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Este documento describe las observaciones matutinas de un estudiante sobre su entorno. Detalla los sonidos que escucha al despertar, incluyendo el ladrido de su mascota y la música de los vecinos. Luego describe las rutinas diarias de las personas que pasan cerca de su casa y los olores y sonidos de la mañana, como las palomas cantando. Finalmente, habla sobre los vendedores ambulantes y el movimiento en el barrio al mediodía cuando los niños salen de la escuela.
Este documento describe las observaciones matutinas de un estudiante sobre su entorno. Detalla los sonidos que escucha al despertar, incluyendo el ladrido de su mascota y la música de los vecinos. Luego describe las rutinas diarias de las personas que pasan cerca de su casa y los olores y sonidos de la mañana, como las palomas cantando. Finalmente, habla sobre los vendedores ambulantes y el movimiento en el barrio al mediodía cuando los niños salen de la escuela.
Este documento describe las observaciones matutinas de un estudiante sobre su entorno. Detalla los sonidos que escucha al despertar, incluyendo el ladrido de su mascota y la música de los vecinos. Luego describe las rutinas diarias de las personas que pasan cerca de su casa y los olores y sonidos de la mañana, como las palomas cantando. Finalmente, habla sobre los vendedores ambulantes y el movimiento en el barrio al mediodía cuando los niños salen de la escuela.
Al despertar lo primero que escucho es el 1°er piano del sonido de alarma de mi celular; automáticamente cuando comienza esa melodía sé que comenzó un nuevo día. El silencio abruma en las mañanas de mi casa ya que mis familiares, o estudian a la mañana o salen al Instituto, entonces lo único que logra romper con la tranquilidad es el ladrido emocionado de mi mascota cuando escucha que abro la persiana de mi pieza. También no puedo obviar que siempre hay algún vecino desubicado que pone música con un volumen lo suficientemente moderado como para que su melodía caracterice al barrio. Cuando salgo de mi casa a saludar a mi perrita observo que todos los días hábiles de la semana las mismas personas pasan por mi vereda de camino al trabajo o llevando a sus hijos a la escuela N° 15; me hace pensar que durante el ciclo lectivo la gente se comporta muy rutinariamente. La fragancia de las mañanas es lo que más se disfruta; el aire parece renovarse al igual que el día y ese aroma inconfundible de la “Ciudad del Árbol” se hace sentir. También algo muy característico son las palomas de distintas variedades que hacen su tradicional canto al salir el sol; se colocan en las ramas de mi árbol que se ubica en el centro del terreno y comienzan como todos los demás con sus labores. Finalmente me siento a desayunar adentro de mi casa y escucho que el vendedor de churros pasa en bicicleta por mi calle pitando su silbato y alertando a todos los vecinos. Van pasando los pueblerinos por mi vereda a hacer las compras a un negocio que está a 1 cuadra de mi casa. Llega el mediodía y el barrio se revoluciona; Aparecen los vendedores ambulantes promocionando frutas, verduras, huevos y ropa. También salen los chicos del turno mañana de la escuela gritando y corriendo con las madres y padres que los guían para que lleguen sanos y salvos a sus respectivos hogares. En esos momentos se mezclan con los alumnos del turno tarde que también pasan por mi vereda. Se podría decir que es la hora “pico” de este mundo que me rodea y en ese clima yo me sumo a cumplir como todos los demás con mis obligaciones.