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belle Orico ed < y a g = a g = > S El texto artefacto literario hist como White Hayden White E] texto hist6rico como artefacto literario y otros escritos Introduccién de Verdnica Tozzi Ediciones Paidés LCE. de la Universidad Autonoma de Barcelona Barcelona - Buenos Aires - México Bu OYE L. IBF 298 X &} 920. gy ROTA Hu 130 4] g ; Fh Los capitulos del ps umen se han traducido de Tropics of Discourse y Fi- gural Realism, originalmente publicados en inglés, en 1978 y 1999, respectivamente, por The Johns Hopkins University Press, Baltimore, EE.UU. Traduccién de Verénica Tozzi y Nicolas Lavagnino («El texto histérico como artefacto literario»; «La trama hist6rica y el problema de la verdad en la repre- sentacién histérica»). Introduccién de Verénica Tozzi Cubierta de Mario Eskenazi Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrta de los ttulares del copyright, bajo las sanciones ‘Stablecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografiay el tratamiento informatico,y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler 0 préstamo piblicos. © 1978 [Tropics of Discourse] y 1999 [Figural Realism] The Johns Hopkins University Press © 2003 de la introduccién, Verénica Tozzi © 2003 de la traducci6n, Verénica Tozzi y Nicolas Lavagnino © 2003 de todas las ediciones en castellano Ediciones Paidés Ibética, S.A.., Mariano Cubi, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paidés, SAICR, Defensa, 599 - Buenos Aires http://www.paidos.com € Instituto de Ciencias de la Educacién de la Universidad Autonoma de Barcelona 08913 Barcelona ISBN: 84-493-1416-X Depésito legal: B. 17.229-2003 Impreso en Novagrafik, S.L. Vivaldi, 5 - 08110 Montcada i Reixac (Barcelona) Impreso en Espafia - Printed in Spain SUMARIO INTRODUCCION, Verénica Tozzi... 7) PREFACIO: Hecho y figuraci6n en el discurso histérico. 43 1. Tropologia, discurso y modos de conciencia htimaha. i os ee a ew ee wane 63 2. El texto histérico como artefacto literario. . . . . . 107 3. Teoria literaria y escrito histérico.. . 2... 141 4. La trama histérica y el problema de la verdad en la representaciénhistérica.. 2... 18 INTRODUCCION* El pasado tiene que ver con nuestros muertos ya ellos no podemos recordarlos con actitud, aséptica, cien- tifica.! Los debates en Ia filosofia de la historia han sido revitaliza- dos gracias a la aparicién en 1973 de Metahistoria, La imagina- ci6n bistorica en la Europa del siglo xix? de Hayden White. A lo largo de su obra este historiador de las ideas y filésofo de la historia ha argumentado a favor de la insostenibilidad de la distincién entre relato histérico y relato de ficcién, basada en el criterio de que relatan, respectivamente, acontecimientos teales o imaginarios. Si bien esta afirmacién no es nueva, Me- tahistoria tiene el métito peculiar de conformar una teoria sis- tematica y de amplio alcance de los «mecanismos» poéticos que determinan la produccién de relatos hist6ricos, los cuales resultan ser los mismos que determinan los relatos de ficcion, En las sucesivas publicaciones de White, puede apreciarse un juego no necesariamente coherente con dos estrategias de ana- lisis del texto hist6rico: una de cardcter formal-estructuralista que mostrar la dificultad de distinguir los relatos histricos de los de ficcién, y otra de caracter hist6rico-contextual que re- laciona diferentes formas de escribir historia con diferentes * Agradezco especialmente a Federico Penelos y Nicolas Lavagnino la atenta lectura de este trabajo y sus agudas observaciones, 1. Hayden White, Buenos Aires, 2000, en una conversacién personal. 2. White, Hayden, Metahistory, The Historical Imagination in the Ni- neteenth-Century Europe, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1973 (trad. cast.: Metabistoria. La imaginacton bistorica en la Europa del siglo XIX, México, Fondo de Cultura Econémica, 1992), 10 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO situaciones y experiencias histéricas. Tal vez lo que es cons- tante, y lo que nos permitir4 rastrear un hilo conductor que tienda a producir una consideraci6n consistente de su posi- cin, es su preocupacién por recordarnos que nuestra vin- culaci6n con el pasado es, y no debe dejar de ser, emotiva. Es por ello que la dimensién poético-expresiva del escrito histérico no sélo se presenta como inexpugnable, sino, mas atin, como determinante de todas las demas. Si el lazo emo- tivo es primario, entonces las diferencias interpretativas irre- conciliables entre relatos histéricos en competencia acerca de los mismos acontecimientos responderan a diferencias en las valoraciones que los motivan. Los conflictos valorati- vos no pueden dirimirse a través de la sola apelacién a la evidencia. Es mas, si bien podria objetarse que lo que debe- riamos hacer es adoptar un discurso despojado ante los acontecimientos, en caso de que algo asi fuera posible, no se seguiria de ello que su adecuaci6n se juzgara por su corres- pondencia o no con los acontecimientos, Por el contrario, siempre sera la conformidad o no con nuestros intereses, deseos, compromisos y temores lo que provocara nuestra adhesién a uno u otro relato en conflicto. En definitiva, un discurso desafectado, por el mismo hecho de ser desafecta- do, no deja de ser un tipo de figuracién entre otras. Todas estas observaciones requieren, segtin White, que se las en- frente sistematicamente, y es la moderna teoria literaria la que nos ofrece el modo adecuado de llevarlo a cabo. Después de Metahistoria, White ha publicado una gran cantidad de articulos, muchos de los cuales han sido reunidos en tres compilaciones: Tropics of Discourse. Essays in Cultural Criticism (1982), The Content of the Form. Narrative Discour- se and Historical Representation (1987) y Figural Realism. 3. Trad. cast.: El contenido de la forma. Narrativa, discurso y represen- tacion bistorica, Barcelona, Paidés, 1992. INTRODUCCION 11 Studies in the Mimesis Effect (1999). La recepcién de su tra- bajo suscitd una gran controversia y convocé a historiado- tes, fildsofos y teéricos literarios a dirimir hasta qué punto su concepcidén se compromete con el sostenimiento de tres posturas acerca del estatus cognitivo del relato histérico: el antirrealismo, el determinismo lingiiistico y el relativismo.- En lo que sigue recorreremos la obra de White, exponiendo suteoria del escrito histérico y evaluando si estos compro- misos son reales. La presente compilacién cuenta con un sustancioso prefacio del autor escrito especialmente para la misma y en el que afortunadamente vuelve una vez mas sobre estos temas. De este modo, el lector tendra la oportunidad de entrar en contacto con los candentes debates en la filo- sofia de la historia actual. 1. LA TEORIA DE LOS TROPOS En el estudio introductorio a Metahistoria, White expo- ne su famosa teoria de los tropos.‘ En el libro se propone una aplicacién de dicha teorfa al anilisis de cuatro grandes historiadores y cuatro grandes fildsofos de la historia del siglo xix. Las historias de Michelet, Ranke, Tocqueville y Burkhardt y las filosofias de la historia de Hegel, Marx, Nietzschte y Croce son examinadas para dejar al descubierto en sus escritos un nivel preconceptual, de cardcter intrinse- camente estético o figurativo, determinante del nivel con- ceptual explicito. Es decir, tanto los compromisos explicitos de caracter tedrico-epistemoldgico y politico-moral como 4. Tropo: figura retérica que consiste en usar las palabras en un senti- do no literal o propio. Hay diferentes clasificaciones de los tropos. Los més comunes son la metéfora, la metonimia y la sinécdoque. White prefiere unaclasificacién cuddruple y afiade la ironfa a los otros tres. } 12 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO las elecciones entre diferentes técnicas narrativas para tra- mar los acontecimientos se correlacionan, en la obra de es- tos grandes autores, con algtin tropo discursivo implicito y determinante. La formulacién de la teoria tropolégica resulta de un enfoque formalista de la obra histérica, que toma a ésta como un artefacto verbal. White justifica su punto de partida en el caracter esencialmente opaco de la discursividad, opacidad que se manifiesta en la incapacidad de todo discurso de permitirnos expresar lo que efectiva- mente queremos cuando se trata de comprender areas como lo humano, lo social 0 lo cultural. En este tipo de dominios, sefiala, «existen siempre fundamentos legitimos para las di- ferencias de opinién»? Es decir, un inevitable pluralismo interpretativo y la fini- tud de nuestro conocimiento empujan a White a indagar en los aspectos propios del discurso que opacan la realidad a la que pretende describir. Una vez adoptado el formalismo se reconocera que, contrariamente a lo que han pensado hasta ahora los filésofos de la historia —e incluso los propios his- toriadores—, las diferencias primordiales entre relatos hist6- ricos rivales no residen ni en haber seleccionado diferentes hechos, ni en haber adoptado diferentes concepciones me- todoldgicas o epistemoldgicas, ni siquiera en sostener dife- rentes compromisos ideoldégicos 0 en haber elegido diferentes técnicas de narracién. Lo que los distingue y los hace irre- conciliables es el diferente acto poético, precritico y cons- tructivo por el cual cada historiador prefiguré el campo his- t6rico® y lo constituyé como un dominio sobre el cual, ahora si, aplicar su concepcién ideolégica, sus creencias epistemo- légicas o sus preferencias narrativas. En otras palabras, 5.