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Reflexión - Mt.

6, 24

En la lectura del Evangelio Cristo nos dice: “Nadie puede servir a dos señores: porque aborrecerá a
uno y amará al otro; o bien, se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al
dinero”. (Mt. 6, 24)

Esos dos señores a los que no se les puede servir al mismo tiempo, según Jesús, son: Dios y dinero.
El amor a Dios, y el amor al dinero, no pueden darse juntos porque nada más hay lugar para uno.
Solo hay un Dios para nosotros, y no se le puede adorar al mismo tiempo con otros “dioses”.
Algunas veces, nosotros mismos le quitamos el lugar a Dios y olvidamos cual es nuestro lugar en el
mundo. Hay muchas cosas que las convertimos en “dioses”; que las preferimos al Dios verdadero;
y que ocupan en nuestra vida y en nuestro corazón un valor más importante; acabamos
quitándole el lugar a Dios y eliminándolo completamente de nuestra vida poco a poco.

Cuando acumulamos riquezas, posesiones materiales, fama y otras cosas pasajeras, empezamos a
tener “un señor”, un “amo”, este acaba esclavizándonos y separándonos de Dios, Padre, Hijo y
Espíritu Santo; el camino, la verdad y la vida.

Si nos dejamos llevar por los caprichos y los placeres del mundo, del placer o de la comodidad
terminamos olvidando que solo Cristo es capaz de darnos la verdadera felicidad que buscamos y
que solo Él puede llenarnos completamente.

¿Quién te dio la vida? Y ¿A quién le pertenece tu corazón?

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