En El Artista la complejidad del cine mudo se presenta en la actuación, mucho más llamativa al ver a los actores gesticular más al hablar para ser entendibles y por el hecho de no tener sonido directo (diálogo). En ese caso, el lenguaje no verbal es más proclive a ser captado y mucho más acentuado. Así, la música o banda sonora sincronizada a las acciones, incrementa el efecto por las emociones que genera la música (suspicaz, alegre, triste, etc.) a las acciones y de igual manera, el espacio para los silencios. Por otro lado, los intertítulos que sirven de apoyo al espectador para entender lo que se dice. Además, la velocidad de reproducción de imágenes que brindan un aspecto antinatural conforme al movimiento de los actores. Respecto a la crisis frente al cine sonoro, se refleja en esta película con la tecnología que modifica totalmente la manera de interpretar y la adaptación de los actores a ello, las nuevas temáticas con exceso de diálogos, la regulación de velocidad de las imágenes, la sincronización con el diálogo y el predomino en el uso de este dejando en un segundo plano a la imagen o acción con el incremento de diversos elementos.