Se puso de pie tan rápido que ni siquiera lo vio. Se encontró de cara


a la pared, un poco doblada, con las manos sobre la baldosa encima de
su cabeza. Se inclinó sobre ella y la besó en la parte posterior del cuello
mientras sus dedos probaban su disposición. Su respiración se aceleró
al encontrarla húmeda y como había pedido, la cabeza de su pene
encontró su entrada y se impulsó en ella.

Sus caderas se doblaron, su cuerpo le dio la invitación y fue


incapaz de detener otro gemido de súplica cuando apoyó las manos en
sus caderas y la tomó el resto del camino en un largo empuje.

Duro y rápido, folló su cuerpo, adentrándose hasta la empuñadura


con cada larga embestida. El entusiasmo por haber sido tan utilizada por
él… no, no utilizada… poseída, querida, deseada por él, era abrumador.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Moviendo una de sus manos, la puso sobre su clítoris con cada


empuje de su cuerpo. Eso provocó un violento estremecimiento de
sensaciones con cada pasada.

—¿Es esto lo que querías, Nina? —le dijo en voz baja al oído.

—Sí —dijo entre dientes mientras las primeras crestas de su


orgasmo comenzaban a manifestarse—. Se siente tan bien, Lex. Por favor,
más.

—¿Más? —le preguntó, con los labios en su oído—. ¿Más qué?

—Fóllame. Más duro. Necesito que entres más duro.

Y la mordió de nuevo, esta vez en la parte posterior de su cuello,


sosteniéndola en su lugar mientras la follaba. El clímax se disparó a
través de su sistema. Sus ojos se cerraron mientras la marea la
arrastraba hacia abajo. Se preguntó qué era ese grito hasta que se dio
cuenta de que era suyo. Sus células se hincharon con las endorfinas,
mojando su coño con miel para facilitar su camino, juntando las paredes
interiores y revoloteando alrededor de su polla invasora.

—Jesús, Nina, es tan bueno —gruñó alrededor de su cuello y


empujándose por última vez lo que desató su propio orgasmo profundo
en su cuerpo.

Largos minutos después, se quedaron allí, todavía entrelazados en


el otro, recuperando la respiración. Lex salió gentilmente.

Se agachó, abrió el desagüe y movió el cabezal de la ducha.

—Déjame encargarme de tu pelo.

Le lavó el pelo mientras se apoyaba en él. Después, la ayudó a salir,


entregándole una toalla tibia y esponjosa. Hubo un punto de dolor en su
cuello y se volvió, para ver el moretón donde la había mordido.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Oh... —dijo ella en voz baja, tocándolo.

Él palideció.

—Oh, Nina, lo siento. No te lo dije de antemano. Es... la


mordedura... sucede cuando el lobo está cerca pfff...

Puso sus dedos sobre sus labios.

—No me lastimaste. Me gustó mucho. Está bien. Entiendo. Lo


comprendí mientras lo hacías.

Ella le tomó la mano y se la besó.

—Oh. Bien. Porque me gustó hacerlo. Nos curamos rápidamente,


pero hay un poco de árnica aquí para contusiones. —Buscó en el armario
de las medicinas y sacó un tubo.

—¿A menudo las mujeres tienen contusiones mientras las follas en


el baño? —preguntó, sorprendida por el borde en su voz.

Él se volvió rápidamente y sintió ese tirón bajo en su vientre de que


era su lobo y su reacción ante ambos.

—Bella, ¿te habrás dado cuenta de que mi vida es muy peligrosa?


Tengo árnica para mis propios golpes. —Le tomó la barbilla y la besó en
los labios—. Hubo otras antes de ti, sí. Pero no hubo nadie hasta ti.
¿Entiendes lo que estoy diciendo?

Ella negó.

—Nina, antes de ti nunca había pasado la noche con una mujer.


Me acostaba con ellas y me iba. No las traje aquí. Nos servían para un
propósito y era algo de cuerpo a cuerpo. Tú eres todo. Cuerpo, alma y
corazón. Tú eres eso. Somos eso.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Guau. —Parpadeó para contener las lágrimas—. Dices las


mejores cosas.

Él se rió y le frotó la crema de árnica.

*****

De vuelta en su habitación, Nina fue hacia el armario y miró por


encima del hombro.

—Sabes —dijo dejando caer su bata—, aparte de la visita del agente


de seguros, estoy libre por las próximas horas.

Lex estuvo de acuerdo mientras caminaba hacia ella, dejando caer


la toalla que había envuelto alrededor de su cintura. La tomó en brazos
y la llevó a la cama, la acostó, para que su cuerpo se encontrara
descansando en el de ella.

—¿Cómo es que te deseo menos de diez minutos después de


tenerte? —murmuró, dándole pequeños besos en los labios.

—No lo sé, pero voy a seguir usando ese jabón. Eh, sabes lo que
quiero decir.

Se echó a reír y rodó para que ella estuviera encima.

Acababa de bajar para robarle otro beso cuando Cade llamó a Lex.

Sonaba bastante urgente, así que no se quejó, rodó fuera y se alejó


mientras él se ponía unos vaqueros y una camiseta y salía de la
habitación.

Rápidamente se puso algo de ropa, se recogió el pelo mojado hacia


atrás y siguió las voces a la oficina donde Cade, Lex y varios otros lobos
de la Manada se habían reunido y estaban teniendo una concisa
discusión.

219
Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Lex levantó la vista cuando entró.

—El cuerpo de Carter acaba de ser encontrado cerca de la casa de


mis padres en North Bend.

Nina levantó una ceja y fue a servirse una taza de café. Abrió la
boca y volvió a cerrarla rápidamente. ¿Qué podía decir? ¿Bien? Desde
luego no lo sentía, pero al mismo tiempo, sabía lo suficiente como para
saber que no podría ser un buen augurio para la Manada.

Se sentó en el brazo del sillón donde estaba Cade y, cambiando de


idea, puso la taza delante de él y se levantó para servirse otra. Lanzó una
mirada a Lex y levantó la jarra, pero negó.

Asintiendo de nuevo, se dio cuenta de que el calor y el aprecio que


había sentido provenían de Cade y que se suponía que debía estar aún
enojada con él. Se encogió de hombros mentalmente.

Lo castigaría más tarde solo por diversión. Ahora no era el


momento.

—Este es claramente un mensaje, Alfa. Sé que hay algo


desarrollándose y no podemos combatirlo con eficacia si no sabemos lo
que está pasando —dijo uno de los otros lobos…. ¿Eric? ¿Derek?... hacia
Cade.

—¿Mensaje?

Lex se volvió hacia Nina.

—Recibió un disparo en la parte posterior de la cabeza con un tiro


de plata y fue encontrado en territorio de la Manada. Esa no es una buena
señal, significa que la mafia está involucrada.

—¿La mafia? ¿Por qué le importaría al crimen organizado los


hombres lobo?

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—La mafia hombre lobo. —Lex se volvió a Cade mientras Nina


procesaba eso.

¿La mafia hombre lobo? ¡Tenían que estar bromeando! Era tan
absurdo que luchó contra el impulso de reír.

—Ninguno de esos lobos era de Carter. Tenemos que decírselo.


Derek está en lo correcto. Esto ha ido demasiado lejos. Cuantos más
secretos se guarden, peor será.

Cade suspiró y asintió. Lex les explicó del virus perdido, del
ordenador portátil y de la malversación de fondos, y los otros lobos se
quedaron en estado de shock.

—Y, obviamente, a estas alturas sabemos que Carter tenía algo que
ver con eso. Es decir, no te metes con la mafia, peluda o no, si eres un
buen lobito de Seattle ocupándote de tus cosas —dijo Nina.

—Sí. La verdadera pregunta en este punto es, ¿qué es lo siguiente


para los Desterrados? —Lex se paseó por la habitación mientras hablaba.

—Bueno, si yo fuera ellos, querría estar seguro de que el virus está


listo. ¿Lo está?

—Es obvio que no habíamos hecho ensayos en humanos todavía.


Estábamos tratando de arreglar algo con los humanos que habían sido
infectados involuntariamente. No sucede muy a menudo y hay ética de
por medio.

A excepción de su hermano. Quería recordarles que Gabriel no


había pedido ser cambiado, pero lo dejó pasar. Asintió.

—Está bien. ¿Y el efecto sobre los lobos?

Lex hizo una mueca.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Esa sería una mierda espeluznante, Nina, si se lo hubiéramos


dado a los lobos sin saber lo que iba a pasar.

—Tonto. No te pregunté si te habías vuelto todo un espeluznante y


malvado científico. No sabía si habías tenido extrapolaciones científicas
acerca de lo que podía suceder.

Los otros lobos en la habitación se pusieron rígidos mientras Nina


le hablaba a Lex de esa manera. Lex no admitía faltas de respeto y no
habían visto nunca a nadie que no fuera Cade hablarle así antes. De
hecho, la mayoría de ellos actuaban completamente aterrorizados cerca
de él, lo que le hacía reír, pero había visto lo suficiente de él para saber
que la forma en que la trataba a ella y a su familia era muy diferente a la
forma en que trataba a sus enemigos.

Nina se dio cuenta y se echó a reír.

—No os preocupéis, sigo pensando que es un lobo feroz. Soy una


maleducada, no puedo evitarlo.

—Y eres la Segunda, también —dijo Cade con un encogimiento de


hombros y una sonrisa.

—Oh, sí, lo soy.

Lex gimió.

—¿Podemos no darle alguna munición en este momento y


mantener la concentración en el problema en cuestión?

Nina se rió y asintió.

—Por supuesto, cariño.

Resopló y comenzó a caminar de nuevo.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Volviendo al tema —disparó una ceja levantada hacia Nina—, los


investigadores están divididos. Algunos creen que sería inofensivo porque
ya está en nuestros sistemas, otros sienten que sería como un agente
viral, haciendo que nuestro sistema nos ataque. Obviamente no
podíamos probar eso y poner en peligro a los lobos más de lo que
queríamos poner en peligro a los humanos.

—Jesús, acabamos de entregarles una herramienta potencial de


bioterrorismo a los Desterrados —dijo Dave.

—Lo que es peor, a la mafia. —Lex se pasó una mano por el pelo y
el interior de Nina se apretó al verlo. El maldito hombre era como una
droga.

—Bien, lo que tenemos que hacer está claro. Tenemos que


recuperarlo. Cómo vamos a hacerlo es otra cosa. —Nina se levantó y
estiró sus manos sobre su cabeza.

