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INFORME INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA GENERAL DE SISTEMAS

El libro, hijo de su tiempo, trata de exponernos los fundamentos básicos para entender la Teoría
de Sistemas, un cuerpo teórico que nació a partir de las más diversas experiencias en los más
dispares campos del conocimiento y que se cimentó como una apuesta epistemológica, teórica y
metodológica más en medio de tantas que abogan por una integración del conocimiento. En este
breve texto, empero, no se piensa abarcar toda la extensión del texto, sino los tres primeros
capítulos, donde encontramos los rudimentos más elementales que constituyen la Teoría General
de Sistemas (TGS).

El autor nos pone, para empezar, una disyuntiva sobre los métodos de abordar el conocimiento y
las ciencias. Por un lado, expone brevemente lo que sería, a su modo de ver, un enfoque
“reduccionista” y lo que llamaríamos hoy, en otras palabras, una atomización de la ciencia.
Básicamente, este enfoque reduccionista analiza los fenómenos a partir de sus elementos
constitutivos, pero se especializa cada vez más hasta perder por completo la visión sobre el todo
que originalmente estaba estudiando, rompiendo los canales de comunicación con otros campos
del saber. A esta atomización del conocimiento y su consecuente ruptura en el intercambio de
información se opone dialécticamente la TGS: Esta busca integrar, construir estructuras generales
lógicas, en vez de dejar pulular campos de estudio cada vez más reducidos.

La TGS, sin embargo, debe entenderse como una apuesta que tiene dos vertientes determinadas
por dos magnitudes inversamente proporcionales: La ambición y la confianza. Al ser mayor la
confianza, la TGS buscará similitudes entre mínimo dos campos de estudio diferentes y tratará de
plantear modelos funcionales para ambas; si la ambición es mayor, la TGS buscará construir un
amplio marco de referencia, un “espectro de teorías” desde el cuál partir hacia distintos campos
del conocimiento. Por supuesto, el componente dialógico es sumamente importante; sólo es a
través de la comunicación que el conocimiento es capaz de darse, de entenderse, comprenderse y
usarse. Al atomizarlo, se dificulta cada vez más el acceso a este.

Saltamos de aquí a los enfoques propios de la TGS. Y resulta que aquí nos encontramos de nuevo
con dos vertientes: Una, donde la TGS va buscar fenómenos generales o “comunes” a varias
disciplinas, los cuales pueda analizar y a partir de allí establecer categorías comunes, con
similitudes evidentes y muy pocos cambios entre disciplina y disciplina. El autor allí nos coloca
diversos ejemplos, como Población, Individuo, Comportamiento, Medio, Estado, Crecimiento,
Información y Comunicación. Cabe decir que el texto remitirá muchas veces al ámbito empresarial,
por lo que algunas nociones y categorías, como Estado, estarán tremendamente limitadas en
cuanto a definición se refiere. Esta “unificación de categorías” tiene el único y nobel objetivo de
disminuir la incertidumbre.

La segunda vertiente tiene que ver con la jerarquización de los sistemas elaborados a través de la
TGS y se corresponde, poco más, poco menos, con niveles taxonómicos y con los niveles de la
ciencia de Comte, yendo de lo pequeño a lo grande, de lo particular a lo general. El autor pone en
boca de la TGS una jerarquización que va, parafraseando, de la siguiente manera: átomos y
partículas elementales (definidas como estáticas, pero no son tales), sistemas dinámicos simples
(El Sistema Solar, las moléculas), Sistemas cibernéticos o de control (Tipo termostato, sistemas
intermedios o de “regulación” “transición”), sistemas abiertos (células, unidades productivas),
Genética social (aquí aclara que son aquellos organismos a nivel de organización vegetal; también
dice que los seres humanos sólo hemos podido plantear sistemas hasta este nivel), Animales,
Seres humanos, Estructuras Sociales y, finalmente, Sistemas Trascendentales.

Esta caracterización da una idea de cómo podrían clasificarse los sistemas bajo TGS, pero no está
ni de cerca ceñida a la realidad y mucho menos a las disciplinas actuales. Esta clasificación tiene
facilidades a presentar diversos agujeros lógicos, pero no es algo que consideremos en este
trabajo. Es decir, como marco referencial, está bien; para aplicar a rajatabla… hay que cogerlo con
pinzas.

