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Nigh id Meares nyse No a) Aiea eles PEW ters tir) PENSAMIENTO CRITICO @ PENSAMIENTO UTOPICO OA strates I PROSAS MODERN AS Galta..2. Es of 1974) para ‘empezar, <1 inicio de Octavic naydios 2n a alrededordel mitico Hanumar pre goose yaa tater conocimiento a través ella Je escritura Vd pre, se han aupade *¢ Los hurmanos, manos af mnismos para legar-a hacerse m amaticos, ani er wren ENS geneD 4 jsias, fildsofos—, criben. Los €s¢ realmente dise referitse al chor’ jotros «hombres & 56, etre tar acerca dos—, de sociedad (Cada animal tiene su modo de mits el mundo, de habitario, de thoverse eri, Dentro del- mismo © o fisico existen dife- Jados emundos propiosr (V Uexkall, 1934). TIeredor, al. alcance del ofdo o de la vist Pot percibirlos, pero también de las garraso las iauces Par apresarios: son otros tan tos mundes de pencepciones ¥ EXPeriene sas Cada especie tiene su mundo, SU entorno El de la ardilla no ecel mismo queel delave, aunque habiten el mismo bosque. nercepcién ¥ de accion son apenas ada especie —y.cada ren os mundos propios. de iid nindscula fraccién del cosmos f nclividuo_ fija sus patrones de correspondanc!® Con, territo: Hoy con las cosas, ef realidad, solo con algunas propiedades de ico. Yeorienta y le sustenta en el ser y el vv {El animal humano tiene tambien s¥ mundo propio: up mi sor percibi, eslar, moverse, que va acompariado del hablar y 2 Hee Com ecse relaciones trazavuna reticula, un entramado, qe feaneenorents meetinds Pee aie F eacritura: por 10 que se Gg eribit EL mundo crior v del POPIGD vet guaje ye ciertas: sociedades, POT k cribe 0 se dice ace rea del m undo, del Ja filosolti Ja dectrina, S& esoribe no ond tanto, ces del €9 Enel mito, describe el munce, ql de la cosmologt Jos aftos luz, 0 el de las et mundo correspondients la riencia humana: comitt cela —mindiscula partic ién humana: €! habitat thas doctrinas, quedeciaran ¥ describen lavida, suel como vivir, como obrat Lo dicem 2 VERE: intencign moralizadora persuasive wentérate de que ast es ‘cémo Pensa lidad, también de canzar sabidluria en la también de lo posible. Prom dicen ademés «asi es ¢l cosmovisiOn, unaconcepeién jen atribuir significacion preemin manos, como si el preeminente de tratar eces; si—€ ic la vida: € cias nserito y pautado por los a, Son form ance de nuestra acci a veces de escribir— sobre él y desc ribirlo. En est mas pres gen numerosas culturas; vig 1 Jas que difie ho de la En todas las culturas ha habide —v has— modos de transmitir el mundo propio humano, social jo: modos de ensefianza, de instruccién en téc- 1, de memoria y custodia del lega- do puro on amalgama de unas con otr asir constr mer nicas'y en pautas de condu do de otros tiempos, ae Los nuevos géneros da cultura moderna europea, occidental, responde aun modo patticular de estaren el mundo, de mirarlo, de tratar con él. Ella no ha inventado la filosoffa ni el drama: eso lo debe; sobre todo, a Grecia, Tampoco ha sido la inventora de la poesia, del mito, ni de la ensefianza, presentes en muchas sociedades, acaso en to- das, incluidas las égrafas. Ha creado y fomentado, en cambio, tres disposiciones originales de la mirada y escritura del mu ndo, disposiciones que se materializan en sendos géneres cle prosa Son sus prosas mayores, originales suyas, la ciencia, el ensayo y lanovela, géneros textuales, los tres, de cardcter laico, no religio- 50.0 mitico, y'sin propésito directo —si acaso. s6lo indirecto, connotado— de ensefianza. De la ciencia y de la no@ela hubo precedentes analogos en el mufdo antiguo europeo y en otras culturas, pero débiles andlo- gos, En su formato-actual, son modos de escribir y de mirar que en Europa:comienzan, respectivamente, y por sefialarles indis- cutibles hitos, en Galileo (o en Bacon) y en Cervantes (o en Rabe- lais, o.en la novela picaresca espafiola), En cuanto:a la filosofia, laconciencia modema la ha ahormado en moldes nuevos, ies de la ciencia 0, desde Montaigne, los del ensayo, sin haber eee por otva parte, los ya antiguos moldes de la moral, urso reflexivo y de la ensehanza. wee 15 f ‘ 4 3 4 I entre una ¥ Ot, fonenede Jatransicion: la: reaparicin de la cil Wilde— casi desaparecida inicios, ademas, del Renac remontan, como minim en cuenta que k de Aristoteles, se produce en traductores arabes. Debe hablarse, pues, de Renacimiento antes de las fechas convencionales de inicio de la Edad he La Baja Edad Media fue, en germen, renacentista'y human ta, Sin embargo, en contrapuesto andlisis, a la primera mitad del siglo xv1 cabe juzgaria como todavia medieval. En esa época. al emperador Carlos V mantiene una idea de imperio segtin topicos: del Medioevo; y la propia Reforma luterana se difunde comores tauracién del evangelismo original a la manera de otros mow mientos religiosos medievales de menor éxito: cataros, husitas, valdenses, el propio franciscanismo. Bajo esta consideracién, Re- nacimiento y huroanismo representan el final, la consumaciénd= la Baja Edad Media, tanto 0 mas que el comienzo de la Modems: Hay un modo alternative de acotar Ia. Edad Moderna. 