—No vamos a hacer nada —gruñó Lex.

Nina lo miró y luego a Cade.

—Escucha, tengo habilidades. No soy una tonta indefensa.

—No estoy diciendo que lo seas. Estoy diciendo que no vas a


participar en ningún fuego cruzado entre nosotros, la mafia o los
Desterrados. Son brutales, Nina. Petulante o no, resulta que me gustas
en una sola pieza —dijo Lex con una calma tensa.

—¿Puedo hablar contigo fuera, por favor? —preguntó Nina


dulcemente.

Lex la miró y sabía que diría lo que fuera que estaba pasando por
su mente frente a todo el mundo si no salía con ella, así que suspiró.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Volveré en unos pocos minutos —le dijo a Cade y movió la mano


hacia la puerta, donde Nina le precedió.

Nina estaba esperando en su habitación, con los brazos cruzados,


zapateando.

—Cierra la puerta.

Entrecerró los ojos y lo hizo.

—No voy a discutir contigo acerca de esto, Nina. Soy el Ejecutor de


esta Manada y digo quien se involucra en algo como esto.

—Oh, no podría importarme menos, Lex. Voy a participar, te guste


o no. Ahora, podemos hacer esto por las buenas o por las malas. Me da
igual. Mi hermano fue asesinado por esto. Casi me matan a mí, y ahora
soy un hombre lobo gracias a Carter y tus estúpidas normas de hombre
lobo. Participaré y si crees que puedes tirar de tu rango y columpiar tu
pene y jugar al gran lobo macho, estás loco.

—¿Crees que puedes decirme cómo hacer mi trabajo? —gruñó con


los dientes apretados.

Puso los ojos en blanco, pero respiró hondo.

—Alexander Warden, no soy quién para decirte cómo hacer tu


trabajo. Lo creas o no, respeto mucho tu trabajo. Respeto que lo hagas
tan bien que la gente te mira con temor y reverencia cada vez que entras
en una habitación. Pero, nene, te estoy diciendo que tengo habilidades
que pueden ayudar. ¿Ha ido tu gente a la casa de Carter y se han llevado
su ordenador? ¿Tomaron su equipo de su área de trabajo? Puedo entrar
y ver lo que ha estado haciendo. Puedo ayudar. Por favor, permíteme
ayudar.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

¿Cómo es que siempre sabía cómo desarmarlo? Lo conmovía,


halagaba y lo frustraba totalmente esta mujer.

—¿Por qué eres tan condenadamente difícil? ¡Solo deseo


mantenerte a salvo! —gritó.

—Mira, señor Gritón, ¡no uses tu testosterona conmigo! No dije que


iría a blandir armas. Pero tienes que separar tus sentimientos por mí
como tu pareja y entender que tengo la capacidad de ayudar. Si quieres
alguna dulce y tranquila mujer, le estás ladrando al árbol equivocado.
¡Eh, ladrar! De todos modos, te aguantas, me tienes a mí y no soy dulce
pero si juegas bien tus cartas, soy fácil.

Eso le sacó una sonrisa y suspiró profundamente.

—Está bien, ¿así que si te consigo el ordenador me dejarás hacer


lo otro sin interferir?

—Por lo otro, ¿qué quieres decir?

—Dios, deberías haber sido abogada. Quiero decir que me ocuparé


de las cosas físicas. Haré algún plan para asaltar a los Desterrados o a la
mafia y tú te quedarás aquí o dondequiera que te diga, segura.

—Por ahora, estoy de acuerdo. Dado que no tengo una tienda a la


cual ir, tengo tiempo para descifrar algunos ordenadores.

—¿Por qué tengo la sensación de que te di las llaves del castillo?

Le dio una mirada agria.

—¿Las llaves del castillo? Amigo, trabaja en tus metáforas. —Cruzó


la habitación, salió y bajó las escaleras hacia la oficina donde estaban los
otros lobos y Lex no pudo dejar de admirarla, incluso cuando se había
llevado diez años de su vida con sus excentricidades.

225
Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

*****

Fiel a su palabra, Lex consiguió el portátil de Carter y el ordenador


de casa fue llevado a Nina para que lo examinara. También le entregaron
sus libros y equipo de trabajo. Una oficina había sido creada para ella en
la habitación que había sido para invitados cuando había llegado a la
casa.

Lex puso a Megan con Nina de forma permanente para que pudiera
investigar la situación sin preocuparse. Le hizo prometer a Nina que no
saldría del recinto sin su conocimiento.

Tracy se quedó en la casa y ayudó con algunos de los registros de


investigación y otras tareas en la que Nina la puso. Ambos Lex y Cade se
impresionaron por la competencia y la inteligencia de su hermana
pequeña. La vieron a través de nuevos ojos trabajando con Nina.

A medida que la luna llena se acercaba, la inquietud de Nina


aumentó. Descubrió que necesitaba estar fuera más a menudo, aunque
fuera solo para caminar por las cubiertas exteriores de las habitaciones
principales de la casa.

Tenía miedo de admitir para sí misma lo aterrorizada que estaba


de la primera transformación. Había sufrido mucho en su vida, pero este
cambio a algo totalmente diferente la asustaba más de lo que podía
envolver su cabeza alrededor. No quería hacer que Lex se sintiera más
culpable todavía. Estaba enfadada, sí, pero había llegado a su propia paz
sobre la forma en que había sido cambiada. Era eso u odiar tanto a Lex
como en lo que se había convertido, y de esa manera destruiría todo su
futuro. No, tenía que aceptarlo, estaba hecho. Pero aún la asustaba.

El trabajo era bastante fácil para Nina. Carter pensaba que era
inteligente, pero esa no era la realidad. Sus contraseñas eran estúpidas

226
Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

y fácilmente las desbloqueó. El servidor de seguridad que tenía no era


muy complicado.

El día antes de la luna llena Nina se dirigió a la oficina de Lex,


dejando caer un fajo de papeles en su escritorio y se dejó caer en una
silla, hasta que terminó su llamada telefónica.

Lex se volvió hacia ella y sonrió. Era tan condenadamente hermosa


que todavía se maravillaba al verla. Su una vez remilgada maestra era
una diosa y lo incendiaba con su presencia.

—Buenas tardes, hermosa.

Puso los ojos en blanco por sus halagos y sonrió, como si hubiera
ganado a pesar de sí misma.

—Adulador.

Se echó a reír.

—¿Eso me conseguirá un revolcón?

Soltó un bufido.

—Apuesto a que siempre te funcionó antes de que yo apareciera.


Ahora, a los negocios, pervertido. —Se inclinó sobre la mesa y apuntó a
una columna de números—. El chico tenía un buen problema en Las
Vegas. La columna de la izquierda es lo que perdió, la columna de la
derecha es lo que debía y ese total es lo que se avecinaba. Por lo que sé,
los números de las cuentas suizas eran pagos que recibió y de lo que
puedo decir, lo apostó todo.

—Está bien. Dime cómo sabes que estaba apostando.

Buscó entre los papeles hasta que encontró el que estaba buscando
y lo puso frente a él.

227
Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Mantuvo muy buenos registros, en realidad. Las fechas en las


que se quedó en Las Vegas en estos tres hoteles coinciden con las
enormes cantidades de dinero imputables a sus cuentas. Me tomé la
libertad de, eh, husmear un poco en algunas bases de datos y verificar
las veces que estuvo allí y cuando ganó. Tenían que llevar un registro de
ese tipo sabes, para el IRS5.

—¿Cómo hiciste...? No importa, no quiero saberlo. Vale. Así que


tenemos una situación donde necesitaba dinero. ¿Cómo saltó de eso a
involucrarse con los Desterrados y la mafia?

—Bueno, no sé cómo y porqué. Lo que sí encontré fueron


anotaciones de depósitos. Los números se hicieron más y más grandes,
Lex. Carter tenía una deuda inmensa. Por lo que pude encontrar, estaba
en el proceso de perder su casa. Estaba tan atrasado en sus pagos del
coche que iban a embargárselo.

—Tenía un buen salario. Y, espera, ¿tenía toda esta información


financiera en su ordenador?

Nina lo miró y suspiró, evitando la pregunta.

—Vi lo que le pagabais. Se gastaba eso los primeros diez días de


cada mes. Cuando no estaba en las Vegas… y usaba tu jet privado para
volar, por cierto… jugaba al póquer online y utilizaba algunos de los
casinos tribales de por aquí. No pagó su hipoteca en cinco meses.

Nina sacó otra hoja de papel.

—Aquí es donde los fondos de la Manada comenzaron a desviarse


a J.R y W.P. Fueron pequeñas cantidades al principio, pero justo antes

5
Servicio de Impuestos Internos, del inglés Internal Revenue Service (IRS).

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

de que lograra su acceso robó diecisiete mil. Con todo, parece que
malversó aproximadamente cuarenta mil dólares de la Manada.

Lex se recostó con incredulidad.

—Dios mío, Nina. No puedo creer que hiciera esto. No tienes idea
de lo fuerte que es el impulso de servir a la Manada cuando tienes un
rango elevado.

—Oh, ¿no lo hago? ¿Porque no soy lobo? —El dolor formó un arco
que la atravesó con su indiferente desestimación con lo que ella estaba
lidiando.

—Tienes razón, lo siento. Tú lo ves. No entiendo esto…

—Vamos, Lex. Tienes Desterrados, parecen vivir en la misma


configuración básica que todos, con un Alfa y altos rangos. Si son tan
malos, deben haber resistido la compulsión. Tu problema es que no
piensas que los tuyos sean corruptos. Es por eso que tienes suerte de
tenerme, porque yo sí lo pienso.

Ella sacó otra hoja.

—Ahora, estos son los registros de los laboratorios y parece que


tres viales del virus desparecieron. El investigador principal afirma que
informó de eso hace un mes. Eso después de informar sobre una
alteración en sus registros interiores hace dos meses.

—¿Se lo informó a Carter?

—Sip. Pero Lex, este sistema es demasiado frágil. Estáis tratando


con lo que son esencialmente agentes de guerra biológicos, pude entrar
y husmear sin ningún problema en absoluto. Me dieron toda esta
información a través del teléfono sin ninguna verificación real de quién
era. Es por eso que estás en esta situación ahora.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Desperdicias tu tiempo siendo florista. —La admiración en su voz


salvó el dolor de sentimientos que había tenido.

