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Deforestación en Colombia

La deforestación está estrechamente relacionada con fenómenos socioeconómicos y su


localización depende de variables geográficas, políticas y económicas. Entender
adecuadamente estos fenómenos es indispensable para el diseño de políticas e instrumentos
que busquen atacar o contrarrestar la deforestación en el país.

De acuerdo con los modelos económicos de deforestación, el costo de oportunidad de la tierra


determina el uso que se le dará. Por ejemplo, a medida que aumenta el tamaño de los centros
poblacionales y su demanda por alimentos, aumenta el costo de oportunidad de los bosques
cercanos. Es más rentable transformarlos para llevar a cabo actividades agrícolas o ganaderas
que mantenerlos en pie.

El problema es que al no tener un precio de mercado los bienes y servicios provistos por el
bosque y existir externalidades positivas, ese cálculo de 4Según el Centro de Monitoreo de
la Conservación del Ambiente del PNUMA. costo de oportunidad puede llevar a talar
bosques que son más valiosos en pie que las actividades alternas que puedan llevarse a cabo.
En Colombia las principales causas de la deforestación son la expansión de la frontera
agropecuaria, especialmente para ganadería extensiva, siembra de cultivos ilícitos, tala ilegal,
minería e infraestructura, incendios forestales y presión por el crecimiento poblacional.

La ganadería extensiva representa casi el 60% de la deforestación en el país. Incluye tanto a


las personas que mantienen ganado con fines productivos, como aquellas que buscan asegurar
la tenencia de la tierra mediante la introducción de ganado en pie (Grau y Aide, 2008). Este
es un sector en extremo ineficiente, con un inventario aproximado de 23 millones de cabezas
en 40 millones de hectáreas, es decir, menos de una cabeza por hectárea en promedio.

A pesar de que en los últimos años se ha presentado un descenso en el crecimiento del PIB
agropecuario y ha disminuido la importancia del sector en el PIB nacional, no se ha
observado un descenso similar en la deforestación causada por la expansión de la frontera
agropecuaria. Esto se debe en parte a la falta de armonía entre la vocación del territorio y su
uso actual y al uso de tecnologías y prácticas inapropiadas para su aprovechamiento que
generan ineficiencia económica en el uso del suelo. Colombia cuenta con 6,6 millones de
hectáreas de tierra irrigable, pero sólo el 12.8% de éstas cuentan con mejoras en riego y
drenaje (Visión Colombia 2019, DNP 2007). Asimismo, no existen medidas que fomenten
el uso adecuado de la tierra.

En la actualidad se utiliza solamente 3% de las hectáreas con potencial para plantaciones


forestales, únicamente se utiliza el 23% de tierra apta para actividades agrícolas, mientras
que para ganadería se utiliza casi el doble de hectáreas aptas para esta actividad. La segunda
causa de deforestación en Colombia es la tala ilegal. Las operaciones ilegales en el sector
forestal tienen lugar cuando se extrae, transporta, elabora, compra o vende madera,
infringiendo leyes nacionales (FAO, 2006). La tala y el tráfico ilegal de maderas constituyen
un problema creciente que amenaza la subsistencia de varias especies, particularmente de
aquellas con un alto valor comercial en los mercados nacionales e internacionales. Por
tratarse de una actividad extractiva que implica bajas inversiones, la tala y tráfico ilegal se
realizan tanto a gran escala como para satisfacer necesidades básicas y para proporcionar
combustible a escala doméstica (Ministerio de Ambiente, 2002). De acuerdo con
estimaciones realizadas por el Banco Mundial (2006) la tala ilegal en Colombia alcanza un
42% de la producción total de madera.