-Véase;en este volumen; pag: 63, 6. Por campo histérico White entiende el registro historic antes de andlisis y conceptualizacién. Véase White, Metabistoria, pig. 25, n. 8. INTRODUCCION 13 focalizar la obra histérica como puro discurso nos permite “ reconocer en ella las siguientes dimensiones manifiestas: 1) la ordenacién cronolégica de los acontecimientos en una se- cuencia; 2) la composicién de un relato con principio, medio y fin; y tres tipos de estrategias explicativas, cada una de las cuales ofrece cuatro posibilidades electivas: 3) explicacién por la trama (romance, tragedia, comedia y satira), 4) expli- cacidn por argumentacién formal (formismo, mecanicismo, organicismo y contextualismo) y 5) explicacidn por implica- cidn ideolégica (liberal, radical, anarquismo o conservaduris- mo). Estas cinco conceptualizaciones te6ricas explicitamente - utilizadas por el historiador para lograr que su narrativa sea explicativa conforman la superestructura del trabajo histé- tico. Subyaciendo a ellas, se encuentra su metahistoria, su infraestructura, constituida por el acto poético de prefigu- racion. Es decir, ya adopte el historiador o el filésofo de la historia una trama con un tono tragico, cémico, romantico 0 satirico, ya busque explicarnos lo ocurrido de un modo me- canicista u organicista o acentuando el contexto o estable- ciendo la unicidad y variedad de los fendmenos, ya promueva una ideologia liberal, anarquista, radical 0 conservadora, fi- nalmente, la particular combinacién que haga de estas posi- bilidades narrativas, explicativas e ideolégicas respectiva- mente, tiene su origen en ese acto poético primario. En suma, la forma final del relato, lo que corrientemente llamamos el estilo del historiador, que resulta de todas estas adopciones y elecciones, se explica por referencia al acto de prefiguracién. Ahora bien, sefiala White, las posibilidades de prefiguracién no son infinitas: son cuatro y son provistas por el uso lingiiis- tico mismo. Los cuatro tropos basicos para el anilisis del len- guaje figurativo (la metdfora, la metonimia, la sinécdoque y la ironfa) son ttiles para entender las operaciones por las cuales los contenidos de la experiencia pueden ser aprehendidos conscientemente. La metafora sanciona las prefiguraciones 14 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO del mundo de la experiencia en términos objeto-objeto, la me- tonimia en términos parte-parte, la sinécdoque en términos objeto-totalidad y la ironfa afirma de forma tcita la negaci6n de lo afirmado positivamente en el nivel literal. En definitiva, la teoria de los tropos permite identificar cuatro modos de conciencia (modos discursivos) previos y determinantes de la posterior eleccidn de estrategias por parte del historiador. Se hace dificil no interpretar Metahistoria como una teo- tia del determinismo lingiifstico.” En primer lugar, la teoria de los tropos revela los «recursos» de los que dispone el his- toriador para producir relatos historicos. En segundo lugar, es restrictiva de las posibilidades de invencién: dichos re- cursos hacen que sean limitadas las clases de relaciones esta- blecidas por los relatos 0 los tipos de significados que pue- den transmitir o las combinaciones estilisticas que pueden ofrecer al lector una imagen coherente del pasado. En tercer lugar, es simétrica en cuanto al tipo de factor explicativo uti- lizado para dar cuenta de relatos rivales. Es decir, mas alla de cémo evaluemos la adecuacién o no de los relatos en tan- to imagenes del pasado, su produccién o invencién es expli- cada por referencia a los mismos mecanismos, esto es, con relacién a la dimensi6n tropoldgica. Por otra parte, el caracter determinista de la tropologia whiteana conduciria al relativismo en tanto pone al descu- bierto los aspectos no racionales que en ultima instancia dan cuenta de las diferencias irreconciliables entre relatos riva- 7. «El uso de un lenguaje técnico [...], tal como, pongamos por caso, la econometria o el psicoanilisis, no libera al historiador del determinis- mo lingiifstico al que el historiador narrativo tradicional permanece es- clavizado [...] No es cuestién, entonces, de elegir entre el historicismo relativista de Ranke y el historicismo objetivo de Marx, Weber, Spengler, Toynbee [...] Ellos son igualmente relativistas, igualmente limitados por el lenguaje elegido en el cual demarcar lo que es posible decir acerca del objeto de estudio.» (Tropics, pag. 117). INTRODUCCION 15 les de un mismo suceso. En definitiva, el elemento no racional, poético-precognitivo, constituyente del relato histérico, re- vela cuanto depende su aceptacién y justificacién de este nivel estético y no de su pretensién de representar verdadera- mente el pasado. Finalmente, la critica metahistérica de White no involu- cra necesariamente el antirrealismo acerca del pasado. La estrategia formalista adoptada no se apoya en un argumento metafisico acerca de la existencia o no de los sucesos pasa- dos. El mismo White insiste en aclarar que no sélo no niega— la existencia de acontecimientos tales como el Romanticis- mo, la Revolucion francesa 0 el Holocausto, sino que tam- bién admite la objetividad y confiabilidad de la informacién obtenida a partir de los datos histéricos. Pero‘lo que si nie- ga es que pueda atribuirse a tales sucesos el haber ocurrido en la forma que los relatos de los historiadores dicen que ocurrieron. Justamente, su estrategia formalista busca mos- trar que el relato hist6rico es una forma impuesta al pasado” Por todo ello, en lugar de antirrealismo es mas adecuado bautizar como imposicionalismo a esta particular conjun- cién que, por un lado, admite acontecimientos y datos his- toricos y, por otro, concibe al relato histérico como pura forma discursiva.* El resultado de esta concepcién es pro- fundamente desmitificador, pues las narrativas historiogr4- ficas no sdlo no pueden ser verdaderas por ser esencialmente poéticas, sino que son distorsionadoras de los acontecimien- tos pasados pues pretenden encontrar en ellos elementos poéticos que por su naturaleza pueden ser sdlo discursivos y nunca pertenecer a los acontecimientos mismos. Para White el realismo con respecto al estatus cognitivo de las narrativas histéricas debe comprenderse como una 8. Denominacin debida a A. Norman, «Telling It Like It Was: Histo- tical Narratives on Their Own Terms», History and Theory, 30, n° 2, 1991. 16 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO forma alternativa, pero no exclusiva, de figurar el campo histérico, promovida por un tropo especifico, al igual que sucede con las otras posibles formas de figuracién. Es decir, cada tropo prefigura el campo historico permitiendo algin tipo especifico de relacién y prohibiendo algin otro. El tipo de prefiguracién, a su vez, favorecera a uno de los cuatro ti- pos de estrategias explicativas, narrativas e ideolégicas. El tropo de la ironia es el que favoreceré las ficciones de tipo més realista, es decir, aquellas que pretenden representar la experiencia de un modo no figurativo. Por su caracter me- tatropol6gico es autoconsciente del posible «mal uso del len- guaje figurativo y de la naturaleza problematica del lenguaje mismo».’ Este desarrollo del tropo irénico como motor de un pensamiento realista y autocritico proporciona a White la ocasién de mostrar el caracter esencialmente poético que determina la practica historiografica contemporanea. En definitiva, ésta se comprende a si misma con todas las carac- teristicas que White atribuye al pensamiento irénico: realista, en cuanto a que pretende dar cuenta de lo que realmente su- cedié; escéptica, en cuanto a la posibilidad de alcanzar de modo definitivo, de una vez y para siempre, el relato del pa- sado; relativista, en cuanto a que asume la multiplicidad de relatos alternativos de un mismo fenémeno y a que es fun- damentalmente critica y autocritica acerca del modo y grado en que la evidencia sustenta los relatos. De este modo, se de- vela, en el origen de las reglas cientificas de la historiografia, una modalidad poética de prefiguracidn que es, en tanto que tepresentaci6n de la realidad, tan legitima (0 ilegitima) como las otras tres. Los trabajos posteriores de White retoman una y otra vez todas estas consideraciones. Algunos articulos acentéian sus afirmaciones en torno al determinismo lingiiistico, al im- 9. Metabistoria, pag. 46. INTRODUCCION V7 posicionalismo y al relativismo. Otros, como los compilados enel dltimo libro, tratan de moderar interpretaciones extre- mas de su posicién y avanzan hacia una aclaracién de una concepcién llamada realismo figurativo y que pretende ofre- cer un criterio de decisién entre versiones alternativas de ciertos acontecimientos histéricos traumaticos. 2. EL ESTATUS DE LA TEORIA DE LOS TROPOS Tropics of Discourse es el siguiente libro de White. Retine articulos anteriores, contemporaneos y posteriores a Meta- historia (de 1966 a 1976),! que nos proporcionan argumen- tos nuevos a sus desarrollos previos. A pesar de la gran va- riedad de temas y problemas que se suceden a lo largo del libro, pueden identificarse dos estrategias de argumentacién que discutiré con cierta profundidad. La primera explica el interjuego especifico entre las dimensiones facticas, politicas y figurativas del texto histérico. Su principal objetivo reside en separar, no siempre de modo claro y consistente, dos di- mensiones del conocimiento histérico: una dimensién de ca- racter evidencial 0 factica (a la cual podriamos lamar infor- mativa) y una dimensi6n figurativa y politica. El resultado de esta adopci6n estratégica permite apreciar su teoria como una combinacién de deconstruccién epistemolégica y critica politica de la practica historiografica. La segunda linea es- tratégica ofrece elaboraciones tedricas acerca del estatus de los cuatro tropos como cuatro modos de conciencia. Veamos la primera. A mi juicio, entre todos los aportes de Tropics, hay uno que suscita un interés primordial, pues 10. Dos de ellos, «Tropology, Discourse, and the Modes of Human Consciousness» y «The Historical Text as Literary Artefact», incluidos en el presente volumen. 