4 identificar sus inicios y, a la vez, de caracterizar la «modem dad» en su sentido cultural e ideoldgico: es la época de lamar Ja, del ensayo y de la ciencia. En efecto, eserituras tipicame modernas son la ciencia natural metédica y sistematica, Ia sertacion de ensayo critico y, en fin, lanovelao relato de fi sobre acciones y hechos humanos, con escaso 0 nulo- apoyo hechos y personajes reales de la historia, En esa 6puce¥ caer en el simplismo de marcar periodos rigidos en la Y en la historia, la ae? no empieza hasta la PRESRS Ses SEO ooen oon tad del siglo xvi > af’ see Ajovel ciet jeron como resultado de spersos y difusos, en Ia tigua yen la medi sia Jlevan ast: sazon vases ¥ © ron otras &P sélo de jon de historias suc edidas. ‘0 todav a, sopesa, pone a Prue alidad; inves: nental, x] queescudrii pensamier lar manera critica las represen! miento con métodg, con insur y conoch satacion, exactitud en la medida. } yoafloran on perfilinconfundit anscurre de Rabelais —0 4 c.a Galileo y Baco do. corte historice, jencia, novela y em large del lapso de tiempo que arillo—a Monta mos aiios en los que Ortega, en como ileo—del transito cultu- los mi localiza la generaci6n aldel cristianismo al racionalismo. Pero todas las transiciones culturales, también ésta, se realizan dé manera lenta ¢ insensi- ble. Hasta bien avanzade el siglo Xvir, la ocion galileanadecien- cia no penetra ni siquiera en las mentes mejor cultivadas y receptivas a la incipiente ciencia (Febvre. 1970, pp. 157-16: sabiendas, pues, de la simplificacién inberente a cualquier i de periodo histérico, cabe contemplar en torno a 1600, bisagra cronolégica entre dos sigios, ano en que Giordano Bruno ac aba condenado a la hoguera por tesis como declarar'al Sol unaestre- lla mas entre otras muchas, un memento crucial dagiro del pen- samiento europeo y no sélo en la razon counts fEmergen ‘entonces las formas modérnas de pensar y de escri- birSh prosa, las mismas que han perdurado y prevalecido hasta el dia de hoy: el ensayo critico con. Montaigne (1533-1592), el método de la ciencia con Galileo (1564-1642) y Bacon (1561- 1626), la novela y el drama modems con Cervantes y Shakes- peare, del todo contemporaneos en su existencia hasta un mis- mo final coincidente en 1616, Montaigne precede alos demas en tres decenios, pero conviven todos ellos en el mismo momento hist6rico, finisecular del siglo xvi y de comienzos del XV, en el paso del Renacimiento al Barroco. a novedad no esta solo en los génergs, también en las ideas. Als largo del siglo xv se ha consumado Ja ruptura, iniciada por 17 __ Jos renacentistas, con ellegado medieval, con las ense sidsticas incluso con las Eserituras cr tianas, A recoge yreverenci2 todavia, pero no ya a cllas solas de con respetono mayor que a los griegos-y latinos ahor, cubiertos, cuya mitologia—enel arte y la literatura— y fiJ. ener pensamiento> yeciben acogida. junto con la teolog Panag oe), 8 5 lag © las ation, red es ol iconografia cristiana habia anticipado en siglos Dante . € por Bobradas = reor en la f4sidn de las herencias judeocrs tianay = Krportacion dec colatinayEn sus infiernos. purgatorio y cielo, los mitos bibli, 2a no vale: cont i cis Gin a bulto: a conviveh con los del pagans sfetas o los evangelistas. La divina comedia representa culm. nacién de la teologia medieval tanto como ruptura con ella: smo; y Virgilio oficia de guia y Nirgu le guia, no log en mediciones fia mirada jaque instavr esuma» mitolégiea ¥ pagana no menos que cristiana y teoldgica Descartes: 5€! | primer equivalente en prosa del poema de Dante tardara que esas otra en: er casi 300 afios: los Ensayos de Montaigne, nutridede Ja del novelac la sabiduria de Grecia y Roma en manera Serhejante a como riencia, mas Dante se alimenté de su mitologia Dante crece'a estatura igual hacen para? alade Viegilio, tambien Montaigne se yergue y salta hacia atras ‘otra profan milenio y medio para equipararse a Ciceron, Séneca y Plutarco: Enlaza conellos y con su estilo de exposicién en tratados, ect mientras acufia un estilo propio, original, sin maes- ‘En ese enlace, por otra parte, los relee y modi- 5 ecléctico y pragma trascripeié etrospectivamente los narios sin Jo que se entiende por por Sbradas razones cabe cifrar el inicio'de la ciencia mod Aportac lecisiva sur nel conocimiente a za no vale contentat nréciacién tosea cidn a bulto: quees posible y necesaria una exactity bl enmediciones y relaciones matematicas entre to medido La mirada rigurosa y precisa en el conocimiento deiene Ja que instaura Galileo, la que prescriben Bacon y, algo despu Descartes, se despierta al mismo tiempo a finales del siglo XVI que esas otras miraidas, primero, la del ensayista, pero también la del novelador y la del dramaturge modero, los ¢ riencia, inas sélo en apat cia, s¢ apartan de la realidad: sdlo lo hacen para aproximarse a ella desde otro angulo-y desvelariaen otra profundidad.