El autor, para terminar con este capítulo, nos presenta aquellos campos de conocimiento que,
según él, hacen una aplicación práctica de la Teoría de Sistemas. La Cibernética entendida como
“La ciencia de la organización efectiva” o de cómo se autoregulan sistemas hombre/máquina;
Teoría de la Información, entendida la Información como un contrapeso a la entropía y con el
curioso hallazgo de que, a mayor complejidad del sistema, mayor su gasto energético en el
manejo de la información; Teoría de la Decisión, donde a través de la probabilidad se tratan de
estudiar cosas como la selección de alternativas de manera lógica dentro de contextos
determinados, o el comportamiento de individuos en una empresa o de empresas en el ámbito
corporativo; Topología, entendida como análisis geométrico de los sistemas; Análisis Factorial, o el
que a través del cálculo identifica y analiza factores específicos dentro del marco de la dinámica de
grupos; Ingeniería de Sistemas, entendida dentro de la lógica empresarial industrial y como
planeación, diseño, ejecución y evaluación de planes de trabajo compartidos hombre-máquina; y,
finalmente, Investigación de Operaciones, donde los protagonistas son la adición de las variables
de riesgo y azar y el objetivo es la gestión de recursos en sistemas institucionales complejos.

Una vez expuestas estas aplicaciones prácticas de la TGS, el autor nos introduce los conceptos
base de sinergia y recursividad. Para no ser extensos, la sinergia es una característica intrínseca a
un sistema, y refiere a que la suma de las partes no es igual al todo; de la misma manera, el
análisis de una o varias partes de un sistema no puede explicar o predecir el comportamiento del
sistema en sí. Aquí el autor nos introduce la idea de un sistema compuesto de otros sistemas; es
decir, totalidades dentro de otras totalidades o, como el autor lo diría más adelante,
individualidades dentro de individualidades. Volveremos sobre esto más adelante.

La Recursividad refiere, entonces, a estos “sistemas compuestos por sistemas” y a su capacidad de


sustraerse en sistemas cada vez más pequeños (o más grandes) independientes no en su
funcionamiento, sino en su naturaleza de sistema per se; es decir, individualidad del sistema, cosa
que mencionábamos en el párrafo anterior. Esto, sin embargo, no quiere decir que a los individuos
como tal les aplique la noción de recursividad dentro de una jerarquía de sistemas; quiere decir
que cada sistema es por sí mismo, se define por sí mismo y aunque interdependiente y en
correlación constante, es capaz de distinguirse de otros sistemas y del sistema que hace parte.

En el breve apartado de “Sinergia y Recursividad” el autor nos deja varios ejemplos para explicar
sus puntos, estableciendo definiciones aún más someras respecto a qué cosas hacen referencia
sinergia y recursividad; mientras sinergia refiere a una característica inherente de los sistemas (ya
explicada arriba) recursividad refiere a la jerarquización de estos mismos.
Finalmente, en el capítulo 3 se nos define qué es un sistema como tal, partiendo de las
definiciones y conceptos previos. De nuevo se nos muestran dos vertientes sobre la TGS: Una, de
carácter más epistemológico, apuesta por un movimiento integrador de las ciencias; la otra es de
carácter práctico y refiera, básicamente, a todas aquellas aplicaciones mencionadas en el capítulo
1 que tienen que ver con el mundo de la industria y los negocios. Esta segunda acepción es la que
tomarán para definir los conceptos del capítulo, a saber: Subsistema, referido a cualquier sistema
que haga parte de otro; de esta se infiere el concepto de suprasistema, es decir, el sistema que
contiene al sistema objeto de análisis. Niveles de Organización, que se corresponden con la
jerarquización ya vista en el capítulo 1 y que aquí es expuesta con más detalle; límites del sistema,
que son definidos por el sistema en sí y no por elementos externos a él, aunque sí entran a mediar
en estos límites la relación que tiene este con el medio y con sus propios elementos constitutivos;
y, finalmente, una última clasificación entre sistemas abiertos, todos aquellos que interactúan y se
adaptan al medio (el autor los asocia con los seres vivos) y sistemas cerrados, que no interactúan
con este, y quedan asociados a las máquinas.

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