18 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO tiene el mérito de expresar claramente los problemas epis- temolégicos cruciales de la historiografia. Las reflexiones de White acerca del conocimiento histérico pueden ser (y, de hecho, han sido) objeto de mala interpretaci6n y vul- garizaci6n, en el sentido de que se piensa que implican que la decision acerca de la ocurrencia de los acontecimientos pasados es dependiente de gustos estéticos o preferencias politicas. Segun este tipo de lectura, en el proceso de narra- tivizacién, el historiador no sdlo inventa un relato acerca del pasado, sino el pasado mismo. De este modo, se sostiene, las conclusiones de White no sdlo contradicen nuestras intui- ciones y experiencias acerca de la disciplina histérica (gra- cias a la cual hoy contamos con una amplia informacion de diversos pueblos y épocas de cuya existencia no tendriamos noticia si no fuera por los historiadores), sino todavia peor: este tipo de argumentaciones provocativas y pretendida- mente novedosas no hacen mas que seguir el juego a los sec- tores mas peligrosos de la sociedad, como, por ejemplo, aquellos que, disfrazados de historiadores, pretenden de- mostrar que el mas horroroso suceso de la modernidad, el Holocausto, no ocurrid. Nada mas alejado de la posicién de White que pensar que su critica a un realismo ingenuo po- dria consistir en un idealismo o ficcionalismo mas ingenuo atin. Como dice en «The fictions of factual representation», la intencién no es ir contra la distincién entre acontecimien- tos hist6ricos y acontecimientos de ficcidn en los modos en que han sido convencionalmente distinguidos desde Arist6- teles; mas atin, el problema que lo motiva no tiene que ver con la naturaleza de los acontecimientos de los que hablan los historiadores o los escritores literarios, sino con las for- mas de sus respectivos discursos y lo que intentan transmi- tir a través de ellos.;De manera que si nos abocamos a anali- zar el texto histérico desde un punto de vista formalista, esto es, como un artefacto verbal, veremos que historiado- INTRODUCCION 19 res y novelistas desean lo mismo: proporcionarnos una ima- gen verbal de la «realidad». } Debemos profundizar en éste tiltimo punto. Como sefia- laen «El texto hist6rico como artefacto literario»,"' si nos planteamos la historia de la Revolucién francesa construida por Michelet como si fuera un drama de trascendencia ro- miantica y la comparamos con la tragedia irénica de su con- temporaneo Tocqueville, veremos que sus diferencias no se deben al descubrimiento de diferentes clases de hechos (po- liticos 0 sociales) ni ala utilizacién de diferentes datos. Menos atin, como dice en «Historicism, History, and the Figurative Imagination», deberiamos acusar a estos historiadores de violar las reglas de la evidencia, ni siquiera de cometer erro- res por ignorancia o mala informaci6n. Si se fijaron en dife- rentes clases de hechos y si ofrecieron diferentes modos de relacionarlos, es porque tenian diferentes clases de relatos para contar, y las diferentes concepciones de la naturaleza, la sociedad, la politica y la historia que transmiten esas narra- tivas tienen su origen en las caracterizaciones figurativas del conjunto total de hechos como representaciones de totali- dades de clases fundamentalmente diferentes. Sin embargo, estas versiones alternativas —y, en cierto sentido, conflicti- vas y hasta mutuamente excluyentes— del mismo conjunto de acontecimientos pueden aparecer, segtin White, como igualmente plausibles a sus respectivas audiencias. a Ahora bien, lo que hace aparecer a las diferentes narrativas como veraces ante sus audiencias ¢ irreconciliables entre sino depende de su correspondencia con los sucesos del pasado sino de la manera en que ellas traman dichos sucesos; Y la tra- ma propuesta por el historiador no es algo encontrado en los sucesos mismos: ellos no son intrinsecamente satiricos, — 11, Incluido en el presente volumen. Las citas pertenecen al mismo. 12. Tropics, pag. 111. 20 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO cémicos o tragicos; si el historiador elige alguna de estas modalidades de las que dispone (en tanto recursos cultura- les socialmente disponibles para cualquiera), se debe a que comparte con sus audiencias ciertos preconceptos y ciertas preferencias emotivas sobre la mejor manera de expresar su conocimiento acerca de los mismos. La configuracién de una situacién historica especifica, esto es, el darle una trama, explicarla e interpretarla politicamente, es una operacién - esencialmente discursiva. Los hechos no cuentan su propia historia, el pasado no es un relato que espera a un relator, con- figurar la Revolucién francesa como una estructura con prin- cipio, medio y fin es una operaci6n literaria, productora de fic- cién, que de ninguna manera atenta contra el estatus cognitivo del relato, sino que es la operacién necesaria para lograr refa- miliarizarnos, a nosotros los lectores, con sucesos ajenos u olvidados. Este punto es de suma importancia: el trabajo del historiador no puede desconectarse de su audiencia contem- pordnea, preocupada por su presente; por ello los historiado- res refamiliarizan el pasado pata nosotros, no sdlo suminis- trandonos mayor informacién acerca de él, sino mostrindonos como su desarrollo conforms un tipo uotro de relato que con- vencionalmente invocamos para darle sentido a nuestras pro- pias historias de vida. Adquiere ahora pleno sentido la exhor- tacién de White (que titula un trabajo anterior a Metahistoria, pero reeditado en Tropics), a que el historiador se libere de «da carga de la historia» para participar positivamente en la libe- racién del presente. Pues sdlo tiene sentido estudiar el pasado como historia si interpretamos la carga de la historia como la carga moral de liberar al hombre de la carga de la historia, esto es, hacernos comprender que nuestra condicién presente es producto de elecciones especificas humanas que pueden ser cambiadas por nuestras propias acciones humanas. 13. «The Burden of History», en Tropics, op. cit. INTRODUCCION 21 La separacién entre el componente ficcional-figurativo y- el factico-informativo es uno de los puntos mas importantes y mas oscuros de White —al que no ha renunciado hasta - ahora— porque a lo largo de su obra se refiere indistinta- mente a este segundo componente como acontecimientos, hechos, datos o registro hist6rico y experiencia del pasado."* El objetivo de esta separacién es doble: por un lado, permite acentuar las operaciones figurativas de la imaginaci6n hist6- rica preservando un ambito no procesado o prefigurado sobre el cual ellas van a actuar; por el otro, el aislamiento de estas operaciones discursivas provee a White de parametros estables de maneras de figurar que darian una salida al rela- tivismo absoluto.” Respecto al primer objetivo, la narracién histérica no reproduce los hechos que describe, no es un modelo verbal de un conjunto de hechos externos a la mente del historiador, «[...] no refleja las cosas que sefiala; recuerda imagenes de las cosas que indica, como lo hace la metfo- ra».'° Como dice en «Historicism, History, and the Figurative Imagination», no se trata de afirmar lo que cualquier histo- riador sabe, es decir, que su discurso no es un equivalente perfecto del campo fenoménico que se propone describir por la simple operacién de seleccién. La narrativa es m4s bien una distorsién del campo factico total al cual el discurso se propone representar, pues, ademés de excluir hechos que podrian desde otro punto de vista haber sido incluidos, «(...] los recive en un orden diferente del cronolégico de su ocu- rrencia original, como para dotarlos con funciones diferentes _ 14. Para esta cuestion, véanse los tres articulos de Figural Realism in- cluidos en el presente volumen: «Literary Theory and Historical Wri- ting», «Historical Emplotment and the Problem of Thuth in Historical Representation» y «The Modernist Event». 15. Véase Wulf Kansteiner, «Hayden White’s Critique of the Writing of History», History and Theory, 32, n° 3, 1993. 16. «El texto histérico como artefacto literario», pag. 125. 22 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO en un patrén integrado de significado». Esto nos lleva al segundo objetivo, pues el reconocimiento de la dimensién figurativa en el discurso histérico otorga a White una parti- cular forma de tratar el problema del relativismo histérico. Si bien, como dice en este mismo articulo, en la medida en que toda versién del pasado «[...] esta mediada por el modo del lenguaje en el que el historiador figura su descripcién original del campo histérico antes de cualquier anilisis, ex- plicacidn o interpretacién que pueda ofrecer de él»,"* sin embargo, una teoria del determinismo /ingiiistico se ofrece como una salida al relativismo absoluto, pues, a diferencia de los relativismos de época, lugar 0 ideologia, la tropologia es un «[...] medio de traducir de un modo de discurso a otro, de la misma forma que traducimos de un lenguaje a otro [...] es posible imaginar formas de traducir entre diferentes cédigos lingitisticos».'° Mas atin, en este texto, White sos- tiene que hasta es posible hablar de un progreso en lamedida en que [...] cada nueva representacién del pasado representa una pos- terior puesta a prueba y un refinamiento de nuestras capacida- des para figurar el mundo en el lenguaje, de modo que cada nueva generacién es heredera, no sdlo de mas informacién acerca del pasado, sino también de un conocimiento mis ade- cuado de nuestras capacidades para comprenderlo.” Ya es tiempo aqui de que abordemos la segunda estrate- gia argumentativa presente en Tropics, anunciada al princi- pio de este apartado, dirigida a la dilucidacién del estatus 17. Tropics, pag. 111. 18. Ibid., pag. 117. 19. Ibid. 20. Ibid. INTRODUCCION 23 tedrico de los tropos. El desafio al que se expone White en esta tarea elucidatoria consiste en el logro de diversas conci- liaciones: el caracter tanto inventado como descubierto de los tropos, el hecho de que sean tanto impuestos sobre los materiales a los que se aplican como encontrados en ellos, el ser tanto modos de conciencia como modos de discurso y, finalmente, el hecho de que si bien los tropos, en el caso his- toriografico, se aplican a un material factico independiente del discurso, operan sobre él tanto de una manera distorsio- nadora de los mismos (pues los acontecimientos histéricos en si mismos no son ni metaf6ricos, ni metonimicos, etc.) como de un modo enaltecedor del propio discurso acerca de los acontecimientos, pues proporcionan una salidaa la iden- tificacién de la historia con la propaganda y al relativismo absoluto. Justamente, en «Tropologia, discurso y modos de la conciencia humana»,”! White sostiene explicitamente que su modelo tropoldgico es tanto descubierto como inventado. Su caracter «descubierto» aparece no sélo en la aplicacién del mismo por parte de White para analizar la historiografia y la filosofia de la historia del siglo xIx, como hizo en Meta- historia, sino también en el paralelismo que la tropologia presenta con los modelos de conciencia desplegados por otros autores. Concretamente esta presente en las cuatro etapas del desarrollo del conocimiento de Piaget, en el ana- lisis del suefio de Freud y en el libro La formacion de la clase obrera en Inglaterra de E. P. Thompson. Ahora bien, este pa- ralelismo entre el modelo discursivo y otros modelos del pensamiento permitiria despejar sospechas de arbitrariedad acerca de la propia tropologia, al tiempo que despojaria de significacién a la dicotomia objetividad y distorsién (tan su- brayada en los articulos comentados hasta aqui) con respecto ala relacién entre discurso histérico y acontecimientos del 21. Incluido en el presente volumen. 