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Instituto Superior del Profesorado

Dr. Joaquín V. González

Profesorado de Educación Superior en


Informática

Nuevos Escenarios:
Cultura, Tecnología y Subjetividad

Profesor: Ezequiel Ruiz Moras

Plan: 2015

Alumno: Apaza Surco Walter Kevin


DNI: 39771868

Fecha de entrega: 17/11/2020


Apaza Surco Walter Kevin DNI:39771868

El presente escrito desarrolla, ejemplifica y reflexiona las ideas principales de los siguientes
textos: “Las venas abiertas de América Latina” de Galano y “El horror económico” de Forrester.

A modo de introducción, Galeano narra cómo fue la conquista de los españoles y portugueses
sobre el territorio americano. Este hecho trajo muchos cambios desde entonces, cambios que
beneficiaron a la corona española a costas de millones de nativos. El brillo de los ojos se
evidenciaba en los saqueadores, se notaba cuando robaban, explotaban y aniquilaban. El arrebato
es un eje central de su texto, y se nota que algunos roban por vías más indirectas sirviendo como
“títeres” a los gobiernos europeos u otros imperios.

“Las potencias coloniales de Europa saquearon las riquezas de los pueblos americanos”

Desde el arribo de Colón en 1492, han existido continuos saqueos de recursos minerales,
agrícolas y humanos con un fin esclavista. Por supuesto, estos últimos formaban parte de un
grupo de sobrevivientes tanto de la matanza a sus pueblos nativos como así también de las
enfermedades traídas por esos hombres blancos desde la lejana Europa.

Remarca cómo la burguesía provocó el agotamiento de los recursos naturales propios de


nuestras tierras, materias primas del ámbito minero (plata, oro) como metales preciosos,
producciones de la agricultura y ganadería, llevando a la caída de las ciudades productoras más
importantes como Potosí, Zacatecas y Guanajuato. De ese modo, tanto el azúcar, algodón,
caucho, café y cacao se convirtieron en mercancías de suma importancia, vendidos en el
mercado europeo por parte de dichas economías burguesas.

“Los españoles estaban deleitándose. Como si fueran monos levantaban el oro, como que se
sentaban en ademán de gusto, como que se les renovaba y se les iluminaba el corazón. Como
que cierto es que eso anhelan con gran sed. Se les ensancha el cuerpo por eso, tienen hambre
furiosa de eso. Como unos puercos hambrientos ansían el oro” (Galeano, 1971, p.36).

Ellos se deleitaban robando, aprovechándose de la bondad de los aldeanos; no mostraban


piedad, solo querían el oro, querían que todo el oro fuese suyo. No había ninguna intención de
compartirlo ni dejar sobras para los lugareños.

“Cuanto más codiciado por el mercado mundial, mayor es la desgracia que un producto trae
consigo al pueblo latinoamericano que, con su sacrificio, lo crea” (Galeano, 1971, p. 85).
Estos saqueos históricos dejan en evidencia que el rico vive a expensas del sacrificio del pobre.
Deja manifiesto que el brillo del oro es lo que importa aún más sobre el trabajo esclavista.

“Potosí brinda el ejemplo más claro de esta caída hacia el vacío. […] El cerro rico de Potosí fue
el centro de la vida colonial americana: a su alrededor giraban, de un modo u otro, la economía
chilena, que le proporcionaba trigo, carne seca, pieles y vinos; la ganadería y las artesanías de
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Córdoba y Tucumán, que la abastecían de animales de tracción y de tejidos; las minas de mercurio
de Huancavelica y la región de Arica, por donde se embarcaba la plata para Lima, principal centro
administrativo de la época. El siglo XVIII señala el principio del fin para la economía de la plata
que tuvo su centro en Potosí; sin embargo, en la época de la independencia, todavía la población
del territorio que hoy comprende Bolivia era superior a la que habitaba lo que hoy es la Argentina.
Siglo y medio después, la población boliviana es casi seis veces menor que la población
argentina” (Galeano, 1971, p.51).

Este y otros hechos evidencian que las potencias de Europa saquearon las riquezas de América.

“América Latina no está condenada a la pobreza, sino que ha sido expoliada”

Como bien se menciona ellos nos saquearon. No lo hicieron de una forma pacífica, armoniosa;
ellos usaron las armas visibles e invisibles, usaron sus poderes divinos, usaron la espada.