—Soy una condenada buena florista. Por cierto, las plantas que
tienes en la casa de la Manada son basura. Pero ya sabes, no puedo
husmear en los ordenadores muy a menudo, por lo menos no en Internet.
No es bueno para mí exponerme así.

Alarmado, se puso de pie y se disparó alrededor de la mesa.

—¿Por qué te estás arriesgando así? Nina, creo que es suficiente.

—Lex, está bien. La mayor parte de las cosas que estoy haciendo
son internas. Soy buena investigadora, lo sabes. Puedo detectar una
estafa a kilómetros de distancia y puedo salir de problemas persuadiendo
a cualquiera. Incluyendo a gruñones y sobreprotectores hombres lobo. —
Le dio un beso rápido—. Pero gracias por tu preocupación, es muy dulce.

—¿Dulce? Jesús, Nina, ¿estás tratando de empujarme sobre el


borde? ¡Ten cuidado! Dejarás que alguien más haga el trabajo. Y por el
amor de dios, no le expongas a la Manada todo esto. Lo último que
necesito es a policías humanos respirando en mi cuello.

—¿Eso es lo que piensas de mí? ¿Que esto es una broma para mí?
¿Qué es todo diversión y juegos, que no me importas tú o tu preciosa
Manada? —Se puso de pie y se dirigió a la puerta, pero él bloqueó su
camino.

—No huirás de mí otra vez. ¿Por qué lo malinterpretas todo?

—¿Perdón? ¿Por qué lo malinterpreto todo? ¿Por qué supones que


haría algo para exponer a tu familia? Casi me muero por tu preciosa
familia, Lex. Estoy teniendo mucho cuidado, pero necesitas esa
información.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Inclinándose para poner su frente contra la de ella, exhaló


lentamente.

—Tú eres mi familia, Nina. Eres parte de nosotros y no me gusta


exponerte. Fue solo algo que dije. Les digo a mis hombres que tengan
cuidado todo el tiempo, es parte de mi trabajo. No quiero decir que nos
pondrás en peligro.

La tensión desapareció ante sus palabras y sus brazos se


envolvieron alrededor de él.

—¿Estás lista para la transformación mañana? —murmuró él en


su oído.

—No tengo ni idea, Lex. A decir verdad, tengo un miedo de muerte.

La llevó de nuevo al sofá y se sentó, tirando de ella en su regazo.

—Hermosa, no hay nada que temer. El lobo ya está ahí, puedes


sentirlo. Solo lo dejarás hacerse cargo por un tiempo. No harás nada que
no quieras hacer. No es como si fueras una persona diferente.

—Lex, seré un hombre lobo. Sin ánimo de ofender, pero eso en sí


mismo es algo que no quiero hacer. Y si convertirse en un maldito lobo
no es convertirme en una persona diferente, no sé lo que es.

Se quedó perplejo, luego se molestó y finalmente renunció.

—Está bien, todas esas cosas son ciertas hasta cierto punto. Pero
el hecho es que ya eres un hombre lobo y lo que quise decir fue que tus
valores, tu mente y tu corazón no cambian cuando estás en forma de
lobo.

—Si tú lo dices.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Lo digo. Y lo verás mañana por la noche. —Le besó la parte


superior de la cabeza—. Pero ahora, tengo que hacer algunas llamadas.
Creo que Jack Reed y Warren Pellini son J.R y W.P en los archivos de
Carter. Jack es el Alfa de los Desterrados y Warren es el segundo de la
mafia.

Se puso de pie, lanzando sus manos al aire.

—Esta situación se vuelve más complicada a cada minuto. —Nina


salió de la habitación refunfuñando para sí misma acerca de hombres
lobo y Desterrados.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Capítulo Nueve
Los ojos de Nina se abrieron para centrarse en el rostro de Lex justo
encima del suyo, mirándola con atención.

Ella sonrió.

—Hola.

Se inclinó y la besó. Fue lento al principio, atrayéndola hacia su


red. Rozó sus labios con los suyos. La probó, le dio un sorbo con la más
elemental de las presiones. Sus párpados se cerraron lentamente
mientras dejaba que la llevara a donde quisiera.

Sus manos se deslizaron hasta la línea caliente y dura de su torso,


hasta el músculo ondulando en su espalda. Era de ella, sentía eso
particularmente fuerte en ese momento. De hecho, a pesar de su extrema
incomodidad algunas veces sobre su situación y sus sentimientos acerca
de la forma en que había cambiado, no había dudado de él o de lo que
eran el uno para el otro. Esa garantía era calmada, confortante, su ancla
así como Cade.

Dándole seguridad.

Cuando el húmedo calor de su lengua escaldó sus labios, abrió la


boca, abriéndose para él, entregándose a él. Su sabor se disparó a través
de su sistema llenando sus sentidos, intoxicándola.

La resbalosa sensual carne contra carne cuando se arqueó debajo


de él, mientras su lengua se deslizaba a lo largo de la de él, de su cabello
entre sus dedos, la deleitó.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

El beso se profundizó, la presión de sus labios se hizo más firme,


mientras el borde insistente de sus dientes tomaba sus labios. Fue
arrastrada por la intensidad de su pasión y no pudo más que aferrarse a
él mientras la devoraba.

Su piel se estremeció y le dolieron los huesos por lo que se arqueó,


un grito de sorpresa viniendo de lo profundo de su estómago.

Él se retiró del beso y la miró. Mirando fijamente sus ojos, cayó en


su mirada. Allí vio a su lobo y supo que los sentimientos que acababa de
experimentar eran su propio lobo arañando la superficie.

Suspiró con ese conocimiento, con la sensación de su lobo rodando


dentro de su piel, buscando a Lex. Un gruñido bajo goteó de sus labios y
ella parpadeó. No había miedo, solo un reconocimiento de una naturaleza
más salvaje, de lo que era ahora la otra mitad de su ser, y coincidía con
la de él, con este hombre que se cernía sobre ella tan fuerte e intenso.
Sin embargo, no se sentía amenazada por él.

—Lex —murmuró y parpadeó lentamente mientras su cuerpo se


ajustaba a la naturaleza dual del sentimiento, de los bosques y del suelo,
de la ciudad y de la acera, de dos y cuatro patas, de carne y de piel. Era
como mirar a través de la parte inferior de un vaso muy grueso y ver las
cosas multiplicadas.

—Hermosa, ¿puedes sentirlo? —Sus dientes eran blancos y


afilados contra el tono aceituna de su tez. Era tan increíblemente
hermoso en ese momento, cautivándola, el atractivo de su sexualidad, de
su propio ser tirando de ella. Se sentía casi como si le estuviera pasando
a otra persona y lo estuviera viendo en la pantalla mientras se acercaba
y deslizaba su palma alrededor de su cuello, tirando de él hacia ella.

—Sí, puedo sentirlo. Puedo sentirlo dentro de mí.

234
Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Tienes miedo? —Eso fue susurrado, sus labios se alejaron


lentamente de los de ella.

—No. Te deseo, Lex. Hazme tuya.

—Ya lo eres, Nina. Antes de que siquiera pusieras tus ojos en mí.
—Sus palabras se detuvieron y sus labios estuvieron sobre los de ella
otra vez, sus manos sobre su cuerpo. La tocó con duda, temor y
reverencia, y se apretó contra él, no pudiendo tener suficiente, lo deseaba
tanto que estaba segura de que iba a morir por eso.

Sus labios se movieron a la zona sensible debajo de su oreja y se


arqueó hacia atrás, dejando al descubierto su cuello para él, entendiendo
la importancia de ese acto ahora más que nunca. Él mordió el tendón allí
donde su cuello se unía con su hombro y se estremeció con el placer
agitando su cuerpo.

Sus uñas se clavaron en el músculo duro en sus hombros mientras


sonidos de placer se deslizaban de su boca.

Su lengua se abrió camino, quemando el hueco de su garganta para


encontrar un pezón. Movió la punta una y otra vez hasta que le estuvo
pidiendo más, rogando que la tomara, que le hiciera el amor, que la
poseyera tan profundamente como pudiera.

Respondió, succionando su pezón profundamente en su boca, sus


dientes rozándola. Una de sus manos se deslizó por su vientre y sobre la
carne de su monte, y entre sus muslos.

Ambos se quedaron sin aliento cuando sus dedos encontraron su


vagina, caliente, húmeda y lista para él.

Dos dedos se empujaron en ella y su pulgar encontró su clítoris,


hinchado y duro, resbaladizo y sensible.

235
Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Las paredes de su vagina se aferraron a sus dedos mientras


enganchaba su dedo alrededor de su trasero, abriéndola a su contacto.

—Más. Por favor, Lex. Más —dijo sin aliento.

—Está bien, hermosa. —Bajó entonces, su lengua lamiendo la


carne de su estómago, en esa muy sensible parte en su muslo donde su
cuerpo se unía.

Cuando apartó la mano gritó por su ausencia solo para gemir de


placer cuando su boca se cerró sobre ella.

La intensidad de la sensación húmeda de su boca satisfaciendo su


coño, el sinuoso deslizamiento de su lengua a través de los pliegues de
su cuerpo de esa manera, saboreándola como si fuera la mejor cosa en
la tierra, hizo temblar todo su cuerpo.

Podía sentir el hirviente calor de su propia miel mientras deslizaba


el pulgar hacia abajo en su sensible carne de su pasaje posterior. Se puso
rígida y él la miró.

—Tengo la intención tener todo de ti. Me dijiste que te hiciera mía,


Nina. Eres mía. Tu placer depende de mí. Entrégate a mí, hermosa.
Confía en mí.

Ella asintió y su cabeza cayó hacia atrás mientras él le daba una


lamida, con su lengua aplicando fuerte presión sobre su clítoris. La
chispa del orgasmo empezó a calentar su cuerpo, filtrándose dentro suyo.

Mientras chupaba su clítoris, jugaba en la parte inferior con la


punta de su lengua, su pulgar moviéndose en su trasero. Acarició con
suavidad dentro de ella hasta que comenzó a relajarse y a aceptar las
nuevas sensaciones que le daba.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Sus dientes rozaron su clítoris con suavidad pero con firmeza, y el


orgasmo se estrelló atravesándola, vertiéndose en sus células hasta que
todo explotó mientras las endorfinas se apoderaban de su cuerpo.

Estrellas irrumpieron en sus párpados mientras su piel se


estremecía y calentaba. Sus una vez doloridos huesos, ahora se sentían
casi laxos mientras su espalda se arqueaba, y no pudo evitar gritar su
nombre.