24 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO pasado, Sin embargo, White evita asimilar su concepcidn a una fenomenologia de la conciencia o a una hermenéutica para la interpretacién y subraya el caracter inventado y dis- cursivo de la misma. Es ms, insiste en que la reduccién de- be ir de las teorias de la conciencia al modelo discursivo y no al revés. En definitiva, cada vez que hace afirmaciones sus- tantivas acerca de las formas universales de pensamiento 0 de la realidad, rapidamente aclara que lo que dice no es otra cosa que un discurso. Esta conclusién es reforzada al preve- nir que se interpreten las cuatro fases tropolégicas como un desarrollo légico o una evolucién progresiva del pensa- miento. Por el contrario, el paso de una a otra es de caracter gestaltico. Es més, el rechazo de la légica para dirigir los pa- sos de una etapa a otra le permite avanzar sobre la irreduc- tibilidad de los modos discursivos entre si, asi como de la relatividad en cuanto a cul de ellos puede erigirse en la representacién mas adecuada de la realidad. Ahora bien, por representacién més adecuada de la realidad debe en- tenderse adecuacién en un sentido acorde con un ideal de objetividad cientifica, y es contra esta idea contra la que White arroja sus dardos. Pues si enfocamos la cuestién en términos emotivos, tal como sefialé al principio de esta in- troduccién, la arbitrariedad de estos recursos para comuni- car lo acontecido en el pasado se diluye. Y pierden fuerza también los intentos de considerar que el reconocimiento de un interés practico-moral inexpugnable del discurso his- térico, interés que encuentra en los tropos el recurso privi- legiado para expresarse, conduce a un relativismo absoluto y aun menosprecio del estatus cognitivo dela historia. Pero debemos esperar a su ultimo libro para que sus intentadas conciliaciones adquieran mayor fuerza argumental. En conclusién, si bien el trabajo de White en este punto es uno de los mas profundos e inspiradores para promover una linea de investigaci6n en torno a la relaci6n entre dis- INTRODUCCION 25 curso y conciencia, parece no explicar por completo cuél es el estatus tedrico de los tropos. Pues, por un lado, ellos son ele- vados al nivel de «universales culturales» y, como tales, White afirma correctamente que son tanto inventados como descu- biertos. Sin embargo, por otro lado, White nos deja con esta interesante intuicidn en el plano metaférico sin aclarar por qué pueden portar este caracter dual. Wulf Kansteiner” efec- tia dos criticas relevantes a Tropics, La primera, referida al propio estatus de los tropos, sefiala que la negativa de Whi- tea emprender el camino de una fenomenologia universal y la falta de elaboracién de la dimensién hist6rica de estas con- venciones discursivas dejan sin aclarar si los tropos deberian verse como figuras preconceptuales de pensamiento deter- minantes del procesamiento inicial del material 0 como con- ceptos maestros que sélo guian el proceso de escritura pro- piamente, la efectiva organizacién de los hechos en una estructura de trama. Hans Kellner” realiza un comentario en la misma linea de Kansteiner. Seguin él, la tropologia misma no parece ser nada mas que una serie de ejemplos alegéricos, es decir, implica que en cierto sentido los ejemplos reflejan una estructura, pero la teoria tropolégica nunca es capaz de especificarla, excepto a través de otro ejemplo. De los traba- jos de White parecece desprenderse, dice Kellner (siguiendo a Mellard),” que la tropologia no tiene una conexién esencial con la historia, que cualquier cosa puede leerse tropolégica- mente y que White puede de hecho haber intentado que los tropos Ilegaran a ser un fundamento comun para discursos totalmente divergentes. 22. Kansteiner, op. cit. 23. Hans Kellner, Language and Historical Representation. Getting the Story Crooked, Madison, The University of Wisconsin Press, 1989. 24. James Mellard, Doing Tropology, Analysis of Narrative Discourse, Urbana, University of Illinois Press, 1987. a EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO La segunda critica de Kansteiner, derivada de la primera, hace referencia a inconsistencias y contradicciones entre los diferentes textos de Tropics, en cuanto a los criterios de dis- tincién entre buena y mala historiografia y buenos y malos historiadores. Por un lado, White propone un criterio de con- sistencia légica en cuanto a la elecci6n entre las diferentes es- trategias explicativas derivadas de alguno de los tropos; por el otro, critica al historiador que permanece dentro del mismo esquema explicativo a través de todos los niveles explicativos de su discurso; este historiador podria agudamente ser llama- do un pensador doctrinario que «doblega los “hechos” para que encajen en una teoria preconcebida».” En definitiva, estas inconsistencias ¢ indecisiones acerca del estatus de la cuadruple estructura tropololdgica del discurso histérico alientan dudas tanto acerca de su poder para explicar la cons- titucién de dicho discurso como acerca de su pretendido enfrentamiento al relativismo absoluto. En la siguiente co- leccién de articulos de White, la estructura cuaternaria de la tropologia es en gran parte abandonada.* 3. LA HISTORIA DE LA ASOCIACION ENTRE NARRATIVA E HISTORIA * El contenido de la forma reine atticulos que van desde 1979 hasta 1985. Como buen historiador intelectual, White no duda en toda su obra en buscar apoyo para sus argu- mentos filos6ficos en consideraciones historicas. Al princi- pio del presente estudio introductorio, sefialé la presencia en la obra de White de dos estrategias de aproximacién al 25. Tropics, pag. 129. 26. Las referencias a la tropologia por parte de White en los textos posteriores son més flexibles en cuanto a la estructura cuddruple. INTRODUCCION Zi discurso hist6rico: una formal-estructuralista y otra hist6ri- co-contextual. Esta segunda estrategia la encontramos desa- rrollada en «El valor de la narrativa en la representacién de la realidad», donde White, adoptando una actitud irénica, salta del texto al contexto para ofrecer una explicacién his- torico-contingente de la asociacidn entre el conocimiento del pasado y su expresién en forma narrativa, asociacién que él llama «narrativizacién». Con tal denominacién pretende distinguir el simple contar o relatar una historia, una activi- dad que abiertamente adopta una perspectiva, de un discurso que finge que es el pasado el que habla en forma de relato. Pero, dice White, si la narrativizacién consiste en dar a los acontecimientos reales la forma de relato, es licito pregun- tar: ¢cual es la funcién cultural del discurso narrativizador? La respuesta la encuentra en las Lecciones sobre filosofia de Ja historia de Hegel: s6lo hay necesidad de narrar y mostrar la coherencia y clausura de una serie de acontecimientos cuando existe un sujeto social que exige legitimacion, esto es, un sistema legal (el estado) en contra o a favor del cual pudieran producirse los agentes tipicos de una narraci6n. La intima relaci6n entre ley, historicidad y narratividad es desvelada a través de este recorrido histérico por la historia de la historiografia. En suma, White deriva el caracter ficti- cio de la narrativa a partir de un relato en el que muestra 1) la contingencia de la asociaci6n entre historia académica y expresiOn narrativa y 2) el caracter fundamentalmente mo- ral de esta alianza, es decir, que la asociacién esta motivada por la bisqueda de legitimacién que presenta un sujeto so- cial. En este sentido, los historiadores participarian en ese propésito u obedecerian a él, por lo cual la historiografia cientifica y la «popular» 0 comunal cumplirian la misma funcién y serian igualmente distorsionadoras. White nos ofrece un ejemplo histérico a favor de esta * conclusién; los Anales medievales de Saint Gall presentan 28 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO un claro caso de representacién no narrativa de la realidad histérica, consistentes nada més que en listas de aconteci- mientos ordenados cronolégicamente. Mas concretamente, nos enfrentamos a una secuencia ininterrumpida de afios, algunos de los cuales consignan algiin acontecimiento, na- tural o social, y otros ninguno. Estos registros no manifies- tan ninguno de los rasgos propios de la forma narrativa, no hay comienzo ni final, no hay voz narrativa identificable, ni peripecia. Ni siquiera sabemos cuando han sido registra- dos. «f...] Esta lista nos sitta en una cultura en trance de disoluci6n. [...] Todos los acontecimientos son extremos.»”” Seria un gran error, segiin el autor, pensar en los anales co- mo una forma subdesarrollada de historiografia, pues ellos son el resultado no arbitrario de una imagen de la realidad segiin la cual el sistema social, en tanto centro de cohesi6n y legitimacién, esta ausente, pero, pregunta White: ¢quién esta mas cerca de la realidad, el historiador narrative o el analista?, ese presenta realmente el mundo a la percepcién en la for- ma de relatos bien hechos [...] 0 bien se presenta mas en la forma que sugieren los anales [...] sin comienzo 0 fin? [En definitival, [...] este valor atribuido a la narratividad en la re- presentacién de acontecimientos surge del deseo de que los acontecimientos reales revelen la coherencia, integridac, ple- nitud y cierre de una imagen de vida que es y sdlo puede ser imaginaria.* En «La politica de la interpretaci6n hist6rica: disciplina y desublimacién» White extrema su posicién al punto de 27. Hayden White, «El valor de la narrativa en la representaci6n de la realidad», en El contenido de la forma, Barcelona, Paidés, 1992, pag. 23. 28. Ibid., pag. 38. INTRODUCCION 29 dividir en dos las actitudes emotivas o sentimientos capaces de determinar tipos diferentes de visiones del pasado (visio- nes subyacentes a los relatos hist6ricos). Una ve el pasado como algo «sublime», horroroso, incomprensible y que es imprescindible cambiar. Este tipo de actitud es la que daria lugar a relatos de cardcter revolucionario. La otra lo ve como «bello» en el sentido de comprensible y explicable, por lo cual no hay urgencia de modificarlo 0 abandonarlo.” La pri- mera visién estaria presente en relatos tan opuestos como el relato nazi y el sionista, o este ultimo y el palestino. Todos construyen una historia para o bien abolir el sistema hege- m6nico y sustituirlo por uno absolutamente nuevo (como en el caso nazi), o bien legitimar la construccién de un estado particular (como en los casos palestino y sionista). Por otro lado, la visién del pasado como algo bello es Ia actitud do- minante en la historiografia académica, aun en la de caracter marxista en tanto construye el pasado como explicable y comprensible y el presente como resultado de «leyes» y, por. Jo tanto, también comprensible. En El contenido de la forma comienzan a dibujarse ciertas tesis que serén desarrolladas con mayor énfasis en Figural Realism. Por un lado, la conexi6n entre ciertas experiencias del presente y la manera de construir los relatos, una cone- xién que muestra que ciertas situaciones, por la manera en que son experimentadas, parecen adecuarse mejor a ciertos relatos y no a otros 0, como en el caso de los Anales de Saint Gall, a ciertas formas de escritura y no a otras. Pero la cone- xi6n entre experiencia o situaci6n historica y formas discur- sivas no responde a un ideal de semejanza entre ellas, ni a, una idea de verdad por correspondencia, sino a ideales morales y actitudes emotivas. Es mds, este énfasis en la vin- 29. Las nociones de lo «bello» y lo «sublime» estan inspiradas en Schiller: 30 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO culacién emotiva con el pasado, que al principio del presen- te estudio sefialé como una constante en White, sera defen- dido en conjuncién con sus tesis imposicionalistas. En «La cuestion de la narrativa en la teoria historiografica actual» afirma que la narrativa historica no disipa falsas creencias sobre el pasado, la vida humana, la naturaleza de la comunidad, etc.; lo que hace es comprobar la capacidad de las ficciones [de una cultura para dotar a los acontecimientos reales con los tipos de significado] que la lite- ratura presenta a la conciencia mediante su creacién de pautas de acontecimientos «imaginarios».”