Los esclavos pertenecían a un grupo de sobrevivientes tanto de la matanza a sus pueblos nativos
como así también de las enfermedades traídas por esos hombres blancos desde la lejana Europa.
Los españoles avanzaron su conquista, enseñando su lengua y religión. Tomaron a los nativos
como esclavos forzándolos a trabajar en condiciones infrahumanas explotando las tierras. Además
de humillar y maltratarlos, los obligaban a llevar consigo una libreta en la cual constara de los
días de trabajo y también no hay que olvidar que eran vendidos de manera regular, como moneda
corriente.

“Los dioses vengativos que ahora regresaban para saldar cuentas con sus pueblos traían armaduras
y cotas de malla, lustrosos caparazones que devolvían los dardos y las piedras; sus armas
despedían rayos mortíferos y oscurecían la atmósfera con humos irrespirables. Los conquistadores
practicaban también, con habilidad política, la técnica de la traición y la intriga. Supieron explotar,
por ejemplo, el rencor de los pueblos sometidos al dominio imperial de los aztecas y las divisiones
que desgarraban el poder de los incas” (Galeano, 1971, 34).

Frente al poder de los dioses, no había nada que les pueda hacer frente, solo existía un fuerte
temor y asombro, pensando que los dioses vinieron a juzgar la tierra americana. Estos dioses
blancos de cabellos amarillo y con barba, aprovecharon la bienvenida y gentileza de los nativos.

Hubo una larga opresión hacia los nativos, quienes solo buscaban servirles para no ser
exterminados. Muchos de los oprimidos ya no tenían cordura ni fuerzas así que decidieron
ahorcarse por sus propias manos. “Finalmente, la población de las islas del Caribe dejó de pagar
tributos, porque desapareció: los indígenas fueron completamente exterminados en los lavaderos
de oro, en la terrible tarea de revolver las arenas auríferas con el cuerpo a medias sumergido en
el agua, o roturando los campos hasta más allá de la extenuación, con la espalda doblada sobre
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los pesados instrumentos de labranza traídos desde España. Muchos indígenas de la dominicana
se anticipaban al destino impuesto por sus nuevos opresores blancos: mataban a sus hijos y se
suicidaban en masa” (Galeano, 1971, p. 31).

Estos hechos de crueldad continuaron hasta que el esclavo muera, o que ya no sirva como esclavo.

“Los fardos que sobrevivían al hambre, las enfermedades y el hacinamiento de la travesía, eran
exhibidos en andrajos, pura piel y huesos, en la plaza pública, luego de desfilar por las calles
coloniales al son de las gaitas. A los que llegaban al Caribe demasiado exhaustos se los podía
cebar en los depósitos de esclavos antes de lucirlos a los ojos de los compradores; a los enfermos
se los dejaba morir en los muelles. Los esclavos eran vendidos a cambio de dinero en efectivo o
pagarés a tres años de plazo” (Galeano, 1971, p. 109).

Estos expoliados no se rindieron tan fácilmente, hubo ciertos héroes que lucharon por su
humanidad; sin embargo, los dioses les quitaron la vida. A pesar de que parece algo histórico y
que nunca ocurrió, aun se puede evidenciar que existe gente expoliada, gente que no tiene de su
libertad, gente que solo busca agradar a los dioses y servir a la corona.

A la fecha, siguen estos hechos como evidencia de que América no fue condenada a la pobreza,
sino que ha sido expoliada.

“El hombre es el culpable de la destrucción”

Frente a tanta historia, y tanta modernidad cuesta afirmar y creer tal expresión. Aunque cueste
trabajo negarlo, esto sucedió, sucede y sucederá, a no ser que cada hombre deje de lado su
vanagloria.

Recordando lo escrito hasta el momento, y como costo hacer brillar los ojos de los reyes. Cabe
mencionar la perspectiva de ellos: ¿Cómo disfrutaban del oro? ¿Con cuanto oro estaban
satisfechos? ¿Compartían sus fuentes de ingreso?

“Los capitales no se acumulaban, sino que se derrochaban” (Galano, 1971, p. 57). Mucho del oro
extraído ya estaba en los graneros de Europa, ¿Existía algo más para saquear? El oro blanco
(azúcar) fue muy codiciado por los europeos y consistió, luego de la fiebre del oro, en el producto
agrícola más importante y ambicionado por los europeos.