Esto implicaría que anualmente casi 1,5 millones de metros cúbicos de madera en troza, o su
equivalente en madera aserrada, se explotan, transportan y comercializan de manera ilegal.
Esto se debe en parte a una baja capacidad de gestión, procesos costosos para tramitar
permisos legales, y en algunas zonas (particularmente el Chocó) a la presencia de grupos
armados que controlan la actividad. Por su parte, el sector minero ha mostrado un auge
importante en la última década. Gracias a ello, se ha convertido en un sector atractivo para la
inversión tanto nacional como extranjera.

Esto ha aumentado los procesos tanto de exploración como de explotación en zonas de


importancia forestal en el país. Adicionalmente, el boom minero ha impulsado la expansión
de la minería ilegal, la cual no cuenta con las licencias ambientales necesarias y, por ende,
no cumple con ciertos requisitos que hagan de ésta una actividad sostenible y amigable con
el medio ambiente.

Los incendios forestales también son una causa importante de la pérdida de bosques y afectan
la diversidad biológica y la sostenibilidad de los recursos agua y suelo. Entre el año 2000 y
2010, 8,857 hectáreas de bosques se vieron afectadas por incendios en el país. Este fenómeno
se presenta de manera recurrente, en especial durante los periodos secos prolongados
causados por El Niño. Las regiones más susceptibles a incendios forestales son la región de
la Orinoquía, así como la región Andina y Caribe. En Colombia se estima que casi la
totalidad de los incendios forestales son de origen antrópico, bien sean generados
intencionalmente para la ampliación de la frontera agropecuaria, o por negligencia al no
tomar las precauciones adecuadas (quemas agrícolas, fumadores, fogatas, pólvora y cacería
de animales, entre otros.), o bien, accidentales.

Finalmente, las variables demográficas juegan un papel en la deforestación. La consolidación


de la tendencia de urbanización, impulsada por la creciente industrialización en las ciudades
principales ha sido un factor determinante en el cambio en el uso del suelo. Este movimiento
de la población hacia centros urbanos se concentró principalmente en la región Andina,
ejerciendo mayor presión sobre los recursos naturales ante la mayor demanda de alimentos y
tierra para vivienda. Esto ha generado procesos de colonización sin planeación alguna y
dirigidos sobre territorios ambientalmente frágiles (IGAC et al., 2002).

“Las aves colombianas que dependen del bosque han perdido el 35 % de su hábitat”

Colombia es uno de los países con más especies de aves. Sin embargo, a nivel mundial, la
pérdida de hábitat es una de las principales amenazas para estos animales y el país
sudamericano no es la excepción.

Un reciente estudio publicado en la revista Biological Conservation analizó el impacto de la


deforestación histórica —teniendo en cuenta varios mapas desde 1972 hasta el 2000—, luego
entre 2000 y 2015, y la que se proyecta entre 2015 y 2040, para 550 especies de aves que
dependen del bosque en el país.

En este análisis los investigadores encontraron que, para el 2015, un total de 536 de estas
especies (96,5 %) perdieron alguna proporción del bosque en el que vivían y que el 18 % de
ellas perdieron al menos la mitad de su hábitat natural.

Otro de los preocupantes hallazgos tiene que ver con las especies endémicas (69): “se
proyecta que 12 de las especies perderán el 50 % o más de su hábitat para 2040 y no están
actualmente clasificadas como amenazadas por la UICN, lo que sugiere que hay muchas
especies no incluidas en la lista que enfrentan una amenaza de extinción inminente debido a
la pérdida de hábitat en curso”, se lee en el artículo científico. El estudio considera como
endémica a toda ave que tiene, por lo menos, el 80 % de su rango de distribución dentro del
territorio colombiano.

Una de las regiones más preocupantes es Caribe pues el Índice de Pérdida para 2015 se ubicó
en 82, es decir, hasta ese año, el 82 % de las especies de aves había perdido el 82 % de su
hábitat. Si la tendencia sigue, según los análisis de los científicos, el índice se ubicará en 90
para 2040 y esto preocupa mucho porque solo 15 especies de la región se encuentran
catalogadas como amenazadas.

