Hace muy poco mi familia y yo decidimos emprender un viaje muy corto a la
ciudad blanca de Arequipa, con el objetivo de divertirnos y relajarnos, siendo nuestra primera parada la ruta del sillar, esto acompañado a una empresa de turismo para poder tener una mejor experiencia. Primeramente, nos dirigimos a las canteras de Añashuayco donde se podían apreciar diferentes esculturas, escudos y más, trabajadas a base de sillar, en pocas palabras, un lugar impresionante y perfecto para poder sacar las mejores fotografías.
Seguidamente, nos dirigimos a la Quebrada Virgen de Culebrillas, lugar donde
ocurrieron los hechos, pues en este se tenía que realizar una pequeña, pero fascinante caminata. Antes de comenzar, la guía nos dio algunas recomendaciones e indicaciones para no tener ningún inconveniente, resaltando el hecho que teníamos que caminar con cuidado, ya que durante el camino tendríamos que saltar varias zonas con una distancia de hasta un metro para llegar a suelo firme, mientras más se adentraba, más sorprendente y misterioso era, cuando de repente ¡Plaf! caí al suelo de cara, pero ¿Por qué no me sostuve con las manos? Pues…. en una mano sostenía el celular y en la otra una botella de agua, por tal razón, me resigné a caer de tal manera.
Finalmente, como en toda situación similar, la gente presente giró a mirarme,
algunos intrigados y otros riéndose por cómo me encontraba, el pelo desordenado, todo el cuerpo lleno de tierra y con una vergüenza tremenda, que se podía apreciar por lo roja que me puse, sin duda, esa fue una escena digna de grabar para poder reírse un par de horas, y a mí para poder seguir las recomendaciones con más cautela.