Todavía estaba perdida en el torbellino de placer cuando él subió y


entró en ella, su polla se deslizó en su cuerpo, su carne se abrió como
una cortina fundida alrededor de él.

—Maldita sea, estás tan caliente. Tan apretada y mojada. Te sientes


tan bien que puedo morir por eso —murmuró mientras se inclinaba y
lamía el sudor de su clavícula.

Su cuerpo se deslizó debajo de él, el sudor de su esfuerzo calmando


la fricción. Estaba más allá de las palabras en este punto. El lobo dentro
suyo la empujó a someterse a él y no pudo discutir. Lo único que quería
era que le hiciera el amor. Lo único que deseaba era el peso de su cuerpo
sobre el suyo, el deslizamiento de su polla dentro de ella. El olor de su
carne caliente la roía de la misma forma en que él lo hacía. Estaba
completamente ahogada en la sensación. Ahogándose en Lex.

Sus pupilas estaban tan grandes que hacían que sus ojos se vieran
negros. Su lobo estaba allí, dentro de él, y por un breve momento sintió
que su propio lobo se removía y golpeaba contra ella y los dos se quedaron
sin aliento y luego jadearon ante el placer.

Una y otra vez su polla se deslizó profundamente dentro de su


cuerpo. No había palabras coherentes, solo sus gemidos, sollozos,
gruñidos y jadeos. La colisión de sus cuerpos mojados era el único otro
sonido en la sala.

237
Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Se sentía como ser tirada en un vórtice, la única cosa que la tenía


en su lugar, manteniéndola barrida por completo, era la forma en que su
polla la inmovilizaba a esta realidad. Sus latidos del corazón con los
suyos, sus pulmones respiraban con los suyos, sus aromas se mezclaron
y se convirtieron en uno.

Creció y creció, la tensión se apretó, la red del deseo, de la lujuria,


del amor y del anhelo de pertenencia aumentó hasta que estalló sobre
ellos mientras él gritaba su nombre, su cuerpo vaciándose en el suyo
pulso tras pulso.

Un acople serpenteante de sensaciones se creó y el orgasmo se


extendió sobre ellos en una oleada tras otra sobre lo que parecieron
minutos hasta que se desplomó con un largo suspiro a su lado, jadeando,
su polla aún enterrada en su interior.

*****

En algún momento se despertó de nuevo y suspiró con satisfacción.


Su cabeza estaba en su pecho, oyendo su corazón. La vista le ardía de
ternura por él. No podía recordar la última vez que sintió ternura, el dolor
y las lágrimas comenzaron a llegar entonces.

Él levantó la vista con un sobresalto, con preocupación en su


rostro.

—¿Nina? ¿Cariño? ¿Te lastimé?

Sacudió la cabeza, estirándose para trazar un dedo sobre sus


labios.

—No. Todo lo contrario. Me curaste. Nunca, nunca, me sentí así


antes. Gracias.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Si Lex Warden no adorara a la espinosa mujer en sus brazos, se


habría enamorado en ese momento por expresar sus sentimientos de una
manera tan abierta. Había sido tan cerrada con sus sentimientos que no
sabía qué hacer con la avalancha de asombro y admiración que sentía
por ella.

—Nina, nunca me he sentido así antes. Eso fue... Ni siquiera tengo


palabras para describir lo que se siente hacer el amor contigo ahora. La
forma en que nuestros lobos se tocan y reaccionan... Te amo, hermosa.

Más lágrimas vinieron entonces. Resignado, Lex lo aceptó porque


las mujeres siempre parecían hacer lo contrario de lo que esperaba.
Lloraban en los momentos más extraños, pero sabía que estas lágrimas
eran un regalo de su corazón. Que confiaba en él sus emociones más
básicas.

—¿No fue así con las lobas con las que has estado?

—No. Incluso tan cerca de la luna llena, mi lobo nunca surgió así.
Cuando me desperté y te vi allí solo quise mirarte por horas. Cuando
estuve dentro de ti, cuando estaba saboreándote, lo significó todo. Fue
todo lo que quería. Me llenas cuando ni siquiera sabía que te necesitaba.

Ella le sonrió y hubiera llegado a tirar de él cuando su teléfono


comenzó a sonar.

Gimió y él gruñó, pero se movió para contestar de todos modos.


Todavía tenía un trabajo que hacer, pero si no era de vida o muerte,
mataría a quien quiera que lo estuviera llamando.

Nina lo miró y escuchó a la persona que llamaba al otro extremo.


Se levantó y rápidamente se dirigió a la ducha y se movió a un lado en el
momento en que él entró.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Oíste? —Su rostro era sombrío mientras permanecía de pie bajo


la ducha y se secaba con la toalla rápidamente.

—Sí. Lex, ¿qué significa esto?

—No lo sé, pero me temo que no presagia nada bueno para


nosotros. Stoner está involucrado ahora y vamos a tener que hablar con
él sobre la situación. Va a encontrarse conmigo en el hospital en una
hora.

—Está bien, me vestiré y puedes encontrarte conmigo en la planta


baja.

—Nina, estamos demasiado cerca de la luna llena. Quédate aquí.


—Salió de la ducha y apretó los dientes cuando vio que ya había dejado
la habitación.

Estaba esperando abajo cerca de las puertas del garaje cuando bajó
algunos minutos más tarde.

—Nina, es demasiado...

—No pierdas tu aliento, Scooby. Iré. Ya hablé con Cade, dijo que no
estaré en peligro de cambiar al menos hasta las ocho de esta noche. Como
son las nueve de la mañana, estoy bien.

Lex giró y vio a su hermano apoyado en la puerta de la sala de


estar.

—¿Qué? ¡Preguntó! No sabía que estaba tratando de hacer algo


para evadirte hasta que dijo, “¡JA!” y pisoteó hasta aquí para esperarte.

—No estés tan complacido, Cade. Conseguirás tu parte cuando


encuentres a tu pareja.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Cállate y agradece. Ahora ve y tráeme un informe completo


cuando lo consigas.

Lex inclinó la cabeza por un momento y miró a Nina.

—Ves, le dije que tiene que permanecer aquí y él lo hará. Es un


Alfa. Tú no tienes esa excusa y no haces caso.

Nina puso los ojos en blanco.

—¿Terminaste Profesor Conferencia? Porque el tiempo corre


mientras te pones todo adusto conmigo. —Se dio la vuelta y se marchó.
Lex le sacó el dedo a su hermano por encima del hombro mientras seguía
su paso.

Dio la señal a dos de sus hombres para que mantuvieran un ojo en


la casa, y Megan saltó al asiento trasero para ir al hospital con ellos.

*****

Una vez aparcados, Lex hizo un barrido visual rápido y abrió la


puerta, manteniendo bloqueada la puerta del lado de Nina hasta que
hubo dado una olida rápida pero profunda del aire alrededor del coche.
Otros lobos no habían estado allí y además de la policía, no había olor a
aceite de armas, metal de armas o pólvora. Asintió hacia Megan, soltó las
cerraduras y Nina se bajó.

Se acercó a su lado y se sintió aliviado al ver cómo era consciente


de su entorno y lo cerca que se quedaba de él. Lo suficientemente lejos
de su brazo derecho para que pudiera cogerla con rapidez, pero lo
suficientemente cerca de él para empujarla adondequiera que necesitara
si tenía que mantenerla a salvo.

—Yo seré quien hable.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Está bien. Estaré de pie en el fondo y me veré bonita, ¿de


acuerdo? —Arqueó una ceja con la mirada.

—¿Siempre tienes que ser tan discutidora?

—¿Y tú tienes que ser un fascista peludo? ¡Por Dios! Mira, trasero
peludo, no soy una idiota. He estado bailando con la policía desde hace
mucho tiempo, muchas gracias. Ahora cállate y sácate el palo del culo,
¿quieres?

Megan miraba concienzudamente hacia las puertas de entrada.

—Sabes, pones seriamente a prueba mi paciencia. Cuando me


hablas así delante de mis hombres, es malo para mi moral.

—Lex, es tu hermana. Sabe que eres un fanático del control.


Apuesto a que eras un controlador a los seis años, también. Pero ella
tomaría una bala por ti en un santiamén. Esa es su moral. Ahora,
¿seguiremos discutiendo o iremos a hablar con Stoner? —Hizo una señal
mental en recortar no ser atrevida con él frente a los no miembros de la
familia de la Manada, sin embargo. Tenía razón en que sería malo para
la moral si lo hacía.

Suspiró y gruñó su asentimiento. Sonrió en señal de triunfo y él


negó mientras caminaban dentro.

La unidad especial para los humanos infectados por el virus de la


licantropía estaba en la planta superior del hospital y tenía entradas
especiales. Lex estaba familiarizado con la unidad, ya que era el enlace
de la Manada con las autoridades humanas, siempre y cuando un
humano se infectara, ya fuera intencionalmente o no.

Se volvió a explicárselo a Nina y vio la opresión de sus labios.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Quieres esperar fuera? Nada te hará daño aquí, la seguridad es


realmente de primera clase y estoy contigo.

—Sé lo que se siente al estar aquí.

Se le ocurrió entonces que había estado allí cuando Gabriel había


sido infectado algunos años antes por un miembro de la Manada
Cascadia. Se preguntó por un momento por qué no la habría visto, pero
si llevaba puesto ese disfraz de maestra y él hubiera estado allí en
asuntos de la Manada, probablemente habría mirado directamente hacia
otro lado.

Le apretó la mano y le besó los dedos y ella le dio una pequeña


sonrisa.

Vieron al detective Stoner de pie en el pasillo cerca de la estación


de enfermeras. Parecía cansado.

—Señor Warden. Señorita Reyes. —Asintió y luego miró a Megan.


Tendió una mano para señalar el final del pasillo—. Está en una
habitación aquí. Uno de sus médicos está con él ahora con un doctor
humano.

Lex hizo una breve inclinación de cabeza y caminaron por el


tranquilo pasillo a la última habitación de la derecha y entró.

Los recuerdos de la experiencia cercana a la muerte de Gabriel


inundaron a Nina y su corazón se oprimió en su pecho cuando vio al
hombre en la cama. Pero este hombre no tenía vendajes visibles. Su
rostro tenía heridas leves, pero se estaban desvaneciendo.

La Doctora Molinari levantó la vista e inclinó la cabeza hacia ellos


como Lex le había hecho a Cade anteriormente.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Sacudió la cabeza, entraron en la habitación de al lado y cerraron


la puerta detrás de ellos.

