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SOY INCORRUPTIBLE

Mateo nunca llevaba de comer al recreo, se quedaba en el salón para no antojarse de lo que otros
disfrutaban.
En el recreo, la maestra olvidó su celular, Federico lo guardó y dijo a Mateo que le invitaba una torta
diaria si no decía nada. Mateo aceptó, después pensó si era lo correcto. Al día siguiente contó todo
a la maestra, ella lo felicitó por ser honesto y tramitó una beca para que nunca le faltara su almuerzo.

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