> mito, la poesta, la Filosofia pueden propagarse en una cultu- ra otal o predominantemente oral: se dejan transmitir de viva voz. Ciencia, ensayo y novela, en cambio, no son concebibles sin una trascripeién y entrega por escrito. resulta dificil imagi- narlos sin el libro impreso, sin la multiplicada difusién que les asegura la imprenta. Es, por eso, tentadora la hipétesis que rela- ciona la novela moderna, la ciencia y el ensayo-con la inv encién de la imprenta: productos tipicos, los tres, de una cultura tipozriifica que Gutenberg hizo posible if ‘nultiplicar los ejempfires de los libros, la tipografia fo ments la democratizacién de la biblioteca y, por consiguiente, la lectura moderna: privada, individual, al aleance de muchos, Por contraste con la lectura medieval, en mionasterios y escuelas, que solia ser en voz alta, con un'solo lector y varias oyentes, después de Gutenberg la lectura se hace intirpa y silenciosa, aunque se lea en lugar pablico, a la vista de otros menudo, ademas, aho- ra, se lee a solas Algo que a Agustin Hipona le maravillé en- contrar en el ol Ambrosio pasa a ser lo habitual: la lectura como actividad solitaria y en silencio. El uso y lectura individua- lista de los libros favorece el gusto por hallarse a solas con uno mismo y con los propiog pensamientos, el placer de rumiarlos en una sosegada soledad. ma: i9 En el lector solitario, rece So aViva nuevos modosde cone: aan e saya); de tener acceso i Ia inform ie cia}; de disfrutar con lo leido (r { Por otro lado, la lectura gustosa y degustadora P crear adiccién, la del devorador de libros que se pasa con eli los dias y las noches: Alonso Qui ates de hacerse caballena) 1 andrégino Orlando, de Virginia Woolf. La adicciom consiguiente al placer-en la lectura de € samiento critico y autocritico, que nose permite descanse en la reflexion y-el enjuiciamiento, mo, de devanarse el seso y entrar en lo enfermizo, en otra forma de extravio del sentide comin y la raz6n. ¢ También la ciencia moderna, originada en Galileo, necesita crita. Consiste ella, desde luego, antes de nada, en actividad, en investigacién, no en escritura. Comienza la ciencia por obser var, escudrifar, contrasiar, y no por escribir: Consignarse por ¢5- crito, sin embargo, no es un aftadido accidental, sino eséncialala ciencia: No basta la palabra oral. Puede el cientifico informar de viva voz sobre su hallazgo en un congreso © simposio; pero hace falta escribirlo alguna vez. La-ciencia necesita multiplicarse en difusion impresa para cumplir con ello el requisite de: publicidad de sus hipétesis, observaciones y hallazgos. La publicacién en un numero suficiente de ejemplares es el modo mas frecuente en que el informe y andlisis del investigador se presenta en pablico y se expone al juicio critico de otros, de la comunidad cientifica. El caracter puiblico, objetivado y no subjetivo, dela ciencia modema, desu método, de sus hallazgos, ha corrido a cargo, sobre todo, del texto tipografiado. Sélo recientemente corre a cargo asimismode. una difusién virtual por Internet) spay no menos, én su extremiig: Conocimiento y construccién del mundo Ensayo, ciencia y novela son formas dé representacién'y de cobstruccion de la realidad: de conocimiente del mundo. El saber propio de la ciencia, metédicamente orientada aut conocimiento empirico de la realidad, repesa por entero 229 4 investigacion yen los hallazgos. La ciencia, sin embargo, noestt unico modo de escribir acerca del mundo y de descr el tinico saber, Existe conocimiento fuera de ella, aun Sar 20 je ta novel Lans covuan,-a Lap ‘ también los. mundos posibl enteral i pave d¢ la realidad, Masa on se ensayo y en ka clenecia, dl a ior ie ea de coneebir ¢ ima: ? aac utdpicd$La utopfa aflora cldn no¥eltsca, no ajena n or las mixture y no séle Pp Los primeros disefios de utopte de ensayistas o filésoles, com primer teorizador e instat cia moderna: Frat futuro-ficcion han estado mo cientificoayya desde Kep! je ala Luna, pstumamente ‘iltimo siglo. no sélo ha hab . la propia ciencia con .o indefinido, el €o1 pia; el prog frontacién incansable con los cudrifiar