—El hombre no tiene arañazos o mordeduras externas. Tiene dos


marcas de aguja en el interior de su brazo. Su prueba dio positiva para
el virus de la licantropía. —El otro doctor, Nina asumió que era el doctor
humano, les comentó.

Lex miró a la Doctora Molinari, quien asintió subrepticiamente.

—¿Quieres decirme cómo podría ser eso? —preguntó el detective


Stoner—. Pensé que la víctima tenía que ser mordida. Que algo en la
saliva y la adrenalina creaba el ambiente adecuado para que el virus se
afianzara. Nos dijeron que los humanos, aún en contacto con una aguja
que hubiera estado en un hombre lobo o tuviera sangre lobo en ella, no
cambiarían. ¿Me estás diciendo que nos mintieron? ¿Qué tú nos
mentiste?

Lex suspiró.

—No. No exactamente. Si entras en la habitación y el médico toma


la sangre de él y te la inyecta directamente a ti, no estarías infectado. El
virus tiene que tener las circunstancias adecuadas para crecer e infectar
el ADN de un huésped humano. Pero el año pasado nuestros científicos
pudieron manipular el virus. Eso fue para crear una vacuna o un
anticuerpo de manera que si un humano se infectaba sin su permiso
pudiera recibir el tratamiento y detener la transformación. Con el fin de
hacer eso, crearon un virus vivo que podría, si se inyectaba directamente,
infectar al huésped sin una mordedura, saliva o adrenalina. Hasta ahora,
era teórico que funcionara.

—¿Me estás diciendo que se experimentó con este hombre? ¿El


gobierno humano sabe esto? —gritó Stoner.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Los ojos de Lex brillaron con enojo.

—¡No! No haríamos tal cosa. ¿Fue interrogado? ¿Qué pasó?

—Fue medicado con un narcótico muy pesado. Parece haber sido


una persona de la calle. No ha recuperado la conciencia durante mucho
tiempo. Tiene desnutrición y problemas relacionados con la exposición a
sustancias. Estaba muy herido cuando lo encontramos anoche. Dijo que
los lobos lo atraparon, y por eso lo trajimos aquí y le hicimos una prueba.
Pero los moratones han estado sanando y no podemos encontrar ningún
trauma que sea consistente con un ataque. Supongo que las razones por
las que las marcas de las agujas no se han curado tan rápido como los
otros traumas se deben a la interacción del virus —declaró el doctor
humano.

—Esta noche habrá luna llena. Alguien de la Manada estará aquí


para ayudarlo, pero necesitará estar aquí por unos pocos días —aseguró
la Doctora Molinari a Stoner.

—¿Me imagino que lo harías tú? —Stoner miró a Lex.

—Normalmente lo haría. Dos de mis hombres estarán aquí en mi


lugar con nuestro Tercero. Esta noche es también la primera vez que Nina
va a cambiar. Como su compañero, estaré con ella.

Stoner miró rápidamente a Nina y luego cubrió su sorpresa.

—No sabía que eras un hombre lobo, también, señorita Reyes.

—Es una cosa reciente, detective Stoner. —Nina no dio más


detalles. ¿Qué podía decirle sin conseguir meter a la Manada en
problemas?

Él le dirigió una larga mirada que sabía estaba midiéndola, atando


cabos y tratando de averiguar exactamente lo que estaba pasando.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

También sintió instintivamente, que el detective Ben Stoner era un


hombre en quien podía confiar para hacer lo correcto. Y Nina realmente
creía que la Manada tenía que hablar directamente con Stoner con
respecto a todo lo del virus. Pero ya no dependía de ella y no tenía derecho
a decir nada hasta que hubiera hablado con Lex.

Debería haberle irritado más, había estado sola por mucho tiempo.
En su lugar, se sentía bien, cómoda incluso, teniendo a otras personas a
las que considerar. No tenía el peso de dependencia como lo había tenido
con Gabriel. Por el contrario, era el carácter cooperativo de la manada.

Una parte de ella se sentía responsable de la misma. Cayó en la


cuenta entonces de que estaba aceptando a su lobo y al hecho de que era
una parte de la Manada. Todavía le dolía, pero era algo a lo que le estaba
haciendo espacio en su vida.

Lex la observaba por el rabillo del ojo. Se dio cuenta de que ella
quería dar más detalles y se armó de valor, pero se quedó callada después
de responder de manera simple a la pregunta de Stoner.

¿Las maravillas nunca cesarían? Reprimió una sonrisa y se centró


en la conversación de nuevo.

—Entonces, ¿tienes alguna idea de cómo este virus terminó en el


chico de la habitación de al lado?

Lex había discutido eso con Cade antes y con él una y otra vez. La
manera en que esa información sería tratada era crucial para ellos como
Manada y también entre las relaciones con los humanos en los siguientes
años. Había cosas que no podían ser ocultadas y ahora que un humano
había estado involucrado tendría que dar un salto de fe.

Nina apretó su brazo, asintió levemente y exhaló.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Puedes venir a la casa, detective? Hay algunas cosas que nos


gustaría mostrarte.

Stoner lo miró atentamente durante un buen rato y finalmente


asintió.

—Vamos. No puedo esperar a escuchar esto.

Lex asintió y miró hacia la Doctora Molinari.

—Pediré a dos hombres que se queden aquí y enviaré a Eric


inmediatamente. Le ofreceremos un lugar en la Manada si quiere uno. Si
se despierta por favor dile que vendré a hablar con él mañana y que su
presencia es bienvenida en Cascadia.

La Doctora Molinari inclinó la cabeza y salió de la habitación con


un último guiño a Nina.

—Te veré esta tarde, Nina.

Nina asintió, sorprendida.

—Sé dónde está la casa, Señor Warden. Estaré allí dentro de una
hora —dijo Stoner—. Será mejor que eso merezca mi tiempo.

—También lo espero, Detective.

Stoner se fue con el médico humano y Lex tomó el teléfono e hizo


arreglos con los miembros de la manada para que vinieran y ayudaran al
hombre lobo recién cambiado.

En el viaje de regreso a casa Nina miró su cara, que tenía grabada


líneas de tensión en ella.

—Él puede ser de confianza.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Espero que sí, Nina. Si no, acabaré llevando a la Manada hacia


el caos y nos pondré en peligro a todos nosotros.

—Tienes que decírselo. Involucraste a los humanos en todo esto y


es más que solo un miembro de la Manada metiéndose en una pelea de
bar. Esto es esencialmente terrorismo contra ellos. Si no se ocupan las
autoridades humanas los pondrás a todos en tu contra.

—Contra nosotros —dijo Megan desde el asiento trasero.

—Eh, sí. Sobre eso, ¿Molinari dice que me verá esta noche?
¿Exactamente, qué implica eso?

—Es una ceremonia. La mayor parte de la Manada estará allí para


darle la bienvenida a tu lobo.

Nina se puso rígida y se calló. No quería al resto de la manada allí.


No estaba segura de que ni siquiera le gustara el resto de la Manada.

—¿Nina?

—Ahora no. Estamos aquí y tienes que tratar con Stoner. —Su
lenguaje corporal estaba enviándole el mensaje de que no se metiera con
ella y batalló consigo mismo por varios momentos.

—¿Quieres acompañarme cuando le informe? Hay algunos datos


que tengo que compartir con él y se los puedes explicar mejor que yo.

—No suenes tan entusiasta.

—¿Estás tratando de comenzar una pelea? Estoy tratando de


incluirte.

Megan lanzó un suspiro desde el asiento trasero. Lex entró en el


garaje y aparcó el coche. Se volvió hacia su hermana y Nina salió del
coche y entró en la casa.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Tienes algo que añadir? —le preguntó a Megan.

—Lex, eres una de las personas más inteligentes que conozco. Eres
compasivo y generoso ¡pero eres tan estúpido cuando se trata de mujeres!

—¿Qué significa eso? ¿Por qué sois todas tan malditamente


misteriosas?

—¡No lo somos! Eres tan denso. Lex. Nina es muy intuitiva. ¿No
has notado eso? No recibe tonterías de mucha gente. Observa y escucha
mientras desarma a la gente y los mantiene fuera de equilibrio con sus
agudos comentarios. Pero es muy buena observadora. Apuesto a que te
puede decir lo que todos en el pasillo del hospital estaban usando, si
alguien caminaba con una cojera o no, si alguien escondía algo.

—Ya lo sé. Es por eso que le pedí que estuviera allí cuando le
informara a Stoner. Pensé que estaría contenta de que la incluyera.

—Lex, la voz que utilizaste fue tensa y estabas enojado cuando lo


dijiste. ¿No te diste cuenta de que a pesar de su aspecto rudo, Nina es un
poco insegura?

—Estaba molesto porque no me estaba diciendo algo. Y no es


insegura, es defensiva. Nunca sé a qué atenerme con ella.

Megan negó.

—¿Notaste la forma en que reaccionó a la noticia de que toda la


Manada estaría allí esta noche? Lex, la Manada se quedó allí mientras
alguien intentaba matarla. Nadie la ayudó. Si bien se lo has explicado y
ella ha perdonado a la Manada en su mayor parte, no puede tener el más
cálido de los sentimientos por todos nosotros. Ah, ¿y hola? Va a
transformarse en lobo por primera vez en unas pocas horas. Lo que puede
ser un poquito estresante.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Salió al mismo tiempo que él y puso su brazo alrededor de su


cintura mientras caminaban hacia la puerta.

—Y sabes a qué atenerte con ella. Te adora, Lex. Nunca te vi así de


feliz. Es tu igual y no tiene miedo a las otras hembras. No eres inseguro
o no estallaríais entre vosotros como lo hacéis.

Él puso los ojos en blanco mientras abría la puerta.

—Maldita sea, Meg, eres lista.

—Sí, lo sé.

Él se rió entre dientes y se dirigió a enfrentar a su compañera.

*****

Cuando entró en su despacho la vio allí, de espaldas a él, mirando


por la ventana. Se acercó y se puso detrás de ella, su cuerpo apenas tocó
el suyo. Se inclinó y besó su cuello y ella suspiró dulcemente.

—Realmente quiero que estés ahí cuando hable con Stoner. Me


ayudarías —murmuró en su oído.

Se volvió hacia él y apoyó la cabeza en su pecho. Sus brazos se


cerraron alrededor de su cuerpo.

—¿Cuánto quieres que diga?

—Solo tienes que seguir mi ejemplo. Cade también estará.