° Es mas, si hay elementos de verdad en sentido propio en el discurso histérico, pero ellos se limitan a los enunciados facticos (singulares existenciales) tomados individualmente y ala conjuncién l6gica de la serie total de enunciados to- mados distributivamente. Pero, nuevamente, la narrativa re- sulta una imposici6n, pues no hay ninguna forma de con- cluir mediante argumentos légicos que una serie dada de acontecimientos deba ser tramada como una farsa o una tra- gedia. En este punto particular, White ha sido varias veces criticado como un residuo positivista, pues atribuye una cierta estabilidad al nivel de losacontecimientos o hechos y una arbitrariedad en el nivel interpretative inspirada a veces en sus posibilidades creativas, otras en intereses politicos no reconocidos.”! Especificamente se critica esta manera de concebir los sucesos histéricos y nuestra experiencia de 30. El contenido de la forma, pag. 63. 31. Por ejemplo, Néel Carroll «Interpretation, History and Narrati- ve», The Monist, 73, 2 (1990), Wulf Kansteiner (1993) y Verénica Tozzi, «El relato histérico: chipétesis 0 ficcién? Criticas al “narrativismo impo- sicionalista” de Hayden White», Andlisis filoséfico, 17, n° 1, 1997, pags. 75-93. INTRODUCCION 31 ellos por ser sucesién de incidentes aislados carentes de forma y conexion sobre los cuales la operacién narrativa impondria una coherencia de la que carecen. Por ejemplo, A. Norman (1991) observa que la Segunda Guerra Mundial no es menos real que el dia D, ni el dia D menos real que los aconteci- mientos ocurridos a lo largo de esas 24 horas. En la historia las Partes no son menos problematicas que el todo. La apariencia de coherencia no deberia producir mas escepticismo que la incoherencia. Es mas, ¢por qué pensar que los registros histé- ricos sdlo informan acerca de incidentes aislados? Tampoco esta claro que nuestra experiencia histérica nos dé acceso a una serie de incidentes aislados; sin embargo, es esta particu- lar concepcién del pasado—ya hable de los acontecimientos, los registros o de nuestra experiencia— como carente de for- ma y conexion la que impide otorgar a la informacién y ala experiencia algun rol critico en la eleccion entre interpreta- ciones alternativas del pasado. Es esa misma concepcién la que también nos deja perplejos respecto al estatus de su pro- pia reconstrucci6n histérica de los contextos histéricos que dieron lugar a los Anales de Saint Gall y las historias narrati- vas. Por otra parte, aunque ni el registro histérico ni nuestras experiencias del pasado justifiquen de manera concluyente, ni siquiera con cierta probabilidad, nuestras sistematizaciones del pasado, ello no implica que sean inevitables distorsio- nes del mismo. Si efectivamente lo distorsionan, no sera por el hecho mismo de establecer conexiones, sino tal vez por no haber establecido las conexiones adecuadas. ¢De qué otro modo entender adecuadamente la carga de la historia para li- berarnos de la carga de la historia, sino porque es justamente la investigacién histérica la que nos permite descubrir aque- las conexiones entre ciertas situaciones y ciertas construccio- nes ficticias que nos oprimen? El caracter no narrativo y no estructurado de la expe- riencia hist6rica es un punto al que White no renunciard, 32 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO pero cuya demostracién nos debe. Tendremos que esperar hasta Figural Realism para encontrar algunos intentos de respuesta. De todos modos, resultaré aclaratorio a esta altu- ra contrastar su posicion con la de otros dos teéricos de la narrativa histérica, David Carr y Paul Ricoeur, con el objeto de hacer explicitas aquellas concepciones favorables a la historiograffa narrativa alas que White nunca recurriria. En Time, Narrative, and History? David Carr muestra, a través de un anilisis fenomenolégico, que, en tanto seres sociales e histéricos, vivimos, es decir, experimentamos y actuamos en nuestra vida individual y colectiva, de forma narrativa. Los agentes historicos se ven inmersos en grupos constituidos narrativamente, esto es, comparten una historia coman. En este sentido la narrativa es literalmente constitutiva del grupo y del individuo. La actividad narrativa, por tanto, es practica antes de llegar a ser cognitiva o estética en la historia o la fic- cién. La narrativa académica de los historiadores, dirigidaa relatar la experiencia y la vida de los sujetos colectivos, sera una continuacion, en el plano teérico, de aquello que se da en el practico. En Figural Realism, White rechazara explicita- mente tal apelaci6n a la fenomenologia por su tenor metafisi- co, pero sigue sin quedar clara la base de su reiterada afir- macion de que ciertas experiencias histéricas requieren ser narradas de determinada forma. ¢Cémo conciliar esta exi- gencia con su insistencia en que la narrativa nunca es otra cosa que una operacién regida por las reglas del discurso? Si, por un lado, las posiciones de White y Carr se oponen claramente, no sucede lo mismo en el caso de Ricoeur y White. Para Ricoeur configurar el pasado narrativamente es algo inherente a nuestra comprensién del mismo como pa- sado humano, cualquier otra configuracién lo convertiria en algo extraiio. La supuesta historiografia no narrativa (como 32. Bloomington Indianapolis, Indiana University Press, 1986. INTRODUCCION 33 las de la Escuela Francesa de Annales) s6lo adquiere sentido como marco 0 escenario de la narrativa.* Ricoeur, a diferen- cia de White y en consonancia con Carr, presta particular atencién a la distincién entre narrativas histéricas y narrati- vas de ficcién, en la medida en que sus referentes primarios son distintos. Ld narrativa histérica refiere a acontecimien- tos reales y la narrativa de ficcién a acontecimientos imagi- narios. Sif embargo, ambas comparten un referente secun- dario: la experiencia humana de la temporalidad, la cual exige ser configurada narrativamente. Ahora bien, White advierte que si para Ricoeur el referente tltimo es la confi- guraci6n de la experiencia y las reglas de configuracién son simbélicas o literarias, esta manera de concebir la actividad configuradora lo acerca peligrosamente al formalismo y a su propia posicién. En «La metafisica de la narratividad: tiempo y simbolo en la filosofia de la historia de Ricoeur», White observa que la nocién de Ricoeur de relatos bien hechos, esto es, de historia en estructura de trama, aplicada ala narrativa hist6rica, parece hacer de la historiografia una cuestidn de estilo y de coherencia interna mas que de ade- cuaci6n a lo que representa. Si bien Ricoeur, con la nocién de referencialidad secundaria, escapa al peligro de una in- terpretacién meramente alegorica, no ha logrado escapar al peligro de repetir «el simbolo en una mimica de la raciona- lidad» de racionalizar los «simbolos como tales» y, por tanto, fijarlos sobre el plano imaginativo donde ellos nacieron y tomaron forma. Carr también advierte la afinidad entre Ricoeur y White pero por razones diferentes a las de éste. Seguin él, para Ri- coeur el ambito de la experiencia y la acci6n es prenarrativo. Ahora bien, aun cuando el mundo practico-experiencial 33. Paul Ricoeur, Tiempo y narracion. Configuracion del tiempo en el relato histérico, México, Siglo XXI, 1995. 34 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO pide, requiere ser narrativizado, pues cualquier otra confi- guraci6n lo distorsionaria, la operaci6n narrativizante es lin- giiistica. En cambio, White critica a Ricoeur no tanto por su consideracién teérica de la configuraci6n narrativa sino por su particular valoracién positiva de la misma. Como sefiala Nancy Partner, segtin White, Ricoeur no atenderia a que [...] el hecho de que la historia, como una compleja forma lin- giifstica, siempre al final consuma su irresistible atraccién por la coherencia, la conexi6n y el significado es lo que aprisiona la historia en los brazos de la ley y la autoridad politica y social. El deseo de comunicar nuestra experiencia del pasado en forma de relato naturaliza el deseo burgués por la armonia, la inteligi- bilidad y el orden. Pero si, en definitiva, la diferencia entre las considera- ciones te6ricas de White y Ricoeur reside en sus diferentes compromisos politicos mas que en sus perspectivas ontolé- gicas, ¢qué podemos decir entonces de la comparacién whi- teana entre las diferentes experiencias de realidad que lleva- rona los analistas medievales y a los historiadores narrativos a describirlas de maneras diferentes? ¢Por qué las listas de los analistas resultaran mas «realistas» y menos distorsiona- doras de sus experiencias del tiempo? Tal vez no nos quede otra alternativa que seguir a Partner e interpretar este reco- rrido whiteano por la historia de la historiografia como una broma, aunque una broma seria. Pues el reclamo de White no se dirige a buscar aquella forma de discurso que repre- sente mas adecuadamente la realidad sino a llamar la aten- cién sobre el interés politico-moralizador subyacente a toda representacién. En suma, sus diferencias con Ricoeur y Carr 34. Nancy Partner, «Hayden White: The Form of the Content», His- tory and Theory, 37, n° 2, 1998, pag. 167. INTRODUCCION 35 no se basan tanto en un rechazo a su metafisica sino, volvien- do a Partner, en verlos demasiado contentos