El Índice para la Amazonía fue de 28 y de 14 para Pacífico. Aunque esta reducción no ha


sido tan grande, el artículo resalta que, en el piedemonte amazónico, debido a su gran riqueza
en biodiversidad, “cada km2 de extracción de bosque tiene el potencial de resultar en la
pérdida del hábitat de hasta 230 especies de aves”. Adicional a esto, las proyecciones
muestran que, para 2040, el Índice de la región Pacífica podría casi duplicarse, llevando a
que el 26 % de las aves pierdan el 26 % de su hábitat.

La región de los Andes concentra el mayor número de aves dependientes de bosque en


Colombia y tuvo el mayor aumento proyectado en su Índice de Pérdida, el cual se ubicó en
40 en 2015 y se espera que en 2040 pase a 54 si no se toman acciones.

La crisis del agua

Para comenzar con la temática, lo primer que hay que decir es que el agua a nivel global es
97.5% salada, la cual prácticamente no utilizamos, y solo un 2.5% es agua dulce. Sin
embargo, ese porcentaje hay 1.7% que está atado en hielo y en glaciales a nivel global y hay
otro 0.7% en el subsuelo, el cual utilizamos poco.

Es decir, que toda el agua que existe a nivel superficial solo representa el 0.1% a nivel global.
No obstante, de ese recurso es que vivimos. Si uno toma ese 0.1% del agua a nivel global,
eso más o menos se traduce a unos 10 millones de kilómetros cúbicos de agua. Imagínense
10 millones de espacios cubiertos de un kilómetro por un kilómetro por un kilómetro. Si uno
toma la población mundial, aproximadamente 6000 millones de habitantes, y un uso
promedio de este por persona es de unos 1000 litros por día, esa cantidad de agua, aunque
parezca pequeña a nivel global significa que tenemos agua para utilizarla durante más de diez
mil años.

Colombia como objeto de estudio

Éste es uno de los países con mayor abundancia hídrica en el mundo. Dicha abundancia,
seguramente nos lleva a pensar que el agua en este país no falta ahora ni faltará nunca, pero
la actualidad es diferente, ya es uno de los países que sufre de escasez económica de agua,
pues, aunque cuenta con este recurso tiene problemas para utilizarlo por costos de
extracción o por contaminación, lo que conlleva a que no solo la población urbana se ve
afectada teniendo el suministro de manera constante, sino también la población rural,
debido a que no tiene el acceso al líquido vital de manera apta para el consumo humano.
Esto no solo se debe a la gobernanza del agua que posee cada territorio sobre el recurso
y sus inversiones en el fortalecimiento y mejoramiento no solo del servicio de agua
potable, sino que, además, en la protección de las cuencas que suministran dicho líquido.