“En Potosí la plata levantó templos y palacios, monasterios y garitos, ofreció motivo a la tragedia
y a la fiesta, derramó la sangre y el vino, encendió la codicia y desató el despilfarro y la aventura.
La espada y la cruz marchaban juntas en la conquista y en el despojo colonial. Para arrancar la
plata de América, se dieron cita en Potosí los capitanes y los ascetas, los caballeros de lidia y los
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apóstoles, los soldados y los frailes. Convertidas en piñas y lingotes, las vísceras del cerro rico
alimentaron sustancialmente el desarrollo de Europa” (Galeano, 1971, p.37-38).

“El capital que restaba en América, una vez deducida la parte del león que se volcaba al proceso
de acumulación primitiva del capitalismo europeo, no generaba, en estas tierras, un proceso
análogo al de Europa, para echar las bases del desarrollo industrial, sino que se desviaba a la
construcción de grandes palacios y templos ostentosos, a la compra de joyas y ropas y muebles
de lujo, al mantenimiento de servidumbres numerosas y al despilfarro de las fiestas. En buena
medida, también, ese excedente quedaba inmovilizado en la compra de nuevas tierras o
continuaba girando en las actividades especulativas y comerciales” (Galeano, 1971, p-49-50).

Muchos mineros solo querían pasar un buen tiempo en estas fiestas, querían sentirse vivos
(desconociendo que estaban muriendo), estaban dichosos con todo lo ostentoso de la ciudad de
plata, estaban brillando por un momento, estaban ansiosos y dichosos porque había una fiesta.

Este autoengaño duro poco tiempo, fue efímero y fugaz. Fue el hecho que evidencio el brillo de
los ojos en los gobernados y gobernantes. Muy pocos tenían presente el hecho de que cuando
ingresaban a la mina era un viaje sin regreso. Mientras la corona ya tenia el oro, ya controlaba el
mercado, ya había explotado a América; solo le quedo sobrevivir al nativo a expensas de su propio
temor a los dioses, de la expoliada tierra, y porque el hombre ambiciono mas de lo que puede
obtener, atesoro el brillo de piedras hasta que se vuelvan polvo.

Hay que añadir que entre los que tenían poderes divinos peleaban y competían por obtener mas
poder, mas riquezas, querían tener el dominio de los gobernados y de la tierra de América.
Buscaban nuevos territorios para explotar, y que les sirva a sus intereses. Buscaban algo nuevo
que explotar, no importaba el costo de personal ni de herramientas, solo querían el oro.

Hasta hoy en día, hay gente que disfruta del saqueo de riquezas de América; aunque no tenían el
conocimiento de hoy día, ni las técnicas de cultivo, ni las maquinarias; ellos prefirieron el brillo
de sus ojos, y por eso son y somos culpables de la destrucción.

Para poder cerrar este libro:

"No hay riqueza en el mundo que no resulte por lo menos sospechosa". [...] "...el subdesarrollo
latinoamericano es una consecuencia del desarrollo ajeno, que los latinoamericanos somos
pobres porque es rico el suelo que pisamos y que los lugares privilegiados por la naturaleza han
sido malditos por la historia." (Galeano, 1971, p. 341)

"Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado
siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales
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nativos." Así, "Es América Latina, la región de las venas abiertas." (Galeano, 1971, p. 16)
En referencia al segundo libro, la escritora nos habla de esos miles de destinos destruidos por el
sistema económico actual, es decir del destino de los pobres. Nos habla de los excluidos de la
sociedad. ¿Por qué existen y por qué razón están marginalizados? También nos habla de que la
gran mayoría de los seres humanos están encerrados en un paradigma que ya no existe: el mercado
del trabajo. La población no se da cuenta de la casi inexistencia del trabajo, está ciega por culpa
de los pocos ricos, quienes manipulan a las masas.

“Los desempleados son culpados de su propia situación”

Uno de los temas que resaltan a lo largo del libro. A ellos se los denigra como personas
incompetentes que buscaron su propia situación económica. Se los menosprecia pensando que
nunca van a lograr ser de una clase social alta. No se los tiene en cuenta, son lo peor de la sociedad.