con los instru- mentos literarios tradicionales, demasiado comprometidos a celebrar la narrativa por sus logros, demasiado retrdgrados en las formas tanto politicas como histérico-literarias, 4. EL REALISMO FIGURATIVO Y LA SUPERACION-DISOLUCION DE LA DICOTOMIA REALISMO-FICCION Figural Realism es el altimo libro publicado por White. Retine articulos aparecidos entre 1988 y 1996. Si hay un punto en comin entre estos ensayos es su enfatica defensa de que el lenguaje figurativo, de un modo mas efectivo que cualquier discurso literal, refiere fielmente ala realidad. Mas precisamente, el reconocimiento de caracter figurativo y tro- polégico del discurso histérico no conlleva ni un desmedro de su estatus cognitivo ni libera al historiador de su respon- sabilidad ante el lector por el relato que produzca acerca de los acontecimientos del pasado. Es por ello que, en «Teoria literaria y escrito histérico»,” White responde a las diversas criticas recibidas desde la publicacién de Metabistoria y ofrece aclaraciones acerca de las diferencias entre su propia posicion y las aproximaciones, en general ala narrativa y en particular a la narrativa histérica, provenientes tanto de los tedricos posmodernistas como de los de la fenomenologia y la hermenéutica. Una de las distinciones mas interesantes expuesta alli es la que establece entre la informacién acerca de los acontecimientos pasados, informacién que puede ser utilizada por cualquier disciplina, y la escritura histérica (la composicién por parte del historiador de un discurso y su traducci6n en una forma escrita), la cual produce una inter- 35. Incluido en el presente volumen, pags. 141-188. 36 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO pretacion de tales acontecimientos dotandolos de un senti- _ do histérico. Sera, segiin White, la moderna teoria literaria, y especificamente la que se ocupa del «modernismo litera- tio», la que ofrece un modo adecuado de comprender cémo la informacién acerca del pasado es procesada para consti- tuirse en un conocimiento tipicamente histérico, cuya carac- teristica principal es su tratamiento de un modo narrativo de representaci6n. White cree encontrar en el modernismo literario un an- damiaje teérico adecuado para tratar con un tipo especial de acontecimientos, ocurridos en el siglo XX, y que no podrian haber sucedido en los siglos precedentes, a los que denomi- na «modernistas». Ejemplos de ellos son, entre otros, las dos guerras mundiales, el Holocausto, el hambre y la po- breza a escalas nunca vistas. La nocién de «acontecimiento modernista» destaca la dificultad para representarlos debi- do asu caracter traumatico. Esta dificultad no se plantea en torno a la ocurrencia de los hechos establecidos acerca de esos acontecimientos, sino a la imposibilidad percibida por los grupos mas inmediatamente afectados u obsesionados por ellos para llegar a algiin acuerdo respecto a su significa- do. Con el calificativo «modernista» pretende destacar que es la literatura modernista —y no la novela realista del siglo XIX, adecuada para los acontecimientos de ese siglo— la que ofrece un recurso para representarlos. La relevancia de la distincién entre informacién y escritura histérica se mani- fiesta en su constatacién de que las nociones de aconteci- miento y relato han sido desmanteladas como resultado de la magnitud de los acontecimientos del siglo Xx, de la revo- lucién en las practicas representacionales provocada por el modernismo cultural y de la proliferaci6n de tecnologias de la representacién producida por la revoluci6n electrénica. Con respecto a esta tiltima, sefiala que la propia precision y el detalle de las imagenes filmicas de los acontecimientos INTRODUCCION 37 son las causantes de abrirlos a una amplia variedad de inter- pretaciones de «lo que realmente ocurrié» en las escenas re- tratadas.* En «Auerbach’s Literary Theory. Figural Causation and Modernist Historicism» (1996) White cree encontrar, en la historia modernista de este autor, un concepto apropiado de realismo, el «realismo figurativo», y una nocién mas adecua- da de causalidad, la «causalidad figurativa». Esta ultima des- cribe el procedimiento por el cual los historiadores relacionan acontecimientos pasados con acontecimientos presentes bajo la idea de «cumplimiento» (fulfillment). El contenido espect- fico de la historia del realismo literario occidental consiste en la figura de la «figuracién» misma y su «idea» es inherente a la nocién de cumplimiento progresivo de esa figura. El cumpli- miento dota a la historia de significado de un progreso hacia un objetivo que nunca es finalmente realizable ni atin especi- ficable. Es el tipo sugerido por aquellas acciones de las que las personas moralmente responsables piensan ser capaces, co- mo, por ejemplo, cumplir una promesa. El hacer una prome- sa puede retrospectivamente deducirse de un cumplimiento pero un cumplimiento no puede ser inferido prospectiva- mente del hacer una promesa. Lo mismo sucede con las rela- ciones entre los tipos de acontecimientos que deseamos llamar hist6ricos para diferenciarlos de los naturales. Un aconteci- miento histérico aparentemente desconectado puede ser visto como el cumplimiento de uno anterior cuando los agentes responsables de la ocurrencia del tiltimo lo ligan «genealégi- camente» al primero. El lazo no es causal: no hay necesidad en la relaci6n entre el Renacimiento italiano y la cultura greco- latina, la relaci6n se establece retrospectivamente por la deci- sién de un cierto ntimero de agentes hist6ricos, de los tiempos 36. Hayden White, «El acontecimiento modernista», véanse pags. 217-252 del presente volumen. 38 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO de Dante, de elegir el prototipo del cual ser descendientes. El lazo no ¢s genético: no va del pasado al presente. No hay fun- damentos objetivos para ligar los dos eventos como elementos de la misma secuencia histérica. El lazo no es teleolégico: el fin, producir una figura definitiva de los acontecimientos, no se alcanza nunca. Estas nociones podrian responder al pro- blema originado en la dificultad de representar historicamen- te los acontecimientos modernistas, pues imponen al histo- riador la tarea no de elaborar algiin simulacro de la vida real de su supuesto objeto, sino (como sefialé Althusser) de pro- ducir el concepto de su objeto. Estos escritos de White, de caracter mas estrictamente teérico, aportan intuiciones y argumentos a su propia con- cepcidn. Estos aportes no son del todo claros ni garantizan la produccién de una teoria coherente y sistematica, algo reconocido por él mismo, pero ofrecen un programa de investigacién para el logro de tal teoria. Sin embargo, deben advertirse ciertas dificultades en torno a su distincion entre causalidad figurativa y causalidad literal. Sobre todo si te- nemos en cuenta afirmaciones tales como que los aconteci- mientos modernistas son propios «[...] tnicamente del si- glo xx —acontecimientos que, a diferencia de, digamos, la Revolucién rusa de 1917, no podrian haber ocurrido antes o después de cuando de hecho ocurrieron—. ¢Por qué? Por- que las condiciones materiales ¢ ideolégicas necesarias para la ocurrencia de la Revolucién rusa existian mucho antes de 1917».7 Ahora bien, ¢resultan aplicables a este caso las mo- dalidades de conectar acontecimientos propias de la histo- ria literaria? ¢Es la relacion entre las condiciones materiales e ideoldgicas y los sucesos referidos un claro caso de «cau- salidad figurativa»? Su aseveracién de que las condiciones materiales e ideolégicas son necesarias para hacer posible la 37. «El acontecimiento modernista», pag. 224, n. 8. INTRODUCCION 39 ocurrencia de ciertos acontecimientos no se acerca mas a lo que entendemos por causalidad genética? En otras palabras: ¢son las condiciones las que prospectivamente hacen posi- ble los acontecimientos o es la lectura restrospectiva del pre- sente la que hace necesarias a esas condiciones? La afirma- cién de que son las condiciones previas las que hacen que ciertos tipos de acontecimientos sean posibles y otros impo- sibles no resulta abarcada por la nocién de «causalidad fi- gurativa». Pués ésta supone que son los propios actores quienes, desde su momento presente, eligieron atender a ciertos hechos del pasado en lugar de a otros como ascen- dientes para cumplir una figura, conformar una representa- cidn. A diferencia de los ejemplos tratados en «Auerbach’s Literary Theory», tomados de la historia de las ideas, en el caso de acontecimientos politicos y sociales, el cardcter re- trospectivo de las conexiones histéricas se debe a una cues- tidn epistemolégica, es decir, al hecho de que slo podemos constatar la conexién una vez que los acontecimientos conec- tados hayan ocurrido, pero la ocurrencia del acontecimiento posterior y su conexidn causal con el previo no depende de nuestra eleccin. El recurso al modernismo literario por parte de White no se limita a apropiarse sdlo de su teoria del discurso sino que ofrece ejemplos concretos de escritura modernista que capturan aquellos acontecimientos traumaticos dificiles de representar. «La trama histérica y el problema de la verdad en la representacién histérica»® y «El acontecimiento mo- dernista» tienen el mérito de mostrar cémo su intensa biis- queda, en la literatura, de una aproximaci6n adecuada para escribir historia es reflejo del serio compromiso politico que White asume con el presente como historiador y fildsofo de la historia. La novela modernista, ejemplificada en el mond- 38. Véanse pags. 189-216 del presente volumen. 