Trató de retroceder, pero tiró de ella con más fuerza contra él y le


besó la frente antes de dejarla ir.

*****

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Ben Stoner se acercó a la casa con aire casual, pero era evidente
que estaba absorbiendo cada detalle. Lex apreció eso en el hombre. Era
atento sin ser exteriormente crítico.

Dave lo llevó a la oficina, donde se habían instalado algunas


bebidas en la mesa en lugar de que Lex se sentara detrás de su escritorio.
Ahora no era el momento para que ninguna persona sintiera como si
estuvieran tratando de exceder en grado a nadie.

Cade, Lex y Nina se pusieron de pie, Stoner resopló y les hizo señas
a todos.

—Cortemos la mierda, ¿de acuerdo? Vamos al grano.

Lex sonrió y todos se sentaron y expusieron la historia básica de


Carter, sus deudas de juego y la vacuna, ahora desaparecida.

—Tenemos nuestros propios problemas con el crimen, detective


Stoner. Él se dio a la fuga y les entregó elementos importantes de nuestra
sociedad. Nina fue por sus ordenadores y tenemos una idea básica de lo
que pasó, pero ahora la cuestión es encontrar quién tiene el resto de los
viales del virus y traerlos antes de que ocurra cualquier otra cosa.

—No puedo creer que tengáis crimen organizado. —La voz de


Stoner estaba mezclada con incredulidad.

Cade se encogió de hombros.

—Vosotros tenéis vuestro elemento criminal, nosotros tenemos el


nuestro. No es algo de lo que nos guste hacer publicidad. Espero que
entiendas que decirte todo esto implica un gran riesgo y confianza de
nuestra parte. Lo hacemos para proteger a los hombres lobo y a los
humanos también.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—La semana pasada, tuve que asistir a una conferencia sobre


investigación en la escena del crimen en Portland. No puedo escatimar a
unos delincuentes cuando tenemos tantos nuestros. A menos que y hasta
que se convierta en una cuestión de seguridad, mantendré esto para mí
mismo.

—Apreciamos mucho eso. —Lex inclinó la cabeza de la forma en


que otros miembros de la Manada hacían con él como muestra de
respeto.

Lex luego pasó a resumir lo que estaban haciendo para localizar el


virus y a los lobos que lo habían robado. Tenían rastreadores en ello
mientras todos hablaban.

—Quiero estar ahí cuando se produzca la desmantelación final. —


Stoner se recostó en su silla.

—Detective, eso podría ser muy peligroso para cualquier humano


en la zona. Te doy mi palabra de que te avisaremos en el momento en que
capturemos a los lobos responsables —Lex le advirtió.

—No cometas el error de pensar que fue una petición, Warden. —


Stoner se volvió hacia Nina—. Y creo que te gustaría estar tan lejos de
esto como sea posible después de lo que sucedió en su casa y tienda. —
Entrecerró los ojos—. Y tu hermano. ¿Dónde está, por cierto?

Lex gruñó cuando vio una ligera mueca de Nina, pero ella se
mantuvo firme.

—Está bien, Lex —le aseguró—. Detective, creo que mi hermano


está muerto y creo que los lobos que incendiaron mi casa y tienda son
los responsables. Creo que él escuchó algo o ellos pensaron que lo hizo.
En cualquier caso, no me iré hasta que se atrape a los responsables que
lo hicieron. —Mantuvo la cabeza alta y su voz fue firme cuando lo dijo.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Me parece bien. Pido disculpas por molestarle. Pero si no es


mucho preguntar, ¿por qué te convertiste en lobo, después de todo lo que
te hicieron?

—Detective, lo que importa ahora es que soy un lobo. Soy Segunda


en esta Manada y estos lobos son mi responsabilidad. No eludo mis
responsabilidades.

El orgullo se apoderó de Lex con su respuesta, con la forma en que


aceptaba no solo que era un lobo, sino su posición también. Notó la
postura de Cade enderezándose con su respuesta también.

—Entendido, señorita Reyes. Puedo respetar eso. —Se volvió hacia


Lex—. Estaré esperando una llamada antes de que cualquier golpe a
estos lobos se lleve a cabo o podría sentir que no mantuvisteis vuestra
parte del trato.

Lex entrecerró los ojos y finalmente asintió.

Stoner se puso de pie, todos se dieron la mano y se fue.

*****

Lex se puso en contacto con su gente en el hospital y con los que


investigaban el lío de Carter. Cuando terminó unas horas más tarde, fue
a buscar a Nina. La descubrió en la habitación de Cade.

Su adrenalina aumentó cuando primero la vio acurrucada en los


brazos de su hermano pero se encontró con los ojos de Cade por encima
de su cabeza y vio angustia y preocupación allí. Oyó los suaves sonidos
de su respiración y pude oler las lágrimas en el aire.

—Está dormida —murmuró Cade.

Lex cruzó la habitación hacia donde estaban sentados.

253
Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Qué sucede?

—Tiene miedo, Lex. Está preocupada de no hacer un buen trabajo


como Segunda. No está segura de su transformación. No quiere fallar. Ni
a ti, ni a mí, ni a la Manada.

Cade acarició con su mano los rizos chocolate y le dio una sonrisa
irónica cuando atrapó a Lex mirando el movimiento.

—No quería preocuparte. Me vino a preguntar acerca de la


ceremonia de la transformación de esta noche. Se metió en mis brazos
cuando las lágrimas brotaron. Casi me rompió el corazón.

Lex sabía que una parte de ese impulso de buscar el consuelo de


Cade era porque era su Alfa, y estaba reforzado ya que también era su
ancla. Aún así, no era fácil ver a su compañera en brazos de su hermano,
dormida y agotada por las lágrimas.

Cade se levantó con facilidad y la puso en los brazos de Lex. Se


acurrucó en su pecho y suspiró.

—Me gustaría saber cómo ayudarla —dijo Lex suavemente.

Cade se rió entre dientes.

—Lo haces. Es tuya. Tú eres suyo. Solo sé su compañero, Lex, y el


resto funcionará. Ella es algo muy especial, pero tú también lo eres. Las
cosas van a ser más fáciles después de la transformación. Es lo
desconocido a lo que le teme. Es irónico que consigas una mujer que es
aún más fanática del control que tú.

—Ja, ja. —Lex puso los ojos en blanco—. Hey, ¿Cade?

Cade movió el mentón en respuesta.

—Gracias.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—No hay problema. Si no fuera por esta cosa molesta de tener


compañeros y de ti siendo mi hermano y todo, la robaría en un minuto.

Lex reprimió un bufido burlón.

—Ya quisieras.

Cade suspiró y se encogió de hombros.

—Sí.

Lex iba a responder, pero lo pensó mejor. En cambio, llevó a Nina


a su dormitorio y la metió en la cama donde durmió mientras trabajaba
y mantenía un ojo en ella.

*****

Warren Pellini miró a Jack Reed con horror.

—¿Tú qué?

—Infectamos al humano, pero escapó. Mis hombres no estaban


cuidándolo suficientemente cerca. Antes de que se dieran cuenta, alguien
había llamado a la policía y se lo llevaron.

—¿Perdiste a un humano transitorio y drogado que había sido


infectado y golpeado? ¿Quiénes son esos lobos tuyos, Jack?

—Ya no lo son. Hay uno solo que queda vivo y no lo estará por
mucho tiempo. Y el hombre estaba tan golpeado que no recordará nada.
Si es que vive. —Jack trató muy duro de reprimir cualquier nerviosismo.

Ambos eran Alfas por derecho propio, pero Warren Pellini estaba
loco, sencilla y llanamente. Además de eso era completamente
despiadado.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

—Estoy empezando a ver por qué Carter estaba tan frustrado con
los lobos, Jack. ¿Qué tipo de desorganizada organización estás dirigiendo
aquí?

Jack quería explicarle que sus lobos solían zafarse de pequeños


delitos, ¡nada como el secuestro y la experimentación con humanos! Pero
sabía que solo haría que sus excusas parecieran débiles.

—Lo manejaré. Me ocuparé de ello personalmente. Este vagabundo


no sabe nada sobre nosotros. Lo más probable es que esté muerto de
todos modos.

—¿Y si no lo está?

—Será lobo y estaremos sentados en una mina de oro y hará que


los humanos paguen una fortuna en los años venideros. —Jack sonrió
con dientes afilados.

Warren le miró con ojos muertos, viéndolo como la carga que era.

—Encuentra a ese humano, Jack. No nos podemos permitir ser


expuestos a estas alturas.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Capítulo Diez
—Hermosa, ¿estás lista? —murmuró Lex, los labios contra su sien.

Lo miró en el espejo, encontrándose con sus ojos. Respiró hondo y


asintió.

La casa estaba llena con los miembros de la Manada. Podía olerlos


a todos. Bosque y tierra. Olía poder y familia. Anticipación.

—Puedo sentirlos. Olerlos.

Él sonrió y la miró, arrastrando sus ojos por su cuerpo, ahora


vestido con una bata de seda azul medianoche que se quitaría una vez
que estuvieran al aire libre bajo la luna para cambiar. Era todo curvas y
sexo. Su aroma le llenó la nariz. Ya no olía a la Manada, solo a ella. Su
compañera. La particular mezcla de almizcle y feromonas de su mujer.
Era atractiva y seductora. Embriagadora e intoxicante.

—Ellos están aquí para darte la bienvenida a casa, Nina. Sé que


esto es difícil para ti. Que no confías mucho en ellos. Pero ellos son tuyos.
Yo soy tuyo. Demonios, incluso Cade es tuyo. Perdónalos y te seguirán al
mismo infierno. —Pasó las manos por sus brazos, reprimiendo las ganas
de tirar de ella hasta su cama y hacerle el amor durante horas.

Respiró hondo y asintió.

—Lo intentaré.

—Lo harás muy bien, hermosa. Tu lobo sabe qué hacer. No es difícil
o alarmante. Simplemente deja que suceda.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Oyó un golpe en la puerta, Cade abrió y entró. Estaba sin camisa,


como Lex, y vistiendo unos flojos pantalones de chándal. Hombre, oh
hombre, los dos eran tan guapos.

Captó su evaluativa mirada, le guiñó un ojo y los dos se rieron.

Lex hizo un sonido molesto y la atrajo hacia sí.

—Suficiente.

—Todos debéis llevar ropa, entonces. —Se volvió y le dio un beso


rápido—. Bueno, vamos a hacer esto, ¿de acuerdo?

Cade le tendió la mano y Lex la suya, tomó las dos y permitió que
la llevaran abajo.

