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Comunicación de corazón

En una pecera los peces acostumbran nadar a la mitad de ella, nunca se


quedan totalmente abajo ni arriba, únicamente suben para alimentarse. Así
deberíamos ser las hijas de Dios: ni muy arriba ni muy abajo, más bien, término
medio, es decir, no dar una imagen miserable ni vergonzosa, como si no
tuviéramos un Dios, ni tampoco exhibir un orgullo religioso propio de personas
que confunden la naturaleza divina.

Así como los peces, nosotras también debemos buscar las alturas, pero no las
del orgullo o la petulancia, sino las alturas donde se encuentra Dios, quien nos
ofrece el alimento de vida.

Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora
a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en
secreto, te recompensará —Mateo 6: 6

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