40 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO logo interior y afin a la voz media del griego clasico, pro- porciona, segtin White, el estilo adecuado para representar ciertas experiencias modernas particulares de vida, por ser una forma de escritura en la que se conjugan el abandono de un punto de vista autoritario y la predominancia de un tono de duda y cuestionamiento. Este recurso no responde ala biisqueda de una forma de expresién realista ingenua, sino alaadopcién de una actitud en la que el sujeto aqui es tam- bién el objeto de la accién, logrando una trascendencia dela dicotomia, irresoluble por medio de las narrativas tradicio- nales, entre sujeto y objeto.” Un acontecimiento modernis- ta, como el Holocausto, si fuera narrativizado a través de un relato centrado en el orden cronoldgico de los aconteci- mientos y sus relaciones causales, s6lo sobreviviria en su di- mensi6n externa, mientras que la interna se perderia. La na- rrativa tradicional, en su esfuerzo por domesticar la realidad histérica y encajarla en los limites discursivos, cuando es aplicada a estos acontecimientos modernistas, resulta dis- torsionadora y encubridora de su naturaleza limite y extre- ma. Desde este punto de vista comprometido con las expe- riencias limites, la antinarrativa modernista, en tanto niega la distancia entre el escritor, el texto, aquello sobre lo que se escribe y el lector, resulta un mejor instrumento para ex- presarlo. Estas afirmaciones de White podrian aparecer contra- rias a sus tempranos desarrollos. Sobre todo por haber sos- tenido que, dada la naturaleza esencialmente tropoldgica (es decir, figurativa) de la historiografia, cualquier aconteci- miento historico puede ser tramado de diferentes maneras y ningtin género o forma de tramar sustentaria el privilegio con respecto a la verdad. ¢Cémo se explican entonces estas 39. Franz Ankersmit, «Hayden White’s Appeal to the Historians», History and Theory, 37, n° 2, 1998. INTRODUCCION 41 teflexiones acerca del estilo mas adecuado para representar la experiencia del Holocausto? Sus afirmaciones adquiriran plausibilidad una vez que constatemos que su apelacién ala novela modernista no pretende ir més allé de su negacién a identificar o reducir la historiografia al trabajo con la evi- dencia documental y la autentificacién de la informacién provista por ella. Dada su defensa de que el objetivo de la historizaci6n se relaciona con la manera de comunicar nues- tra experiencia acerca del pasado, la cual es interesada y emotiva, indagar en la teoria literaria y en su practica para buscar la mejor manera de expresarla es un recurso total- mente pertinente. Ahora bien, declarar que podemos superar historizacio- nes autoritarias a través de decisiones estéticas que, por otra parte, se nutren de formas literarias de dificil acceso a una audiencia ordinaria, para la cual resultaria extrafio recono- cer en ellas lo que llamamos historia, no deja de ser contro- vertible. En suma, esta eleccién consciente de escritura en la voz media como forma de representar el Holocausto, en la medida en que hace explicitas las dudas y las dificultades de toda representacién, y sobre todo de la propia voz del histo- tiador, plantea la pregunta de hasta qué punto no es otro ejemplo de figuracién irénica que busca hacer conscientes los limites de toda representacién como la historiografia ir6- nica producida en la academia y criticada por White. Los problemas que hemos ido sefialando en este breve recorrido por los escritos de White no deben tomarse como argumentos a favor de una vuelta a posiciones tradicionales, sino como la constatacién de problemas reales endémicos de la investigacién hist6rica. Las persistentemente sentidas tensiones entre los recursos discursivos disponibles para re- presentar el pasado, donde la adecuacién de la representa- cin no sélo tiene que ver con la posibilidad de alcanzar la verdad sino también con la de lograr una conexién genuina- 42 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO mente emotiva y politicamente responsable con lo repre- sentado, asi como las insatisfacciones ante esos recursos re- afirman la idea de que después de Metahistoria no podemos volver atras. La puesta en relieve de dichas tensiones ¢ insa- tisfacciones es justamente lo que hace que en la historia de la filosofia de la historia haya un antes y un después de White. VERONICA TOZZI Universidad de Buenos Aires Prefacio HECHO Y FIGURACION EN EL DISCURSO HISTORICO Me gustaria agradecer a la profesora Verénica Tozzi ya sus colegas la cdlida recepcién que han dado a mi trabajo y el cuidado que han puesto en la traduccién al espaiiol de es- tos ensayos. En general, mi trabajo ha recibido mejor acep- tacion en aquellas partes del mundo desgarradas por con- lictos politicos y econdmicos que en Estados Unidos, No sé por qué, pero sospecho que es sdlo en Jas sociedades «ines- tables» donde las certezas de una sabiduria basada en la in- vestigacion hist6rica objetiva pueden ser efectivamente pro- blematizadas. El término «historia» nombra un modo de existencia initi 1 que § “sien si misma fuera irrevisable. Pero la historia es, segan forma de ver, una construccién, mas especificamente un producto del discurso y la discursivizacién. Sin duda, en auestros tiempos, los historiadores desean ser objetivos, y contar la verdad, asi como agudos en lo que tienen que de- cir acerca del pasado, lo que, en la practica, normalmente significa ocultar sus propias actividades como compositores de esta condicién de existencia llamada «historia». Bajo mi punto de vista, sin embargo, la objetividad, el contar la verdad y la agudeza son desempefiadas mas adecuadamente en aquellas disciplinas blandas tales como la historiografia, por su franca y abierta admisién de la agencia en la creacién de 44 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO las cosas que son estudiadas. Esta es la razon de > que | haya -Subrayado.cl.aspecto lit literario de I Ta imaginacio Creo que la aproximacién mas nas provechosa al estudio del esctito histérico toma su aspecto literario mas seriamente de lo que permite la vaga y subteorizada nocién de «estilo». En aquella rama de la teoria lingiiistica, literaria y semidtica de- nominada tropologia, entendida como una teoria de la figu- racién y la trama discursiva, tenemos un instrumento para relacionar las dos dimensiones de la significacién denotativa y connotativa por las cuales los historiadores dotan a los acontecimientos pasados no sélo de facticidad sino también de significado. Mis criticos tienen razén al suponer que la teoria tropoldgica del discurso —derivada de Vico y de los modernos analistas del discurso tales como Kenneth Burke, Northrop Frye, Barthes, Perelman, Foucault, Greimas y otros— es central para mi pensamiento acerca de la histo- riografia y su relacién con el discurso literario y cientifico, por un lado, y con el mito, por el otro, Una teorfa de la his- toriografia capaz de identificar los elementos ideolégicos en el escrito histérico tradicional debe problematizar, mas que simplemente reafirmar, la utilidad intemporal de las preten- siones de la historiografia tradicional de realismo en la re- presentacién y de cientificidad en su pensamiento acerca de la historia en general. Como un discurso acerca de las cosas ya no perceptibles, lahistoriografia debe construir, entendiendo por ello imagi- nar y conceptualizar, sus objetos de interés antes de poder proceder a aplicarles los tipos de procedimientos que desea usar para explicarlos o comprenderlos. Existen muy buenas razones por las que la historia nunca ha’sido convertida en una ciencia —sin perder su identidad como historia—. Esto se debe a que las figuras y los giros discursivos (tropos), mas imaginarios que conceptuales, son necesarios para la consti- tucién de los objetos de interés de la historia como posibles HECHO Y FIGURACION EN EL DISCURSO HISTORICO 45 temas de una representacién especificamente historiolégica. Este elemento imaginativo no puede ser cercenado del es- crito hist6rico sin privar al pasado de su encanto y pathos, es decir, su «paseidad». ~La tropologia es la comprensi6n teérica del discurso ima- ginativo, de todas |as formas por las cuales los diversos tipos de “Figuracic nes (tales como la metéfora, la metonimia, la sinécdo- que y la ironia) producen los tipos de imagenes y conexiones entre imagenes capaces de desempefiarse como sefiales de una “reali dad que.sdlo puede ser imaginada més.que percibida di-_ “Fectamente. Las conexiones discursivas entre las figuraciones (de personas, acontecimientos y procesos) en un discurso no son conexiones ldgicas o implicadas deductivamente entre sf, sino metaféricas en un sentido general, es decir, basadas en las técnicas poéticas de la condensacién, el desplazamiento, la re- presentabilidad y la elaboracién secundaria. Es por ello por lo que cualquier evaluacién de un discurso especificamente his- torico que ignore la dimensi6n tropolégica fracasara inevita- blemente en aprehender cémo es posible «comprender el pasado a pesar de la informacién errénea que pueda contener y de las contradicciones légicas que puedan invalidar sus argumentos. No creo que mi nocién de un discurso caracterizado por un tropo dominante por su modo de captar la realidad en el lenguaje —del cual el modo de tramar, de argumentacién y de implicacién ideolégica son posibles extensiones— lleve a la imposicién de una falsa consistencia sobre el pensa- miento contenido en el discurso. Existen diferentes tipos de consistencia discursiva, para los cuales una légica de la iden- tidad y la no contradiccién provee sélo un criterio de eva- luacién. No sdlo son diferentes las «ldgicas» que se pueden aplicar al argumento de un discurso, por ejemplo, la légica aditiva de la paradoja del sorites de los estoicos, que puede ser mas aplicable al andlisis del discurso narrativo que una 46 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO légica de la identidad, sino que existen otros tipos de «con- sistencia» ademas de aquellas postuladas por la légica aris- totélica y las figuras del silogismo, por ejemplo, la consistencia figurativa, la poética y la estilistica, del tipo encontrado en la literatura, sea de ficcién o no. Que la historiografia contiene un componente inelucta- blemente poético-retérico es sefialado por la idea tradicional de que una representaci6n especificamente histérica de los procesos especificamente histéricos debe tomar la forma de una narrativizacién{ Puesto que ningtin campo de sucesos aprehendidos como*una serie de acontecimientos discretos puede ser descrito de forma realista como si poseyera la es- tructura de un relato, yo considero que el proceso por el cual la serie de acontecimientos es narrativizada es mas tropol6- gico que légico. Las operaciones por las cuales un conjunto de acontecimientos es transformado en una serie, la serie en una secuencia, la secuencia en una cronica y la cronica en una narrativizaci6n, esas operaciones, sostengo, se comprenden mas provechosamente si se consideran, mas que de un tipo 16- gico-deductivo, de un tipo tropoldgico. Mas atin, considero la relaci6n entre el relato conformado a partir de los aconteci- mientos y cualquier argumento formal que pueda proponer- se para explicar aquellos acontecimientos como el resultado de una combinacién de elementos légico-deductivos y tropo- légico-figurativos. Asi, una aproximacién tropolégica al estu- dio de los discursos histéricos parece eminentemente justifi- cada o incluso exigida, por un lado, por las diferencias entre los discursos histéricos y los cientificos, y por el