Toda la Manada, menos los lobos que estaban en el hospital,


estaban esperando.

Anticipándose a su llegada. Había tensión y emoción en el aire,


Nina sintió ligeras náuseas cuando su lobo se extendió dentro de su
cuerpo, preparándose para ser liberado.

Al pasar todos los lobos se pusieron de rodillas. Cade y Lex la


llevaron fuera y dentro de la línea de árboles que lindaba con la casa. Se
detuvieron bajo un árbol de arce grande y la Manada les rodeó.

Mirando hacia arriba en el cielo despejado de otoño, Nina sintió la


atracción de la Luna. Sintió la influencia de las mareas de la naturaleza,
sintió a su lobo responder.

—Deja que suceda, Nina.

Miró a Lex a los ojos y vio cómo su humanidad se apartaba. Vio


cómo su lobo comenzaba a manifestarse. Sintió un tirón profundamente
y miró a Cade, quien la observaba en silencio. Él le apretó la mano y dio

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

un paso atrás. Lex deslizó la bata de sus hombros. La noche la envolvió


mientras lo plateado de la luna bañaba su piel.

Levantó las manos hacia el cielo y sintió su parte humana


simplemente irse a otro lugar y su lobo surgió a la superficie. Cayó de
rodillas y observó con fascinación como su cuerpo de repente no era el
mismo. Tenía cuatro patas. Sintió su nariz y boca como una mordaza.
Sintiendo la sensación de su larga lengua mientras se movía sobre los
dientes afilados.

Desde lo más profundo dentro de ella un sonido de alegría,


descubrimiento y transformación, irrumpió atravesándola y en el aire de
la tarde. Un aullido que resonó contra la casa y los árboles.

Su aullido se unió al de Lex y Cade y al coro de aullidos del resto


de la Manada.

El mundo era blanco y negro. Filoso y vívido. El aire estaba lleno


de un banquete de olores y sonidos que nunca había notado antes. La
tierra bajo sus pies era esponjosa y recibía su peso de manera diferente
de lo que había percibido antes.

Se sacudió y corrió. Lex se unió a ella, un lobo del tamaño de un


maldito poni, y chocó contra ella. Supo instintivamente que estaba
jugando y lo empujó también. Él le sonrió con dientes afilados y aulló.

Corrieron y corrieron, jugando y saltando por el bosque durante


horas hasta que Cade y Lex la guiaron de nuevo a ese gran árbol de arce.
Una vez de vuelta, cayó sobre su vientre y se arrastró hacia Lex.

Él agarró la parte posterior de su cuello con sus dientes y luego la


soltó. Cuando abrió los ojos, el mundo era de color de nuevo y él le tendía
su bata.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Cade guió a los demás al interior de la casa y estuvieron solos bajo


las estrellas.

—Qué loba tan hermosa —murmuró Lex—. ¿Te gustó?

—Fue increíble. Ni siquiera sé cómo sucedió todo o incluso cómo


llegué a esa forma, pero quiero hacerlo de nuevo. —Tenía una sonrisa en
su cara y Lex se rió.

—Lo haremos, hermosa. Ahora, entremos para poder hacer el amor


contigo adecuadamente.

—Es un trato. —Tomó su mano y lo siguió.

Antes de que hubieran llegado a la terraza trasera, Dave salió


corriendo y la postura relajada de Lex cambió inmediatamente.

—La Doctora Molinari está llamando. La transformación fue muy


bien hasta que los Desterrados se presentaron y se llevaron de nuevo al
lobo y... —Su voz se quebró.

—Dime. —La voz de Lex destilaba autoridad y Nina sintió la


compulsión de la misma en sus huesos. Vio la angustia de Dave y
comprendió que algo muy malo había pasado.

Mientras Lex exigía que Dave le dijera el resto, había introducido a


Nina de nuevo en la casa y estaba poniéndose los pantalones
rápidamente.

—Brian está muerto. Usaron balas de plata. Eric está siendo


tratado por algunas heridas graves. Charlie puede no lograrlo. Está en
cirugía.

Lex dio grandes zancadas a su dormitorio y sacó una camisa y un


chaleco antibalas. Dave ayudó a Lex a fijarlo a sus lados y Nina se movió
para ponerse sus pantalones vaqueros y las botas Doc Martens.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Lex levantó la vista cuando empezaba a ponerse una funda en el


muslo.

—¿Qué diablos crees que estás haciendo?

Se abrochó el velcro a los lados del pequeño chaleco que Dorian le


había dado a principios de esa semana.

—Estoy poniéndome un chaleco para que quede debajo de mi


camisa. —Sacó una camiseta y deslizó el seguro de la pistola,
comprobado el clip y poniéndola en la funda de las axilas que se había
atado.

Lex la agarró del brazo y tiró de ella hasta detenerla.

—No tengo el tiempo ni la paciencia para una discusión ahora,


Nina. Tú no irás. Te quedarás aquí. Punto.

—Soy la Segunda de esta Manada, puedo disparar. Soy una buena


maldita luchadora e iré. No voy a discutir contigo, así que ni lo intentes.
Ahora vamos.

—Dave, espérame abajo. Llama a Stoner y dile que lo encontraré


en el hospital —dijo Lex sin apartar los ojos de Nina. Cuando Dave se fue
Nina simplemente levantó la mano.

—No. No voy a discutir contigo sobre esto. Iré. No seré estúpida,


pero iré.

—Estás siendo estúpida, Nina. No estás capacitada para hacerlo.


Me distraeré preocupándome por ti.

—Me quedaré atrás. No voy a entrar en algo que no pueda manejar.


Pero no me quedaré aquí y se acabó.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¡Maldita sea, Nina! ¡No irás! ¡Deja de ser una mujer tan terca! —
gritó todo eso, pero Nina oyó el miedo en su voz.

Se acercó y lo besó en la barbilla.

—Iré. No voy a salir herida y tampoco tú. Por favor, Lex. Estas
personas asesinaron a mi hermano, me lo quitaron. No hagas que me
quede aquí. Tengo que estar allí. Tengo que ver esto. —Sus ojos le rogaron
y su voz mostró la profundidad de su emoción—. Ahora vamos. —Se dio
la vuelta y salió. Él gruñó, siguiéndola.

—Cade, ordénale que se quede —gritó Lex al entrar en la sala de


estar.

—Haré del resto de tu vida un infierno si lo haces —dijo Nina


mientras agarraba su cabello, torciéndolo en un moño rápido y
asegurándolo con un coletero.

Cade se quedó allí con una sonrisa en su cara y se encogió de


hombros hacia Lex.

—Estará bien. Solo te seguirá como un perrito si no la llevas. De


esta manera podrás saber, al menos, dónde está en todo momento.

—Menudo Alfa estás hecho —gruñó Lex mientras revisaba los clips
de sus armas y se los ataba mientras Dave le ayudaba con la vaina del
cuchillo en su cintura.

Cade se rió entre dientes.

—Me gusta caminar sin cojear. Tengo más miedo de ella que de ti.

Nina se rió y se fue a la puerta y esperó.

—Maldita sea. —Lex pisoteó hacia ella y tiró de su camisa y se


aseguró de que se hubiera abrochado el chaleco correctamente. Volvió a

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

comprobar sus armas y le dio una última mirada antes de empujarla


hacia la puerta, sabiendo que llevaba una sonrisa petulante incluso
cuando no podía ver su rostro.

Incluso triunfante por haber ganado, no era estúpida tampoco.


Sabía que Lex era un experto en estas cosas y no tenía planes de hacerse
la estúpida heroína, quedar atrapada y poner en peligro a los demás. No,
Nina se sentó en silencio en el coche, escuchando como Lex daba órdenes
a sus hombres camino hacia el hospital. Tenía toda la intención de
escuchar y obedecer sus órdenes. Parecía estar parcialmente apaciguado
por su comportamiento, lo que los relajó a ambos un poco.

Cuando llegaron, los hombres se dispersaron por orden suya y él


se dirigió a Stoner, quien estaba igualmente listo con chaleco y armas.

—¿Qué ha pasado? —gritó Stoner y Lex rápidamente se la contó.

Uno de los miembros del equipo de Lex corrió hacia ellos, todavía
en forma de lobo. Cuándo Stoner lo vio, una mirada de pánico brilló en
su rostro. Nina le tocó el brazo.

—Está bien. Realizará un mejor seguimiento de esa manera. Puede


captar el aroma de otros lobos.

Lex miró profundamente los ojos del lobo y asintió. Le dio órdenes
concisas al grupo.

—Tenían un coche y empujaron al nuevo lobo en él. Pero no


llegaron lejos y lo que fuera que llevaban, era inusual, por lo que Shane
siguió el rastro. Está a tres kilómetros de aquí. Seguiremos la pista detrás
del hospital y abordaremos la casa desde la parte posterior.

Stoner asintió y les habló en voz baja a los dos oficiales que tenía
con él.

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Serie Lobos Cascadia 01
Lauren Dane El ejecutor de la manada

Lex se acercó a Nina y la miró a los ojos.

—Vas a quedarte detrás de Megan. No dudarás en utilizar tu arma


en cualquier lobo o humano que te ataque. No saldrás corriendo o harás
algo estúpido.

Nina asintió solemnemente y luego con la punta del dedo dibujó


una cruz sobre su corazón.

—Lo juro y espero usar ropa interior de abuelita hasta que me


muera.

Él ahogó una risa de sorpresa.

—Nina, tengo que saber que estás tomándote esto en serio.

Su voz era urgente mientras sostenía sus brazos.

—Lo estoy. Te lo prometo, Lex. Soy perra, pero no soy tonta.

—Te amo. —Le besó la frente y vio como eliminaba la cara de


compañero y se ponía la máscara de Ejecutor en su lugar.

Dio un paso atrás con un poco de miedo. Era tan intenso en ese
momento, fuerte y poderoso. Una máquina de matar. Estaba un poco
caliente.

Hizo algunos movimientos con su mano y vio como sus hombres


tomaban sus lugares mientras ella se ubicaba detrás de Megan.

Se movieron a través del bosque en silencio. Tan silenciosamente


que conmocionó a Nina.

Al parecer el convertirse en un hombre lobo le daba habilidades de


ninja malvada también. Sofocó una risa divertida, sabiendo que Lex no
apreciaría su frivolidad en ese momento. Su audición era muy sensible,

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

sus músculos fluyendo mientras se movía. Se sentía más consciente de


su entorno, notando cada sonido en los árboles, diferenciando entre aves
y pequeños roedores, incluso dos ciervos que observaban todo desde una
distancia segura.

