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Cielo Profundo

Terminó la noche como cualquier otra, veía en el cielo las hermosas constelaciones del
mes de Agosto. Casiopea, Hercules, Perseo y más junto a una luna llena, tan grande
como mis sueños y anhelos de ser astronauta. Era increíble ver como mercurio se
encontraba a muy baja altura sobre el horizonte, Venus en la atmósfera del amanecer y
Marte tan próximo a Géminis como a un cúmulo gigante de estrellas.
En la mañana siguiente a esa observación astronómica, me dirigí por mi café. El chico
que generalmente me atendía me entregó el pedido, le agradecí pero antes de darme
la vuelta para ir al observatorio me entrego un volante y me contó que se había abierto
una convocatoria para aprender a bucear.

Decidimos con Ana, mi compañera de investigación averiguar, por lo que nos


comunicamos con el número de contacto y solicitamos la información pertinente. Días
después ya estábamos tomando clases y conforme fue pasando el tiempo, aprendimos
a meternos de manera correcta al mar, del mismo modo en que Louis quien era el
instructor y yo, entablamos una amistad o tal vez algo más.
Nos enamoramos y estuvimos juntos muchos años, él constantemente me enseñaba
cosas maravillosas, me hablaba de temas como las llanuras de las mareas, los
manglares, las praderas marinas, los marismas salimos y los arrecifes de corales. Tanto
avanzó nuestra relación que dos años después decidimos casarnos.
Ante del matrimonio, Louis decidió que iría a bucear un rato pero, las horas pasaban y
Louis no aparecía. yo estaba con un vestido blanco tan pomposo como una princesa,
los invitados ya se encontraban en sus asientos y el padre de la iglesia en el altar
esperándonos. Ante la tristeza y desesperación, lo llamé incansables veces sin obtener
ninguna respuesta.

De repente sonó el teléfono y conteste… En ese momento el cielo se calló par mi,
parecía que Louis se había ahogado.

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