El trabajo del hombre ya no es fuente de riqueza y, por lo tanto, las tasas de desocupados, de
precariedad laboral y de subempleo, no sólo han ido aumentando en todos los países llamados
desarrollados, es que además lo harán todavía más en un futuro. Ya la preocupación no pasa por
llegar a tener un techo propio para vivir, sino el hecho de como conseguir el pan del día.

“En la actualidad, un desempleado no es objeto de una marginación transitoria, ocasional, que


sólo afecta a determinados sectores; está atrapado por una implosión general, un fenómeno
comparable con esos maremotos, huracanes o tornados que no respetan a nadie y a quien nadie
puede resistir. Es víctima de una lógica planetaria que supone la supresión de lo que se llama
trabajo, es decir, de los puestos de trabajo” (Forrester, 1997, p. 13).

Una persona puede llegar a pensar que el ser desempleado es un único momento y muy corto, un
momento de donde se puede salir fácilmente, donde se puede salir sin ayuda de familiares y/o
amigos. Este trago amargo no es una simple soledad, sino que puede extenderse por meses, años,
y que puede volver en varios momentos de la existencia del hombre.

“¡Seguimos rutinas insólitas! No se sabe si es cómico o siniestro que, ante la falta constante,
indesarraigable y creciente de puestos de trabajo se obligue a los millones de desempleados, cada
día laborable de la semana, el mes, el año, a salir a la búsqueda "efectiva y permanente" de ese
trabajo que ya no existe. Cada día, semana, mes, año, se los condena a postularse en vano,
frustrados de antemano por las estadísticas. Porque hacerse rechazar cada día laborable de cada
semana, mes e incluso año, ¿no sería un empleo, un oficio, una profesión? ¿No sería un puesto,
un trabajo, incluso un aprendizaje? ¿Es un destino verosímil? ¿Una ocupación racional? ¿Una
forma recomendable de emplear el tiempo?” (Forrester, 1997, p. 16-17).
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Estos hechos no pasan desapercibidos, basta solo con encender la televisión o leer los periódicos,
uno se da cuenta de la pobreza, de la miseria. Se entera del sufrimiento humano. Contamos con
millones de destinos destruidos, aniquilados en nombre de las ganancias. Las privaciones sufridas
debilitan y marginalizan a las víctimas del desempleo, quien es el actor principal de la fractura
social. Todos tenemos consciencia de este acontecimiento, pero los poderosos de este mundo son
muy inteligentes y recuren a medios inalcanzables para el común de la población mundial.

Estos hechos evidencian que los desempleados siguen desempleados no por su son culpa de ser
hombre sino por la culpa de sociedad que evidencia su propia situación de desempleado.

“La globalización de la miseria y la explotación laboral”

La globalización de amplias capas de población tiene el único propósito de la mera subsistencia


diaria, pero estos "miserables" ya no son un patrimonio de los países pobres, subdesarrollados o
en vías de desarrollo, ahora son un fenómeno global que se irá extendiendo cada vez más por los
llamados países ricos. Un fenómeno que rompe las barreras limítrofes, que destruye diferencias
étnicas, religiosas, sociales. Este acto trasciende desde la historia de conquistas hasta que la
globalización evidencie que no se puede sostener en su totalidad.

“No ignoramos, no podemos fingir que ignoramos, que al horror nada le es imposible y que las
decisiones humanas no conocen límites. De la explotación a la exclusión, de ésta a la eliminación
e incluso a desastrosas explotaciones aún desconocidas: ¿es ésta una hipótesis inconcebible?
Sabemos por experiencia que la barbarie, siempre latente, se conjuga de maravillas con la
mansedumbre de esas mayorías que saben incorporar el horror a la frivolidad ambiente”
(Forrester, 1997, p. 20).

Las sociedades que busquen globalizar a las minorías, muchas veces, evidencian que solo crean
una explotación de trabajo. Esto puede ser o no necesario, pero no hay muchos antecedentes que
brinden buenos resultados de la globalización. Frente a más inclusión, se evidencia una
fragmentación de estatus social, una ventana abierta de quienes tienen mas riquezas que otros.

Una globalización de la miseria y una explotación laboral no solo evidencia las debilidades de los
pobres sino también las fortalezas de los ricos. Fomenta el poder de unos cuanto a expensas de
otros. Explica que el poder de los ricos es explotar a los pobres.