Se dio cuenta que no había comenzado a dar necesariamente por


sentado ser un hombre lobo, sino simplemente lo daba como hecho.
Trataría con ello porque era ahora su realidad y era lo que tenía que hacer
para sobrevivir y permanecer al lado de Lex. Por otra parte, sentía la
responsabilidad de la Manada en una manera que no había comprendido
antes de que se transformara esa tarde. Por alguna razón, se sintió
verdaderamente Segunda. Se sentía responsable por los lobos de la
Manada Cascadia. Eran suyos y de una manera muy real, ella era de
ellos. Aunque todavía no sabía cómo tomarse lo que pasó en la casa de
la Manada cuando fue atacada.

Después de unos minutos se acercaron a la casa. Las luces estaban


encendidas dentro y en la parte posterior de la casa que daba a los
bosques. Desde la línea de árboles podían ver la sala de estar. Había tres
hombres sentados frente a un televisor y uno en la cocina. Una serie de
BMW 800 aparcados en la entrada, no era un coche muy habitual,
incluso en Bellevue.

Lex no dijo ni una palabra. Su rostro estaba impasible mientras


dirigía a su gente con señales de su mano. Miró a Nina y dio una dura
sacudida de la cabeza. Sabía que le ordenaba que se quedara ahí y
asintió. Miró a Megan y ondeó la mano, debía quedarse con Nina. Megan
inclinó su cabeza y llevó a Nina hacia los árboles un poco más lejos, pero
todavía tenían una visión de la casa.

Nina miraba, conteniendo la respiración, mientras ellos se


acercaban. Mientras que los otros guardias del equipo de Lex se
desplegaban a través de la casa, Dave, Stoner y él caminaron hacia las

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

escaleras del porche trasero y tumbaron la puerta de atrás. Fue


impresionante y aterrador, Nina vio con asombro cómo hacía de Ejecutor.
Algo profundo dentro de ella respondió a cómo se movía, cómo ejercía el
control. Y tuvo que admitir que saber que él estaba, en parte, vengando
la muerte de Gabriel la emocionó profundamente. Nunca nada en su vida
había sido tan importante a ese nivel. Lex la hacía sentirse completa.

Aunque todavía sentía un nudo en la garganta cada vez que


pensaba cuán sin sentido había sido la muerte de Gabriel. Lex disparó a
dos de los hombres en la cabeza antes de que ni siquiera se hubieran
puesto de pie totalmente. Stoner estaba a un lado, sosteniendo el arma
por si acaso. Nina jadeó cuando uno de los lobos saltó hacia Lex,
haciéndole perder el equilibrio, pero no logró tirarlo al suelo. Era todo
violencia y amenaza mientras se movía con velocidad y lanzaba al otro
por la ventana de cristal hacia la terraza.

Hubo un breve forcejeo, pero la atención de Nina fue rasgada de la


escena por la visión de dos hombres corriendo hacia ellas. Megan se
movió y uno de ellos se dio la vuelta, la vio y saltó sobre ella.

El otro se volvió y se movió hacia Nina, gruñendo y rugiendo.

Era el momento para que hiciera su trabajo como Segunda. El peso


de esa responsabilidad cayó sobre ella mientras el tiempo se ralentizaba.
Con gran claridad y un sentido de propósito, Nina se acercó, subió el
brazo y apretó el gatillo. El sonido explotó, el olor acre de la pólvora
flotando en el aire alrededor de ellos. En una extraña calma, disparó de
nuevo, y una vez más, el hombre cayó al suelo.

Sintió un toque en su brazo y miró para ver a Megan diciéndole


algo, pero no podía oír nada, excepto el zumbido en sus oídos. Le dolía el
hombro, sus ojos ardían.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Megan pasó un brazo alrededor de ella y apretó. Nina había


cumplido con su deber con su Manada y había salvado su vida y la vida
de su cuñada en el proceso.

Recordando a Lex y la batalla en la terraza, Nina giró justo a tiempo


para ver a Lex dirigiéndose hacia ellas a toda velocidad. Con el miedo en
su rostro, miró a Megan, quien sonrió y asintió y él cerró los ojos por un
momento. El alivio suavizó su rostro, se movió para tomar a Nina en
brazos y la acunó contra su cuerpo, sosteniéndola allí mientras
caminaban por el bosque.

En el momento en que estuvieron de nuevo cerca del coche, ya


podía escuchar y los latidos de su corazón eran firmes, arrullándola.

La dejó al lado del coche y abrió la puerta.

—Hermosa, ¿estás bien?

Nina se sentó.

—Sí. Creo que sí. Realmente no me gusta disparar a la gente, Lex.

—A mí tampoco me gusta que dispares a la gente, Nina. Pero


salvaste la vida de Megan. Has salvado tu propia vida. Hiciste lo que
tenías que hacer y estoy orgulloso de ti. Eres fuerte y estoy agradecido
por ello. —Se arrodilló frente a ella y le pasó las manos por sus piernas y
puso su cabeza en su regazo por un momento.

Le pasó las manos por el cabello.

—¿Tienes el virus?

—Tenemos dos viales. Jack Reed, el Alfa de los Desterrados, está


muerto, sus hombres en la casa están muertos. Un lobo nuestro estaba
gravemente herido, lo llevaron donde la Doctora Molinari. Espero que se
ponga bien.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

—¿Qué pasa con Pellini?

Lex negó con la cabeza.

—Negó cualquier implicación cuando lo llamé y sabes que no


pudimos encontrar nada concreto que lo vinculara con esto.

Megan salió del bosque y Lex fue a hablar con Stoner y los guardias
durante varios minutos antes de volver al coche y llevarlos de vuelta a
casa.

—¿Está bien Stoner con lo que pasó allí?

Lex asintió.

—Entiende nuestra necesidad de hacernos cargo de nuestros


asuntos. Va a ser un enlace entre la Manada y la policía. Creo que es un
buen plan. Es un buen tipo.

Nina asintió.

—Sí. Será bueno tenerlo de nuestro lado.

Cade estaba esperando cuando entraron a la casa. Abrazó a Megan


y luego a Nina, besando sus labios suavemente.

—Ve a tomar una ducha, nena. Lo hiciste bien.

Ella le sonrió.

—Tranquilo, Alcalde McDelicado.

Lex le tiró de la cola de caballo con una risa.

—Subiré en unos minutos.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Nina se quedó de pie bajo el chorro y dejó que las lágrimas


aparecieran. Sollozos sacudiendo su cuerpo. Se había acabado. Los
hombres que habían matado a su hermano habían muerto y su
compañero fue quien se aseguró de ello. Lex la protegió y vengó su
pérdida. La profundidad de lo que eso significaba la aturdió.

Nina se dio cuenta de que estar con Lex, incluso a través de todo el
horror que había experimentado, le había permitido llegar a través de él.
Esa era la familia. Esa era la conexión.

Tomaría un tiempo, pero al final, superaría lo que pasó en la sala


de estar de la casa de la Manada. En algún momento, perdonaría a los
demás lobos por no ayudarla. Sin embargo, utilizaría su posición para
hacer frente a la forma en que los hombres lobo trataban a los seres
humanos. Lo haría por Gabriel y por la Nina Reyes que ya no era humana.
Saber que agitaría el infierno fuera de Lex y Cade solo hacía el
pensamiento aún más delicioso.

*****

Cuando salió del cuarto de baño había una docena de velas


encendidas en la habitación. Lex estaba en el centro de su enorme cama,
el brillo dorado de la luz de las velas lo hacía lucir divino.

La esquina de su boca se arqueó mientras su cuerpo se tensaba en


respuesta a su presencia.

—Hola. Te ves feliz de verme. —Señaló con la cabeza su erección.

—Sí, mi amigo está complacido.

Nina se rió y saltó sobre la cama donde la atrapó con facilidad y


rodó para estar encima de ella, mirándola fijamente a la cara.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Metió la mano entre sus cuerpos, envolviendo su mano alrededor


de su polla y la apretó suavemente.

—Creo que eres lo suficientemente mayor como para decir polla,


Lex. Jesús.

Se rió y la besó rápido y duro.

—Bueno, soy solo un hombre lobo, ¿recuerdas?

—Oh sí. —Se rió—. Entra, Scooby. El agua está muy bien y tu
mujer necesita un poco de acción.

—Te amo, señora Scooby. —Colocó la cabeza de su pene en la


entrada de su coño y empujó en su cuerpo lentamente.

—Bien. Ahora cállate y fóllame porque yo también te amo. Necesito


tu enorme herramienta.

Su risa murió en un jadeo cuando entró en su cuerpo totalmente.

Fin

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Staff
Traductoras

Nelly Vanessa, Dahiana

Corrección

Bibliotecaria70, Pily1.

Revisión

Auxa

Diseño

Auxa y Lelu

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Serie Lobos Cascadia

01 – El ejecutor de la manada
Nina Reyes es una estafadora apenas reformada que ha
dejado su pasado y su registro criminal atrás. Eso es hasta
que su hermano aparece en su puerta con unos pocos
hombres lobo Desterrados que quieren matarlo. Nina se ve
arrastrada más profundo en la red de intrigas cuando Lex
Warden, el Ejecutor de la Manada Cascadia, viene en su
ayuda y ella termina encima necesitando su protección.
Hay agentes virales extraviados, la mafia de los hombres
lobo, amenazas de muerte, incendios y un montón de sexo
ardiente e ingenio mordaz que regirá entre ellos.
Bienvenidos al Noroeste y a la Manada Cascadia.

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Próximamente

1,5 – Compañera reacia

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Lauren Dane El ejecutor de la manada

Acerca de la autora
Lauren Dane ha estado escribiendo
historias desde que pudo tomar un lápiz, y
antes de eso se las contaba a la gente. Por
supuesto, todavía habla sin parar, y gracias
a su maravilloso destino y buena suerte,
ahora puede compartir lo que escribe con
los demás. ¡Es una vida maravillosa!

Lo básico: Lauren es madre,


compañera, mejor amiga e hija. Viviendo en el lluvioso pero bello noroeste
del Pacífico, ella pasa sus últimas noches escribiendo c omo un demonio
cuando finalmente lleva a todos sus hijos a la cama.

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http://informativoexcomulgado.blogspot.com/

Esperamos que lo hayas disfrutado y nos acompañes en los


proyectos futuros.

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