Estado de la calidad del aire en Colombia

Según lo registrado por los sistemas de vigilancia de la calidad del aire, las concentraciones
de contaminantes en el aire en algunas áreas urbanas y regiones exceden los niveles
establecidos en la norma nacional1 y las directrices de la Organización Mundial de la Salud.
El Departamento Nacional de Planeación - DNP, estimó que para 2015 la mala calidad de
aire generó alrededor de 8.052 muertes en el país, con costos asociados de aproximadamente
12,2 billones de pesos, cifra que equivale al 1,5% del PIB de ese año. Según este estudio las
áreas más afectadas por esta contaminación fueron Bogotá, el Área Metropolitana del Valle
de Aburrá, Cali, Bucaramanga y Floridablanca [DNP, 2018d]. El Instituto Nacional de Salud
- INS, realizó el análisis de la carga de enfermedad asociada a factores de riesgo ambiental
para el año 2016. Esta investigación se basa en la metodología de Carga global de la
enfermedad (GBD por sus siglas en inglés), y concluye que, de 17.549 muertes atribuidas a
factores de riesgo ambiental, 15.681 muertes están asociadas a la mala calidad del aire,
principalmente con pérdidas causadas por enfermedad isquémica del corazón (EIC) y
enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) [INS, 2018]. De acuerdo con el Informe
sobre el estado de la calidad del aire publicado por el Instituto de Hidrología, Meteorología
y Estudios Ambientales en el 2018, los contaminantes que presentaron mayor incidencia
fueron en su orden el PM2,5 y el PM10 . Precisamente, los resultados del cálculo del índice
de calidad del aire (ICA) indican que estos parámetros ocasionan los mayores riesgos de
afectación a la salud de la población. Lo anterior se observa especialmente en centros urbanos
como Bogotá, Cali, Medellín y Santa Marta, así como en los municipios de Ráquira (Boyacá)
y Yumbo (Valle del Cauca) [Ideam, 2018]. Según el informe del Ideam, las concentraciones
más altas de PM2,5 se presentaron en las estaciones de monitoreo Carvajal – Sevillana y
Kennedy, localizadas en el Distrito Capital; y las correspondientes a Tráfico Sur, Tráfico
Centro, Universidad Nacional Facultad de Minas, Corporación Lasallista-Caldas y Casa de
Justicia (Itagüí), en el Área Metropolitana del Valle de Aburrá - AMVA. Las anteriores
estaciones también se destacan por contar con el mayor número de días que exceden el límite
diario. En la figura 1 se presentan los promedios anuales de PM2,5 de las estaciones que
contaron con representatividad temporal en el 2017.

Emisiones al aire provenientes de vehículos (fuentes móviles)

Una de las grandes problemáticas en centros urbanos es la generación de emisiones


vehiculares a las cuales se encuentra más expuesta la población, originando mayor afectación
de la salud. El análisis de parque automotor del país muestra que existen cerca de 13’820.600
vehículos y que un 5% del total son vehículos pesados que operan a diésel, del cual cerca del
25% son vehículos con tecnología PRE-EURO, un 60% son EURO II y únicamente un 15%
son EURO IV6. Con los inventarios de emisiones se ha determinado que los vehículos
pesados PRE-EURO generan cerca del 25% de las emisiones de material particulado, lo que
permite concluir que aproximadamente un 1,3% del parque automotor del país es responsable
del 25% de las emisiones de este contaminante.

Emisiones al aire provenientes de actividades productivas, comerciales y de servicios


(fuentes fijas)

La emisión de contaminantes al aire por actividades industriales, comerciales o de servicios


(fuentes fijas) se debe principalmente a procesos de quema de combustibles para obtención
de energía y calor o a emisiones propias del proceso que se generan, por ejemplo, debido al
uso de solventes, la incineración de residuos, la operación de hornos crematorios, las
actividades generadoras de olores ofensivos como los rellenos sanitarios, entre otros. En
cuanto a los procesos de combustión, los contaminantes emitidos son principalmente: dióxido
de azufre (SO2), óxidos de nitrógeno (NOX ), material particulado incluido hollín (carbono
negro), monóxido de carbono (CO) y dióxido de carbono (CO2 ). Estas emisiones dependen
principalmente de variables como el tipo de combustible, los equipos de combustión, la
proporción aire/combustible, la eficiencia de combustión y la existencia o ausencia de
sistemas de control de emisiones [IFC, 2008]. En el caso de la quema de combustibles, es
importante resaltar que, de acuerdo con información del Balance energético colombiano, para
el año 2015 el sector industrial consumió cerca del 30% de la energía final del país (1.219.827
Terajulios). Los principales energéticos utilizados en la industria manufacturera son el carbón
mineral, gas natural, bagazo y coque que suministran cerca del 80% de la energía consumida
y que se utilizan principalmente en usos térmicos. El restante 20% representa usos eléctricos
incluida la energía comprada de la red como energía generada por sistemas de auto y
cogeneración [Ministerio de Minas y Energía y Unidad de Planeación Minero-Energética,
2016].

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