sus leyes> Las nuevas prosasnacidas-ex | teNiplan.el conocimiento cada cual a cia, de manera directa. El ensaysst@ escrib mundo y conocerlo. El cientifico carlo, Pero asimismo el novell do y descifrarlo. La novela, ¢ con fines de amenidad, de de! tiempo, a veces, ¥ de. propésit mieatoh (Se dtribuye, en pri nar al ensayo, el crear a la nove! ¢inchiso en la utopia, se despeja un saber criticoy no positivisia— acerca ja. Tam! SE amionto, vel desallo del a ite gstemp® HI mundot i del cientifice, y pordescifrar L2 mi ec a ae ambien de! pe pete ioe y wan djsertan S0DF Ja realidad, sobre : ; habla rosa model fc 3 Bn otro ver a : oe hay Bh ot pabido, ha ceurd o de ficciones Ig jue Fy pango) on Bisons humanas, no fabulas de sin eMbATH_ #0" Ppopevas de hoes v ious a jJanovela moderna f pha carecidode cier: qolkieny algdn otro, nupca ha. excepcion de oa en eslidad weogralicn © histone El ne shoe i tarrador moderno relata historias bumanas: vidas y eonductas de mujeres ¥ hombres de came y hueso. El mundo novelado se construye come un mundo de fantasfa, pero de una fantasia antropomorta, 2 1a medida humana, ¥ no desparejada de lo real. Lo que narra, aunque no haya acontecido de hecho, hha: podido suceder v ser MUS cierto. El relato de novela, a dife, rencia del relato mitico, discutte 4 distancia corta de las expe- riencias dela vida: insertoer’ la realidad, ubicado en la geogralia yenla historia, Fi voces, comoen la novela realists del siglo X1X, el escritor se propone oficiar de 22 glo, aunque tode in 33, no reales. sido inventade en un extreny sargenes de la novela ja que dice ser historic ad en una fantasia ont . de vn tan anchos como para abare scion, como Joyce, Katka y Rl) hions bien, asimismo Le diciones puesto, Ia que desconecta de k fosis habla de-Ja naturaleza humana y de con as, concreta: as de una sociedad burocrati- s comienzos del siglo XX—, metamorlo arios, yaa eae, ellag rmismas, en una figura intemporal de la realidad, tana trama transversal-al espacio yal Uempo- «Existen otros mundos, pero se encuentran en el nuestt>, uard (también Dali se atribuye ha- declaré el surrealista Paul berlo dicho). Las invenciones del mundo en la novela, maquetas fantaseadas de posibles mundos continaan residentes ¢ =} ficeton'de lo Imagiy mundo nue wl hile, ne menor 4 t tmente ocurtid el conceimient?, ja historia y 1a, conuibuye a hacer inte que viviinos wmuenderio, a saber acerca de aun dominioe ? jquimia del ver bow, dijo Rimbaud del poemia: un niento. Hay modos de alquimia jocimiento 2 encial, aunque: Las flociones, ya novelescas, posti S dcliberados de escriturar la la vida en limpio y aclarar la situacion del ser hi mundo. Aun sin proponérselo de modo expreso, Son. de contar la verdad o de buscarla en el otro Jado —ta de las cosas, de ir-en pos de lo real mediante los en torno suyo. Hay asi tuna verdad poética, « bién dramatica o novelada. Ahora bien, si se para una verdad en prosa lisa y ana, sin ta, sobre todo, quien la pone en practica cién de experiencias y lecturas, de ciencia: que de relato mds 0 menos historico,> ee € El punto de vista dominante en lat ef naturalismo decimononico— vismo prevaleciente en la ciencia: timiento de las versiones p i do: protesta contra la realidad: todo alternativa. El novelista se rebela lidad, en contra del dato, de lo. dado favor de un principio de fantasia placer: Cargado de raz6n, y no sl en un mundo ya sin dioses timo libre de la E ereacion de una tierra-y t Dicho en ler teista —o, r bien, 2 » ie saz el novelista suplanta a Dios er un cosmos propio, perp novelar és una forma descarada c neti, para una de sus criatur gory dios de un universo parale breve: cescribir es ser como Dios: JEcoribii es, no menos, ser como Dios cuando lo hace el ensa yists. También él, a su modo, enmienda la Creaci6n. Ens 4ratar de ayeriguar c6mo y hasta qué punto es posib! tar Ia realidad de otra manera. En su construccién de dad, el ensayista escribe de nuevo el libro de la natur alezay 7 aiel a Lacondicién humana ey sin duda, precedentes del género instaurado por Mon- taighe bajo el nombre de ensayo. Los haya lo largo del siglo xv1 tanto‘erel estilo de escritura como en la variedad de los temas. Tal vez el mejor ejemplo lo represente la Silva de varia leceion (1540) de Pedro de Mejfa, un humanista sevillano, cronista ofi- cial de Car oo Mejia correspendencia con Erasmo y Vives y fue aut6r asimismo de unos renombrados Didlogos 0 co- loquios, también éstos, al igual que la Silva, publicados con exito en numerosas réedicionés y traducciones, Alguno. de esos textos predecesores pudo incluso haberle servido'a Montaigne de fuen- te proxima y acaso de modelo{Sus Essais, sin embargo, consti- tuyen, en 1580, el