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LOS CONFLICTOS ENTRE AGENTES Y DESTINATARIOS DEL SISTEMA ESCOLAR EN ESCUELAS

PÚBLICAS DE BARRIOS POPULARES URBANOS

Capítulo 3- La cotidianeidad escolar en las escuelas de barrios populares

Este capítulo trata sobre como a través de lo que piensan y expresan los agentes del sistema
escolar, podemos analizar la cotidianeidad y los escenarios donde estos se ven involucrados día a
día. Mediante la reconstrucción etnográfica y diferentes conversaciones y polémicas que suceden
dentro de las escuelas, surge la cuestión de cómo funcionaba la escuela antes y como se espera
que lo haga, es decir, si cumple con ciertas expectativas. A partir de esto aparece una tensión
entre los actores que piensan que el propósito de la escuela es enseñar, es decir que son agentes
“normativos” que señalan que el deterioro de las escuelas se debe al reemplazo de lo educativo
por el asistencialismo y los que sostienen que la escuela también debe contener, es decir que son
agentes “pragmáticos” que defienden la idea de que la escuela se ocupe de las necesidades
urgentes ya que ninguna otra institución lo hace. Muchas instituciones utilizan el término
“contener” para mantener a cualquier precio a los chicos en la institución por temor, ya sea al
vaciamiento, perdida de matrícula (por lo tanto, pérdida de recursos) e incluso al cierre.
Por otro lado, se habla también de la aprobación y promoción “semiautomática” que funciona
como estímulo premio-castigo de acuerdo a determinados criterios, sin repitentes y con
mecanismos de compensación para deshacerse de los “alumnos problemáticos”. Este tipo de
sistema tiene en cuenta el esfuerzo de los alumnos, las condiciones personales y familiares y el
buen comportamiento de los alumnos para su promoción.
En cuanto a la pedagogía y las estrategias didácticas, el autor menciona que son complejas en las
escuelas de barrio y que dependen del tipo de alumnos que haya: están los alumnos tradicionales,
o sea los que “te dan bola”, los intermitentes que a veces se dispersan, y los problemáticos que
son los que tienden a desorganizar la clase. Algunos docentes optan por dividirlos en grupos para
trabajar mejor o dar clase solo para los alumnos que prestan atención (ética de la consecuencia) y
otros creen que esta actitud es estigmatizante y discriminatoria ya que la enseñanza debe ser
universal (ética de principios). A su vez hay ciertos docentes que reducen al mínimo las
expectativas de cumplimiento, debido a las deficiencias cognitivas de los chicos, sin embargo, los
docentes normativos se oponen a esta idea porque afirman que los alumnos “hacen la fácil”,
también están los docentes que opinan que estos alumnos deberían asistir a una escuela especial.
En cuanto al uso de ciertos recursos pedagógicos como las tareas, los docentes no las pueden
implementar ya que los chicos no cumplen.
Las opiniones de los padres al respecto suelen ser criticas al docente por su falta de vocación o de
compromiso, formación deficiente o como un trabajo “para lucrar fácilmente”.
De este modo podemos ver que surgen varios conflictos en torno a la relación entre la casa y la
escuela: muchos docentes se ven amenazados por padres y alumnos, hay alumnos que son
catalogados como “violentos”, lo que conlleva a una indisciplina ya que no se puede aplicar
ninguna sanción a este tipo de alumnos, por miedo a su reacción, o por miedo a que los padres
vayan al colegio y “hagan lío” o retiren a sus hijos de la institución, disminuyendo la matricula.
Esta tensión también se manifiesta entre agentes institucionales, ya que se atribuyen entre ellos la
responsabilidad de los problemas de la escuela sin asumir los errores de cada uno. No se ve un
trabajo en equipo (escuela-alumnos-familia) ya que pareciera no haber una buena relación entre
ellos.

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