otro, por las semejanzas entre el escrito histérico y el literario. Se piensa algunas veces que esta nocidn tropolégica del discurso histérico conduce al «determinismo lingiiistico». No creo ser un determinista lingiiistico, pero sostengo que cualquier anilisis de cualquier tipo de escrito debe tener en cuenta las formas en que el uso de los diversos cédigos, de HECHO Y FIGURACION EN EL DISCURSO HISTORICO 47 los cuales el lenguaje es en si mismo un paradigma, capacita tanto como limita aquello que puede decirse acerca del mundo. Si esto me coloca en el terreno de Barthes, Greimas, Foucault y Derrida, entonces que asi sea; pero ninguno de ellos es un «determinista lingiiistico» y yo tampoco. Siempre me ha interesado cémo puede usarse el lenguaje figurativo para crear imagenes de objetos que ya no son per- ceptibles y dotarlos de un aura de un tipo de «realidad» y hacerlos en cierto modo disponibles para las técnicas de ex- plicacién e interpretacién elegidas por un determinado histo- riador para su explicacién. Asi, las caracterizaciones de Marx de la burguesia y las clases trabajadoras francesas durante los levantamientos de 1848 en Paris las prepararon para la apli- caci6n del andlisis dialéctico-materialista que us6 para explicar sus conductas durante los acontecimientos que siguieron. La consistencia que se obtiene entre las caracterizaciones origi- nales y las explicaciones que siguen en el discurso de Marx es una consistencia modal, no légica. No se trata de una «con- sistencia falsa» que enmascara una «inconsistencia real», sino de una narrativizacién de los acontecimientos que despliega los cambios en los grupos y las transformaciones de las rela- ciones entre ellos en el transcurso del tiempo. No se puede representar una secuencia real de acontecimientos como si se desplegara un significado «cémico» sin imaginarse a los agentes y a los procesos involucrados en ellos como los tipos de fenémenos que uno podria reconocer como tipos «cémi- cos». La consistencia discursiva, en la cual diferentes niveles de representacién estan relacionados analégicamente entre si, es completamente diferente de la consistencia légica, en la que un nivel es tratado como si fuera deducible de los otros. El fracaso de los esfuerzos recientes por elaborar una doctri- na coherente de la causalidad hist6rica indica la inadecuacién del paradigma cientifico «nomolégico-deductivo» como un organon de la explicacién hist6rica. 48 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO Cualquier representacién histérica de la realidad debe, creo, tratar de explicar los acontecimientos hist6ricos repre- senténdolos como si tuvieran la forma y la sustancia de un proceso narrativo. Tal representacién puede ser complemen- tada con un argumento formal que reclama el derecho a la consistencia légica como expresidn e indicador de su racio- nalidad. Pero asi como existen muchas formas diferentes de representacién, hay también diferentes tipos de racionali- dad. Hay muy poco de «irracional» en la representacién de Flaubert de los acontecimientos de 1848 en L’Education sentimentale, aunque tiene bastante de «imaginario» y mu- cho de «ficticio». Flaubert es famoso por haber tratado de componer un tipo de estilo de representacién en el que la «interpretacién» de los acontecimientos (reales 0 imagina- tios) fuera indistinguible de su «descripcién». Creo que esto se ha dado siempre en el caso de los grandes historia- dores narrativos —desde Herédoto y Tucidides pasando por Livio y Tacito hasta Ranke, Michelet, Tocqueville y Burckhardt—. Aqui, «estilo» debe entenderse de la forma en que Michel Foucault habl6 de él: como cierto modo constante del uso del lenguaje por el cual tanto se represen- ta el mundo como se lo dota de significado. La verdad del significado no es lo mismo que la verdad del hecho. Se puede imaginar, como dice Nietzsche, un relato perfectamente verdadero de una serie de acontecimientos pasados que, sin embargo, no contenga ni un solo hecho es- pecificamente historico. La historiografia agrega algo a una consideracién simplemente factica del pasado. Este algo pue- de ser una explicacién pseudocientifica de por qué los acon- tecimientos ocurrieron como lo hicieron, pero los clasicos reconocidos de la historiografia occidental —que es lo que es- tamos discutiendo— siempre agregan algo mas. Y creo que es laqditeralidad» lo que es agregado, para lo cual los grandes novelistas modernos proporcionan modelos mejores de so- HECHO Y FIGURACION EN EL DISCURSO HISTORICO, 49 ciedad que los pseudocientificos. Un punto que intenté tratar en Metabistoria era que, debido a que el lenguaje ofrece di- versas formas de construir un objeto y fijarlo en una imagen o concepto, los historiadores tienen una eleccién en las modali- dades de figuracién que pueden usar para tramar las series de acontecimientos manifestando diferentes significados, No hay nada determinista acerca de esto, Los modos de figuracién y de explicacién pueden ser limitados, pero las posibilidades de combinacién en un discurso dado son practicamente ilimi- tadas. Es por eso por lo que el lenguaje mismo no nos propor- ciona criterios que nos permitan distinguir entre un uso «pro- pio» (0 literal) y uno «impropio» (0 figurativo) del lenguaje. Las palabras, la gramatica y la sintaxis de cualquier lenguaje no obedecen a reglas claras para distinguir entre las dimen- siones denotativas y connotativas de una proferencia dada. Los poetas lo saben y, jugando con esa ambigiiedad, consiguen ese efecto peculiarmente iluminador de su trabajo, Esto tam- bién ocurre en el caso de los grandes narrativizadores. Y los grandes historiadores de nuestra tradicién también lo supie- ron, hasta que la historiografia se comprometi6 con un ideal imposible de claridad, literalidad, y con una consistencia s6lo de tipo légico durante el siglo xix. La imposibilidad de este ideal se manifesté en el fracaso de los historiadores profesio- nales en nuestro propio tiempo para hacer de los estudios his- toricos una ciencia. El reciente «retorno a la narratiya» mani- fiesta el reconocimiento ent istoriadores de que un" escrito mas «li para _un trata: endmenos hisiéricos.-Esto significa un.retorno i h alametafora la figuraci6n y la trama, en lugar de la regla dela literalidad, la cOnceptualizacid 2 mayoria de las historias de la historiografia presentan restimenes de las ideas de los diferentes historiadores acerca FAVA G 50 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO de la historia, el pensamiento histérico, la investigacién his- t6rica y la relacién del pensamiento hist6rico con otras dis- ciplinas de las ciencias humanas y sociales. Pero pocas de estas historias buscan determinar lo que he llamado «el con- tenido estructural profundo» compartido por las diferentes formas «hist6ricas» de estudiar el pasado. En parte esto se debe a que la principal corriente de historiadores profesio- nales inde tescontig sami delateoxia como dela sofia de la historia; ambas son vistas como fuentes de dis- torsion «ideolégica» en la reconstruccién del pasado. De manera que una historia del escrito hist6rico que no tome la doxa corriente de la profesién histérica como el criterio para determinar lo que deberia propiamente ser el escrito hist6- rico es considerada como «no histérica». Latinica «teoria de les son las reglas para escribir historia honradas por el esta- blishment historiografico.en.un tiempo y lugar determiria- dos. A cualquiera que trate de conceptualizar una historia de estas reglas, sus variedades y los cambios que han sufrido alo largo del tiempo en‘un lenguaje distinto al sancionado por estas mismas reglas inmediatamente se le tildaré de ha- cer teoria o de practicar la despreciada «filosofia de la histo- ria». En otras palabras, la historiografia profesional se pro- pone usar un lenguaje objeto (para la representaci6n de sus objetos de estudio) que es su propio metalenguaje (para ca- racterizar sus representaciones de sus objetos de estudio como un tipo particular de representacién). De acuerdo con ello, una historia propia del escrito hist6rico sélo puede ser con- ceptualizada usando los mismos términos que han de ser problematizados si uno ha de constituir la escritura de la historia como un objeto posible de interés histérico. Metabistoria ha sido criticada por usar un tipo particular de metalenguaje para caracterizar lo que los historiadores hacen cuando representan (identifican, describen y clasifi- HECHO Y FIGURACION EN EL DISCURSO HISTORICO 51 can) sus objetos de estudio (la Revolucion francesa, la Revo- lucién de 1848, la burguesia, el proletariado, el Renacimiento, etc.), No argumento que ciertos tipos de acontecimientos, personas, procesos, grupos, instituciones, etc., que vaga- mente corresponden a los términos usados por los historia- dores para referirse a ellos y describirlos, no existieron en el pasado. Mas bien argumenté que el debate historiografico a menudo gira en torno a cuestiones relativas a cémo hemos de llamar a estos fenédmenos, como hemos de clasificarlos y qué tipos de explicacién hemos de ofrecer de ellos. Y he argumentado que los debates historiograficos se resuelven a menudo con la eliminacién o revisién de una cierta forma de nombrar los fendmenos histéricos y la sustitucién por una nueva. Pero.también argumenté que una aproximaci6n criti- caa lahistoria del escrito hist6rico deberia distinguir entre el fendmeno del pasado, por un lado, y las representaciones de aquellos fendmenos en una narrativa histérica (o en cuanto a eso, un documento 0 testimonio oral), por el otro. _Larepresentacién de una cosa.no ¢s la cosa misma. Hay una estrecha relacion entre la aprehensi6n del historiador de que «algo ocurrid» en alguna regidn del pasado y su repre- sentacién de «lo que ocurrié» en su consideracién narrativi- zada de ello. Y entre otras cosas que ocurren en el proceso estan no sélo la percepcidn, la conceptualizacién y el pensa- miento, sino también el lenguaje, la figuracion y el discurso. En sus investigaciones, los historiadores tratan tipicamente de determinar no solo «lo que ocurrié», sino el «significa- do» de este acontecer, no tnicamente para los agentes pasa- dos de los acontecimientos hist6ricos sino también para los subsecuentes. Y la principal forma por la que se impone el significado a los acontecimientos hist6ricos es a través de la narrativizacién. La escritura histérica es un medio de pro- duccién de significado. Es _Es una ilusi6n pensar.quelos historia dores s6lo desean contar la verdad acerca del pasado. Ellos

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