inicio indiscutido y arquetipo original del en- sayo. Funda con ellos Montaigne un modo de eseribir no fre- cuentado anteriormente y en raptura, ademas, con la milenaria uniformidad ideolégica medieval, impuesta por la religion. Es- cribe noal dictado de algtin credo colectivo, sino desde sus creen- cias'y juicios personales; manifiesta opiniones ¢ ideas propias, segin las ve y las juzéa, desde un punto de vista que sabe suyo, tal vez sélo suyo, seguramente parcial, y no, por consiguiente, como doctrina indiscutible. Montaigne fue muy corsciente de la innevacion que aporta- ba: la introduccién de juicios personales, no sumisos a autori- dad.o.a dectrina; «Estos son —dice muy claro— mis sentimien- 25 J modelo intro enero textural ¥ a oes lens “pha venido a ser-el ano ya slo de aquellos & a quienes sek Je filésofes, ignificativas, de! no también d aande en los bord sde £ del mt ensavistas ‘artistas, © mio cris mano. Al = ambicioso. ambite condicion ha je las mas variadas a cual @ stumbre 9 hacerloen nes. culturales, dafios de eae oa entificos; oars tat puesto Po! + domi nani hombre ha side ‘Durante jmuche tiempo sec al por k fildsofosy ha 4 10 conpeten ca 1. — Ensayos de Mopieiane tenido numerosas' ginaics como en versiones caste nas. Aqui se -citat nen y capitulo del denominado €i e ira, por un lado, a la realidad,“a lo que hay, alo que se da: versa sobre hechos y circunstancias reales. Por otro, jue: mente con la imaginacién, con la posibilidad, con lo que podria darse, llegar a acurrir. Revine asi en su diferencia—en antinomia, en pugna— las dos contrapuestas categorias, la de rea- lidad y la de posibilidad. Las rene, ademés, sin anularias, ni tam- poco rmonizarlas o mitigar su opesicién. En distintas aciones el ensayo mezcla el realismo empirice de vi posible realidad mejo dosis y la ciencia pe mas radical ternativa a lo real: el pensa- miento: Gayo y novela son géneros oco homogeneidad inter- ineas, capaces de acoger toda clase de ele- ntos. En la novela puede haber poesia, didlogo, relato de fic- hist6rico, descripcién geogritica, crénica ifica, consideraciones estéti- ales, filosoficas. Dentro del ensayo caben retorica, lite- atura, relato, bibliografia, teoria, andlisis dé cie ,anecdota rio, confesién intima, exhortacién, panfleto, historia, prosa poe- 4tica. El ensayo es un género caracterizado por la impureza ‘nero, y que puede permitirse combinaciones con otras for- s. de escritura, con la erftica literaria y cultural, con la narra- tiva; a veces para mudarse en ellas o bien para impregnarlas poderdésamente. Por la mezcolanza con otras prosas, con poesia O arte, y lejos de la compartimentacion en géneros, el ensayo tiende al mestizaje mas.que cualquier otro tipo:de discurso so- bre la realidad; y, al igual que la novela, actiia como esponja capaz de absorberlo todo, de apropiarse ¢ impregnarse de cuanto encuentra:a mano. Por contraste con la ciencia, ; no cone: anon ni tam a: escrituras misce! cién.o rigurosame cién cic! 3] EEE" — ate confluencia denovele ¥ emote i ado? fVviene deab) nel cle sé desde la suposicion de gue lasid dores admiten imeluso reclaman ene arse en ol ATE ori aneabido y puesto en BEE ara nowelitas Yas nawoces de tivo. Loh que erige™ asus personales en RO sbaten— el desar vollo y Dostoievski 2 Thome que ensaya mano pueda ma fay as ‘de Laurence Sterne ' Milan Kunder (Noes ya 56 jista igual qu ISque el estudio 2 presi 5 pagina ee en poder0se : a trasgrede Coc cl inigil hilo argumental de una figura SY abi aspredido Oscar Wilde, en pl retrale je SI bajo la sta pro- fat var sobre el dedicatario 4 sara de uni relato breve de Hex Et ” pranséitica, Auguste ‘Monternoso ha sugerido practicaro Come nuevo género: «ana conjunicion: nsayo-apunte nae pgrifico-ponencia-contes en mezcla, en sedimento gno generar, que colera f ensayo con personajes: razonada, pero” implicita. Un mundo incierto Enel ditimo tercic del siglo XVI, las cabezas pensantes po han conseguido atin asimilar ka. com| ‘i do agrandado por los descubrimientos 6 Le fragmentado por la rupt de la unidad religi¢ tratan de entender, de es Se ee der un mundo que subitamente se en ' delo erefdo hasta entonces y también mucho mas' Ce enrevesado, enmarafiado: . mt atticulacion y transite de la edad renacentista eS barroca, aquejada de toda clase de a su relieve la obra de Montaigne: 32 ndo el m del Renac nodes deh servado € ¢ dazos como un espejoreto. Son doensanchado, alavez que fraccion 0 incierto! ibuide a la in Zridumbre los acontecimientos de uubrimientos con el const Han cont siglo: sobre todo, los nuevos de tc conocimiento y trato de pueblos remotos, de s v stumbres, tan distintas de las europeas; tambien e} redescu- brimiento de una antigua sabiduria pagana que ignot aba al cri ianismo y que no necesits de él; y, noen Ultimo lugar, la Refor- ma protestante, que ha hecho trizas la unidad religiosa ideo! gica. Son acontecimientos que se potencian unos aotros y que concurren én el formidable resultado de una profinda conme- Gon de las antiguas certezas y una perplejidad y desorientacion sin precedentes.’ AHacia mediedos del siglo XVI puede darse por stabilizada, aunque noarmonizada, la situacion. Esta cumplida y concluida ja era de la navegacién aventurada y de los deseubrimientes mayores; se le han tomado las medidas a la Tierra y se sabe de muchos pabladeres y pueblos antes ignorados, Para entonces tambiéa, tras la paz de Augsburgo (1555) y el Concilio de Trento (1545 a 1563), se hallan bien establecidas tanto la Reforma pro- testante como la Contrarreforma catélica, apenas mov ‘ies. ya en sus dogmas y en sus fronteras. Sin embargo, permanece, y aho- rasin remedio, el «tot sententiae quot capita»: tantas sentencias ydoctrinas como cabezas pensantes. Incluso en tierras de uni- dad catélica, en los paises bajo les Habsburgo y en jurisdiccio- nés bajo la Inquisicion, en medio de una religion de gloria, tiun- {oy represién, se empieza a desgranar ha reflexion cautelosa, critica y a menudo desengafhad3pque se escenificara también en elteatro laico de Calderon y no solo en la dra jade oe y maturgia de Shakes- pa oe de tierras femotas, conocimiento de otros en Asia y en América, Reforma protestante, pluralismo we g dd dont E iby __ del movimiento renacentist buy Yainis cho i Edad Media a orear un tipo nuevo de pensarianlll Ja Baa il pensador medieval e ea ferent dele ai ; . o anterior & 4500, apat de tedloge 0 cripto-ted . eas, ape .s dado & og eristianas: nis alle ha —rmuet 135 ciado®! ro muy sqnando las certs: s profanas: Ha ape ecido una nueva: jbilidad, distintade la medieval, no-ya complicada, Jaberintica, que, antes de adquiere forma ¥ expresion, sobre todo, et frecuentes D el sigh> nee de Montaigne. en ditlogo, am (a conciencia post-renacentista se halla y se esta inmersa en ja duda, también respecto a hacer: solo inmersa, mas no . Se manti ala desarbolada tabla de un pensamiento Que hace virtud ¥ que hace de la duda un principie poscajede la complejidad, la mirada perplela de cuidadoso examen ¢ ct i6n, que, @ su conocimiento. Aungue a veces; € el propio prese como ignorancia, la duda constity del conocer, un acto de conocimiento, no 1g dar, estar perplejo no equivale a ignorar, es otf tn saber bajo el modo dela incertidumbre ¥ < Laausencia de certezas: el discurso de Descartes, me bre o, mejor, pensador de una t to real, pues el pienso, luego'existoy —O; emprendido a partir de ahi— acaba por permite salir de dudas, primero, al F . = ne intrinseca de cono en segundo lugar, el ir cientifico, | una filosofia entendida eee L nara ella, No ya sélo la filosoffa, sino Ciencia, toda ciencia, trata de diante el recurso al mea conjurar’ Por otro lado, no es 2a. a é] Monta propia e Plinic XV, 338 Montaigr primer europeo en arlas sin reservas, en pe perpleja, en ac C reconoce Montaigne en si mismo: «mi juicio no siemp! flota, va (2°, XI, 283). De la duda, sin embargo, del pensa miento flotante aroso, hace la clave del conocimiento.\, Oo crita a veces como simple ignorancia, la duda consfitu- ye ito slo principio, sino también suelo de cultive dé un pensa- miento ensayante: «blanda, mullida y sana almohada para re- clinar una cabeza bien equilibradad,(3.°, XU, 333). En su ale- gacién de textos clasicos, cuenta Montaigne para refrendarlo con el valioso apoyo de su dilecto Cicerén, complacido en du- dar con frecuencia; y cuenta asimismo con un verso de Dante, que también invoca asu favor: é io menos gue saber dudar me agrada» (1.°, XXVI, 205). Al plater delconocimiento se ahade, pues, el de la perplejidad. Dudar es un saber, que es a la vez agradable sabor. Consiste la sabiduria en «reconocer la debili- dad-de nuestro juicios (2.°; XII, 191); y la filosofia, otro tanto: «filosofar es dudar» (2:°, HI, 29). Sin éxpediente para salir de al modo de Descartes, Mon- permanece siempre perplejo. La suya es perplejidad persis- tente, duda asociada a un pensamiento eritico, que nunca se muda ef Su contrario, no se trasforma en doctrina o.en sistema, y ni siquiera en método. Escribe Montaigne cuando acaba de redescu- brirse y traducirse al latin —en 1569— un texto de Sexto Empiri- €o, al que se debe la noticia del primer escéptico de la historia: de Pirrén, No le queda mas remedio, pues, que medirse con él; y no dar por supueste el saber; el conocer, antes bien preguntarse acer. cade ello. Se construye asf un pensamiento apenas afirmativo, mais bien sélo interrogativo, donde son perennes las preguntas, mientras no hay respuestas perennes. De ahi la emblematica pre- Sunia que se ha convertido en ensefia de su pensamiento: «que Sals-je?s, qué sé yo en realidad? (2.