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Sin embargo, no es sino hasta enero de 1979, que se cumple con dicha
aspiración, erigiéndose la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Corte
Suprema de Justicia. Esto constituye posiblemente el hecho histórico forense más
importante del siglo pasado en nuestro país, ya que antes de ello no existía un
mecanismo judicial idóneo y especializado – aparte del Amparo Constitucional –
que nos permitiera impugnar las resoluciones de las Autoridades Administrativas;
pues bien, sólo a partir de esa fecha creemos que podemos hablar de “La
Génesis” de un Régimen Administrativo completo, en donde se establecen las
prerrogativas de la administración, y de la existencia de un mecanismo
jurisdiccional de tutela a favor de los administrados.
La ley es la misma para todos, no sólo eso, sino que en el Estado de Derecho la
ley y la Constitución reconoce a todos por igual un conjunto de derechos y
libertades que deben ser respetados por los poderes públicos y en particular por la
Administración.
Sentado el principio queda por determinar cuál es el objeto propio de la ley. Sobre
esto la historia del Derecho administrativo no es lineal, todavía hoy es una de las
cuestiones clave. Por de pronto, la ley dejó de ser la única norma escrita y de
eficacia general. Junto a la ley, la potestad reglamentaria del Gobierno se
reconoció con amplitud en todos los regímenes constitucionales.
La ley no puede regularlo todo, la propia Constitución limita el poder legislativo del
Parlamento a determinadas materias como sucedía en algunas Monarquías
constitucionales del S. XIX. En consecuencia, la propia ley atribuye a la
Administración un poder de decisión propio o condicionado, según los casos, que
es lo que llamamos discrecionalidad administrativa.
Sino que, al contrario, cada día son más numerosos los casos de relaciones
jurídico-administrativas en que los dos sujetos que en ella intervienen tienen el
carácter de público.
entiende por tal uno sólo de sus órganos: el Órgano Ejecutivo. Dentro de
éste se incluye a la administración centralizada y descentralizada; El sujeto
acreedor es el particular administrado; es decir, los beneficiarios del bien
común.