“Éste hoy hace estragos en todos los niveles de todas las clases sociales, provocando desamparo,
inseguridad y sentimientos de vergüenza debidos esencialmente a los errores de una sociedad que
lo considera una excepción a una regla general establecida de una vez y para siempre. Una
sociedad que pretende seguir su camino por una vía que ha dejado de existir en lugar de buscar
otras” (Forrester, 1997, p. 137).
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Una triste realidad que se sigue construyendo, se siguen formando puentes muy elevados que son
difíciles de alcanzar, difíciles de llegar a tocarlos. Puede ser que para algunos sean difíciles de
poder verlos porque la globalización evidencio su miseria.

Es así como se evidencia la miseria de la globalización, y la globalización de la miseria.

“Lo cibernético, algo dominante para toda la sociedad”

Este elemento se desarrolla en lo cotidiano o procura estar presente en el diario vivir de las
personas. Procura estar presente, aunque uno lo intente suprimir o negar. Busca seguir existiendo,
aunque lo desconecte o no pueda conectarse. Mucho de lo que pensamos hace años sobre que
sería imposible de que lo cibernético hallará su lugar en nuestros hogares hoy se hace posible.

La cibernética se ha hecho un elemento necesario para poder sobrevivir dentro de este mundo de
avances tecnológicos, que es nuestro presente y futuro. Se volvió un elemento imprescindible
tanto para nosotros como para los que nos rodean. Se vuelve un objeto de constante actualización
y demanda para aquellos que no respiran sin lo cibernético. Se torno tan necesario que ya no
sabemos que hacer si tenemos lo cibernético.

“Descuidada por la política, la cibernética se introdujo casi subrepticiamente en la economía, sin


reflexión ni segundas intenciones estratégicas o maquiavélicas, de manera inocente, con miras
prácticas y sin teorías, como una simple herramienta en principio útil y rápidamente
indispensable. Demostró ser un factor de alcance inconmensurable, preponderante, responsable
—como era previsible, pero nadie previo— de una revolución de magnitud planetaria. Sus
consecuencias, inscritas en nuestras costumbres, hubieran debido ser beneficiosas, casi
milagrosas. Fueron desastrosas” (Forrester, 1997, p. 121).

Entonces la cibernética no solo nos domina, sino que también requiere cierta eficacia dentro de
nuestras actividades por lo cual debemos tener ciertos conocimientos esenciales de la cibernética.

Si pensamos que lo cibernético solo fue un mito, hoy se sigue volviendo algo dominante para
todas las sociedades que se conectan a buscar un mejor empleo, un mejor futuro.

A modo de conclusión del segundo libro, “Sobre todo son los encargados de disimular con sus
discursos pomposos, machacones, el horror planetario hasta el punto de que todos se vuelven
indiferentes a él. Más aún, se vuelven sordos, ciegos, insensibles a la belleza que produce con
frecuencia, en este horror mágico, el heroísmo de la lucha librada por los seres humanos, no contra
la muerte sino para malograr con mayor fervor el milagro extraño, mezquino de sus vidas. Su
maravillosa aptitud para inventarse a sí mismos, explotar el breve intervalo que les es concedido.
La belleza inefable creada por su ambición delirante de administrar el apocalipsis, de señalar y
construir juntos o mejor, de elaborar, cincelar un detalle, o mejor aún, de introducir la propia
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existencia en el tropel de las desapariciones. De participar como sea de cierta continuidad, aunque
deplorable, mientras sus cuerpos y alientos, amarrados al orden de los tiempos, desde la cuna
hasta la tumba, son abolidos de antemano y en el desorden, consagrados a la destrucción. Con
semejante estoicismo la vida no es (tan solo) un prólogo de la muerte” (Forrester, 1997, p. 74)

Una bella evidencia de lo que está oculto detrás del brillo de los ojos de unos cuantos (o todos).
Un bello retrato de que mientras más procuramos ser empleados terminamos siendo consumidos
por una sociedad que se aprovecha no solo de “el horror económico” en el que vivimos, sino
también que ignoro o aprovecho que siguen existiendo “Las venas abiertas de América latina”.

En fin, un grato espacio para poder desarrollar ciertos conceptos que brindan los autores, y un
muy buen ejercicio de reflexión y apreciación para que busquemos revertir a diario lo que nos
enseñan los imperios. “Que busquemos cerrar el ciclo del horror, y podamos curas las venas”.

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