°, XII, 235) ee Pata responder a las preguntas, no dis i Pon 2 spone Montaigne de or ponder —¥ no método— que el de tantear, ensayar, We 35 ay la trasmitida por sus aut ia siempre, sin embargo las duda ig, «el mucho saber conduce# (2°, Xl, 210). Lo cual, por otre lado, queda asul untalante ideolgico amable, de buen humor ¥ ¢ sin tristeza, siempre ecléchico y alguna vez exceptions de separarse del escepticismo come ‘escuclasen todo! fin, difiere mucho del mayor perplejo del si i cal, asimismo consciente de nuestra condicion de ine saber ciertamente y de ignorar absolutamente, siempre tos y flotantes» (Pensamientos, 72)" per con una conciencia drar sabe condenadoa desist ridad y de firmeza>y consultar su experienct dos. Esa consulta no 5, aden Eclecticismo en un: lado y método. —de cienciao de enotro— han sido, desde finales del siglo SVL hasta hoy, dog principales adoptados para habérselas con la compl del mundo y con la perplejidad de los humanes frente a ella. tercer modo, literario, Tas no Menor POF ello, desde r mismo y también a lo largo de la época modema, ha teatral, ya novelado o poematico. La sombra del ulta tan alargada como para yal mas laico Racine (Kasea sino a todo el drama bar no sélo al religioso Pascal mann, 1968, sobre ambos), dramaturgos recuperan los modelos de los tragicos los de un mundo con dioses imprevi ibles y no provide de luego sin un Dios benévolo. La penumbra de la tiende sobre la figura del principe Hamlet, paradigma tativo, pero no menos sobre la del principe Seg en el tercer acto de La vida es suefio no sabe ya st realidad, ensuefio o pesadilla. ‘nes, se les cita no por una edici saria y suficiente para localizar el texto citado. En casos: sartientos de Pascal, con distintas mumeraciones je 2 sayin ciioons, ies aos — de Zubiri, quien, a su vez, siguid la edic ‘Brunschvicg, Boutroux y Gazier. 36 Extend acl a CSC a i6n dram: idad en ¢ : : aie OF roonajes y ng goleent wu accion. En 195 ¥ lamer snflictos brutales 0 8 sus amistosas-rve cias, dre escritores proc tos de razon no compatib! figuras ale P 0 Fea gio en Shakespeare; Quijote y Sancho en € mazovien Dostoievski el doctor Alioscha Fe 5 niosy susdeuteragomisias en Goethe, Mann walery; Caeiro, Reis y Soares en PESS0a.) e perpleiid dfaod rest iio o abordado por distinias vias. Descartes, ante un mundo complejo s© h hakespe Montaigne, representan sendas maneras deencarar la du de solir, on, de ella, En la tragedia, barroe a.o contemporanea, no bas salida: la perplejidad se coagula enel drama interior del personaje © en el conflict deantagonismes inconciliables en- tre personajes que encarnan posiciones enfrentadas a muerte, Cin la escritura de ensayo, la propia disciplina de la duda, sp © meterse a su pricba y ponerlo todo a prueba, constituye HP forma de conocimiento, la Gnica alcanzable en ciertos fT fn la filosofia racionalista y en la cfencia, hay salida de la in- certidumibre gracias al método, aunque, ha de afiadirse, con desigual éxito en la filosoffa y en la cienel Ss ae Para una ciencia de lo cierto i ( Los inicios de la ciencia moderna, los que cabe cifrar en Ga- Jileo, sedan ene! mismo escenario de Montaigne 'y Descartes, el de la desorientacion e incertidumibre por la quiebra de la homo- gencidad ideclégica medieval y la consiguiente disputa entre es- cuelas filoséficas y rio s6lo entre confesiones cristianas. En esa escena se hace urgente la bisqueda de otro modo de saber, alter nativoal de tedloges y fildsofos. Instrumento para zanjar las cues tiones disputadas es ahora no ya la argumentacién retérica o el recursoa fuentes doctrinales, sino la investigacién con método.’ La investigacién, y-no ya la especulacion mental o el simple > dio, yaa ser el distintivo del cientifico modero. En ello se dife- repciade otra clase de estudiosas: eruditos, ensayistas 0 fildsofos Frente ala iencia entonces incipiente, los pensadores y file sofos en tormea 1600 mantiénen una pos?-ién ambivalentc> Pese bev padide conocer Ia obrade Copérnico, ree las Srbitas celestese, ia de Vy fabrica del cuerpo humane: aha! revoluciOn ciencia m a jernen, desde 1Neg?, décads Ia dencia antigua y medieval. Pero también est un momento previo & la moderna irrup™" neonsecuenciay Ser contempl# no por su reflexion perpleja, per?! }ésofo humanista-antes de la mx 6 a hacia la cien~ y Descartes 80%, ve Tesi igi. el cia (Mon! el phimer files igne puede, € ofo mod 1 altimo fil por su indiferen s de él, Bacon que desde una herenci® eado y disehrado tedricamen” a ambivalencia 0 dua- mente como él dad propiamente dich cia. Muy poco tiempo despu: =nsadores pioneras jandola atras, han id unque con algun: enot séfica, pero de} te laciencia modema, lidad? “tana dualidad alude Bacon al distingult «dos fuentes ¥ dos corrientes de cientia», dos «tribus» 0 damilias» de «filosofosy de sabiose: los unos, aplicados a la eanticipacion de la inteligen- a»; consagrados, los otros, 3 la «interpretacion de Ja naturale zas (Novum Organuin, prefacio, 5). Tales dedicacioncs no coin ciden del todo, mas sf ampliamente, con lo que sera en sighs, posteriores un ejercicio sdlo racional dela filosofia y, respectiva- mente, la actividad investigadora en ciencia: Interesa ésta a Ba- con, desde luego, mucho mas que a Descartes, cuyo pensamienc 10.3} desdoblado en una sorprendente dualidad: de un lado, Ja teoria del método, su aportacion al disefio de la ciencia poste- yior de otro, una metalisi a idealista del todo ajena a esa misma ciencia, que precisamente él contribuy6 a instaurar wee . Entre la prosa de ficcidn y la que did verdadera mezcla, mucho menos confusién. Antes de ‘ sinembargo, en los textos descriptivos del mundo real ap distinguia entre ciencia y filosofia. A parti : ‘i : y . Apartir de entonces, ef Bie porcine de einen ies é ela filosofla como Galileo, se deslindan los came C es ‘empiezan a clasificarse en ficheros dist ¢ ‘imiento y no sélo en distintas estant ob Queda en un lado la Bilosofia, con variedad de estilo 38 continuidad con ella, dentro del mismo corpus. ie ‘Gencia caminaban de la mano todavia en el saber: a ie cristiano o arabe. En la Edad Moderna, en cambio, | - oe Lt ‘al menos una buena porcién de ella, pierde su unit = ‘ ciencia, al tiempo que se bifurca en dos carninos. Unode meee endereza todavia a ser ciencia, ne quiere dejar la segura senda dél saber cientifico. Para ello se hace fuerte en la teorfa del cono- cimiento, ena légica y en la metodologia de la ciencia, asi como también en la coordinacién y extrapolacién tedrica de aberes de las disciplinas cientificas. Toma el otro una direcci6n bien diferente; intenta alcanzar conocimiento, mas no postula ser cien- cia en la acepcién usual estricta, Esta otra via, aunque también a veces se organice en sistemas, se emplea a gusto, sobre todo, en el molde-y el tono del ensayo: De éste recaba uno de sus rasgos constitutivos, la preferente dedicacién al andlisis, comentario e interpretacién de textos. En el siglo Xx, cierta filosofia ensayan- te ha venido a desembocar, por esa via, con toda naturalidad, en 4s que ciencia, de la interpretacion y la hermenéutica: en arte, mé comprensién de escrites sienlbatos Desde Galileo y Bacon, frente-a otras formas de conocimien- toy de sabiduria, sin confundirse con ellas, goza de identidad especifica el conocimiento de ciencia. De | tificos formar dela cien exa ho, los textos cien- género bien delimitado/Aunque los fil ofos unos apuros para realizar la demarcacion ntre Jo que en verdad es ciencia y lo que no lo es, el saracter cientifico de un texto suele siempre quedar claro-e in- ta feels a i eleee i leriterio de refu- eee ee ee quier otro criterio formal para reco- : if como cientifico. ie textos de Ciencia estan Sos @ canon incluso cuando los Rallazgos parezcan suceder cae see no sumisos a método formal y al miargen de | ane P ‘ septiva, como alega Feyerabend (1970/1974), Aun | en o oe —yen cada Siencia concreta— existe un sencia ca gn eS8 de provedimiento, de investigaeién, Su pre ausencia dictaminan, sin lugar a dudas, la Pertenen: ja sufran al 2 el sin 39 EEE alardear de «PY yenda, ni tamper le que Begue a serto responds al ArQUuetpo: de hacer: e Superposic (Ciencia y ensayo —0 imierto, aunque de distinto modo, El pens Rloséfico lo hacen por tnmersion) an de lo incierto, en las mas prof Leer: _ flotar sin hundirse sobre’ pps calado en Ja existencia humana, aq : estd garantizada, La clencia, por: a gar certexas s(lidas, en. ten : srtidumbre y on, ni Ja incertidumbre ‘ia de las opiniones en el de Jas doc’ pea teats esa i modo de conocimients, el de la ciencia. A ella le inte- en, ac ésta no llegue a ser definitiva, que nunca lo es, Entretanto, ni el ensayo, ni la filosofia han sido capaces de generar en cuatro siglos conocimiento cierto. El desafio de eid zarlo ha quedado en manos de la investigacién de la ciencia; ya ella hay que atender si se desean certezas. Prosas t(picas modernas han sido los ensayos, la ciencia, la novela. Esta tiltima, ne ajena al uso de la razén, nace, sin embar go, del pensamiento imaginativo, fabulador, antes que dé un pen- sar ordenade a conocer. Cae, por eso, mas bien del lado de la opinién, de la

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